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Esta afectividad es propia de los cuadros residuales de las psicosis esquizofrénicas. Podemos decir con Eugen Bleuler, que una psicosis se convierte en crónica cuando empiezan a desaparecer las emociones. Los sujetos pueden mostrase indiferentes ante la salud o malestar de sus familiares, se muestran fríos, insensibles, ante los demás. Sin embargo la afectividad no desaparece del todo, esto ya fue señalado por Eugen Bleuler y ampliado por Ernest Kretschmer, quién señalaba que en los esquizoides la afectividad oscila entre la anestesia afectiva, la frialdad y la hiperestesia emocional.
Muchas personas esquizoides son como escuetas casas romanas, villas que han cerrado sus ventanas al esplendor del sol, pero en cuyo interior, amortiguado, triunfa la fiesta (E.Kretschmer).
La afectividad embotada o aplanada figura como uno de los síntomas negativos de Nancy Andreasen y se manifiesta al observador a través de los gestos y la mímica: expresión facial inmutable, disminución de los movimientos espontáneos, escasez de ademanes expresivos, disminución del contacto visual, ausencia de inflexiones vocales, etc.
Representa una abolición o disminución de la sensibilidad dolorosa y táctil. Las anestesias o hipoanalgesias conversivas o histéricas no siguen las leyes de la distribución anatómica.
Sinónimo: anestesia sentimental (K. Schafer, N. Petriolowitsch, K. Kleist), sensación de desierto sentimental (K. Schneider), No poder estar triste (W. Schulte) sentimiento de falta de sentimiento.
Ocurre frecuentemente en los enfermos melancólicos. J. López Ibor llega a decir que el que todavía puede sentir tristeza no es un auténtico melancólico. Los pacientes se quejan de que no pueden sentir ninguna alegría y de que tampoco pueden sentir ninguna tristeza.
Para Kurt Schneider estos enfermos tienen sentimientos, pero no aquellos sentimientos que ellos echan en falta, es de eso de lo que se quejan. Es algo parecido a lo que ocurre en la vida ordinaria cuando alguien se queja de no sentir el cariño que antes tenía a determinada persona.
Veamos algunos ejemplos tomados de dos pacientes depresivas: A mi me da todo igual, estoy insensible, no siento nada, tengo un vacío interior muy grande. No tengo lagrimas ni nada, parezco de barro, no siento nada. Tengo ganas de llorar, de suspirar, de sentir algo, no lloro, no suspiro, parezco de otro mundo.