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Noticia | 26/02/2021

La pandemia dispara los casos de anorexia en niños y jóvenes



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El marco preventivo de la pandemia ha dado un vuelco a la vida de niños y jóvenes que han tenido que variar sus horarios, costumbres, forma de relacionarse e incluso de alimentarse. La situación se ha convertido en un caldo de cultivo para que se agraven o aumenten los casos de trastornos de la alimentación, como la anorexia, la bulimia o la obesidad entre los más jóvenes. Así lo muestran las cifras del hospital Niño Jesús, que ha registrado un aumento de un 20% de ingresos por trastornos de alimentación de niños y jóvenes durante el año 2020, sobre todo por anorexia nerviosa.


Algunas medidas preventivas adoptadas durante la pandemia “como el confinamiento prolongado, el aislamiento social o el cierre de las escuelas han podido afectar al bienestar físico y mental de los niños y adolescentes, o precipitar y agravar algunos problemas mentales previos. Con respecto a los Trastornos de la conducta Alimentaria (TCA), han influido varios factores para su inicio o agravamiento, como la modificación de las actividades o rutinas de la vida diaria, en cuanto a la alimentación, ejercicio físico, horarios de sueño o actividades extraescolares”, explica Montserrat Graell Berna, Jefa de Servicio de psiquiatría y psicología del hospital Universitario Niño Jesús.

El colapso sanitario que se ha creado con la pandemia ha dificultado el diagnóstico y tratamiento de los niños y jóvenes con Trastornos de la conducta Alimentaria a quienes el marco preventivo de la Covid-19 ha influido de forma negativa por cuestiones como “las restricciones sociales, el incremento y mal uso de redes sociales y una mayor incertidumbre y miedo. Al mismo tiempo, el apoyo social entre compañeros y el contacto entre familiares se han visto reducidos. Todo esto ha provocado en jóvenes vulnerables o con riesgo a padecer estos trastornos una hipervigilancia del estado físico y un posible detonante para el comienzo de conductas alimentarias anómalas”, añade Graell.


El desarrollo de enfermedades como la anorexia nerviosa, la bulimia o la obesidad en niños y jóvenes se debe a la predisposición genética y a la influencia de factores externos, como el estilo de vida o la educación familiar. Si a esto, añadimos la pandemia y las medidas para su contención, hay diversos factores que pueden provocar el desencadenamiento de trastornos de la alimentación en el niño o el joven, como los que menciona la psicóloga y psiquiatra Montserrat Graell:

Las restricciones sociales que conllevan el aislamiento, debido al cierre de escuelas y suspensión de actividades extracurriculares, deporte y ocio.
La modificación de las rutinas diarias, que aportan un marco de estabilidad, en cuanto a cuestiones como la alimentación el ejercicio o los horarios de sueño.



Los medios de comunicación y redes sociales han hecho mucho hincapié durante la pandemia en la necesidad de cuidar la alimentación y hacer ejercicio para mantenerse en forma. “Este bombardeo continuo ha derivado en que algunos niños y adolescentes desarrollen este trastorno con más rapidez y mayor gravedad. Las primeras señales que podemos identificar como padres de que nuestro hijo puede acercarse a padecer un trastorno alimentario son la obsesión con la alimentación y el ejercicio físico, si busca el aislamiento más de lo habitual y tiene muchos cambios muchos y muy bruscos de humor”, comenta Pepi Aymat, Presidenta de la Asociación para la Defensa de la atención a la anorexia Nerviosa (ADANER).


La forma de ayudar a prevenir que niños y jóvenes desarrollen un trastorno alimentario es “evitar normalizar una dieta, a no ser que sea necesaria y se haga por prescripción médica, fomentar la comunicación con nuestros hijos para poder compartir cómo nos sentimos todos frente a la situación de la pandemia que estamos viviendo. Esto implica saber escuchar y respetar, aunque nos digan cosas que no nos gusten. También es recomendable ser flexibles con nuestros hijos y comer juntos, intentando que se trate de un momento para compartir con la familia el día a día”, añade Aymat.


Una vez que el niño o joven tiene un diagnóstico relacionado con un trastorno alimentario, “conviene no abandonar los tratamientos que ha comenzado y tener en cuenta que no se trata de una situación en la que se obtengan resultados rápidos, ya que en el proceso de recuperación habrá recaídas, pero no se trata de una vuelta al trastorno, ya que si hay terapia, hay mucho trabajo hecho y camino recorrido”, concluye la presidenta de ADANER.




Fuente: El País
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