La SEPB, junto a la SEP y la FEPSM presenta el Libro Blanco de depresión y suicidio, que podéis descargar en este enlace: https://sepb.es/webnew/wp-content/uploads/2020/09/LibroBlancoDepresionySuicidio2020.pdf
Los trastornos depresivos podrían aumentar hasta un 20% en los próximos meses y años a causa de la pandemia actual de COVID-19 y de las crisis social y económica que se prevén, según explica el doctor Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de psiquiatría (SEP). Por ello, los expertos recuerdan la importancia, por un lado, de poner en marcha programas de prevención, y por otro, hacer un abordaje temprano de las enfermedades mentales. Así lo han señalado los especialistas, durante la presentación del Libro Blanco “Depresión y suicidio 2020. Documento estratégico para la promoción de la Salud Mental”, impulsado por la Sociedad Española de psiquiatría y la Sociedad Española de psiquiatría Biológica (SEPB), con el apoyo de Janssen. Este libro, disponible en formato digital en la web de las sociedades científicas, analiza en detalle la epidemiología, el impacto y los abordajes de la depresión y del suicidio desde diversas e innovadoras perspectivas.
Según explica la doctora Mercedes Navío, coordinadora del Libro y de la Oficina de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, esta pandemia “ha puesto en cuestión dos fantasías que caracterizan nuestro funcionamiento habitual que son la ‘ilusión de invulnerabilidad’ y la ‘ilusión de control’, haciendo que aumente el estrés ante la incertidumbre, que sintamos amenazada nuestra integridad y la de nuestros seres queridos y que nuestra forma de vida se vea afectada, tal y como ha sucedido”. Para amortiguar este impacto los expertos califican como “realmente importante” que se pongan en marcha actuaciones en las poblaciones que tienen especial vulnerabilidad, entre las que se encuentran las personas que trastornos mentales. Por ello, este libro blanco ha dedicado un capítulo especial a analizar el impacto de la COVID-19 en la depresión.
Actualmente en España, la depresión afecta a 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 10 hombres. “Se estima que en 2050 esta enfermedad será el principal problema de salud, lo que le convierte en una prioridad de salud pública”, advierte la doctora Ana González-Pinto, presidenta de la Sociedad Española de psiquiatría Biológica, quien añade que “la eficacia de los tratamientos de la depresión, por un lado, y la eficacia de la prevención integral del suicidio, por otro, hacen que no priorizar este último sea una mala gestión sanitaria”.
Por su parte, el doctor Arango apunta a que “en los países donde hay una mayor inversión en salud mental, hay una menor incidencia de patología mental y, además, un ahorro económico”. Por eso, y ante la expectativa de un aumento de prevalencia de la enfermedad, este especialista insiste en la relevancia de “seguir invirtiendo en salud mental y en que los pacientes tengan acceso a las terapias y tratamientos que pueden suponer una innovación”.
Poblaciones con mayor riesgo de depresión por esta pandemia
Las personas con enfermedades mentales, aquellos que han padecido la COVID-19 con sintomatología más grave, las familias de fallecidos por este virus y los trabajadores sanitarios que están en primera línea son los grupos con mayor riesgo de padecer depresión y otras enfermedades mentales. “En estas poblaciones ya estamos viendo un aumento de patologías que están muy bien descritas: ansiedad, depresión, consumo de alcohol y suicidio”, describe el doctor Víctor Pérez Sola, coordinador del libro y director del Instituto de neuropsiquiatría y Adicciones del hospital del Mar.
“Los servicios de salud mental estamos reforzando nuestras actuaciones, somos accesibles y la población debe saber que podemos ser muy útiles”, añade este experto, quien señala que “en el caso de las personas en duelo o las que han pasado la COVID-19, si hay síntomas de depresión y se detectan de forma precoz, normalmente tienen una repuesta muy buena. Ahora es el momento de prevenir”. En este mismo sentido, la doctora Navío subraya que “es muy importante poner en marcha actuaciones que amortigüen el impacto que en estas personas ese tipo de estrés puede provocar, ya que se puede incrementar el riesgo de estrés postraumático, de duelo patológico, y aparecer reacciones de estrés agudo, incremento de la ansiedad o de la sintomatología depresiva en algunos casos”. De hecho, tal y como se recoge en el libro, el 25% de las más de 700 personas que participaron en un programa de prevención de duelo complicado fue derivado a consultas de salud mental.
Por su parte, el doctor Pérez Sola hace hincapié en la importancia de la actuación terapéutica y preventiva en los trabajadores sanitarios que están en primera línea en esta crisis, ya que “estudios recientes revelan un aumento de más del 50% de la sintomatología de depresión, de ansiedad y el insomnio entre estos profesionales que no deben dudar en acudir a los servicios de psiquiatría si tienen síntomas”.
Otro grupo de población especialmente vulnerable en esta crisis provocada por la pandemia de COVID-19 son las personas con enfermedades mentales. Entre las primeras consecuencias que han experimentado ha sido la disminución en la atención tradicional, ante la necesidad de reorganizar la asistencia. “La teleconsulta ha sido fundamental para garantizar el acceso a los tratamientos a las personas con trastorno mental y trastorno mental grave en la fase crítica en la que la minimización del riesgo de contagio era la prioridad”, señala la doctora Navío. A pesar de ello, advierte que “ha de ser complementaria a las formas de atención habituales y nunca debe sustituir a la atención presencial cuando se trata de salud mental, donde la creación de vínculos entre el profesional y los pacientes y el seguimiento de los mismos es especialmente importante ya que es terapéutico en sí mismo”.
En cualquier caso, insisten en que no se debe psiquiatrizar ni psicologizar el sufrimiento, e invitan a poner el foco “en los factores protectores que permiten la construcción de la resiliencia: Una priorización de acciones para la cohesión social, junto con el compromiso y las fortalezas de los ciudadanos, va a ser determinante para reducir el impacto de esta situación en la salud mental”, señala la doctora Navío, quien resume que las líneas de actuación en esta situación pasan por “prevenir, tratar cuando sea necesario y, en la medida de lo posible, aprovechar cuando se identifique una oportunidad de fortalecimiento”.
10 de septiembre: Día Mundial para la prevención del suicidio 2020
Cada año 3. 500 personas mueren por suicidio en nuestro país, representando la segunda causa de muerte en población entre 15 y 29 años. Uno de los retos, según explica el doctor Pérez Sola, es “conseguir reducir esas cifras que se mantienen estables durante años con pequeñas variaciones. A pesar de tener un sistema sanitario y disponer de tratamientos que pueden ayudar en estas enfermedades, carecemos de la conciencia social necesaria”. Precisamente, con este objetivo se celebra este jueves 10 de septiembre el Día Mundial para la prevención del suicidio 2020.
Así, tanto el doctor Pérez Sola como la doctora Navío coinciden en señalar que el “tabú social que existe en torno al suicidio sigue siendo una de las principales barreras para bajar estas cifras”. De hecho, en opinión del doctor Pérez Sola, “la sociedad debe conocer las cifras de lo que supone el suicidio en España, ya que solo así sabremos a qué nos estamos enfrentando, pues en estas situaciones el único radar que tenemos es que quienes están alrededor de la persona con idea de suicidio lo detecten, y le puedan prestar atención y ayuda para llevarle a un profesional”.
Por todo ello, los expertos, desde las sociedades científicas, insisten en la necesidad de contar con un Plan Nacional de prevención del suicidio, liderado por las autoridades sanitarias nacionales en coordinación con todas las comunidades autónomas. “Los factores protectores y las actuaciones preventivas han demostrado ser eficaces en la reducción del riesgo del suicidio. Estas actuaciones multinivel, consensuadas internacionalmente, se llevan a cabo en diferentes poblaciones diana”, explica la doctora Navío. A este respecto el doctor Arango coincide en que “es muy importante el impulso de estrategias que señalen buenas prácticas, con evidencia preventiva, que se puedan establecer prioridades y hacer sensibilización y fomentar fondos de cohesión” y añade que “en países donde ha habido una política activa de prevención del suicidio, como por ejemplo Dinamarca, se ha conseguido revertir la situación. Pero esto se consigue con iniciativas ambiciosas y años de inversión económica y en salud que deben mantenerse en el tiempo y que requieren un esfuerzo por parte de muchas entidades”.
En el Libro Blanco se recoge la experiencia de algunos programas europeos que se están llevando a cabo en los colegios para trabajar la resiliencia y prevenir el suicidio. “Los centros educativos son el lugar apropiado para desplegar programas universales de prevención de trastornos mentales y de promoción de la salud mental porque proporcionan acceso a un gran número de jóvenes. Intervenir en la escuela permite prevenir e identificar de forma temprana problemas mentales precursores de posibles casos de suicidio. Proporcionar una adecuada atención a estos casos puede conducir a mejorar el curso vital de estos jóvenes, su capacidad de aprendizaje, resultados académicos y futuro laboral”, explica la doctora González-Pinto.
Una obra actualizada y con enfoques novedosos
El libro “Depresión y suicidio 2020 Documento estratégico para la promoción de la Salud Mental” es “una actualización y compilación que aborda la problemática de la depresión y el suicidio, y su prevención, en el que los aspectos clínico-científicos se ven enriquecidos con la diversidad de perspectivas, muchas de ellas innovadoras y vanguardistas”, explica la doctora Mercedes Navío.
La obra, organizada en 20 capítulos en los que han participado una treintena de especialistas, aúna visiones heterogéneas -desde clínicos, pacientes, familiares hasta periodistas- e interdisciplinares, así como centradas en poblaciones concretas como las de especial vulnerabilidad, entre ellas, víctimas de violencia de género, población LGTBI o personas en riesgo de exclusión social.
Editado con el apoyo de las principales sociedades científicas del país de la especialidad, en opinión de la doctora González Pinto, “el libro marcará un antes y un después en la difusión del conocimiento en esta área con las brillantes aportaciones de algunos de los mejores científicos junto con personas del ámbito sociosanitario, asociaciones de pacientes, familiares e incluso periodistas. Es un libro de cabecera para consultar temas relacionados con la depresión y el suicidio”.