Las experiencias adversas en la infancia (ACE) afectan aproximadamente al 50% de la población. Su clasificación generalmente incluye abuso y negligencia, presenciar violencia doméstica o en el vecindario, abuso de sustancias en la familia y divorcio de los padres. Los fundamentos biológicos de la relación entre la adversidad infantil y los trastornos psiquiátricos son multifacéticos, incluida la desregulación crónica del eje hipotalámico pituitario-suprarrenal (HPA), apego interrumpido y desarrollo emocional, y desviaciones del desarrollo cerebral típico. Y una hipótesis reciente postula que la experiencia del trauma durante períodos sensibles del neurodesarrollo puede conducir a anomalías estructurales que predisponen al individuo adulto a síntomas patológicos.
Entre las principales estructuras de interés relacionadas, destacan el hipocampo, debido a la evidencia de volúmenes hipocampales más pequeños en la depresión, la amígdala dado su papel en el procesamiento de las emociones y el miedo, y el núcleo caudado, el núcleo accumbens, la corteza orbitofrontal y la corteza cingulada anterior también se consideran relevantes de estudio.
En la revista European Psychiatry se ha publicado un estudio que analiza las medidas corticales globales, regiones lobares y las medidas regionales individuales y su relación con la patología depresiva frente a experiencias adversas en la infancia. Los resultados mostraron que la gravedad de las experiencias infantiles traumáticas está asociada con una disminución de un 0, 0442 a 0, 0204 en el volumen cerebral global, los volúmenes globales de materia gris y blanca, y los volúmenes y áreas de superficie de los cinco lóbulos cerebrales principales. Además, sugiere que la gravedad de la experiencia adversa puede estar más asociada con las áreas y los volúmenes de la superficie cortical, especialmente las regiones frontal y temporoparietal, y que diferentes tipos de trauma pueden afectar el cerebro de diferentes maneras.
PUBLICIDAD
Por otro lado, en el estudio se observó una asociación entre los glucocorticoides capilares elevados y el volumen del núcleo accumbens, lo que sugiere un vínculo con el eje HPA y la reactividad al estrés. También, los elementos físicos y emocionales y la puntuación compuesta de abuso, están asociados cada uno con el volumen cerebral global y las medidas globales de materia gris y blanca, lo que sugiere que el efecto de la experiencia en el desarrollo cerebral global puede estar más influenciada por experiencias de abuso que por negligencia, en concreto el abuso físico parece mostrar la influencia más fuerte.
Finalmente podemos concluir que este estudio describe las asociaciones entre los traumas infantiles y las métricas estructurales alteradas en el cerebro adulto, con análisis realizados en todo el cerebro. Estos efectos pueden verse a nivel global, lobar y regional. Las observaciones finales determinan una asociación negativa entre las puntuaciones de la métrica traumática infantil y el diencéfalo ventral; un área que comprende el hipotálamo y otras regiones asociadas al tálamo, es decir que los traumas en la infancia influyen en una deficiencia del desarrollo de estas estructuras. En consecuencia, se ha determinado que los efectos sobre las medidas cerebrales globales son particularmente notables, y respaldan la evidencia de una participación de las experiencias infantiles traumáticas en el desarrollo cerebral global.
