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Cánnabis: Posibilidades de intervención terapéutica.

Autor/autores: Gloria de Lucas Moreno
Fecha Publicación: 01/03/2005
Área temática: Adictivos, Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

A la luz de los resultados de las últimas investigaciones realizadas sobre la incidencia de consumo de drogas, se puede conluir que el cánnabis es la droga ilegal más consumida en España. Su consumo está muy extendido en la poblción en general, en consumidores de otras drogas y en personas que presentan trastornos mentales diferentes a las toxicomanías. Partiendo de este contexto se hace un breve diagnóstico de la realidad actual respecto al consumo de cánnabis, para después analizar las actuaciones con consumidores de cánnabis.

Palabras clave: Cánnabis


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Cánnabis: Posibilidades de intervención terapéutica.

Gloria de Lucas Moreno.

Psicóloga. Servicio de prevención
Agencia antidroga. Comunidad de Madrid.

A la luz de los resultados de las últimas investigaciones realizadas sobre la incidencia de consumo de drogas, se puede conluir que el cánnabis es la droga ilegal más consumida en España. Su consumo está muy extendido en la poblción en general, en consumidores de otras drogas y en personas que presentan trastornos mentales diferentes a las toxicomanías. Partiendo de este contexto se hace un breve diagnóstico de la realidad actual respecto al consumo de cánnabis, para después analizar las actuaciones con consumidores de cánnabis.

A la luz de los resultados de las últimas investigaciones realizadas sobre la incidencia de consumo de drogas, se puede concluir que el cannabis es la droga ilegal más consumida en España. Su consumo está muy extendido en la población en general, en consumidores de otras drogas y en personas que presentan trastornos mentales diferentes a las toxicomanías.

Según datos de la Encuesta sobre drogas a la Población Escolar de 2002 de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid:

Más de la tercera parte, en concreto el 39, 3% de los estudiantes de 14 a 18 años ha consumido cannabis alguna vez y el 24, 9% lo ha hecho en los últimos 30 días.

Entre la población española de 15 a 65 años, el 24, 4% ha consumido cannabis alguna vez y el 6, 6% lo ha hecho en los últimos 30 días, según datos de 2001 (DGPNSD).

Si consideramos los datos de incidencia del consumo de drogas por la población de 15 a 64 años, entre los años 1995 y 2001, se observa que si bien el primer tramo (del 95 al 99) se constituía como un periodo de control de las prevalencias de consumo, es a partir del 99 y hasta el 2001 cuando se da un significativo incremento de los niveles de consumo de todas las sustancias excepto la heroína.

La “normalización” de la percepción del consumo de drogas ha permitido aparcar un modelo explicativo de carácter criminalista que derivaba en actitudes de rechazo y marginación de los consumidores y nos permite tener una visión más ajustada a la realidad. No obstante ha favorecido la existencia de percepciones y actitudes favorables al consumo, provocando que la sociedad sea más permisiva hacia el uso de drogas.

Por otro lado, cada vez existen más evidencias científicas sobre la función terapéutica que se atribuye a los cannabinoides sobre determinados sistemas, utilizándose como analgésicos, antieméticos, antiinflamatorios, antiasmáticos, antidepresivos, estimulantes del apetito, relajantes musculares, etc.

Teniendo en cuenta los datos sobre el consumo de cannabis referidos a su alta prevalencia de uso, como el conocimiento de sus propiedades terapéuticas , queda abonado un campo favorable a las actitudes y percepciones de bajo riesgo derivado del consumo de cannabis.

Diferentes estudios demuestran que cuanto menor es el riesgo percibido atribuible al consumo, mayores son las prevalecias de uso.


Esta primera gráfica nos permite observar la tendencia negativa de percepción de riesgo según se incremente el nivel de consumo a lo largo de los años.

 

A continuación observamos el mismo efecto. Es decir, independientemente del nivel de uso (esporádico o habitual) se da una relación inversa entre la prevalencia de consumo y la percepción de riesgos derivados.

Este contexto impregna el abordaje que plantea la sociedad a los problemas detectados.

La creciente aceptación social de las drogas y la adaptación de la sociedad a su uso, han contribuido además a la evolución de tratamientos en los que era nuclear la voluntariedad del afectado y el control normativo hacia tratamientos de carácter obligatorio, tratamientos de reducción de daños derivados del consumo y legalización de las drogas.

En la práctica clínica es muy poco habitual el trabajo aislado en la reducción y/o abandono del consumo de cannabis, pues aunque esporádicamente la demanda de tratamiento hace referencia a ello, es necesario el análisis y abordaje de problemas colaterales debido a la alta comorbilidad con trastornos de personalidad, trastornos psiquiátricos y con el consumo combinado con otras sustancias.

Para que la intervención, tanto preventiva como paliativa del consumo de cannabis sea eficaz, es necesaria una previa valoración del grado de percepción del problema que presenta el sujeto. Sólo así podremos diseñar una intervención ajustada que incremente la probabilidad de éxito relativa a los objetivos prefijados para ese caso.

Desde este punto de vista, nos podemos encontrar con:

1) Sujetos que entienden que su consumo de cannabis no supone ningún problema, son incapaces de relacionar su consumo con otro tipo de problemas que pudieran aparecer.

En los últimos años se ha observado que hay personas que acuden a los recursos especializados de tratamiento en drogodependencias demandando algún tipo de intervención por consumo de cannabis, haciéndolo por una sanción administrativa por delitos contra la salud pública. El grado de interiorización de un problema de consumo es habitualmente bajo porque o bien no existe tal problema o porque el desencadenante es externo a su propia concienciación y determinación de cambio.


Las intervenciones en estos casos quedan en una evaluación negativa de un problema de dependencia, o en los casos que sea positiva, en actuaciones que favorezcan la asociación de su conducta con consecuencias detectadas.

2) Personas que saben que su consumo supone un problema pero aun no existe una decisión firme en su abandono.

La intervención más ajustada iría, por tanto, dirigida a facilitar el análisis de las causas, ventajas e inconvenientes de su comportamiento.

Con el conocimiento de los factores que influyeron en la génesis de su consumo y la funcionalidad actual, el individuo podrá plantearse la viabilidad y oportunidad de un cambio.

Aquí el modelo cognitivo-conductual nos aporta muchas herramientas que nos son útiles para trabajar los problemas de dependencia.

Para el tratamiento de los distintos problemas médicos, psicológicos y/o psiquiátricos se elaboran guías clínicas relativas a un trastorno y guías prácticas. Cuando se realizan estudios de la eficacia de las actuaciones el modelo cognitivo conductual es el que puntúa más alto en el tratamiento de las adicciones. Si bien existen críticas por: manualizar el tratamiento y por no incluir estudios previos a 1980 por no adecuarse al DSMIII.

3) Por último nos podemos encontrar con personas que han tomado la decisión del abandono del consumo, y que están preparadas para un cambio, en este caso es importante el establecimiento de un compromiso de cambio.
Mediante el análisis previo de variables que favorecen la aparición y mantenimiento de la conducta de consumo, el individuo podrá plantearse objetivos concretos de cambio. En estos casos la labor del profesional consiste en apoyar en la orientación, formulación y concreción de objetivos y en la consecución de estos.

Los objetivos prefijados orientan las actuaciones que tiene que realizar el sujeto en colaboración con el entrenamiento en habilidades específicas de reducción y/o abandono del consumo y control de problemas coexistentes y derivados.

Una vez que se ha producido el cambio, el apoyo del profesional irá dirigido al seguimiento del mantenimiento del cambio, es decir, se le proporcionarán al individuo estrategias de detección de factores favorecedores de la recaída y su control.

 



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