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TABACO Y SUICIDIO

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Autor/autores: Ana Piña Baena , Francisco Javier Peralta Gallego, Diego De la Vega Sánchez, Lucas Giner Jiménez, Julio Guija Villa
Fecha Publicación: 02/05/2018
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

Hospital Universitario Virgen Macarena Sevilla España

RESUMEN

El tabaquismo constituye un problema de Salud Pública a nivel mundial y una comorbilidad frecuente en sujetos con patología psiquiátrica. Según la literatura, el consumo de tabaco está relacionado con la conducta suicida. Además, existe evidencia de que el aumento del consumo está relacionado con un aumento del riesgo suicida. En el presente trabajo pretendemos aclarar la existencia de una posible relación causal entre tabaco y riesgo suicida. Se utilizaron datos del Instituto de Medicina Legal de Sevilla (España), de casos de suicidios consumados y controles (muertos no suicidas). Tras realizar las autopsias (durante 3-18 meses posteriores), se establecieron entrevistas de autopsias psicológicas a familiares de los fallecidos, previo consentimiento. A su vez, se realizó búsqueda bibliográfica, en base de datos, de las evidencias descritas hasta el momento de esta temática. Se objetivaron, de una muestra total de 412 sujetos (>18 años), que 270 se correspondían con suicidios consumados (204 hombres y 66 mujeres) y 142 eran controles (100 hombres y 42 mujeres). Sólo un tercio de los suicidios consumados no fumaba, en comparación con los controles (la mitad tenían hábito), no existiendo diferencias entre fumadores de ambas muestras en la cantidad de cigarros. De este modo, se puede determinar que el consumo de tabaco es un factor de riesgo para la conducta suicida, objetivándose en nuestro estudio, y planteando el posible beneficio del cese del hábito en este contexto. Como limitaciones, plantear el riesgo cardiovascular añadido al hábito tabáquico, que podría plantear dudas en relación al grupo control.

Palabras clave: suicidio, hábito tabáquico


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TABAQUISMO Y SUICIDIO
Ana Piña Baena.
anapb91@hotmail. com

MORBI-MORTALIDAD ATRIBUIDA AL TABAQUISMO
El tabaquismo constituye un problema de Salud Pública a nivel mundial, siendo responsable de
cerca de 7 millones de muertes en el mundo, de las cuales más de 6 millones se corresponden
con consumidores directos y alrededor de 890. 000 son no fumadores (personas expuestas a
humo ajeno) (1). De esa forma, se reconoce como uno de los factores de riesgo evitables que
más morbilidad y mortalidad causa en el mundo (2). El uso del tabaco causa el doble de
muertes que las causadas, de forma conjunta, por el consumo de alcohol y drogas ilegales (3).
Con respecto a las regiones que incluye la OMS, Europa es la región con mayor prevalencia de
consumo de tabaco en adultos (28%) y una de las que más prevalencia presenta en la
población adolescente. En concreto, en España, en torno al 30% de la población consume
tabaco diariamente, provocando dicho consumo 52. 000 muertes anuales en España. (1)
Las tres principales causas de muerte en relación con el tabaco son la enfermedad
cardiovascular aterosclerótica, el cáncer del pulmón y la enfermedad pulmonar obstructiva
crónica (4).

RELACIÓN ENTRE tabaco Y trastorno MENTAL
A pesar de las campañas anti-tabaco en los diferentes países, el tabaquismo está muy
presente en las personas con trastorno mental, con mayor prevalencia de fumadores en
esquizofrenia, trastorno bipolar y trastorno depresivo, comparados con la población general (512). A su vez, existe un elevado riesgo de hábito tabáquico en aquellos pacientes con consumo
de tóxicos y con trastorno de ansiedad (13).
Psicosis
El tabaquismo es un hábito muy extendido en pacientes con enfermedad mental grave, en
concreto en los pacientes con psicosis. Así, se ha objetivado que además de existir altas tasas
de fumadores entre estos sujetos, con respecto a la población general, existe una tasa menor
de cese del hábito (14).

Con respecto al trastorno Afectivo Bipolar, el consumo de tabaco es muy habitual, algunos
autores han estimado la tasa de consumo entre 2 y 3 veces las de población general (15), en
la actualidad las últimas evidencias publicadas describen que hasta un 67, 8% de los pacientes
alguna vez ha consumido tabaco y un 46, 4% consume actualmente (16). Además, existen
estudios que han evidenciado que aquellos sujetos diagnosticados de TAB y que fuman, tienen
una peor evolución de la enfermedad, con mayor recurrencia a episodios maníacos y mayor
recurrencia a descompensaciones de la enfermedad (17).
En la esquizofrenia, se ha evidenciado que, en comparación con la población general y con el
resto de sujetos con enfermedad mental, la prevalencia de este hábito es superior. Al parecer,
la mayoría de los pacientes con esquizofrenia y con trastorno esquizoafectivo comienzan a fumar previo al inicio de la psicosis. Estudios llevados a cabo señalan la severidad de los síntomas negativos, el género masculino, la clínica depresiva y el uso de otros tóxicos (alcohol
y otras drogas), como predictores de mal pronóstico en este hábito, asociado con un aumento
del mismo (18).
Trastorno depresivo
Tanto la depresión como el trastorno por consumo de alcohol tienen una alta prevalencia
dentro de la población general. Diversos estudios epidemiológios representativos han
demostrado una prevalencia a lo largo de la vida de hasta un 16, 2% de depresión y de un
5, 2% de trastorno por consumo de alcohol.
En este respecto, existe asociación entre la presencia de este diagnóstico y el hábito tabáquico
(19).
Fármacos
El hábito tabáquico puede afectar al metabolismo de determinados antidepresivos y
antipsicóticos, sobre todo aumentándolo, en aquellos que se metabolizan por el citocromo
P450 1A2 (CYP1A2), hecho que debemos tener en cuenta en pacientes con este tipo de
tratamientos (3).
Consumo de otros tóxicos
Las personas con consumo de alcohol y de otras sustancias, presentan con mayor prevalencia
el hábito tabáquico (20), a pesar de que existen pocos estudios que relacionen dichos
trastornos/consumos.
Existe una mayor predisposición al consumo de otros tóxicos, además del tabaco, en sujetos
fumadores. En concreto, en el caso de pacientes con trastorno mental, se ha evidenciado una
mayor tasa de consumo de múltiples tóxicos, entre ellos el tabaco (21). Pero no sólo en esa
población, sino que en la población sana, sobre todo en la adolescencia, en los últimos años,
se ha evidenciado la alta prevalencia y persistencia de consumo de múltiples drogas, siendo
necesaria la intervención temprana y prevención sobre el consumo de tabaco, alcohol,
marihuana, y otras drogas de abuso. Un estudio realizado en adolescentes de San Francisco
objetivó que el 96% de los adolescentes fumadores consumían otros tóxicos. La mayoría de los
adolescentes fumadores primero recurrían al consumo de alcohol y marihuana. Este hecho se
relacionó con la aparición en este subgrupo de la población de síntomas depresivos, que a su
vez, podrían predisponer a mayor problemática en relación con abuso de otras drogas (22).

RELACIÓN ENTRE tabaco Y SUICIDIO
Cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo'. El suicido es un importante problema
de Salud pública, llegando a determinarse en torno a 800. 000 muertes por este motivo al año.
Representa la décima causa de muerte más común en el mundo, convirtiéndose en la segunda
causa principal de muerte en personas entre 15 y 29 años, según datos actualizados de la
OMS.
El concepto de conducta suicida hace referencia a un continuo de conductas que incluyen las
ideas de suicidio, la tentativa de suicidio y el suicidio consumado, conductas que se pueden y,
de hecho ocurre, se solapan entre ellas.
Numerosos son los factores que pueden estar relacionados con el suicidio, como es la
presencia de un trastorno mental, agresividad o impulsividad, antecedentes familiares de
suicidio, obesidad, problemática familiar o de pareja, problemática laboral, problemas de salud,
el tabaco, entre otros (23).
Revisando la literatura, se ha objetivado que el consumo de tabaco está relacionado con la
conducta suicida (tanto la ideación suicida, como el intento suicida y el propio suicidio
consumado). Además, existe evidencia de que el aumento del consumo está relacionado con
un aumento del riesgo suicida, en relación con alta dependencia nicotínica, y no únicamente
con el simple consumo del tabaco (24). Sin embargo, existe el debate acerca de si el hábito
tabáquico tiene un papel causal en la conducta suicida.
El tabaquismo intenso suele considerarse como un signo de dependencia a nicotina, sin
embargo, no son sinónimos. Se estima que un 50% de los fumadores puedan ser clasificados
como dependientes a la nicotina por presentar tolerancia, síntomas de abstinencia, deseo de
fumar, gasto del tiempo consiguiente tabaco o continuidad del hábito a pesar de conocer los
riesgos del mismo.

Resultados hasta el momento
En esa línea, en un reciente metanálisisis por Poorolajal y cols. qué incluyó 43 estudios
epidemiológicos, se reflejó que los fumadores, tanto en activo como con historia pasada,
tienen un mayor riesgo de ideación suicida (OR 2. 04; 95% CI: 1. 59, 2. 50), intento suicida (OR
2. 49; 95% CI: 2. 00,
2. 98) o suicidio consumado (OR 1. 49; 95% CI: 0. 97, 2. 00). También en este metanálisis se
especificaba que la presencia de esta asociación no implicaba la existencia de una relación
causal, a pesar de que, sin embargo la prevención y el cese del hábito podría una diana
importante en programas de prevención del suicidio (25).
Como sabemos el consumo de tabaco se asocia a otros factores de riesgo conocidos para el
suicidio como son el los trastornos por uso de sustancias como el alcohol u otras sustancias y
abuso sexual/físico. Se estima que en España el 85, 4% de los fumadores habituales de tabaco
consumieron alcohol en el último año, cannabis en un 19, 3%, hipnosedadentes en un 14, 2% y
cocaína en un 4, 5%.
En el ámbito de la salud mental, se ha evidenciado la presencia de un trastorno mental como
uno de los factores de riesgo para el suicidio (26). En estudios de autopsia psicológica, se ha
determinado que en la mayoría de los suicidios consumados, la depresión es el diagnóstico
más frecuente (27), además de objetivarse, en estudios y metaanálisis, la depresión como el
trastorno más común asociado al suicidio (26), seguido del trastorno por uso por alcohol.
A su vez, se ha sugerido que el tabaco podría actuar como agente causal en el suicidio a través
de la depleción de los niveles de serotonina en el hipocampo (lo que es un conocido factor de
riesgo para el suicidio (28), o actuando como activador del eje hipotálomo-hipofisiario adrenal
(siendo la hiperactividad del eje también un conocido factor de riesgo para el suicidio) (29)
(30).
De este modo, sabemos que existe una relación entre tabaco y suicidio, y que también existe
una relación entre el tabaco y diversos factores de riesgo conocidos para el suicidio (como son
la presencia de enfermedades como el cáncer, la enfermedad cardiovascular o la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica), por lo que la existencia de una relación causal entre tabaco y
suicidio es aún controvertida.
Nuestros resultados
Además de realizar una amplia búsqueda bibliográfica, en base de datos, de las evidencias
descritas hasta el momento acerca de esta temática, se plantea en esta ponencia, datos de
nuestro estudio llevado a cabo. En el mismo, se utilizaron datos del Instituto de Medicina Legal
y Forense de Sevilla (España), de casos de suicidios consumados (270) y controles (142)
(muertos no suicidas), existiendo una muestra total de 412 sujetos. Tras realizar las autopsias
(durante un período entre los 3 y los 18 meses posteriores), se establecieron entrevistas de
autopsias psicológicas a los familiares de los fallecidos, previo consentimiento.
Se objetivaron, de la muestra total de 412 sujetos (todos mayores de 18 años) que 270 se
correspondían con suicidios consumados (204 hombres y 66 mujeres) y que 142 eran
controles (es decir, muertos no suicidas) (100 hombres y 42 mujeres).

De tal manera, se evidenció que sólo un tercio de los suicidios consumados no fumaba, en
comparación con los controles, los cuales la mitad de ellos presentaban hábito tabáquico
(p<0. 0001). A su vez, no se vieron diferencias entre la cantidad de cigarros fumados en
ambas muestras. Sin embargo, habría que tener en cuenta, con los resultados obtenidos, en
relación a la falta de asociación, el tipo de controles establecidos en este estudio, puesto que
algunos de los controles fallecieron de infarto cardíaco y el tabaco está relacionado con los
trastornos cardiovasculares, pudiendo actuar como factor de confusión en el estudio y los
resultados obtenidos.

CONCLUSIONES
El consumo de tabaco es un factor de riesgo para la conducta suicida, objetivándose no solo en
nuestro estudio sino en la bibliografía existente hasta el momento, y planteando el posible
beneficio del cese del hábito en este contexto, ya sea con ayuda farmacológica, psicoterapéutica o sin ellas. A pesar de ello, la presencia de esta asociación parece ser que no
implica la existencia de una relación causal, según los estudios más recientes al respecto.
Importante la prevención con respecto a dicho hábito, haciendo hincapié en la población
psiquiátrica, por ser un hábito extendido, además de ser una población con riesgo de suicidio,
independiente al propio hábito. En este caso, la conducta suicida es una de las complicaciones
más graves de los pacientes psiquiátricos y sería, por tanto, necesario el abandono del
consumo de tabaco, como uno de los objetivos del plan terapéutico establecido (habiéndose
evidenciado que el riesgo de suicidio en exfumadores se iguala al de los no fumadores con el
tiempo), existiendo evidencias de que el cese de este hábito supone una importante
disminución de ansiedad, depresión y estrés en tanto en población psiquiátrica como en
población no psiquiátrica.
Como limitaciones, tenemos que tener en cuenta que el tabaquismo produce un mayor riesgo
cardiovascular, lo cual interferiría y plantearía dudas en relación al grupo control de nuestro
estudio, siendo muy probable que la prevalencia de tabaquismo en nuestro grupo control fuera
mayor que en la población general. Además, como se ha descrito, el tabaquismo se asocia a
una mayor prevalencia de enfermedad cardiovascular (además de otros tipos de enfermedades, como enfermedades neoplásicas, enfermedades pulmonares. . . ), siendo, a su vez, factores de riesgo para la conducta suicida, y pudiendo actuar como factores de confusión
a la hora de objetivar y estudiar la relación entre el tabaquismo y el riesgo de suicidio.


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