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Pediatras advierten de un aumento del 50% en las urgencias por patología mental entre la población infantojuvenil española



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Noticia | 17/06/2021

La situación actual de la salud mental de la población infantojuvenil española, especialmente desde la perspectiva de las repercusiones de la pandemia en los distintos trastornos y patologías, ha sido uno de los temas centrales del II Congreso Digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP), celebrado entre el 3 y 5 de junio y que reunió a cerca de 3. 500 especialistas.


En este foro, los expertos calificaron de "abrumadores" los datos que desde hace unos meses se están registrando respecto a distintas manifestaciones dentro de esta área de la Pediatría y cuyas causas y consecuencias se pusieron sobre la mesa en distintas sesiones del congreso.


"En los Servicios de Pediatría de atención primaria y en las derivaciones a los Servicios de Salud Mental estamos observando un repunte de las consultas por ansiedad, síntomas de tipo obsesivo-compulsivo, depresión, autolesiones, trastornos de la conducta alimentaria o somatizaciones", señaló la Dra. Azucena Díez, de la Unidad de psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra, en Pamplona, y presidenta de la Sociedad Española de psiquiatría Infantil (SPI) de la AEP.



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Según comentó la Dra. Díez, antes de la pandemia de la COVID-19 ya se manejaban datos de importancia en referencia a la salud mental de los niños y adolescentes españoles, "como por ejemplo, la evidencia de que casi la mitad de los trastornos mentales se inicia antes de los 14 años o que el 10 % de los menores de 12 años y el 20 % de los adolescentes desarrollan en algún momento un trastorno de este tipo".


Apatía, aburrimiento y mala gestión de la incertidumbre


Sobre esta situación "de base", las circunstancias derivadas de la pandemia han traído consigo un nuevo panorama en el abordaje de la salud mental de este grupo de población que se manifiesta en un aumento de los casos de ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria y de tipo obsesivo —que han empeorado o se han desencadenado—, y también ha favorecido actitudes como el consumo perjudicial de pantallas y reacciones relacionadas con el estrés, el trauma o la gestión del duelo.


En opinión de la Dra. Díez, al valorar las afectaciones de la crisis sanitaria a nivel psiquiátrico en estos pacientes hay que diferenciar aquellas específicas de la COVID-19 (casos cercanos de contagio, hospitalización o fallecimiento de algún familiar) de las inespecíficas, como los cambios contextuales derivados de la pandemia y el confinamiento.


"La incertidumbre ha sido quizás uno de los factores más determinantes y difíciles de manejar, a lo que hay que añadir el alejamiento de sus vínculos más habituales encargados de su cuidado, especialmente los abuelos, la reducción de la actividad al aire libre, la ausencia de rutinas, el abuso de pantallas, el sedentarismo, los ritmos irregulares de sueño, el empobrecimiento de las relaciones sociales y un patrón de alimentación menos saludable. Como consecuencia de ello, pronto comenzaron a aparecer problemas como apatía, inquietud, aburrimiento, dificultades de concentración, insomnio y miedos excesivos", señaló la experta.


Desde el principio los especialistas centraron su atención en el impacto de la situación en este grupo de población y un ejemplo de ello es el estudio que se hizo en los primeros momentos de la pandemia con el objetivo de analizar los síntomas de salud mental en niños sanos y cuyos resultados, según comentó la Dra. Díez, arrojaron bastantes pistas sobre el nivel de afectación


"Tras analizar a 1. 143 familias con hijos de edades comprendidas entre los 3 y los 18 años, se comprobó que el 89 % de los niños y adolescentes presentaban algún tipo de problema conductual o emocional; el 76, 6 % referían dificultades para concentrarse; un 52 % reportaba aburrimiento y falta de estímulos; el 39 % irritabilidad; el 38, 8 % inquietud; el 38 % nerviosismo; un 31, 3 % sentimientos de soledad; un 30, 4 % malestar y el 30 % preocupaciones excesivas. Todas ellas son manifestaciones reactivas a la situación, aunque se prevé que las tres cuartas partes de los casos se van a recuperar sin consecuencias", puntualizó.


La "avalancha" de finales del 2020


Toda esta afectación reflejada en este estudio y en otros similares hechos en otros países se materializó durante el desconfinamiento y los meses posteriores en un aumento generalizado de casos derivados a los Servicios de Salud Mental desde pediatría y atención primaria relacionados sobre todo con el miedo de los niños y jóvenes a contagiarse ellos mismos y también a contagiar a sus familiares, "pero fue a partir de septiembre y octubre de 2020 cuando empezamos a constatar un crecimiento exponencial de las alteraciones de salud mental y de estos trastornos como tales, no tanto en lo que se refiere a las consultas sino sobre todo en las Urgencias, llegándose a formar en ocasiones un 'embudo' producido por la cantidad de niños y adolescentes que acudían a causa de un malestar emocional".


En esta línea, la Dra. Díez hizo referencia a los datos más recientes procedentes de estudios como el informe FAROS, llevado a cabo por el Área de Salud Mental especializada en población infantil y juvenil del hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona, y que hablan de un incremento del 50 % en los casos de menores de edad con problemas psiquiátricos que acuden a los servicios de Urgencia. "En muchos centros españoles, el número de casos se ha duplicado en los últimos meses. En el caso concreto de nuestro centro, la Clínica Universitaria de Navarra, hemos tenido hasta cuatro veces más pacientes menores de edad ingresados en la Unidad de Psiquiatría".


En opinión de la presidenta de la SPI, todo este impacto que los especialistas están viendo en la población infantojuvenil era más o menos previsible, "pero lo que no esperábamos era enfrentarnos a una verdadera avalancha de casos de trastornos de la conducta alimentaria, que se han multiplicado por dos (en algunos contextos incluso por tres), en forma de cuadros de restricción alimentaria excesiva, sobre todo en mujeres (en una proporción de 10 a uno respecto a los varones). Además, más de la mitad de los que ya padecían este problema han sufrido una recaída", señaló la Dra. Díez, quien apuntó al aburrimiento y a la falta de estímulos como principales detonantes de estas alteraciones y señaló que, en muchos casos, estaban basadas en una pérdida de peso emprendida a modo de reto con alguna amiga.


"Los estudios realizados sobre esta cuestión han demostrado que se trata de cuadros de anorexia restrictiva mucho más graves que los que se atendían en la etapa pre pandemia. Así, si antes la media de pérdida de peso que presentaban estas pacientes era de un 15-20 %, en los cuadros actuales esta pérdida alcanza el 30-35 %", añadió la especialista.


 


"Aunque no se dispone de un dato numérico concreto sobre este incremento, es una evidencia generalizada. En nuestro hospital, por ejemplo, hasta ahora lo habitual era atender un caso de autolesiones al mes, mientras que actualmente la media es de tres a cuatro casos a la semana. Esto, unido al incremento de ingresos por trastornos de la conducta alimentaria y otros trastornos de conducta ha dado lugar a una importante saturación de las camas en el área de psiquiatría infantojuvenil que nos está obligando a reformular la estructura organizativa de estos ingresos, ya que es evidente que nos estamos enfrentando a una nueva pandemia: la de la salud mental", comentó la Dra. Josefa Rivera, directora del Servicio de Medicina Pediátrica del hospital Universitario Parc Taulí, de Sabadell, y presidenta del comité científico ejecutivo de los congresos de la AEP.


En relación con esto, la Dra. Azucena Díez comentó que el perfil típico que está definiendo a estos pacientes son chicas de entre 14 y 18 años que se autolesionan (arañazos, cortes superficiales, etc. ) y que no en todos los casos se relacionan con una patología concreta ni tienen intenciones suicidas, sino que más bien se interpretan como una forma inespecífica de expresar su malestar, que las pacientes reconocen hacer como una forma de canalizar su ansiedad. "Además, vemos que estos comportamientos tienen cierto efecto de contagio entre las jóvenes. Por suerte, responden muy bien a las intervenciones de los especialistas".


Para los participantes en el congreso, este conjunto de circunstancias obligan a activar las alertas respecto a un probable aumento del número de suicidios en un futuro próximo. "En mi opinión y en la de otros muchos expertos, es un tema que va a dar mucho que hablar de ahora en adelante, ya que se espera un repunte de las conductas suicidas, que puede llevar a que ésta se convierta en la primera causa de muerte en menores de 21 años. Actualmente ya es la segunda causa en jóvenes de entre 15 y 29 años, y su principal desencadenante es la depresión, en especial cuando ésta no se diagnostica y no se trata", señaló la Dra. Díez.


Ante esta perspectiva, los especialistas hicieron hincapié en la necesidad de adoptar medidas como la aprobación e implementación de la Ley de prevención del suicidio, con apartados específicos para adolescentes; aumentar el número de especialistas en psiquiatría y psicología Infantil por habitante; y mejorar los sistemas de coordinación entre los equipos de atención Primaria (pediatras y médicos generales que atienden a adolescentes) y los Servicios de Salud Mental, así como favorecer la incorporación de psicólogos a los dispositivos de atención Primaria para lograr la prevención y la detección temprana.


Según comentó la Dra. Josefa Rivero, ya se están adoptando medidas en este sentido, "y un ejemplo es el Plan de Salud Mental que se acaba de presentar en Cataluña, enfocado a la población infantojuvenil y que tiene como objetivo facilitar el abordaje de estos pacientes, algo que no está contemplado en las estructuras organizativas de los entornos asistenciales actuales".


Adiciones y abuso de pantallas: los otros efectos de la pandemia


Además de este repunte de los síntomas y patologías relacionadas con la salud mental, la situación creada por la COVID-19 también ha tenido una clara repercusión en dos tipos de problemas de conducta habitualmente asociados a esta franja de edad: las adicciones a sustancias y el abuso de pantalla.


Respecto al primero, el periodo de confinamiento tuvo un efecto positivo, debido principalmente al difícil acceso al alcohol y a otras sustancias, "pero actualmente el consumo ha alcanzado los niveles prepandemia, aunque se ha producido un cambio de patrón: beben más por la tarde que de madrugada, como era lo habitual antes. Según predicen algunos expertos, basándose en fenómenos históricos, es probable que en los próximos dos a tres años surja un aumento brusco de este tipo de consumos en lo que ya se está denominando los nuevos locos años 20", dijo la Dra. Díez.


En cuanto al abuso de pantallas, la presidenta de la SPI señaló que es un tipo de adicción que preocupa especialmente a los pediatras, y que se ha incrementado durante la pandemia. "La principal situación que estamos viendo actualmente es que muchos padres no tienen la posibilidad de controlar el acceso de sus hijos a los dispositivos, y nos encontramos con niños que pasan hasta 18 a 20 horas al día jugando a videojuegos, que ha demostrado ser una de las actividades más adictivas. Frente a esta situación, es necesario implantar medidas que favorezcan un estilo de vida saludable, como fomentar las actividades de ocio y muy especialmente las deportivas —la actividad física es un elemento protector muy eficaz frente a muchas psicopatologías—, con la apertura permanente de parques infantiles y otras actividades organizadas para niños y adolescentes", afirmó la Dra. Díez, quien insistió también en la necesidad de que se apruebe oficialmente la especialidad de psiquiatría del Niño y del Adolescente, "ya que España es el único país de Europa en la que esta formación no está reconocida".



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Fuente: Univadis
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