El desarrollo durante la infancia y la adolescencia sigue unas pautas fundamentalmente marcadas por los hitos evolutivos, lo que dificulta en ocasiones el diagnóstico diferencial entre las entidades psicopatológicas y las dificultades propias de esta franja de edad. Esta peculiaridad, unida a otros problemas estructurales y coyunturales propios de la salud mental y de la investigación con niños y adolescentes en España, hace de la atención primaria pediátrica un espacio apropiado para la evaluación y tratamiento de los trastornos psicológicos de los menores.
El presente trabajo es fruto de la colaboración entre los dos servicios de salud (pediatría y salud mental de infancia y adolescencia), y presenta las prevalencias de psicopatologías encontradas en una muestra de 588 sujetos derivados por los pediatras de atención primaria a una unidad de salud mental de infancia y adolescencia, en una comarca del sur de Valencia, durante los años 2005-2008. Los resultados obtenidos son comparables a los encontrados en otros trabajos tanto en el ámbito español como anglosajón, observándose la mayor prevalencia en los trastornos de conducta, seguido de los de ansiedad, TDAH y eliminación. Además, se ha observado una disminución de las patologías no filiadas, pocas oscilaciones en los trastornos de tipo orgánico y un aumento en los que las variables ambientales y contextuales pueden influir.
Desarrollo infantil y adolescente: prevalencia de
trastornos psicológicos más frecuentes.
nº de referencia: 2004167700
Dr. Juan Carlos Meléndez-Moral (1)
Dra. Esperanza Navarro-Pardo (1)
(1) Departamento de psicología Evolutiva y de la Educación,
Universitat de Valencia, Av. Blasco Ibáñez, 21, Valencia 46010
(España)
Resumen
El desarrollo durante la infancia y la adolescencia sigue unas pautas
fundamentalmente marcadas por los hitos evolutivos, lo que dificulta
en ocasiones el diagnóstico diferencial entre las entidades
psicopatológicas y las dificultades propias de esta franja de edad.
Esta peculiaridad, unida a otros problemas estructurales y
coyunturales propios de la salud mental y de la investigación con
niños y adolescentes en España, hace de la atención primaria
pediátrica un espacio apropiado para la evaluación y tratamiento de
los trastornos psicológicos de los menores. El presente trabajo es
fruto de la colaboración entre los dos servicios de salud (pediatría y
salud mental de infancia y adolescencia), y presenta las prevalencias
de psicopatologías encontradas en una muestra de 588 sujetos
derivados por los pediatras de atención primaria a una unidad de
salud mental de infancia y adolescencia, en una comarca del sur de
Valencia, durante los años 2005-2008. Los resultados obtenidos son
comparables a los encontrados en otros trabajos tanto en el ámbito
español como anglosajón, observándose la mayor prevalencia en los
trastornos de conducta, seguido de los de ansiedad, TDAH y
eliminación. Además, se ha observado una disminución de las
patologías no filiadas, pocas oscilaciones en los trastornos de tipo
orgánico y un aumento en los que las variables ambientales y
contextuales pueden influir.
1
KEY WORDS:
prevalencia.
infancia,
adolescencia,
salud
mental,
pediatría,
1. Introducción
El desarrollo psicológico infantil y adolescente sigue una pauta
marcada principalmente por las influencias normativas relacionadas
con la edad (1) de manera que conociendo la edad podemos hacer
predicciones razonablemente acertadas acerca de sus procesos de
desarrollo. De este modo, su desarrollo, sigue una pauta evolutiva
marcada principalmente por determinantes biológicos y ambientales
que mantienen una alta correlación con la edad cronológica, y
produciéndose más cambios en menos tiempo que en cualquier otra
fase del desarrollo humano (2). Conocer estos patrones normativos
es importante para poder detectar cualquier alteración y realizar el
diagnóstico diferencial para determinar si se trata de alguna entidad
patológica o, por el contrario, son adaptaciones a sucesos de la vida
ordinaria.
En este sentido, los servicios de atención primaria son un
espacio privilegiado para la detección de las posibles patologías, pero
en muchos casos ni la formación, ni las posibilidades de tiempo
dedicado a los pacientes, ni las relaciones con salud mental facilitan
esta tarea (3).
Hemos de tener en cuenta, que en el filtro de la atención
primaria se desarrolla un trabajo clave, dado que es donde se atiende
a un mayor porcentaje de casos psicosociales, lo que lo convierte en
el lugar adecuado para realizar la intervención precoz. De este modo,
los pediatras de atención primaria tienen un destacado papel, ya que
son el punto de referencia estable y accesible, fuera de la familia,
durante los años previos a la escolarización (4).
Según la bibliografía examinada, las cifras de prevalencia
sugieren que los pediatras realizan tanto una buena identificación
precoz de los problemas de índole mental, como la posterior
derivación a los servicios mentales específicos (5). Debemos tener en
cuenta (6), que la prevalencia de trastornos psicológicos en la
infancia oscila entre el 5 y el 15%, existiendo variabilidad en las cifras
2
de diversos estudios españoles (7, 8) que nos indica cifras del 30, 2%
o entre el 7 y el 25%.
En relación a pediatría, según un trabajo ya clásico (9), los
pediatras son muy específicos pero poco sensibles, ya que se
identificaba correctamente al 84% de los niños sanos, pero sólo al
18% de aquellos con problemas de salud mental. En esta misma línea
de resultados, algunos autores (10), informan que, del 30% de los
niños con problemas mentales que acuden al pediatra sólo el 50%
son detectados, o sea un 15%, y de éstos sólo la mitad son derivados
a un servicio específico.
Así, en un estudio con muestra de niños, adolescentes y adultos
(11), derivados desde atención primaria a salud mental, los pacientes
sin diagnóstico suponían un 4, 2% del total y los trastornos de inicio
en la infancia un 8, 5% del total. En esta muestra, aparecían más
chicos que chicas en la franja de los cinco a los catorce años y más
chicas que chicos en la franja de los quince a los diecinueve años
siendo el diagnóstico más frecuente en la infancia y adolescencia con
una prevalencia de entre el 5 y 15% eran los trastornos del
comportamiento.
En otro trabajo (12) con una muestra de 404 niños y
adolescentes, los diagnósticos se distribuían entre los trastornos de
conducta, que suponían un 3%, los trastornos del estado de ánimo un
14, 6%, los trastornos de ansiedad un 13, 3%, los trastornos de
desarrollo un 12, 7%, los trastornos de la eliminación el 9, 7%.
Encontrándose además una alta correlación positiva entre el tipo de
trastorno y la edad, así como correlación significativa entre el tipo de
trastorno y el género: a más edad, menos trastornos de conducta y
eliminación (13) y más trastornos del estado de ánimo y de conducta.
Así, los problemas que con más frecuencia se detectan por
parte de los pediatras son trastornos adaptativos, alteraciones del
aprendizaje, trastorno por déficit de atención e hiperactividad,
alteraciones psicosomáticas, y alteraciones de la conducta.
Secundariamente, también aparecen trastornos obsesivo-compulsivos
y trastornos del sueño. Y en ese sentido se han encontrado que los
niños con alteraciones psiquiátricas tienen una alta prevalencia de
problemas de sueño si se compara con niños controles. De este
modo, las alteraciones del sueño (pesadillas, terrores nocturnos,
3
despertares durante el sueño, hipersomnia o insomnio)
correlacionan con la gravedad de los síntomas psiquiátricos (5).
se
Por otro lado la creación de los servicios de salud mental de
infancia y adolescencia en España se ha caracterizado por un
desarrollo rápido y poco estructurado, con un escaso conocimiento de
la población de los problemas de esta franja de edad, la insuficiente
colaboración entre los servicios de salud mental y atención primaria y
otros especialistas, la falta de coordinación entre salud mental de
infancia y adolescencia y salud mental de adultos, la escasez de
dispositivos de urgencia y de hospitalización niños y adolescentes e,
incluso, la falta de impulso político a la investigación clínica (muchos
estudios psiquiátricos excluyen a los menores de 18 años) (2).
En otro orden de dificultades, la prevalencia de trastornos en
población infantil no es muy conocida por la inexistencia de
instrumentos estandarizados que posean significación pronóstica
(10), por la existencia de distintos enfoques teóricos que llevan a
distintos diagnósticos o tratamientos y por los diferentes criterios
taxonómicos, que pueden inducir a confusión. Así, las variaciones en
los resultados que ofrecen los diversos estudios, a veces, muy
acusadas, se deben más a variaciones en la metodología empleada
que a alteraciones reales en la prevalencia de los problemas de salud
mental.
Como objetivo de nuestro trabajo, nos planteamos describir la
prevalencia de los diferentes trastornos psicopatológicos en la
infancia y adolescencia, derivados por pediatría de atención primaria
y atendidos en la unidad de salud mental de infancia y adolescencia.
2. Material y métodos
2. 1. Participantes
La muestra está compuesta por un total de 588 sujetos que
entre 2003 y 2008 fueron derivados por los pediatras de atención
primaria de las distintas localidades del Departamento 10 de la
Consellería de Sanidad de la Comunidad Valenciana a la Unidad de
Salud Mental de infancia y adolescencia de Catarroja. De éstos, un
62, 7% son varones y un 37, 3% mujeres. En relación a la edad, los
participantes tienen entre 1 y 20 años, siendo la media de 12, 91
(12, 56 hombres y 13, 44 mujeres) y la DT de 4, 02. Si bien
4
actualmente la edad pediátrica en España alcanza hasta los 15 años,
es cierto que algunos pacientes, por peculiaridades de su patología,
siguen siendo atendidos en estas unidades, de aquí que este grupo se
haya mantenido en el estudio.
2. 2. Procedimiento
Tal y como se indicaba todos los sujetos que participan en este
trabajo proceden de la consulta de la Unidad de Salud Mental de
infancia y adolescencia, y fueron atendidos por la misma especialista.
De esta manera y en la primera consulta se realizaba una entrevista
clínica tanto a los padres como al propio paciente. Además, en el caso
de ser necesario, la entrevista era apoyada por los datos obtenidos
mediante la aplicación de cuestionarios específicos. A partir de esta
información se establecía el diagnóstico clínico según los parámetros
del DSM-IV-TR (14) y, en aquellos casos en los que el diagnóstico no
estaba claro por falta de información o se superponían diferentes
posibilidades, se esperaba a las siguientes visitas para su
establecimiento (Diagnóstico aplazado).
Para la categorización de los diagnósticos se realizó una
agrupación en función del tipo de patologías derivadas. Se utilizó la
tipología señalada en el DSM-IV-TR en cuanto a los trastornos de
inicio en la infancia, niñez o adolescencia, eliminando la categoría
"trastornos de las habilidades motoras" por no existir ningún caso, y
dividiendo uno de los epígrafes en TDAH y trastornos de
comportamiento, por su distinta etiología y evolución. Asimismo se
han considerado de modo conjunto todos los trastornos de la
conducta alimentaría.
Respecto a los trastornos de inicio en la edad adulta, se han
suprimido los epígrafes "delirium, demencia, trastornos amnésicos y
otros trastornos cognoscitivos", "trastornos por consumo de
sustancias",
"trastornos
facticios",
"trastornos
disociativos",
"trastornos sexuales y de la identidad sexual", bien por no existir
casos en tratamiento en la unidad, bien por haber sido derivados a
otros dispositivos de atención especializada.
Además se han agrupado algunos diagnósticos (problemas de
relación familiar, celos, etc. ) en el epígrafe Problemas de Relación, y
en la categoría Otros se han englobado diagnósticos de magnitudes
5
residuales como trastornos adaptativos, trastornos facticios,
disfunciones sexuales, duelo, síndrome de Munchaüsen, etc.
2. 3. análisis de datos
Para el tratamiento estadístico de los datos se ha utilizado el
programa SPSS 15. Los datos han sido analizados mediante tablas de
contingencia.
3. Resultados
Como primer dato para el análisis de la prevalencia de los
trastornos indicar que un 20, 1% de las personas que asistieron a la
consulta fueron clasificados como Sin diagnóstico psiquiátrico. Por lo
que se refiere al 79, 9% de los sujetos con diagnóstico, la distribución
en las diferentes categorías del DSM-IV-TR, están descritas en la
tabla 1 y representadas en la figura 1.
tabla 1. prevalencia de trastornos en el Eje 1
N
Retraso Mental
Tr. Aprendizaje
Tr. Comunicación
TGD
TDAH
Tr. Conducta
Tr. Cond. Alimentaria
Tics
Tr. Eliminación
Otros Tr. Infancia
Tr. Psicóticos
Tr. Estado animo
Tr. Ansiedad
Tr. Somatomorfo
Tr. Sueño
Tr. Control impulsos
Problemas relación
Otros
Total
6
7
7
13
51
101
19
12
43
16
8
14
77
6
12
18
15
45
470
Porcentaj
e
1, 3
1, 5
1, 5
2, 8
10, 9
21, 5
4, 0
2, 6
9, 1
3, 4
1, 7
3, 0
16, 4
1, 3
2, 6
3, 8
3, 2
9, 6
100, 0
Figura 1. prevalencia de trastornos en el Eje 1
6
Tal y como se puede se observar en la tabla 1, los trastornos de
conducta son los que mayor prevalencia tienen con un 21, 5%,
seguidos de los trastornos de ansiedad con un 16, 4%, los TDAH con
un 10, 9% y los trastornos de eliminación con un 9, 1%. Estas cuatro
categorías suponen el 57, 9% de los diagnósticos establecidos.
4. Conclusiones
Son conocidas las dificultades inherentes a la investigación en
el campo del desarrollo normal y especial en la infancia y
adolescencia, y así se recoge en numerosos estudios, que señalan la
importancia de la existencia de servicios específicos de atención, y de
la coordinación de éstos con la atención primaria de salud. De hecho
los trabajos con este tipo de muestra son escasos y recientes,
especialmente los estudios longitudinales. Si bien es cierto que esta
área presenta condicionantes específicos que han impedido su
correcto desarrollo, también se constata que, a pesar de ello, cada
vez más son más los estudios publicados en este ámbito.
Los diversos trabajos realizados en nuestro contexto, tanto en
unidades específicas de salud mental infanto-juvenil como en
unidades de salud mental que atienden a niños y a adultos, señalan
la importancia de este tipo de investigaciones no sólo para el
progreso de esta rama científica, sino también para mejorar la
atención profesional, la asistencia sanitaria y la eficacia de los
tratamientos. Particularmente, los estudios con muestras clínicas dan
7
información sobre la demanda real de la población y permiten la
gestión y planificación de las necesidades sanitarias a medio y largo
plazo.
En relación con los datos obtenidos en este trabajo se observa
que son coherentes con los encontrados por otras investigaciones en
nuestro contexto. En este sentido, algunos trabajos (15) indican que
los trastornos más diagnosticados son los conductuales (34, 7%),
seguidos de los de ansiedad (26, 7%) y eliminación (11, 6%). En esta
misma línea, en un trabajo (12) que sigue la clasificación del CIE-10,
muestra prevalencia similares a las obtenidas, indicando que son los
trastornos de conducta los diagnósticos más frecuentes con un 23%,
seguidos de los trastornos depresivos con un 14, 6%, los de ansiedad
con un 13, 3%, los específicos del desarrollo con un 12, 7% y los de
eliminación con un 9, 7%. Además, tal y como indican en cuanto a los
trastornos depresivos y de ansiedad, si tomamos en conjunto las dos
categorías, dada su alta comorbilidad, existe en torno a un 28 por
ciento de sujetos con ese diagnóstico.
También en otros estudios (16) la prevalencia de trastornos
psiquiátricos, con una muestra de entre 0 y 17 años, mantiene una
distribución similar a la obtenida: 25, 4% por ciento de trastornos de
ansiedad; 23, 7% trastornos de conducta; 13, 6% trastornos
afectivos; 13, 4% trastornos específicos del desarrollo y del
aprendizaje; y 10, 2% trastornos de eliminación. Por último, en un
trabajo (17) con una muestra de 0 a 14 años, se informó de la
siguiente prevalencia diagnóstica: 21, 5% trastornos de ansiedad,
13, 8% trastornos de conducta, 10, 8% trastornos específicos del
desarrollo y retraso mental, 10% trastornos de eliminación, y 8, 5%
depresivos. Con relación al TDAH, la prevalencia obtenida en nuestro
estudio se encuentra dentro de los límites que se señalan en un
trabajo realizado mediante metaanálisis con 39 estudios de diversos
países18 en el que se señala una prevalencia de entre 2, 2 y 17, 8%.
Tal y como puede observarse a través de los resultados de los
diferentes trabajos, existen tres tendencias en la incidencia de los
trastornos. Por una parte, ha habido una disminución de las
patologías no filiadas (como los retrasos mentales de etiología
desconocida) debido a la mejora general de las condiciones
sanitarias, a la generalización de los cuidados ginecológicos y
8
pediátricos y al establecimiento de diagnósticos específicos e
intervenciones precoces. En relación a los trastornos con base
orgánica se observan pocas oscilaciones en cuanto a incidencia y
prevalencia (por ejemplo, los trastornos psicóticos). Por último, en
aquellos en los que las variables ambientales y contextuales, como
las convenciones sociales y las pautas educativas, podrían mediar
como elementos de contención, se observa por el contrario un
aumento de incidencia. Tal es el caso de los trastornos de conducta y
los de ansiedad.
Estos resultados reafirman la importancia del trabajo de los
profesionales de pediatría en la detección precoz de los posibles
trastornos mentales y posterior derivación a las unidades de salud
mental, con las cuales se hace necesaria, además, una posterior
tarea de coordinación para el seguimiento/tratamiento de este tipo de
pacientes.
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