La depresión afecta a 300 millones de personas en el mundo. En España más de 2 millones la padecen, según datos de la OMS. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la depresión como un trastorno de salud mental que se caracteriza por la presencia de «tristeza, perdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, con afectación al sueño o el apetito, sensación de cansancio y falta de concentración» que se mantiene en el tiempo. Este trastorno puede afectar al desarrollo del día a día de las personas que la sufren, afectando al su desempeño laboral y académico y dificultando en gran medida el desarrollo de tareas básicas.
Durante el confinamiento, el 43% de la población ha experimentado sentimientos depresivos. A partir de toda la crisis vivida por el covid-19, la Sociedad Española de psiquiatría Biológica calcula que los trastornos depresivos pueden aumentar hasta un 20%, llegando a ser el principal problema de salud mental en 2050.
Los cinco síntomas de sospecha
Olimpia Bohiges, psicóloga de Ita Previ Alicante, explica que «para el diagnóstico de la depresión, la persona debe experimentar 5 o más de los siguientes síntomas durante 2 semanas: estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, perdida de interés por actividades que antes nos gustaban, pérdida o aumento de peso, insomnio o hipersomnia, problemas de concentración, sentimientos de culpabilidad, pensamientos suicidas, agitación, fatiga o perdida de energía».
Pero, cuidado, la depresión no es un trastorno mental que solo sufran adultos. «Menos de la mitad de los niños y adolescentes que sufren depresión son diagnosticados correctamente. Se suele minimizar los síntomas por parte de los padres, incluso confundiéndolos con comportamientos propios de la etapa vital infantil o adolescente», afirma Ester Ricós, psicóloga de Ita Argentona. «La depresión infantil es una enfermedad psiquiátrica que suele pasar desapercibida y el trastorno del ánimo más frecuente en la infancia y adolescencia. No se trata de un mito, sino de una enfermedad cuya prevalencia va en aumento», explica la psicóloga.
La OMS calcula que un 2% de los niños de 6 a 12 años sufren depresión. Aumentando del 4 al 6% en el caso de los preadolescentes de 12 a 14 años. El diagnóstico temprano y la actuación en fases iniciales del trastorno es básico para garantizar el éxito del tratamiento, disminuyendo el impacto del trastorno en la vida diaria de los niños y adolescentes.
Signos de alerta
Antes de los 6 años los menores pueden notar irritabilidad, rabietas, fobia escolar, dolores, quejas somáticas, enuresis. . .
De los 7 años hasta la pubertad: apatía, irritabilidad, agresividad, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, trastornos del sueño, aumento o diminución del apetito, trastornos somáticos. . .
Adolescencia: Desafiantes y negativistas ante las normas, irritabilidad y agresividad, aislamiento social y problemas de autoestima. Se exponene a situaciones de riesgo como el abuso de alcohol u otras sustancias.
Expresan sentimientos de poca valía, de desesperación, dificultad para concentrarse, llanto frecuente, subida o bajada de peso, cambio en el apetitio, trastorno en el sueño, cansancio. . . En ocasiones pueden tener pensamientos relativos al suicidio o a las autoagresiones.