El grupo de madres de familia está compuesto por mujeres que tienen hijos con diversos diagnósticos de psicopatologías infanto juveniles: TGD, síndrome de Asperger, esquizofrenia, Retraso madurativo, ADHD, trastorno oposicionista desafiante. Son mujeres con historias de vida dolorosas, atravesadas por abandonos en su propia infancia, cambios de país de residencia, orfandades tempranas, separaciones, estados de viudez, soledades.
Las reuniones adoptan el formato de un espacio de escucha, donde las participantes puedan hablar de las dificultades, obstáculos, malestares, desbordes, que irrumpen en el ejercicio de la función materna. Uno de los ejes puesto en juego es la posibilidad de historización, como un proceso de construcción en el entramado singular de un tiempo pasado, pero que abre la posibilidad de proyectar nuevos recorridos. El recorrido inicial daba cuenta de la posibilidad de historizar respecto de lo acontecido con cada hijo y la evolución del mismo, no sólo en relación a lo positivo de los hijos, sino también a los logros y obstáculos. El trabajo grupal ha favorecido el trabajo terapéutico, establecer modificaciones en los vínculos con sus hijos y también entre los miembros del grupo familiar.
Estas actividades demostraron potenciar cambios favorables en la evolución de aspectos socioemocionales y cognitivos, a la vez que posibilitaron la aceptación de una terceridad exogámica que abre camino a las diferencias y a la autonomía de los hijos. El trabajo grupal permitió desplegar ciertos sentidos coagulados, que obturaban la posibilidad de empatía desde estas madres hacia sus hijos.
Lic. en Psicología. Universidad de Buenos Aires MN: 29693 MP: 46546 DNI: 18.411.377 Co-coordinadora del grupo de madres de familia.
CONSTRUYENDO LAZOS, ENTRAMANDO SUBJETIVIDADES
Mabel Alicia Sampaolesi
Institucion
mabelsampaolesi@gmail. com
RESUMEN
El grupo de madres de familia está compuesto por mujeres que tienen hijos con diversos
diagnósticos de psicopatologías infanto juveniles: TGD, síndrome de Asperger, esquizofrenia,
Retraso madurativo, ADHD, trastorno oposicionista desafiante. Son mujeres con historias de
vida dolorosas, atravesadas por abandonos en su propia infancia, cambios de país de residencia,
orfandades tempranas, separaciones, estados de viudez, soledades. Las reuniones adoptan el
formato de un espacio de escucha, donde las participantes puedan hablar de las dificultades,
obstáculos, malestares, desbordes, que irrumpen en el ejercicio de la función materna. Uno de
los ejes puesto en juego es la posibilidad de historización, como un proceso de construcción en
el entramado singular de un tiempo pasado, pero que abre la posibilidad de proyectar nuevos
recorridos. El recorrido inicial daba cuenta de la posibilidad de historizar respecto de lo
acontecido con cada hijo y la evolución del mi smo, no sólo en relación a lo positivo de los hijos,
sino también a los logros y obstáculos. El trabajo grupal ha favorecido el trabajo terapéutico,
establecer modificaciones en los vínculos con sus hijos y también entre los miembros del grupo
familiar. Estas actividades demostraron potenciar cambios favorables en la evolución de aspectos
socioemocionales y cognitivos, a la vez que posibilitaron la aceptación de una terceridad
exogámica que abre camino a las diferencias y a la autonomía de los hijos. El trabajo grupal
permitió desplegar ciertos sentidos coagulados, que obturaban la posibilidad de empatía desde
estas madres hacia sus hijos.
El grupo de madres de familia está compuesto por mujeres que tienen hijos con diversos
diagnósticos: TGD, síndrome de Asperger, esquizofrenia, Retraso madurativo, ADHD, Trastorno
oposicionista desafiante. Son mujeres con historias de vida dolorosas atravesadas por
abandonos en su propia infancia, cambios de país de residencia, orfandades tempranas,
separaciones, estados de viudez, soledades. . .
El grupo comenzó a gestarse en los pasillos del hospital mientras estas madres esperaban la
atención, en el área de psiquíatría, a sus hijos. Así se fueron encontrando, conociendo en cada
cita del turno y a partir de esto, la Dra Martorella les oferta la posibilidad de reunirse, para hablar
de sus hijos, de lo que les pasa con ellos.
Me incorporo a las reuniones grupales en julio de 2014 en mi función profesional como psicóloga
para coordinar actividades conjuntamente con la Dra. Mi presencia fue muy bien recibida y las
reuniones mensuales pasaron a ser quincenales por pedido expreso de las participantes.
Las reuniones adoptan el formato de un espacio de escucha, donde se cede la palabra para que
las participantes puedan hablar de las dificultades, obstáculos, malestares, desbordes, etc que
irrumpen en el ejercicio de la función materna. Muchas veces la queja aparece como una
descripción fenomenológica de situaciones cotidianas sin tener registro de la angustia, de los
sentimientos de impotencia, miedos, vergüenza que sienten frente a eso que van contando.
Ceder la palabra para escuchar el sufrimiento en juego, también lo infantil en ellas.
Uno de los ejes puestos en juego es la posibilidad de historizar. Me refiero al trabajo de
historización como un proceso de construcción en el entramado singular de un tiempo pasado
pero que abre la posibilidad de proyectar nuevos recorridos. Todo sufrimiento tiene una historia,
un contexto. La posibilidad de poner en palabras el sufrimiento, poner en contexto la historia
personal y de los hijos, cuestionar sentidos coagulados permiten ir armando un entramado de
historia e implicaciones que posibilitan ir instaurando diferenciaciones, nuevos recorridos entre
"madres e hijos". Una oportunidad para abrir interrogantes del tipo: qué necesidades distintas
de las mías tiene mi hijo? Qué está expresando con "x" reacción? Cómo contenerlo? Qué me
pasa como madre con este comportamiento de mi hijo? Cómo reaccionaban mis padres en estas
situaciones? De esta manera, las intervenciones están dirigidas a la exploración subjetiva, a la
construcción de una especie de puente que conecte las cabezas de las madres con sus hijos para
que logren decodificaciones que les permitan pensar las "necesidades" de sus hijos desde una
posición diferenciada.
Muchas veces, las diferencias generacionales están borradas y los comportamientos impulsivos,
los movimientos desorganizados, las reacciones disruptivas de los hijos ponen en jaque
(cuestionan) la autoridad, haciéndoseles dificultoso la puesta de límites y la contención. No
soportan la inquietud, lo que estos hijos hacen de más o de menos, las llamadas reiteradas de
la escuela en reclamo de lo que molesta, de lo que no anda bien, etc. Sienten vergüenza, miedo,
angustia. . .
En estas ocasiones, la utilización del rol playing, como una técnica facilitadora para escenificar
situaciones de conflicto, para poder "ponerse en el lugar del otro" es un instrumento de apertura
a lo lúdico, a jugar a un "como si" donde el cambio de roles habilita a la comprensión de los
comportamientos de los hijos como así también a la conexión con los sentimientos propios. De
alguna manera la labor consiste en el trabajo con el narcisismo materno. Haciendo un pasaje
por una vigneta clínica los conflictos que fueron escenificados, elegidos por las participantes,
aludían a dos situaciones de la vida cotidiana: en una, el pedido de la compra de un celular por
parte de la hija, en otra, una nota proveniente de la escuela señalando que el hijo se copió la
tarea de un compañero. Entre idas y venidas en el primer caso, los padres se van pasando la
"pelota, la autorización a la compra" sin dar ninguno alguna respuesta a la demanda. Todos
quedan enojados. En la segunda escena ambos padres cambian el foco de atención y discuten
entre sí por reproches de pareja. Discuten de quien es la responsabilidad parental. La nota
escolar se diluye. El hijo queda como testigo de la escena y solo. Entre risas y bromas las
participantes pudieron captar la impronta de impulsividad desplegada a modo de acciónreacción, aspectos de la intolerancia, de tener poca disponibilidad para ocuparse, el rechazo a la
responsabilidad propia delegada, impuesta al otro. Del lado del hijo, los sentimientos de
desilusión, bronca, rabia e indiferencia. En la puesta en común pueden reconocer sentimientos
de impotencia, sentirse como "Tupac Amarú" (tironeadas entre el hijo y la pareja), descubrir
las dificultades como adultas para dialogar, para acordar pautas de crianza,
la posición ambivalente que las atraviesa entre ser madre o mujer.
Otro recurso utilizado es la representación gráfica. Mediante diversas consignas se apela a la
representación simbólica de aquello que ellas consideran que hay en la cabeza de sus hijos en
tanto ideas, deseos e inquietudes. Un modo de abordar el "cómo los piensan", "cómo se los
representan". Algunos dibujos eran cabezas, otros sólo un esbozo en el formato circular, ojos
vacíos o ausencia de los mismos.
Las representaciones tuvieron como factor común la desorganización, las demandas constantes, la
apatía. Ejercicio que posibilitó que pudieran
preguntarse: Cómo ayudar a mi hijo a ordenar las ideas? Cómo ayudar a mi hijo a tolerar mis
ausencias? Qué puedo ofrecerle para que pueda encontrar en el mundo algo que le interese? En
otra ocasión la propuesta fue representar un animal que las avergonzara mediante el dibujo y la
escritura. Así los aspectos rechazados y temidos de sí mismas fueron proyectados en diversos
animales: orangután, sapo, mosca, cucaracha, hiena, ratón Pérez, gato, serpiente, puma.
Algunos de esos aspectos proyectados fueron: el rechazo a la función nutricia materna, a la
sexualidad, a las debilidades propias; temores ante sentimientos de soledad, ante la propia
agresión, impulsividad. Este ejercicio posibilitó la apertura del relato de sucesos vividos de la
historia personal de un intenso sufrimiento donde el abandono y el desamparo fueron el secreto
guardado, encubierto en la vergüenza y el rechazo. Momento donde algo del pasado se
construyó, se hizo relato e hizo lazo.
Algunas de las historias de estas familias están atravesadas por episodios de violencia en donde
los vínculos se destruyen, en otras, la violencia es ejercida como un método para condicionar
el comportamiento de los integrantes del núcleo familiar para anular al otro como sujeto.
Posiciones hostiles, a veces sumisas, otras como un modelo de crianza cruel para impartir
autoridad se han ido instalando como modos cotidianos de convivencia, alcanzando niveles de
intensos desbordes y desorganización parental. La violencia en estos relatos suele aparecer
naturalizada, negada. Las intervenciones aquí están dirigidas a descubrir las condiciones que
llevaron a la violencia de estos adultos hacia sus hijos; cómo así también abrir la posibilidad de
pensar en las consecuencias del maltrato ejercido. Posibilitar la palabra que falta, lo que no se
puede decir y se actúa, posibilitar la construcción de otros modos de la puesta de límites, nuevas
significaciones que funcionen a modo de contención. Cuando los hijos no cumplen con los ideales
de los padres, la diferencia entre el hijo real y el idealizado es lo que no puede ser aceptado.
El intercambio de los relatos de las madres va generando una trama de asociaciones, de
identificaciones. A modo de red, en ocasiones se acompañan para el afrontamiento de
situaciones para las cuales solas no se animarían a realizar.
Las resistencias a los cambios o a determinadas temáticas aparecen en frases del tipo "Él es
así, no hay nada q hacer" "no le podemos poner límites porque todo está permitido para él"
funcionan como un impedimento para entender los conflictos que las incluyen. Este aspecto
resistencial es uno de los mayores obstáculos que irrumpe en el trabajo. A veces, el aumento
del volumen de la voz, la participación con relatos interminables, consolidan en su conjunto una
especie de bloque impermeable sostenido en justificaciones inagotables, a modo de círculo
vicioso que siempre vuelve al punto de partida, para que nada cambie, donde nada nuevo sea
posible.
La estrategia en estas ocasiones es ir quebrando, en la medida de lo posible, las certezas en las
que se sostienen estos argumentos, instalar dudas, cuestionar. A veces, salir del relato actual y
abrir el camino de la historia personal, la búsqueda de recuerdos que se asocien con las vivencias
posibilitan enlazar el episodio presente con la historia, conmover la posición resistencial.
Otro de los ejes del trabajo apunta a instaurar la terceridad, "un otro" entre la madre y el hijo
que posibilite lo exogámico. En estas historias las figuras masculinas y los padres están excluidos
de la crianza. En algunas la ausencia responde a fallecimientos, en otras a exclusiones
deliberadas o a abandonos y separaciones. Por lo cual, este lugar tercero, es un espacio a
construir. También esta terceridad, representada por la escuela o por el acompañante
terapéutico, son espacios que para muchas de estas madres se les tornan de una ardua y
dificultosa aceptación. De este modo, resisten a la posibilidad de escolarizarlos o a que un
acompañante terapéutico intervenga en el tratamiento.
Es necesario aclarar que son pocos los
hijos que están bajo tratamiento psicoterapéutico la mayoría de estas madres sólo aceptan el
tratamiento psiquiátrico. En este circuito dual, la figura del Acompañante terapéutico es
considerada como un "intruso" que viene a controlar o a interferir en la rutina familiar. Fantasías
persecutorias se activan y dificultan la aceptación de la indicación. En los casos en que es
aceptado se activa el "control materno" desempeñando una presencia "permanente" queriendo
saber que hacen, evaluando e invalidando, no pudiendo excluirse del espacio, interfiriendo en
la puesta en juego del vínculo entre el paciente y el AT. En otras ocasiones, el AT es alguien en
quien se delegan las salidas, como una especie de paseador o como un amigo, o como alguien
que está ahí para entretener. Distorsiones que desde el trabajo grupal y de supervisión de los
acompañantes se trata de restablecer el encuadre, sostener la figura y función del AT, las
necesidades del paciente y la indicación terapéutica.
El grupo de madres de familia un lugar de escucha, de contención, para historizar, para alojar
conflictos, escenificarlos, graficarlos, simbolizarlos. Un espacio para re lanzar oportunidades,
para construir lazos, para entramar subjetividades.
BIBLIOGRAFÍA
Aulagnier, Piera: (1975) La violencia de la interpretación. Buenos Aires, Amorrortu, 1977
Freud, S. (1990). Sobre la iniciación del tratamiento.
Buenos Aires: Amorrortu Edit, (Orig. 1913).
Freud, S. (1979). De la historia de una neurosis infantil.
Buenos Aires: Amorrortu Editores, Vol. 17 (Orig. 1918).
Freud, S. (1979). Más allá del principio del placer. Buenos Aires: Amorrortu Editores Vol. 18
(Orig. 1920)
Hornstein, Luis, (2000) narcisismo. autoestima, identidad, alteridad, Buenos Aires, Paidós.
Janin, B. (2005). Los padres, el niño y el analista. Encuentros y desencuentros. Cuestiones de
infancia Nº 9.
Janin, B. (2006). Algunas observaciones sobre el juego, el dibujo y las intervenciones del analista
con los niños. Cuestiones de infancia Nº 10.
Tustin, F. (1992). El cascarón protector en niños y adultos.
Buenos Aires: Amorrortu Editores (Orig 1990 ) Buenos Aires
17º Congreso Virtual de Psiquiatria. com. Interpsiquis
2016 interpsiquis. com - Febrero 2016
Psiquiatria. com
IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.