La Musicoterapia, entendida como disciplina científica, es un proceso sistemático de intervención, en el que se utilizan todo tipo de experiencias musicales dentro de una relación interpersonal para atender a las personas que presentan necesidades físicas, cognitivas y socio-emocionales. Permite abordar objetivos terapéuticos de intervención en una gran variedad de áreas y colectivos. Para ello, el profesional de la musicoterapia debe responsabilizarse de mantenerse al día de los avances científicos para poderlos incorporar en su práctica clínica, tal como marcan los estándares internacionales de la profesión.
El campo de las demencias ha ido ampliándose considerablemente en los últimos años. Si bien en la década de los 80 se hablaba de demencia de forma general, hoy en día ya se conocen una gran variedad de demencias además de la conocida enfermedad de Alzheimer. Este hecho también se ha reflejado en el campo de la musicoterapia donde los diagnósticos de las personas participantes en los estudios han sido más específicamente definidos y diferenciados conforme ha ido pasando el tiempo. Así en un inicio abundaban más los estudios donde solo se hablaba de enfermedad de Alzheimer, y posteriormente se han ido abordando y estudiando los efectos de la música con personas con una variedad de demencias. Este artículo presenta los resultados de una revisión bibliográfica desde 1985-2004 en el área de musicoterapia y demencias y sus aportaciones principales en el campo clínico.
Musicoterapia y demencias: Una revisión bibliográfica.
Melissa Mercadal-Brotons; Patrícia Martí.
Centre Clínic de Musicoteràpia
Universitat Ramon Llull
Barcelona
Introducción
La musicoterapia, entendida como disciplina científica, es un proceso sistemático de intervención, en el que se utilizan todo tipo de experiencias musicales dentro de una relación interpersonal para atender a las personas que presentan necesidades físicas, cognitivas y socio-emocionales. Permite abordar objetivos terapéuticos de intervención en una gran variedad de áreas y colectivos. Para ello, el profesional de la musicoterapia debe responsabilizarse de mantenerse al día de los avances científicos para poderlos incorporar en su práctica clínica, tal como marcan los estándares internacionales de la profesión.
El campo de las demencias ha ido ampliándose considerablemente en los últimos años. Si bien en la década de los 80 se hablaba de demencia de forma general, hoy en día ya se conocen una gran variedad de demencias además de la conocida enfermedad de Alzheimer. Este hecho también se ha reflejado en el campo de la musicoterapia donde los diagnósticos de las personas participantes en los estudios han sido más específicamente definidos y diferenciados conforme ha ido pasando el tiempo. Así en un inicio abundaban más los estudios donde solo se hablaba de enfermedad de Alzheimer, y posteriormente se han ido abordando y estudiando los efectos de la música con personas con una variedad de demencias.
Este artículo presenta los resultados de una revisión bibliográfica desde 1985-2004 en el área de musicoterapia y demencias y sus aportaciones principales en el campo clínico.
Aportaciones de la musicoterapia en el campo de las demencias
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2005) define la demencia “como un síndrome debido a una enfermedad del cerebro, generalmente de naturaleza crónica o progresiva, en la que hay déficits de múltiples funciones corticales superiores que repercuten en la actividad cotidiana del enfermo”. Entre las funciones corticales superiores que el enfermo va perdiendo figuran la memoria, el entendimiento, el juicio, el habla, el cálculo, el pensamiento, la orientación, etc.
El diagnóstico de demencia, hoy en día y en la mayoría de los países, se hace siguiendo las recomendaciones propuestas por la OMS y por la Asociación Americana de psiquiatría (American Psychiatric Association) recogido en el Manual de diagnóstico estadístico (DSM-IV, 1994).
Las diferentes revisiones bibliográficas en el campo de la musicoterapia y las demencias (Brotons, 2000; Brotons, Koger & Pickett-Cooper, 1997) sugieren que debido a que las artes creativas en general, y específicamente la musicoterapia, se apoyan menos en el procesamiento verbal, ofrecen un enfoque único para acceder al conocimiento y memorias almacenadas que controlan ciertas conductas. Así, neurólogos de prestigio internacional como el Dr. Oliver Sacks han defendido la utilización de la musicoterapia en el tratamiento de trastornos neurológicos como el Parkinson y el Alzheimer, argumentando la exclusiva capacidad de la música para organizar y reorganizar la función cerebral cuando ésta se encuentra alterada (Sacks & Tomaino, 1991).
La música ejerce un efecto a nivel multimodal (Taylor, 1989). Esto significa que la música, bajo un encuadre terapéutico y con el apoyo de un musicoterapeuta especializado, permite incidir y trabajar distintas áreas de capacidad (cognitivas, emocionales-psicosociales, motoras y funcionales) así como los objetivos terapéuticos de intervención correspondientes. Brotons (2000) recoge los resultados de diferentes estudios realizados con enfermos de Alzheimer y otras demencias de los que se derivan la eficacia y beneficios de la aplicación de la musicoterapia en las siguientes áreas:
1. Área cognitiva: Algunos programas de musicoterapia están centrados en llevar a cabo una estimulación cognitiva mediante la música. Algunas de las funciones cognitivas que se han visto mejoradas mediante intervenciones de este tipo son:
• Lenguaje: La música permite estimular el lenguaje, de modo que incluso personas con problemas de afasia severos continúan cantando canciones de su época. La fluencia verbal ha sido uno de los aspectos estudiados que ha mostrado notables resultados con tratamientos de musicoterapia dirigidos a estimular tanto la fluencia como el contenido del lenguaje (Braben, 1992; Brotons & Kogen, 2000).
• Memoria: Pese a las pérdidas de memoria, músicas significativas para la vida de cada persona pueden ayudar a recordar hechos y experiencias de su pasado (Geula, 1986; McCloskey, 1990). Ciertos estudios han demostrado la eficacia de la musicoterapia para potenciar el aprendizajede de información nueva (Prickett y Moore, 1991), trabajando así la memoria inmediata y reciente. Así también se han desarrollado programas específicos de musicoterapia y reminiscencia para estimular y potenciar la memoria remota (Ashida, 2000). Además, dado que las artes creativas en general, y la música de forma especial, se apoyan menos en procesos lingüísticos, son consideradas como un recurso especial para acceder a recuerdos e información almacenada que controlan ciertas conductas.
• Atención: La música permite atraer y captar la atención de los participantes, especialmente cuando se trata de músicas significativas para ellos, y por tanto músicas que son de su preferencia (Gibbons, 1977).
• Razonamiento espacio-temporal: Un estudio realizado en California sugiere que la música, y más específicament la audición de ciertos segmentos musicales de Mozart puede mejorar el razonamiento espacio-temporal de personas con la enfermedad de Alzheimer (Johnson, Cotman, Tasaki & Shaw, 1998). Es importante ser cautos con estos resultados puesto que el estudio se llevó a cabo con un número muy pequeño de sujetos.
• Orientación: La estructura de las sesiones y la aplicación de determinadas técnicas ayudan a reorientar al enfermo en tiempo, espacio y persona. La familiaridad de las músicas y el reconocimiento de las mismas ayuda también a que el enfermo se sitúe y oriente en la realidad.
2. Área emocional y psicosocial: La musicoterapia ha sido utilizada de forma eficaz durante muchos años en programas de rehabilitación para personas mayores, especialmente con aquellas que están institucionalizadas en residencias geriátricas. Según McClosky (1985), “la música es terapéuticamente eficaz porque es la más social de todas las artes, y son precisamente estos aspectos sociales de la vida los que están afectados por la enfermedad mental y el envejecimiento” ( p. 73).
Algunos aspectos y habilidades en esta área que se han visto beneficiados por intervenciones musicoterapéuticas son:
• Interacción y socialización: En las sesiones de musicoterapia se han observado un aumento de conductas como: hablar, vocalizar, hacer gestos, acariciar, tararear, cantar y silbar en presencia de otros participantes (Pollak and Namazi, 1992; Newman & Ward, 1993; Smith-Marchese, 1994).
• Comunicación: La música puede ser un buen canal de comunicación y expresión personal, y permite comunicarse con los demás a nivel verbal y no verbal (Sambandham & Schirm, 1995).
• Estado anímico: Diferentes estudios hacen referencia a una elevación del estado de ánimo y a una potenciación de actitudes positivas durante las sesiones de musicoterapia (Clair, Tebb & Bernstein, 1993; Lord & Garner, 1993). Un aspecto a destacar es la gran ayuda de la música como elemento reconductor de la agitación y facilitador de una estabilización del estado anímico mediante el aporte de orden y seguridad al entorno del enfermo.
3. Área motora: Incluso en fases en las que ya no puede cantar ni hablar, el enfermo con demencia suele responder rítmicamente a la música. La música facilita el movimiento y expresión corporal, observándose frecuentemente movimientos espontáneos por parte del enfermo. Una música seleccionada adecuadamente juntamente con una actividad diseñada específicamente para el/los enfermo/s puede actuar como elemento inductor del movimento, y facilitar una estimulación a nivel psicomotriz. Se ha demostrado que la participación de los enfermos con grados de demencia más avanzados suele ser más alta en actividades de danza-movimiento y en las de tocar instrumentos musicales que en otro tipo de actividades musicales como el canto y la composición/improvisación (Brotons & Pickett-Cooper, 1994; Clair & Bernstein, 1990b).
4. Área funcional: Determinadas técnicas musicoterapéuticas permiten estimular y trabajar aspectos relacionados con diferentes actividades de la vida diaria. Durante los programas de musicoterapia con finalidades de estimulación cognitiva, se pueden abordar determinados aspectos de las actividades básicas de la vida diaria como por ejemplo aquellas relacionadas con el vestir, el comer, la higiene, etc. , trabajándose de una manera indirecta durante las sesiones.
Por otra parte, también ha sido demostrado como una utilización específica y apropiada de la música permite facilitar estas actividades básicas de la vida diaria de una manera más directa. Así pues, se ha observado como la utilización de una música específicamente seleccionada para cada persona puede reducir los síntomas de agitación y agresividad que algunos enfermos suelen presentar en el momento de la higiene, del vestirse, del comer, y en el atardecer (Scruggs, 1991) y que resultan especialmente dificultosas para los cuidadores profesionales para llevar a cabo dichas tareas. En el momento de las comidas, se ha observado como una música de fondo puede aportar estructura al entorno, ofreciendo familiaridad y asociaciones agradables, facilitando un estado anímico positivo y una mayor focalización de la atención (Denney, 1997; Forbes, 1998; Ragneskog, Brane, Karlsson & Kihlgren, 1996; Ragneskog, Kihlgren, Karlsson, Norberg, Gerdner & , Buckwalter, 1996). Así, en el momento del baño, de la higiene o del vestir, cantar canciones que son familiares puede ofrecer asociaciones positivas, una comunicación más íntima y cálida con el cuidador, así como facilitar estados de relajación y distensión muscular lo cual se traduce en una mayor cooperación del enfermo.
Bases neurológicas y música
Las respuestas ante la música de las personas con demencia y, específicamente, de aquellas afectadas por la EA, están bien documentadas en diferentes estudios científicos (Aldridge & Aldridge, 1992; Kneafsey, 1997). Hay múltiples referencias que muestran el hecho de que personas con la EA, a pesar de manifestar déficits de lenguaje y de memoria, continúan cantando canciones del pasado y danzando al son de melodías antiguas (Braben, 1992), sugieriendo que la música puede ser un canal de comunicación para recordar y repasar los eventos importantes de la vida de estas personas (Geula, 1986; McCloskey, 1990).
Otra aportación interesante es que mientras el lenguaje se va deteriorando, ciertas habilidades musicales continúan preservándose (Swartz, Walton, Crummer, Hantz, y Frisina, 1989) como la capacidad de interpretar piezas musicales que se habían aprendido antes de la manifestación de la enfermedad o seguir tocando un instrumento musical como el trombón en un conjunto instrumental, a pesar de no poder identificar ni el título ni el compositor (Crystal, Grober, y Masur, 1989). Estos resultados se han interpretado como déficits en la memoria anterógrada y de reconocimiento, así como déficits en la memoria remota de estos pacientes, mientras que las habilidades motrices se mantienen intactas (Beatty, Zavadil, Bailly, Rixen, Zavadil, Farnham y Fisher, 1988).
Así las personas con un diagnóstico de EA que han sido músicos parecen preservar muy bien la memoria de procedimiento/mecánica (o habilidad motriz). En cambio, en este tipo de pacientes están muy afectadas la memoria semántica para la música y el lenguaje asociado con ella. Cristal, Grober y Masur (1989) y Khachaturian y Radebaugh (1996) concluyen que la capacidad de interpretar composiciones musicales aprendidas previamente representa una clase especial de memoria de procedimiento que se almacena en el neostriatum, una área del cerebro que se preserva hasta las últimas fases de la EA.
Aunque la mayoría de descripciones de la dicotomía memoria semánticaa/memoria de procedimiento las presentan como jerárquicas, involucrando la memoria semántica procesos más complejos o evolutivamente más recientes (Squire, 1987), la disociación observada entre habilidades musicales y lenguaje en personas con EA puede también reflejar una degeneración hemisférica diferente (Polk, 1993). Las disociaciones entre habilidades musicales (la capacidad de tocar ritmos de forma espontánea o de reproducir ritmos) o las disociaciones entre iniciar o participar en experiencias musicales, implican que existen sistemas anatómicos funcionales paralelos, y apoyan modelos cognitivos que describen varios sistemas de procesamiento separables (Polk, 1993). Estos modelos cognitivos incluyen estudios sobre la interacción y cooperación entre los dos hemisferios en vez de estudiar diferencias entre ellos (Gade, 1998).
Más recientemente, mediante la utilización de técnicas de neuroimágenes, se ha podido demostrar que las regiones del córtex cerebral involucradas en la memoria auditiva-verbal están más activadas en personas con la EA que con personas de la misma edad sin la EA, sugeriendo una plasticidad funcional por parte de las personas con demencia, intentando así el cerebro compensar la neurodegeneración (Becker, Mintun, Aleva, Wiseman, Nichols y Dekosky, 1996).
En general, los estudios en esta área sugieren que las habilidades musicales, preservadas en muchas personas afectadas con la EA, se procesan en diferentes partes del cerebro que los mecanismos familiares del lenguaje. Además, puede que estas áreas cerebrales sean las últimas en deteriorarse en el proceso de la enfermedad, al menos para un subgrupo de enfermos. Debido a que la música, de forma muy especial, se apoya menos en los aspectos semánticos y más en los aspectos prosódicos (musicales) del lenguaje, puede ofrecer recursos especiales para acceder a recuerdos e información almacenada que controlan ciertos comportamientos.
Conclusión: ¿Qué ofrece la musicoterapia a los enfermos con demencia?
Brotons, Koger y Pickett-Cooper (1997) en su revision de literatura llegaron a las siguientes conclusions:
1. Las personas mayores con un diagnóstico de demencia continúan participando en actividades musicales estructuradas en las fases más avanzadas de su enfermedad.
2. Las técnicas de tocar instrumentos musicales y las de danza/movimiento parecen ser el tipo de actividades más preferidas de las personas con demencia, ya que estas técnicas son en las que participan más y durante más tiempo, incluso en las fases más avanzadas de la enfermedad.
3. Aunque el canto es una actividad muy popular y muy usada en entornos geriátricos, parece ser un tipo de actividad que declina a lo largo del tiempo en las personas con demencia. Sin embargo, estas personas pueden participar en una variedad de experiencias musicales cuando éstas están adaptadas a su nivel de funcionamiento, incluso aquellas que requieren más creatividad y espontaneidad como es la composición/improvisación, juegos musicales, y escribir canciones.
Además de las mejoras en las áreas funcionales de las personas con demencia, la musicoterapia conlleva una mejora en la calidad de vida de estas personas a través de facilitar su comunicación a varios niveles y darles la oportunidad de participar en actividades altamente gratificantes y exitosas.
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