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PROCESO DE DUELO Y OPTIMISMO TRÁGICO EN PADRES, POR LA MUERTE INESPERADA DE UN HIJO

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Autor/autores: Aída Mercado Maya , Luisa Vaca Nieto, Erika Robles Estrada, Johannes Oudhof van Barneveld
Fecha Publicación: 01/04/2019
Área temática: Psicología Clínica .
Tipo de trabajo:  Conferencia

Facultad de Ciencias de la Conducta, Universidad Autónoma del Estado de México

RESUMEN

El objetivo de este estudio fue analizar el proceso de duelo y el optimismo trágico en seis padres (tres mujeres y tres varones), residentes de la ciudad de Toluca, México, que perdieron a un hijo/a por muerte inesperada. La investigación fue corte cualitativo. Las categorías de análisis quedaron conformadas por los tipos de duelo (normal, complicado o patología del duelo, crónico y evitativo), la triada trágica de la existencia (muerte, culpa y sufrimiento) y valores existenciales (actitud, vivenciales y creativos). La edad de los participantes osciló entre los 45 y los 64 años; con un grado de escolaridad de nivel profesional. En tanto que sus hijos (dos varones y una mujer) al momento de su fallecimiento tenían 17, 22 y 29 años; dos de ellos perdieron la vida en un accidente automovilístico, y el tercero fue por suicidio.

La información fue analizada a través de método fenomenológico, se pudo observar que los participantes presentan características de todos los tipos de duelo y que a partir del optimismo trágico han podido dar sentido la muerte de sus hijos: por lo que se puede concluir que el tipo de duelo vivido por los participantes, se puede catalogar como duelo especial y que han desarrollaron actitudes y valores que les permiten vivir su duelo y darle un sentido a su perdida, a su vivencia y a su ser en el mundo.

Palabras clave: Duelo, Optimismo trágico, Muerte inesperada


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PROCESO DE duelo Y optimismo TRÁGICO EN PADRES,
POR LA muerte inesperada DE UN HIJO
PROCESS OF DUEL AND TRAGIC OPTIMISM IN PARENTS, FOR THE UNEXPECTED
DEATH OF A SON
Aída Mercado Maya
Luisa Vaca Nieto
Erika Robles Estrada
Johannes Oudhof van Barneveld
aidamercadom@hotmail. com
proceso de duelo, optimismo trágico, muerte inesperada
Process of Duel, Tragic Optimism, Unexpected Death

RESUMEN
El objetivo de este estudio fue analizar el proceso de duelo y el optimismo trágico en seis
padres (tres mujeres y tres varones), residentes de la ciudad de Toluca, México, que perdieron
a un hijo/a por muerte inesperada. La investigación fue corte cualitativo. Las categorías de
análisis quedaron conformadas por los tipos de duelo (normal, complicado o patología del
duelo, crónico y evitativo), la triada trágica de la existencia (muerte, culpa y sufrimiento) y
valores existenciales (actitud, vivenciales y creativos). La edad de los participantes osciló entre
los 45 y los 64 años; con un grado de escolaridad de nivel profesional. En tanto que sus hijos
(dos varones y una mujer) al momento de su fallecimiento tenían 17, 22 y 29 años; dos de
ellos perdieron la vida en un accidente automovilístico, y el tercero aconteció por suicidio. La
información se recabo a partir de la entrevista a profundidad y la autobiografía. El análisis se
efectuó a partir del método fenomenológico, con base en el mismo se pudo observar que los
participantes presentan características de todos los tipos de duelo y que a partir del optimismo
trágico han podido dar sentido la muerte de sus hijos: por lo que se puede concluir que el tipo
de duelo vivido por los participantes, se puede catalogar como duelo especial y que han
desarrollaron actitudes y valores que les permiten vivir su duelo y darle un sentido a su
perdida, a su vivencia y a su ser en el mundo.

ABSTRACT
The objective of this study was to analyze the grieving process and tragic optimism in six
parents (three women and three men), residents of the city of Toluca, Mexico, who lost a child
due to unexpected death. The investigation was qualitative cut. The categories of analysis
were shaped by the types of grief (normal, complicated or pathology of grief, chronic and
avoidant), the tragic triad of existence (death, guilt and suffering) and existential values
(attitude, experiential and creative). The age of the participants ranged between 45 and 64
years; with a professional level of education. While his children (two boys and one woman) at
the time of his death were 17, 22 and 29 years old; two of them lost their lives in a car
accident, and the third was by suicide. The information was analyzed through the
phenomenological method, it was observed that the participants present characteristics of all
types of grief and that from the tragic optimism they have been able to make sense of the
death of their children: so it can be concluded that the type of mourning lived by the
participants, it can be classified as a special duel and they have developed attitudes and values
that allow them to live their grief and give meaning to their loss, their experience and their
being in the world.

INTRODUCCIÓN
La muerte inesperada de un hijo coloca en un quiebre existencial a quien pasa por una
experiencia tan devastadora, que puede incluso causar una conmoción en sus vidas y generar
temor, culpa, sufrimiento, vacío y soledad, entre otras tribulaciones; éstos aspectos implicarán
de no ser procesados adecuadamente que la persona se hunda día con día en la desesperación
y el sin sentido de la existencia, por lo que es conveniente que utilice los recursos que tiene a
la mano para hacer frente a las circunstancias trágicas de la existencia (Frankl, 2001). Como
puede ser el proceso de duelo.

Duelo
De acuerdo con Fonnegra (2001) se conoce como duelo "(. . . ) al periodo que sigue tras la
muerte de alguien afectivamente importante" (p. 165). Es por tanto, una reacción normal tras
una pérdida, es la adaptación del ser humano, a una nueva vida sin la persona fallecida. Se
entiende este, no como un estado, sino como un proceso, a lo largo del cual, se experimentan
diversas reacciones, como lo menciona Roccatagliata (2012) el duelo "Comprende todos los
sentimientos y las cosas raras que sentimos después de que alguien importante para nosotros
ha muerto" (p. 248). En cuanto al tipo de duelo este va a depender de las condiciones en las
que se da el deceso. Ya que el matiz de este proceso es diferente cuando la muerte ocurre
despues de un largo periodo de enfermedad, a cuando esta se presenta de manera súbita o
inesperada. Esta última es aquella que toma por sorpresa al sobreviviente, dicha autora señala
que existen cinco factores a considerar en este tipo de deceso: Lo súbito, sorpresivo y no
anticipado de la muerte, la violencia, mutilación o destrucción del cuerpo, si la muerte fue
determinada por factores de azar que pudieron haber sido evitados, las muertes múltiples
(cuando fallece más de una persona afectivamente significativa) y el encuentro personal del
doliente con la muerte. En el caso de los padres quienes por naturaleza esperan morir primero,
el dolor se torna avasallador, imperecedero y agobiante. Al respecto, dicha autora comenta:
Cuando la muerte del hijo irrumpe de manera inesperada, súbita, es casi imposible aceptarla:
un día estaba riendo, jugando o conversando con nosotros, llenando con su energía el espacio
vital, y al día siguiente, tras la noticia. . . el apagón afectivo de su muerte y ya no está. El
choque, la resistencia a admitirlo, la parálisis que nos deja como atornillados a la silla,
atontados por el golpe, nos roban la energía para reaccionar y actuar (. . . ) vivirlo y aceptarlo
es una tarea titánica que todos sienten superior a sus mermadas fuerzas. El dolor es
indescriptible; es soledad, es el silencio (p. 216).
Los padres quedan devastados por el dolor y la incomprensión de lo sucedido, no hay
explicación que mitigue el sufriento de un hecho tan radical e inhumano, en qué momento les
fue arrebatado su hijo, qué no hicieron para evitarlo, surge entonces una serie de
cuestionamientos y de sentimientos encontrados, pero ninguno les brinda un momento de
contención, ya que se sienten responsables de lo sucedido.


TIPOS DE DUELO
La duración e intensidad del trabajo de duelo, depende de cada persona y de la actitud que
asuman para vivirlo; con base en ello se presentan los siguientes tipos de duelo:
duelo normal
En el caso del duelo normal O'Connor (2007) menciona que este "(. . . ) se inicia cuando se
sucede la pérdida, es decir, el doliente no puede prepararse para experimentar la ausencia"
(p. 161, sus fases de acuerdo con Kubler Ross (2010) son: negación, rabia e ira, negociación
y regateo, depresión y aceptación.
duelo patológico
En palabras de Fonnegra (2001) un duelo se complica "(. . . ) cuando la muerte se da de forma
inesperada (especialmente si es traumática, violenta o mutilante), (. . . ) o bien, cuando el
doliente percibe que se pudo prevenir o evitar" (p. 182). Dentro del duelo patológico, se
encuentran variantes según las características del duelo y de la intensidad de las emociones,
entre ellos se encuentran el duelo crónico y el duelo evitativo, los cuales se describen a
continuación.
duelo crónico
Payás (2010) menciona que las personas "(. . . ) que no consiguen recuperarse después de un
tiempo apropiado presentan un duelo crónico (. . . ) caracterizado por la presencia de síntomas
intensos que perduran en el tiempo y por la ausencia de progreso aparente en la adaptación
a la pérdida" (p. 172). Implica tristeza crónica, autocompasión, victimismo, huida de la
realidad, rumiación que se convierte en obsesión y permanencia en la conexión con el dolor.
duelo evitativo
Fonnegra (2001) menciona que para identificar un duelo evitativo, se deben tener en cuenta
"La intensidad, rigidez y perduración en el tiempo" (p. 154). Suelen presentarse incapacidad
para responder a la pérdida, sensación de anestesia, las respuestas del duelo se inhiben,
suprimen o posponen, se minimiza la importancia de la pérdida, poca expresión de
sentimientos en los primeros momentos y negar las propias necesidades.

A partir de lo descrito se puede concluir, que el duelo es un sentimiento en donde la persona
se siente despojada de algo que le era valioso, y que le deja una sensación de desconsuelo
acompañada de innumerables enfrentamientos y tribulaciones, aunada a reacciones
emocionales, tales como tristeza, abatimiento, desolación; reacciones físicas, como trastornos
del sueño, falta de apetito; y de reacciones espirituales como pueden ser incredulidad, temor,
duda de la existencia de un ser supremo, entre otros.
optimismo TRÁGICO DE LA EXISTENCIA
El optimismo trágico de la existencia, como lo mencionan Guberman y Pérez (2005) "(. . . ) es
la actitud de optar por el descubrimiento de un sentido frente al sufrimiento ineludible, la culpa
inexcusable y la muerte inevitable" (p. 104), es decir, los seres humanos no pueden elegir en
qué momento o en que situaciones se presenten los componentes de la triada trágica (muerte,
culpa, sufrimiento), las cuales son inevitables, pero si la actitud que toman ante ellas, es
dotarlas de sentido, esto les permitirá asumirlas de manera humana y digna, es decir, no
consiste en negar el duelo, sino de vivirlo, cada quien en su tiempo y los recursos personales
que tenga para ello, pero además se trata de seguir con la propia vida, además de la pérdida.
Frankl (2003), afirma que principalmente dentro de las situaciones es de donde se puede
encontrar un sentido, ya que dentro de ellas, es en donde el ser humano se conoce a sí mismo,
se encuentra a sí mismo tal y como es, desprovisto de todo lo que la vida lo ha conformado,
carente de defensas.
(. . . ) también de los aspectos negativos, y quizá especialmente de ellos, se puede "extraer" un
sentido, transformándolos así en algo positivo: el sufrimiento, en servicio; la culpa, en cambio;
la muerte, en acicate para la acción responsable. De un modo u otro, debe haber frente a los
aspectos trágicos de nuestra existencia la posibilidad de to make the best of it, como se dice
bellamente en inglés: la posibilidad de sacar el mejor partido; lo mejor se dice en latín
optimum (p. 29).
Con el optimismo trágico, la logoterapia intenta enseñar un optimismo aprendido de otras
personas que han sufrido esta triada, pero que han podido salir por medio del descubrimiento
de sentido; tal es el caso de Frankl (2003), quien después de haber vivido en un campo de
concentración, encuentra el sentido a su vida y propone la logoterapia, y con ello, intenta
enseñar que la vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia, y son esto los argumentos que
justifican este optimismo, a los que el autor llama ad hominem; refiere además que:
(. . . ) sólo intentamos, en efecto, enseñar un optimismo que hemos aprendido de otras personas
que han vivido y sufrido el optimismo trágico antes que nosotros. De ese modo, en la línea
del aprendizaje más eficaz, que es el "aprendizaje mediante modelo", el sufrimiento de un
homo patiens puede beneficiar a otro, poniendo en marcha un "reciclaje" existencial (p. 4).
Es especialmente en estos aspectos inevitables y dolorosos, que un hombre sufriente (homo
patiens) puede descubrir un sentido humano y con ello, transformarlo en algo positivo,
trascendiendo así: el sufrimiento, la culpa y la muerte. En esta última cabe resaltar que desde
el pensamiento frankliano, la existencia perdura más allá de la muerte, es decir, morimos
físicamente, pero existencialmente trascendemos la muerte.
Es por ello, que el concepto de optimismo trágico, responde a la tesis principal de la
logoterapia, que Guberman y Pérez (2005) resumen diciendo que la premisa de la logoterapia
es decir "Sí a la vida a pesar de todo" es la expresión característica de la logoterapia que
sintetiza el concepto de optimismo trágico" (p. 130).
Lo anterior lleva al entendimiento de que no es un optimismo ingenuo, sino basado en la
convicción, que de cualquier acontecimiento que ocurra se puede sacar algo positivo, como
una gran oportunidad de responder de manera humana y responsable a las preguntas que
plantea la vida, a través de fuerzas espirituales, un ser supremo (Dios), acciones y actitudes,
para con ello definir la dirección de la vida.
Así, el optimismo trágico, se hace presente en una situación desesperada, una situación que
no se puede cambiar, y ante la cual solo queda el hecho de modificar la propia actitud,
buscando en uno mismo, trascendiéndose y con ello dando testimonio de la facultad más
humana del hombre: la de transmutar una tragedia personal, en un acto de amor.
Por tanto, cuando el ser humano se trasciende, mejora considerablemente su situación,
superando la imposibilidad propia que presenta la triada trágica, favoreciendo así la aceptación
del optimismo trágico para más adelante encontrar el sentido en cualquier situación. Pues
cada sentido que descubre y atiende, hace más humano al mundo y a la persona más digna
de vivir en él, aun cuando lo que se esté viviendo conlleve el matiz trágico de la existencia.

MÉTODO
Participantes
Se trabajó con seis padres que perdieron a un hijo por muerte inesperada; se tuvieron en
cuenta los siguientes criterios de inclusión: Padres (tres hombres y tres mujeres) que han
perdido a un hijo por muerte inesperada, hasta dos años de haber sufrido la pérdida,
residentes de Toluca, Estado de México. A continuación se presentan algunos datos
sociodemográficos de los mismos.
Familia 1

Familia 2

Familia 3

GVC-1

GFS-2

CHV-3

FGC-4

FRC-5

MGF-6

Sexo

M

H

M

H

M

H

Edad

45 años

45 años

50 años

51 años

60 años

64 años

Ocupación

Actuaria

Ingeniero

Docente

Abogado

Escolaridad

Licenciatura

Licenciatura

Licenciatura

Maestría

Estado Civil

Casados

Divorciados

Ama

de

casa
Licenciatura

Médico
Licenciatura

Divorciados

Edad en el
momento
de

la

43 años

43 años

48 años

49 años

58 años

pérdida
Nombre del
hijo
Sexo
Edad

del

hijo
Tipo
muerte

de

KA

FR

MA

F

M

M

17 años

22 años

29 años

Accidente automovilístico

XX Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría
www. interpsiquis. com- abril 2019. Psiquiatria. com

Accidente
automovilístico

Suicidio

62 años


TÉCNICA
Las técnicas empleadas fueron entrevista a profundidad y autobiografía; previamente se
integraron las guías de tópicos, la cuales se turnaron a cuatro jueces expertos en la materia,
con el fin de establecer si éstas, realmente reflejaban un dominio específico de contenido
sobre la temática de estudio.

PROCEDIMIENTO
La investigación fue de corte cualitativo y el estudio de caso de tipo exploratorio, para lo cual
se tuvieron en cuenta dos ejes temáticos: duelooptimismo Trágico. Una vez que se
estableció el contacto con los posibles participantes que cumplieron con los criterios de
inclusión, se les informó sobre el objetivo y alcance de la investigación, así mismo, se les
solicitó su autorización por escrito (consentimiento informado),  garantizándoles
la confidencialidad de sus datos personales. El análisis de la información recabada se realizó a
través del método fenomenológico, ya que al ser una investigación cualitativa, la verdad es
individual y los participantes son expertos en su tema de vida.

RESULTADOS
A continuación se presentan los resultados encontrados, así como el análisis de los mismos,
se consideró para ello trabajar por eje temático, lo anterior con la finalidad de facilitar su
comprensión.

Eje temático 1. Duelo
Tomando el hecho de que, hacer un duelo, es el término que mejor describe la tarea por
emprender luego de la muerte, puesto que, por definición, otorga al doliente un papel activo
y responsable en su proceso (Fonnegra, 2001); a continuación se
analizan las fases y características que presentan los padres, de acuerdo al tipo de duelo que están cursando.

duelo normal
Esta categoría de análisis de acuerdo con la propuesta de Kübler-Ross (1992) está integrada
por los siguientes indicadores: negación, rabia e ira, negociación y regateo, depresión y
aceptación.
Negación:
Dentro de esta fase, todos los participantes intentaron defenderse de la terrible noticia, con
la intención de elevar sus defensas y así poder resistir el aturdimiento inicial, el cual fue
expresado por los padres de KA y de MA en frases como: "querer salir corriendo" y "que las
cosas sean como antes"; lo cual es muestra de su deseo de huir de la realidad y no tener que
pasar por lo que sigue a partir de ese momento. Lo anterior coincide con lo expuesto por
Kübler-Ross (1992), quien refiere que en la negación el doliente pone en marcha sus defensas
con la finalidad de aminorar el impacto, es decir, la persona levanta sus mecanismos de
defensa para posponer y disminuir, aunque sea un poco, la agresión que implica el recibir tan
terrible noticia; en los casos analizados, se reconoce la presencia de esta fase ya que los
padres tuvieron esta reacción al enterarse de la pérdida de su hijo/a, al referir que era una
pesadilla o que no podían creerlo. De acuerdo con Fonnegra (2001) en esta etapa los
sentimientos tienden a reprimirse, por ello las personas pueden llegar a sentirse muy solos y
tristes, tal y como lo manifestaron los participantes, al referir que sentían una soledad y
tristeza que nunca antes habían sentido.
Este mecanismo inicial lleva a los participantes a pensamientos como "no quiero", "no es
posible", "esto es un error", como indicativo del shock y la inmediata negación de los hechos,
tratando de convencerse de que ha habido una equivocación, Kübler-Ross (1992) explica, que
esto facilita a las personas a movilizar sus defensas para poder defenderse de lo que vendrá
posteriormente y así lo manifiestan los participantes al aceptar que buscaban
desesperadamente un lapso para pensar en lo que vendría de manera más serena y es por
ello que intentan tomar distancia temporal de lo que está sucediendo, con la finalidad de lograr
una adaptación que sea más saludable que la terrible noticia que acaban de recibir y así lo
menciona Fonnegra (2001), haciendo hincapié en que la negación es un verdadero intento de
amortiguar el efecto del primer impacto.

Otra característica importante que presentaron los padres de MA es el pensar que la vida no
tiene ya ningún sentido, así como estar abrumados y sin dirección, lo cual se relaciona con lo
referido por Roccatagliata (2012) quien señala que ese sentimiento de adormecimiento es
normal, junto con preguntarse, si se podrá seguir adelante, si se logrará, así como, por qué
seguir adelante.
A su vez los padres de KA refirieron que a pesar de sentirse anestesiados, siempre estuvieron
conscientes de que no volverían a ver a su hijo/a, es decir, no niegan la muerte sino el dolor
que la muerte les provoca, así lo que predomina es un sentimiento de incredulidad de que ya
nunca más podrían volver a verle; Fonnegra (2001) explica que lo anterior, protege el cuerpo
y la mente del doliente, para que poco a poco pueda adaptarse a su nueva realidad.
rabia e ira:
En cuanto a la rabia e ira, los seis padres revelaron haber sentido mucho enojo contra Dios,
contra la pareja, contra el hijo/a fallecido/a, e incluso contra ellos mismos. Este puede
traducirse como el darse cuenta de que los planes, sueños, esperanzas y expectativas, que se
tenían en torno al hijo/a no podrán cumplirse debido a su muerte. En relación a ello KüblerRoss (2010) explica que dentro de esta etapa, el enojo sentido no tiene una dirección concreta,
es decir, se manifiesta contra todo lo que rodea al doliente. A su vez Fonnegra (2001) refiere
que una característica primordial de esta fase es que se llega a una explosión de sentimientos
y emociones.
En la información recabada en torno a este indicador, los participantes solían preguntarse
cosas como: "¿Por qué a mí?", "¿Por qué ahora?", o bien "no es justo"; lo cual los remitía al
enojo, consigo mismos, con los demás, con la vida, con todo, incluso con quienes intentaban
consolarlos. En palabras de Kübler-Ross (1992) la ira inunda todo alrededor del doliente, el
cual crea la necesidad de expresar su rabia para poder liberarla; en este caso, los padres
demuestran esto, al relatar que nada les parecía, ni les conformaba o confortaba, ya que su
corazón estaba lleno de dolor, odio y rencor;  y su estabilidad estaba atropellada por la
realidad.
Los padres relatan que su enojo se dirigió principalmente hacia su hijo/a fallecido/a, hacia sí
mismos, hacia amigos, familiares e incluso contra padres que podían aún disfrutar de sus
hijos, lo cual coincide con lo expuesto por Kübler-Ross (2010) en cuanto a que el enojo y/o
envidia suele dirigirse hacia cualquier individuo que simbolice vida o energía.

En el caso de los participantes este enojo y resentimiento terminó volcándose en culpa,
generando con ello un enojo aún mayor.
En palabras de Fonnegra (2001) debajo de esta ira ilimitada se encuentra el gran dolor
producido por la pérdida, lo cual es necesario identificar y expresar con la finalidad de iniciar
el proceso de sanación.
Negociación y regateo:
Se tuvo que las negociaciones establecidas por todos los padres, las hicieron principalmente
con Dios, lo que les supone una esperanza de que la situación se pueda revertir, así mismo,
concuerdan en no habérselo contado a nadie, ya que sienten que no lo entenderían, cosa que
los hace sentir más vulnerables, al tiempo de que es un acto inconsciente entre ellos y su Ser
Supremo y la mayoría relata haber iniciado la negociación casi al año de la pérdida de su
hijo/a. Kübler-Ross (2010), señala al respecto que dentro de esta fase, el deudo intenta hacer
pactos, ya sea para aligerar el dolor o bien, para poder reunirse con la persona amada; dentro
de las entrevistas el padre de KA menciona haber intentado hacer pactos para postergar el
sufrimiento y el dolor sentido, y para encontrar fortaleza, todos ellos con la finalidad de tratar
de evitar lo inaceptable.
Así mismo los padres de FR, de MA y la madre de KA, comentan que cesan las negociaciones,
en el momento en que se dan cuenta de que la pérdida es real y toman cuenta de que su
hijo/a ya no está ni estará presente, es decir, cuando se hacen conscientes de la
irreversibilidad de la muerte y de que no sería posible que dios los llevará de vuelta con su
hijo/a; Roccatagliata (2012), explica este hecho al mencionar que es una etapa muy
importante ya que ayuda al doliente a reconocer que no hay marcha atrás.
En palabras de los padres, esto era el último recurso que les quedaba para poder posponer lo
sucedido y/o aliviar su sufrimiento, lo cual coincide con lo señalado por Klass (1999) quien
menciona que esta fase es la más breve y se trata del último esfuerzo para posponer el dolor,
lo cual supone un trabajo agotador ya que tienen que lidiar con pensamientos que no coinciden
con la realidad
En relación con lo anterior Kübler-Ross (2010) escribe que las negociaciones pueden hacerse
antes de la muerte en caso de enfermedad terminal, o bien después de la muerte para negociar
el dolor que la pérdida ha dejado; así, los participantes intentaban en silencio y en secreto
hacer un trato con Dios para que les regresara a su hijo/a, ofreciendo a cambio un nuevo
estilo de vida o un mejor trato, o bien, mayores demostraciones de amor y comprensión.

En relación con ello Fonnegra (2001) explica que mecanismo se utiliza para protegerse de la
dolorosa realidad, la cual no ofrece una solución por mucho tiempo ya que conduce al
remordimiento y a la culpa; sentimientos experimentados por los participantes y que
interfirieron con su proceso para la sana resolución del duelo.
Kübler-Ross (2006) puntualiza que otra pregunta frecuente en esta etapa es "¿Qué hubiera
sucedido si. . . ?", lo cual se puede hacer evidente en los relatos de los participantes, cuando
dan cuenta de que se quedaron un tiempo considerable pensando en el pasado e intentando
negociar una salida, pensando regularmente en cómo sería la vida si su hijo/a estuviera con
ellos y no hubiera muerto, lo que harían y cómo aprovecharían el tiempo con ellos.
Depresión:
Una vez que todos los participantes tomaron consciencia de la pérdida, pudieron sacar a flote
todas las emociones que se habían guardado, principalmente una gran tristeza, la cual, relatan
jamás haber sentido. En relación con lo anterior Kübler-Ross (1994) plantea que esta fase
aparece cuando ya no pueden negar la situación y afloran los sentimientos de pérdida junto
con una gran tristeza.
Los padres de KA y de MA se alejaron de todo y de todos, ya que no tenían ánimos de seguir
ni de hacer o ver algo, lo cual de acuerdo con Fonnegra (2001) es una reacción normal, ya
que el doliente empieza a comprender la certeza de la muerte, lo que trae como consecuencia
un aislamiento social en todos los aspectos.
Además de la tristeza los padres manifestaron sentir desesperanza, miedo, incertidumbre y
sentirse preocupados por cosas de poca importancia, y que el hecho de levantarse cada
mañana suponía un gran reto para ellos, al respecto Roccatagliata (2012) menciona que
comportamientos como éstos son un indicativo de que el doliente ha comenzado a aceptar la
muerte de su ser querido.
Así mismo referían sentir que la depresión y todo lo que la acompaña no iba a terminar nunca,
por lo cual se muestran impacientes y con deseo de no estar más tiempo en ella, pero tal
como dice Rojas (2008), que a pesar de que el doliente sienta que la depresión durará por
siempre, es un proceso necesario que debe de pasar ya que es una respuesta adecuada a la
gran pérdida, por lo que las emociones de esta etapa deben experimentarse para poder salir
de ella.

Aceptación:
En cuanto a esta fase todos los participantes manifestaron que no han aceptado el hecho de
que sus hijos hayan fallecido, sobre todo por las circunstancias de su muerte y la magnitud
de la pérdida. Así mismo subrayan que nunca llegarán a aceptar, que su hijo/a se haya
marchado de la manera en la que lo hizo. Al respecto Fonnegra (2001) menciona que cuando
la muerte de un hijo/a llega de manera inesperada es casi imposible aceptarla por el impacto
que ésta representa. Por otra parte los padres refirieron que quizás puedan aprender a vivir
con la ausencia y muerte de su hijo/a, ya que saben que no hay nada que pueda remediar
este hecho. De acuerdo con Kübler-Ross (1994) es una de las características de esta fase, y
tiene que ver con el llegar a adaptarse a la vida sin la persona fallecida, aprender a convivir
con la ausencia y reacomodar la vida.
El desgano y la falta de ganas para realizar actividades son características presentes en los
padres de KA y de FR, así como el sentirse paralizados y sin energía, al respecto Fonnegra
(2001) comenta que estas actitudes son completamente normales ya que vivir la ausencia y
aceptarla es una tarea titánica, que suele ser superior a las propias fuerzas y que a la vez
roba toda la energía para reaccionar y actuar. Así mismo hicieron hincapié en que sus fuerzas
se concentran en sobreponerse al sufrimiento y a la depresión, que se han dado cuenta de
que su hijo/a no va a regresar nunca y eso los ha llevado al paso del tiempo a establecer una
relación distinta con su hijo/a. Lo anterior coincide con lo expuesto por Kübler-Ross (2010)
quien dice que esta etapa consiste en aceptar la realidad de que la persona querida se ha ido
físicamente, por lo cual los dolientes deben de comprender que ésta será su nueva realidad
de manera permanente.
duelo COMPLICADO O PATOLOGÍA DE DUELO
El duelo complicado o patología del duelo, es aquel que se vive de manera trágica y este
sentimiento provoca malestares psicológicos lo cual resulta en una incapacidad para vivir y
relacionarse con el entorno; sus indicadores hacen referencia a: Comportamientos de no
aceptación de cuanto ha sucedido, a la percepción por parte del doliente de que la muerte se
pudo prevenir o evitar, así como no permitirse hacer un cierre y reconstruir obsesivamente
los eventos y el escenario.

Comportamientos de no aceptación de cuanto ha sucedido
Los seis padres entrevistados no pueden admitir la muerte de su hijo/a, esto se presenta como
una defensa del Yo ante lo inevitable, lo cual es una de las principales condiciones para que
el duelo se complique (Pangrazzi, 2008), explica que las personas que sufren de este, no
logran alcanzar la aceptación de la pérdida, debido a la ira, culpa y tristeza, los cuales no se
pueden superar en un duelo normal. Lo anterior se vincula con el hecho de que además de
no admitirlo, de que es algo que aún no pueden creer, tanto por la manera en la que falleció
su hijo, como por la manera en la que su vida cambió de un día para otro, es decir, les cuesta
aceptar su muerte por la manera violenta en la que ésta aconteció. Fonnegra (2001) da
evidencia de lo anterior, al señalar que el duelo suele complicarse cuando la muerte es
ocasionada de manera inesperada (traumática, violenta o mutilante).
Por otra parte se tuvo que los padres de KA y de MA tenían la necesidad de mantenerse
ocupados, con la finalidad de huir de la realidad y tener la percepción de que la vida seguía
tal y como la conocían antes del deceso, esto como defensa propia del organismo, ya que de
lo contrario, en su imaginario, aparecerían los sentimientos que habían sido reprimidos hasta
ahora y esto generaría más estrés y ansiedad en ellos, Roccatagliata (2012) expresa que esto
es una conducta dañina normal, ya que tratan de ocultar su dolor tras una fachada de
admirable fortaleza, como el trabajar en exceso.
percepción del doliente de que la muerte se pudo prevenir o evitar
En el discurso de los seis padres se pudo identificar que éstos viven con la idea de que la
muerte la pudieron haber evitado si hubieran actuado de manera diferente, aspectos que han
complicado su duelo, y les ha ocasionado fuertes sentimientos de culpa, junto con coraje y
enojo contra sí mismos. Al respecto Fonnegra (2001) menciona que es una reacción
psicológica común en un duelo patológico, principalmente tras una muerte inesperada en la
que los deudos se reprochan no haber hecho lo suficiente por el difunto.
Principalmente las madres, son las que creen que la muerte de su hijo/a pudo ser evitada, lo
cual se relaciona con lo expuesto por Kóvacs (2002), cuando menciona que el sentimiento
materno de pérdida irreparable se agrava y conduce a la misma a una desorganización
psicológica.

En relación con lo anterior Worden (2013) plantea la culpa cultural, en la cual subyace el
hecho de que los padres cuiden y custodien a sus hijos; lo cual se hace manifiesto en los
entrevistados, al asegurar que son culpables, ya que no cumplieron con su rol de padres, por
no evitar esto o aquello o por no haber actuado de otra manera, para evitar o prevenir la
muerte de sus hijos.
No se permite hacer un "cierre"
Se pudo identificar que uno de los dolores más difíciles que han tenido que enfrentar los padres
de KA, de FR y la madre de MA ante la vivencia de la muerte, es no haberse podido despedir
de su hijo/a, aspecto que les ocasiona graves dificultades para llevar a cabo su trabajo de
duelo y cierre, ya que no han podido aceptar la irreversibilidad de este acontecimiento, además
de sentirse sin fuerza, y con mucha necesidad de manifestar el amor sentido hacia su hijo/a;
Roccatagliata (2012) escribe al respecto que cuando se frena el proceso de duelo, no es
tangible para el doliente ver en su sufrimiento una oportunidad para expresar amor, curar
heridas, así como, descubrir nuevas fuerzas y virtudes.
Situación que suele volverse compleja, para los padres de KA por el hecho de que no les fue
posible a los padres pedir perdón a su hija por sus errores, en el caso de los padres de FR y
la madre de MA el recordarles el gran amor que les profesaban; lo que de igual de manera
retrasa el proceso de duelo y les imposibilita hacer un cierre, y despedirse. Esto genera que
los dolientes, de acuerdo con Fonnegra (2001) sobredimensionen los eventos relacionados
con la muerte de su hijo/a y lo sucedido antes de ella, tal como se presentó en los padres de
KA, ya que tuvieron una discusión previa con su hija, y ante el acontecimiento de su muerte
se autoreprochan y culpan de manera desproporcionada. Pangrazzi (2008) argumenta que el
problema radica principalmente en la despedida, los sentimientos o las culpas, lo cual puede
llegar a repercutir gravemente en el proceso de duelo.
Por otra parte los padres (varones) de KA y FR señalan que dentro de las expectativas que
tenían con y hacia sus hijos, la muerte no figuraba, ya que solo había lugar para la vida; en
sus narraciones se pudo identificar que ellos no hubiesen querido que la muerte de su hijo/a
fuera de esta manera, sino a una edad en la que hubieran logrado alcanzar sus sueños y
madurez y acompañados de sus seres queridos, tales aspectos han contribuido a que el duelo
en ellos se haya complicado. Fonnegra (2001) refiere la importancia de encontrar un porqué
a la muerte, pero no sólo un porqué, sino un porqué así, convirtiendo esto en una gran
necesidad, lo que se puede considerar como otro factor que suele complicar el duelo.

Reconstrucción obsesiva de los eventos y el escenario
Con respecto a esta característica, solo el padre de MA, cuyo hijo se suicidó, menciona haber
reconstruido de manera obsesiva los eventos y las características de la muerte, lo cual
desencadenó en él estrés postraumático, así como la aparición de escenas e imágenes
representativas de la muerte de su hijo; esta situación lo llevó a consultar un psiquiatra, y
hasta la fecha se encuentra medicado, lo anterior es comprensible de acuerdo con
Roccatagliata (2012) quien explica que cuando la muerte es inesperada, el pensamiento del
deudo se ocupa principalmente por los sucesos relacionados con la muerte y los momentos
anteriores a esta.
En relación con ello Pangrazzi (2008) menciona que ante estas situaciones, la autoimagen de
la persona en duelo se resiente y es por esta razón que acude a la medicación, para poder
encontrar en ella, el valor que le falta para poder transitar por este camino. Otro aspecto
vinculado al duelo complicado, son los pensamientos de aquello que pudieron haber realizado
de manera diferente, o si debieron hacer algo más, para con ello evitar la muerte, o bien si su
labor como padres no fue correcta, tales aspectos se encuentran presentes en todos los
participantes. A
duelo CRÓNICO
Los participantes, dentro de este tipo de duelo, no han podido elaborar su pérdida y algunos
síntomas siguen apareciendo con el tiempo, las principales características son: tristeza
crónica, autocompasión, victimismo, huida de la realidad, rumiación que se convierte en
obsesión y permanencia en la conexión con el dolor.
tristeza crónica
La tristeza sentida por todos los participantes puede decirse que es de tipo crónico, por los
síntomas que presentan, ya que se encuentra presente todo el tiempo a causa de la pérdida
sufrida y a esta situación se le suman las realidades vividas en el día a día, tales como la
ausencia del ser querido, el tiempo que llevan sin verlo/a, sin hablar con él/ella y sin poder
encontrar una razón coherente por la que sucedió dicho acontecimiento, en torno a ello
Pangrazzi (2008) menciona que una característica de la tristeza crónica es la presencia de
ésta la mayor parte del día, la mayoría de los días.

Los seis padres reportan dolores de cabeza y cuerpo, principalmente los padres de MA quienes
han tenido dolores en el pecho. Por otra parte todos los participantes refieren un sentimiento
constante de desánimo, así como la falta de ganas para ocuparse de sus labores cotidianas,
o de ver a otras personas con las que antes disfrutaban pasar el tiempo, lo cual en su momento
les generó culpa ya que dejaron de atender a sus hijos y parejas, así como de la vida familiar.
De acuerdo con Roccatagliata (2012) cuando un hijo muere, el sufrimiento es tal que no tiene
cabida en los padres y por esta razón pueden presentar dolores físicos, así mismo explica que
el sentimiento de desánimo es normal, ya que tras la pérdida, la vida no tiene sentido, y que
las cosas que solían agradar pueden convertirse en un pesar.
Autocompasión
En tono a este indicador los padres de KA mencionan haber tenido sentimientos de
autocompasión, lo cual les resultó muy difícil de manejar, ya que la lástima por ellos mismos,
no les permitía fluir, en su proceso de manera adecuada. En relación con lo anterior Fonnegra
(2001) plantea que este sentimiento es muy difícil de manejar, ya que incapacita al deudo en
sus actividades sin dejar que el duelo tome su curso; en palabras de los participantes los hacía
sentirse atorados, y su respuesta era alejarse de su entorno y de su cotidianeidad. Ya que
sentían mucha tristeza por la manera en como murieron sus hijos, lo cual los hundía más y
más, en su pena. La autocompasión de acuerdo con Roccatagliata (2012) puede aparecer
disfrazada de pena por la muerte o pérdida de un ser querido.
Otros síntomas que refieren los padres de MA y KA son sentimientos negativos hacia sí
mismos tales como enojo, tristeza, coraje y lástima. El enojo que sentían consigo mismos es
por una parte por no haber podido evitar el fallecimiento y por otra parte por no poder salir
del estado en el que se encuentran y no poder ayudarse, lo cual forma parte del duelo crónico,
ya que como menciona Fonnegra (2001), el enojo con uno mismo dentro del duelo no se da
de manera global, sino con alguna parte de éste que no se puede concluir o cerrar, en los
participantes se puedo identificar que se encuentran enojados por ciertas situaciones, más
no por todo el proceso que viven, lo que resalta en ellos es las circunstancias en las que
aconteció la muerte.

Victimismo
Los padres FR relatan que el que a su hijo lo asesinó un borracho que iba en la carretera, que
fue víctima del que lo mató, y ellos son víctimas de esta situación, lo que los conduce a una
decepción mayor y aumento considerable de sufrimiento, en relación con lo anterior Pangrazzi
(2008) escribe que esta forma de afrontar el sufrimiento, principalmente por una pérdida,
lleva al deudo a una visión más pesimista de la realidad, lo cual produce mayores malestares.
Esto coincide con lo expuesto por Roccatagliata (2012) quien menciona que la mayoría de los
padres con este tipo de duelo, caen en el victimismo crónico, lo cual ocasiona que los
sentimientos negativos como la ira y el resentimiento se alimenten, y puede desembocar en
un victimismo agresivo.
A su vez la mamá de KA, expresa sentir que es mirada con lástima, así como sentirse agredida
por los demás (entorno laboral y familiar), ya que éstos la rechazan o murmuran cuando ella
pasa, al respecto Fonnegra (2001) refiere que cuando el deudo juega el rol de víctima, simula
una agresión o menoscabo inexistente, lo cual suele llevar a responsabilizar erróneamente al
entorno o a los demás.
Lukas (2002) plantea que la víctima proyecta de manera externa su situación, ya que requiere
esfuerzos personales y asumir una responsabilidad que no quiere afrontar: su propia vida.
Por otra parte, ambos padres mencionan que se sienten débiles y maltratados y que no
encontraron apoyo y comprensión en los demás, más que el uno en el otro, lo cual coincide
con lo descrito por Fonnegra (2001) quien menciona que el pensamiento del deudo que se
victimiza, consiste en mostrarse débil y maltratado, buscando apoyo en el otro que le es
cercano, para así evitar tener que hacerlo en otros ámbitos.
Huida de la realidad
Los padres varones de KA y FR con respecto a esta característica, reportaron haber intentado
huir de la realidad, de la tristeza, el dolor y el sufrimiento causado por la muerte de su hijo/a,
esto con la necesidad de no querer reconocer la realidad tan amenazadora que supone su
pérdida, en relación con ello Fonnegra (2001) menciona que estas actitudes representan uno
de los mecanismos más comunes, y lo que desea el deudo es oponerse a reconocer la
existencia de las vivencias tan dolorosas que están atravesando, así mismo señala que no es
que la persona no esté consciente de su realidad, más bien es una especie de autoengaño
para protegerse de la situación.

Así mismo comentaron que se hicieron cargo del dolor de su pareja, lo cual puede deberse al
hecho de experimentar temor y/o imposibilidad para hacerse cargo del propio dolor, o bien
con la esperanza de darle un giro a su realidad y cambiar el entorno de su pareja, y así evitar
mayor sufrimiento, desamparo y desolación; En sus palabras no era posible que ellos como
hombres se derrumbaran, más bien su deber era apoyar a sus parejas, a este respecto dicha
autora plantea que este tipo de situaciones es común, y la estrategia consiste en medir las
posibilidades reales de cambiar la realidad y no enfrentarse directamente a la situación y esto
evita una frustración mayor. Quizás por ello, estos padres tomaron la actitud de ser los fuertes
y sostener al resto de la familia, para no quebrantarse frente a la pérdida de sus hijos.
rumiación que se convierte en obsesión
Con respecto a esta característica, cinco de los entrevistados refieren haber tenido
pensamientos constantes en torno a la manera tan trágica en la que murieron sus hijos, así
como buscar la manera para dejar de hacerlo; a este respecto, Roccatagliata (2012) indica
que los deudos que tienen rumiaciones tienen la necesidad de pensar en la manera en la que
falleció su hijo/a, pero al mismo tiempo, necesitan dejar de hacerlo y es cuando se produce la
lucha entre el deseo de hacerlo y la necesidad de descansar sus pensamientos.
Otra de las rumiaciones recurrentes en los participantes es la culpa generada por la muerte
de su hijo/a, por ejemplo en el caso de KA, ambos padres tuvieron una fuerte discusión con
ella por su comportamiento, lo cual la llevó a salirse de su casa enojada y alterada, posterior
a ello tuvo el accidente en el que murió. Mientras que los padres de MA muestran un fuerte
sentimiento de fracaso como padres, en relación con ello Payás (2010) sugiere que cuando
las rumiaciones se producen por desencadenantes: como discusiones, equivocaciones,
contratiempos, entre otros, que son hechos que no se saben procesar y por esa razón se
mantiene en los pensamientos de los deudos permanentemente; y que de no solucionarse
pueden llevar a la persona a un estrés abarcativo.
Igualmente, los padres refieren que constantemente se plantean cuál fue el último
pensamiento de sus hijos, qué sintieron al momento de su muerte, si sufrieron o no, estos
pensamientos, les han generado estrés e infortunio y con el paso del tiempo, ha llegado a
volverse una obsesión, ya que no encuentran una razón a esta vivencia.

En relación con este hecho Fonnegra (2001) explica que el pesar surge cuando hay
experiencias a las que no se les puede otorgar un sentido, lo cual desencadena, junto con las
rumiaciones, sentimientos de estrés, frustración, tristeza y apatía.
Permanencia en la conexión con el dolor
Los seis participantes, coinciden en sentir mucho dolor, particularmente las madres de FR y
de MA, afirman que "esto será siempre así, que nunca va a dejar de doler", al respecto
Pangrazzi (2008) refiere que la persona está como anclada en su pena, con una sensación de
impotencia o rabia, lo cual parece congruente con el relato de las participantes, ya que en sus
palabras el dolor y el sufrimiento lo sienten tal como el primer día y que las heridas que éstas
pérdidas les han dejado, permanecen abiertas y que no pueden evitarlo.
El sentimiento de que el dolor nunca va a terminar, los padres lo asocian con el tiempo que
ha pasado después de la pérdida y que su vida no ha logrado acomodarse y se predisponen
con el pensamiento de que el dolor y los recuerdos de la muerte de su hijo/a no cesarán
nunca, lo cual de acuerdo con Payás (2010) se puede explicar cómo una actitud de defensa
del Yo para no aceptar la angustia, la ansiedad y mucho menos el dolor, con el que se
encuentran en constante conexión. En el caso de ambas madres, el dolor sigue latente como
el primer día y en sus relatos se percibe como ilimitado, los recuerdos aun cuando ha pasado
el tiempo siguen matizados de dolor, llanto y desesperanza.
Por otra parte la mamá de FR, menciona que ha intentado actuar como si nada hubiera
sucedido y se ha propuesto continuar con su vida en las mismas condiciones que antes de la
pérdida de su hijo. Lo anterior coincide con lo descrito por Roccatagliata (2012) quien
puntualiza que la indiferencia es una actitud normal ante la muerte de un hijo/a, con lo que
se intenta volver a la hipotética normalidad, pero esto es una máscara ya que es ineludible
que hubo un despojo y nada es igual y esta pérdida irrumpe irremediablemente en la vida
cotidiana y a partir de ese momento, nada es igual. Lo cual permite entender la cronicidad del
duelo.

duelo EVITATIVO
Dentro de éste, las reacciones emocionales del duelo no aparecen y la actuación del deudo es
como si no hubiera ocurrido nada, sus indicadores son: incapacidad para responder a la
pérdida, sentirse anestesiado y no poder expresar abiertamente la aflicción, tristeza o enfado,
las respuestas del duelo están inhibidas, suprimidas o pospuestas, expresión de pocos
sentimientos en los primeros momentos, así como negar las propias necesidades.
Incapacidad para responder a la pérdida
Esta situación fue reportada tanto por el papá de KA y la mamá de MA, quienes mencionan
seguir sintiendo la presencia de su hijo/a y esperan conscientemente que un día regrese,
Fonnegra (2001) señala que esta actitud pone de manifiesto que la persona posee una
esperanza infundada de que la persona fallecida regresará, provocando en los dolientes un
estado de ansiedad que no permite la evolución del duelo.
Ya que ante la espera de que su hijo/a vuelva, emergen sentimientos de desinterés y falta de
involucramiento emocional por el mundo que les rodea con la finalidad de protegerse del
sufrimiento que la pérdida les causó, al tiempo que no quieren hacer consciente el hecho de
que sus hijos no van a volver, es decir, que no tiene solución, situación que ambos padres no
quieren asumir, y esto coincide con lo reportado por Roccatagliata (2012) quien afirma que
cuando un hijo muere, los padres se bloquean emocionalmente, es decir, no se permiten una
respuesta emocional congruente con el suceso de la muerte, así toda su energía se concentra
en resolver una situación que no tiene marcha atrás.
Lo anterior los incapacita para elaborar su pérdida y aletarga su



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