Los problemas que surgen en una era ligada al individualismo, a lo light, al consumismo y al libre-mercado, traen aparejados nuevas patologías. El desempleo, la falta de recursos tanto psíquicos como socioeconómicos, el malestar cultural, y la impotencia del aislamiento que provoca el sistema, reducen la capacidad de los sujetos de encontrar soluciones a su sufrimiento sujetivo. Aparecen ligados a todas estas condiciones problemas de salud mental, como las llamadas nuevas patologías: estrés, ataques de pánico, problemas de la alimentación, cargas de angustia intramitables, y una merma de la autoestima y de defensas eficaces que resguarden a los sujetos. La crisis deja entonces imágenes de sujetos devastados, sumergidos en el sufrimiento horroroso al cual han sido sometidos. Silvia Bleichmar lo refleja en la siguiente frase: ? El dolor país se mide también por un ecuación: La relación ente la cuota diaria de sufrimiento que se le demanda a los habitantes y la insensibilidad de quienes son responsables de buscar una salida menos cruenta. ?
Ante esto, podemos ver que si bien hay una responsabilidad por parte de sistemas de poder, ello no debe paralizar a los sujetos en la individualidad de sus sufrimientos. La acción colectiva como la manera de que, activamente, se pueda tramitar el padecimiento psíquico. Solo a través de propuestas comunitarias es posible producir una nueva forma de subjetivación que permita disminuir la alineación, y cambiar el déficit sujetivo individualista por un superávit comunitario solidario. Estos nos reenvía a la idea de una red social de contención y de producción terapéutica que permita superar los efectos traumáticos que la crisis y las condiciones precarias de vida han dejado en los sujetos argentinos. Será desafío que toda la sociedad, en conjunto con los profesionales de la salud, el deber de enfrentarse a la lucha por recuperar la salud y la condición de sujetos sociales y deseantes. Ante esta realidad, ¿ Qué tipo de tratamiento proponemos quienes estamos trabajando en post de la salud mental?
Efectos a nivel psíquico- subjetivo de la crisis en la Argentina y las respuestas posibles.
Julieta Sourrouille.
UBA, Gob De la Ciudad de Buenos Aires.
Resumen
Los problemas que surgen en una era ligada al individualismo, a lo light, al consumismo y al libre-mercado, traen aparejados nuevas patologías. El desempleo, la falta de recursos tanto psíquicos como socioeconómicos, el malestar cultural, y la impotencia del aislamiento que provoca el sistema, reducen la capacidad de los sujetos de encontrar soluciones a su sufrimiento sujetivo. Aparecen ligados a todas estas condiciones problemas de salud mental, como las llamadas nuevas patologías: estrés, ataques de pánico, problemas de la alimentación, cargas de angustia intramitables, y una merma de la autoestima y de defensas eficaces que resguarden a los sujetos. La crisis deja entonces imágenes de sujetos devastados, sumergidos en el sufrimiento horroroso al cual han sido sometidos. Silvia Bleichmar lo refleja en la siguiente frase: “ El dolor país se mide también por un ecuación: La relación ente la cuota diaria de sufrimiento que se le demanda a los habitantes y la insensibilidad de quienes son responsables de buscar una salida menos cruenta. ” Ante esto, podemos ver que si bien hay una responsabilidad por parte de sistemas de poder, ello no debe paralizar a los sujetos en la individualidad de sus sufrimientos. La acción colectiva como la manera de que, activamente, se pueda tramitar el padecimiento psíquico. Solo a través de propuestas comunitarias es posible producir una nueva forma de subjetivación que permita disminuir la alineación, y cambiar el déficit sujetivo individualista por un superávit comunitario solidario. Estos nos reenvía a la idea de una red social de contención y de producción terapéutica que permita superar los efectos traumáticos que la crisis y las condiciones precarias de vida han dejado en los sujetos argentinos. Será desafío que toda la sociedad, en conjunto con los profesionales de la salud, el deber de enfrentarse a la lucha por recuperar la salud y la condición de sujetos sociales y deseantes. Ante esta realidad, ¿ Qué tipo de tratamiento proponemos quienes estamos trabajando en post de la salud mental?
Los problemas que surgen en una era ligada al individualismo, a lo light, al consumismo y al libre-mercado, traen aparejados nuevas patologías. El desempleo, la falta de recursos tanto psíquicos como socioeconómicos, el malestar cultural, y la impotencia del aislamiento que provoca el sistema, reducen la capacidad de los sujetos de encontrar soluciones a su sufrimiento sujetivo. Aparecen ligados a todas estas condiciones problemas de salud mental, como las llamadas nuevas patologías: estrés, ataques de pánico, problemas de la alimentación, cargas de angustia intramitables, y una merma de la autoestima y de defensas eficaces que resguarden a los sujetos. La crisis deja entonces imágenes de sujetos devastados, sumergidos en el sufrimiento horroroso al cual han sido sometidos. Silvia Bleichmar lo refleja en la siguiente frase: “ El dolor país se mide también por un ecuación: La relación ente la cuota diaria de sufrimiento que se le demanda a los habitantes y la insensibilidad de quienes son responsables de buscar una salida menos cruenta. ” Ante esto, podemos ver que si bien hay una responsabilidad por parte de sistemas de poder, ello no debe paralizar a los sujetos en la individualidad de sus sufrimientos. La acción colectiva como la manera de que, activamente, se pueda tramitar el padecimiento psíquico. Solo a través de propuestas comunitarias es posible producir una nueva forma de subjetivación que permita disminuir la alineación, y cambiar el déficit sujetivo individualista por un superávit comunitario solidario. Estos nos reenvía a la idea de una red social de contención y de producción terapéutica que permita superar los efectos traumáticos que la crisis y las condiciones precarias de vida han dejado en los sujetos argentinos. Será desafío que toda la sociedad, en conjunto con los profesionales de la salud, el deber de enfrentarse a la lucha por recuperar la salud y la condición de sujetos sociales y deseantes. Ante esta realidad, ¿ Qué tipo de tratamiento proponemos quienes estamos trabajando en post de la salud mental?
La crisis que afectó a nuestro país, y que se hizo sentir con mayor fuerza a fines de diciembre del 2001, no ha sido sin consecuencia para toda la sociedad argentina; lo que quiere decir también la afectación de los ámbitos de salud, y las prácticas terapéuticas. Nuevas formas de expresarse las patologías se han mostrado, desde la crisis y con anterioridad a esta. La crisis no sola afecta las posibilidades económicas de las personas en la Argentina, sino que subjetivamente se produjo un cambio en los modos de pensar y de vivir. Se producen nuevas formas de subjetivación. Aparecen formas alternativas desde donde la comunidad consigue producir medios para seguir viviendo. Es por ello que este trabajo se piensa a partir de los efectos a nivel psíquico que los sujetos sufrieron a partir de la última crisis socio-económica en nuestro país. Si bien creemos que hablar de un trauma social, equiparándolo a la noción de trauma psíquico que nos aporta el psicoanálisis, sería una mala reducción conceptual y una errónea forma de concebir los momentos socio-históricos según efectos a nivel del aparato psíquico de los sujetos; sí creemos que las crisis, tanto la que sucedió en la Argentina en el 2001 como así también las crisis y las catástrofes provocadas por razones naturales o sociales que se han ido produciendo en todo el mundo, tienen efectos diversos a nivel subjetivo. Esto quiere decir que no podemos hablar de efectos lineales en todos y cada uno de los sujetos, y que habrá que ver cómo a cada uno que le toca atravesar esa crisis, y con qué herramientas a nivel psíquico cuenta para poder sobrellevar esos momentos. Con ello queremos decir que las nuevas patologías no pueden leerse linealmente como efecto de tal o cual momento socio-histórico, aunque si es cierto que los efectos de las crisis y las catástrofes sociales repercuten sobre las subjetividades, y sobre las formas en que se tramita y se ponen en juego las herramientas psiquicas para poder sobrellevar los momentos de angustia que las crisis conllevan. Lo que consideramos de vital importancia, y creemos digno de volver a resaltar es que el trauma, o la ausencia de este por la puesta en juego de las defensas psiquicas con las que se cuenta o, parafraseando a Freud, de las trincheras eficaces para enfrentar los momentos que socialmente se presentan como dificultosos; no es una consecuencia de la crisis social o de tal o cual momento socio-histórico (sea este de guerra, desastre natural, o catástrofe de otro orden) sino que tendrá que ver con la singularidad de cada uno de los sujetos, y con la puesta en cuestión de ella en ese momento particular. Por lo tanto, el trauma estará ligado a las diferentes formas en que esos momentos complicados pueden tramitarse o no. Si esta tramitación no es posible, se pueden encontrar como efecto las llamadas nuevas patologías. Cuando nos referimos a ellas parece que aún al día de hoy no nos pusiéramos de acuerdo, ya que muchas veces damos por sentado que nos estamos refiriendo a un monto de angustia intramitable (y con ello hacemos alusión a las neurosis actuales conceptualizadas por Freud), otras veces pareciera que asociamos estas nuevas patologías con los borderline (si tomamos la postura lacaniana diríamos que son sujetos situados al borde de alguna de las tres estructuras: neurosis, psicosis, perversión). Lo cierto es que la imprecisión para conceptualizar estas llamadas nuevas patologías trae aparejado la dificultad a la hora del tratamiento por parte de los terapeutas.
Desde el psicoanálisis vemos que en torno a lo traumático, a aquello que ingresa al aparato psíquico desde lo sorpresivo no permitiendo ningún tipo de apronte o huida, y que por lo tanto al romper las barreras protectivas produce la desorganización psíquica y el anegamiento libidinal. Recordemos en este punto a Freud, quien decia que en estos casos, como en las neurosis actuales y las neurastenias, no era posible el tratamiento psicoanalítico ya que no se presentaba un sintoma con la capacidad de ser desanudado. En estos casos al irrumpir una carga de energía mayor a la esperada y soportada por el umbral de protección psiquica, lo esperable es en principio un trabajo de contención por parte del profesional, sin intermediar necesariamente la palabra como conductora de ese momento de tratamiento. Quizás la merma de palabras, de significación que supone enfrentar momentos de crisis lleve a suponer que no hay tratamiento allí posible. Si bien es cierto que muchas veces no adviene alli significante alguno que pueda otorgar sentido a lo que sucede, creemos que sí existe la posibilidad de la puesta en juego de prácticas que creen nuevos sentidos para aquello que se presenta como lo irrepresentable, lo intramitable. Desde allí aparecen nuevas propuestas para trabajar sobre la subjetividad contemporánea, y las problemáticas que en nuestra época se van presentando.
El lugar que hoy ocupa la práctica psicoterapéutica viene modificandose junto con las transformaciones que las representaciones sociales de las prácticas asistenciales están padeciendo. Por lo tanto debemos tener en cuenta que si alguna ética y estética sustentaron a Freud y su invención teórica fue todo lo contrario a la intención de llevar sus conceptualizaciones como un dogma de fe.
Pensar la subjetividad en nuestra época es un paso necesario para reformular la comprensión de los modos de producción de los procesos y dispositivos terapéuticos. Esto exige la inclusión de ideas y conceptos que hagan posible la creación de las condiciones para el pasaje desde un paradigma puramente científico a uno que incorpore lo ético-estético. De este modo, lo que se procura es promover las estrategias de pensamiento que posibiliten habitar los devenires a los que la producción del inconciente nos arrastra. La clínica, la critica, y el pensamiento son un mismo proceso que expresa el devenir de una época, de una historia, las detenciones y las aceleraciones a las que nos arrastra una determinada producción de subjetividad. En muchas situaciones los hombres y las mujeres de nuestro tiempo quedan aterrorizados frente a estos devenires, sin poder crear el proceso de singularización. “Siguiendo a Deleuze, podríamos decir que el devenir es una intensificación, un cambio de ritmo, un dialecto en la propia lengua, una metamorfosis a partir de un proceso fragmentario. ”
Es entonces que este proceso se puede vivir de forma extraña y hasta atemorizante; y será trabajo clínico el poder darle la oportunidad para expresar la expansión de pensamientos, una línea de fuga para la creación de nuevos sentidos.
Pero recordemos que la mayoría de los pacientes que refieren este tipo de padecimiento (ligado a las nuevas patologías), se presentan como sujetos que han ido perdiendo sentidos, o por lo menos eso creen y padecen. Así queda afectada su relación con los otros y con la producción de nuevos sentidos. Una estrategia clínica debería tratar de recomponer el sentido en un sujeto esclavizado a un tipo de producción de subjetividad que lo aterroriza y lo demanda en términos de eficacia, éxito, etc.
Esta pérdida o demolición de sentido reclama procesos de resingularizacíon, algunos de los cuales están presentes en el plano social a través de los movimientos que han ido surgiendo en nuestra época actual. Es entonces que se buscan soluciones comunitarias que permiten romper con el aislamiento individualista, y de esta forma, se logra manifestar y sublimar la angustia en nuevos proyectos alternativos y solidarios. Surge de esta forma lo que se ha dado en llamar “terapia social. ” Esto es la contraposición a lo que la crisis ha dejado como imágenes de sujetos devastados, sumergidos en el sufrimiento horroroso al cual han sido sometidos.
Siguiendo la línea del anteriormente dicho, J. Petras nos explica que la resistencia popular que imprimen estos movimientos puede ser vista como la contra partida a los modelos neoliberales, de consumismo y de aislamiento individual. Al respecto Lipovesky nos da un panorama bastante amplio de los efectos que el postmodernismo trajo en la producción de subjetividad “ La sociedad posmoderna es aquella en que reina la indiferencia de masas, donde domina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acoge como lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un proceso ineluctable…. . La gente quiere vivir en seguida, aquí y ahora, y no forjar el hombre nuevo. . ” “ Es la moda del descompromiso del Estado, de las iniciativas locales o regionales, del reconocimiento de los particularismos e identidades territoriales……La seducción suprime la revolución, destruye las grandes finalidades históricas. . ” Pero, ante este modelo postmoderno y neoliberal, surgen resistencias que buscan caminos diferentes para poder vivir de una mejor forma y donde el concepto de solidaridad toma relevancia.
Con esto queremos decir que si bien hasta el momento las propuestas autogestivas se presentan como nuevas alternativas de solución, no podemos afirmar que el destino que corran en suerte estos movimientos siga en la línea de los que hasta ahora han logrado. Lo que sí podemos verificar es que hasta el momento son las propuestas que dan una opción de autonomía y de lucha que se corresponde con un sentido terapéutico/ salud. La clínica hoy tiene como desafio aprender a cartografiar estas complejas producciones de subjetividad para crear y devolver sentido a los acontecimientos, y recuperar espacios perdidos.
Referencias
1. S. Bleichman, Dolor País, Cap 2, pág. 28.
- Bleichmar, S. : Dolor País, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2002
2. Saidón O. , Clínica y Sociedad, pag. 84
- Saidón O. , Clinica y Sociedad, Buenos Aires, Lumen, 2002
3. Lipovesky, La era del vacio, prefacio, pag. 9
- Lipovesky, G. , La era del vacío, Barcelona, Anagrama 1986
4. Op. Cit, pag. 26-28
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