Se revisa algunos de los factores de riesgo para los trastornos alimentarios (hábitos alimentarios y peso en la infancia), enfatizando las contribuciones más relevantes. En los estudios de corte, casos-control y prospectivos comunitarios se ha examinado un buen número de potenciales factores de riesgo que incrementan la probabilidad de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria (TCA), un problema de salud prevalente en nuestra sociedad.
Han sido identificados factores conductuales y actitudinales, especialmente la preocupación por el peso excesivo, las dietas; una historia familiar de trastornos afectivos o alimentarios; la presión de los iguales (bromas acerca del peso, la gordura, insultos y comentarios despectivos), entre otros. Los modelos habituales consideran que los factores son aditivos (se suman unos a otros) y sus efectos varían de un periodo del desarrollo a otro; son modelos multifactoriales. Es una necesidad urgente examinar los factores de riesgo y protección para los trastornos de la conducta alimentaria, para diseñar una prevención segura y efectiva.
Hábitos alimentarios y peso durante la infancia como factores de riesgo de los TCA.
Pedro Manuel Ruiz Lázaro.
Psiquiatra. Salud. Huesca. Secretario Asociación Española psiquiatría Infanto-Juvenil (AEPIJ). Coordinador grupo ZARIMA prevención. Unidad Mixta de Investigación hospital Clínico-Universidad de Zaragoza.
PALABRAS CLAVE: factores de riesgo, infancia, Trastornos alimentarios, Peso.
(KEYWORDS: Risk factors, Childhood, Eating disorders, Weight. )
Resumen
Se revisa algunos de los factores de riesgo para los trastornos alimentarios (hábitos alimentarios y peso en la infancia), enfatizando las contribuciones más relevantes. En los estudios de corte, casos-control y prospectivos comunitarios se ha examinado un buen número de potenciales factores de riesgo que incrementan la probabilidad de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria (TCA), un problema de salud prevalente en nuestra sociedad. Han sido identificados factores conductuales y actitudinales, especialmente la preocupación por el peso excesivo, las dietas; una historia familiar de trastornos afectivos o alimentarios; la presión de los iguales (bromas acerca del peso, la gordura, insultos y comentarios despectivos), entre otros. Los modelos habituales consideran que los factores son aditivos (se suman unos a otros) y sus efectos varían de un periodo del desarrollo a otro; son modelos multifactoriales. Es una necesidad urgente examinar los factores de riesgo y protección para los trastornos de la conducta alimentaria, para diseñar una prevención segura y efectiva.
Abstract
The present report review some risk factors for eating disorders (eating habits, weight in childhood), emphasizing the more relevant contributions found. There is an urgent need to examine risk and protective factors for eating disorders, on which safe and effective prevention can be built.
Introducción
En los estudios de corte, casos-control y prospectivos comunitarios se ha examinado un buen número de potenciales factores de riesgo que incrementan la probabilidad de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria (TCA), un problema de salud prevalente en nuestra sociedad (11).
Han sido identificados factores conductuales y actitudinales, especialmente la preocupación por el peso excesivo, las dietas; una historia familiar de trastornos afectivos o alimentarios; la presión de los iguales (bromas acerca del peso, la gordura, insultos y comentarios despectivos), entre otros.
Los modelos habituales consideran que los factores son aditivos (se suman unos a otros) y sus efectos varían de un periodo del desarrollo a otro (17); son modelos multifactoriales (19, 20).
Objetivo
Revisar algunos de los factores de riesgo para los trastornos alimentarios (hábitos alimentarios y peso en la infancia).
Material y método
Revisión sistemática de la bibliografía nacional e internacional a través de una búsqueda informática y manual, en las bases de datos internacionales y nacionales.
Hábitos alimentarios
Los hombres usan más el ejercicio para el control ponderal mientras las mujeres recurren en mayor medida a las dietas restrictivas. La dieta puede ser el factor de riesgo clave de la diferencia entre los dos sexos para los TCA. Hacer dieta para adelgazar es el más importante predictor de nuevos TCA (8), aunque en un reciente meta-análisis se afirme que los datos sobre la dieta son contradictorios (13).
Y los estudios muestran, de forma consistente, que hacen régimen más mujeres que hombres. Así, lo demuestra nuestra investigación ZARIMA de 1997 en Zaragoza. En una muestra representativa, de 4. 047 adolescentes escolarizados, de 12 a 18 años, 2. 193 chicas y 1. 854 chicos, come alimentos de régimen siempre el 1, 5% de las mujeres adolescentes, y con frecuencia el 9, 4% de las mujeres frente al 0, 9% y 3, 7% de los varones. Piensa hacer régimen para adelgazar el 16, 1% de las mujeres siempre, y el 36, 6% a menudo, frente al 3, 4% y 9, 5% de los varones. El 8, 3% de las mujeres se compromete a hacer régimen siempre, y un 24 % con frecuencia, frente al 2, 4% y 7, 2% de los varones. Ha hecho régimen para adelgazar alguna vez en su vida el 41, 4% de las mujeres adolescentes. Además, se constata otra diferencia genérica: el diferente empleo del ejercicio físico. Hace mucho ejercicio para quemar calorías siempre el 7, 4% de las mujeres, y con frecuencia el 22, 1% de las mujeres, frente al 13, 1% y 28, 4% de los varones (9, 10, 11, 12).
Sólo una pequeña proporción entre el número enorme de chicas, mujeres jóvenes que hacen régimen llegan a ser anoréxicas o bulímicas. En el estudio ZARIMA un cuarenta por ciento lo han hecho alguna vez, y únicamente un cuatro y medio por ciento tiene un TCA, en el momento de entrevistarlas (con criterios diagnósticos estrictos DSM-IV, CIE-10 presentan F50. 0 anorexia nerviosa (AN) un 0, 14%, F50. 2 bulimia nerviosa (BN) un 0, 55% y F50. 9 TCA no especificado un 3, 83%). Actitudes alimentarias alteradas presentan el 16, 32% de las mujeres (IC 95%: 14, 8-17, 9%) y el 3, 3% (IC 95%: 2, 6-4, 2%) de los varones (9, 10, 11, 12).
El hábito de comer solo/a (en solitario) habitualmente puede considerarse un signo de alerta de TCA. En el estudio prospectivo a los 18 meses en 2. 509 chicas de 12 a 21 años navarras se identifica como el mayor factor de riesgo, con una odds ratio de 2, 9 (IC 95%: 1, 9-4, 6)(7). Los factores que incrementan la probabilidad de dieta parecen tener una influencia más importante como factor de riesgo en la BN que en la AN en un estudio caso-control (2, 3).
La influencia de los pares tiene una influencia directa en la restricción alimentaría (19, 20). Hay alguna prueba de la continuidad entre los problemas alimentarios en la infancia y posteriores TCA (22).
Obesidad, peso en la infancia
Dentro de los factores específicos individuales en la características premórbidas se incluye la obesidad en la infancia y adolescencia que predispone especialmente para la bulimia nerviosa, y puede operar sensibilizando a la persona respecto a su forma corporal, lo que le alienta a hacer régimen (2).
La existencia de sobrepeso (cada vez más creciente en la infancia como una de las tendencias de este mundo globalizado) es un factor de riesgo para el desarrollo de TCA. Entre un 7% y un 20% de anoréxicas tienen antecedentes de sobrepeso. Más, entre un 18% y un 40% en el caso de bulímicas. Puede deberse a que la tendencia al sobrepeso desemboca en la dieta y esta sea la desencadenante del TCA (16).
La preocupación corporal y la presión social son importantes factores de riesgo para el desarrollo de TCA entre los adolescentes (18). El tener sobrepeso, un elevado Quetelet ó Índice de Masa Corporal (I. M. C. ), adiposidad, excesivos nalgas y muslos (heredables), puede ser motivo de insatisfacción corporal (14, 15), preocupación y baja autoestima por la apariencia física (1), ante la presión social, ambiental, con burlas y comentarios críticos, desaprobación estética, por los pares o las figuras adultas con influencia (19, 20).
Esta insatisfacción puede llevar a adoptar medidas de control como las dietas restrictivas, normativas entre la población femenina adolescente y joven, que pueden desembocar, unidas a una vulnerabilidad genética y genérica (disfunción serotoninérgica), otros factores ambientales, en un TCA.
Conclusiones
El presente artículo revisa algunos de los factores de riesgo para los trastornos alimentarios (hábitos alimentarios y peso en la infancia), enfatizando las contribuciones más relevantes.
Es una necesidad urgente examinar los factores de riesgo y protección para los trastornos de la conducta alimentaria, para diseñar una prevención segura y efectiva.
Con el estado actual de conocimiento sobre factores de riesgo y protección (resiliencia) en la infancia y adolescencia (limitado, pero cada vez más sólido) ya podemos llevar a cabo programas preventivos efectivos que modifiquen las conductas precursoras de la enfermedad para disminuir la incidencia de TCA, como recientemente hemos demostrado (9).
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