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Religiosidad y riesgo de suicidio en un grupo de universitarios españoles.

Autor/autores: Esteban Pérez-Delgado
Fecha Publicación: 01/03/2006
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

En este trabajo se analizan las relaciones entre la religiosidad (autodefinición religiosa, asistencia a la Eucaristía e importancia de Dios en la propia vida) y el riesgo de suicidio, en un grupo de 302 estudiantes universitarios, hipotetizándose una relación negativa entre estas dos variables: a mayor religiosidad, menor riesgo de suicidio. Los instrumentos de evaluación utilizados son un cuestionario de Actitudes Religiosas y la Hopelessness Scale.

Los resultados indican que ni la autodefinición religiosa ni la frecuencia de asistencia a la Eucaristía dan lugar a diferencias significativas en riesgo de suicidio, al contrario que la importancia concedida a Dios en la propia vida, que sí da lugar a diferencias significativas. En cuanto a los factores de la HS, ni la autodefinición religiosa ni la asistencia a la Eucaristía dan lugar a diferencias significativas, mientras que la importancia de Dios en la propia vida sí da lugar a diferencias significativas en los factores 2 (Pérdida de motivación) y 3 (Expectativas de futuro).

Palabras clave: Desesperanza, Estudiantes universitarios, Religiosidad, Riesgo de suicidio


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Religiosidad y riesgo de suicidio en un grupo de universitarios españoles.

José Francisco Gallego-Pérez (1); Joaquín García-Alandete (1); Esteban pérez-delgado (2)

(1) Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” (Valencia, España)
(2) Universitat de València (Valencia, España)

PALABRAS CLAVE: religiosidad, riesgo de suicidio, desesperanza, estudiantes universitarios

(KEYWORDS: religiosity, suicide risk, hopelessness, university students)

Resumen

En este trabajo se analizan las relaciones entre la religiosidad (autodefinición religiosa, asistencia a la Eucaristía e importancia de Dios en la propia vida) y el riesgo de suicidio, en un grupo de 302 estudiantes universitarios, hipotetizándose una relación negativa entre estas dos variables: a mayor religiosidad, menor riesgo de suicidio. Los instrumentos de evaluación utilizados son un cuestionario de Actitudes Religiosas y la Hopelessness Scale. Los resultados indican que ni la autodefinición religiosa ni la frecuencia de asistencia a la Eucaristía dan lugar a diferencias significativas en riesgo de suicidio, al contrario que la importancia concedida a Dios en la propia vida, que sí da lugar a diferencias significativas. En cuanto a los factores de la HS, ni la autodefinición religiosa ni la asistencia a la Eucaristía dan lugar a diferencias significativas, mientras que la importancia de Dios en la propia vida sí da lugar a diferencias significativas en los factores 2 (Pérdida de motivación) y 3 (Expectativas de futuro).

Abstract

In this paper, relationship between religiosity (religious self-definition, Mass attendance and significance of God in life) and suicide risk is analyzed, in a sample of 302 university students. Hypothesis declare that this booth variables are negatively associated: higher religiosity is associated to lower suicide risk. A Religious Attitudes Questionnaire and Hopelessness Scale are used. Results obtained expound that religious self-definition and Mass attendance don’t involve significant differences in suicide risk, on the contrary that significance of God in life yes. Regarding HS factors, religious self-definition and Mass attendance don’t involve significant differences, on the contrary that significance of God in life exert a significant influence on factors 2 (Motivation Loss) and 3 (Future Expectation) .



Introducción

Sobre el suicidio
Suicidio es la acción de quitarse la vida de forma voluntaria y premeditada; significa darse muerte a sí mismo. Una definición muy utilizada es la que aparece en la edición de 1973 de la Encyclopaedia Britannica: el acto humano de causar la cesación de la propia vida (1). En todas las definiciones de suicidio la intención de morir es un elemento clave. Pero es importante considerar que, con mucha frecuencia, es muy difícil reconstruir los pensamientos de las personas que se suicidan, a menos que hayan expresado sus intenciones de forma clara antes de su muerte o hayan dejado una nota de suicidio. La OMS organizaba en su manual de clasificación Internacional de Enfermedades-9 (CIE-9) los repertorios de la conducta suicida y las lesiones autoinfligidas, quedando incluidas en las categorías comprendidas entre E 950 a E 959.  

El suicidio constituye un problema de salud pública muy importante (si bien en gran medida prevenible, que provoca casi la mitad de todas las muertes violentas y se traduce en casi un millón de víctimas al año, además de unos costos económicos cifrados en miles de millones de dólares, según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las muertes por suicidio son sólo una parte de este problema muy grave. Además de los que mueren, muchas personas más sobreviven a los intentos de acabar con su propia vida o causarse un daño, a menudo suficientemente grave para requerir atención médica (2). Así mismo, cada persona que se suicida deja detrás de sí a muchas otras (familiares y amigos) cuyas vidas resultan profundamente afectadas desde el punto de vista emocional, social y económico. Se estima que los costos económicos asociados con la muerte por suicidio o con las lesiones autoinfligidas suman miles de millones de dólares estadounidenses al año (3). Además, las estimaciones de la OMS indican que en 2020 las víctimas por año podrían ascender a 1, 5 millones. Según Catherine Le Galès-Camus, Subdirectora General de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental, se producen más muertes por suicidio que por la suma de homicidios y guerras: en 2001 los suicidios registrados en todo el mundo superaron la cifra de muertes por homicidio (500. 000) y por guerras (230. 000). Así mismo en la mayoría de países de Europa, el número anual de suicidios supera al de víctimas de accidentes de tráfico.  

El suicidio es una de las tres causas principales de muerte entre los jóvenes. Alrededor del 14% de los suicidios se cometen entre los 15 y los 24 años. La conducta suicida se asocia a menudo con los trastornos depresivos o con el consumo de drogas, lo cual pone de manifiesto la importancia de las intervenciones de prevención y tratamiento de estas enfermedades. El suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte en jóvenes a partir de los 14 años y algunos estudios encuentran tasas entre 15-20% de adolescentes con ideación suicida acompañada de sentimientos de desesperanza e indefensión. El estudio de la Carga Global de Enfermedades dirigido por la OMS, el Banco Mundial y la Universidad de Harvard, revela que la enfermedad mental, incluido el suicidio, ocupa el segundo lugar en la carga de enfermedad en los países con economía de mercado.


Desesperanza y suicidio
En un estudio longitudinal realizado a lo largo 10 años en los Estados Unidos (4), se destacó la importancia de los sentimientos de desesperanza como factor predictor del comportamiento suicida. En este estudio, la falta de expectativas permitió identificar correctamente a un 91% de los individuos que posteriormente se suicidaron.  

Las terapias cognitivas enfatizan la importancia de las interpretaciones y atribuciones de significado que el individuo realiza sobre la «realidad», influyendo en sus patrones de pensamiento, emocionales y de acción, condicionando, además, sus relaciones interpersonales.

Con la referencia epistemológica del modelo «bio-psico-social» de Th. Millon, la terapia cognitiva de Beck ha propuesto una lectura desde la disfuncionalidad cognitiva. Propone que es la desesperanza la que está ligada a la consumación del suicidio, por tanto, su tratamiento se encamina a corregir los pensamientos distorsionados e infundir esperanza.


Factores socioreligiosos, desesperanza y suicidio
Las investigaciones han identificado varios factores sociales y ambientales importantes relacionados con el comportamiento suicida, incluyendo algunos tan diversos como la disponibilidad de un medio para cometer el suicidio, el lugar de residencia de la persona, su situación laboral o migratoria, su credo religioso y su situación económica (5).  

Durkheim pensaba que el suicidio se origina en una falta de identificación con un grupo unitario y sostenía que las tasas de suicidio debían ser inferiores donde existe un alto grado de integración religiosa (6). En consecuencia, alegó que las prácticas religiosas y las creencias compartidas, tales como las asociadas con el catolicismo, son factores protectores contra el suicidio. Algunos estudios que pusieron a prueba la hipótesis de Durkheim han tendido a apoyarlo (7, 8). Sin embargo, otros estudios no han encontrado una asociación entre la proporción de los católicos romanos en una población y las tasas de suicidio (9). Un estudio sobre las repercusiones de la religión encontró que la creencia en el islamismo reducía las tasas de suicidio más que la creencia en el cristianismo (10).  

Otros estudios han tratado de usar la concurrencia a la iglesia y la extensión de las redes religiosas como una medida de la fe religiosa, que luego han procurado vincular con las tasas de suicidio. Sus resultados indican que la concurrencia a la iglesia tiene fuerte influencia preventiva (11) y el grado de compromiso con una religión particular es un inhibidor del suicidio (12). De igual manera, otro estudio examinó las tasas de suicidio entre los tres grupos étnicos de Singapur. La conclusión fue que los grupos étnicos malayos, abrumadoramente seguidores del islamismo, religión que se opone enérgicamente al suicidio, tuvieron con mucho la tasa más baja de suicidio. Al mismo tiempo, los grupos étnicos indios tenían la tasa más alta de suicidio en la isla. Los indios de Singapur son en general seguidores del hinduismo, una religión que cree en la reencarnación y no prohíbe estrictamente el suicidio (13). Otro estudio que examinó las diferencias entre las poblaciones afroestadounidense y caucásica de los Estados Unidos encontró que la tasa más baja de suicidio entre los afroestadounidenses podría atribuirse a una mayor devoción personal por una religión (14).

Además de lo dicho, la religiosidad se ha considerado tradicionalmente como una variable protectora contra la desesperanza y la depresión. Al respecto, indica Grom que “una religiosidad intensa y edificante puede proporcionar, en situaciones de angustia o de pérdida, un firme punto de apoyo contra tendencias suicidas [debido a que] le promete al hombre un valor incondicional por parte de Dios o del absoluto” (15).

Los resultados de algunas investigaciones apoyan esta idea. Así, la religiosidad intrínseca, al contrario que la extrínseca, parece ser una variable predictora del sentido de la vida, según los datos de Bolt (16) y de Crandall y Rasmussen (17), así como también parece ser predictora de la satisfacción vital la asistencia al culto religioso (18, 19).

Donahue encontró en un grupo de adolescentes que la religiosidad estaba negativamente asociada a la ideación suicida y a intentos de suicidio, además de estarlo también en tal sentido al abuso de sustancias, la delincuencia y a las complicaciones relacionadas con una sexualidad prematura (20).

Murphy encontró que la desesperanza no se asociaba significativamente a niveles altos de depresión clínica, mientras que sí lo estaba, y en términos negativos, con la religiosidad, de tal modo que ésta constituía un potente predictor de niveles bajos de desesperanza y de depresión, habiendo sido controladas las variables demográficas de los sujetos. La religiosidad se asociaba a inferiores niveles de depresión, jugando la desesperanza un importante papel en tal relación como variable mediadora. La esperanza asociada a la religiosidad mostraba tener una importancia significativa sobre la depresión (21).

La religiosidad puede actuar, en definitiva y en términos generales, como un potente factor de inhibición del desarrollo de esquemas de desesperanza y, con ello, minimizar o impedir el desarrollo de ideaciones suicidas y el riesgo de cometer suicidio.


Método

Objetivo e hipótesis
El objetivo principal de esta investigación consiste en analizar las relaciones entre las variables sexo, edad y religiosidad de un grupo de estudiantes universitarios con el sentido de la vida y la desesperanza.  

En relación con ello, se establece la hipótesis de que la religiosidad influye significativamente sobre la desesperanza y, con ello, sobre el riesgo de suicidio: a mayor religiosidad, menor desesperanza (esto es, menor riesgo de suicidio), y al contrario.


Participantes
El grupo con el que se ha realizado la presente investigación está formado por un total de 302 estudiantes universitarios españoles, de los cuales 99 son varones y 203 son mujeres, con edades comprendidas entre los 18 años, como valor inferior, y los 70 años, como valor superior. La tabla 1 contiene la distribución de los sujetos considerando las variables sexo y edad conjuntamente.

 


Tabla 1. Distribución de los sujetos en las variables Sexo y Edad


Cuestionario de Actitudes Religiosas [CAR].  Consta de dos de los ítems incluidos en la entrevista sociodemográfica utilizada por Elzo (22) para la realización del informe Jóvenes Españoles 94. En concreto, <Soy, me considero. . . > y , a los cuales se ha añadido el item complementario .


Hopelessness Scale [HS].  Diseñada por Beck, Weissman, Lester y Trexler (23), evalúa la desesperanza como constructo relacionado con el denominado síndrome de suicidio(24). De hecho, la desesperanza se operativiza en la HS en términos de riesgo de suicidio (nulo/mínimo, leve, moderado, alto). Está diseñada para la evaluación de las expectativas negativas sobre el futuro y el bienestar personal, y las habilidades personales para resolver las dificultades y alcanzar el éxito, y es predictora de suicidio. Consta de 20 items de respuesta dicotómica V/F, siendo su consistencia interna (coeficiente α de Cronbach) del . 93. Se han hallado correlaciones de entre . 60 y . 63 con otras medidas de desesperanza. Permite obtener una puntuación total y puntuaciones en tres factores específicos: sentimientos sobre el futuro, pérdida de motivación y expectativas sobre el futuro. La puntuación total se halla sumando todos los items, pudiendo oscilar entre 0 y 20 puntos. Los puntos de corte indicadores del nivel de riesgo de comisión de suicidio, son los siguientes: entre 0 y 3 puntos, riesgo nulo/mínimo de cometer suicidio; entre 4 y 8 puntos, leve; entre 9 y 14 moderado; entre 15 y 20 puntos, alto. La versión española muestra una consistencia interna, una estabilidad y validez de constructo aceptables, según un estudio realizado con población clínica (25); en un estudio realizado con población universitaria española se halló una validez interna (coeficiente alfa) de . 79 (26).


Procedimiento
Se facilitó a los sujetos un protocolo que contenía items biográficos, el cuestionario de religiosidad y la escala de desesperanza, a cumplimentar en las aulas en las que de ordinario se llevaba a cabo su actividad académica, bajo la supervisión de una persona instruida al efecto. El tiempo promedio de cumplimentación fue de 30 minutos.  

Tras ser desechados aquellos protocolos que presentaban errores u omisiones, se introdujeron los datos de los válidos en una hoja de cálculo del programa informático SPSS 12. 0 para Windows, con el fin de realizar los pertinentes cálculos estadísticos.


Resultados

Autodefinición religiosa y puntuación total en la HS
De los diferentes subgrupos de autodefinición religiosa, el que alcanza la media más alta en desesperanza es el de los sujetos que se declaran católicos practicantes, seguido en orden descendente por los que se declaran católicos no muy practicantes, católicos no practicantes, agnósticos, creyentes de otras religiones, ateos, indiferentes y, en último lugar, muy buenos católicos (Tabla 2).

 


Tabla 2. Estadísticos descriptivos Autodefinición religiosa-puntuación total en la HS.


Los muy buenos católicos son los que muestran un menor riesgo de suicidio, seguidos por indiferentes, ateos, creyentes de otras religiones, agnósticos, católicos no practicantes, católicos no muy practicantes y católicos practicantes. A priori, resulta curioso, cuando menos, que los extremos estén ocupados por dos subgrupos próximos (muy buenos católicos y católicos practicantes) así como que a los primeros les sigan subgrupos más distantes en términos de religiosidad (indiferentes y ateos).


No obstante, las diferencias entre los diferentes subgrupos no alcanzan la significatividad estadística (Tabla 3), con lo que ser creyente (católico más o menos practicante o de otras religiones) o increyente (indiferente, agnóstico o ateo), no es algo que ejerza un influjo significativo en la desesperanza de los sujetos.

 


Tabla 3. ANOVA Autodefinición religiosa-puntuación total en la HS.


Con otras palabras, el riesgo de suicidio no parece mediatizado de manera significativa por la autodefinición religiosa de los sujetos que componen el grupo estudiado.


Autodefinición religiosa y factores de la HS
Respecto a las relaciones que la autodefinición religiosa mantiene con los factores de la HS, puede decirse lo siguiente (Tabla 4):

Factor 1: Sentimientos acerca del futuro. En este factor, el orden de los subgrupos, atendiendo a las puntuaciones medias alcanzadas por los mismos y en orden descendente, es el siguiente: católicos practicantes, católicos no muy practicantes, muy buenos católicos, ateos y creyentes de otras religiones, indiferentes, católicos no practicantes y, en último lugar, agnósticos. Las mínimas de todos los subgrupos se sitúan en un nivel de puntuaciones bajas en el factor. Las máximas, por otra parte, se sitúan en un nivel de puntuaciones altas en los subgrupos de católicos practicantes y no muy practicantes, en un nivel de puntaciones bajas en el caso de los muy buenos católicos, y en un nivel de puntuaciones medias en el resto de subgrupos.

 


Tabla 4. Estadísticos descriptivos Autodefinición religiosa-factores de la HS.


Factor 2: pérdida de motivación. En este factor, los subgrupos se ordenan del modo siguiente, atendiendo a las puntuaciones medias alcanzadas y en orden descendente: católicos no muy practicantes, católicos practicantes, agnósticos, creyentes de otras religiones, católicos no practicantes, indiferentes, ateos y, en último lugar, muy buenos católicos. Las mínimas en todos los subgrupos son propias de un nivel de puntuaciones bajas en el factor. Las máximas de los subgrupos de católicos practicantes y no muy practicantes y ateos se sitúan en un nivel de puntaciones altas, las de los subgrupos de católicos no practicantes, indiferentes y ateos se sitúan en un nivel de puntuaciones medias, y las de los subgrupos de muy buenos católicos y creyentes de otras religiones se sitúan en un nivel de puntuaciones bajas en este factor.


Factor 3: Expectativas de futuro. En este factor, los subgrupos se ordenan, en función de las puntuaciones medias y en orden descendente, de la siguiente manera: católicos no muy practicantes, católicos practicantes, agnósticos, católicos no practicantes, indiferentes, muy buenos católicos, ateos y, finalmente, creyentes de otras religiones. En todos los subgrupos, las mínimas son propias de un nivel de puntuaciones bajas en el factor. En cuanto a las máximas, las de los subgrupos de muy buenos católicos y de creyentes de otras religiones se sitúan en un nivel de puntuaciones medias en el factor, mientras que las del resto de subgrupos se sitúan en un nivel de puntuaciones altas en el mismo.


Con todo, las diferencias entre los subgrupos de autodefinición religiosa no alcanzan la significatividad estadística, en ninguno de los tres factores de la HS (Tabla 5).

 


Tabla 5. ANOVA Autodefinición religiosa-factores de la HS.


Con otras palabras, ser católico, con mayor o menor grado de convicción y práctica, ser creyente de otras religiones o ser increyente (indiferente, agnóstico o ateo) no influye significativamente en los sentimientos positivos/negativos acerca del futuro, sobre la motivación para alcanzar metas y objetivos y sobre las expectativas de un futuro mejor o peor que el presente en cuanto a logro de los mismos.

Asistencia a la Eucaristía y puntuación total en la HS
El orden de los subgrupos de asistencia a la Eucaristía en relación con la puntuación media alcanzada en la HS es la siguiente, de mayor a menor: en ocasiones comprometidas, semanal, mensual, en festividades señaladas, nunca/casi nunca y, finalmente, más de una vez a la semana (Tabla 6). Las mínimas de todos los subgrupos en la escala de desesperanza son propias del nivel de nulo/mínimo riesgo de suicidio. En el caso del subgrupo de asistencia a la Eucaristía mayor de una vez a la semana, además, no hay ningún sujeto que se halle en una situación de riesgo de suicidio diferente a la de nulo/mínimo.

 


Tabla 6. Estadísticos descriptivos Asistencia a la Eucaristía-puntuación total en la HS.


También debe destacarse que en los subgrupos de asistencia semanal y en festividades señaladas, y sólo en ellos, hay sujetos que presentan un riesgo alto de suicidio. En el resto de subgrupos (asistencia mensual, en ocasiones comprometidas y nunca/casi nunca), las máximas son propias de una situación moderada de riesgo de suicidio.


No obstante, las diferencias entre los subgrupos de asistencia a la Eucaristía no alcanzan la significatividad estadística (Tabla 7), con lo que ésta no influye significativamente con la desesperanza de los sujetos.

 


Tabla 7. ANOVA Asistencia a la Eucaristía-puntuación total en la HS.


Con otras palabras, asistir con mayor o menor frecuencia a la Eucaristía, desde más de una vez a la semana a no hacerlo nunca, no se asocia de manera significativa con el riesgo de suicido que presentan los sujetos del grupo estudiado.


Asistencia a la Eucaristía y factores de la HS
Las relaciones entre la frecuencia de asistencia a la Eucaristía y los factores de la escala de desesperanza se expresa en la tabla 8. Se observa lo siguiente:

Factor 1: Sentimientos acerca del futuro. Considerando las puntuaciones medias de los subgrupos, en orden descendente, se ordenan éstos de la manera siguiente: asistencia semanal, mensual, más de una vez a la semana y en ocasiones comprometidas, en festividades señaladas y, en último lugar, nunca/casi nunca. Las mínimas, en todos los subgrupos, son propias de un nivel de puntuaciones bajas en el factor, mientras que las máximas son propias de un nivel de puntaciones bajas en los subgrupos de asistencia superior a una vez semanal y en ocasiones comprometidas, de un nivel de puntuaciones medias en los subgrupos de asistencia mensual y nunca/casi nunca, y de un nivel de puntuaciones altas en los subgrupos de asistencia semanal y en festividades señaladas.

 


Tabla 8. Estadísticos descriptivos Asistencia a la Eucaristía-factores de la HS.


Factor 2: pérdida de motivación. En este factor, los subgrupos se ordenan, de mayor a menor puntuación media, como sigue: asistencia en ocasiones comprometidas, mensual, semanal, en festividades señaladas, nunca/casi nunca y, finalmente, más de una vez a la semana. Las mínimas son, en todos los subgrupos, propias de un nivel de puntuaciones bajas en el factor. Las máximas se sitúan en un nivel de puntuaciones bajas en el subgrupo de asistencia superior a una vez semanal, en un nivel de puntuaciones medias en los subgrupos de asistencia mensual, en ocasiones comprometidas y nunca/casi nunca, y en un nivel de puntuaciones altas en los subgrupos de asistencia semanal y en festividades señaladas.


Factor 3: Expectativas de futuro. De mayor a menor puntuación media, los subgrupos se ordenan de la siguiente manera: asistencia en ocasiones comprometidas, mensual, semanal y en festividades señaladas, nunca/casi nunca y, finalmente, más de una vez a la semana. En todos los subgrupos la mínima se sitúa en un nivel de puntuaciones bajas en el factor. Las máximas son propias de un nivel de puntuaciones bajas en el subgrupo de asistencia superior a una vez semanal, mientras que son propias de un nivel de puntuaciones altas en el resto de subgrupos de asistencia a la Eucaristía.

Las diferencias entre los subgrupos no resultan, no obstante lo dicho, estadísticamente significativas (Tabla 9).

 


Tabla 9. ANOVA Asistencia a la Eucaristía-factores de la HS.


En otras palabras, la mayor o menor frecuencia de asistencia a la Eucaristía, el grado de práctica religiosa en los términos propios de esta variable, no influye significativamente en los sentimientos positivos/negativos sobre el futuro, en las expectativas sobre el mismo, sobre todo en términos de logro de metas, y en la motivación por lograr éstas.


Importancia de Dios en la propia y puntuación total en la HS
El subgrupo que alcanza la puntuación media más alta es el de los sujetos que conceden a Dios mucha importancia, seguido en orden descendente por el de los sujetos que conceden bastante, alguna, poca, ninguna y, en último lugar, muchísima (Tabla 10).

 


Tabla 10. Estadísticos descriptivos Importancia de Dios en la propia vida-puntuación total en la HS.


Resulta curioso que los subgrupos que ocupan en esta variable posiciones extremas y opuestas (muchísima y ninguna importancia de Dios en la propia vida) son los que alcanzan las dos medias más bajas. Las mínimas alcanzadas por todos los subgrupos indican que algún sujeto en cada uno de ellos se halla en un nivel de nulo/mínimo riesgo de suicidio. Por otra parte, resulta destacable que tan sólo en el subgrupo de mucha importancia se alcanza una máxima propia de un nivel alto de riesgo de suicidio, así como que en el subgrupo de muchísima importancia la máxima es propia de un nivel de riesgo leve de suicidio; en el resto de subgrupos, la máxima es propia de un nivel moderado de riesgo de suicidio. En el subgrupo de muchísima importancia, por tanto, ningún sujeto presenta niveles moderado y alto de riesgo de suicidio, sino tan sólo nulo/mínimo y, a lo sumo, leve.


Tras realizar un ANOVA se comprueba que las diferencias entre-grupos son estadísticamente significativas (Tabla 11): conceder mayor o menor importancia a Dios en la propia vida influye de manera significativa a la desesperanza.

 


Tabla 11. ANOVA Importancia de Dios en la propia vida-puntuación total en la HS.


En un análisis post hoc de comparaciones múltiples (prueba DMS) se puede observar entre qué subgrupos se dan las diferencias intra-grupo estadísticamente significativas (Tabla 12). De los resultados obtenidos se pueden establecer tres grupos de comparaciones:

1. Formado por el subgrupo de poca importancia frente al de mucha importancia. Considerando sus puntuaciones medias, se desprende que los sujetos que conceden a Dios mucha importancia en sus vidas muestran un nivel de desesperanza más elevado que los sujetos que conceden a Dios en sus vidas poca importancia.

 


Tabla 12. Comparaciones múltiples significativas Importancia de Dios en la propia vida-puntuación total en la HS.


2. Formado por el subgrupo de ninguna importancia frente a los subgrupos de bastante y mucha importancia (sin diferencias significativas entre ellos): los sujetos que no conceden ninguna importancia a Dios en sus vidas alcanzan una puntuación significativamente inferior a los que conceden bastante y mucha importancia. Estos últimos muestran un nivel de desesperanza más alto.

3. Formado por el subgrupo de muchísima importancia frente a los subgrupos de alguna, poca, bastante (sin diferencias significativas entre ellos) y mucha importancia. Teniendo en cuenta las medias alcanzadas por estos subgrupos, se desprende que los sujetos que conceden a Dios muchísima importancia en sus vidas muestran un nivel de desesperanza significativamente inferior a los que conceden alguna, poca, bastante y mucha importancia.

A la luz de estos resultados, pues, los subgrupos que muestran el riesgo más bajo de suicidio, de manera significativa, son los de los sujetos que conceden a Dios ninguna y muchísima importancia. Además, entre estos dos subgrupos las diferencias no alcanzan la significatividad estadística. ello resulta de sumo interés, por cuanto son los subgrupos que ocupan los extremos de la variable.

Por el contrario, los subgrupos que muestran un riesgo de suicidio mayor son los que conceden mucha, bastante, alguna y poca importancia a Dios en sus vidas (de mayor a menor entre ellos, por este orden).
Importancia de Dios en la propia vida y factores de la HS

Las relaciones de la variable Importancia de Dios en la propia vida con los factores de la HS son las siguientes (Tabla 13):

Factor 1: Sentimientos acerca del futuro. En virtud de la puntuación media alcanzada, los subgrupos se ordenan, de mayor a menor, de la siguiente manera: bastante importancia, mucha, ninguna, muchísima, alguna y, en último lugar, poca. Las mínimas de todos los subgrupos se sitúan en un nivel de puntuaciones bajas en el factor, y las máximas en un nivel de puntuaciones medias, a excepción de la máxima del subgrupo de sujetos que conceden mucha importancia a Dios en sus vidas, que se sitúa en un nivel de puntuaciones altas.

 


Tabla 13. Estadísticos descriptivos Importancia de Dios en la propia vida-factores de la HS.


Factor 2: pérdida de motivación. Los subgrupos se ordenan, en función de las puntuaciones medias y de mayor a menor, del siguiente modo: mucha importancia, bastante, alguna, poca, ninguna y, finalmente, muchísima. Destaca el hecho de que los dos subgrupos que alcanzan las puntuaciones medias más bajas son los dos subgrupos extremos en importancia concedida a Dios (ninguna y muchísima), y que el subgrupo de mucha importancia, próximo al de muchísima, sea el que alcanza la más alta. Las mínimas de todos los subgrupos, en este factor, se sitúan en un nivel de puntuaciones bajas. Las máximas son propias de un nivel de puntuaciones bajas en el subgrupo de muchísima importancia, de un nivel de puntuaciones medias en los subgrupos de alguna, poca y bastante importancia, y altas en los subgrupos de ninguna y mucha importancia.

Factor 3: Expectativas de futuro. En este factor, los subgrupos se ordenan, en función de las puntuaciones medias y en orden descendente, de la manera siguiente: mucha importancia, alguna, poca, bastante, ninguna y, en último lugar, muchísima. Las mínimas en todos los subgrupos se sitúan en un nivel de puntuaciones mínimas en el factor, y las máximas en un nivel de puntuaciones altas, a excepción de la del subgrupo de muchísima importancia, que se sitúa en un nivel de puntuaciones medias. A destacar, al igual que en el factor anterior, que los subgrupos que alcanzan las dos medias más bajas son los dos subgrupos que ocupan las posiciones extremas en esta variable (ninguna y muchísima importancia), y que el subgrupo de mucha importancia es el que alcanza la media más alta.

Tras realizar un ANOVA se comprueba que las diferencias alcanzan la significatividad estadística en los factores 2 (Pérdida de motivación) y 3 (Expectativas de futuro) de la HS (Tabla 14). La importancia que se concede a Dios en la propia vida influye de manera significativa en la motivación y las cogniciones relativas al futuro personal.

 


Tabla 14. ANOVA Importancia de Dios en la propia vida-factores de la HS.

Un análisis post hoc de comparaciones múltiples revela el sentido de las diferencias intra-grupo (Tabla 15). Los resultados que se obtienen en este análisis son los siguientes:

Factor 2: pérdida de motivación. En este factor se pueden distinguir, en función de las diferencias entre las medias de los subgrupos, los siguientes grupos de comparaciones:

1. Formado por los subgrupos de ninguna y muchísima importancia (sin diferencias significativas entre ambos) frente al subgrupo de bastante importancia: los primeros alcanzan una media significativamente inferior al segundo, con lo que conceder a Dios en la propia vida ninguna o muchísima importancia se relaciona con una significativa mayor motivación hacia el futuro que conceder bastante importancia.

 


Tabla 15. Comparaciones múltiples significativas Importancia de Dios en la propia vida-factores de la HS.


2. Formado por el subgrupo de mucha importancia frente a los subgrupos de ninguna, alguna, poca y muchísima importancia: el primero alcanza una media significativamente superior a la de los otros subgrupos. Los sujetos del grupo que conceden a Dios mucha importancia en sus vidas se caracterizan por una significativa menor motivación hacia el futuro que los sujetos de los otros subgrupos.

Junto a esto, debe subrayarse que entre los subgrupos de ninguna y muchísima importancia no existan diferencias estadísticamente significativas. Esto es, es no significativo a efectos de influjo sobre la motivación hacia el futuro. Ésta no es sensiblemente diferente por el hecho de conceder a Dios ninguna o, por el contrario, muchísima importancia en la propia vida.

Tampoco los subgrupos de bastante y mucha importancia mantienen entre sí diferencias que alcancen la significatividad estadística, con lo que estar posicionado en uno u otro subgrupo no es significativo en términos de influjo sobre la motivación hacia el futuro de los sujetos.  

Factor 3: Expectativas de futuro. En este factor es posible distinguir los siguientes grupos de comparaciones significativas:

1. Formado por el subgrupo de ninguna importancia frente a los subgrupos de alguna y mucha importancia (sin diferencias significativas entre ambos). Los sujetos que conceden ninguna importancia a Dios en la propia vida, frente a los que le conceden alguna o mucha, implica unas expectativas (cogniciones) sobre el futuro más positivas.  

2. Formado por el subgrupo de bastante y mucha importancia: el primero alcanza una media inferior al segundo en este factor, con lo que conceder bastante importancia a Dios en la propia vida se relaciona, en una significativa mayor medida que conceder mucha importancia, con expectativas positivas sobre el futuro.

3. Formado por el subgrupo de muchísima importancia frente a los subgrupos de alguna, poca, bastante (sin diferencias significativas entre ellos) y mucha importancia (sin diferencias significativas con los subgrupos de alguna y poca importancia). Teniendo en cuenta las medias alcanzadas por estos subgrupos en el factor, conceder a Dios muchísima importancia en la propia vida se relaciona con unas significativamente más elevadas y positivas expectativas sobre el futuro que conceder alguna, poca, bastante y mucha importancia.

Al igual que en el factor anterior, debe destacarse que entre los dos subgrupos extremos en esta variable religiosa, ninguna y muchísima importancia, las diferencias no alcanzan la significatividad estadística.


Discusión y conclusiones

Religiosidad y puntuación total en la HS
Los resultados obtenidos indican que ni la autodefinición religiosa ni la frecuencia de asistencia a la Eucaristía dan lugar a diferencias significativas en desesperanza. Esto es, declararse muy buen católico o católico en diversos grados de práctica, creyente de otra religión o increyente, así como asistir a la Eucaristía con una frecuencia mayor (igual o superior a mensual) o menor (frecuencia ocasional, incluso nula), no influye de manera significativa en el riesgo de suicido de los sujetos. Presentar un riesgo nulo/mínimo, leve, moderado o alto de suicidio no está en función, en términos de significatividad estadística, de la autodefinición religiosa y de la frecuencia de asistencia a la Eucaristía.

Por el contrario, la importancia concedida a Dios en la propia vida arroja resultados significativos en desesperanza. En términos generales, los sujetos que muestran niveles de desesperanza más bajos son los que conceden a Dios muchísima y ninguna importancia, de manera significativa. Son estos sujetos los que presentan un riesgo de suicido menor (ninguno/mínimo y, en todo caso, leve). Es importante subrayar que estos dos subgrupos son los que ocupan las posiciones extremas en esta variable religiosa, sin diferencias significativas entre sí.  

Como se recordará, se hipotetizó una relación inversa entre religiosidad y desesperanza: a mayor religiosidad, menor desesperanza. Con otras palabras, a mayor religiosidad, menor riesgo de suicidio. Los resultados obtenidos confirman esta hipótesis de manera tan sólo parcial, y con exigencia de clarificación. Parcial porque, de nuevo, de las tres variables religiosas consideradas, tan sólo la importancia de Dios en la propia vida supone diferencias significativas. Con exigencia de clarificación porque, de nuevo, no es el hecho de ser «más religioso» o «menos religioso» en los términos de esta última variable, sino ambas cosas en su radicalidad.


Religiosidad y factores de la HS
En relación con los factores de la HS, ni la autodefinición religiosa ni la asistencia a la Eucaristía dan lugar a diferencias significativas. Al igual que en caso de la puntuación total en desesperanza, ser muy buen católico, católico más o menos practicante, ser creyente de otra religión o increyente, así como la frecuencia mayor o menor en asistencia a la Eucaristía, no influye de manera significativa en los sentimientos, las expectativas y la motivación acerca del futuro.

Sin embargo, la importancia de Dios en la propia vida sí da lugar a diferencias significativas en los factores 2 (Pérdida de motivación) y 3 (Expectativas de futuro) de la HS. En concreto, los sujetos que conceden a Dios muchísima y ninguna importancia se caracterizan por una mayor y más positiva motivación con respecto al futuro que los sujetos que conceden a Dios bastante importancia en sus vidas, y los sujetos que conceden mucha se caracterizan por niveles más bajos de motivación con respecto al futuro que los sujetos que conceden ninguna, alguna, poca y muchísima importancia. Entre los sujetos que conceden bastante y mucha importancia (que alcanzan las puntuaciones medias más altas en este factor), las diferencias no son estadísticamente significativas. Tampoco lo son las diferencias entre los sujetos que conceden ninguna y muchísima importancia (que alcanzan las puntuaciones más bajas, además de ser los subgrupos extremos de la variable).

En el factor 3 (Expectativas de futuro), los sujetos que conceden ninguna importancia se caracterizan por unas expectativas (cogniciones) sobre el futuro más positivas que los que conceden alguna y mucha importancia (sin diferencias significativas entre sí). Los sujetos que conceden bastante importancia se caracterizan por pensamientos sobre el futuro más positivos que los que conceden mucha. Los sujetos que conceden muchísima importancia se caracterizan por cogniciones más positivas sobre el futuro que los sujetos que conceden alguna, poca, bastante y mucha. Los sujetos que conceden mucha, alguna y poca importancia no se diferencian significativamente en este factor. Por otra parte, entre los sujetos que conceden de muchísima y ninguna importancia (que ocupan las posiciones extremas en la variable y alcanzan las puntuaciones medias más altas), las diferencias no son estadísticamente significativas.

En resumidas cuentas y en términos generales, en estos dos factores de la escala de desesperanza los sujetos que presentan una mayor motivación y expectativas positivas sobre el futuro son los que conceden a Dios muchísima y ninguna importancia en sus vidas. De nuevo, destacan los dos subgrupos que ocupan los extremos de la variable. La interpretación que se hizo en términos de «convicción» versus «creencia» sirve en este caso de las relaciones entre la importancia de Dios en la propia vida y los factores 2 y 3 de la escala de desesperanza: los sujetos que ante la cuestión de Dios y su relevancia existencial muestran una postura personal más radical, más «convencida» son los que muestran una mayor motivación y positivas expectativas sobre el futuro.


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