Los Cuidados Paliativos son una disciplina que se define por los cuidados que tienen como objetivo la mejora de la calidad de vida de los pacientes terminales y la de sus familias, dado que la curación no es posible. Para ello, tratan de afrontar de forma eficaz los problemas asociados a una enfermedad mortal en la fase final de la vida, dado que son muchos, cambiantes e intensos. La manera para conseguir estos objetivos es plantear la atención de sus necesidades desde una visión integral e integradora de los aspectos físicos, psicológicos, espirituales y sociales. Los Cuidados Paliativos consiguen enfatizar la atención como personas que sufren este diagnóstico fatal, dado que tanto el enfermo como sus allegados se encuentran en un periodo de sus vidas crítico, con mucha fragilidad y sufrimiento, humanizando así la asistencia. Por lo tanto, se puede concluir del estudio de la literatura científica que las relaciona, así como del conocimiento individualizado de estas dos disciplinas, que comparten muchas similitudes en su propia naturaleza, sobre todo porque ambas permiten una atención cercana en situaciones donde el impacto emocional propio y cercano es importante, especialmente cuando nos enfrentamos como profesionales a enfermedades crónicas avanzadas, que además terminan derivando en una enfermedad terminal. Igualmente tratan de buscar la manera de si es posible curar, sino de mejorar y acompañar a la persona que sufre. Los Cuidados Paliativos pueden aportar el espectro espiritual y trascendental de la persona, útil en el manejo de la comunicación de las malas noticias.
Médico de Familia y C.P.UGC Oncología Hospital de Jerez. Profesor de la Universidad Pablo Olavide. Sevilla.
"APORTACIONES AL CONCEPTO DE PSICOSOMÁTICA EN EL S. XXI DESDE LOS
CUIDADOS PALIATIVOS"
Dr. Manuel J. Mejías Estévez. Médico de Familia y C. P. UGC Oncología hospital de Jerez. Profesor
de la Universidad Pablo Olavide. Sevilla.
drmjme@hotmail. com
Psicosomática, Cuidados Paliativos, Medicina Paliativa, medicina psicosomática.
INTRODUCCIÓN
Los Cuidados Paliativos son una disciplina cuya naturaleza es la mejora de la calidad de vida de
los pacientes terminales y la de sus familias, afrontando de forma eficaz los problemas asociados
a una enfermedad mortal en la fase final de la vida o fase final de vida.
Una enfermedad terminal se define por los siguientes criterios:
1) enfermedad avanzada, incurable y progresiva, sin posibilidades razonables de respuesta
a tratamiento específico, con un pronóstico de vida limitado. Pueden ser enfermedades
oncológicas (las más reconocidas) o no oncológicas.
2) Presencia de síntomas multifactoriales, intensos y cambiantes, que suelen ser muy
frecuentes y de muchos tipos (desde el dolor o la disnea, hasta la debilidad, la astenia,
la falta de apetito, mucositis. . . ).
3) Gran impacto emocional en el paciente, sus familiares y allegados. Igualmente, en este
círculo emocional, también debemos incluir a los propios y profesionales, porque este
contexto genera una gran demanda de atención.
4) Presencia implícita o explícita de la muerte.
Se puede deducir de esta definición, que el sufrimiento va a ser muy frecuente en todos los
personajes que pueden intervenir (pacientes, familiares, amigos, compañeros, profesionales
sanitarios).
Este sufrimiento intenso, que suele ser continuado, menoscaba todas las esferas de la persona
(biológica, psicológica, espiritual y social), con mayor intensidad cuando el enfermo desconoce
su propia enfermedad y su pronóstico de vida. Por ello la personalidad del propio individuo y su
familia son factores fundamentales tanto en su génesis como en su abordaje. En ocasiones, este
sufrimiento conlleva a desear acelerar la muerte (propia o de la persona cercana), sin poder
aceptar la muerte como el proceso natural final de toda vida humana.
El escenario de este dolor conforma que no sólo el enfermo sufra, sino también su familia y los
profesionales sanitarios. Es lo que se conoce como el modelo triangular de sufrimiento (tomado
del grupo de Trabajo, 2006).
La familia se convierte en cuidados paliativos en un elemento de especial importancia, ya que
constituye la principal fuente de cuidados, sobre todo cuanto más avanzado esté el proceso.
Igualmente, en ocasiones, se convierte en parte "enferma" de la enfermedad. Las formas más
frecuentes son la presencia de angustia miedo, desesperanza, con posible asociación de
alteraciones del estado de ánimo (depresión, ansiedad), hasta el pacto o conspiración de silencio
(el enfermo y familia niegan la existencia y gravedad de la enfermedad).
Destaca la importancia de las decisiones en la familia cuando el paciente es incompetente, es
decir, incapaz de tomar decisiones de forma autónoma, por lo que la toma de las mismas deberá
llevarse a cabo por el representante o sustituto, que suele con frecuencia el cuidador principal
(cónyuge, padres o hijos). Por lo tanto, la visión de los profesionales debe ser integral e
integradora, donde el enfermo y la familia son objeto de atención según sus necesidades.
La muerte constituye una parte esencial.
Definida como el cese de la vida, la significación que
la misma tiene en el ser humano trasciende el puro proceso biológico. No sólo se constata en el
propio sujeto, sino en los individuos que sufrimos la pérdida de personas, sobre todo las que son
significativas para cada uno de nosotros, donde aparece el duelo (el dolor de la pérdida). Este
punto es interesante porque las personas durante nuestra vida tenemos ganancias y pérdidas
en nuestro trayecto. Aunque los Cuidados Paliativos están más orientados que cualquier otra
disciplina médica en el final de la vida, sería simplista quedarse en este enfoque de la realidad,
dado que pretenden dar vida a la vida, premiar a la calidad de vida, sin renunciar al mismo
origen de la Medicina: diagnosticar, tratar y curar. Permiten equilibrar estos objetivos según
cada persona, su entorno y su momento de la enfermedad, evitando en un extremo el abandono
o desahucio, y en el otro, la obstinación por perpetuar el proceso biológico de la vida a cualquier
precio. Pero esto solamente es posible siempre que el propio profesional sanitario sea capaz de
asumir que es tan importante cuidar como curar, admitiendo la muerte como un hecho natural.
Por ello el innegable desarrollo diagnóstico y terapéutico de los últimos 20 años, que ha permitido
conseguir que muchas patologías se curen o estabilicen durante mucho tiempo ofreciendo
grandes oportunidades (constituyendo las conocidas enfermedades crónicas avanzadas), puede
ser un obstáculo en el adecuado abordaje de la muerte.
Podemos por tanto constatar que la persona es el punto de partida para la Psicosomática y los
Cuidados Paliativos. Se trata de una concepción holística de la vida y de la muerte. Ambas
resaltan con especial énfasis la humanización de la asistencia sanitaria, del sufrimiento que
implica estar y sobre todo de sentirse enfermo. Además, su foco de atención, al ser la persona,
no implica lo unipersonal, sino todo lo contrario. Porque entienden que el ser humano es un ser
social, que como tal, vive en un mundo de relaciones, donde las estrechas e íntimas se imbrican
para conformar el espacio primordial de atención personalizada que ofrecen ambas. Aunque cada
disciplina tiene sus peculiaridades que las diferencian, son complementarias.
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