Objetivo: Estimar la prevalencia de riesgo de trastorno de la conducta alimentaria de los adolescentes canarios de 14 -18 años. Diseño: Estudio transversal observacional de muestreo aleatorio.
Emplazamiento: Zonas Básicas de salud de Gran Canaria: Escaleritas, Barrio Atlántico, Cuevas Torres, San Gregorio, San Juan, Vecindario.
Muestra: 1429 adolescentes de 14 a 18 años escolarizados seleccionados al azar de un total de 13295 alumnos, estratificados por edad sexo y municipio (índice de precisión ( /-5%) con nivel de confianza 99% (a =0. 01) Material y método: Test modificado y validado del EAT test (Gardner et al 1982)(1) voluntario, autoadministrado, individualizado y anónimo. 26 preguntas sobre conducta alimentaria con respuestas múltiples cerradas, además de datos antropométricos y complementarios. Análisis: SPSS8.
Resultados : El 9% (78. 3% mujeres y el 21. 7% hombres) presentan riesgo elevado de trastorno de comportamiento alimentario según EAT-26 (p>0. 05) El 13. 3% (n =94/614)de las chicas y el 3. 8%(n =26/665)de los chicos obtienen más de 20 puntos.
Conclusiones: La prevalencia del riesgo de TCA en nuestro medio es similar a la publicada literatura de la población española ( 2) (3)con tendencia al alza en la población masculina.
Referencias: (1) Gardner DM, Olmstead MP, Bohr Y, Garfinkel PE. The Eating Attitudes Test: Psqui features and clinical correlates. Psychol Med 1982; 12:871-878. (2) Morandé G, Celada J, Casas JJ. Prevalence of Eating disorders in a Spanish population. J Adolesc Health 1999; 24: 212-219. (3) Ruiz-Lázaro et al epidemiología de los trastornos alimentarios de la infancia y adolescencia Temprana. (IV Congreso Virtual de Psquiatría Interpsquis.
Estudio del riesgo de trastorno del comportamiento alimentario de la población adolescente escolarizada de seis zonas básicas de salud de Gran Canaria.
(Risk study of eating disorders among adolescent students in six health areas from Gran Canaria. )
Roy Pablo RM 1; López Hernández MA 2; Galán Cuenda SC 3; Del Castillo Cabrera A 4.
1) Residente psiquiatría Instituto Psiquiátrico Servicio de Salud Mental José Germain (Leganés. Madrid)
(2) Médico urgencias hospital Universitario de Canarias (San Cristóbal de La laguna. Tenerife)
(3) Médico Centro Salud Sta Coloma de Gramanet. CAP Badalona-Llefiá.
(4) Médico urgencias Fundación Hospitalaria Alcorcón (Madrid)
PALABRAS CLAVE: trastorno, conducta alimentariam, Adolescente, prevalencia, EAT, epidemiología.
(KEYWORDS: Eating disorders, Adolescents prevalence, EAT. )
Resumen
Objetivo: Estimar la prevalencia de riesgo de trastorno de la conducta alimentaria de los adolescentes canarios de 14 -18 años.
Diseño: Estudio transversal observacional de muestreo aleatorio.
Emplazamiento: Zonas Básicas de salud de Gran Canaria: Escaleritas, Barrio Atlántico, Cuevas Torres, San Gregorio, San Juan, Vecindario.
Muestra: 1429 adolescentes de 14 a 18 años escolarizados seleccionados al azar de un total de 13295 alumnos, estratificados por edad sexo y municipio (índice de precisión ( /-5%) con nivel de confianza 99% (a =0. 01)
Material y método: Test modificado y validado del EAT test (Gardner et al 1982)(1) voluntario, autoadministrado, individualizado y anónimo. 26 preguntas sobre conducta alimentaria con respuestas múltiples cerradas, además de datos antropométricos y complementarios. Análisis: SPSS8.
Resultados : El 9% (78. 3% mujeres y el 21. 7% hombres) presentan riesgo elevado de trastorno de comportamiento alimentario según EAT-26 (p>0. 05) El 13. 3% (n =94/614)de las chicas y el 3. 8%(n =26/665)de los chicos obtienen más de 20 puntos.
Conclusiones: La prevalencia del riesgo de TCA en nuestro medio es similar a la publicada literatura de la población española ( 2) (3)con tendencia al alza en la población masculina.
Referencias: (1) Gardner DM, Olmstead MP, Bohr Y, Garfinkel PE. The Eating Attitudes Test: Psqui features and clinical correlates. Psychol Med 1982; 12:871-878. (2) Morandé G, Celada J, Casas JJ. Prevalence of Eating disorders in a Spanish population. J Adolesc Health 1999; 24: 212-219. (3) Ruiz-Lázaro et al epidemiología de los trastornos alimentarios de la infancia y adolescencia Temprana. (IV Congreso Virtual de Psquiatría Interpsquis.
Abstract
Objectives: To Study the risk prevalence of eating disorders among canary adolescent students (Age between14-19 yeas).
Desing: Cross sectional descriptive aleatory study.
Seeting: Health areas from Gran Canaria: Escaleritas, Barrio Atlántico, Cuevas Torres, San Gregorio, San Juan, Vecindario.
Sample: 1399 adolescents students between 14-19 years old choose at random. Age and sex , town stratum (/-5% IC 99%) (a=0. 001).
Method: EAT-26 test. (Garner et al 1982)(1) voluntary, selfcarry, anonymus and individual test. 26 test about eating behaviour whith closed answers, complementary and main body measurements. Analisis SPSS-8.
Results: 9% (78. 3% women and 21. 7% men) have high risk of eating disorders EAT-26) (p>0. 05) . 13. 3% (n=94/614) women and 3. 8% (n=26/665) boys (EAT-26>20 points).
Discussion: Eating disorders risk prevalence in our study is similar to others in Spain (2)(3) with men increasing.
Introducción
Los cambios en la morbimortalidad de los adolescentes durante las pasadas décadas han originado una “nueva epidemia” en la salud de la juventud actual. El consumo de tóxicos, las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados, así como los trastornos de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia) y obesidad son sólo alguno de los problemas de salud que han mostrado un incremento preocupante en nuestra sociedad. (1)
Desde el principio de la civilización occidental se han descrito trastornos en la salud definidos como trastornos del comportamiento alimentario, así en 1689 Richard Morton describía la “consunción nerviosa “ y más tarde (s. XIX) William Gull y Charles Lasségue encuadraría en el término “nervosa anorexia” y “anorexie hystérique” respectivamente una enfermedad de descripción similar que ambos consideran origen psicógeno. (2)(3)(4)(5)
Sin embargo no es hasta hace un par de décadas cuando pasa de ser una entidad rara a tener una relevancia importante, constituyendo una de las enfermedades más preocupantes de la adolescencia. (1)(2)(3)
Desde 1950 hasta la década de los 90 en España ha habido un incremento de estas patologías hasta límites insospechados; así Toro y Vilardell(3) en 1987 encuentran que de 200000 mujeres entre 15-24 años, 30-40 de ellas sufren AN cada año. G. Morandé y F. Rodríguez Cantó (1991)(6) asimismo refieren que de un caso anual en los 70 pasan en los 90 a atender uno semanal y en nuestros días a tres semanales(7) Se estima que la anorexia nerviosa afecta a el 0. 5-1% de las muchachas adolescentes de países industrializados y la bulimia a un 1-2%. Hay un varón afectado de anorexia por cada 10 mujeres. (8)
Actualmente la anorexia nerviosa, por sí sola, es la tercera causa de enfermedad crónica en adolescentes, (9)(10)(11) con una tasa de mortalidad de 0. 5-1% por año de observación (seis veces mayor que la tasa estandarizada de la población control)(12); siendo la primera causa de muerte el suicidio, seguida de las infecciones y las complicaciones gastrointestinales y la emanciación severa. (2)
En contraste con la anorexia y bulimia la obesidad más que como un trastorno de origen psicológico se concibe como un trastorno “físico”; aunque y especialmente en la niñez y adolescencia todos estos cuadros estén de alguna manera imbricados. Actualmente la obesidad en la población infantojuvenil de los países desarrollados constituye una nueva “plaga”.
Así pues dada la alta incidencia, prevalencia y morbilidad de los trastornos del comportamiento alimentario, patologías que afectan desde edades muy tempranas, así como su alta repercusión social (13)(14)(15) ha hecho que en las últimas décadas cada vez un mayor número de investigadores multidisciplinares dediquen sus esfuerzos a su conocimiento. En España es a partir de los 80 cuando se registran un mayor número de estudios, sin embargo, sigue siendo insuficiente el conocimiento epidemiológico de los mismos (16); ya que son escasos los trabajos realizados a población general(16). En la comunidad autónoma Canaria no nos consta ningún trabajo publicado en literatura médica hasta la realización de nuestro trabajo.
Si bien algunos profesionales de la salud opinan que las nuevas líneas de investigación deben dirigirse a grupos poblacionales específicos (13)(17)(18)(19) pensamos que la peculiaridad de nuestro entorno geográfico, las costumbres dietéticas y la influencia multicultural, así como el de contar con una población eminentemente joven, junto al hecho de no haberse publicado estudio alguno de cribaje en Canarias nos ha llevado a interesarnos en este tema. Creemos fundamental este conocimiento como primer paso para la programación de actuaciones sanitarias, sociales, preventivas; dado que el diagnóstico y actuación precoz en este tipo de enfermedades es fundamental para su pronóstico(2)
Metodología
Realizamos un estudio transversal, descriptivo durante el primer trimestre del 2000, de una muestra de jóvenes de edades comprendidas entre 14 y 19 años escolarizados en la isla de Gran Canaria , pertenecientes a tres municipios y seis zonas básicas de salud. ; a los cuales se les realizó un test autoadministrado, el Eating Attitudes Test –26 de Garner y Garfinkel(20) para la valoración del riesgo de trastorno del comportamiento alimentario.
Población: Se toma como población de base la escolar entre 14-19 años grancanaria de un total de 13295 (datos oficiales de la Consejería de Educación) de la cual se extrae una muestra estratificada por edad y sexo de tres municipios (Las Palmas de Gran Canaria, Vecindario y Telde) elegidos por accesibilidad. Pertenecen a seis zonas básicas de salud (Escaleritas, Barrio Atlántico, Cuevas Torres, Vecindario, San Gregorio, San Juan). El cálculo de la muestra se realizó tomando como prevalencia la publicada en literatura hasta la realización del trabajo, con índice de precisión de +/-5% con el nivel de confianza del 99% (a= 0. 01). Obtenemos una muestra mínima necesaria de 1100.
Mediante cita, previamente concertada, se informó de la realización del estudio a los directores, jefes de estudio o profesorado encargado y se solicitó la colaboración y autorización de los centros para llevarlo a cabo. Tras la presentación del equipo investigador, el cual aportaba una carta autorizada de la unidad docente; y la aceptación por parte de los institutos de ser incluidos en el proyecto, se realizó un pilotaje con un grupo escolar de 14 años para determinar los posibles problemas de interpretación o inconvenientes a la hora de su realización. Los test del pilotaje no se incluyeron en la estadística.
Todos los colegios e institutos a los que se les propuso ser incluidos en el estudio aceptaron, entrando a formar parte del mismo ( Gran Canaria, José Cerpa, Vecindario, Alonso Quesada, Sta Bárbara, Guanarteme, Arnao, La Rocha). Los cursos participantes fueron tercero ESO, cuarto ESO, Tercero BUP, COU, primero bachillerato LOGSE, segundo bachillerato LOGSE. En cada centro se elegían grupos al azar llegando en algunos casos a realizarlo a todos los que se encontraban en ese centro en el momento de la visita.
Tras concertar la entrevista el equipo encuestador, cuatro residentes de medicina familiar y comunitaria, acude a los centros donde se informa a los alumnos de la realización del trabajo y se solicita su colaboración voluntaria. Los test se realizan en horario lectivo con la presencia del profesorado y al menos un componente del equipo investigador.
No tuvimos en cuenta el posible sesgo del absentismo escolar ni el de la no escolarización por considerarlo realmente poco relevante en el objetivo del estudio asumiendo que podría suponer un mínimo margen en los resultados.
Criterios de exclusión: Algunos de los cuestionarios realizados por alumnos no fueron incluidos en el presente trabajo por encontrarse en otro rango de edad (aunque se reservaron para posteriores estudios) La no comprensión del test, el rechazo a la realización del mismo o los con evidente mala cumplimentación se propusieron a priori como criterios de exclusión. Nos planteamos que quizás en jóvenes con TCA podrían negarse a participar o incluso falsear el test, más importante incluso en el caso que estuvieran ya diagnosticados o se les hubiera hecho algún cribaje por este tipo u otro problema de salud mental. Somos conscientes del sesgo que puede suponer infravalorando los resultados finales. Sin embargo todos los jóvenes solicitados accedieron a realizarlo y no constatamos ninguno deliberadamente mal cumplimentado.
El método de cribaje utilizado fue el EAT-26 de Garner y Garfinkel(20), para la valoración del comportamiento alimentario. Este test ampliamente conocido, para la detección y cribaje de los trastornos del comportamiento alimentario, es quizás por su utilidad y fácil aplicación el más empleado en estudios similares. El Eating Attitudes Test-40 diseñado por Gardner y Garfinkel (20) (1979)fue validado para la población española por Castro et al en 1991(21) Es un inventario autoadministrado compuesto por cuarenta preguntas, que cuenta con seis posibles respuestas, puntuables de 0 a 3, de las que se contesta marcando una sola posibilidad. Es quizás la escala de evaluación más antigua y utilizada y puede servir como instrumento de búsqueda en grupos no clínicos(17)(20):Sirve para cribar las conductas alimentarias alteradas. Tienen una sensibilidad de 67. 9% y especificidad de 85. 9% para el punto de corte recomendado de 30 y una sensibilidad de 91%, con una especificidad de 69, 2% con el punto de corte de 20 propuesto por los españoles(18)(21)(22). Tienen el inconveniente de tener elevada frecuencia de falsos positivos(16). A partir del EAT-40 Garner obtuvo una escala abreviada EAT-26 igualmente eficaz. Se han encontrado resultados similares en el screening poblacional con el uso de las dos versiones del Eating Attitudes Test (23)(24) Este cuestionario psicométrico se considera un sistema fiable, válido y económico y aunque por sí solo no baste para diagnosticar sí que indican la probabilidad de que un individuo con altas puntuaciones pueda tener un trastorno de la alimentación(16)(20).
Tras cita acudimos a los centros donde nos asignan clases al azar. En el cuestionario además del EAT se incluye datos generales y de sintomatología:
Edad, sexo, altura, peso, si existe atracones, vómito autoinducido, medicación para control del peso y forma, pensamientos o ideas de suicidio, así como si han acudido al médico alguna vez por trastorno del comportamiento alimentario.
Personalmente en cada grupo informamos de la realización del estudio y de la participación voluntaria en el mismo. Se ofrecía la posibilidad de pesar y tallar a los jóvenes que no conocieran estos datos recientes ( se dio por válidos el peso y talla que ellos conocieran por alguna revisión médica reciente confiando en su respuesta real a la misma). El sesgo existente por la percepción subjetiva del propio peso y talla se intentó minimizar con la realización de estas mediciones, disminuyendo el volumen de trabajo si los participantes se habían realizado revisión en su centro y conocían realmente los datos. Utilizamos pesa y tallímetro habitual de nuestras consultas de centro de salud y con las técnicas habituales, individualmente, con ropa ligera, desestimando calzado y ropa.
Aunque el test habitualmente se realiza en unos diez, quince minutos usamos aproximadamente media hora a una hora con cada grupo en la presentación, toma de peso y talla, realización del test y despedida.
Análisis estadístico
El análisis estadístico se realizó con el paquete estadístico SPSS8. 0. Se codifican las variables y se utilizan filtros de rango para asegurar el menor número de errores posible. Los datos fueron introducidos y verificados por el equipo investigador.
Se realizan análisis descriptivo de las variables y cálculo del riesgo de padecer trastorno del comportamiento alimentario, tomando como límite una puntuación de 20 en el EAT-26. Además se analizan por separado la prevalencia, en función del sexo, edad, municipio, niveles de IMC. Se obtienen intervalos de confianza al 95%.
Otras valoraciones: estudiar cada variable descrita en función del resultado positivo para el EAT-26, mediante análisis bivariante con I 95%. Se utilizó X2, t- student, otras dependiendo del tipo de variable.
Aunque se obtuvieron mayor número de test en nuestra investigación sólo se muestra en este trabajo los relacionados con los estratos de edad previamente justificados.
Resultados
Participaron en el estudio todos los colegios a los que se les propuso (8), 60 grupos escolares. De una muestra necesaria de 1100 se realiza una ampliación realizando un total de 1399 test con un 100% de aceptación. No se excluyó ninguno por mala cumplimentación.
120 test recogidos realizados por alumnos con edades fuera del rango objetivo de este estudio no se analizaron, reservando éstos para investigaciones posteriores.
En las tablas (1a)(1b) se expresa: resultados de l análisis descriptivo de la muestra.
En las tablas (2a)(2b): resultados de relación EAT mayor o igual de 20 con variables descritas. Se expresa en porcentajes, IC 95% y /o p significativa, media, desviación estándar según variables.
Encontramos diferencias significativas estadísticamente, según se muestra en los resultados expresados en las tablas correspondientes, según el sexo; no así entre los grupos de edad, municipios ni IMC (índice de masa corporal) El hecho de hacer dieta, la toma de sustancias para el control de peso y forma aparecen como estadísticamente significativa entre el grupo EAT<20 y EAT>20. ( Ver tablas)
Discusión
La prevalencia encontrada de riesgo para trastorno del comportamiento alimentario, tomando como tal una puntuación de más de 20 puntos en el cuestionario Eating Attitudes Test, en el medio estudiado es similar a la anglosajona y a varios trabajos españoles recientes. Así Ruíz- Lázaro et al en el 2001 encuentran en una muestra de 200 jóvenes de secundaria en medio rural que un 13. 5% de las mujeres y un 3. 8% de los varones presentan una puntuación de riesgo para TCA. (25) En Zaragoza un estudio similar al nuestro en 61 centros de secundaria, con el EAT 40, en 1997 encuentran una prevalencia de 16. 32% para las chicas y 3. 3% para los chicos. Múltiples estudios realizados en varias comunidades españolas con metodologías diferentes dan una prevalencia similar dentro de rango coincidiendo básicamente en la prevalencia global del riesgo de trastorno(25)
Teniendo en cuenta las publicaciones existentes podemos observar que desde los trabajos de los ochenta llevados a cabo por Morandé et al hasta los más recientes un incremento en este tipo de conductas anómalas, así como una cada vez más aumento de las puntuaciones en los varones. (16) Este hecho, aunque se observa en la mayoría de las series publicadas, no se constata igualmente existiendo resultados dispares. (10)
No encontramos una diferencia estadística significativa entre los distintos grupos de edad, lo cual se ha visto en otros como el llevado a cabo en estudiantes de enseñanza media de Toledo por S. Moraleda et al, (17) los de Castro J et al (21) y Martínez A et al (10) . No aparecen diferencias entre los municipios incluidos.
El hecho de tener un determinado IMC (índice de masa corporal) no nos orienta a la positividad del test. Aunque el IMC es aceptado como un indicador fiable del estado nutricional somos conscientes que los valores de antropometría que obtenemos de la población adolescente hay que tomarlo como un dato relativo ya que pueden existir sesgos por el procedimiento y recogida de datos, así como por no haber tomado en cuenta que a las edades estudiadas sería aconsejable analizar además las tablas y curvas de desarrollo para un análisis riguroso.
El hecho de hacer dieta, cada vez más frecuente, “autoimpuesta”por la población joven y en concreto entre la población femenina; inducida por modas, medios de comunicación etc se revela como un indicador de riesgo a tener un TCA. De igual manera la toma de sustancias para el control del peso y la forma (diuréticos, laxantes), los vómitos autoinducidos y la presencia de atracones orienta a la positividad del test.
Como hemos comentado el EAT-26 nos sirve para detectar personas con una alta probabilidad de riesgo para tener un TCA, luego podemos presuponer que los resultados de prevalencia de riesgo obtenidos son altamente fiables. (16)(20) Teniendo esto en cuenta pensamos que la magnitud del problema es cuando menos preocupante; más aún cuando nuestra población es eminentemente joven. Por otra parte si bien los profesionales de atención primaria que atienden habitualmente a niños y adolescentes tienen el conocimiento de este tipo de patologías y pueden sospecharlo; remitiendo a sus pacientes en cada caso al profesional adecuado, tanto en el PAPPS como en el programa del niño sano, la detección de los TCA no se protocoliza. Este hecho consideramos que repercute negativamente en la detección precoz, en el conocimiento de la realidad médica y social de los trastornos del comportamiento alimentario y en definitiva en la salud de nuestros niños y adolescentes.
El estudio epidemiológico de la población es un punto de partida para intentar profundizar en el conocimiento de este tipo de trastornos; la prevalencia encontrada corrobora a nuestro entender la necesidad de actuar activamente en todas sus vertientes.
Tablas
Tabla 1a
Tabla 1b
Tabla 2a
Tabla 2b
Bibliografía
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Agradecimiento: Colegio e institutos colaboradores. Tutores MFyC. Unidad técnica hospital Universitario de Canarias. Dr Guillermo Burillo Putze. Iluminada López Hernández.
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