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Las dimensiones del perdón.

Fecha Publicación: 01/01/2004
Autor/autores: Silvia Beatriz Franchi

RESUMEN

En la interacción constante con personas que nos interesan, sucederán eventos que podrán herir a seres significativos y viceversa. Las transgresiones producen un impacto que varía de persona a persona, así como puede tomar distintos rumbos en relaciones diferentes; un componente importante es la capacidad de perdonar.

Tal propensión tiene importantes implicancias, tanto en la vida de relación como en el bienestar individual. Se expondrán las disposiciones de la personalidad que contribuyen al perdón, los distintos estilos emocionales y morales, las emociones implicadas, así como las consecuencias psicológicas del perdón. El rol de la psicoterapia será enfatizado, especialmente abriendo la perspectiva respecto del rol que tiene el perdón como regulador social.


Palabras clave: Bienestar, Emociones, Perdón, Transgresiones
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Psiquiatría general .

Las dimensiones del perdón.

Silvia Beatriz Franchi.

Doctora en psicología. Docente Universidad del Salvador y Universidad Nacional de La Plata.

PALABRAS CLAVE: Transgresiones, Perdón, Emociones, Bienestar.

(KEYWORDS: Transgressions, Forgiveness, Emotions, Wellbeing. )

[24/2/2004]


Resumen

En la interacción constante con personas que nos interesan, sucederán eventos que podrán herir a seres significativos y viceversa.

Las transgresiones producen un impacto que varía de persona a persona, así como puede tomar distintos rumbos en relaciones diferentes; un componente importante es la capacidad de perdonar. Tal propensión tiene importantes implicancias, tanto en la vida de relación como en el bienestar individual.

Se expondrán las disposiciones de la personalidad que contribuyen al perdón, los distintos estilos emocionales y morales, las emociones implicadas, así como las consecuencias psicológicas del perdón. El rol de la psicoterapia será enfatizado, especialmente abriendo la perspectiva respecto del rol que tiene el perdón como regulador social.

Abstract

Since we are in permanent interaction with significant others, certain events that could hurt meaningful relationships may happen.

Transgressions promote impacts in our lives in a varying degree among individuals, and they may affect differently our relationships; an important component is our capacity to forgive. Such capacity has important implications for relationships and individual wellbeing as well.

Personality dispositions involved in the forgiveness process will be exposed, as well as emotional and moral styles, involved emotions, and the psychological consequences of forgiveness. The role of psychotherapy will be emphasized, opening a perspective regarding the role of forgiveness as a social regulator.

 



Los seres humanos somos seres sociales por excelencia. Durante toda la vida formamos relaciones significativas e interactuamos con personas que nos interesan. En el conjunto de las interacciones sociales, inexorablemente haremos cosas que podrán herir a quienes nos rodean y viceversa.

Las oportunidades para transgredir son muchas, desde las más pequeñas e intencionales, como decir algo sin pensar u olvidar una cita, hasta otras más serias como traicionar la confianza que nos depositaron, mentir impunemente o ser infieles sin medir las consecuencias. Sin embargo, el impacto de tales transgresiones, sea cual fuere su dimensión, varía considerablemente de persona a persona, y puede tomar distintos rumbos en distintas relaciones. Algunas relaciones afrontan la prueba del tiempo y las fallas humanas suficientemente bien, en tanto otras no lo pueden hacer. Un factor importante para afrontar en forma adaptativa los obstáculos inevitables de la vida cotidiana es nuestra capacidad de perdonar.

El concepto del “perdón” se refiere a cambios que fovorecen las relaciones sociales y que involucran afectos, cogniciones, motivaciones o comportamientos con respecto a otra persona, a quien uno percibe que le ha causado una ofensa o que la ha lastimado substancialmente (McCullough, Pargament & Thoresen, 2000). Cuando una persona perdona a otra, sus emociones, cogniciones, motivaciones y/o comportamientos se tornan menos negativos y más positivos.

La propensión a perdonar tiene implicancias importantes, no sólo para el bienestar de nuestras relaciones, sino también para nuestro propio bienestar como individuos.

 

 

¿Qué significa perdonar?

Muchos sociólogos, filósofos, religiosos, psicólogos se han ocupado del tema del perdón; algunos conceptos se han superpuesto y otros han quedado poco delimitados. El perdón puede definirse considerando distintas variables, relacionadas entre sí (Baumeister, Exline, y Sommer, en prensa; Downie, 1965; Enright, Eastin, Golden, Sarinopoulos, y Freedman, 1992, McCullough, Worthington y Rachel, 1997):

1. Una transformación cognitiva-afectiva una vez que la transgresión tuvo lugar en la cual

2. La víctima hace una evaluación realista acerca del daño ocasionado y reconoce la responsabilidad del perpetrador, pero

3. Elige libremente “cancelar la deuda”, renunciando a la necesidad de revancha o de castigar al otro, o de realizar cualquier otra forma de venganza. Esta “cancelación de deuda” también apareja

4. Una “cancelación de emociones negativas” directamente relacionadas con la transgresión. En particular, al perdonar, la víctima supera sus sentimientos de resentimiento o de rabia. En breve, por el hecho de perdonar, el individuo lastimado

5. Se aleja esencialmente del rol de víctima.

Como vemos se trata más de un proceso que de un contenido o concepto aislado.

El perdón en sí mismo es distinto a la empatía, la compasión, la magnanimidad del amor, la confianza, la reconciliación, la condonación, la absolución o el altruismo, aunque estos constructos pueden formar parte del proceso de perdonar.

A pesar de que el perdón verdadero puede requerir sentimientos de amor, en ciertas circunstancias una persona puede perdonar, cancelando la deuda y renunciando al resentimiento, pero también puede hacer un recorte en su entrega de amor. Cuando, por ejemplo, se produce una confrontación con un perpetrador que ha causado un sufrimiento substancial, de largo plazo, como un padre violento o abusador y que no ha mostrado signos de cambio real, es posible que una persona lo perdone y que al mismo tiempo adopte una actitud neutral, cautelosa, y aún respetuosa hacia ese padre, manteniéndose abierto a la posibilidad de desarrollar sentimientos cálidos, aunque quizá no pueda sentir amor por esa persona. Es decir, se trata de una neutralidad dotada de una sensación de paz, y al mismo tiempo de sentirse desapegado, libre de rabias y resentimientos.

 

 

Diferencias individuales en la propensión a perdonar

Enright (1996) propone “la tríada del perdón”, que consiste en las siguientes variables:

1. La propensión a perdonar a otros;

2. La propensión a pedirle perdón a otros, y

3. La propensión a perdonarse a sí mismo.

 

 

Disposiciones hipotéticas de la personalidad que contribuyen al perdón

¿Qué características cognitivas y afectivas duraderas pueden favorecer o impedir el perdón?

Se supone que la propensión a perdonar responde a una serie de características cognitivas y afectivas duraderas de la personalidad, y los estilos emocionales y morales de las personas adquieren especial relevancia. Ciertas emociones morales como la vergüenza, la culpa y la empatía, relacionadas con el perdón, se presentan en una diversidad de grado en distintas personas.

Algunos autores han teorizado que la evaluación empática que realiza una persona con respecto a la perspectiva del perpetrador y su experiencia emocional facilitan el proceso de perdonar (Enright et al. , 1996; Mc Cullough y Worthington, 1994).

La vergüenza y la culpa son emociones de relevancia potencial involucradas en el perdón, y es interesante distinguir una de otra.

Los sentimientos de vergüenza conllevan una focalización dolorosa en el Self, el sentido humillante y global de “Soy una mala persona”. Tal humillación vergonzosa va acompañada de un concepto de sí mismo disminuido, inundado por sentimientos de desvalimiento y desprecio hacia uno mismo, junto con un sentido de quedar expuesto ante los demás. Podría pensarse que tales sentimientos dolorosos y debilitantes de vergüenza no son motivadores para un cambio constructivo en las conductas.

La vergüenza se torna tan intolerable que la persona, al encontrarse en medio de la situación vergonzante, pone en juego un número de tácticas defensivas como esconderse o escapar de la situación, negando en ocasiones su propia responsabilidad. Asimismo, los individuos propensos a sentir vergüenza suelen repetir sus transgresiones y rara vez intentan reparar el daño ocasionado, llegando a poner las culpas afuera, o responsabilizar a otros por sus actos, y aún mostrar una ira irracional o comportamientos agresivos (Tangney, Fee, Reinsmith, Boone y Lee, 1999).

En cambio, la culpa involucra un comportamiento específico, el de “Hice algo malo” en lugar de “Soy una mala persona”. Las personas inclinadas a sentir culpa están más dispuestas a pedir y recibir perdón de otros, así como a perdonarse a sí mismas. El sentimiento de culpa apareja tensiones, remordimiento y arrepentimiento acerca de algo que el individuo piensa que hizo mal. Las tensiones y el arrepentimiento motivan acciones reparadoras, como la confesión, las disculpas, o alguna forma de reparación del daño. Es decir que es más fácil cambiar una mala conducta que un mal concepto de sí mismo (Tangney, Fee, Reinsmith, Boone, & Lee, 1999).

La vergüenza y la culpa son emociones morales, pero tienen implicancias diferentes en el proceso del perdón. Podríamos pensar que una persona propensa a sentir culpa acerca de un comportamiento específico, puede posicionarse mejor para perdonar a otros y perdonarse a sí misma. En cambio, las personas que tienden a sentir vergüenza tendrían dificultades para perdonar a otros, es decir que disponen de menor empatía.

 

 

Relaciones entre el perdón y el estilo moral emocional: empatía, vergüenza y culpa

Empatía: La capacidad empática adquiere un rol fundamental en la facilitación del perdón. Las personas que disponen de la capacidad de ponerse en el lugar del otro tienen mayor propensión a perdonar. En cambio, aquéllas que tienden a focalizarse en emociones negativas, se sentirán consumidas por el resentimiento cuando estén expuestos a las transgresiones y tal sensibilidad indudablemente contribuirá a que les sea muy difícil perdonar al transgresor.

La empatía también es relevante cuando nosotros hemos herido a otras personas, es decir cuando nos ubicamos en el rol de perpetradores. De nuevo la empatía ayudará a poder pedir perdón a otros y a nosotros mismos, en alguna medida.

La capacidad de empatía hacia los demás, que permite tomar una perspectiva cognitiva y otorgarle una importancia afectiva al otro, inhibe al perpetrador de culpar a otros por sus transgresiones, en tanto que aquellos orientados hacia una condición narcisista no se inclinarán a hacerlo.

Vergüenza y Culpa: La vergüenza y la culpa son dos emociones claves que frecuentemente aparecen en el contexto de las transgresiones interpersonales, es decir aquellos contextos en los que el perdón está comprometido.

La vergüenza por sí misma no conduce al perdón. Las personas que tienden a ser vergonzosas suelen tener dificultad para perdonar, tanto a sí mismos como a otros. Los sentimientos de vergüenza y humillación suelen provocar una ira vengativa e irracional y una externalización de la vergüenza, mucho más cuando la persona que se siente avergonzada está colocada en el rol de víctima de la transgresión.

 

 

Dimensiones de la personalidad relacionadas con el Self y la propensión a perdonar

Las dimensiones relacionadas con el Self y los otros tienen implicancias en el proceso de perdonar, dado que siempre que consideremos el Self será en relación con otros. Tales dimensiones son:

- Apego
- Auto Estima
- Narcisismo

La psicología de las relaciones interpersonales nos conduce a considerar la teoría del apego (Bowlby, 1982). Según Bowlby los modelos a través de los cuales conformamos el “sistema de apego” están basados en experiencias tempranas con los cuidadores, y tales modelos darán forma a nuestras relaciones a lo largo de nuestras vidas. Aquellas personas que han contado con un apoyo seguro generalmente mantienen modelos positivos de relación tanto hacia el Self como hacia los otros.

La combinación de un sólido sentido del Self, con una autoestima estable y la confianza en las relaciones de largo plazo facilita la estabilidad emocional y la plasticidad en las relaciones interpersonales. Un componente importante de esta plasticidad o flexibilidad es la capacidad para perdonar.

En cambio, el narcisismo estaría inversamente relacionado con la propensión a perdonar a otros. El narcisismo ha estado teórica y empíricamente ligado a darse importancia o a tener sentimientos de grandeza, así como un sentido del Self inestable, alta sensibilidad ante los desaires y una disminución en la capacidad de empatía, rasgos que de alguna manera impedirían el perdón.

La propensión a perdonarse a uno mismo también está relacionada con un estilo de apego seguro, con una auto estima relativamente alta y estable, y con los componentes más adaptados del narcisismo, como superioridad y liderazgo. De modo que las personas que se sienten bien consigo mismas estarán más dispuestas a perdonarse a sí mismas por sus transgresiones, aunque no necesariamente perdonarán las transgresiones de otros. En ocasiones, aquellos que tienden a perdonarse a sí mismos pueden no ser muy empáticos o responsables, mostrándose egoístas o insensibles.

 

 

Otras dimensiones de la personalidad relacionadas con el Self asociadas al perdón

Otras dos variables de la personalidad que están involucradas en el proceso de perdonar son el neuroticismo y la afabilidad (McCullough y Hoyt 1999).

El neuroticismo influye contrariamente a la disposición a perdonar. Las personas con altos niveles de neuroticismo presentan niveles más altos de síntomas psicológicos, problemas de salud física y dolor, así como insatisfacción en sus matrimonios. Suelen prestar más atención hacia los estímulos potencialmente negativos que los que tienen menores niveles de neuroticismo. Son personas que tienen dificultades para superar sus resentimientos y actitudes negativas en las relaciones interpersonales, quizá porque decodifican y recuerdan las ofensas interpersonales con un sello más negativo que otras personas con niveles bajos de neuroticismo. Consecuentemente, sus actitudes serán más evitativas y buscarán tomar revancha o vengarse con los ofensores.

En cambio, la afabilidad promueve una orientación más sociable hacia los otros, incluyendo altruismo, confianza y amabilidad. Las personas poco afables tienen mayores conflictos con sus pares, pretenden sostener el poder durante el conflicto, y tienen dificultades en las relaciones de compromiso y confianza. La falta de afabilidad inhibe a la personas de tener sentimientos empáticos hacia los demás, así como dicho déficit interfiere en poder mantener relaciones cercanas y comprometidas, y también en poder perdonar. Las personas que tienen la capacidad de ser conciliadoras y afables experimentan afectos más positivos y promueven relaciones de armonía. De manera que presentan una mayor inclinación a perdonar, perdonarse a sí mismos y pedir perdón, involucrándose en transformaciones afectivas y motivacionales.

 

 

Consecuencias psicológicas del perdón

¿Qué resulta del perdonar?

Numerosos autores han sugerido que la propensión a perdonar facilita o promueve el bienestar de nuestras relaciones, así como nuestra adaptación emocional como individuos (McCullough, Worthington & Rachal, 1997). Cuando el proceso de perdonar falla por diversas razones, emergen síntomas de naturaleza psicológica como ansiedad, depresión e ideación paranoide. Dejar a un lado las quejas y los agravios, dará lugar a que los sentimientos negativos también se vayan, en lugar de seguir llevándolos como carga. La noción a la que apuntamos es que al reemplazar sentimientos crónicos de rabia y resentimiento con sentimientos empáticos, amorosos, las personas podrán sentir mayor bienestar emocional.

 

 

Relación entre el perdón y el bienestar psicológico

En general, según el estudio de Tangney (Tangney et al, 1999) la propensión a perdonar a otros está inversamente relacionada con los síntomas psicológicos, particularmente la sensibilidad interpersonal, en términos de sentimiento de inadecuación o inferioridad, depresión, hostilidad, ira e ideación paranoide. La tendencia a reaccionar ante las transgresiones interpersonales con sentimientos de dolor por el daño percibido está ligada a la inadaptación psicológica.

Asimismo, el poder perdonarse a uno mismo está asociado al bienestar psicológico, en tanto que la propensión a culpar a otros está ligada a la inadaptación emocional.

La empatía orientada hacia los demás y los sentimientos de culpa focalizados en las conductas reparatorias, orientan a la personas en una dirección constructiva y facilitadora de sus relaciones, en contraste con la culpa auto dirigida y el malestar personal, que en general conducen a resultados negativos.

El perdón permitirá percibir el problema como algo circunscripto y que a su vez puede corregirse.

En cuanto al rol de la psicoterapia, los objetivos apuntan a lograr una mayor flexibilidad cognitiva, particularmente en aquellas personas que sufren y afrontan dificultades, incluyendo una mayor capacidad para tomar una perspectiva con respecto a otras personas, a fin de transformar las motivaciones negativas en positivas, y así recuperarse de las heridas.

Nuestra propuesta apunta a la aplicación de esta concepción del perdón en la psicoterapia, cualquiera sea nuestra orientación de preferencia, dadas las connotaciones sociales de los reguladores emocionales y sus consecuencias para el bienestar, aspectos en los que se están realizando esfuerzos para obtener mejores fundamentos teóricos y empíricos, considerando el bienestar como factor común en la psicoterapia.

 

 

Bibliografía

Baumeister, R. , Exline, J & Sommer, K. (en prensa). The victim role, grudge theory, and two dimensiones of forgiveness. En E. Worthington & M. McCullough (Editores). Forgiveness. Radnor, Templeton Press, Pennsylvania.

Bowlby, J. (1982). Attachment and Loss.

Downie, R. (1965). Forgiveness. Philosophical Quarterly, 15. 128-134.

Enright, R. , Eastin, D. , Golden, S. , Sarinopoulos, I. & Freedman, S. (1992). Interpersonal forgiveness within the helping professions: An attempt to resolve differences of opinion. Counseling and Values, 36, 84-98.

Enright, R. & the Human Development Study Group (1996). Counseling with the forgiveness triad: On forgiving, receiving forgiveness, and self-forgiveness. Counseling and Values, 40. 107-126.

McCullough, M. & Hoyt, W. (1999). Recovering the Person from Interpersonal Forgiving. Paper presented at the 107th annual meeting of the American Psychological Association, Boston, Massachusetts.

McCullough, M. , Pergament, K. , & Thoresen, C. (2000). The Psychology of Forgiveness: History, Conceptual Issues, and Overview. En M: Cullough, K. Pergament y C. Thoresen (Ed. ), Forgiveness: Theory, Research and Practice, Guilford Press, New York.

Mc Cullough, M. & Worthington, E. (1994). Encouraging clients to forgive people Who have hurt them: Review, critique, and research prospectus. Journal of
Psychology and Theology, 22. 3-20.

McCullough, M. , Worthington, E. & Rachal, K. (1997). Interpersonal forgiving in Close relationships. Journal of Personality and Social Psychology, 73. 321-336.

Tangney, J. , Fee, R. , Reinsmith, C. , Boone, A. & Lee, N. (1999). Assessing Individual Differences in the Propensity to Forgive. Trabajo presentado en la Convención de la American Psychological Association, Boston, 1999.


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