La poesía y la mente son dos viejas parientes, dos aristas de un triángulo cortante y equilátero, la tercera es la vida, en palabras de Angel González:
De la mente del poeta, al poeta de la mente.
Jesús J. de la Gándara Martín.
¿Qué relaciones mantienen la mente y la poesía?
La poesía y la mente son dos viejas parientes, dos aristas de un triángulo cortante y equilátero, la tercera es la vida, en palabras de Angel González:
"Largo es el arte,
la vida en cambio corta,
como un cuchillo"
Sin embargo para los no iniciados el nexo entre mente y poesía es la "inspiración". Mas, cual es su verdadera naturaleza?; ¿donde habita?, ¿cómo hacer de ella una aliada?: ". . . que te pille pintando. . . ", eso decía Picasso. La inspiración es una dama desposada con el esfuerzo de Blas de Otero:
"La poesía tiene sus derechos.
Soy el primero en sudar tinta
delante del papel".
¿Hay alguna explicación científica para la inspiración poetica?, ¿hay alguna relación entre inspiración, creatividad y locura?. Ya se sabe que "De poetas y de locos todos tenemos un poco", como pensaba doña Fuertes, que en su "Gloria" esté:
"Soñé que estaba cuerda,
me desperté y vi que estaba loca.
Soñé que estaba cuerda,
cuerda, tendida en mi ventana. . . "
La mismas preguntas se las han hecho antes muchos poetas y psiquiatras: unos con la lupa de la ciencia, otros sólo con pluma y papel. De los unos tomaremos teorías y datos, a los otros les robaremos sus inspirados versos, pues:
escribir es afilar el diccionario
encontrar la patria del lenguaje
comprender el idioma de la piel
y otras jergas igualmente cardinales
Para un primer intento de respuesta. . .
. . . consultaremos a Freud, a Ribot, a Lafora, a Eysenck, por el lado de la ciencia. Por el lado del arte apelaremos a los poetas insomnes. Al resto, a los que no saben soñar y duermen en exceso, les recetaré un poema:
el instinto y el instante
las ocasiones perdidas
un ratito un sentimiento
un momento una emoción
un segundo una pasión
la catálisis de cuerpos
la vocación de la sangre
Pues bien, Ribot hace ya mucho tiempo se atrevía a hablar del arte y la mente cuando la mayoría sólo buscaban neuronas a golpe de microscopio, y aseguraba que:
". . . unos andan a largos pasos, otros beben vino, otros meten los pies en agua fría o exponen la cabeza al sol. . . Todos persiguen. . . estimular la circulación cerebral para provocar o sostener la actividad inconsciente. . . ".
Tirando de estos hilos Goethe se había devanado los sesos mucho antes:
". . . la mayoría de los poemas los escribía de noche. . . como en un sueño. . . de un tirón y con un lápiz, para no tener que despertarme al mojar la pluma. . . "
Más tarde vino Freud a psicoanalizarle y descubrió que:
". . . el artista es un hombre que huye de la realidad, porque no puede conformarse con la renunciación a la satisfacción del instinto. . . y mantiene sus deseos eróticos y ambiciones en la vida de la fantasía. . . ".
Claro que José Mª Alvarez, el último premio Loewe, lo ha sabido decir con menos palabras:
"si la noche trajese
al mismo tiempo que su imagen
su cuerpo de aquel día. . . "
. . . en ese caso, podrían darle viento fresco a la poesía, pues según Félix Grande, el más sabio en las honduras del flamenco:
". . . el precio que te pone la poesía para vivir contigo es que te acuestes con ella. Si te limitas a tocarle las caderas o a enviarle flores, te abandona y se va con otros. . . "
La poesía es como aquella dama a la que Luis Alberto de Cuenca:
"Le pagaba para que me matase,
y se ha largado al sur. Todas se marchan.
Aceptan cheques, flores y mentiras. . . "
. . . y luego te abandonan. Mas, no crean amigos que todo es amor y deseo, también hay dolor y ansias de poder. Al menos eso aseguraba don Segismundo:
". . . merced a su talento, los artistas moldean la fantasía como si fuese una nueva realidad, y el resultado es admirado por la gente, y de este modo el convierten en héroes. . . "
El ingeniero Freud supo sacar esta esencia del fóndo lírico de genios como Goethe, Schiller, Poe, . . . los cuales ya habían intuído que el arte nace de las fuerzas ocultas en un sitio que él llamó inconsciente. Incluso Schiler lo dejó escrito:
"lo inconsciente, unido con la discreción hacen al artista poeta".
Luego vino Lafora, psiquiatra y escritor, a situar a los poetas en:
". . . el mundo de los sueños, donde viven mucho más tiempo que los hombres corrientes"
. . . idea poco acertada a mi parecer, aunque atinó plenamente al decir que:
". . . los poetas saben poner en lenguaje lo que para otros ha pasado inadvertido. . . esas cosas que no dejan rastro emotivo en el hombre común. . . ",
. . . esos seres entre los que no encuentra acomodo Jaime Siles, quien descubre la poesía:
"En esta humilde caja de cerillas
que la azafata me ha dado en el avión,
veo encenderse lejos las bombillas
que en otro tiempo tuvo la emoción".
Pero Lafora insistía que los poetas
". . . no tienen un pensamiento común, familiar, dirigido, objetivo, práctico, coordinado, lógico. . . "
Aunque Gloria Fuertes se permitiese contradecirle en una receta para hacer poesía:
"Escribo: Más que cantar cuento cosas.
Destino: La Humanidad
Ingredientes: Mucha pena, mucha rabia, algo de sal.
Forma: Ya nace con ella.
Fondo: Que consiga emocionar. . . ".
Mas Lafora, no se calla, vuelve a la carga y asegura que:
"El arte, como el genio, es el producto de una mera exaltación de los procesos psíquicos. . . Esta fase curiosa del espíritu es anárquica y ajena a nuestra voluntad. . . ",
De donde, caso de ser cierto, se deduciría que no hace falta pensar, ni esforzarse para escribir poesía, bastaría según Gil de Biedma, con. . .
". . . No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia"
. . . aunque, si escuchamos a Gloria, cada verso le costase lo suyo:
"Sale caro señores ser poeta.
La gente va y se acuesta tan tranquila. . .
. . . escribiendo me da la madrugada. . .
. . . que me dejo la linfa en lo que escribo. . .
. . . asalto las trincheras de la angustia
me cuesta respirar cuando termino. . . "
Lo cual es bien diferente de lo que opinaba Voltaire:
". . . el arte es semejante al juego. . . ambos están libres de utilitarismo y tienen como fin inmediato el producir placer. . . "
Juego y placer se daban cita en Rimbaud, quien sin embargo ya a los once años "arrancaba" versos en latín a su mente inquieta y desvalida:
". . . las palomas volvieron trayendo en su pico una corona de laurel y con ella ciñeron mi frente . . .
Febo apareció. . . y escribió sobre mi cabeza con llama celeste estas palabras: SERAS POETA". . .
Ahora bien, los poetas, además de con la etérea inspiración y el vaporoso inconsciente, cuentan con la vida y hacen poesía con "la experiencia":
"Las poesías no se me ocurren: me ocurren". . .
podría ser el lema de algunos que las buscamos en las cabezas de los locos, o enroscando los tornillos de la enajenación:
casi nada sabemos de esos ritos
que le da por rezar a la cabeza
de esos rabos perdidos de Satán
que te dejan sin sangre los laureles
casi nunca sabemos los porqués
casi nada de cómo cuando o dónde
casi todo es enigma o duda fatigosa
casi siempre puro azar las soluciones
No es preciso advertir, a estas alturas del negocio, que las relaciones entre mente y arte no son científicamente contrastables. Los poetas escriben, viven, sobreviven, se apasionan, enloquecen, pero no descubren pozos, ni construyen casas. Tal vez esa sea la única razón de su existencia: su pasión por lo inútil, como asegura Marian Suárez:
". . . la gloria es inútil,
inútil la eternidad,
inútiles los versos de tu mejor poema".
De hecho, hay muchos poetas que han pasado a la historia, pero ninguno por construir casas, cosa que si hicieron los siguientes genios de vida posaica, a los que afeita José Agustín Goytisolo a cuchillo y sin jabón:
Alejandro fue un mal alumno de Aristóteles.
Diógenes fabricaba moneda falsa.
César usaba peluca y se vestía de matrona romana.
Carlomagno era un liante de cuidado.
Alfonso el Sabio compartía amante con el Rey de Murcia.
Colón trabajaba a porcentaje y no fue claro con las cuentas.
Catalina la Grande era superficial en la política.
George Washington especulaba con terrenos en Virginia
(igual que Clinton)
Carlos Marx no podía ocultar sus rasgos de avaro.
Wagner odiaba desaforadamente a los judíos.
Eistein fue un aprensivo en cuestión de alimentos.
Martin Luther King no fue tan negro como ahora se dice.
Y hablando de genio y figura: ¿ustedes creen que los poetas nacen o se hacen?
Puede que se hagan, pero algo ha de venirles de nacencia. El problema de la creatividad y su relación con el temperamento ha sido estudiado por Eysenck, quien aseguraba que:
". . . la asociación de ciertos rasgos de personalidad con una elevada "fuerza del ego" ocurre en los intelectuales, en los artistas plásticos, en los científicos, pero sobre todo en los escritores. . . ".
Tal cosa es lo que debía pasarle al genial Borges, según explica Luis Felipe Comendador:
"Como catorce veces
te lo he dicho esta tarde:
No-to-ques-más-mi-plu-ma
le dijo un tío carnal
a un borges de seis años".
En esta misma línea, un tal Ludwig investigó las aptitudes mentales de un millar de eminentes científicos o artistas, y encontró que los más creativos comparten un factor psicológico que denominó "psychológical unease", algo así como un "inconformismo psíquico", una "inquietud mental". Esa es una vivencia muy familiar para los poetas:
ya llega de nuevo y vuelve sin aviso
como llega el dolor o se escapa la risa
lo sé porque es futuro a todas horas
porque me asaltan feroces estos versos
con la rabia del rayo con su misma fugacidad
Son, dicho a mi llana manera, como "culos inquietos", que no saben contener sus emociones y le piden a la vida riesgos:
si descubres otra grieta avísame
ya sabes que me encantan los abismos
tierra mía sálvame del más dañino de todos
el de hacer de la costumbre un precipicio
Por su parte un tal Vigoroux sugiere que la actividad artística se basa en procesos neurofisiológicos, ya que:
". . . en la creatividad están implicadas muchas áreas cerebrales relacionadas con la memoria, la planificación de tareas, la anticipación, y otras funciones propias del cortex prefrontal. . . ".
Lo cual ya había descubierto, sin necesidad de "scaner", el doctor de la muy "re-citada" Fuertes:
". . . ha descubierto el doctor
que mi sistema mental
es especialmente sensible
a la electricidad atmosférica
y que cuando abundan los iones positivos
(o no se que rollo) a nivel del suelo,
se me producen cortocircuitos punzantes
en mis redes. . . "
Y ya que andamos metidos entre neuronas, se me viene encima otra pregunta: ¿Qué tal andaran de salud mental los poetas?.
Ya se sabe que la melancolía, la tristeza o la desesperanza son buenos pretextos poéticos. Todos pasamos por alguna vez por. . .
". . . la presencia de la niebla borradora
o la conciencia alterada por drogas duras
como el amor o la tristeza. . .
Hay un psiquiatra británico llamado Félix Post que ha estudiado primorosamente la relación entre creatividad y enfermedad mental. Asegura que:
". . . los elevados niveles de imaginación y la enorme actividad cerebral necesitada para el trabajo creativo, junto con la alta frecuencia de rasgos anómalos de "carácter", hacen que los escritores tengan el doble de riesgo de sufrir depresiones que otras personas. . . ".
Y debe ser cierto, pues:
a todos nos llega algún día la edad de las negras congojas
por las noches renace tu vieja afición al naufragio
con leves susurros te tientan las simas profundas
y no encuentras razones que oponer al suicidio
El Dr. Post también escudriño las biografías de cien literatos tan destacados como Whitman, Dickens, Oscar Wilde, Faulkner. . . y encontró que la mayoría de ellos habían tenido algún familiar afectado por depresiones o "locuras". De hecho a los poetas nos da miedo volver atrás, y descubrir que sólo somos:
". . . producto de un instante que aun perdura. . . "
". . . gusanos altivos del gen de la memoria. . . "
Claro que la mayoría de los poetas también tienen algún ancestro destacado por su gran creatividad artística. Todo se hereda, "el genio y la figura":
a los quince pruebas a meterte en la poesía y te pierdes en sus ríos de urgentes embestidas vuelves a intentarlo ya en los veintitantos
y otra vez te contagian sus viejas afecciones por fin en los cuarenta recaes en esta droga quién sabe si algún día llegues a quitarte
Todos estos atributos han contribuido a crear la leyenda maldita de la poesía y los poetas, por lo cual a veces te sientes:
". . . ajeno a este lugar o cualquier otro
a merced del viento como Ulises
como Mahler de apátrida linaje
en cualquier rincón distinto
distante en todas partes".
Quizá por eso, a los poetas se les permiten ciertas licencias y "distracciones", único modo de resistir tanta "genialidad" en medio de esas:
"soledades siniestras que imagino
convertido en ladrón de guante fino
ejerciendo de asesino con ternura
sin urgencia sin ardor sin arrebato
tan sólo por sentir pausadamente
el gusto primitivo de la sangre
el sabor a carne cruda de la vida
Lo cual nos lleva al agujero más negro de los escritores: su morbosa propensión al suicidio. Desde los teóricos, como Camus o Balzac, a los prácticos, como Novalis o Virginia Wolf, son muchos los que han llegado a ese punto en el que:
". . . no sabes que es mejor
si cortarte las venas
o dejártelas crecer"
De hecho, según Post, el suicidio acaba con el 8 % de los poetas, lo que comparado con el "10-por-cienmil" que les toca al resto de los mortales, hace que a uno le entren ganas de dejar la poesía, no sin antes:
"poner en orden tanta tinta incierta
. . . a pisotones allanar las normas ortográficas. . .
hacer zumo de idioma
con la pluma entre las manos. . . "
Al fin y al cabo es es el único modo de encontrar algunas respuestas para nuestras incómodas preguntas
Veamos, la poesía y la mente son hermanas univitelinas y especies mutuamente reaccionantes. Ambas comparten un mismo miedo: se asustan las formulas científicas y escapan de las ceremonias protocolarias. No obstante:
"puede que los sabios atinen algún día con el truco. . .
y será todo tan simple como usar un microondas
ese será un día maldito y funesto para siempre
se acabarán los misterios de todos los enigmas
y moriremos los poetas de hambre y de miseria".
Aunque, en verdad los poetas nunca serán así, son - somos - seres alérgicos a las sustancias emocionantes, que se hieren las neuronas con los filos de la realidad y se defienden cometiendo poemas, como quien llora o mata, sorprendidos y asustados:
a siete versos del final te asalta la evidencia con su filo infiel y su leal brillo y te deja desgarradas las pulpas de los dedos y tu le pides que se vaya y que otra vez haga el favor de ser más fina y educada que no precisas tú que tanta realidad venga a colmar tus ansias de misterio
Las relaciones entre mente y poesía se completan cuando se les unen la inspiración, es decir el trabajo, y la existencia, es decir la vida. Las cuatro juntas redondean las aristas del triángulo cortante y componen un círculo enigmático y emocionante, en el que a veces da miedo entrar:
no escribas de ti mismo si no quieres descubrir cámaras ocultas que no sabes que existíanesas donde escondes las pruebas del dolor las otras donde guardas las claves del enigma.
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