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Efectos del divorcio sobre niños de clase media de 7 a 13 años de edad. Experiencia de intervención grupal con niños venezolanos.

Fecha Publicación: 01/03/2006
Autor/autores: Yajaira Katriana Jaume Maya

RESUMEN

Una experiencia desarrollada con 120 niños venezolanos, hijos de padres divorciados, con edades comprendidas entre los 7 y los 13 años de edad, estudiantes de educación básica en un colegio de clase media, muestra características interesantes sobre el efecto del divorcio en esta etapa del desarrollo evolutivo. La intervención se desarrolló motivada a la alta incidencia de niños hijos de divorciados que acudía a la consulta psicológica de una institución escolar de clase media. Buscando apoyar a la mayor cantidad de población que compartía la misma situación, se diseñó una dinámica grupal con el objetivo de orientar y canalizar las inquietudes de estos estudiantes. Se seleccionó la población de niños hijos de divorciados, detectándose un total de 120 niños (tasa sorprendentemente elevada: 25% de la población escolar total). El conjunto se dividió según el grado que cursaban, conformándose 11 grupos con un promedio de 11 niños por grupo. El presente trabajo muestra la experiencia desarrollada con 120 niños venezolanos, hijos de padres divorciados, con edades comprendidas entre los 7 y los 13 años de edad, estudiantes de educación básica en un colegio de clase media, y presenta características interesantes sobre el efecto del divorcio en esta etapa del desarrollo evolutivo. La experiencia relatada a continuación se desarrolló debido a la alta incidencia de niños hijos de divorciados que acudía a la consulta psicológica de la institución.

La mayoría de los infantes que eran remitidos por sus maestras para ser evaluados-apoyados en el departamento de psicología aludiendo diferentes motivos (dificultades de integración grupal, malas calificaciones, apatía, entre otras) tenían como común denominador antecedentes de padres separados o divorciados. Con este precedente y buscando apoyar a la mayor cantidad de población que compartía la misma situación, se diseñó una dinámica grupal con el objetivo de orientar y canalizar las inquietudes de estos estudiantes con respecto al divorcio. Se seleccionó la población de niños hijos de divorciados, detectándose un total de 120 niños (tasa sorprendentemente elevada: 25% de la población escolar total) sin contar con los que seguramente no se reportaron por desconocimiento de las maestras. El conjunto se dividió según el grado y sección que cursaban (primero a sexto grado de educación básica), conformándose 11 grupos con un promedio de 11 niños por grupo. Cada grupo asistió a dos sesiones diferentes dirigidas por la psicóloga escolar con una duración aproximada de 90 minutos cada una. La participación en los grupos fue voluntaria. Al iniciar las reuniones se les explicó el objetivo a considerar y se les invitó a participar si así lo deseaban. Todos los niños, sin excepción, accedieron a participar de la actividad. Incluso, muchos de ellos, al final de la primera sesión se mostraban deseosos de asistir cuanto antes a la segunda parte.


Palabras clave: Divorcio, Efectos del divorcio, Hijos de divorciados, Niños venezolanos
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Infantiles y de la adolescencia, Trastornos infantiles y de la adolescencia .

Efectos del divorcio sobre niños de clase media de 7 a 13 años de edad. Experiencia de intervención grupal con niños venezolanos.

Yajaira Katriana Jaume Maya.

PALABRAS CLAVE: Divorcio, Efectos del divorcio, Hijos de divorciados, Niños venezolanos.

Resumen

Una experiencia desarrollada con 120 niños venezolanos, hijos de padres divorciados, con edades comprendidas entre los 7 y los 13 años de edad, estudiantes de educación básica en un colegio de clase media, muestra características interesantes sobre el efecto del divorcio en esta etapa del desarrollo evolutivo.

La intervención se desarrolló motivada a la alta incidencia de niños hijos de divorciados que acudía a la consulta psicológica de una institución escolar de clase media. Buscando apoyar a la mayor cantidad de población que compartía la misma situación, se diseñó una dinámica grupal con el objetivo de orientar y canalizar las inquietudes de estos estudiantes.

Se seleccionó la población de niños hijos de divorciados, detectándose un total de 120 niños (tasa sorprendentemente elevada: 25% de la población escolar total). El conjunto se dividió según el grado que cursaban, conformándose 11 grupos con un promedio de 11 niños por grupo.



El presente trabajo muestra la experiencia desarrollada con 120 niños venezolanos, hijos de padres divorciados, con edades comprendidas entre los 7 y los 13 años de edad, estudiantes de educación básica en un colegio de clase media, y presenta características interesantes sobre el efecto del divorcio en esta etapa del desarrollo evolutivo.

La experiencia relatada a continuación se desarrolló debido a la alta incidencia de niños hijos de divorciados que acudía a la consulta psicológica de la institución. La mayoría de los infantes que eran remitidos por sus maestras para ser evaluados-apoyados en el departamento de psicología aludiendo diferentes motivos (dificultades de integración grupal, malas calificaciones, apatía, entre otras) tenían como común denominador antecedentes de padres separados o divorciados. Con este precedente y buscando apoyar a la mayor cantidad de población que compartía la misma situación, se diseñó una dinámica grupal con el objetivo de orientar y canalizar las inquietudes de estos estudiantes con respecto al divorcio.

Se seleccionó la población de niños hijos de divorciados, detectándose un total de 120 niños (tasa sorprendentemente elevada: 25% de la población escolar total) sin contar con los que seguramente no se reportaron por desconocimiento de las maestras. El conjunto se dividió según el grado y sección que cursaban (primero a sexto grado de educación básica), conformándose 11 grupos con un promedio de 11 niños por grupo.  

Cada grupo asistió a dos sesiones diferentes dirigidas por la psicóloga escolar con una duración aproximada de 90 minutos cada una.

La participación en los grupos fue voluntaria. Al iniciar las reuniones se les explicó el objetivo a considerar y se les invitó a participar si así lo deseaban. Todos los niños, sin excepción, accedieron a participar de la actividad. Incluso, muchos de ellos, al final de la primera sesión se mostraban deseosos de asistir cuanto antes a la segunda parte.

En la primera sesión se revisaron temas como: 

1. Noviazgo.
2. Matrimonio y tipos de unión.
3. Familia.
4. Tipos de familia.
5. Separación.
6. Divorcio.
7. Transformación de la familia.
8. Manejo de emociones ante la separación y el divorcio.  
9. Qué hacer con las emociones y dudas.

Al iniciar el abordaje de cada uno de los objetivos señalados, se recogieron primero las impresiones de los niños a través de discusiones grupales dando la oportunidad de expresar y compartir emociones, pensamientos y creencias sobre cada tema tratado. Progresivamente el facilitador les proveía la información y orientación respectiva.  

La segunda sesión se realizó semanas después de la primera (varió de acuerdo a actividades extraordinarias del colegio) y trató los siguientes puntos: 

10. Comprensión a los padres.  
11. Nuevos padres y nuevos hermanos.  
12. Derechos de los niños.
13. Construcción de un futuro mejor.  

Adicionalmente, en esta sesión, se revisaron los conceptos anteriores y se dio espacio para compartir experiencias alusivas a lo vivenciado en las reuniones de grupo y en la vida cotidiana después del primer encuentro.

Las dinámicas incluyeron juegos alusivos al tema y realización de dibujos (como técnica proyectiva) para recabar mayor información del manejo individual del divorcio en caso de ser necesaria la asesoría individual posterior y para permitir mayor libertad de expresión emocional a los pequeños.

En la población de niños de esta experiencia se encontró que el 90% no había sido informado de la separación-divorcio de sus padres y que sólo el 6% fue informado tiempo después de la separación. Ante este hecho de desinformación es fácil inferir que se genere ansiedad y confusión ya que los niños no tienen herramientas emocionales ni cognitivas para enfrentar esta situación de la que son víctimas pasivas. Este grupo manifestó tanto verbal como gráficamente: ansiedad, estrés, incertidumbre, temor a ser abandonados, confusión y mucho malestar relacionado con la separación familiar. Algunos expresaron sentimientos de rabia y sin excepción (aún los mejor adaptados) manifestaron enfáticamente sentir mucha tristeza.

Adicionalmente, la desinformación sobre la separación facilita que los niños desarrollen sentimientos de culpa. Como en la infancia predomina el pensamiento mágico, los niños se consideran el centro de todo, son egocéntricos y no pueden establecer una relación causa-efecto a través de un razonamiento abstracto como lo haría un adulto, es fácil inferir que muchos de estos pequeños (40%) manifestara sentirse culpable por el divorcio de sus padres, reportando:


-“Yo debo tener la culpa porque un día que fuimos al parque me caí y me llevaron al hospital para ponerme puntos en la herida, papá peleó con mi mamá por eso y después se separaron”. (Varón, 7 años).

-“Yo siempre lloraba porque no quería levantarme temprano para ir al colegio y ellos peleaban por mi culpa hasta que se separaron”.  (Niña, 7 años).

Un 3% de los niños, señaló haber sido informado de la separación cuando uno de los progenitores ya estaba saliendo de la casa familiar y sólo el 1% fue informado antes de que los padres se separaran. Cabe señalar que este grupo “privilegiado” se mostró bastante adaptado al cambio familiar y no presentó sentimiento de culpa por la separación paterna. Ven el divorcio como un hecho triste mas no es un motivo de conflicto emocional.  

Los padres de este grupo tienen características comunes: mantienen relaciones cordiales entre el padre y la madre, atravesaron un divorcio sin atacarse-descalificarse delante de los niños, mantienen acuerdo en cuanto a la educación y las normas, el padre es responsable con la pensión, mantiene visitas regulares y frecuentes a los hijos, e incluso comparten ocasionalmente todos juntos como el grupo familiar original. (Esta información fue corroborada en las reuniones y entrevistas realizadas con los padres).  

Con excepción de los casos donde los padres se divorciaron cuando el niño era aún un bebé, todos recuerdan el malestar que sentían durante la separación y todos albergan la fantasía de reconciliación de sus padres. Algunos conservaban esa fantasía, aún cuando ambos progenitores tenían nuevas parejas y nuevos hijos. Esta fantasía de reconciliación en los niños se explica porque creen que si “papá y mamá vuelven a estar juntos de nuevo algún día” se recuperará el contacto constante con el padre ausente. Además, esta fantasía disminuye la amenaza de la pérdida del cariño, calma la necesidad de pertenecer a un grupo familiar “normal”, y alimenta la sensación de que estarán protegidos.

En los casos en los que los padres que habían salido del hogar estaban esperando un nuevo hijo con la pareja actual, los niños manejaban ansiedad ante esa situación, temor de ser abandonados por el padre en espera, miedo al futuro y resistencia a aceptar al niño por nacer como “hermano”.

Gran parte de los niños sentía vergüenza y sentían ser casos excepcionales y únicos debido a la separación de sus padres. El hecho de formar parte de un grupo donde tantos compañeros estaban en situación similar, influyó significativamente en desmeritar esta creencia y en reducir las emociones negativas asociadas a ella.  

Otra característica que se encontró es que el 81% de los niños de la población en cuestión, reportó separación de sus padres originada por la aparición de un tercero en la relación matrimonial (otra mujer, en todos los casos).  

Ante esta situación, el 65% reportó malestar hacia la tercera persona (se encontró que todos eran niños con menos de dos años enfrentando el proceso de separación-divorcio). Estos niños referían experiencias como: incomodidad cuando el padre ausente los llevaba a pasear con la nueva novia, sentirse mal si disfrutaban porque era como traicionar a la madre, no saber si contarlo o no a la mamá al regresar del paseo, angustia ante exigencias de “no le digas a tu papá/mamá tal cosa”. De este grupo, el 40% describió a “la otra” como “interesada en el dinero del padre”, creencia que probablemente fue sembrada por la familia con quien vive el niño. Por ejemplo, se recogieron expresiones como:

- “Mi mamá y mi papá eran muy felices y llegó una mala mujer y hizo separarlos para quedarse ella con él por el dinero”.


-“Mi mamá ahora no tiene dinero porque la novia de mi papá se lo quita y por eso a veces no podemos pagar el colegio”.

Es conocido que la disolución de la relación marital, influye de manera directa en el deterioro de la economía familiar. En las familias de clase media, esta situación tiende a ser severa, disminuyendo significativamente la calidad de vida del grupo. Si los padres no son cuidadosos, el estrés que esta situación genera puede afectar a los niños provocando ansiedad y angustia que a esas edades, suele ser magnificada, porque no hay nada que ellos puedan hacer para solucionar la crisis y porque no comprenden bien la dinámica contable. Las quejas y verbalizaciones respecto a la falta de dinero delante de los niños, sólo empeora la ya difícil situación de ruptura familiar a la que han sido sometidos y dificulta la adaptación al cambio y aceptación de la pérdida.

Con respecto a las visitas del padre ausente, el 94% de los niños reporta contacto poco frecuente con el padre que está fuera de la vivienda familiar. Reporta visitas irregulares, esporádicas y no planificadas, así como quejas de que sus padres no cumplen la palabra de buscarlos cuando lo han prometido. Incluso algunos niños no podían precisar la última vez que habían visto al padre. Este hecho, que genera sensación de abandono, rabia y mucha tristeza, le dificultó a la facilitadora, el objetivo de asegurarles a estos niños que aunque sus padres no estaban con ellos, el amor que sentían era grande y permanecía intacto.  

De igual manera, varios mostraron conflicto e inquietud al momento de tomar vacaciones con el padre que vive fuera del hogar, porque sienten que “abandonan” al que se queda en casa. Esta situación, genera conflictos de lealtad que resultan estresantes para los pequeños. En muchos casos este conflicto es acentuado cuando el progenitor muestra tristeza e incluso siembra emociones de culpa y abandono en los pequeños (consciente o inconscientemente) a través de verbalizaciones o conductas. Los padres deben estimular que los hijos se diviertan libremente sin sentirse culpables apoyando que puedan disfrutar del padre que no vive con ellos, como les corresponde por derecho natural.

Aunque un mínimo porcentaje de los niños expresó sentirse cómodo con la situación actual que viven como hijos de divorciados (los del grupo “privilegiado”y los hijos de matrimonios muy conflictivos y violentos) el 100% reporta tristeza ante su condición, y todos sin excepción, reportaron miedo al abandono.

Al finalizar las sesiones de trabajo, los niños mostraron comprensión de la situación de separación-divorcio que vivían, comprendieron que no eran los únicos que pasaban por una circunstancia similar, entendieron que aunque las familias pueden cambiar “papá y mamá” siempre serán sus padres y seguirán amándolos. Destacaron la importancia del noviazgo responsable, pudieron enumerar algunos de los temores que sienten los padres al divorciarse, identificaron sus derechos, estuvieron conscientes de la fantasía de reconciliación y comprendieron que no son culpables de la separación de sus padres. Por otra parte, se sintieron capaces de hablar sobre el tema, expresar adecuadamente sus emociones y saben a quién recurrir cuando tengan necesidad de compartir sus dudas y temores.  

Además de las reuniones con los niños, se realizaron reuniones con los padres en las que se observó cierta resistencia a tratar el tema. A pesar de que la reunión tenía carácter de obligatoriedad, y había opción de dos fechas para asistir, sólo acudió un 65% de los padres citados. La principal excusa aludía múltiples ocupaciones laborales. La representación masculina fue importante, aunque la participación de las madres fue mayor.  

La reunión con los padres, dirigida por la psicóloga que realizó las dinámicas con los niños, tenía como objetivo concienciar a los padres en el manejo adecuado del divorcio, mostrar la experiencia realizada con sus hijos y dar a conocer de manera anónima los testimonios de los pequeños (gráficos y verbales). Cabe destacar que la reunión con los padres generó gran movilización emocional en los mismos. Algunos padres reportaron espontáneamente no estar conscientes del impacto que la separación o divorcio generaba en los hijos y otros, no pudieron evitar llorar mientras compartían sus opiniones con el grupo.  

Para finalizar, se exponen algunos de los testimonios recogidos durante las dinámicas grupales, donde se demuestra la sabiduría e inocencia propias de los niños. Sirvan estos testimonios como fuente de profunda reflexión.

Ante la pregunta ¿Qué es el matrimonio?, algunos niños respondieron:

“Cuando una persona se casa, se enamora de otra, se divorcia, y se casa otra vez” (Varón, 8 años).

“Una unión para formar una familia” (Niña, 8 años). <//I>

Ante la pregunta ¿Qué es el divorcio?, algunos niños respondieron:

“Cuando quieres a una persona y viene otra que te gusta, no puedes hacerle caso porque ya elegiste una persona y no puedes volver a elegir. Es como en un juego de fútbol donde escoges a tu equipo y después no puedes cambiar, tienes que jugar con el equipo que elegiste” (Varón, 7 años)

“Cuando el papá manda a la mamá que haga todo y él no se quiere parar porque está viendo televisión, se pueden divorciar” (Varón, 7 años)

“Casarse y divorciarse es un mal ejemplo que te dan los padres” (Niña, 8 años)

“Cuando dos personas se arruinan” (Varón, 11 años)

Otros testimonios

“Para mí el divorcio significa que entre la pareja ya no hay una conexión, un vínculo de amor y cuando hay niños es peor, porque a veces ellos no logran entender lo que pasa y buscan una explicación”. (Niña, 12 años)

“Cuando mis padres se separaron yo me sentía muy triste porque pensaba que mi papá no me iba a ver más nunca y él me explicó que aunque él no estaba allí, él iba a visitarme y llamarme y que seguiría siendo mi papá”. (Niña, 9 años).

“A los hijos hay que decirles las cosas como son y no engañarlos porque el problema puede agrandarse y después cuando se lo digan se va a sentir peor. Yo me sentí muy triste, lloraba todas las noches, pero después dije que era lo mejor porque mis padres no eran felices y yo tampoco”. (Niña, 11 años).


Referencias Bibliográficas

Teyber, E. Trad. Ford, M. (1986). Cuando los padres se separan. Caracas: Editorial Planeta Venezolana.

Jhonson, L. y Rosenfeld, G. Trad. Escovar, A. (2000). Cuando papá y mamá ya no viven juntos. Bogotá: Editorial Norma.

Jhonson, L. y Rosenfeld, G. (1990). Divorced kids: what you need to know to help kids survive a divorce. Tennessee: Thomas Nelson, Inc.

Blakeslee, S. , Fassler, D y Lash Michele. (1992). The divorce workbook. A guide for kids and families. Vermont: Waterfront books.

Blakeslee, S. , Fassler, D y Lash Michele. (1992). Changing families. A guide for kids and grown-ups. Vermont: Waterfront books.

Blakeslee, S. , Fassler, D y Lash Michele. (1992). My kind of family. A book for kids in single-parent homes. Vermont: Waterfront books.

Bonkowski, S. (1987). Kids are non divorceable. A workbook for divorced parents and their children. Ages 6-11 version. Illinois: Buckley Publications, Inc.

Rev. Murphy, W, Oddo D. (1990). Running a suport group for separated, divorced & remarried catholics. Illinois: Buckley Publications, Inc.

 


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