El abordaje global de los trastornos de conducta alimentaria supone la complementariedad de la intervención psicoterapéutica con enfoques rehabilitadores o de entrenamiento en habilidades, como también de ayudas y soporte social.
El trabajo social en pacientes resistentes al tratamiento.
Sílvia Navarro García.
Trabajadora social
El abordaje global de los trastornos de conducta alimentaria supone la complementariedad de la intervención psicoterapéutica con enfoques rehabilitadores o de entrenamiento en habilidades, como también de ayudas y soporte social.
La rehabilitación psicosocial de pacientes con TCA, crónicos o resistentes al cambio implica la movilización coordinada de distintos dispositivos sociales, de salud, laboral y ocupacionales que puedan dar respuesta a las necesidades que se van dando a lo largo del proceso de rehabilitación de estos pacientes.
La actuación del trabajador social como técnico responsable de la intervención social dentro de los equipos terapéuticos, debe enmarcarse en los planes de tratamiento y en las acciones del resto de disciplinas que interactúan, siempre con la finalidad de conseguir que estas sean homogéneas y con unos criterios de eficiencia lo más exigentes posible.
En última instancia el Trabajo Social tiene como objetivo intervenir en los procesos de ayuda a personas, familias y grupos, con el objeto de desarrollar capacidades psicosociales en los sujetos contribuyendo a su integración en el medio.
Concretamente, el trabajador social como profesional que actúa dentro del campo de la Salud Mental inicia su intervención analizando la demanda existente de antemano, o bien, dentro del Plan de intervención social que se enmarca en las actuaciones terapéuticas y rehabilitadores del equipo multidisciplinar, de tal manera que elabora el plan de intervención social individualizado desarrollando las intervenciones psicosociales de finalidad terapéutica que procedan. La intervención planificada y globalizadora en pacientes con TCA resistentes al cambio, con planes individualizados que propongan, ensayen y refuercen estrategias de cambio y de consecución de la autonomía, serán factores de éxito en la plena recuperación de los sujetos, siempre atendiendo a objetivos realistas y ajustados a las posibilidades de cada paciente.
En personas con TCA de larga evolución, resistentes al cambio, con largos periodos de inactividad debido a la invalidación de la persona como consecuencia de la enfermedad, ésta afecta insidiosamente en todas las áreas personales y relacionales, llegando a influir profundamente en las estructura familiares y en la salud mental y física de las personas con quien conviven los afectados.
Esta tipología de pacientes demuestra una dificultad extrema para enfrentarse a los retos vitales y superar los miedos y los problemas que comportan, interrumpiendo los procesos madurativos necesarios para un adecuado proceso de adaptación psicosocial de la persona.
El trabajador social implicado en el abordaje de estas patologías, y de acuerdo a un modelo de actuación bio-psico-social interviene en los aspectos vinculados a la inserción y adaptación social, de aquellos pacientes suficientemente deteriorados por la historia personal de la enfermedad, y donde las secuelas van más allá de las que se derivan de la sintomatología propia del trastorno.
La contemplación de estos aspectos se relacionará, sin duda con la mejora en la prevención de recaídas y por tanto, con la reducción de los índices de cronicidad existentes en la actualidad.
La rehabilitación psicosocial de los pacientes caracterizados por la resistencia a la curación o con riesgo de cronificación, con déficits psicosociales y con existencia, o, de conflictividad familiar será el campo de actuación del trabajador social. Éste incluido en un equipo de intervención psicosocial, psicológica y médica, con una carga asistencial, incidirá en los aspectos psicosociales y de reinserción, atendiendo a la prevención de recaídas.
Desde un enfoque integrador del Trabajo Social como disciplina que interactúa en el proceso de rehabilitación social de los pacientes con TCA, podemos dividir los ámbitos de actuación en tres apartados:
a) Acciones preventivas.
Tienen como objetivo evitar posibles situaciones de desamparo y de exclusión social.
b) Acciones asistenciales.
Implica la actuación integrada y sistemática de las acciones que garantizaran la consecución de los objetivos marcados para el individuo, con la finalidad última de garantizar unos estándares de autonomía personal que comporte una cualidad de vida.
c) Acciones de coordinación.
Tanto con el equipo multidisciplinar como con el resto de entidades y servicios sociales, de salud, ocupacionales, formativos y de ocio.
A modo de resumen se pueden citar algunos servicios y recursos de la red de tipo social, sanitario, de ocupación, etc. , con los cuales interactuar i coordinarse externamente, para poder dar cobertura a las diferentes necesidades que plantea la intervención con pacientes afectados de TCA de larga evolución y resistente al cambio.
o Salud:
-Atención primaria y especializada
-Centros hospitalarios
-Recursos específicos en TCA
o Servicios sociales:
-Atención primaria y de seguimiento
-Servicios de ayuda domiciliaria
-Vivienda tutelada y asequible
-Cobertura de necesidades básicas
-Atención a familias
-Prestaciones y ayudas económicas
o Educación:
-Centros educativos
-Orientación y asesoramiento
-Atención psicopedagógica
-Educación de Adultos
o Ocupación:
-Oficinas de empleo
-Formación ocupacional
-Programas de garantía social
-Escuelas Taller, Casa de Oficios
-Empresas de inserción laboral
o Justicia:
-Fundaciones tutelares
-Juzgados y Fiscalía
o Otros ámbitos:
-Entidades juveniles
-Asociaciones de colectivos
Respecto a las acciones de coordinación interna el trabajador social colaborar en:
- Reuniones de coordinación con el esto de profesionales del equipo.
- Reuniones de coordinación para el intercambio de información respecto a pacientes y casos compartidos.
- Asistencia a las sesiones clínicas.
- Reuniones de seguimiento y derivación a otros recursos.
Igualmente, podemos distinguir tres tipos de intervenciones del Trabajo Social como disciplina, y siempre con carácter general y holístico:
1. Intervención individual y familiar.
Recogería la totalidad de las acciones anteriormente descritas (preventivas, asistenciales y de coordinación).
Con carácter orientativo podemos enumerar las siguientes:
- Evaluación psicosocial y planificación de la intervención social con el paciente con TCA resistente al cambio o con riesgo de cronificación.
- Acciones de información y asesoramiento sobre posibles prestaciones, ayudas y derechos. Tramitación de recursos y ayudas sociales.
- Coordinación con el resto de profesionales, tanto del equipo interdisciplinar como de servicios y recursos de la red externa. En los diferentes momentos del proceso de recuperación, tanto en su posible inclusión en un recurso de carácter residencial, rehabilitador como al alta del mismo, independientemente de la existencia o no de familia de referencia, de apoyo social y de las capacidades de adhesión a recursos y servicios de la red.
2. Intervención grupal.
Conjuntamente con el asesoramiento y la intervención coordinada de los terapeutas, los grupos tienen como objetivo la resolución de conflictos interpersonales de los pacientes y de sus familiares. Citamos algunas de sus posibilidades:
- Grupos de ayuda mutua.
- Grupos de seguimiento durante el proceso y al alta.
- Grupos socioeducativos.
- Grupos de carácter terapéutico.
3. Intervención comunitaria.
Engloba las actuaciones preventivas y de coordinación en la población afectada, y también con carácter extensivo en el medio. Algunas de ellas podrían ser:
- Acciones de promoción del voluntariado y el asociacionismo.
- Recursos y apoyo a las asociaciones de familiares y de afectados.
- Coordinación y participación en la elaboración e implementación de proyectos de intervención de carácter global.
- Conocimiento y aproximación a los recursos y servicios sociales de la red existente.
Estudio de las necesidades y plan de rehabilitación psicosocial indiviualizado
El estudio de las necesidades de las personas objeto de este artículo conlleva el análisis de los factores siguientes:
- Características personales (edad, sexo, estado civil).
- Historia de enfermedad.
- Situación familiar.
- Situación social.
- Currículum laboral y formativo.
- Situación socioeconómica.
- Factores psicosociales.
En función del análisis y de las conclusiones por lo que respecta a cobertura de necesidades a corto, medio y largo plazo, podemos estructurar la intervención del trabajador social para responder a esos objetivos. La interacción de las diferentes variables que intervienen en dicho análisis, priorizando temporalmente la puesta en marcha de las actuaciones, requerirá de la coordinación con el resto de profesionales del proceso de recuperación del sujeto como método de aseguramiento del éxito y de la eficacia del mismo.
En una primera fase la implicación de la persona en la elaboración de su propio proyecto de rehabilitación psicosocial es un factor clave para la motivación de la propia persona, y por tanto para la consecución de los objetivos marcados en él.
Dependiendo del momento de recuperación de la persona por lo que respecta a su patología, un primer factor a tener en cuenta es la tipología de recurso asistencial donde sigue tratamiento por el TCA. Según la mayor posibilidad de contacto con el exterior, y de la adecuación a los horarios de actividades terapéuticas, deberá valorarse la necesidad de la persona para residir en recurso asistencial en régimen semi-abierto (hospital de día, centro de día, residencia de media-larga estancia, pisos terapéuticos). En función de estas posibilidades deberá organizarse y estructurarse de forma productiva y adecuada las actividades rehabilitadoras, que permitan la asunción de responsabilidades constantes y continuadas.
El proyecto de rehabilitación psicosocial organizará y planificará las acciones teniendo en cuenta un pronóstico revisable, que permita ajustar de manera continuada los objetivos a corto plazo para cada paciente, en coordinación con el resto de profesionales.
Cubiertas las necesidades de tratamiento y de control de la conducta alimentaria por el recurso sanitario o asistencial más adecuado, como también de residencia (para aquellos casos en que no sea posible o recomendable la estancia del paciente en su unidad familiar y de convivencia), y de cobertura de las necesidades económicas más básicas, se proseguirá definiendo el plan de reinserción sociolaboral.
Para su elaboración utilizaremos el sistema de análisis de ocupabilidad que consiste en el análisis y en la interacción de los siguientes factores:
1. Factores estructurales (económicos, políticos, sociales): condicionan el acceso de la persona al mercado laboral pero su modificación no están al alcance de sus posibilidades.
2. Factores personales (edad, sexo, currículum laboral, situación socioeconómica y factores psicosociales): son factores individuales que tienen que ver con las características objetivas y subjetivas del currículum, la identidad y el comportamiento individual.
3. Factores competenciales (competencias técnicas, competencias de base y competencias transversales): es la llamada competencia laboral. En él deben centrarse las actuaciones reinsertoras y rehabilitadoras ligadas a los procesos formativos, ocupacionales y laborales. Será en estos factores en los que deberemos intervenir para potenciarlos y mejorarlos en función de las posibilidades de cada persona.
El resultado del afrontamiento de las acciones de acceso al mercado laboral, con la superación de todas las visicitudes que comporta, será un indicador determinante para comprobar la fidelidad en los compromisos formativos y laborales asumidos, preservando una conducta alimentaria sana.
La adquisición y modelaje en hábitos de cuidado personal, de higiene y de sueño que posibilitan un estado de salud general correcto serán trabajados como imprescindibles en talleres prácticos y dinámicos, que sean la base de un aprendizaje eficaz para la vida autónoma.
El trabajo social debe trabajar de manera paralela y coordinada con la familia para preparar el retorno a la unidad familiar en la medida de lo posible, o al menos para mejorar la comunicación, las relaciones y la resolución de conflictos entre los diferentes miembros de la familia.
Superando las fases establecidas y la consecución de los objetivos, en última instancia cabría conseguir una autonomía económica propia (trabajo, recursos económicos, vivienda), o si más no, dotar a la persona de los recursos personales que le permitan afianzar y mantener los logros conseguidos con las ayudas sociales necesarias, que permitan una calidad de vida suficiente.
El trabajo en coordinación y de carácter multidisciplinar debe asegurar a la persona con TCA la cobertura de sus necesidades a lo largo del proceso de rehabilitación psicosocial.
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