Las alteraciones de la Imagen Corporal (IC) son aspectos centrales en la psicopatología de los Trastornos Alimentarios (TA). En opinión de Rosen (1997), son estas alteraciones lo que esencialmente distingue a los TA de otras condiciones en las que también se dan alteraciones de la ingesta y oscilaciones en el peso. Las personas con TA y aquellas que están muy preocupadas con su figura, tienen problemas en cómo representan, evalúan sienten y viven su cuerpo. El cuerpo se ha convertido en el valor más importante que tienen como personas. Estas personas están atrapadas por un excesivo apego emocional a un propósito, a una idea, o lo que en términos psicopatológicos se denomina idea sobrevalorada.
En concreto en este ámbito, una idea sobrevalorada de adelgazar (Perpiñá, C. , Botella, C. , Baños, R. 2000). El objetivo del presente trabajo es analizar la importancia que pueden tener las alteraciones de la IC en los TA. La muestra está formada por personas sin diagnostico de un TA (N= 305) y personas con un diagnóstico de un TA segun criterios de DSM-IV (N= 35). Las participantes cumplieron una serie de instrumentos para valorar la IC (por ej. BIATQ; Cash, Lewis & Keeton, 1987) y aspectos centrales de la psicopatología de los TA(p. ej. EAT-Garner & Garfinkel, 1979). Los resultados muestran que una CI negativa permite diferenciar entre población clínica, población subclínica y población general. Además, se observa un continuo de gravedad: población clínica , subclínica y general. Se subraya la necesidad de prestar atención a la IC, tanto en la evaluación como en el tratamiento.
La Importancia de la imagen corporal en los trastornos alimentarios.
J. H. Marco 1; C. Perpiña 2; R. Baños 2; C. Botella 1; C. Borra 2; M. J. Gallego 1; S. Salvador1.
1 Universidad Jaime I de Castellón
2 Universidad de Valencia
PALABRAS CLAVE: Trastornos alimentarios, Imagen Corporal, psicopatología, bulimia Nerviosa, anorexia Nerviosa, Prevención
(KEYWORDS: Eating disorders, Body Image, Psychopathology, bulimia Nervosa, anorexia Nervosa, Prevention. )
[3/2/2004]
Resumen
Las alteraciones de la Imagen Corporal (IC) son aspectos centrales en la psicopatología de los Trastornos Alimentarios (TA). En opinión de Rosen (1997), son estas alteraciones lo que esencialmente distingue a los TA de otras condiciones en las que también se dan alteraciones de la ingesta y oscilaciones en el peso. Las personas con TA y aquellas que están muy preocupadas con su figura, tienen problemas en cómo representan, evalúan sienten y viven su cuerpo. El cuerpo se ha convertido en el valor más importante que tienen como personas. Estas personas están atrapadas por un excesivo apego emocional a un propósito, a una idea, o lo que en términos psicopatológicos se denomina idea sobrevalorada. En concreto en este ámbito, una idea sobrevalorada de adelgazar (Perpiñá, C. , Botella, C. , Baños, R. 2000). El objetivo del presente trabajo es analizar la importancia que pueden tener las alteraciones de la IC en los TA. La muestra está formada por personas sin diagnostico de un TA (N= 305) y personas con un diagnóstico de un TA segun criterios de DSM-IV (N= 35). Las participantes cumplieron una serie de instrumentos para valorar la IC (por ej. BIATQ; Cash, Lewis & Keeton, 1987) y aspectos centrales de la psicopatología de los TA(p. ej. EAT-Garner & Garfinkel, 1979). Los resultados muestran que una CI negativa permite diferenciar entre población clínica, población subclínica y población general. Además, se observa un continuo de gravedad: población clínica , subclínica y general. Se subraya la necesidad de prestar atención a la IC, tanto en la evaluación como en el tratamiento.
Introducción
Entre los criterios diagnósticos de los Trastornos de la conducta alimentaria (TCA), anorexia y bulimia nerviosa, se encuentran las alteraciones de la Imagen Corporal (IC), es decir, aquellas alteraciones caracterizadas por una valoración cognitiva y actitudinal distorsionada en sentido negativo del propio cuerpo. En el caso de los TCA, es el prototipo de lo delgado y esbelto lo que se toma como punto de referencia para dar significado y valoración al cuerpo y, con él, a la propia persona en su totalidad.
(1) consideraba la IC como la característica central de la anorexia nerviosa y que era necesario corregir para tratar con éxito un TCA. En la misma línea, (2) sugiere que los patrones alterados de comer y las estrategias de control de peso son secundarias a la preocupación con la figura y el cuerpo. De hecho, son las alteraciones de la IC lo que distingue los TCA de otras condiciones en las que también se dan alteraciones en la ingesta y oscilaciones en el peso. Por otra parte, diversos estudios han indicado que la insatisfacción con el cuerpo es el mejor predictor de la gravedad de los patrones alimentarios en general (3-6).
La IC es un constructo complejo que se compone de percepciones, pensamientos, creencias y actitudes sobre el cuerpo, así como de las experiencias y sentimientos que el cuerpo nos produce y las conductas relacionadas con él (7, 8). En los últimos años, un gran número de estudios han subrayado la importancia de las alteraciones de la IC en las conductas relacionas con los TCA, tanto en población clínica como general. Se ha encontrado que entre las jóvenes adolescentes, la insatisfacción con el cuerpo se asocia a conductas y actitudes problemáticas hacia la comida, como son la falta de control sobre la comida, la implicación en dietas restrictivas y la presencia de los atracones (9-13).
En otro tipo de trabajos, también se ha encontrado que las alteraciones de la IC son mediadores en la relación entre otros factores de riesgo y los TCA, como son la presión por adelgazar, la autovaloración negativa, y el afecto negativo hacia el cuerpo (14), o la historia de críticas e insultos (15).
El propósito de este trabajo, que se enmarca en un proyecto más amplio de validación de instrumentos sobre IC, fue comprobar la relación que existe entre las alteraciones de la IC, concretamente las actitudes negativas hacia el propio cuerpo (evaluadas con el BAT) y la insatisfacción corporal asociada a situaciones sociales (medidas con el SIBID), con el grado de sintomatología relacionada con los TCA evaluado con diversos instrumentos dirigidos a tal fin, tanto en población clínica como en población general.
Metodología
Participantes
Por una parte, la muestra procedente de la población general estaba formada por 214 personas, todas ellas mujeres, con un rango de edad entre 14 y 29 años (M = 17. 4; DT = 3. 66). La muestra se tomó de centros de EGB, BUP y ESO de las ciudades de Valencia y Alicante, y de distintas clases de la Universidad Jaume I de Castellón (Facultad de Ciencias Humanas y Sociales).
Por otra, la muestra clínica estaba compuesta por 30 participantes, todas mujeres, diagnosticadas con un TCA, según los criterios diagnósticos del DSM-IV (16), de las cuales 19 estaban diagnosticadas de bulimia Nerviosa, 9 de anorexia Nerviosa, y 2 de trastorno por Atracón. Su rango de edad era de 15 a 32 años (M = 22. 5; DT = 4. 38). La muestra procedía del hospital Provincial y el Servicio de Asistencia Psicológica de la Universidad Jaime I de Castellón. En la tabla 1 se muestran los datos descriptivos de ambas muestras.
Tabla 1. Descripción de la muestra.
Medidas.
Para este estudio se han utilizado instrumentos que evalúan tanto aspectos relacionados con las alteraciones de la IC como con la psicopatología alimentaria.
Con respecto a la IC, se utilizaron, por una parte el Body Attitud Test (BAT) (17). –Test de Actitudes hacia el cuerpo-, el cual evalúa la frecuencia con que suceden distintos aspectos de la insatisfacción con el cuerpo, como son pensamientos, emociones y las actitudes hacia determinadas características corporales y, por otra The Situational Inventory of Body-Image Dysphoria. (SIBID) (18) –El inventario de disforia de IC situacional-, el cual evalúa la frecuencia con que se experimenta emociones negativas hacia el cuerpo en situaciones o contextos sociales.
En lo referente a la psicopatología alimentaria, se utilizaron una serie de instrumentos con el fin de poder diferenciar entre la población general de aquella que se puede considerar población de riego y, por tanto, población subclínica de un trastorno alimentario: The Eating Attitudes Test. EAT-40. (19) –Test de Actitudes Alimentarias-, concretamente la versión española adaptada por Castro, Toro, Salamero y Guimerá (20). Es una medida de autoinforme que evalúa un amplio rango de actitudes y comportamientos relacionados, principalmente con la anorexia nerviosa. Este instrumento diferencia entre grupos clínicos de aquellos no clínicos. La puntuación de corte que proponen (20) es de 20. The Restraint Scale. RS. (21) –Escala de Restricción-; autoinforme que evalúa en qué medida una persona posee los patrones de comportamiento alimentario caracterizados por seguir dietas estrictas alternándose con episodios de pérdida de control con la comida. La puntuación de corte planteada por diversos estudios es de 16. Por último, mencionar una medida de “peso subjetivo”, que fue diseñada para este estudio. Para ello, se confeccionó un autoinforme en el que la persona tenía que elegir, por un lado, una opción según fuera su creencia de entre estar en su peso, tener kilos de más o tener kilos de menos, indicando, por otro, su grado de creencia en una escala de 0 a 100. Solo se consideró que el grado de creencia era relevante si era igual o superior a 60. A partir de esta variable se puede categorizar a la población en cuatro grupos: “peso justo-subjetivo” para aquellos que creen (con al menos un 60%) estar en su peso, “kilos de más-subjetivo” para los que creen que le sobran kilos y “kilos de menos-subjetivo”, para los que creen que pesan menos de lo que deberían. El cuarto grupo, lo constituirían los de “no implicación”, es decir aquellas personas que, independientemente de la categoría de peso que elijan, su grado de creencia sea inferior al 60%.
Resultados
1. -. Relación entre las actitudes negativas hacia el cuerpo y estar diagnosticado de un TCA. Eficacia clasificatoria del BAT entre población clínica y general
La media y desviación típica que las muestras obtuvieron en el BAT se muestran en la tabla 2. Como se puede observar, la muestra clínica obtuvo mayores puntuaciones en este instrumento que la muestra provinente de la población general.
Para analizar si las distintas poblaciones estudiadas en este trabajo obtenían puntuaciones diferenciales en el BAT, se llevó a cabo un análisis discriminante utilizando la puntuación total del BAT como variable independiente y el tipo de muestra (clínica vs general) como variable de agrupación.
Tabla 2. Puntuaciones obtenidas en el BAT y SIBID en función del tipo de muestra.
Como se observa en la tabla 3, se encontró una función discriminante estadísticamente significativa (X2=70, 408; p< 0. 0001), ya que el 81, 5 % de los casos fueron clasificados correctamente.
Tabla 3. Eficacia clasificatoria del BAT.
2. -. Relación entre las experiencias de malestar hacia el cuerpo, e insatisfacción corporal y estar diagnosticado de un TCA. Eficacia clasificatoria del SIBID
La tabla 2 muestra la media y desviación típica obtenidas en el SIBID. Como se puede observar, el grupo clínico obtuvo mayores puntuaciones en este instrumento que la muestra provinente de la población general.
El resultado del análisis discriminante, que se muestra en la tabla 4, reveló una función discriminante estadísticamente significativa (X2=66. 710; p< 0. 0001), ya que el 80. 2 % de los casos fueron clasificados correctamente.
Tabla 4. Eficacia clasificatoria del SIBID.
3. -Análisis de las diferencias en las alteraciones de la IC en función de si pertenecen a una población general, subclínica o clínica. Validez discriminante entre poblaciones.
La muestra provinente de la población general se dividió en función de los siguientes criterios:
- La apreciación subjetiva del propio peso. Como se ha comentado en el apartado de instrumentos, la medida “peso subjetivo” sirvió para dividir a la población general en los siguientes grupos de apreciación subjetiva del peso: peso justo; kilos de más; kilos de menos y no implicación.
- Patrones alimentarios restrictivos: Basándonos en el punto de corte del cuestionario RS, la muestra de la población general se dividió en restrictivos y no restrictivos.
- Continuo en las actitudes y conductas representativas de TCA: en función de las puntuaciones obtenidas en el EAT-40: la muestra de población general se dividió en subclínicos y en no-clínicos. Este continuo de población se completó con el grupo de pacientes, es decir la muestra clínica ya diagnosticada.
Tabla 5. Puntuaciones del BAT y SIBID en las diferentes poblaciones
Como se puede observar en la tabla 5, los datos muestran resultados diferenciales según los distintos criterios utilizados para dividir a la población general en población de riesgo o subclínica en estos dos cuestionarios de IC.
En primer lugar, siguiendo el criterio de restricción, tras realizar una comparación de medias aplicando la “t” de Student, se comprobó que el grupo restrictivo presenta puntuaciones mayores que no el no restrictivo tanto en el BAT como en el SIBID, mostrándose estas diferencias estadísticamente significativas.
En segundo lugar, al dividir a la población general en función de la apreciación subjetiva del peso, y tras realizar un ANOVA de una vía, se pudo observar que el grupo “kilos de más” fue el que presentó mayores puntuaciones en el BAT y en el SIBID, y que estas diferencias eran estadísticamente significativas. En los contrastes post-hoc al hacer comparaciones múltiples (HSD de Tukey) se comprobó, además, que éste fue el grupo que mostró diferencias significativas con el resto de grupos de clasificación en el caso del BAT (rango de significación p< 0. 0001 - p< 0. 006) y en el SIBID (rango de significación p< 0. 0001 - p< 0. 001).
Por último, al comparar las diferentes muestras en función de si eran pacientes de un TCA, subclínicos o no-clínicos (esto último realizado según puntuación de corte en el EAT), se pudo observar que el grupo clínico fue el que mayores puntuaciones presentó en el BAT y en el SIBID; por el contrario, el grupo que menores puntuaciones obtuvo fue el no-clínico, quedando el grupo subclínico en una posición intermedia en estos dos cuestionarios. El ANOVA de un factor reveló que las diferencias entre estas muestras eran estadísticamente significativas. Los análisis post-hoc, con la prueba HSD de Tukey, indicaron que tales diferencias eran estadísticamente significativas entre todos y cada uno de los grupos, en el caso del BAT (p< 0. 0001) y en el SIBID (rango de significación p< 0. 0001 - p< 0. 001).
Discusión
El propósito de este trabajo fue comprobar la relación existente entre las alteraciones de la IC, concretamente las actitudes negativas hacia el propio cuerpo (evaluadas con el BAT) y la insatisfacción corporal asociada a situaciones sociales (medidas con el SIBID), con el grado de sintomatología relacionada con los trastornos de la conducta alimentaria.
En primer lugar, los resultados indicaron que las alteraciones de la IC, y más concretamente su componente actitudinal evaluado en este caso por el BAT y el SIBID, son capaces de diferenciar entre población clínica y población general. Si bien es cierto que muchos estudios encuentran que la insatisfacción corporal y una visión negativa del cuerpo con respecto al canon de belleza imperante –la delgadez-, es común y habitual entre las jóvenes adolescentes occidentales (22) lo cierto es que este descontento e insatisfacción es mucho más acusado entre la población diagnosticada de un trastorno alimentario; es decir, cuantitativamente hablando, este tipo de pacientes tiene una actitud mucho más negativa hacia su cuerpo que la población general, y es de suponer que cualitativamente también.
En segundo lugar, los resultados de este trabajo han indicado que al cribar en la población general con el EAT-40 y RS a la población de riesgo, también encontramos diferencias en las alteraciones de la IC, en el sentido de que es esta población la que manifiesta peores actitudes hacia su cuerpo, mayor malestar, y mayor frecuencia de conductas de evitación relacionadas con la exhibición del propio cuerpo. Estos datos van el la línea de otros autores (4, 5, 23) quienes han encontrado que la insatisfacción con el cuerpo se relaciona muy directamente con conductas y actitudes problemáticas hacia la comida, como es la implicación en dietas restrictivas, tanto en población clínica como general. También es de destacar que la variable diseñada para este estudio (peso subjetivo) fue una medida capaz de diferencia a la población general, siendo las personas que pensaban que tenían kilos de más aquellas que presentaron peores actitudes hacia el cuerpo y mayor insatisfacción. Esto resalta la importancia de la propia valoración que la persona hace de su peso, ya que influye en el grado de malestar o insatisfacción global del cuerpo, independientemente del peso que realmente tenga.
Por último, la posibilidad de este continuo de gravedad en la psicopatología alimentaria y su relación con alteraciones de la IC, quedó todavía más patente cuando en esta gradación se introdujo a la muestra diagnosticada de un TCA. En este sentido, los datos indicaron una clara progresión en el malestar corporal en la medida en que los participantes fueran población no-clínica, subclínica o de riesgo, o pacientes con un TCA, encontrándose además diferencias significativas en esas actitudes negativas en función del lugar que ocupaba cada una des esas poblaciones en ese continuo. En la medida en que las personas están más preocupadas por su apariencia, más insatisfechas con su peso y evitan cada vez más lugares o actividades relacionadas con el cuerpo, también se implican en dietas, ejercicio excesivo, conductas purgativas, etc. , lo que puede ser el disparador del inicio de un TCA (11, 24).
Los resultados del presente estudio, junto con los de otros autores que indican que la insatisfacción corporal es el predictor más consistente en el inicio de los TCA (25), ponen de relieve la importancia de tener en cuenta las alteraciones de la IC en las intervenciones de los TCA, atendiendo al componente actitudinal de la IC ya que es el que más discrimina entre población clínica y no clínica (26). Es decir, esto resalta la importancia de que las intervenciones que se realicen en el campo de los TCA tengan en cuenta la IC, ya sean campañas de prevención para la población general o grupos de riesgo (bailarines, modelos, etc. ).
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