En los últimos años han comenzado a aparecer programas y ayudas para dejar de fumar accesibles a través de portales Web, tanto de entidades gubernamentales como de empresas privadas, asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro. La mayor parte de estos los servidores Web para el abandono del tabaco sólo permiten el uso de métodos muy simples y un acceso muy rudimentario a información textual sobre los métodos psicológicos de deshabituación, siendo únicamente posible hacer una lectura de una serie de pasos que pretenden sustituir a los tratamientos presenciales.
El uso de estas tecnologías de comunicación es aún limitado, no poniendo en juego, mediante el uso de las capacidades interactivas de esta tecnología, importantes posibilidades de la ingeniería conductual y la psicología cognitiva. Por lo reciente de su empleo aún no existen amplios estudios de evaluación de la eficacia. Si bien muchas Web que ofertan programas para dejar de fumar siguen sin ofrecer datos sobre su eficacia, en cualquier caso los estudios disponibles revisados sugieren que Internet es un medio útil para la dispensación y evaluación de las intervenciones para dejar de fumar. Y esto hay que conectarlo con la cada vez mayor accesibilidad de estos medios a la población general.
Tratamiento del tabaquismo on-line*.
(Web based approaches to quit smoking. )
Calvo Francés, F. *; Díaz Palarea, M. D. ; Ramal López J. ; Betancort Tabares, E.
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Facultad de Ciencias de la Salud
* Este trabajo está parcialmente financiado por la ayuda TS12005-07764-C02-02 I+D+I del Ministerio de Educación y Ciencia con fondos FEDER.
PALABRAS CLAVE: tabaquismo, deshabituación tabáquica, Internet.
(KEYWORDS: Smoking, Smoking Cessation, Internet. )
Resumen
En los últimos años han comenzado a aparecer programas y ayudas para dejar de fumar accesibles a través de portales Web, tanto de entidades gubernamentales como de empresas privadas, asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro. La mayor parte de estos los servidores Web para el abandono del tabaco sólo permiten el uso de métodos muy simples y un acceso muy rudimentario a información textual sobre los métodos psicológicos de deshabituación, siendo únicamente posible hacer una lectura de una serie de pasos que pretenden sustituir a los tratamientos presenciales. El uso de estas tecnologías de comunicación es aún limitado, no poniendo en juego, mediante el uso de las capacidades interactivas de esta tecnología, importantes posibilidades de la ingeniería conductual y la psicología cognitiva. Por lo reciente de su empleo aún no existen amplios estudios de evaluación de la eficacia. Si bien muchas Web que ofertan programas para dejar de fumar siguen sin ofrecer datos sobre su eficacia, en cualquier caso los estudios disponibles revisados sugieren que Internet es un medio útil para la dispensación y evaluación de las intervenciones para dejar de fumar. Y esto hay que conectarlo con la cada vez mayor accesibilidad de estos medios a la población general.
Abstract
In recent years have begun to appear programs and aids for quit smoking accessible through Web sites, from government facilities, private companies, associations and non-profit foundations. Most of these Web sites for smoking cessation only allow the use of very simple methods and very rudimentary access to textual information about psychological methods of cessation, being only possible to make a reading of a series of steps intended to replace face to face treatments. The use of these communication technologies is still limited, not being involved, using the interactive capabilities of this technology, significant opportunities for engineering behavioral and cognitive psychology. A comprehensive evaluation studies of effectiveness are not available because its novelty. While many Web offering stop-smoking programs still do not provide data on their effectiveness in any case reviewed the available studies suggest that the Internet is a useful means of delivery and evaluation of interventions for smoking cessation. And this must be connected with the increasing accessibility of these media to the general population.
No por repetido es menos necesario seguir subrayando que la primera causa en el mundo desarrollado de morbi-mortalidad evitable es el tabaquismo. Hace no muchos años que Peto y López (2001) estimaron que el tabaco causará en torno 450 millones de muertes en los próximos 50 años. Reduciendo la población fumadora actual en un 50%, evitaríamos entre 20 y 30 millones de muertes prematuras en el primer cuarto de siglo y aproximadamente 150 millones en el segundo (Peto y López, 2001). Recientemente (Peto, Lopez, Boreham, y Thun, 2004) se ha estudiado la mortalidad causada por el consumo de tabaco en los 25 países de la Unión Europea, estimando que los fumadores pierden de media 22 años de vida, muriendo, como promedio, 14 años antes que los no fumadores, y, aún los que fallecen a los 70 años o más, están perdiendo unos 8 años de su vida. En el año 2000 de cada 1000 fumadores de la Unión Europea, uno murió asesinado, 7 en accidentes de automóvil y 500 fallecieron a causa de su hábito tabáquico (Peto et al. , 2004).
Por otra parte, y según la Encuesta Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Consumo (2003), el 28, 12% de los mayores de 16 años españoles fuma diariamente (34, 15 en varones y 22, 39 en mujeres), y el 31% de la población total es fumadora (incluyendo el 2, 85% que lo hace ocasionalmente), lo cual indica un ligero descenso con respecto a la misma Encuesta del año 2001, con un 34, 4% total de fumadores entonces. Sigue siendo, no obstante una cifra muy elevada, de la que derivan graves consecuencias. Por su prevalencia tabáquica España ocupa el puesto Nº 14 entre los demás países de la Unión Europea (WHO, 2003).
Y, aunque sin duda debido a dicha reducción en el consumo, por primera vez en 20 años, las muertes atribuibles al tabaco han descendido en España, no debemos bajar la guardia. Si bien con los últimos datos disponibles, correspondientes al año 2001, se han registrado 1. 380 fallecimientos menos, hombres en su mayoría, este descenso es leve y las cifras continúan siendo alarmantes: los cigarrillos son la causa de una de cada seis muertes. Desde que en el año 1978 se contabilizaron 37. 259 defunciones por tabaquismo en la población española de 35 o más años, las cifras han aumentado progresivamente hasta alcanzar un tope de 55. 613 fallecimientos en 1998. Una cuarta parte de estos fallecimientos atribuibles al tabaco ocurre, de forma prematura, antes de los 65 años. El análisis realizado con las últimas cifras disponibles -las de 2001- muestran un descenso hasta las 54. 233 muertes atribuibles al tabaco (91% varones), lo que supone el 15, 5% de todas las defunciones, ocurridas en la población estudiada. No obstante esta reducción, han aumentado las defunciones en mujeres durante todo el periodo estudiado debido, entre otros motivos, a que entre ellas está aumentando el hábito tabáquico, mientras que en varones está disminuyendo, y de hecho el ascenso de la mortalidad atribuible por cáncer de pulmón en mujeres (663 muertes en 1998 y 860 en 2001) es debido al aumento sostenido de su prevalencia de tabaquismo y del número de muertes por cáncer de pulmón. En todo caso esta estimación es conservadora al no haber considerado muertes perinatales y pediátricas relacionadas con el tabaco, muertes por tabaquismo pasivo o muertes por incendios relacionados con el hábito tabáquico, así como otras causas de fallecimiento de las que recientemente se dispone de evidencia sobre su relación causal con el tabaquismo (Banegas, Diez, González, Villar y Rodríguez-Artalejo, 2005).
Los autores del último estudio comentado no hacen concesiones al optimismo y señalan que la imagen positiva derivada del probable cambio de tendencia en la mortalidad atribuible al tabaquismo, no debe ocultar que el descenso observado es muy moderado y que la carga de mortalidad atribuible al tabaquismo en España sigue siendo muy alta (Banegas et al. , 2005).
Así que el abandono del hábito en los fumadores es la única forma en la que la morbi-mortalidad asociada a su consumo pueda reducirse a corto, medio plazo y largo plazo, y cuanto antes se deje de fumar, mayores serán los beneficios (Doll, Peto, Wheatley, Gray y Sutherland, 1994; Lightwood y Glantz, 1997; US Department of Health and Human Services, 1990). Si la meta es reducir las enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco en una población tan rápidamente como sea posible, los resultados más rápidos se obtendrán concentrándose en reducir la proporción de adultos que continúen fumando, por que esto alterará los patrones de enfermar en unos 20-25 años (Aspect Consortium, 2004).
La evidencia científica señala claramente como intervenciones eficaces para ayudar a las personas a dejar de fumar el consejo mínimo sistemático, el tratamiento psicológico (programas cognitivo conductuales multicomponente con prevención de la recaída), el tratamiento farmacológico (sustitutivos de la nicotina, bupropion), procedimientos en formato de autoayuda y programas comunitarios. Los resultados apuntan un incremento de la eficacia si el tratamiento cognitivo conductual se acompaña de un tratamiento farmacológico en aquellos casos de mayor adicción a la nicotina (Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, 2003; American Psychiatry Association, 1996; Anderson, Jorenby, Scott y Fiore, 2002; Becoña, 2003; Chambless, Baker, Baucom, Beutler, Calhoun, et al. , 1998; Chambless y Ollendick, 2001; Fiore, Bailey, Cohen, Dorfman, Godlstein, Gritz, et al, 2000; Lancaster y Stead, 1999 a y b; Le Foll, Aubin y Lagrue, 2002; Schwartz, 1992; WHO, 2001).
Los métodos de deshabituación tabáquica existentes en la actualidad parecen haber alcanzado un techo de eficacia no superable, y no estamos convencidos de que haya algo en la literatura que nos haga presagiar estemos a las puertas de ninguna nueva propuesta que significativamente supere las conocidas. La tabla 1 resume la última actualización disponible de las revisiones Cohrane sobre tratamientos eficaces de deshabituación. Estos últimos resultados no difieren especialmente de los anteriormente aportados en las revisiones Cochrane previas (Stead y Lancaster, 1998; Silagy, 1999; Lancaster y Stead, 1999a ; Hughes, Stead y Lancaster, 2000; Stead y Lancaster, 2001).
Destacamos que, si bien en el “up date” de 27 de febrero de 2001 (Stead y Lancaster, 2001) se avanzó que el asesoramiento telefónico proactivo versus intervención sin contacto personal podría ser efectivo, la heterogeneidad entre los ensayos no permitió establecer la magnitud del efecto, lo que sí pudo constatarse en la última actualización (tabla 1) con la inclusión de nuevos trabajos que posibilitaron el cálculo de la magnitud del efecto, confirmándose la eficacia vislumbrada en el anterior. En cuanto a la asesoría conductual individual, la OR (odds ratio) del anterior “up date” (OR=1. 55; IC 95%=1. 27-1. 90) (Lancaster y Stead, 1999b) prácticamente no difiere de la última constatada (ver tabla 1). En relación a los programas de terapia de grupo en el “up date” de 22 de mayo de 1998 (Stead y Lancaster, 1998) constataron una OR de 2. 10 (Intervalo de Confianza -IC- del 95%, 1. 64 a 2. 70) frente a la ausencia de intervención y una OR de 1. 91 frente a las intervenciones de contacto mínimo (IC del 95% 1. 20 a 3. 04), y, como figura en la tabla 1, en el up date de 16 de febrero de 2005 una OR 2, 04 (IC del 95%: 1, 60 a 2, 60) comparando con la autoayuda, y una OR ligeramente mayor, 2, 17 (IC del 95%: 1, 37 a 3, 45), al agregar a la terapia grupal otras formas de tratamiento (como el asesoramiento de un profesional de la salud o el reemplazo de nicotina).
Tabla 1. Última actualización de los trabajos de revisión publicados por Cochrane (elaboración propia). OR = odds Ratio
En cuanto al asesoramiento o consejo médico versus ningún consejo(o la atención usual) (Silagy, 1999) se halló una pequeña pero significativa OR de 1, 69 (IC del 95% 1. 45 a 1. 98), valor algo menor que el de la última actualización (ver tabla 1), y además la comparación directa de consejo intensivo versus consejo mínimo mostró una pequeña ventaja del consejo intensivo (OR 1. 44, IC del 95% 1. 23 a 1. 68), que no difiere de la última constatada (tabla 1). En cuanto a la clonidina, ésta ya había mostrado su eficacia (Gourlay, Stead y Benowitz, 2000), y los datos de la última “up date” son exactamente los mismos que los de la anterior (Gourlay, Stead y Benowitz, 2004). Por último, comentar que en relación a la terapia de reemplazo de nicotina, los datos de la anterior “up date” resultaron ligeramente menores (OR 1, 71, IC 1, 60 a 1, 83) (Silagy, Lancaster, Stead, Mant, y Fowler, 2001).
Reflexionando sobre la terapia psicológica, como una de las técnicas de mayor eficacia, aunque por las pruebas aportadas hasta el momento la terapia individual no parece ser más eficaz que la de grupo (Stead y Lancaster, 1998; 2005), si podemos afirmar que es más eficiente, ya que, en el mismo tiempo y prácticamente con los mismos recursos activados, consigue multiplicar el número de ex-fumadores por cada intervención. Determinando la relación entre eficiencia y la eficacia, y estando ésta limitada, parece lógico buscar un método que aumente la primera sin disminuir ésta última a un coste razonable.
Internet y las nuevas tecnologías de acceso inalámbrico y móvil a la información se presentan como un prometedor medio para incrementar el número de pacientes a los que poder abrir, sin límite, el acceso a terapias eficaces, y ello, en cualquier momento y lugar que lo necesiten. La ventaja más importante de esta técnica es la posibilidad de llegar a una amplia población de fumadores a un coste accesible que, en principio, no es posible con los tratamientos presenciales, proporcionando a los fumadores un acceso fácil y continuado a las terapias de deshabituación tabáquica. Claro está, siempre y cuando exista un porcentaje importante de población con acceso a estos recursos, es decir, estos sean accesibles.
Tratamiento del tabaquismo on line
En los últimos años han comenzado a aparecer programas y ayudas para dejar de fumar accesibles a través de portales Web, tanto de empresas privadas como de entidades gubernamentales y asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro. Para el presente trabajo realizamos la búsqueda de trabajos en las bases Medline y Psycinfo utilizando la expresión “Internet based smoking cessation”. Tras desestimar aquellos trabajos que no cumplieran el requisito de ser estudios de validación y/o eficacia de algún programa para dejar de fumar facilitado a través de Internet, se seleccionaron 16 trabajos que a continuación comentamos.
Creemos que el primer estudio conocido publicado que evalúa un programa para dejar de fumar dispensado por Internet fue el de Schneider (1986) quién publicó unas buenísimas tasas de abstinencia de un 37, 5% a un 25% al mes y a los 4 meses respectivamente. No obstante la muestra de este estudio estuvo compuesta de un selecto y reducido grupo, principalmente formado por estudiantes universitarios, de 28 personas, lo que pudo sesgar favorablemente los datos. En un segundo estudio, Schneider, Walter y O´Donell (1990), con una muestra considerablemente mayor (n=1158), reclutada para un estudio aleatorio controlado, con un programa más intenso e interactivo, consiguieron tasas de abstinencia bastante más reducidas que en el trabajo anterior, siendo de un 7, 5% a un 17, 7% al mes de seguimiento, en el grupo total y en el grupo que respondió al seguimiento respectivamente. En el grupo control tan sólo el 2, 9% permanecía abstinente a los 3 meses. Pero en el seguimiento a los 6 meses estos resultados no se mantuvieron.
Etter y Perneger (2001, 2004) han trabajado sobre la Web Stop-tabac. ch. En un ensayo realizado sobre 2934 fumadores, después de responder a un cuestionario de 62 ítemes, los participantes en este programa interactivo recibían retroalimentación mediante una carta personalizada con consejos sobre como dejar de fumar o evitar las recaídas. Esta carta de retroalimentación aparecía en pantalla en menos de 5 segundos tras responder al cuestionario, y estaba adaptada al nivel de dependencia de cada participante, su motivación para abandonar el tabaco, empleo de estrategias de cambio, intención del uso de sustitutivos de la nicotina u otros medicamentos, etc. Dicha carta se ilustraba con imágenes y gráficas también personalizadas. La carta era remitida también por correo ordinario a los participantes. Para comprobar si estas cartas de orientación mejoraban las tasas de abstinencia, los participantes fueron aleatoriamente divididos en grupo de tratamiento (reciben el programa por correo postal) y en grupo control (no reciben intervención). Los resultados mostraron que las tasas de abstinencia fueron 2, 6 veces mayores en el grupo de intervención que en el grupo control en el seguimiento a los siete meses (Etter y Perneger, 2001), pero en un segundo seguimiento realizado un año después de finalizar la intervención se mostró que este efecto no se mantenía en el tiempo (Etter y Perneger, 2004). Posteriormente Etter (2005) realizó un nuevo ensayo con 11. 969 fumadores y ex fumadores para comprobar la eficacia de la versión on line del mismo programa, en la que los participantes fueron aleatoriamente asignados al programa original o a una versión modificada de dicho programa (desarrollada para usuarios de chicles y parches de nicotina). La versión modificada emplea un cuestionario más breve (38 preguntas) y las cartas de retroalimentación también se modificaron, incluyendo más información sobre la dependencia al tabaco y la terapia sustitutiva de nicotina y menos información sobre riesgos para la salud y estrategias de cambio. Las tasas de abstinencia en el seguimiento a corto plazo fueron respectivamente 8, 9% y 10, 9% para las versiones modificada y original del programa, mostrando una mayor eficacia de esta última, desconociéndose de momento si el efecto será perdurable en el tiempo. Paradójicamente Etter (2005) encontró un efecto adverso de la personalización de los contenidos, tal que después de 2, 5 meses de acceso a la intervención, los participantes que no recibieron información personalizada mostraban tasas más altas de deshabituación.
Lenert, Muñoz, Stoddard, Deluchi, Bansod, et al (2003) en un estudio piloto con 49 fumadores constataron que los matriculados volvieron a la Web una media de 2 veces y cumplimentaron un promedio de 2 de los 8 módulos de aprendizaje, no consiguiendo por tanto mantener el interés de los participantes durante todo el período de intervención. En el seguimiento a 30 días de finalizar el programa obtuvieron la respuesta de 26 de los participantes, asumiendo que el resto continuaba fumando, el 18% permanecía abstinente, y el 16% había reducido en un 50% el consumo.
Feil, Noell, Lichtenstein, Boles y McKay (2003) alcanzaron una tasa de abstinencia en los siete días previos al seguimiento de tres meses de un 18% considerando a los no respondientes como fumadores. Este dato se eleva al 32% si sólo se consideran a las personas que cumplimentaron el seguimiento. Llama la atención en este trabajo que la forma de reclutamiento se relaciona significativamente con los resultados, tal que las personas que fueron captadas vía Internet, obtuvieron mejores resultados en la abstinencia.
Escoffery, McCormick y Bateman (2004) también trabajando con una muestra de universitarios en un estudio aleatorizado con grupo control, 35 sujetos siguiendo la intervención, obtuvieron un 14, 3% de abstinencia al final del programa y a los 6 meses un 25, 7% mediante el Web “Kick it!”, uno de los primeros en la red para este tipo de población. Stoddard, Deluchi, Muñoz, Collins, Pérez, Auguston et al. , (2005) consiguieron que una abstinencia superior a 7 días al mes de seguimiento en el 8, 3%, pero este porcentaje se reduce al 3, 5% cuando se contabilizan también las personas que no respondieron al seguimiento, al considerarlas, en una interpretación muy conservadora, fumadoras. Cobb, Graham, Bock, Papandonatos y Abrams (2005) en un estudio no controlado y con una tasa de respuesta de sólo el 25, 6% evaluaron la eficacia del sitio “QuitNet”, constatando una abstinencia a los tres meses de seguimiento del 30% entre los respondientes y del 7% de prevalencia en el grupo total, estimando un rango posible de abstinencia entre el 9, 8% y el 13, 1%. Strecher, Shiffman y West (2005) en un estudio controlado de dos grupos aleatoriamente seleccionados para comprobar las diferencias de eficacia entre un programa personalizado y otro no personalizado, ambos dispensados por Internet, seguido por 3501 personas de las 3971 que compraron una marca particular de parches y se inscribieron gratuitamente en una web, evaluaron 28 días de abstinencia a las 6 semanas de seguimiento y 10 semanas de abstinencia continuada a las 12 semanas de seguimiento, constatando que los participantes en la condición personalizada comunicaron tasas de abstinencia continuada clínica y estadísticamente significativamente más altas. Con todos los dados de alta que entraron al menos una vez en el sitio, las tasas continuadas de abstinencia fueron del 29% en la condición personalizada frente al 23, 4% en la no personalizada, y a las 12 semanas fueron del 22, 8% y del 18, 1% respectivamente, y concretamente, con las personas que usaron y respondieron plenamente al programa en la condición personalizada a las 12 semanas un 55, 4% permanecía abstinente, y en la condición no personalizada un 43, 3%, cifras realmente altas. Como vemos, a diferencia del mencionado estudio de Etter (2005), Strecher et al. (2005) si constataron mejores tasas de abstinencia en la condición personalizada de la intervención.
Muñoz, Lenert, Delucchi, Stoddard, Perez, Penilla et al (2006) realizaron cuatro estudios sobre deshabituación tabáquica por Internet sobre más de 4000 participantes en dos idiomas, español e inglés, provenientes de 74 países. Los dos primeros estudios, de carácter exploratorio sin grupo control, con un seguimiento a 1 y 6 meses, comprobaron los resultados de la adaptación a la Web de la “Guía para dejar de fumar” del National Cancer Institute. En el estudio 1 (en inglés) con 2774 participantes en la línea base, constataron tasas de abstinencia del 17, 5% y el 24, 2% al mes y a los seis meses respectivamente. En el estudio 2 (en español) con 702 participantes en la línea base, constataron tasas de abstinencia del 9, 8% y el 18, 5% al mes y a los seis meses respectivamente. Para los estudios 3 (en inglés) y 4 (en español) se utilizó un diseño de dos grupos aleatorizados, en el que se comparaban dos condiciones, realizándose un seguimiento al mes, tres, seis y doce meses. La condición primera incluía, además de la mencionada “Guía para dejar de fumar” del National Cancer Institute, mensajes educativos personalizados remitidos por correo electrónico e invitando a volver a la Web en momentos determinados, y la condición segunda añadía a estos dos elementos citados un curso en manejo de emociones. Al año de seguimiento las tasas de abstinencia en el estudio 3 fueron de 53, 3% y de 23, 1% para las condiciones 1 y 2 respectivamente, y en el estudio cuatro 36, 3% y 33, 7%.
Swartz, Noell, Schroeder y Ary (2006) evaluaron la eficacia del programa “1-2-3 Smokefree”, una intervención comportamental para dejar de fumar dispensada enteramente por Internet. Participaron 351 personas divididas aleatoriamente en dos grupos, intervención y control. La intervención consistía en un vídeo presentado a través de la Web con estrategias para dejar de fumar y materiales motivacionales adaptados a la etnia, el sexo y la edad de los participantes. Se obtuvo una tasa de deshabituación a los 90 días del 24, 1% para el grupo de tratamiento y de un 8, 2% para el grupo control, concluyendo que dicho programa, al menos a corto plazo, es eficaz.
Japuntich, Zehner, Smith, Jorenby, Valdez, Fiore et al (2006) realizaron un ensayo clínico aleatorio con 284 participantes, divididos en dos grupos, uno recibía bupropion más counselling (grupo control) y el otro bupropión más counselling y 12 semanas de acceso al CHESS SCRP (Comprehensive Health Enhancement Support System for Smoking Cessation and Relapse prevention), una Web que provee información sobre la deshabituación tabáquica así como apoyo. Constataron que el acceso a la CHESS SCRP no estaba significativamente relacionado a la abstinencia al final del período de tratamiento o tras 6 meses después de dejarlo. Sin embargo el número de veces que los participantes usaron CHESS SCRP durante la semana si estuvo relacionado a la abstinencia tanto al final del tratamiento como a los 6 meses del seguimiento, lo que sugiere que los participantes que con mayor frecuencia usan CHESS SCRP tienen una mayor probabilidad de éxito.
Woodruff, Conway, Edwards, Elliot y Crittenden (2007) trabajaron con una muestra de 136 adolescentes fumadores aleatoriamente divididos en la condición de intervención (n=77) y en la condición control (n=59). La intervención dispensada por Internet consistió en la participación en 7 sesiones de 45 minutos en un mundo virtual (ActiveWorld) en el que los chicos, representados por un avatar propio en dicho mundo, se pueden “ver” unos a otros en las pantallas de sus ordenadores moviéndose por ese espacio virtual y manteniendo conversaciones en tiempo real entre ellos bajo la supervisión de un moderador. El mundo virtual dispone de diferentes espacios (galería de arte, laboratorio de patología, farmacia virtual, etc. ) utilizados para introducir y facilitar distintos debates. Se realizaron cuatro medidas, línea base, post-intervención, y seguimientos a los 3 y 12 meses. Se encontraron diferencias entre ambos grupos en la evaluación post-intervención, siendo más probable la abstención, fumar menos días, fumar menos cigarrillos y considerarse a sí mismos como ex fumadores durante la semana anterior a la evaluación en el grupo de intervención. Sin embargo al año de seguimiento el efecto había desaparecido en todos los casos, salvo para el número de veces que se había intentado dejarlo, mayor para el caso del grupo de intervención.
Finalmente Dallery, Glenn y Raiff (2007) evaluaron un programa basado en el refuerzo positivo de la abstinencia mediante la entrega de vales para intercambiar por incentivos vía Internet. Los 20 participantes (50% mujeres) realizaban durante 4 semanas dos vídeo grabaciones diarias mediante una Web cámara mientras realizaban una medición de CO2. Los participantes podían ganar vales intercambiables por productos de una selección de vendedores por Internet en función de sus logros en abstinencia. El estudio se desarrolló en 5 fases: línea base, modelado, inducción de la abstinencia, mantenimiento y vuelta a línea base. El 50% mostró abstinencia sin revocación, 25% volvieron a fumar, el 20% no dejó de fumar en ningún momento y el resto redujo su nivel de consumo con respecto a la línea base, por lo que Dallery et al. , (2007) concluyen afirmando la viabilidad y efectividad del programa.
El tabaco continua siendo el factor de riesgo Nº1 causante de la mayor morbi-mortalidad conocida en el ámbito de los países desarrollados. Conseguir que la población fumadora abandone su hábito es la forma más rápida y eficaz de poner freno a esta tremenda epidemia. Los tratamientos de los que disponemos son eficaces, pero, además de haber alcanzado un techo, su efectividad no es muy grande dado su coste, tanto en términos económicos como humanos, debido a la falta de profesionales de la salud formados al respecto y la gran dedicación horaria que para estos supone el tratamiento cara a cara, lo que dificulta que lleguen a un número amplio de población en un corto período de tiempo. Las posibilidades de las nuevas TIC abren un camino hacia la mejora de la eficiencia de dichos procedimientos, haciendo lo tratamientos más accesibles, disponibles, abaratando sus costes. Internet posee un gran potencial para proveer acceso a millones de fumadores a programas de tratamiento diseñados por expertos altamente cualificados. Internet puede ser en algunos casos el único recurso de apoyo para dejar de fumar disponible para una gran cantidad de fumadores, y como servicio está disponible 24 horas, 365 días al año, y la mayor parte de los adultos en los países industrializados, bien desde el trabajo, bien desde el hogar, tienen fácil acceso a Internet. Un buen ejemplo de ello es el trabajo de Muñoz, Lenert, Delucchi, Stoddard, Perez, Penilla et al (2006). Además, los programas para dejar de fumar facilitados vía Internet pueden atraer a muchos fumadores que de otra manera no acudirían a dispositivos especializados para dejar de fumar, por un lado porque éstos no son universales y no siempre están disponibles en su comunidad, y por otro porque se trabajaría desde el anonimato, aspecto éste muy valorado por muchos de los potenciales usuarios. Como vemos las tasas de éxito que se barajan, salvo en el estudio de Strecher et al. , (2005), que combina con tratamiento farmacológico, son, en general, menores a las conseguidas con los tratamientos de apoyo especializados, aunque muy variables (las Web y lo que ofrecen también), y los seguimientos cortos. Pero, si nos centramos en estudios como el mencionado de Strecher et al. , (2005), realizado con una muestra amplia, hemos de considerar que esos porcentajes últimos que hemos comentado (55, 4% y 43, 3%) se corresponden en números absolutos a 247 y 181 personas respectivamente. Piénsese que en ese mismo período de tiempo y con unos recursos similares, en un contexto tradicional de aplicación presencial de la terapia, unos porcentajes de éxito parecidos distarían mucho de acercarse a estos valores absolutos. No aumentamos la eficacia, incluso podemos perder algo, pero el incremento de la eficiencia parece que a todas luces compensa. La mayor parte de estos los servidores Web para el abandono del tabaco permiten el uso de métodos muy simples y el acceso muy rudimentario a información textual sobre los métodos psicológicos de deshabituación, siendo únicamente posible hacer una lectura de una serie de pasos que pretenden sustituir a los tratamientos presenciales. El uso de estas tecnologías de comunicación es aún limitado, no poniendo en juego todo lo que sería deseable, mediante el uso de las capacidades interactivas de esta tecnología (chat, foros, retroalimentación automatizada, etc. ), importantes posibilidades de la ingeniería conductual y la psicología cognitiva (Bock, Graham, Sciamanna, Krishnamoorthy, Whiteley, Carmona-Barros, et al, 2004).
Por lo reciente de su empleo aún no existen amplios estudios de evaluación de la eficacia. Aunque los trabajos publicados en los últimos años sobre la dispensación de tratamiento para el tabaquismo vía nuevas TIC han mostrado resultados esperanzadores, aunque no suficientemente satisfactorios, tanto sobre su eficacia como, especialmente, sobre su eficiencia, hay en la actualidad cientos de Webs para dejar de fumar que compiten entre sí, algunas muy populares, pero con poca evidencia científica contrastada sobre la validez de todas ellas. Y, aunque casi todos los programas se basan en un acercamiento más o menos cognitivo-conductual, las diferencias entre ellos son muy grandes, y lo dicho para unas no es valido para otras. Son todavía pocos los estudios experimentales (aleatorizados y con al menos un grupo control) y casi ningún estudio proporciona pruebas bioquímicas de la abstinencia, basando sus conclusiones tan solo en el consumo auto-informado de los participantes (Japuntich, Zehner, Smith, Jorenby, Valdez, Fiore, et al. , 2006).
Incluso de las Webs que tenemos más información aún sabemos poco sobre cuáles de sus componentes son realmente efectivos para motivar y ayudar a los fumadores a dejar de fumar y evitar las recaídas (Strecher, Shiffman, y West, 2006), cómo afecta el diseño y la manejabilidad de la Web en los resultados (Bock, Graham, Sciamanna, Krishnamoorthy, Whiteley, Carmona-Barros, et al, 2004; Stoddard, Augustson y Mabry, 2006), o para qué subgrupos de fumadores pueden resultar más útiles estas herramientas (Strecher, Shiffman, y West, 2006).
Todo esto cobra especial importancia en un momento en que la población fumadora ha venido menguando en las últimas décadas, de manera que el remanente de fumadores que va quedando es sin duda la que más dificultades presenta a la hora de abandonar el hábito.
Referencias
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American Psychiatry Association (1996). Practice guideline for the treatment of patients with nicotine dependence. American Journal of Psychiatry, 153, 1-31.
Anderson, J. E. , Jorenby, D. E. , Scott, W. J. y Fiore, M. C. (2002). Treating Tobbaco Use and Dependence: An Evidence-Based Clinical Practice Guideline for Tobacco Cessation. Chest, 121(3), 932-941.
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