PUBLICIDAD

Me Gusta   0 0 Comentar  0 0
  DESCARGAR

Últimas observaciones sobre psicopatía.

Fecha Publicación: 01/03/2010
Autor/autores: Hugo Marietan

RESUMEN

Se comunican al congreso las útimas observaciones clínicas del autor sobre psicopatía, sobre la relación psicópata - complementario y sobre la importancia social de estos seres especiales. Esos conceptos abrirán un debate sobre viejos errores conceptuales consolidados en la literatura sobre el tema como "no aprenden con la experiencia", "captación inemediata de las necesidades del otro", "incapacidad de amar", "falta de culpa", "no control de los impulsos", etc.


Palabras clave: psicopatía, incapacidad de amar, falta de culpa,
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Personalidad, Trastornos de la Personalidad .

ÚLTIMAS OBSERVACIONES SOBRE PSICOPATÍA

Hugo Marietan
Asociación Argentina de Psiquiatras
marietanweb@gmail. com

RESUMEN:

Se comunican al congreso las útimas observaciones clínicas del autor sobre psicopatía, sobre la
relación psicópata - complementario y sobre la importancia social de estos seres especiales. Esos
conceptos abrirán un debate sobre viejos errores conceptuales consolidados en la literatura sobre el
tema como "no aprenden con la experiencia", "captación inemediata de las necesidades del otro",
"incapacidad de amar", "falta de culpa", "no control de los impulsos", etc.

Haré un rápido punteo sobre las últimas observaciones de mis investigaciones acerca de las
características psicopáticas. Son hallazgos que provienen del trabajo clínico con psicópatas y sus
allegados.

El mito de la captación intuitiva de las necesidades del otro
Se habla mucho sobre la intuición del psicópata, de la capacidad de captar las necesidades del otro,
y estudiando más finamente este asunto concluí dos conceptos; primero que las personas comunes
no podemos captar, entender la lógica psicopática porque es una estructura lógica totalmente
distinta; a nosotros, el psicópata nos resulta extraño, alguien muy difícil de entender en sus
actitudes mientras el psicópata se muestre como psicópata, por su puesto. Dado que en la mayoría
de sus acciones no se muestra como tal, anda solapado y no se lo puede reconocer. Pero también
llegué a la conclusión de que los comunes les resultan extraños al propio psicópata, es decir, él
tampoco comprende la mente de los comunes y esta incapacidad la descubre desde muy chico y
¿qué hace?, comienza a estudiar las actitudes, los actos, las reacciones de los comunes, y,
especialmente, un tipo de reacción en que él tiene un déficit muy marcado, que es la expresión de
las emociones. Este tipo de personalidad, la psicopatía, tiene un déficit en la repercusión emocional
de los hechos, comparado con el común.

El psicópata estudia a los otros.
Nosotros conocemos a las otras personas globalmente, no nos ponemos a estudiar a las personas
que tenemos al lado, lo asimilamos por contigüidad y por continuidad en el tiempo de la relación,
como absorbiendo globalmente el conocimiento del otro; es por eso que a veces estamos años con
una persona sin conocerla "a fondo" y pasan los años y hay conductas que nos asombran.
En cambio, el psicópata hace un estudio analítico de la otra persona porque es un objeto extraño
para él, éste conocimiento analítico a lo largo del tiempo ­ que desde niño hace el psicópata sobre el
otro- le va dando un conocimiento sobre tipos y variedades de humanos y especialmente en el
aspecto emocional, él aprende como es la gestualidad de lo emocional en el otro y la imita. De esto
se sigue que este repetido "captar" del psicópata, que el psicópata capta las necesidades del otro,
no es más que el producto del aprendizaje realizado, de hacer analogías y distribuir en patrones
conductuales y luego asimilar a un individuo desconocido a uno de esos patrones conductuales.
Desde luego que este estudio le es sumamente provechoso para manipular y seducir.

De uno de ellos: "Era el velorio de mi madre. Mis hermanos lloraban en silencio junto al cajón, mis
hermanas, histéricas como siempre, gritaban y se retorcían. Una de ellas hasta se desmayó. Yo no
sentía nada. Me pareció lógico que muriera, si tuvo un cáncer con metástasis y se lo descubrieron
tarde. Me di cuenta que la gente me miraba. Entendí que debía hacer como ellos, un poco de teatro.
Y me tomé la cara con las manos y lloré. No es que no quisiera a mi madre, la quería como todo
hijo, sino que no me nacía llorar. Tampoco soy loco, sé que en los velorios se llora, y que se espera
que un hijo llore a su madre. ¿Se entiende?".

El informe de la complementaria
En el tema específico de la complementaria ¿cómo es que el psicópata puede manejar tan bien a la
complementaria? A esto puedo responder: no es que el psicópata sea un mago clarividente, sino que
la complementaria, la persona que convive con el psicópata, le va informando todo lo que siente,
hace y va a hacer, en su tremendo esfuerzo e intento por preservarse como persona en la mente del
psicópata. Por dejar de ser "cosa" y llegar a persona constantemente brinda información sobre ella
al psicópata, aún cuando tiene lugar la separación psicópata-complementario y/o están realizando el
juicio de divorcio, la complementaria está desesperada por hablar con el abogado del psicópata. . . Les
he preguntado: "¿Para qué vas a hablar con el abogado del psicópata?", y ellas contestan: "Porque
le tengo que decir qué es lo que voy a hacer con la casa, los bienes etc. Es decir, ellas están tan
adiestradas que necesitan que el psicópata se informe sobre lo que ellas van a hacer.

Una lógica militar
La otra conclusión que comunico es que la lógica del psicópata, es una lógica de tipo militar: es una
lógica de objetivos, de tácticas, de estrategias, de apoderarse de terreno, de ganar territorios, de
persistir en el objetivo y utilizar todas las herramientas necesarias para lograr ese objetivo. La
mente del psicópata es una mente de tipo militar. La mente del común es una mentalidad de tiempo
de paz, de destinos que dependen en gran medida de la suerte.
Así es fácil notar la desventaja que tienen los lideres comunes frente a un líder psicopático. El líder
común siempre esta contemporizando con los otros, siempre está consensuando y tratando de ver
algunos esquemas de estrategias basados en el consenso. El líder psicopático, mejor dicho, el
psicópata que está a cargo del poder, es un militar, y es un militar impiadoso, sigue su objetivo, lo
seguirá, cueste lo que cueste, y caiga quien caiga. Frente a él, los líderes comunes tienen poco que
hacer a menos que se den cuenta de esta característica crucial.
El líder común maneja personas, consensua. Existe otro tipo de jefe, el caudillo. A diferencia del
líder, el caudillo maneja hombres; los códigos viriles (la lealtad, el coraje, la divisa) son los valores
que rigen tanto al caudillo como a sus huestes. El líder común consensua, hace reuniones, trata de
que todos armonicen. El caudillo es obedecido por hombres, con valores de hombres, y el psicópata
da órdenes a individuos cosificados.

La táctica del tero
El tero es un problema para los cazadores de campo abierto porque avisa al resto de la fauna al
volar sobre el cazador emitiendo su conocido teru_teru, y arruinándole la caza. Pero el tero tiene
otra astucia: el escándalo lo arma lejos del lugar donde están empollando los huevos de sus crías.
En una clara maniobra de distracción, grita aquí y el nido está allá.

Y esta es una táctica que suelen usar los psicópatas, llamada también "cortina de humo",
concentran la atención de los demás sobre un tema, mientras ellos trabajan, solapados y en silencio,
sobre otro tema. Y cuando los demás se dan cuenta del artilugio, ya es tarde, ya está todo hecho.

Intoxicación de abstracciones
Otra maniobra que utiliza el psicópata, sobre todo con la complementaria, es la intoxicación de
abstracciones. El psicópata taladra los oídos de la complementaria con palabras, con problemas,
con cuestionamientos, con descalificaciones, con detalles irrelevantes. . . que le hace creer que son
importantes. Y esto le sirve para que la complementaria esté permanentemente pensando en él; la
intoxica de abstracciones.
Cuando traten a una complementaria observarán que se pasa la hora hablando del psicópata, de lo
que le dijo, de lo que hizo. Constantemente está hablando de él, es como si el psicópata estuviese
en un trono mental dentro de la cabeza de la complementaria. Y si analizan el discurso verán que lo
que está diciendo acerca del psicópata son banalidades. Y es que esa mente está entrenada para
trabajar con las abstracciones que le da el psicópata, mientras la complementaria está abstraída en
trabajar, en rumiar todas estas abstracciones el psicópata hace lo que se le da la gana, lejos, como
el tero. El psicópata juega con las cartas ocultas; la complementaria, con las cartas sobre la mesa.

Nota: Más allá de la muerte
"Su pareja, psicópata, murió, pero ella lo va a ver una vez por mes al cementerio"

Como he dicho muchas veces, el psicópata penetra como un virus y se queda en la mente del
complementario. El complementario, desde luego, lo aloja cuidadosamente, a pesar de que se queje
de sus brutalidades y de los martirios psicológicos que le propine. Una satisfacción inefable lo
sostiene vigorosamente en la psiquis del complementario.
Bajo protesta de la propia complementaria, de su parte lógica que lucha por conseguir el antivirus
que lo destruya, mientras su otra parte, la esclava boicotea la acción de la lógica. Así, la batalla por
la recuperación se da en la propia cabeza de la complementaria: entre la lógica y la esclava. A
mayor tiempo de convivencia con el psicópata, más fuerte se hace la esclava. Se le envicia la cabeza
de psicopatía, de sumisión irracional, de placeres indefinidos, de tensiones que traspasan el
sufrimiento y tocan allí, en "ese extraño oasis" donde el animalito se sienta a beber a sus anchas.
Tanta tensión, tanta desconsideración, tan cruel, y sin embargo es entrañable. Pero la
complementaria no sabe qué extraña del psicópata. Toda su lógica repasa la historia de la relación y
solo encuentra espinas y dolor. Es que el rastrillo de la Lógica tiene dientes muy separados para
poder rastrear la sutileza embriagante del lo irracional. Solo puede arrastrar lo más grueso, lo que
sabemos todos: el maltrato, las infidelidades, las caídas, los golpes. Pero la esclava se queda con su
preciado y secreto tesoro. Ella sabe porqué le debe obediencia al psicópata. Y porqué, ahora que
está muerto, lo va a visitar a su tumba, una vez por mes, ante el azoramiento de lo la lógica que no
sabe qué hace frente a esa lápida y que espera que sea lo suficientemente gruesa para evitar
cualquier posible retorno al mundo de los vivos.
La esclava no siente así, ella es la que está ahí, parada, esperando por el milagro. En su mundo
irracional, todo es posible y, tal vez, tenga algo de placer con tan solo acercarse a ese cuerpo
idolatrado, un metro ochenta más abajo.
Nosotros, sumisos a lo racional, nunca entenderemos esto. Lo declararemos incomprensible y
cerraremos el paquete y. . . ¡al archivo!
Pero ella, la esclava, no. Ella seguirá por un tiempo a llorarlo a la tumba, hasta que su apetito
insatisfecho obligue a buscar "aquellas" emociones, las oscuras, las que se filtraban a través de las
amplias fisuras de lo convencional y la hacían tan feliz. No lo conseguirá, lo sabemos, y quedará ese
hueco, compañero triste que se arrastrará a su lado hasta el día final.
Mientras tanto, la lógica rearmará su vida, y tendrá sus placeres, sus armonías, sus bellas
ecuaciones simétricas, la consideración de los otros. Y la paz, esa paz tanto tiempo perdida. Todas
sus cuentas darán bien.
Pero, una vez al año o cada dos años, sin saber cómo ni por qué, se encontrará contemplando la
lápida, y tal vez le saque algunos pastitos rebeldes que se empeñan en taparla.
Dr. Hugo Marietan, abril 2009

El valor sugestivo de las palabras
Otra conclusión es que el psicópata conoce a fondo el enorme valor manipulador de las palabras,
hasta dónde puede llegar la sugestión con las palabras: las coloca en el momento en que tendrá
mayor peso y las omite cuando el silencio castiga más. El discurso de la complementaria está
plagado de "me dijo", "la otra vez me contó", "pero él dice". El psicópata habla, pero muchas veces
no informa: ¿cómo puede ser que la complementaria no sepa que hace el psicópata? Algunas se
pasan años, décadas viviendo con el psicópata pero no tienen una idea clara de cuál es el trabajo,
de dónde viene el dinero y, menos que menos, en qué se gasta. ¿Qué hace su marido? Dice que
trabaja en tal lado, dice que hace tal cosa. . . o no saben en absoluto cuánto gana, de pronto se
encuentran que existe una cuenta bancaria en tal banco pero de casualidad, o abren por azar el
correo o investigan directamente el correo electrónico y se enteran de un varias de actividades que
no sabían en absoluto. El psicópata oculta a pesar de la curiosidad tremenda de la mujer; curiosidad
a la que ningún neurótico puede escapar. El neurótico se entrega a la curiosidad de la mujer y la
mujer sabe todo del neurótico hasta lo que el neurótico no sabe, pero con el psicópata no puede.

Agrego aquí un cuento de Marco Denevi que trata, precisamente, del valor sugestivo de las
palabras:

Crimen perfecto, por Marco Denevi
La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su
marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo
dijo:
- Thaddeus, voy a matarte.
- Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.
- ¿Cuándo he bromeado yo?
- Nunca, es verdad.
- ¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
- ¿Y cómo me matarás? - siguió riendo Thaddeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida.
Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé
cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera
un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del
corazón, del sistema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que
era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina.

El manejo del tiempo. El misterio
Otra característica es el preciosismo en el manejo de los tiempos que tiene el psicópata. El
neurótico por naturaleza suele ser muy ansioso quiere las cosas ya, tiene hambre de tiempo, es
decir no tiene mucha capacidad de espera. El psicópata cual buen cazador sabe manejar los
tiempos, y maneja muy bien la espera.
Otra vivencia que genera el psicópata es el misterio, la incógnita. El ser humano necesita
explicaciones, necesita aferrarse a las creencias, no puede tolerar mucho la incertidumbre. Los
psicópatas son duchos en tolerar la incertidumbre, manejan el misterio, la incógnita y mantiene en
vilo al otro. Forja una tensión especial en todos los que conviven con él o están en relación directa
con un psicópata.

Un ser impar
El psicópata es un ser impar por eso no puede ser comparado con nadie. Si aceptamos su fachada
"común", uno de sus tantos disfraces, no nos resulta extraño. Pero, si en función de la convivencia,
o por determinadas circunstancias especiales, conseguimos atisbar algunos de sus rasgos, entonces
resalta lo extraño, y, si tenemos mala suerte, hasta podemos observar su lado siniestro, la zona
oscura que lo hace impar.

El psicópata no tiene amigos
El psicópata tiene conocidos, tiene relaciones utilitarias, puede estar rodeado de de gente, de socios,
pero no tiene amigos, amigos personales, no los necesita. Nosotros necesitamos apoyarnos en
amigos, comentarles nuestros asuntos o simplemente disfrutar de su compañía. El psicópata no lo
necesita. Para él es fácil relacionarse con otros y sacarle provecho y dejarlos. No hace lazo real sino
aparente y transitorio. No tiene amigos y tampoco deja tener amigos. El psicópata aísla: cuando
constata que la complementaria está relacionada con amigos, con compañeros, con la familia,
destruye esos lazos para que la complementaria quede aislada y bajo su dominio, como lo dijimos
tantas veces.

Desmesura
El psicópata en su accionar psicopático es desmesurado, fuera de medida, por eso nos suenan
estridentes las noticias sobre psicopatía. Por ejemplo, al Monstruo de Mendoza (Argentina) no le
bastó el incesto con su hija de 8 años, la embarazó varias veces y la mantuvo como su mujer 25
años. Algunos asesinos seriales no les es suficiente con matar a una personas, siguen una serie de
asesinatos que repiten un esquema letal. El término "monstruo", derivado del latín mounstruum que
significa "más allá de lo natural", está bien aplicado.

Nota: A la sombra de Lot
Las acciones del Monstruo de La Cuarta Sección de Mendoza, como apodaron al que violó y
engendró siete hijos en su hija causan desconcierto y asombro. No es para menos. La mente normal
no está preparada para asimilar episodios que van más allá de hechos criminales que sobrepasan
ciertos rangos. Así no causa sorpresa una violación, siempre y cuando el formato que tenga sea
recurrentes, o parecido a violaciones anteriores. Uno se acostumbra a cierta dosis de morbosidad.
Pero todo aquello que se extralimite de esos formatos causa sorpresa.
En el caso que nos ocupa, si se comprueban los hechos, sobrepasa largamente estos parámetros: se
trata de un padre que ha violado a sus hija, que ha tenido hijos con ella, que la relación se extiende
al menos por 20 años, que hay una madre que estaba al tanto de los hechos, que existían
hermanos, y que, la propia involucrada dejó pasar tanto tiempo antes de denunciar al perverso. Son
muchas acciones, varias personas y con fuertes vínculos familiares que participan para que todo
esto se haya producido.
Es demasiado para una comprensión simple. Es todo tan "retorcido", tan laberíntico que sólo la
presencia de un psicópata puede dar pista para entender en parte lo que pasó.
El psicópata es un ser especial, con gran poder de persuasión, muy instintivo y que genera, de por
sí, temor para aquellos que conviven con él. Y, a más, él es un experto en diagramar amenazas y
coerciones. Es un artista de la mentira y de la manipulación. Esta manipulación no es brusca e
inmediata, sino que se hace despacio y a lo largo del tiempo. Cual homeópata va inyectando hábitos
moralmente venenosos a lo largo del tiempo, de tal forma que las personas que conviven con él se

acostumbran a pequeñas inmoralidades, y, de a poco, se van "vacunando" con las perversiones del
psicópata hasta tolerar "grandes dosis" de perversión. Esto unido a su capacidad de manipular la
mente del otro, a generar miedo, puede terminar en un resultado como el que estamos dando
noticia.
Las preguntas son innumerables: ¿Por qué la hija de 35 años recién ahora denuncia? Ella fue
captada por el psicópata desde muy niña (el hermano llega a decir que fue abusada desde los 8
años) y a esa edad no puede contrarrestar con nada a los abusos, solo puede avisar a su madre. Y
su madre calla, apaña el perverso. Es como una estatua de sal que se hace cómplice con su silencio.
Es una partícipe necesaria.
¿Cómo es que la madre no defendió a su hija? Porque antes que madre es una complementaria del
psicópata. Y la complementaria, antes que madre, es funcional al psicópata. Esto es, que hará lo que
sea necesario para satisfacer y proteger al psicópata. Por más monstruosa que sea esta idea, lo veo
a diario en mi consultorio con las complementarias. Ellas se deben al psicópata (cual esclavas) antes
que a la razón y la lógica. Es un vínculo muy especial que no está relacionado con parámetros éticos
del bien o del mal y que he desarrollado con extensión en mi libro "El Complementario y su
psicópata".
Desde luego que desde afuera, esta caso se analiza desde la empatía, desde colocarse en lugar del
otro y decir, por ejemplo: "Si yo me entero que mi marido le hace esto a mi hija: lo mato", o
pensamientos por el estilo. Pero el error consiste en desconocer que este no es un marido
cualquiera, es un psicópata. Y ya aquí la empatía no funciona porque no podemos colocarnos en la
mente de un psicópata ni de una complementaria captada por un psicópata.
Es un vínculo especialísimo.
También la hija es víctima y a su vez complementaria del psicópata. Por eso no lo denunció antes.
Ha sufrido y callado. Y sólo cuando sospecha que atacará a su hija, ahí hace la denuncia, no por ella,
sino por su hija.
El psicópata no considera a las personas con el valor de personas, sino como cosas para su
satisfacción. Y repite una y otra vez la misma acción porque está respondiendo a una necesidad
especial que tiene: violar.
Y no responde a argumentaciones, a educación, a castigos ni a premios: él es como es y seguirá
siendo así, por eso es reincidente.
Los que los rodean son sumidos en una especie de letargo y dejan que el perverso ejecute sus
perversiones. A los sumo, cuando pueden, escapan de este circuito negativo, cuando no, caen
sumisos a los requerimientos del monstruo.
Dr. Hugo Marietan, 11 de mayo de 2009

Hasta aquí llega un punteo sobre las últimas conclusiones en mi investigación sobre la psicopatía.
Hay otros puntos que están en ciernes, pero los iré elaborando durante el año y los comunicaré en
el próximo congreso.

El dinamismo de la entrada de información que van aportando las complementarias que asisto, y los
psicópatas que las acompañan o bien que vienen por otros cuadros y no saben que son psicópatas,
es una fuente constante en el armado de una teoría moderna sobre este tema. La fuerza de este
material radica en priorizar la observación llana de los consultantes por sobre las teorías concebidas
con anterioridad a esta investigación. Esto hace que cada vez más las complementarias que leen la
página http://www. marietan. com se sientan identificadas con el material preexistente y aporten
nuevas vivencias y así la casuística va creciendo y, por ende, nuestro conocimiento de este
apasionante universo velado que implica a los psicópatas.


IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.

Comentarios de los usuarios



No hay ningun comentario, se el primero en comentar

Articulos relacionados