Los cambios políticos-económicos que vienen promoviendo a la mujer en America Latina, la creciente conciencia social de la ocurrencia de èsta problemàtica, la mayor difusiòn por la prensa de situaciones de maltrato familiar, reconociendo la violencia doméstica como fenómeno manifiesto, con el corolario de que es posible cambiar, que existe solución, ha hecho que mujeres víctimas de violencia conyugal buscaran ayuda psicológica en instituciones de salud mental abocadas a la atenciòn primaria, saturando con la creciente demanda la posibilidad de asistencia o contención en dichos Servicios.
Se analizan los comportamientos predictivos no violentos, los rasgos psicològicos de las víctimas y se sugieren tratamientos psicoterapeuticos de corto plazo, que han resultado beneficiosos en la resolución puntual del conflicto y que mejoraron la atención de una demanda creciente.
Violencia familiar y salud pública.
Alejandro Josè Marìa Kundro.
Resumen
Los cambios políticos-económicos que vienen promoviendo a la mujer en America Latina, la creciente conciencia social de la ocurrencia de èsta problemàtica, la mayor difusiòn por la prensa de situaciones de maltrato familiar, reconociendo la violencia doméstica como fenómeno manifiesto, con el corolario de que es posible cambiar, que existe solución, ha hecho que mujeres víctimas de violencia conyugal buscaran ayuda psicológica en instituciones de salud mental abocadas a la atenciòn primaria, saturando con la creciente demanda la posibilidad de asistencia o contención en dichos Servicios. Se analizan los comportamientos predictivos no violentos, los rasgos psicològicos de las víctimas y se sugieren tratamientos psicoterapeuticos de corto plazo, que han resultado beneficiosos en la resolución puntual del conflicto y que mejoraron la atención de una demanda creciente.
Los cambios políticos-económicos que vienen promoviendo el desarrollo social de la mujer, con el consiguiente aumento de la autoestima o de la susceptibilidad a no ser maltratada, la creciente conciencia en todos los estratos de la sociedad acerca de la violencia familiar, reconociéndola como fenómeno manifiesto que es posible cambiarlo, que existe solución, ha hecho que víctimas de la violencia conyugal buscaran ayuda psicológica en instituciones públicas y gratuitas de atención primaria de la salud mental.
Entre éstas, el Servicio de Salud Mental del Municipio de Tres de Febrero, situado en el cordón industrial de Buenos Aires, organizado en 12 Centros de Salud distribuidos estratégicamente, con 47 profesionales especializados en psiquiatría, psicología clínica de niños, adultos y familia, psicopedagogos y asistentes sociales, elaboró y ejecutó acciones de asistencia y prevención de éste grave problemática social.
Ha sido más fácil para la mujer víctima de violencia familiar, concurrir en forma individual y discreta a un Centro Sanitario, que denunciar ante la Justicia o la Policia a un cónyuge violento, cosa que solo ocurre en casos manifiestos de riesgo de vida propia o de sus hijos.
La demanda de ayuda ha ido “in crescendo” en los últimos años, de manera casi exponencial, saturando la posibilidad de asistencia satisfactoria o contención por parte de dichas instituciones.
Con la presunción de que ésta demanda constituye “la punta de un iceberg”, estimándose que por cada víctima que consulta –dentro del área de influencia del Servicio- hay al menos cuatro que no lo hacen, surgió la necesidad de implementar un trabajo preventivo, instrumentándolo a través de informar, alertar o concientizar acerca de la violencia familiar y sus vías de resolución.
Éste trabajo preventivo y multidisciplinario se realiza en escuelas, clubes, centros cívicos, etc, mediante conferencias (de corta duración, adaptadas al auditorio, con carácter de libre asistencia y gratuita) y posters o afiches en la vía pública, dentro del área geográfica del Municipio.
Como estaba previsto, se generó un mayor requerimiento de asistencia a la que ya existía espontáneamente, ya sea para realizar tratamiento o buscando apoyo o consejo psicológico o legal.
En las zonas de viviendas precarias, la violencia familiar queda más manifiesta al hacerse público el maltrato, contribuyendo el vecindario a movilizar a la víctima a buscar ayuda.
Estrategia preventiva
Dentro de la tarea preventiva se pone énfasis en dos puntos:
a) el comportamiento social de la víctima, mostrando los rasgos de personalidad que no le permite tomar las decisiones correctas.
Se ejemplifica con quienes por miedo a las consecuencias, a lo que podría suceder o lo que se podría perder, no afrontan los riesgos, se resisten a cambiar éste modo de vida y sobreviven dentro de su mundo rígido (casa, hijo, actividades domésticas), muchas veces determinado o prefijado por el violento, manteniendo la imagen, encubriendo el maltrato, tolerando, sacrificándose y siendo objeto de postergaciones y malos tratos físicos o psíquicos, que dan vergüenza y prefiere ocultarlos (“me golpee”, ”anoche dormí mal”, son frases usuales) y aislarse socialmente, lo que contribuye a su cronificación.
Se advierte como la víctima termina inhibida, controlando sus efectos de manera continúa, surgiendo todo un abanico de síntomas (psíquicos, psicosomáticos), como manifestación de un hecho que le resulta inconciliable e irresoluble por sus propios medios.
O bien, como algunas víctimas establecen un vínculo de complicidad con el golpeador (Síndrome de Estocolmo), que no debe confundirse con una relación sado-masoquista, problemática psiquiátrica que no encuadra en el tema de la conferencia.
b) los comportamientos predictivos no violentos en el hombre, manifestados en relaciones de pareja que aún no han afianzado o legalizado el vínculo (noviazgo, uniones de hecho, etc), permiten alertar sobre futuras conductas violentas o abusos físicos, sexuales o mentales.
Éstas relaciones posesivas delínean complejos mecanismos de dominación.
Los principales comportamientos que se informar, para tener en cuenta, son:
1) la vigilancia subrepticia sobre la mujer, que se realiza en forma directa y simulada, a través de llamadas telefónicas con mil excusas, seguimientos, búsqueda a su lugar de trabajo sin aviso previo, etc.
Se advierte en las conferencias acerca de que muchas mujeres toman equivocadamente éstas conductas como gestos de amor o de interés por su persona.
2) monopolización de las actividades sociales, evitando el acompañamiento de
otras personas, aislándola de sus amigas o de los lugares que frecuentaba,
reduciendo en el futuro las posibilidades de pedir ayuda (“si nos amamos no
necesitamos a nadie más”).
3) manipulación de las emociones: son comportamientos de manejo psicopático
para retener a sus parejas (“si me dejás me mato”, “sin vos no puedo vivir”, “si sos infiel o mirás a otro te mato”), escenas de celos, etc.
4) signos sociales de posesión o propiedad de la mujer, ya sea en el lenguaje oral o
gestual, ante terceros, que muestran a la mujer como un objeto de su propiedad.
Se señala que la conducta impredecible del violento es una forma de manejo de la víctima, que nunca sabe que estímulo originará su reacción. Vive así en estado de alerta permanente para no desencadenar involuntariamente la conducta agresiva del cónyuge, la que igualmente ocurrirá.
El conocimiento de éstas conductas predictivas por parte de mujeres que no han formalizado el matrimonio, permite manejar, controlar o evitar en el futuro situaciones de violencia que pueden volverse insalvables, según la personalidad previa de la víctima.
Estrategia asistencial
Desde el punto de vista asistencial (producción de servicios), se debió resolver la mayor demanda con igual número de profesionales abocados a esa tarea, a través de la flexibilidad y la adecuación de funcionamiento de las estructuras (Centros de Salud, especialidades, turnos), buscando un resultado terapéutico favorable y evitando en lo posible una espera en la atención mayor a los 10 días.
Si bien el tratamiento en principio es individual –la víctima- se cita en todos los casos, en algún momento, a la pareja - conviviente o no- con resultados generalmente decepcionantes.
En efecto, el individuo violento no concurre de manera espontánea o acompañando a su pareja, sino a requerimiento del profesional que asiste a ésta y en porcentajes mínimos.
También puede concurrir por órden judicial en los casos en que se efectuó denuncia policial.
Salvo que el golpeador reciba ayuda para aprender a manejar las situaciones ansiógenas acumuladas, que lo llevan a descargarlas en la víctima, ésta violencia se repetirá y retroalimentará a sí misma.
El enfoque psicoterapéutico utilizado fueron las terapias de corto plazo (3 meses- máximo 6 meses , en casos de mayor gravedad), que resultaron beneficiosos en la resolución puntual del conflicto familiar, con niveles uniformes de calidad, racionalidad y satisfacción del paciente.
No se pretendió resolver o modificar trastornos de la personalidad de base de los miembros de la familia, si bien se concientizó al paciente para continuar en esa vía en una segunda fase del tratamiento o en otro tipo de institución.
Ésta modalidad de contrato de corto plazo permite, como se expresó, la atención de mayor cantidad de pacientes, y evita la cronificación del tratamiento.
El paciente conociendo de antemano que su oportunidad de tratamiento tiene un plazo determinado de finalización, es proclive a esforzarse por modificar su conducta y su vínculo de pareja.
Las técnicas psicoterapéuticas utilizadas fueron la rogeriana, conductista (neoconductistas) y guestálticas aplicadas según la problemática individual.
Se efectuó apoyo psicofarmacológico sintomático (ansiolíticos, hipnóticos. No antidepresivos) en los casos que lo requerían.
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