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El falso mobbing: Un acosador encubierto.

Autor/autores: MarinaMarina Parés Soliva
Fecha Publicación: 01/03/2008
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Esta ponencia relaciona el acoso moral con la psicopatía, pretende demostrar que el instigador de un acoso corresponde a un psicópata socialmente integrado y va más allá al postular que en las falsas acusaciones de mobbing, a menudo, se encubre un verdadero acosador que se hace pasar por víctima y utiliza el procedimiento judicial como una nueva manera de hostigar a la verdadera víctima.

Palabras clave: mobbing


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El falso mobbing: Un acosador encubierto.

Marina Parés Soliva.

Trabajadora Social y Perito. Presidenta de SEDISEM- Servicio Europeo de Información sobre el Mobbing. Webmaster: www. acosomoral. org
Terapeuta social en recuperación de víctimas de acoso moral. Barcelona (España)

Resumen

Esta ponencia relaciona el acoso moral con la psicopatía, pretende demostrar que el instigador de un acoso corresponde a un psicópata socialmente integrado y va más allá al postular que en las falsas acusaciones de mobbing, a menudo, se encubre un verdadero acosador que se hace pasar por víctima y utiliza el procedimiento judicial como una nueva manera de hostigar a la verdadera víctima.

Abstract

This communication relates the harassment moral to psichopath, tries to demonstrate that the instigator of a harassment corresponds to a psichopath socially integrated and goes further on when postulating that in the false accusation of mobbing, often, a true pursuer conceals itself who is made happen through victim and uses the judicial procedure like a new way to harass the true victim.



Concepto de mobbing

Para comprender el concepto de Acoso Moral hemos de saber que el mobbing responde a un plan. Un plan oculto, del que cuesta percatarse, las siguientes líneas fueron escritas por una acosadora, perverso-narcisista con un tipo de agresividad pasivo-agresiva: “tengo un plan para que esta persona se auto-destruya ella solita sin que en ningún momento, a la vista de los demás, aparezca yo” en donde queda de manifiesto que el acoso es el resultado de un plan estratégicamente diseñado por el instigador del acoso.
La contribución de la autora de esta ponencia para encontrar una definición que incluya todos los elementos del concepto es la siguiente:

“el acoso moral en el trabajo tiene el objetivo de destruir la estabilidad psicológica de un ser humano, a través del descrédito y la rumorología, con la finalidad de encubrir un fraude. Se practica acosando grupalmente de tal manera que la víctima "estigmatizada" no pueda defenderse, que no pueda hablar o que su palabra ya no tenga ningún valor. La indefensión de la víctima proviene de la pasividad de los testigos de la violencia, que permiten la destrucción de otro ser humano de manera indignamente cobarde” (Marina Parés. 2007:42).  

Es precisamente ese carácter amoral del acoso el que justifica que se le denomine acoso moral en contraposición del término acoso psicológico. El concepto de acoso psicológico circunscribe el maltrato a ese nivel psíquico, pero en el acoso moral hay una perversión de las relaciones, y ello es debido a que los acosadores, colaboradores y cómplices actúan de una forma inmoral contra la víctima, con actuaciones realmente crueles y sin piedad, por tanto contrarias a toda moral; pero además ese acoso tiene otra repercusión en la víctima, ya que se le provoca un daño psíquico que genera en la víctima un descenso de su estado anímico, es decir hay un descenso del “animus”, con lo que la víctima esta baja de moral. Aspecto defendido anteriormente por González de Rivera (2002:34) Por tanto podemos afirmar que en el acoso se afecta la moral en sus dos concepciones: la ética y la anímica; la ética con referencia a los que agreden y la anímica respecto a la víctima, lo que nos justifica para seguir denominándolo acoso moral. Además llegar a denominarlo acoso psicológico conllevaría una resolución psicológica del caso, cuando es sabido que el acoso moral no puede ser resuelto con un tratamiento psicológico por muy esmerado que este sea. El día a día en el tratamiento y recuperación de víctimas de mobbing nos hace afirmar que es necesario un abordaje social del caso a través de la aplicación de la teoría de los sistemas; si se tratara de un acoso exclusivamente psicológico con la aplicación de un tratamiento psicológico el tema seria resuelto y la realidad nos indica que ello no es así. Si bien, la característica principal del mobbing es la utilización de la violencia psicológica para provocar la autodestrucción de la víctima. Existen dos modalidades fundamentales de ejercer este tipo de violencia: la activa y la pasiva. La activa es la que humilla y degrada a la persona produciéndole sentimientos de desesperanza, inseguridad, y pobre autoestima, y a menudo se manifiesta acompañada de insultos o apodos desagradables. La segunda modalidad es la pasiva, es el desamor, la indiferencia y el desinterés. Ambas se dan en el acoso moral. Una vez vistas las dos maneras de manifestar la violencia psicológica quiero puntualizar algunos aspectos, a mi parecer, básicos del acoso moral, su carácter grupal y el encubrimiento del fraude, ya mencionado en otros trabajos de la autora (Parés 2007:41). Considero que estos dos elementos son importantes por su carácter definitorio del acoso moral en las organizaciones y por tanto esos dos elementos son los que van a permitir diferenciar una situación de hostigamiento laboral de otros supuestos de conflictividad laboral. Los dos elementos definitorios del acoso, que acabamos de ver: la existencia de un grupo de acoso y el encubrimiento de un fraude forman parte de una unidad que los engloba el del abuso de poder; por eso podemos afirmar que en el tema del acoso moral el elemento determinante es el poder, concretamente el poder del líder, que está básicamente encaminado al mantenimiento de privilegios en sus relaciones. El poder es algo que se ejerce en las interacciones entre los seres humanos y tiene un doble efecto: opresivo y configurador. En el tema del acoso la acepción opresiva es la que toma forma como la capacidad y la posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros, básicamente para lograr obediencia. Mediante el abuso de poder se obliga a interacciones no recíprocas, donde el que controle tenga medios para sancionar y también para premiar a quien obedece.


El falso mobbing

Una vez definido el concepto de mobbing, es necesario que describamos lo que entendemos por falso mobbing. La psiquiatría forense nos informa que los falsos delitos son formulados por personalidades con patologías delirantes o que cursan con otro tipo de alteraciones de la personalidad cuyo elemento definitorio es la mentira patológica. Bajo este parámetro “falso mobbing” aparecen, por tanto, dos tipos de situaciones diferentes: el delirio (la paranoia), y los engaños (fraudes) y dentro del apartado de los fraudes incluiremos al falso-positivo, es decir al acosador que se hace pasar por víctima como manera de usar a los tribunales como herramientas de hostigamiento a la verdadera víctima.

La Paranoia

Para la terapeuta francesa Marie-France Hirigoyen son los enfermos paranoicos los principales demandantes de un falso mobbing. Citamos: “el mayor peligro de las falsas acusaciones por acoso moral es el que viene de los paranoicos, que encuentran en el tema un soporte increíble a su sensación persecutoria. En la mayoría de los casos el diagnóstico es evidente. (. . . ) a diferencia de las víctimas verdaderas, una persona con un carácter paranoico no intentará hacer evolucionar la situación hacia ningún acuerdo, sino que intentará mantener su denuncia contra el acosador-víctima que ha designado (. . . ) Con un paranoico es imposible argumentar, y los conflictos nunca se pueden resolver, sino entrar en un proceso sin fin de acusaciones. (Hirigoyen 2001: 61). Las auténticas víctimas de acoso moral viven en la duda, se cuestionan sus propias actuaciones y buscan soluciones que pongan fin a su tormento. Los paranoicos en cambio, no dudan, afirman y acusan.

Los Fraudes

En el apartado de los fraudes se incluyen los mentirosos patológicos, es decir, aquéllos proclives a mentir y a engañar por un lado (sujetos con personalidad histérica y mitómana) y aquéllos que dañan con malignidad (personalidad perversa). Por tanto afirmamos que además de los enfermos de paranoia el otro gran grupo de falsos mobbing viene determinado por los manipuladores cuya motivación es el fraude. Los casos de fraude en las acusaciones de falso mobbing van a poder ser detectadas porque en ellas, aunque se da uno de los elementos propios de acoso, el fraude, no va a ser posible determinar la existencia de un grupo acosador. Un análisis más profundo del caso tampoco permitirá poder determinar las fases, ni la tipología del acoso. No podemos negar que existen personas que van a utilizar y falsear la figura del mobbing para obtener prestaciones sociales tal y como ocurre con otras patologías que pueden proporcionar beneficios económicos. Aunque el motivo de mi ponencia se centra en la figura del falso mobbing entendida como falso-positivo en el sentido de que, a menudo, se trata de un acosador encubierto que no se percibe a si mismo como tal y que, consciente o inconscientemente, se presenta como víctima de acoso y ello es así dada la tendencia del acosador de hacerse pasar por víctima cuando es descubierto. Coincidimos con Hirigoyen cuando señala que”es necesario velar porque los casos de falsas acusaciones de acoso moral no vengan a desacreditar y poner en duda la realidad de lo que sufren las auténticas víctimas (2001: 61). En el falso mobbing el tipo de comunicación es paradójica, es decir manipulando el lenguaje; en cambio una verdadera víctima, con un mobbing auténtico, se comunica a través de un discurso genuino y veraz.

 




Para ahondar en la idea que el falso mobbing muy a menudo encubre a un verdadero acosador y poder comprender que, en el caso del falso positivo, estamos frente al mismo tipo de personas descritas en la psiquiatría forense como personalidades con alteraciones que dan lugar a falsas acusaciones voy a pasar a definir el perfil del acosador según los expertos en la materia como Hirigoyen, Piñuel y González de Rivera. Hirigoyen define al perverso organizacional como perverso narcisista y Piñuel coincide en su naturaleza psicopática; por su parte González de Rivera lo describe como afecto del trastorno por mediocridad inoperante activa o síndrome MIA: “El individuo afecto de MIA es persistente, desarrolla fácilmente una gran actividad (inoperante, por supuesto) y tiene un gran deseo de notoriedad y de influencia sobre los demás, que a veces alcanza tintes mesiánicos. ” (2002:89)
Por todo lo anterior hemos podido mostrar que el acosador laboral sigue los parámetros de alteración de la personalidad descritos por la psiquiatría forense como aquéllos sujetos promotores de falsas acusaciones, y que mediante un giro perverso se presenta ante los tribunales como víctima de su verdadera víctima. Según Field (1) “la respuesta estándar de un acosador en serie cuando se le considera responsable de su acción, y teme ver expuesta su falta de adecuación, su incompetencia, y el comportamiento desordenado, es responder con la estrategia de la negación y contraatacar fingiendo ser una victima. Es muy efectivo”. Por tanto el acosador a menudo promueve falsas acusaciones de mobbing en las que desea mostrarse como víctima o como un “pobre de mi” como un paso más del acoso hacia la verdadera víctima, que se ve acusada de hacer lo que en realidad están haciendo con ella. Según Hirigoyen (1999: 104) “Si la víctima reacciona y deja de comportarse como un objeto dócil, el agresor se considera amenazado y agredido. Quien, en un principio, había iniciado la violencia, se coloca ahora en posición de víctima. (. . . ) El perverso intenta que su víctima actúe contra él para poder acusarla de “malvada”.

En el falso mobbing, el acosador se da por satisfecho en el momento en que recibe del entorno alguna verificación de la eficacia de su disfraz. Ha logrado ser verosímil, ha burlado la verdad con la apariencia, pero como tiene conciencia de su trampa, no puede correr el riesgo de ser espontáneo. Lo abrupto, lo repentino entraña un riesgo. El riesgo es el de la irrupción de alguna contradicción que desmienta en forma irreversible la validez de su fingimiento. El falso mobbing promovido por un acosador que se hace pasar por víctima podrá ser descubierto evidenciando las contradicciones y las incongruencias en su discurso (Parés 2007: 83). La solvencia de su actuar está amenazada por las contradicciones inconscientes que lo acechan y, que la mayoría de las veces lo pone al descubierto. Sólo hace falta estar presto a detectarlo y opino que es una obligación ética por parte de todos los implicados poder determinar estos casos de falso mobbing. El acosador que se hace pasar por víctima es un experto manipulador. Para el acosador la manipulación dirigida al entorno tiene como finalidad convertirlo en su aliado, ya sea para que colabore en el hostigamiento o bien para que no haga evidente lo obvio y para ello lo único que le pide el acosador a las personas del entorno es que no hagan nada. El no hacer nada, implica a fin de cuentas no solidarizarse con la verdadera víctima. En una situación de denuncia por falso mobbing colaborar en el hostigamiento es negar a la víctima la presunción de inocencia, y no hacer nada consiste en no investigar en las motivaciones y en los mecanismos de acoso. Esta ponencia pretende dar las claves que permitan detectar el engaño en primer lugar valorando en su justa medida la presión grupal a través de comprobar la existencia del elemento grupal de cualquier acoso y en los casos de fraude detectar el engaño en el análisis del razonamiento y de los argumentos esgrimidos. Por tanto coincido con Piñuel en que “Señalar que no hay forma de distinguir entre agresor y víctima en el mobbing es un verdadero despropósito”. (2003: 194) 

En el acoso moral el lenguaje se pervierte, cada palabra oculta un malentendido que se vuelve contra la víctima elegida. Citamos a Hirigoyen “Cuando un perverso ataca a su víctima, suele apuntar a lo puntos débiles que se sitúan en el registro del descrédito y la culpabilidad”. (1999: 124) Decimos que la manipulación del lenguaje es una herramienta propia del acosador psicológico, ya que pretende ocultar el ejercicio de la violencia por una parte, y por la otra hace un uso de información privilegiada para dañar. En el registro de la comunicación perversa, hay que impedir que el otro piense, comprenda, actúe; ya se trate de la víctima o del entorno. En los casos de falso mobbing el entorno corresponde a la autoridad judicial.
Sabemos que en el discurso del acosador hay una contradicción que no aparece en el discurso de la víctima. El acosador utiliza la contradicción intencionalmente. La contradicción incluye el uso de falsedades y de errores. La falsedad la vemos en el argumento que está sostenido sobre una mentira y en el razonamiento se oculta una equivocación (Parés 2007: 87). Para desmontar el argumento falso hay que buscar las mentiras que lo sustentan y para ello hay que ir desgranando uno a uno los componentes del argumento a fin de hallar las pruebas que harán evidente la mentira que el acosador pretende hacer pasar por certeza. Hay que estar alerta y detectar las insinuaciones y los malos entendidos que constituyen la argumentación que justifica el hostigamiento a la víctima. Según Hirigoyen (1999: 96) “El perverso destina todas sus estrategias a hundir al otro y, con ello, se revaloriza a sí mismo”. El conocimiento de estas claves nos proporciona cierta inmunidad frente a la manipulación. Ser menos vulnerables nos permitirá diferenciar al acosador de la víctima. Para mayor profundización sobre el tema sugiero la lectura de “El lenguaje en el Mobbing” (Parés 2007:81). La desacreditación de la víctima siempre proporcionará una ganancia para el instigador del acoso; el beneficio que el acosador adquirirá con el descrédito de la víctima no lo podría conseguir sin la utilización del hostigamiento. Concluimos que para poder hostigar a otro ser humano el acosador habrá de ejercer dos tipos de manipulaciones, una dirigida al entorno de la víctima y otra dirigida hacia la persona acosada. Así las falsas acusaciones de mobbing estarán promovidas por dos tipos de sujetos; por un lado por aquéllas personas afectadas por un trastorno mental (paranoia) y por otro por personas que promueven el fraude. En éste último caso, el fraude tiene lugar a través de la manipulación y una subcategoría de los sujetos que los promueven presentan una alteración de la personalidad que son coincidentes con el perfil del acosador descrito en toda la literatura sobre mobbing, a saber el del psicópata socialmente integrado.


Acosador encubierto y psicópata integrado

Podemos afirmar que el acosador es un psicópata integrado. Aunque, más allá de las continuas mentiras, manipulaciones y argucias del psicópata, el problema a la hora de enfrentarnos a ellos es nuestra incapacidad para creer que realmente son así. A las personas nos cuesta creer que no les importamos en absoluto y que nos ven sólo como meros objetos, instrumentos para conseguir sus fines o saciar sus ansias egocéntricas. Por tanto nuestro mayor handicap a la hora de protegernos de un psicópata es nuestra tendencia a pensar que la gente que nos rodea es igual que nosotros. Como dice Robert Hare (2) “tendemos a pensar que la gente es buena, inherentemente buena. Creemos que si les das la oportunidad todo irá bien (…) Y no es así, no es tan fácil”.  
La mayoría de las personas son conscientes de sus actos y de las consecuencias de los mismos y son sensibles a las experiencias de los demás, a lo que sienten, piensan, y en función de esas percepciones organizan su vida y sus actividades de manera respetuosa con los demás, los psicópatas no. Por ello, podemos afirmar que la persona que instiga un acoso moral corresponde a un psicópata integrado. Así, el psicópata integrado socialmente es el responsable de instigar el acoso moral en todos los ámbitos de la sociedad, manifestándose como acoso laboral (mobbing) si el hostigamiento tiene lugar en el trabajo, acoso escolar (bullying) si éste se realiza en la escuela, acoso inmobiliario si éste tiene lugar en la vivienda, acoso familiar como las relaciones que se instauran cuando el psicópata domina a su familia, etc. El individuo psicópata manipulara a su familia creando una oveja negra a la que el resto de los miembros marginará, será el mismo individuo que como compañero de trabajo o como jefe va a promover el desprestigio de un trabajador que será hostigado hasta conseguir su marcha de la organización, también es el mismo tipo que de joven instigó el acoso entre escolares y que como vecino es capaz de promover la “caza de brujas” en el edificio o en el pueblo de algún vecino que no se haya sometido a su poder fáctico. Si bien es cierto que el psicópata diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, lo resaltable es que no le importa lo más mínimo. El psicópata no ha asumido ninguna ética, para Garrido Genovés es típico del psicópata la rebelión, el desafío, el erigirse uno mismo como juez de todas las cosas, sin reconocer otra ley humana o divina que respetar. Podemos encontrar casos como el de aquel ingeniero que ha conseguido ser catedrático de universidad, mientras en casa y a escondidas maltrataba físicamente a sus hijos y ahora como empleador es conocido por su capacidad para humillar a sus empleados; pero se ha revestido de tanto prestigio que nadie se atreve a denunciarlo. El trastorno de la psicopatía suele iniciarse en la infancia y en la adolescencia, con mala conducta escolar, maltrato de animales o niños pequeños, agresividad, violencia, mentiras frecuentes y delitos menores como robos o daños a la propiedad ajena.

 




No podemos dejar de mencionar que hoy en día la sociedad occidental tiene los conocimientos para poder abordar esas situaciones pero paradójicamente no es efectiva en resolverlas. No se están resolviendo los casos de acoso, al contrario parece ser que la violencia psicológica del acoso se ha extendido a todas las relaciones interpersonales incluyendo las nuevas tecnologías, es por ello que, cabe preguntarse si nuestra sociedad sabe dar respuesta a ese tipo de violencia psicológica o por el contrario está seducida y reproduce esquemas psicopáticos, en los que el fin justifica los medios, en donde el granuja con éxito es valorado y en donde la burla de los más débiles es motivo de chanza. La nuestra es una Sociedad narcisista, en donde la imagen y el éxito predominan sobre lo ético y lo correcto. Existe una dejación frente al perverso que engaña, ya se trate de esa parte de la clase política que se aprovecha del cargo en lugar de dar un servicio público, ya se trate del hostigamiento o acoso al que son sometidos algunos famosos en TV. Todo ello no provoca ninguna reacción adversa, por lo que podemos afirmar que el acoso moral es un autentico mal social ya que se fomentan sus prácticas, se potencian y se premian. Citamos a González de Rivera “no voy a continuar comentando la trágica situación del mundo actual, en el que la gente brillante, devota e inocente, son enfermos y los trepas psicópatas, el parangón de la salud y el éxito social” (2002:192). Sabemos que la mayoría de esos psicópatas integrados jamás pisará una cárcel, jamás cometerá delito alguno; pero engañarán, manipularan y arruinarán las finanzas y las vidas de los que tengan la mala suerte o la imprudencia de asociarse personal o profesionalmente con ellos. Los afectados por acoso han tenido la desgracia de toparse laboralmente con uno de ellos, han sido engañados, manipulados y los han llevado a una situación de hostigamiento inhumano y cruel frente a la impasible mirada de muchos y el silencio cobarde de otros. Esta ponencia tiene la pretensión de ayudar a la detección de estas personas sin conciencia, por parte de las que si la tienen, para que ayuden valientemente a la víctima de mobbing con su solidaridad. Hay que exigir que todos los humanos sean tratados como tales. No cabe duda que las organizaciones que caen bajo el poder de un psicópata integrado acaban convirtiéndose todas ellas en organizaciones psicopáticas, en las que se reproducen insistentemente casos sucesivos de acoso.
En el tema del cinismo de los perversos hay dos cuestiones en el tapete, la primera intentar defendernos de sus zarpazos y sus ninguneos y la segunda plantearnos, entre todos los seres humanos no-perversos, si los avances teóricos y científicos de "los mengele" han de ser aceptados sin cuestionarnos los métodos poco éticos que han usado para obtenerlos. Las cuestiones planteadas son ¿como sociedad, perdemos o ganamos dejando que un perverso gane credibilidad con nuestro apoyo?; ¿Hemos de dejar que un violento se atribuya el derecho de liderar estudios sobre la violencia? ; ¿Dónde dejamos la ética en relación con la diferencia entre el "estudio" y el ejercicio cotidiano de la violencia? , ¿Se puede dar credibilidad a estudios liderados por personas que ejercen violencia en su diario quehacer? Mucho me temo que, los acosadores, van a usar esos estudios y la difusión de los mismos a través de las revistas científicas para inocularnos dos ideas: 1º que la violencia es innata al hombre y no puede ser erradicada y 2º que la víctima de violencia es en parte responsable de la misma. ¿Por qué pienso así? Verán, con los perversos que he conocido a lo largo de mi vida he podido comprobar que esas dos ideas son las que guían sus vidas y la relación con los demás. Y son las que permiten perpetuar sistemas de violencia simbólica.  
Una resolución positiva de un caso de mobbing ha de contemplar que el acosador no consiga el objeto deseado, que es la destrucción de la víctima, en caso contrario servirá como refuerzo de esta estrategia acosadora, con lo que es probable que el acosador vuelva a hacer uso de esta técnica que le ha sido tan provechosa para él y con ello que se instaure el acoso como una forma de operar habitual. Esta ponencia tiene la pretensión de evitar el peligro que el concepto de acoso moral acabe perdiendo credibilidad.


Notas

(1) Tim Field. “El acosador se hace pasar por víctrim”. Disponible en: www. acosomoral. org/Tfield2. htm 

(2) Robert Hare “Entrevista a Robert Hare “. Disponible en: www. acosomoral. org/Hare1. htm


Bibliografía

González de Rivera y revuelta, José-Luis “El Mlatrato psicológico”. Ed Espasa Calpe 2002. Madrid
Hirigoyen, Marie-France “El Acoso Moral”. Ed Paidós 1991. Barcelona
Hirigoyen, Marie-France “L´Assetjament moral a la feina”. Ed 62-Paidós 2001. Barcelona
Parés Soliva, Marina “Las Fases del Mobbing” en Cuando el trabajo nos castiga de Peña et al. Ed Eón 2007. Mexico.
Parés Soliva, Marina “El lenguaje en el Mobbing” en Cuando el trabajo nos castiga de Peña et al. Ed Eón 2007. Mexico
Piñuel y Zabala, Iñaki “Mobbing” Ed Sal Terrae 2001. Santander
Piñuel y Zabala, Iñaki “Mobbing. Manual de Autoayuda” Ed Aguilar 2003 Madrid
Piñuel y Zabala, Iñaki “Neomanagement. Jefes Tóxicos y sus víctimas” Ed Aguilar 2004 Madrid



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