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Perfeccionismo y perfección: Cuando el exceso conduce desde la virtud a la patología.

Autor/autores: Ana Moreno Gómez
Fecha Publicación: 01/03/2009
Área temática: Personalidad, Trastornos de la Personalidad .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Hacer bien lo que hay que hacer, esforzarse en ello, gozarse en el logro, complacer a quienes nos rodean y disfrutarlo, servirse de nuestra vida y obras para alcanzar la felicidad y convertir en gustosa aventura nuestra travesía biográfica es algo que ?consciente o incoscientemente- pretendemos siempre. Pero en este proceso se entremezclan factores biológicos, psicológicos, actitudes, entornos educativos, sociales, y la libertad personal que se va forjando y manifestando con el tiempo. Todos estos elementos se combinan en círculos de retroalimentación o feed-back que enriquecen el vivir de la persona. Uno de los defectos o trastornos más significativos, incluido entre las alteraciones y los trastornos de la personalidad es el Perfeccionismo. Conocido, también como "Síndrome del Perfeccionista", o "Trastorno Anancástico de la Personalidad".

Es propio del hombre querer prosperar; aproximarse a la endaimonía: La vida buena, orientada por la ética, camino de perfección, pues señalará los criterios para alcanzar la felicidad. Con perfección aludimos a un quehacer excelente considerando el enfoque de la eficiencia: Hacer algo bien junto a su coste. Lo mejor es enemigo de bueno; bueno es relativo, y perfección un entrelazamiento de lo técnico y estético, lo material y espiritual que vive el hombre. La perfección es más bien el camino que la meta. Es saber a donde vamos y acercarnos en y desde la felicidad. Ahí está la felicidad, en el camino cuando se siguen los dictados de la ley moral natural, del "folleto explicativo" que cada uno llevamos consigo y sobre sí mismos.

Palabras clave: Perfeccionismo


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Perfección y Perfeccionismo: Cuando el exceso conduce desde la virtud a la patología

Resumen

Nº Ref. :
999083488
Código: 16cof839368

Hacer bien lo que hay que hacer, esforzarse en ello,
gozarse en el logro, complacer a quienes nos rodean y disfrutarlo,
servirse de nuestra vida y obras para alcanzar la felicidad y
convertir en gustosa aventura nuestra travesía biográfica es algo
que ­consciente o incoscientemente- pretendemos siempre.
Pero en este proceso se entremezclan factores biológicos,
psicológicos, actitudes, entornos educativos, sociales, y la
libertad personal que se va forjando y manifestando con el
tiempo.
Todos estos elementos se combinan en círculos de
retroalimentación o feed-back que enriquecen el vivir de la
persona.
Uno de los defectos o trastornos más significativos,
incluido entre las alteraciones y los trastornos de la Personalidad
es el Perfeccionismo. Conocido, también como "Síndrome del
Perfeccionista", o "Trastorno Anancástico de la Personalidad".
Es propio del hombre querer prosperar; aproximarse a la
endaimonía: La vida buena, orientada por la ética, camino de
perfección, pues señalará los criterios para alcanzar la felicidad.
Con perfección aludimos a un quehacer excelente
considerando el enfoque de la eficiencia: Hacer algo bien junto a
su coste. Lo mejor es enemigo de bueno; bueno es relativo, y

perfección un entrelazamiento de lo técnico y estético, lo
material y espiritual que vive el hombre.
La perfección es más bien el camino que la meta. Es saber a
donde vamos y acercarnos en y desde la felicidad. Ahí está la
felicidad, en el camino cuando se siguen los dictados de la ley
moral natural, del "folleto explicativo" que cada uno llevamos
consigo y sobre sí mismos.

1. Introducción
Son muchos los avances que ha ido logrando la Medicina
debido a la proliferación de diversas Ciencias y Técnicas,
ofreciendo medios que facilitan el conocimiento de la persona
humana y de la salud, y, paralelamente, de la enfermedad.
La enfermedad es en sí un mal, una deficiencia, jamás algo
bueno, a menos que se le considere como la oportunidad de
conseguir la salud del paciente, o la ocasión de investigar el modo
de eliminar ese daño (psíquico o somático) procurando usar los
medios con que cuenta la Medicina o los que se puedan adquirir
precisamente mediante la investigación, como ya dijimos. Pero ha
de quedar claro ante todo que lo más importante, en la salud y en
la enfermedad, es la persona humana (sana o enferma, cabal o
incompleta), y en un segundo lugar la Medicina y sus operaciones.
De esta manera no hay modo de confundirse: el hombre es el fin
u objetivo y los medios son la Medicina, auxiliada por otras
ciencias, y la técnica aplicada. Jamás ha de considerarse al
hombre, a la persona humana, como un medio. No se le debe
instrumentalizar nunca.
Pues, bien, hay que decir que cuando un ser humano viene al
mundo, llega para disfrutar o gozar de todo lo bueno que éste

puede ofrecerle. . . , desde el aire que respira hasta la golosina de
su preferencia, o el arte en cualquiera de sus manifestaciones.
Ninguno venimos a este mundo con una especie de "garantía" del
100% (cero errores o defectos). Y, además, no se puede olvidar
que quien primero ha de esforzarse por ser o llegar a ser un
mejor hombre/mujer, es el propio individuo, no obstante, que
cuente o disponga de multitud de instrumentos o medios que para
ello le ofrece la sociedad en que nace y se desarrolla.
El hombre es, por naturaleza, perfectible, superable, en
sí mismo y desde sí mismo. Cuenta así con una naturaleza
misma, que le marca unos límites por arriba y por abajo,
junto a una gama de posibilidades, condiciones, circunstancias
y oportunidades, que, en función de su propia libertad y
dominio, puede usar tanto para bien o mejoría personal, como
para un decaimiento o daño.

2. La perspectiva psicosomática
El ser humano no es sólo materia o cuerpo (soma), ni
tampoco solamente espíritu (psique), sino que ambos
elementos lo constituyen esencialmente, de forma que,
faltando uno de los dos, ya no hay un hombre ahí, sino otra
cosa, más o menos parecida. Es suficientemente conocido que
hay acciones corporales o sucesos somáticos que afectan en
mayor o menor medida la psique humana, y viceversa.
Baste un ejemplo entre miles que se dan a diario: una
noticia, no es solamente una serie de imágenes recogidas por los
ojos y de sonidos percibidos por los oídos, sino que,
"curiosamente", eso, que es algo material, puede provocar,
además de ideas y conocimientos, unas emociones o sentimientos
que, conjugados, pueden ser causa de la ira, la compasión, la risa,

la venganza o el suicidio, e incluso el desprecio hacia otro ser
humano o hacía sí mismo.
Hacer bien lo que hay que hacer, esforzarse en ello,
gozarse en el logro, complacer a quienes nos rodean y disfrutarlo,
servirse de nuestra vida y obras para alcanzar la felicidad y
convertir en gustosa aventura nuestra travesía biográfica, es
algo que ­consciente o incoscientemente- pretendemos siempre.
Pero en este proceso se entremezclan factores
biológicos, psicológicos, actitudes, entornos educativos,
sociales, y la libertad personal que se va forjando y
manifestando con el tiempo. Todos estos elementos se
combinan en círculos de retroalimentación o feed-back que
enriquecen el vivir de la persona. Por esta razón, resulta de
gran utilidad la consideración del Paradigma psicosomático, el
enfocar la normalidad o la patología en torno a la perfección
y al perfeccionismo. El desglose, aún conociendo su
artificiosidad, de los ámbitos Bio-Psico-Socio-Eco-Espiritual nos
aportará claridad y riqueza.

3. De la perfección al perfeccionismo
En la búsqueda y/o consecución de lo mejor de sí mismo,
cabe la posibilidad de quedarse corto, o por el contrario,
sobrepasarse. Un figura ovoide o un cuadrado jamás son igual a
un círculo, por mucho que puedan parecerse. Uno de esos riesgos
de no lograr "lo mejor" para cada quien, ya no es solamente la
mediocridad o el "desecho humano", sino "el perfeccionismo". Es
ese afán natural de ser mejor (con o sin comparación con los
demás), ya que lo natural del ser humano no es sobrevivir, en
condiciones normales, por así decir, sino más bien ser dueño de sí
mismo e igualmente dominar o someter (intelectual y/o
físicamente lo que le rodea, su habitat).

En ese modo de "querer ser perfecto" o "la perfección de
las cosas", tenemos como denominador común la perfección. Ello
es algo bueno en sí, incluso mejor que lo contrario: el
conformismo, la medianía, lo defectuoso o imperfecto, lo feo, lo
malo, etc. De aquí, en parte, que la persona a la que llamamos
"perfeccionista", se sienta más atraída por lo simétrico, el
equilibrio, la proporción, la armonía, la proporción, la
simetría, etc. de las cosas, en las que aparecen de fondo
destellos de la verdad, la justicia, la belleza, el bien y otros
valores. Y esto, en parte, es igualmente aplicable para sí
mismo, es decir, para la propia persona, y luego, casi de
modo necesario o como un reflejo, a los demás.

4. El Perfeccionismo como síndrome
Un ingrediente importante en las manifestaciones de quién
exagera en la búsqueda de la perfección, es la insatisfacción, casi
siempre "falta" algo o "sobra" algo. . . , eso o aquello "podría" o
"debería" mejorarse: tanto en las cosas como en las personas, en
mí (y por mí) o en los demás, por sí o por otros.
Otra cosa que no debe pasarse por alto, es que el
"síndrome del Perfeccionista", siendo algo que se puede
aprender, sobre todo es algo íntimo de la persona, es algo de
base genética, que en pocos o muchos años acabará por salir
a flote, y casi siempre no de manera total sino parcialmente,
influyendo en esto el propio temperamento, la educación, el
ambiente social, preferencias, traumas, defraudaciones,
experiencias o vivencias positivas y negativas que dejan
huella, una autoestima baja, por lo general, y comúnmente,
tener o marcarse unas metas altas en sus actuaciones
privadas o en el orden público.

Hay una serie de elementos que pueden potenciar o
disparar, según el caso, esa actitud perfeccionista que, a fin de
cuentas, puede conocerse y ser "controlada" por el mismo
afectado (enfermo), pero que no le abandonará, posiblemente
nunca, y que es como la sombra que acompaña a todas partes, esa
que todo cuerpo proyecta cuando es iluminado, más pequeña o
más grande según la intensidad de la luz y el ángulo desde el que
es enfocado. . .

5. Perfeccionismo versus Anancasticismo
Uno de los defectos o trastornos más significativos,
incluido entre las alteraciones y los trastornos de la
personalidad, es el Perfeccionismo. Conocido también como
"Síndrome del Perfeccionista" o "Trastorno Anancástico de la
Personalidad".
¿En qué consiste ser "perfeccionista" o anancástico?: es
la persona virtuosa imperativamente, pero a la cual le
flaquean el buen uso o dominio de su voluntad y su libertad (lo
que no significa que no le cueste conseguir la virtud, o que, de
manera infalible, se quiebre su voluntad, ni que carezca de
libertad, sino es más bien su mal manejo). Es, a fin de cuentas, un
defecto de la personalidad, un trastorno que se da a conocer muy
poco; y la edad más propicia para que estos rasgos se
presenten es de los 4 a los 7 años, que es cuando los niños
poseen la mejor sensibilidad en su desarrollo psicológico
evolutivo.
Otro ingrediente o elemento a tomar en cuenta para
conocer o reconocer al perfeccionista, está en que toma la
perfección más como camino, como una meta. Una cosa es
andar por el camino de la perfección y otro diferente es ir en
busca de la perfección. El camino a la perfección incluye, entre

otras cualidades o actitudes, y en diversos grados, la
responsabilidad, la ilusión y
el pensamiento positivo, la
esperanza, la alegría de rectificar, la constancia, dotar de
sentido el propio hacer, la magnanimidad, compaginar el amor con
el desprendimiento, y, saber priorizar o jerarquizar.
Sin embargo, esta vida rara vez ofrece tanto a una misma
persona, ya que toda decisión comporta un riesgo, y donde hay
riesgo no hay certeza de conseguir lo que se intenta o
propone. Por lo mismo se hacen necesarias, junto con la
audacia, la previa consideración y "aceptación" de fallar o
errar en el intento.

6. Síntomas y Alarmas
Pueden ser considerados como focos de alarma el
ordenar y reordenar constantemente las cosas. . . ; la molestia o
incomodidad sufridas ante el desorden, desequilibrio o
asimetría; prever todo de modo exagerado y exhaustivo, a
veces hasta el cansancio; la necesidad de respaldo respecto a
su buena voluntad en su actuar; inseguridad interior dando
muestras externas de seguridad; intolerancia general ante
sus propios fallos; hipersensibilidad frente a injusticias
propias y ajenas, aún las más pequeñas. . .
El cuestionario Sevilla, en su versión amplia o breve,
constituye una prueba asequible y significativa y práctica para su
reconocimiento y valoración. Incluye y plantea preguntas acerca
de parámetros como estos:
- Perfeccionismo, detallismo, minuciosidad o meticulosidad.
- Hipersensibilidad.
-Valoración elevada del orden, limpieza, puntualidad. Apego
a la ley.

-Tendencia a la rigidez y dificultad para la flexibilidad ante
los cambios.
-Juicios radicales sobre la propia tarea en razón de su
calidad y tiempo invertido en ella, y con tendencia a ir a los
extremos sin aceptar intermedios.
- Tendencia a asegurar máximamente los elementos de un
plan futuro.
- Sobrevaluar la opinión o juicios de otros respecto de la
propia conducta.
- Exagerar el valor de la eficacia sobre el disfrutar aquello
que se hace.
- Subjetivismo marcado. Es más fácil que los demás estén
equivocados o mal informados, les falta experiencia o desconocen
el fondo del problema.
- Dar mayor realce a lo negativo que a lo positivo.
- Tendencia a conservar cosas porque puedan ser útiles
alguna vez: dificultad para deshacerse de objetos y papeles.

7. Un abordaje pluridimensional
Se requiere de una asistencia psicoterapéutica confiada y
amable, pues el "anancástico" suele presentar una cierta
resistencia, a la aceptación del diagnóstico como del
tratamiento mismo. Particularmente, en el caso de los adultos,
en quienes es habitual que se encuentre muy arrigida esta
enfermedad o deficiencia, se precisa de una medicación con
fármacos antiobsesivos, pues se trata de un trastorno de la
personalidad.

8. La perfección, un camino más que una meta

Está en alza hablar de excelencia, de aspirar a lo mejor.
Pero a la vez es muy frecuente la chapuza, el "ya vale", el
camuflar con los medios técnicos la imperfección, etc.
Es propio del hombre ir a más, prosperar, aspirar a algo
nuevo y mejor. Así se aproxima a la endaimonía. La vida buena,
orientada por la ética, es el camino de perfección, pues nos
señalará, en todo momento, los criterios necesarios para alcanzar
la felicidad. Si el anhelo de la felicidad es uno de los objetivos
prioritarios del hombre, la búsqueda de la perfección, a través
de la vida buena, es uno de sus caminos más certeros.
Con perfección aludimos a un quehacer excelente
considerando el enfoque de la eficiencia: hacer algo bien junto a
su coste. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Lo bueno es
relativo, y, la perfección, un entrelazamiento de lo técnico y lo
estético, lo material y lo espiritual que vive el hombre. Y aquí ha
de ser considerado un nuevo enfoque, el de la eficiencia, el
hacer algo bien pero considerando a la par al coste que
conlleva. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Y lo bueno es algo
relativo en cada caso concreto. Es, pues, la perfección un
entrelazamiento de lo técnico y lo estético, de lo material y
espiritual que se da en todos los hechos que vive el hombre.
La perfección es más bien el camino que la meta. Es
saber a donde vamos y acercarnos en y desde la felicidad. Ahí
está la felicidad, en el camino cuando se siguen los dictados de la
ley moral natural, del "folleto explicativo" que cada uno llevamos
consigo y sobre sí mismos.
El camino hacia la perfección comporta:
Responsabilidad o respuesta personal a los propios
actos y a sus consecuencias. A ello se oponen la
















negación, la proyección, la represión como falsos
caminos de defensa.
Esperanza como motor de actividad y forja de
entusiasmo. Su enemigo: la desesperanza.
ilusión y pensamiento positivo. Nada peor que anular
nuestras propias posibilidades y dejar pasar las
oportunidades. A ella se opone la anticipación negativa
propia del pesimismo.
La alegría de rectificar. Errar es propia de la
persona humana y saberlo es una ventaja. Practicar la
sabiduría de rectificar. Y más si aprendemos del
tropiezo. La búsqueda de la perfección entraña la
posibilidad de perder batallas pero conduce a ganar la
guerra.
Magnanimidad,
alma
grande,
capacidad
de
enamoramiento. Hemos de saber cultivar buenas
ambiciones y desdeñar las nocivas.
Perseverancia. Comenzar es de muchos, perseverar
sólo de vencedores. La proyección que buscamos
requiere comenzar, proseguir y persistir con
determinación. La perseverancia es el antídoto del
desaliento.
Saber priorizar. Una cosa es la actividad y otra la
eficacia. Nuestras posibilidades son limitadas y hay
que jerarquizarlas. Cada opción implica descartar
otras muchas. Saberlo y considerarlo es un tesoro.
Compaginar amor y desasimiento, crecer en
adaptabilidad, no dar cabida a la frustración. Es esta
una vivencia altamente destructiva de la persona y de
sus relaciones. Vacunarse frente a ella es un quasiseguro de salud psicológico.
Dotar de sentido al propio quehacer y a sus
consecuencias. Si el éxito está en lograr lo que
deseas, la felicidad reside en desear lo que consigues.

Dicho conforme a un proverbio popular la felicidad
comienza donde la ambición acaba.
En conclusión, el camino está abierto para quienes quieran
recorrerlo. A las escaleras de la perfección no les importa quien
las suba, por ello siempre seremos bien recibidos.
A los perfeccionistas les gustaría tener la seguridad de que
al final alcanzarán la perfección. A ellos y a todos, hay que
decirles que en esta tierra no existe esa seguridad, sólo se dan
las oportunidades, y para disfrutar de esas oportunidades hay
que ser audaces, hay que entrar en el juego del riesgo.

9. Bibliografia

1.

"Bienestar, autoestima y felicidad".
Gaja, Raimond.
Editorial Plaza y Janés

2.

"Cuando lo perfecto no es suficiente. Estrategias para
hacer frente al perfeccionismo".
Martin M. Antony-Richard P. Swinson.
Editorial Desclée de Brouwer.

3.

"Nunca satisfecho".
Ramirez Bosco, Mónica.
Editorial Amat.

4.

"El regreso del hijo pródigo".
Henry Nowen.
Editorial PC.

5.

"La autoestima del cristiano".
Esparza Espina, Michel.
Editorial Belacqua.

6.

"El síndrome del Perfeccionista: El Anancástico"
Alvarez Romero, Manuel.
Editorial Almuzara

7.

"Sabes pensar"
Alvarez Romero, Manuel.
Editorial Almuzara.

8.

"La libertad interior".
Jacques Phillipe.
Editorial Rialp.

9.

www. sindromedelperfeccionista. com

10. www. semp. org. es

Sociedad Española de medicina psicosomática.

11. www. psicosomaticaandaluza. org

Sociedad Andaluza de medicina psicosomática.

11. www. psicosomatica. net
Centro Médico psicosomático de Sevilla

Manuel Alvarez Romero ­ Médico. Director del
Centro Médico psicosomático. Sevilla.
Francisco Martínez García- Doctor en Filosofía.
Universidad Nacional Autónoma de México.
Ana Moreno Gómez­Psicóloga.
Sevilla a 5-Enero-2009

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