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Aspectos psiquiátricos ante situaciones de peligro nuclear, biológico y químico.

Fecha Publicación: 01/03/2006
Autor/autores: Alfonso Rodríguez-Palancas Palacios

RESUMEN

Las repercusiones psicológicas y psiquiátricas de las circunstancias que asocian un estrés importante, como es el caso de las guerras y catástrofes, han sido objeto de estudio de la psiquiatría, especialmente, desde el inicio de la época moderna, y, desgraciadamente, se encuentran de rabiosa actualidad.

En el caso de que la catástrofe, o incluso la simple amenaza, sea de naturaleza nuclear, biológica o química, las repercusiones psiquiátricas van a tener unas peculiaridades especiales, cuyo análisis, conocimiento y manejo resultan de gran interés, costituyendo el objeto del presente artículo.


Palabras clave: peligro nuclear
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Ansiedad, Trastornos de ansiedad y relacionados con traumas y factores de estrés .

Aspectos psiquiátricos ante situaciones de peligro nuclear, biológico y químico.

Alfonso Rodríguez-Palancas Palacios; Inmaculada Muñoz Mosqueira; Jose Luis Pérez-Iñigo Gancedo; Rufino J. Lozanitos Pascual; Jose Luis Medina Amor; Catalina Iglesias; Araceli Gámez Palomares.

Servicio de psiquiatría. hospital Central de la Defensa "Gómez Ulla". Madrid.

Las repercusiones psicológicas y psiquiátricas de las circunstancias que asocian un estrés importante, como es el caso de las guerras y catástrofes, han sido objeto de estudio de la psiquiatría, especialmente, desde el inicio de la época moderna, y, desgraciadamente, se encuentran de rabiosa actualidad. En el caso de que la catástrofe, o incluso la simple amenaza, sea de naturaleza nuclear, biológica o química, las repercusiones psiquiátricas van a tener unas peculiaridades especiales, cuyo análisis, conocimiento y manejo resultan de gran interés, costituyendo el objeto del presente artículo.

Introducción

Las repercusiones psicológicas y psiquiátricas de las circunstancias que asocian un estrés importante, como es el caso de las guerras y catástrofes, han sido objeto de estudio de la psiquiatría, especialmente, desde el inicio de la época moderna, y, desgraciadamente, se encuentran de rabiosa actualidad. En el caso de que la catástrofe, o incluso la simple amenaza, sean de naturaleza nuclear, biológica o química, las repercusiones psicológicas y psiquiátricas van a tener unas peculiaridades especiales, cuyo análisis, conocimiento y manejo resultan de gran interés, constituyendo el objeto del presente artículo.

El macabro propósito principal de las armas químicas, biológicas y nucleares es poner en peligro un gran número de vidas, ya sean del combatiente enemigo, en el ámbito militar, o de diferentes grupos poblacionales, en el caso del terrorismo, considerándose armas de destrucción masiva. Este armamento, afortunadamente no convencional, por las características de las consecuencias de su uso, que expondremos mas adelante, lleva siempre implícito, incluso sin que se haya empleado, la huella del horror.

Sin embargo, los agentes biológicos son particularmente ineficaces como armamento militar y las armas químicas se caracterizan por tener un uso muy limitado. Esto es debido a que los ejércitos de las naciones civilizadas han adquirido compromisos a través de tratados internacionales con el fin de contener el empleo de este impredecible armamento. Se trata así, de armas que actúan a nivel práctico mas por las consecuencias psicológicas de terror que la simple posibilidad de su empleo conlleva que por sus propias acciones químicas, biológicas o nucleares. Son armas que inducen miedo, confusión e incertidumbre sobre el futuro de la misma humanidad.

 


Figura 1. Víctima guerra química I guerra mundial


La existencia de respuestas de histeria colectiva se ha hecho manifiesto a lo largo de la historia, remedando a nivel del grupo amenazado manifestaciones físicas congruentes con el agente agresor, sin que este fuera realmente empleado. En los últimos años, tras el fatídico 11-S y las posteriores amenazas de ataques con ántrax, y sobre un caldo de cultivo caracterizado por el miedo colectivo a nuevos ataques terroristas, se produjeron incidentes en los que presas de esa histeria colectiva y ante situaciones que aparentemente podrían corresponderse con ataques químicos o biológicos, grupos de personas presentaron manifestaciones compatibles con agentes tóxicos o infecciosos, sin que estos existieran realmente (Washington, Manila, Maryland).

Los efectos a medio-largo plazo de este miedo colectivo a posibles ataques químicos o biológicos, otra cosa sería el nuclear, son mas significativos que los que pueden derivarse del acontecimiento en si mismo, de tener desgraciadamente lugar. Si consideramos que son agentes que pueden producir sus efectos a lo largo de los años y que por otra parte pueden ser difíciles de detectar, entenderemos mejor su acción facilitadora de la histeria colectiva y como puede facilitar la descompensación psiquiátrica, especialmente, de personas psicovulnerables.


Material y métodos

Se ha realizado una revisión, argumentada en fuentes bibliográficas, sobre las respuestas psicológicas y psiquiátricas ante la guerra NBQ e incluso ante la simple amenaza de un ataque de dichas características.


Resultados

La guerra nuclear, biológica ó química (NBQ), que hace referencia a formas de guerra no convencional por emplear agentes químicos, biológicos o nucleares, y las amenazas en ese sentido, sean bélicas ó terroristas, van a ocuparnos en estas líneas.

 


Figura 2. Bacillus anthracis, posible agente en guerra biológica.


Respecto a las armas químicas y biológicas, hemos de considerar que el simple término bioterrorismo o guerra química induce sentimientos de horror. Tal vez por ello se encuentren como principales adeptos del empleo de este tipo de agentes a los grupos terroristas, pues siempre lleva implícito una respuesta de terror. Incluso cuando los efectos directos de un ataque biológico o químico reconocido se identifican como leves, el influjo psicológico que esta amenaza intangible genera puede llevar al pánico y a la mas profunda desmoralización. A ello se añade la falta de confianza que existe en los equipos de protección individual y en las contramedidas médicas, incidiendo en las respuestas psicológicas de la población civil amenazada o de los efectivos en combate que pueden ser víctimas de estas armas no convencionales.

En el campo de batalla a la habitual presión que el combatiente experimenta se suma el miedo a las posibles consecuencias médicas a corto y largo plazo, así como la desconcertante pérdida en los limites de la guerra y la incomodidad de los imprescindibles Equipos de Protección Individual (EPI), que dificultan la comunicación, la visibilidad, el movimiento y la transpiración, aumentando significativamente el estrés al combate percibido y el riesgo de desarrollar respuestas desadaptadas.  

En muchas ocasiones, el hipotético empleo de este tipo de agentes forma parte de operaciones psicológicas que pretenden desmoralizar al enemigo a través de rumores de guerra NBQ, que, afortunadamente, en la mayoría de las ocasiones no son reales, pero que pueden bastarse para disminuir la efectividad del combatiente que se cree víctima de estos agentes. Resulta así fundamental la preparación psicológica del combatiente a través del correcto adiestramiento y conocimiento de los equipos necesarios y procedimientos a desarrollar ante estas situaciones.

En aquellas misiones en las que se prevea la posible presencia de estos agentes NBQ, las consecuencias sanitarias pueden ser nefastas, ya que son armas generadoras de bajas en masa, incluso aunque el agente no se haya empleado, ya que desde el punto de vista médico obliga al análisis de cada caso sospechoso como si se tratara de una baja NBQ, lo que puede ocasionar el colapso de los servicios médicos y sanitarios. En ese sentido, resulta fundamental el control del pánico y de la desinformación (“rumorología”), pues muchas de las manifestaciones pueden corresponderse con meras somatizaciones, que sin embargo, puede diezmar, aunque sea temporalmente, los efectivos.

Una adecuada evaluación de la amenaza junto con la adopción de medidas defensivas adecuadas ayudará a prevenir el pánico. Igualmente, es importante la protocolización de procedimientos ante amenazas de este tipo y el adecuado adiestramiento ante posibles ataques NBQ. Entres, esas medidas defensivas, debe incluirse la protección de la cadena alimentaria y de los suministros de agua, con un correcto control rodenticida e insecticida, la instalación de equipos de detección química y de sistemas de descontaminación.

 


Figura 3. Descontaminación tras ataque con gas Sarín en metro de Tokyo.


El adecuado adiestramiento de los efectivos en el correcto empleo de los EPI incrementa la sensación de confianza, disminuyendo la posibilidad de disfunción por los efectos psicológicos del posible empleo de estas armas.

Las medidas defensivas no deben limitarse a la población militar, sin embargo, difícilmente la población civil dispondrá de EPI y del adiestramiento necesario para actuar adecuadamente en estas situaciones. De hecho los Servicios Médicos Civiles no suelen estar entrenados en el control de bajas NBQ, de ahí que en estas situaciones sea fundamental la coordinación entre las autoridades sanitarias civiles y militares, para minimizar las bajas y prevenir el pánico. También es importante el establecimiento de cordones de seguridad, la protección de los alimentos y el agua y garantizar las medidas higiénicas básicas.

 


Figura 4. Explosión atómica.


En lo que respecta a la guerra nuclear hemos de considerar que si bien se puede hacer una estimación aproximada del número de heridos y muertos como consecuencia de los efectos térmicos, expansivos y radiactivos de una explosión nuclear, es muy difícil anticipar el número y tipo de bajas psiquiátricas.  

En principio se puede suponer que los tipos de problemas psicológicos y psiquiátricos agudos que surgen en situaciones de combate NBQ serán similares a los que se presentan en formas de guerra convencional (aunque su producción es mas probable) y cuyo manejo será el habitual.  

La reacción al estrés del combate se puede manifestar de muy distintas formas, desde cuadros mas leves a mas abigarrados, que pueden incluir las siguientes manifestaciones:

- Temblor 
- Nerviosismo
- Irritabilidad
- Palpitaciones
- Sequedad bucal
- Nauseas-vómitos
- Diarrea
- Insomnio
- Pesadillas
- Cansancio
- Acúfenos
- Bradipsiquia-Bradilalia
- Indecisión
- Déficit atencional
- Olvidos
- Llanto
- Desconfianza
- Problemas de comunicación
- Inquietud psicomotriz
- Reacciones de sobrecogimiento o sobresalto
- Taquipsiquia
- actitud temeraria
- Indiferencia ante el peligro
- lenguaje incomprensible
- Ceguera, sordera, mutismo, anestesia o parálisis.
- Defectos mnésicos.
- Tartamudeo
- Alteraciones sensoperceptivas
- insomnio severo
- Labilidad afectiva
- conducta bizarra y extravagante
- aislamiento social
- Explosiones emocionales

 


Figura 5. Explosión nuclear.


La frecuencia y severidad de las manifestaciones psicológicas y psiquiátricas puede variar dependiendo de una serie de factores.

La intensidad y severidad del estrés va a influir de tal manera que las situaciones estresantes poco duraderas, suelen ser mejor toleradas, asociando una menor intensidad de las manifestaciones psiquiátricas, con un curso generalmente rápido. Cuando el estresor se repite frecuentemente o se mantiene de manera continua es mas probables que las reacciones sean mas intensas y duraderas.

El grado de afectación personal y el significado subjetivo del estresor, influye, de tal manera que si la agresión no solo afecta al individuo sino también a su familia existe un mayor riesgo.

El grado de adiestramiento es el factor fundamental en la probabilidad de presentación de reacciones y en su evolución, siendo un factor además modificable. Los sujetos bien adiestrados responden de una manera mas rápida y efectiva ante las situaciones de estrés, con una menor probabilidad de quedarse incapacitados por el miedo.

El grado de alerta ayuda a que los sujetos respondan en el momento adecuado.

La presencia de lideres adecuados resulta fundamental para evitar respuestas colectivas desadaptativas que pueden llegar a ser peligrosas. En el medio militar, al ser estructurado y adaptado a su funcionamiento autónomo en situaciones críticas, se prevé que el mando responsable de la situación dispondrá de unas capacidades dirigidas a aumentar la confianza de sus efectivos, disminuyendo el derrumbe psicológico. En el caso de afectación de la población civil, es fundamental que el control sea llevado a cabo por organismos y autoridades capacitadas para gestionar adecuadamente la crisis.

La identificación grupal va a reducir la posibilidad de desarrollar respuestas inadaptadas y de producirse, el grupo puede ayudar en su superación.

En el manejo de las respuestas que puedan surgir tras la exposición a un estreso tan severo como puede ser el verse inmerso en conflicto NBQ, juega un papel principal la sugestionabilidad del individuo. Los desórdenes que pueden aparecer no van a requerir tratamientos complejos, siendo el mejor tratamiento aquél que es simple, directo e inmediato. Además debe efectuarse lo mas próximo a la Unidad de procedencia, y a que la evacuación a retaguardia ha demostrado ser un factor de cronificación nada recuperador, introduciendo la ganancia secundaria.

Se debe sugerir al individuo que la situación va a pasar y que se va a recuperar. El sujeto debe descansar del combate 2-4 días y desarrollar una catarsis de lo vivenciado y sentido con una adecuada elaboración. El mando operativo demuestra tener mayor capacidad terapéutica en estas ocasiones que el mejor de los psiquiatras, precisamente por la vinculación que presenta con él.


Conclusiones

Desafortunadamente existen una amplia variedad de amenazas químicas, biológicas y nucleares en los tiempos que nos ha tocado vivir, incluso de manera natural. Estas amenazas frecuentemente son invisibles, persistentes, con acciones diferidas o con alta contagiosidad. Los métodos de detección son frecuentemente inadecuados. Los signos y síntomas precoces de exposición a estos agentes suelen ser inespecíficos. Las consecuencias de una demora en la identificación y en el tratamiento pueden resultar fatales.

Una gran variedad de reacciones psicológicas desadaptativas pueden ser producidas por la amenaza de guerra NBQ. Los rumores del uso de agentes NBQ van a despertar respuestas ansiosas que serán mas marcadas si existe la posibilidad de que afecte al grupo primario. La ansiedad, la preocupación y el estado de hiperalerta ante agentes de las características ya descritas, puede activar las respuestas hipocondríacas y la producción de somatizaciones, aumentando las demandas innecesarias de asistencia médica. Presas de la histeria colectiva se pueden desarrollar cuadros como la “histeria del gas” observada en la I Guerra Mundial, en el que se remedaban manifestaciones compatibles con la exposición a gases tóxicos y que se correspondían con crisis de hiperventilación.

Pueden producirse rituales de limpieza y descontaminación que provoquen lesiones dérmicas, ó cuadros de desnutrición y deshidratación por miedo a la contaminación.

Como consecuencia del fatalismo o de la conducta temeraria se puede abandonar el EPI ó no hacer caso de las medidas protectoras necesarias.

Aunque no se caiga en la histeria colectiva, la amenaza NBQ aumenta el riesgo de presentación de reacciones al estrés del combate que en formas de guerra convencional, llegándose a describir casuísticas de 1 baja psiquiátrica por 1 baja física.

Las implicaciones psicológicas de la amenaza NBQ exige una adecuada preparación psíquica del contingente. La correcta preparación psicológica puede hacer que el sujeto tolere situaciones caracterizadas por un alto nivel de estrés.

En el adiestramiento deberían efectuarse ejercicios que se asemejaran lo máximo posible a las condiciones en las que el sujeto se va a ver expuesto en ambiente NBQ, como puede ser habituarse al EPI y la máscara de gas, Equipos que de por si son facilitadotes de respuestas ansiosas y fóbicas. En la primera guerra del golfo se desarrollaron auténticos cuadros fóbicos a la máscara de gas, debido a un adiestramiento incorrecto en esas áreas.

 


Figura 6. Soldados de la I Guerra Mundial con máscaras antigas.


Considerando las consecuencias del empleo de armas de destrucción masiva, muy similares a las situaciones de catástrofe con bajas en masa y con gran cantidad de afectados psicológicos testigos de dichas situaciones. Las Unidades militares encuentran en estas circunstancias un escenario en el que aparte de desarrollar una valiosa labor pueden adiestrarse adecuadamente.


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