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La participación en los programas universitarios de mayores como estrategia para mejorar la calidad de vida.

Autor/autores: Juan Lirio Castro
Fecha Publicación: 01/03/2006
Área temática: Neurocognitivos, Trastornos neurocognitivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Como se aborda desde el enfoque del ciclo vital y la teoría de la actividad, la participación se convierte en un elemento clave para el tan pretendido envejecimiento activo de las personas. Este factor juega un papel fundamental tanto a nivel teórico como de las estrategias de acción que sitúa la necesidad de abordar la realidad del ser humano más allá de la etapa laboral.

Así pues los programas universitarios de mayores se convierten en un recurso que permite a los mayores no solo mantener su mente activa sino el desempeño de nuevos u olvidados roles como es el de aprendiz. A su vez el contexto universitario permite a los mayores acceder a nuevos vínculos emocionales, redes y escenarios sociales. De esta manera la participación en diferentes redes y escenarios permite a las personas mayores mejorar su calidad de vida.

Palabras clave: Calidad de vida, Envejecimiento activo, Personas mayores, Programas universitarios


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La participación en los programas universitarios de mayores como estrategia para mejorar la calidad de vida.

Juan Lirio Castro; David Alonso González.

Universidad de Castilla La Mancha (España).

PALABRAS CLAVE: Envejecimiento activo, Programas universitarios, Personas mayores, Calidad de vida.

Resumen

Como se aborda desde el enfoque del ciclo vital y la teoría de la actividad, la participación se convierte en un elemento clave para el tan pretendido envejecimiento activo de las personas. Este factor juega un papel fundamental tanto a nivel teórico como de las estrategias de acción que sitúa la necesidad de abordar la realidad del ser humano más allá de la etapa laboral. Así pues los programas universitarios de mayores se convierten en un recurso que permite a los mayores no solo mantener su mente activa sino el desempeño de nuevos u olvidados roles como es el de aprendiz. A su vez el contexto universitario permite a los mayores acceder a nuevos vínculos emocionales, redes y escenarios sociales. De esta manera la participación en diferentes redes y escenarios permite a las personas mayores mejorar su calidad de vida.

Introducción

Como se aborda desde el enfoque del ciclo vital y la teoría de la actividad, la participación se convierte en un elemento clave para el tan pretendido envejecimiento activo de las personas.  

Este factor juega un papel fundamental tanto a nivel teórico como de las estrategias de acción que sitúa la necesidad de abordar la realidad del ser humano más allá de la etapa laboral.  

Así pues los programas universitarios de mayores se convierten en un recurso que permite a los mayores no solo mantener su mente activa sino el desempeño de nuevos u olvidados roles como es el de aprendiz.  

A su vez el contexto universitario permite a los mayores acceder a nuevos vínculos emocionales, redes y escenarios sociales. De esta manera la participación en diferentes redes y escenarios permite a las personas mayores mejorar su calidad de vida.

En esta comunicación partimos de un primer acercamiento sobre las teorías que confluyen en el modelo de envejecimiento activo, para posteriormente realizar un análisis sobre como es entendida la participación por parte de las Universidades de Mayores, así como los cauces para hacerla efectiva. Finalmente presentamos algunas ventajas de la participación en la mejora de la calidad de vida de los mayores, a través de procesos que promueven un envejecimiento activo.


Hacia un envejecimiento activo: De las teorías de la actividad y el enfoque del ciclo vital a las propuestas de los agentes sociales

Después de la superación del modelo deficitario de vejez que entendía esta etapa de la vida como una etapa de espera, improductividad y pasividad, y demostrada su falta de legitimidad por la investigación y desarrollo en el ámbito de la gerontología, aparece lo que algunos autores vienen a denominar modelo de desarrollo de vejez (Limón Mendizábal, 2002).

Este modelo entiende la vejez como una etapa llena de posibilidades en la que la actividad y la participación se convierten en eje central y motor del desarrollo de la persona. Dentro de este modelo podemos integrar tanto la teoría de la actividad como el enfoque del ciclo vital.

La teoría de la actividad se basa en la idea de que sólo el individuo activo puede sentirse feliz y satisfecho, al igual que la falta de actividad produce apatía, pesimismo y otros efectos negativos no deseados. Esta misma teoría entiende que tras la jubilación se puede producir una pérdida de rol y de función social que, en definitiva, no traería efectos positivos para la persona. Por ello desde esta perspectiva se entiende que la persona debe ocupar su tiempo en nuevos roles propios de su nuevo estado a fin de no caer en la inadaptación y en la alienación (Limón Mendizábal, 1997).

La teoría del ciclo vital viene a resituar la vejez como otra etapa evolutiva más en la que se producen -como en otras etapas- pérdidas y ganancias. A su vez el mayor en este momento vital tiene que enfrentarse a nuevos retos, que le demandan desarrollar estrategias de adaptación y cambio. En este sentido, la investigación ha demostrado que en esta etapa de la vida se desarrollan estilos característicos de pensar (pensamiento postformal, etc. ) y nuevos roles (abuelo, etc. ) que demuestran que las personas mayores continúan su desarrollo.

Es por esto por lo que seguir activos y participar en la sociedad es un requisito indispensable si los mayores quieren vivir con una buena calidad de vida.

Retomando la perspectiva de la actividad, si tenemos en consideración las palabras de la Organización Mundial de la Salud que entiende el envejecimiento activo como el proceso de aprovechar al máximo las oportunidades para tener un bienestar físico, psíquico y social durante toda la vida, observamos que esta idea se encuentra presente en la mayoría de la literatura reciente de los organismos internacionales y de los planes de acción que se desarrollan para personas mayores.

Como se apunta en el Plan de Acción Internacional de Madrid, se necesita profundizar en el concepto de envejecimiento activo, apostando por una concepción amplia al abordar la política de salud, que revierta los esfuerzos hacia el mantenimiento de la independencia y la capacidad funcional al máximo posible.

En este sentido una sociedad para todas las edades incluye el objetivo de que las personas de edad tengan la oportunidad de seguir contribuyendo a la sociedad.

De esta forma un elemento crucial en el camino hacia un envejecimiento activo recae en la participación de las personas mayores.

Por otro lado la participación se presenta como un principio básico de las Naciones Unidas a favor de las personas mayores junto a la dignidad, la independencia, la autorrealización y los cuidados asistenciales plantea que: “Las personas mayores deberán permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la formulación y la aplicación de las políticas que afecten directamente a su bienestar y poder compartir sus conocimientos y habilidades con las generaciones más jóvenes; poder buscar y aprovechar oportunidades de prestar servicios a la comunidad y de realizar acciones de voluntariado en puestos apropiados a sus intereses y capacidades; poder formar movimientos o asociaciones de personas mayores”.


Como se apuntó en el Foro Mundial de Ong´s sobre envejecimiento celebradas en 2002, las personas mayores son miembros activos en la sociedad y llevan a cabo múltiples aportaciones, a menudo poco visibles.

Por ello se hace necesario utilizar la participación como un factor clave para el desarrollo social, en la que además las personas mayores puedan tener un papel activo en una nueva forma de globalización: la globalización de la solidaridad.

A nivel internacional podemos encontrar también las conclusiones del Foro Científico de Valencia en donde se apuntan a la importancia capital que tiene la participación activa de los mayores en las decisiones que les afectan directamente a ellos o las Recomendaciones de la Conferencia de Berlín en la que se plantea dar prioridad e incrementar la participación de las personas mayores en la sociedad con el fin de fomentar la inclusión social y la vida independiente.

En el plano nacional, desde que en 1992 se publicará el Plan Gerontológico Nacional entre cuyos ejes de acción se encontraba la participación hasta el presente Plan Gerontológico del 2003-2007 en el que dentro del área primera de Igualdad de Oportunidades se planteen como primer objetivo “promover la autonomía y la participación plena y activa de las personas mayores en la Comunidad, en base a los principios de envejecimiento activo”. Se nota la importancia central que tiene para el desarrollo de acciones a favor de las personas mayores la idea de la participación junto a otras áreas más consolidadas previamente como son: las pensiones, la salud y la asistencia sanitaria, los servicios sociales, la cultura y el ocio como ejes de acción.

Sirvan de ejemplo algunas de las medidas y estrategias que se han puesto de manifiesto en los Planes de acción para personas mayores en términos de participación como las siguientes:

- Realización de campañas de sensibilización, que incidan en los aspectos positivos de un envejecimiento activo y en la problemática de las personas mayores dependientes y sus cuidadores.

- Promover Programas y actuaciones especiales con las mujeres mayores en orden a su mayor participación activa en la comunidad, en condiciones de igualdad con los hombres.

- Mejorar y potenciar la participación social de las personas mayores, consolidar los órganos de representación y participación existentes y crear otros nuevos.

- Participación de los mayores en los centros educativos, colaborando en los distintos programas y niveles.

- Promover un enfoque renovado y positivo del envejecimiento como fase de la vida llena de posibilidades de realización personal y social.


Las universidades de mayores como herramienta de participación y proyección social

. Origen, razones y objetivos de las universidades de mayores.

Si partimos de la idea de que los mayores de hoy son diferentes a los de ayer resulta lógico pensar que demanden nuevas formas de vida y de ocio. En este sentido nuestros mayores además de vivir más años y tener un mayor nivel de salud, también poseen un mayor nivel educativo y nuevas necesidades y aspiraciones.  

Actualmente, los mayores, pretenden seguir desarrollándose, participar de la sociedad en que viven y tener una buena calidad de vida el máximo tiempo que les sea posible. Quizás por estos motivos los mayores demandan cada vez más nuevos recursos culturales, de ocio y participación que se ajusten a sus nuevas necesidades. En este sentido cada vez son más los mayores que recurren a la educación como un medio de desarrollo personal y social.

Igual que nosotros, Lorenzo Vicente (2003) piensa que la necesidad de formación universitaria para personas mayores es fruto de la situación actual del mundo (jubilación anticipada, aumento en las expectativas de vida, seguir manteniéndose activos, etc. ).

Arnay (2003) a su vez afirma que los programas universitarios para mayores han contribuido a cubrir un importante déficit de recursos de ocio y culturales para personas mayores.

Si nos acercamos a la educación universitaria de personas mayores podemos situar el origen de la misma en nuestro contexto en la década de los ochenta. Fue entonces cuando las “aulas de extensión universitaria” se desarrollaron en varias ciudades catalanas dando origen a lo que ha venido en denominarse “modelo catalán”. Posteriormente, durante los años noventa, se ponen en marcha por todo el territorio nacional lo que ha venido denominándose “Universidades de Mayores”, o más específicamente Programas Universitarios de Mayores.

Así mismo se observan varios tipos de programas universitarios de mayores:

1) Programas específicos: Destinados especialmente a las personas mayores, con un plan de estudios adaptado e incluso en aulas diferentes a las utilizadas en la universidad ordinaria.

2) Programas integrados: Consistente en abrir las aulas ordinarias a los estudiantes mayores, acudiendo como un alumno más a la universidad.

3) modelo catalán: Habitualmente gestionado por los propios mayores y sus asociaciones, consisten en ciclos de conferencias sobre temas que les interesan especialmente.

4) modelo mixto: En este tipo de programas se incluyen una parte de carácter específico y otra de tipo integrado.

En general estos programas universitarios de mayores tienen una duración de entre dos o tres años de duración y además del programa específico ofertan otro tipo de actividades complementarias (talleres, seminarios, conferencias, salidas culturales, etc. ).

Si se analizan dichos programas (más de 50 en todo el territorio nacional) podemos comprobar como todos apelan –bien en sus objetivos o bien en su filosofía- a la integración (Alfageme, Cabedo y Escuder, 2004), participación y proyección social de los mayores que acuden a los mismos.  


Como bien plantean March Cerdá (2003 y 2004) y Lemieux (1997) uno de los objetivos de la formación universitaria, será entre otros, dominar el medio en el que las personas mayores viven.  

Ahora bien también podemos preguntarnos, ¿cómo participar en la sociedad sin dominar el medio en el que se vive? Parece en este sentido obvio reconocer que el manejar nuestro medio social, cultural, tecnológico, etc, es lo que nos permite participar como cualquier otro ciudadano.  

. La participación en las universidades de mayores.

Hübner Wolff (1998) reconoce que existen tres tipos de relación entre las universidades y las personas mayores, que se derivan de la concepción que sostienen sobre el mayor y sus potencialidades, a saber: la universidad y el anciano como el paciente; la universidad y el anciano como cliente y la universidad y el anciano como agente.

Según la perspectiva de Hübner Wolff la universidad debería entender al mayor como agente si realmente quiere potenciar su proyección y participación social.

En la presentación de la “Guía de Programas Universitarios de Personas Mayores” (Velázquez et al. , 1999, pg 7) se menciona que 

“Estas acciones abren una puerta a las personas mayores, destinadas en un futuro próximo a convertirse en agentes transformadores capaces de establecer una mejor comunicación intergeneracional y llamadas a constituirse en un punto de referencia social para la transmisión de estos valores a su entorno”.

Martínez Maroto (2003; 50) en relación a la proyección social de los mayores afirma: “La pregunta no sería: ¿y después de los Programas, que?, sino ¿educar para qué? Y la respuesta debe ser que hay que educar no sólo para el bienestar de los propios mayores, sino para que los mayores contribuyan al bienestar social, conectando con las necesidades sociales. Así adquiriría sentido una verdadera educación universitaria”.

Este mismo autor ofrece unas claves sobre las formas en que los mayores podrían participar socialmente:

“Esta idea trasciende al propio envejecimiento activo, para pasar a un envejecimiento productivo en donde es creíble la idea de que los mayores pueden aportar soluciones significativas a los problemas que les rodean. Así se podrían formar para ser asesores-orientadores de jóvenes estudiantes, para intervenir en la integración social y económica de los inmigrantes. . . , hasta completar un enorme listado. La proyección social de los mayores universitarios iría concatenada al propio proceso de autorrealización personal”, (Martínez Maroto, 2003; 52).  

Coincidimos con Lorenzo Vicente (2003) que plantea que a las personas mayores que aprenden en la universidad ha de pedírseles que contribuyan con sus saberes y experiencias en la formación de las generaciones jóvenes, tanto en la Universidad como fuera de ella, a través de programas específicos de proyección social, y de esta forma, entre los fines de carácter social distingue:

- Mejorar la calidad de vida de las personas mayores a través del conocimiento y de las relaciones que se establecen en el ámbito universitario.

- Potenciar el desarrollo de las relaciones interpersonales e intergeneracionales, facilitando el intercambio y la transferencia de saberes, experiencias y valores.

- Fomentar el Asociacionismo a través de la actividad universitaria tanto en la Universidad como fuera de ella.

- Posibilitar la formación de un Voluntariado de las personas mayores en colaboración con los Servicios Sociales y de la Comunidad, así como con otras instituciones.

- Desarrollar en colaboración con los Servicios Sociales, Educativos, etc. , Programas de proyección Social y de Participación, a través de los cuales se garantice la transferencia de saberes, experiencias y valores entre generaciones.

Para De la Torre Fabre, Redondo Tarodo y Rodríguez Pozo (2003), lo que ha de tenerse presente en la configuración y desarrollo de los Programas Universitarios para Mayores como uno de los elementos característicos y definidores es la necesidad de su proyección social. Si realmente quieren convertirse en motores y/o generadores de una participación activa de este sector de la población deben tener entre una de sus finalidades primordiales una clara intencionalidad de apertura hacia diferentes colectivos, instituciones y asociaciones de carácter cívico y social.

Como bien señalan Pinazo y Montoro (2003) “los objetivos de los programas giran claramente en torno a los de realización personal e integración social”. Y desde esta filosofía que mueve el desarrollo de los programas universitarios para mayores se haya de manera recurrente la cuestión de la participación como elemento clave para cubrir estos fines.

Después de un breve análisis sobre la filosofía y los objetivos de las Universidades de Mayores, podemos hablar de dos tipos de participación que coexisten de manera coetánea, por un lado una participación de carácter más pasiva en la que los alumnos de las Universidades de Mayores son sujetos espectadores y consumidores de una oferta formativa que favorece la adquisición de nuevos conocimientos, habilidades … que acercan el mundo de la Cultura, la Ciencia y demás saberes a la realidad de este colectivo que se enriquece con su presencia y asistencia a las actividades que se diseñan para ellos desde las Universidades de Mayores.

Por otro lado tenemos otro tipo de participación que es más activa, en la que el alumno de la Universidad de Mayores más allá de asistir a clase y tomar parte en la oferta de acciones que para ellos se ponen en marcha, toma las riendas de su lugar dentro del programa y pasa de espectador a actor, actúa como generador de procesos en los que participa con sus iguales en la construcción de iniciativas de las cuales se pueda beneficiar y que tengan en consideración los intereses que les mueven.  

Merece la pena destacar la diferencia que encontramos entre lo que conlleva el término participación en cualquiera de sus acepciones (pasiva y activa) frente a lo que significa la idea de la proyección, presente en todos los programas universitarios para mayores.  

La base de la proyección sería, por un lado, la capacidad de los mayores para cambiar su autoconcepto y su autoimagen a través de procesos participativos, en la que el mayor actuaría como modelo para sus iguales y, por otro lado, lo que de ellos se refleja de cara a la sociedad y a la imagen construida sobre las personas mayores.

Así pues, la participación de los mayores permite una proyección de cara al exterior que rompe con barreras y estereotipos asignados a la gente en relación a la edad y que desde una óptica muy funcionalista no permite entender que los mayores no son solo sujetos pasivos con roles prefijados y encasillados, sino que con independencia de la edad cualquier persona puede ser motor de cambio para sí mismo y para su grupo de iguales.  

La proyección social de los programas universitarios de mayores permite poner de manifiesto la llamada revolución gris que las personas mayores están desarrollando y que sitúa a este colectivo en un nuevo escenario de mayor actividad y presencia social. Los mayores presentan nuevas imágenes y roles que ofrecer a sus iguales y al resto de la sociedad.


Para visualizar lo anteriormente expuesto, pensamos que algunas actividades en las que se da un primer nivel de participación más pasiva podrían ser las siguientes:

- Asistencia a clase.

- Actividades complementarias (salidas culturales, talleres, seminarios, conferencias).

- Difusión mediática de las Universidades de Mayores (entrevistas en prensa, radio, televisión, reportajes, etc. ).

Por otro lado, la participación de los mayores en las que éstos se convierten en agentes de su propio desarrollo se concreta en las siguientes actividades y en las cuales ya se han desarrollado algunas experiencias de interés:

- Asociacionismo, es decir, organización de grupos de alumnos, antiguos alumnos o de corte cultural bajo las que desarrollan sus propias actividades.  

- Cauces de expresión (revistas, programas de radio, webs, etc).

- Investigación (ya sea con investigadores o profesores universitarios, ya sea con jóvenes universitarios). Como señalan Almodóvar Almodóvar y Rodríguez Pozo (2004) en la Universidad de Sevilla se desarrollan proyectos de investigación/intervención por grupos de alumnos del Aula de la Experiencia de forma conjunta con alumnos de la Facultad de Pedagogía sobre diferentes temáticas de interés y relevancia, tanto para el desarrollo y la mejora del funcionamiento del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla como programa académico, como en la proyección que éste tiene y debe tener con y en la sociedad.

- Voluntariado social y cultural. A medias entre el voluntariado y la sensibilización sobre nuevos temas se encontraría la experiencia desarrollada en la Universidad Complutense en la que se lleva a cabo un seminario de proyección social en el primer curso de la Universidad de Mayores sobre la adquisición de conocimientos sobre problemas sociales y que en posteriores cursos tienen su aplicación práctica en distintos organismos, asociaciones y ONG´s (Alonso Rubial y otros, 2004).

- Grupos culturales (teatro, coral, musical, literario, etc. ).

- Formación (otros mayores, otros universitarios, ámbito rural).

- Asesores / Mentores: Acompañando en el camino desde la experiencia y el saber hacer a sujetos y grupos.

. Ventajas de la participación de los mayores en los programas universitarios.

En general se puede afirmar que los mayores que acuden a los programas universitarios de mayores tienen una valoración muy positiva de su experiencia así como de los beneficios que ello les comporta.

Aumento en la calidad de vida (Pinazo, 2004), creación de vínculos (Ruiz López-Prisuelos y Rojas Crespo, 2004), ampliación de la proyección social (García Martín, 2004), mantenimiento de la integración social (Vives, Orte y Ballester, 2004) y participación social (González Rodríguez y Chacón, 2004) son entre otros los aspectos positivos que parece proporcionar a los mayores su paso por la universidad.


Guirao y Sánchez Martínez (1999) reconocen entre algunas de las ventajas que otorga la universidad a las personas mayores: mejora en el ánimo, mayor seguridad otorgada por la cultura, mejoría en la salud, aumento de las amistades y mayor integración familiar al ampliarse los temas de conversación y el reconocimiento hacia ellos como universitarios.

Ruiz López-Prisuelos y Rojas Crespo (2004) constatan que en los programas universitarios para personas mayores, se crean y desarrollan vínculos afectivos, que unidos a un alto nivel de actividad y al enriquecimiento cultural en que participan en esta etapa universitaria, crean la necesidad de continuar con dicha estimulación una vez acaban los cursos establecidos en los programas.

Si a esto sumamos el alto potencial de capacidades de los mayores, y una importante voluntad de participación social, podemos pensar en la posibilidad de, compaginando las dimensiones señaladas, establecer un proyecto para la participación de los mayores en redes sociales, a través de colaboración voluntaria con instituciones dedicadas a la intervención en el ámbito social y cultural.

Estos autores pasaron un cuestionario a una muestra de 319 alumnos de primer, segundo, tercer y curso avanzado. Entre los datos que recabaron destaca un alto nivel de actividad entre los alumnos encuestados, además de una predisposición positiva a la participación social y cultural.

Los autores resaltan la consideración que tienen los alumnos acerca de sus posibilidades de participación en acciones con proyección social, ya que aproximadamente un 70 % de los alumnos considera que con sus conocimientos y experiencias podría participar en la organización de dichas actividades.

Por último, es también muy significativo el hecho de que un 76, 7% considere que los conocimientos adquiridos en su paso por la Universidad para Mayores, le pueden permitir realizar otro tipo de actividades y que un 93, 4 % se siente más motivado a raíz de su experiencia universitaria.

Los autores plantean la creación de un programa de intervención pedagógica destinado a los alumnos de los programas universitarios de mayores que denominan Centro de orientación y Coordinación “Acción Social de Mayores Universitarios”. Sustentado en un modelo de ciudadanía basado en los principios de libertad, igualdad y solidaridad y con el objetivo de fomentar la participación activa de los mayores en la sociedad y mejorar así su calidad de vida mediante la propia proyección social.

Vives, Orte y Bellester (2004) analizan la evolución de las redes sociales de las personas mayores que entran a formar parte del grupo de alumnos de la Universitat Oberta per a Majors (UOM).

Se observa que son muchas más las respuestas que afirman que han ganado “bastantes” o “algunas” relaciones nuevas; respuestas que parecen coherentes con las dadas en la pregunta sobre si han perdido muchas relaciones, donde afirman, mayoritariamente que “pocas” o “algunas”. Analizando las fuentes de estas redes sociales, los amigos son la fuente más citada en solitario, mientras que los “miembros de alguna asociación o club”, son la respuesta más escogida cuando señalan una respuesta múltiple. Sobre las relaciones perdidas, la primera opción son las relaciones de la familia, seguramente debido al fallecimiento de algún familiar de su generación (compañero sentimental, hermanos, cuñados, primos) o de generaciones anteriores (padres, tíos, etc. ).


En conclusión estos autores encuentran tres tipos de consecuencias de las interacciones sociales analizadas:

1) Aumento de la autoestima y visión más positiva del autoconcepto.  
2) Aumento de la red social.
3) Enriquecimiento personal y cultural.

Jiménez Prieto y Otros (2003) presentan los datos recogidos en una encuesta pasada a 60 alumnos de primer curso del programa universitario de mayores de Granada después de un curso académico y de edades comprendidas entre los 58 y los 75 años. Dicha encuesta pretendía valorar tanto la proyección social de la formación, la salud y el bienestar percibido por los alumnos. Así, manifiestan haber mejorado poco un 19 %, bastante un 49 % y mucho un 32 %. Además estos autores señalan que ninguna persona refirió estar en una situación negativa.

Sánchez Martín (2003) presenta un estudio que intenta valorar los beneficios del programa universitario de mayores de la Universidad de Granada en tres grandes dimensiones o categorías: personal, social y cultural.  

Personal (cambios en los hábitos saludables, recuperación o cumplimiento de deseos, de sueños y superación de límites, aumento en la satisfacción personal y cambio y valoración en el empleo del tiempo. ), cultural (incremento del interés por la cultura, el aprendizaje y a la ampliación y/o actualización de conocimientos) y social (Incremento en las relaciones sociales, desarrollo en las relaciones familiares y compromiso de participación social).

En cuanto a los resultados, los beneficios que reporta el programa son por este orden, la dimensión personal con una frecuencia de 57 % seguida de la categoría social con un porcentaje de 24 % y por último la categoría cultural supone un 19 % de frecuencia de aparición.


Conclusiones

Después del recorrido teórico seguido y del análisis de los datos aportados por diferentes investigadores, podemos afirmar que la participación en los programas universitarios de mayores produce un elevado nivel de satisfacción, integración y proyección social, así como una mejora en la calidad de vida de los participantes en dichos programas. No obstante habría que explorar con mayor profundidad diferentes indicadores sobre calidad de vida para llegar a datos más concluyentes.

Para finalizar hacemos nuestras algunas de las conclusiones extraídas por Sánchez Martín (2003) que nos sirven para poder situar algunas de las ventajas de la participación en las universidades de mayores como son:

- La mayor motivación de los alumnos por asistir al Aula es la necesidad de ocupar su tiempo libre en la realización de nuevas actividades, después de la adquisición de conocimientos, seguido de la búsqueda de relaciones sociales.

- Estas motivaciones se traducen en los siguientes beneficios percibidos: incremento del interés cultural, aumento de la satisfacción personal, mejora en los hábitos saludables e incremento de las relaciones sociales.

- El hecho educativo tiende a desarrollar las potencialidades de las personas mayores.

- La asistencia al Aula vigoriza las relaciones intergeneracionales, especialmente con miembros de la familia que también son universitarios (hijos, sobrinos).

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