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Perspectiva histórica de la intervención psicopedagógica como factor de calidad en la educación.

Autor/autores: Jacobo Cano Escoriaza
Fecha Publicación: 01/03/2008
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Se profundiza en la intervención de los orientadores (pedagogos, psicopedagogos y psicólogos) en el ámbito de la escuela desde una perspectiva histórica, incluyendo la perspectiva de asumir un rol como agente de cambio y de mejora de la calidad en la educación.

Palabras clave: educación


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Perspectiva histórica de la intervención psicopedagógica como factor de calidad en la educación.

Jacobo Cano Escoriaza.

Profesor del Departamento de Ciencias de la Educación. Universidad de Zaragoza.

Se profundiza en la intervención de los orientadores (pedagogos, psicopedagogos y psicólogos) en el ámbito de la escuela desde una perspectiva histórica, incluyendo la perspectiva de asumir un rol como agente de cambio y de mejora de la calidad en la educación.

Introducción

En el presente artículo se describen algunos aspectos básicos de la orientación psicopedagógica desde una visión evolutiva e histórica, haciendo hincapié en el papel fundamental que desempeña para mejorar la calidad en la educación. Se hace un análisis sobre el amplio y difuso significado del concepto de la orientación, realizando una especial mención a los fundamentos y pilares básicos del proceso orientador como factor de calidad.


Perspectiva diacrónica de la orientación psicopedagógica

La orientación surge de la mano de Parsons, padre de la orientación vocacional, a comienzos del siglo XX en los Estados Unidos. Desarrolló –unido al movimiento americano de “educación progresista”- la primera Oficina de orientación Vocacional en dicho país. Davis, por otra parte, introdujo el primer programa de orientación en la institución escolar, dándole la importancia de relacionar el mundo educativo con el posterior mundo laboral. Kelly explica que es importante unir al concepto de orientación el adjetivo educativo -educational guidance como orientación educativa; vocational guidance como orientación vocacional-. La línea que se fortalece es la de no separar la necesidad de la orientación de la realidad educativa, del propio proceso, que lejos de considerarse simplemente instructivo, camina a la integración de otros principios más amplios. Por otro lado, Christiaens crea en Bruselas (1912) el primer Servicio de orientación Profesional de Europa. En Suiza surge la Asociación de Consejos de aprendizaje que se convertirán posteriormente en Oficinas de orientación Profesional (1922) con el impulso de Claparede. En París nace el Bureau pour Documenter et Conseiller les adolescents dans leur choix d´un métier (1912). En Roma se crea el Ufficio di Orientamento Profesionale. Se fomenta la línea de consolidación de la orientación profesional.

La orientación psicopedagógica es uno de los aspectos más importantes y decisivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la trayectoria personal del educando, ya que la toma de decisiones es uno de los elementos clave del individuo. Vélaz de Medrano (1998) señala que existen diversos trabajos acerca del origen y desarrollo de la orientación desde mitad del siglo XX, tanto en el contexto americano (Brewer, 1942; Super, 1955, 1957 y 1964; Stephens, 1970; Beck, 1973; Miller, 1971; Herr, 1975; Aubrey, 1977; Whiteley, 1980, 1984; Glover y Ronning, 1987) como en el español (Kirchner, 1975, 1979 y 1981; Roig Ibánez, 1982; Rodríguez Moreno, 1991 y 1995; Rodríguez Espinar, 1986; Rodríguez Espinar y otros, 1993; Repetto et. Al. , 1994 y 1997; Delgado Sánchez, 1995; Bisquerra, 1995; Benavent, 1996; Vélaz de Medrano, 1998), explicando en éstos las características básicas de lo que debe ser la función tutorial y orientadora en el centro educativo (García Nieto, 1992, 1995), las distintas competencias y responsabilidades, así como la importancia del trabajo en equipo para favorecer el desarrollo máximo de los recursos en la institución escolar y de las capacidades del propio alumno/a.

En España, de forma paralela, se crea en Barcelona el Museo Social (1908) que llega a transformarse en el vanguardista Institut Nacional de orientación y Selección Profesional con la dirección de Madariaga. Como señala Repetto et al. (1994) el segundo director de este Instituto en Madrid, Germain (1930) creará la revista “Psicotecnia”, transformada en 1946 en la “Revista de psicología General y Aplicada”. En 1948 se organizaron los Departamentos de psicología Experimental y de Pedagogía dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Se funda la Sociedad Española de psicología (1952) y las Escuelas de psicología (1953), siendo una de las especialidades la psicología Escolar. La Sección de Pedagogía se crea en 1932 en la Universidad Central de Madrid, aunque hasta 1940 no contempla la asignatura de “Orientación Escolar y Profesional”. Es preocupante en algunos planes de estudios actuales analizar el escaso peso, relevancia y valor que se concede al ámbito de la orientación, que contrasta con la futura necesidad de encontrar profesores que desarrollen la función orientadora en su quehacer profesional.

Bisquerra (1995) señala la influencia de los siguientes aspectos sobre la orientación educativa: los cambios sociales en los que se hacía referencia a la filosofía de “una profesión para cada hombre y un hombre en cada profesión” rechazando el darwinismo social; la formación profesional en el más amplio sentido; los movimientos de renovación pedagógica que se centran en cómo mejorar las condiciones existentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje para optimizar el rendimiento; la investigación psicopedagógica entendida como un camino en el que avanzar para fomentar los avances y dignificar la profesión, destacando que aunque todo el mundo puede hablar de educación, no todos lo hacer con la misma cualificación ni capacitación; la educación especial que abre las posibilidades a los que se las negaban y se adivinan los retos de la integración, de una educación individualizada atendiendo a la diversidad; el fomento de la investigación y la práctica de la lectura comprensiva y las estrategias de aprendizaje, la psicología evolutiva como indicador flexible -y no limitador- de puntos de referencia en el proceso educativo; la psicología de la educación, dando importancia en años anteriores a cómo enseñar el maestro, frente a la acuciante necesidad de centrarse en cómo aprende el educando; el estudio de las diferencias individuales, la heterogeneidad como elemento positivo y enriquecedor; la psicometría y las técnicas de medición resaltando la necesidad de conocer las carácterísticas de los sujetos y las diferencias individuales con el fin de orientar de forma más personalizada; el movimiento de la higiene mental; la influencia del psicoanálisis y de cada una de las diversas teorías psicológicas y antropológicas.  

Por otro lado, Rodríguez Espinar y otros (1993) y Repetto et al. (1994) señalan tres movimientos importantes en el desarrollo de la orientación: el movimiento reivindicativo de reformas sociales, el movimiento psicométrico y el modelo de rasgos y factores y el movimiento del counseling de origen americano.

Algunos autores (Bisquerra, 1995) señalan la confluencia de los factores que influyen en el desarrollo tanto de la historia de la psicología educativa como de la orientación.


Contextualización de la orientación: Aspectos definitorios

El término orientación es de una amplitud considerable, claramente visto en la variedad de adjetivos que se le atribuyen: orientación vocacional, profesional, ocupacional, educativa, escolar, personal, etc. De hecho, es importante denunciar que las funciones que se han establecido para los orientadores -y, por extensión, para los profesores y tutores que se han hecho corresponsables de la función orientadora en su quehacer educativo- han sido muy difusas y poco claras. En ocasiones, no se sabe hasta dónde llega o no llega su intervención: labores de diagnóstico, asesoramiento, terapia, consejo, enseñanza, etc. Aún hoy, en la actualidad, esta realidad viene marcada en demasiadas ocasiones por la falta de colaboración y el clima de cierta crispación que se vive entre la institución escolar y familiar, dándose ciertos vacíos y descoordinación donde el propio adolescente se "beneficia" en el sentido más peyorativo del término.

Podemos remarcar algunos elementos comunes de la orientación (Vélaz de Medrano, 1998):

a) Ciencia de la intervención psicopedagógica en el ámbito educativo que tiene distintas fuentes interdisciplinares.

b) proceso de ayuda que debe llegar a todas las personas, no estando limitado de antemano en el espacio -se refiere a distintos contextos y áreas de intervención-, ni en el tiempo -debe producirse a lo largo de toda la vida-.

c) Tiene una finalidad común: el desarrollo personal, social y profesional del individuo en su contexto, preparándole para insertarse y participar constructiva y activamente en la sociedad futura.

d) proceso incardinado en el propio contexto educativo, profesional y vital del sujeto, y no como una intervención aislada y ajena al propio educando, ajena a las pecualiariedad del ambiente en el que se desarrolla.

e) Se aprecia el predominio de un modelo holista o sistémico de intervención psicopedagógica, es decir, de la intervención por programas comprensivos e integrados en el currículo.

f) Basada en los principios de prevención, desarrollo e intervención social.

Como compendio de lo señalado anteriormente, Vélaz de Medrano (1998) señala que la orientación es “un conjunto de conocimientos, metodologías y principios teóricos que fundamentan la planificación, diseño, aplicación y evaluación de la intervención psicopedagógica preventiva, comprensiva, sistémica y continuada que se dirige a las personas, las instituciones y el contexto comunitario, con el objetivo de facilitar y promover el desarrollo integral de los sujetos a lo largo de las distintas etapas de su vida, con la implicación de los diferentes agentes educativos -orientadores, tutores, profesores, familia- y sociales”.

Rodríguez Espinar y otros (1993) apunta algunos principios básicos y comunes de la orientación:

a) Es fundamental considerar la dignidad personal del alumno, como persona con sus derechos y deberes, donde la educación en la asunción de responsabilidades adquiere una gran importancia.

b) El llegar a ser se consigue a través de un proceso y un camino de desarrollo personal, entendidos desde la perspectiva del constructivismo, donde intervienen las variables personales y ambientales. El objetivo es la plena autorrealización del sujeto, desde la libertad bien entendida, la autonomía y la participación responsable.

c) El proceso de orientación puede ser considerado como un proceso de aprendizaje. En consecuencia, requiere ser planificado sistemática y profesionalmente, ser secuenciado lógica y psicológicamente, atender a la dimensión preventiva, formativa y correctiva, dar cabida a una variedad de técnicas y estrategias, y estar centrado en la adquisición de habilidades y competencias que permitan la comprensión de los factores motivadores de la conducta propia y ajena, así como la posibilidad de generar adecuados mecanismos de autocontrol y regulación personal.

Ya Kelly (1972) concebía la orientación como "el proceso educativo que tiene en cuenta el cálculo de las capacidades, intereses y necesidades del individuo para aconsejarle acerca de sus problemas y en la posterior toma decisiones". Tyler, a su vez, hace hincapié en el desarrollo de las potencialidades del sujeto como elemento esencial de la orientación.

Bisquerra (1995) entiende la orientación psicopedagógica como “un proceso de ayuda continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con objeto de potenciar la prevención y el desarrollo humano a lo largo de toda la vida. Esta ayuda se realiza mediante programas de intervención psicopedagógica, basados en principios científicos y filosóficos”. En este sentido, conviene remarcar que la orientación no está establecida estática y puntualmente, sino que es a lo largo de toda la vida, centrada a su vez, no exclusivamente en el ámbito académico sino también en cualquier otro aspecto que puede incidir, en mayor o menor medida, en la construcción del proyecto personal de vida.

Por otro lado, Echeverría (1993) afirma que la orientación es “un proceso continuo, sistemático e intencional de mediación, tendente a desarrollar la capacidad de decidir de las personas para que, basados en criterios contrastados, sean capaces de identificar, elegir y reconducir, si es preciso, las alternativas ofrecidas por su entorno hasta asumir las más acordes a su potencial y trayectoria vital”. El enfoque de la orientación educativa debe centrarse, tanto para los tutores/profesores como para el resto de agentes orientadores, en dar herramientas y posibilidades para que el educando aprenda a tomar decisiones y evolucione desde la heteronomía a la autonomía.

Por su parte, es interesante señalar la visión positiva y optimista de las posibilidades del ser humano de Rodríguez Moreno (1995) que precisa que orientar implica, fundamentalmente, "guiar, conducir, ayudar a las personas a conocerse a sí mismas y al mundo que las rodea; apoyar al individuo a clarificar la esencia de su vida, a comprender que él es alguien con significado capaz de y con derecho a usar de su libertad, de su dignidad personal, dentro de un clima de igualdad de oportunidades y actuando en calidad de ciudadano responsable, tanto en su actividad laboral, como en su tiempo libre”.  

Alonso Tapia (1995) hace especial relevancia en el aspecto más contextual de la dimensión orientadora. Todos los miembros de la comunidad educativa -y esto supone un avance importante- tienen la corresponsabilidad de desarrollar al máximo sus propias capacidades y posibilidades, al tiempo que los avances de cada uno pueden incidir de manera más o menos directa en los demás miembros del sistema.


La calidad vinculada a la orientación inserta en el proceso educativo

El primer intento de integrar la educación en los programas escolares se debe a J. S. Davis, quien como administrador escolar en Detroit introduce en 1900 un programa de “Orientación vocacional y moral” en las escuelas secundarias.

Kelly en 1914 presenta su tesis doctoral titulada “Educational Guidance” en la que presenta el proceso orientador como necesariamente vinculado o relacionado con la práctica educativa. En este sentido, en los años 30, Brewer identifica orientación y educación, influido por el movimiento americano de Educación Progresista iniciado por Mann y desarrollado por Dewey. La idea clave se centra en que orientar no es adaptar al educando a una realidad, o condicionar sus preferencias e intereses, ni controlar cada una de sus opciones, ni mucho menos dirigir o tomar responsabilidades por otro, sino ofrecer a los alumnos la ayuda necesaria para que comprendan, organicen, amplíen y desarrollen sus actividades individuales y cooperativas.

Zaccaria y Bopp (1981) asumen que educar es mucho más que instruir y transmitir una serie de conocimientos. En consonancia con la LOGSE, en el proceso educativo intervienen además de los contenidos conceptuales, los procedimentales y actitudinales. Son los propios profesores los que se convierten en agentes activos de la orientación, llevándose a cabo en todas las etapas educativas y con todos los alumnos. Como señalábamos anteriormente, se va superando la condición de que la orientación está dirigida a unos alumnos determinados y muy concretos, con mayores dificultades, y en ciertos momentos puntuales y predeterminados.

Rogers, en los años cuarenta, da un nuevo enfoque más educativo al counseling terapéutico, alejándolo de la visión médica o psicoanalítica, centrándose en premisas humanistas, dando comienzo de alguna manera a la polémica entre orientación (guidance) y consejo (counseling). Por otra parte, la psicoterapia se ocupa de los conflictos interpersonales, mientras que la orientación se centra en los problemas del sujeto con su papel –entendidos como rol problems-, tales como los ocasionados directamente en la educación, en la profesión o en el ámbito familiar. Carkhuff también aporta en 1969 con su obra “Helping and Human Relations” un enfoque más educativo presentando la orientación como una profesión de ayuda que pone el énfasis y el acento en la calidad y categoría humana del orientador, por encima de cualquier técnica que, por supuesto, está al servicio del profesional y no lo puede sustituir. En este sentido, la relación interpersonal adquiere una gran relevancia.

Whiteley (1984b) señala que en los años 60 y comienzo de los 70, las investigaciones sobre el ámbito de la orientación se centraba en tres áreas fundamentales: 

a) La efectividad y las características del orientador, su empatía y capacidad de ponerse en el lugar del educando, su situación y problemática concretas.

b) Las características del cliente en relación con los métodos de tratamiento, su manera de interactuar y reaccionar.

c) La evaluación de los resultados de la interacción entre cliente y orientador. Algunos ejemplos en esta línea son los trabajos de autores como Eysenck (1965), Rogers (1957 y 1972) o Repetto (1977).

En la actualidad, orientación y educación pretenden ir estrechamente unidas, vinculadas a la práctica educativa y el quehacer diario. La propia legislación remarca que “tanto la tutoría como la orientación en general, e igualmente el apoyo educativo o la intervención psicopedagógica especializada a cargo del Departamento de orientación, forman parte del currículo, del desarrollo curricular, entendido éste como oferta educativa integral, dirigida a todos los aspectos del aprendizaje y maduración de la personalidad de los alumnos, y, por ello mismo, además, oferta personalizada” (MEC, 1992).


Principios fundamentales de la orientación

Queremos señalar en esta última parte del presente artículo, algunos de los pilares básicos en los que se fundamenta la orientación en la actualidad.

- Por un lado, la orientación debe dirigirse a todos los alumnos y no sólo a los que tienen necesidades educativas especiales (Bisquerra, 1997a; Bisquerra y Alvarez, 1998) o están pasando por momentos especialmente conflictivos o de crisis, en los que es necesaria tomar alguna decisión. Ciertamente, en estos momentos se tendrá mayor éxito en la medida en que se haya desarrollado una mayor labor preventiva.

- La orientación, se concluye, debe ser continua y sistemática a lo largo de todo el proceso educativo (García Nieto et al. 1992, 1995; Gordillo, 1986; Lázaro y Asensi, 1987; Repetto, Rus y Puig, 1994).

- No hay que olvidar que la orientación educativa es una tarea interdisciplinar que implica a todos los miembros de la comunidad educativa (Repetto, Rus y Puig, 1994; Gordillo, 1986). Padres, profesores y alumnos, fundamentales, deben desarrollar estrategias de colaboración y corresponsabilidad, lejos de enfrentamientos en los que no se buscan metas comunes.

- Es preciso señalar que la orientación debe atender a todas las necesidades del alumno –de personalidad, afectivas, intelectuales, etc. - y abarcar a todos los aspectos de su desarrollo. Uno de los errores más frecuentes ha sido caer en un reduccionismo en el que el ámbito intelectual o académico ha primado sobre otro tipo de motivaciones e intereses. La visión integral facilita la comunicación y la relación y ayuda a tomar unas decisiones más acertadas.

- La orientación ha de ser comprensiva con las diferencias individuales (Alonso, 1995, Rivas 1995b), teniendo en cuenta a su vez que un principio básico en educación es atender a la diversidad, valorando los intereses individuales y particulares, considerando que las decisiones basadas en la mera imitación del otro, sin asumir dicha decisión, conlleva en la mayoría de los casos decisiones inmaduras.

- El fin último de la orientación es conducir al educando a la autoorientación, es decir, a que descubra las claves esenciales para realizar una toma de decisiones lo más acertada posible. No esperar que el otro decida por uno, ni siquiera desde una posición adulta y madura. Conviene potenciar el lado más optimista del proceso orientador, el cual tiene en cuenta las posibilidades del educando. Y es que una de las posibilidades es equivocarse. Y aprender de cada error, darse una oportunidad de mejorar y de cambiar, asumiendo las propias consecuencias de las decisiones.


Conclusiones

La orientación psicopedagógica se convierte en uno de los indicadores de calidad dentro de nuestro sistema educativo. La relación familia-escuela y escuela-familia, los vínculos existentes entre el profesor/tutor y el educando, así como el trabajo en equipo del orientador con el resto de los tutores y del equipo directivo, se pueden convertir en una mejora de dichas relaciones interpersonales y psicoeducativas.

Es preciso mencionar que las funciones de la orientación son complejas y demasiado amplias debido a la confluencia de distintos ámbitos interdisciplinares como la orientación vocacional, la educación especial, la psicología de la educación y la didáctica. Desde cada uno de estos enfoques, podemos encontrar matices complementarios y distintas formas de integrar la orientación en el ámbito educativo. Señalamos que existe una amplísima carga de responsabilidades y competencias de los orientadores y tutores, que no están suficientemente bien delimitadas. Faltaría, en este sentido, hacer una revisión crítica acerca de los distintos enfoques desde los que se entiende la orientación y la intervención psicopedagógica.

El fin último de la orientación es conducir al educando a la autoorientación, es decir, a que descubra las claves esenciales para realizar una toma de decisiones lo más acertada posible. No esperar que el otro decida por uno, ni siquiera desde una posición adulta y madura. Conviene potenciar el lado más optimista del proceso orientador, el cual tiene en cuenta las posibilidades del educando. Y es que una de las posibilidades es equivocarse. Y aprender de cada error, asumiendo las consecuencias de las decisiones.


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