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Revisión psicoanalítica de las estadísticas sobre violencia de género.

Autor/autores: Magdalena Salamanca
Fecha Publicación: 01/03/2009
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Según el Ministerio de Igualdad a 25 de noviembre de 2008 ?En España este año se habrán contado 400. 000 víctimas de la violencia de género, aunque serán menos las denuncias presentadas. En lo que va de año 61 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas? Los datos del Poder Judicial en 2007 sobre la violencia de género en España, son: 74 mujeres perdieron la vida a manos de la pareja o ex pareja. En el 81 por ciento de esos casos (60), las mujeres mantenían una situación de convivencia.

El 37% de las españolas muertas por su pareja o ex pareja habían interpuesto alguna denuncia previa a la muerte, mientras que en el caso de las extranjeras el porcentaje fue del 28, 6%. Por otro lado, en el 9, 6 % de los casos de violencia de género, el agresor se suicidó tras cometer el crimen. La siguiente comunicación toma estas cifras como una realidad social que debe ser escuchada desde una perspectiva psicoanalítica, es decir incluyendo al sujeto psíquico y sus vicisitudes. Nos centraremos en el estudio de la implicación de la victima y del agresor en este tema que, en la actualidad, es de vital importancia para la sociedad española e internacional.

Palabras clave: violencia de género


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REVISIÓN PSICOANALÍTICA DE LAS ESTADÍSTICAS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO.

Estamos acostumbrados a escuchar, casi a diario, cómo las cifras sobre violencia de
género se ven incrementadas, como su propio nombre indica, violentamente.
Desde el año 1995, la Organización de Naciones Unidas reconoció la violencia contra
las mujeres como un problema global que limita las libertades y los derechos humanos
de las mujeres. En 2002, la Organización Mundial de la Salud describe que, junto a la
violencia física, se produce también violencia psicológica. El Consejo de Europa, en
2006, refleja que el 20-25% de las mujeres de la Unión Europea ha sufrido algún tipo de
violencia física a lo largo de sus vidas, y que más del 10% ha sufrido una agresión
sexual. Si la violencia incluye el acoso, la cifra se eleva hasta el 45%.
La piedra central de cualquier realidad es que seamos capaces de transformarla.
Reconocer y transformar "nuestras verdades" son dos fundamentos de la interpretación
psicoanalítica como acto. La violencia de género ha sido fotografiada y archivada en
numerosas estadísticas. Al repasarlas, encontramos puntos comunes, lugares donde el
"pensamiento oficial" nos lleva una y otra vez.
Así, se resalta que la mujer maltratada se encuentra, en ocasiones, abocada a
permanecer en ese lugar, pues no tiene independencia económica o su autoestima se
encuentra desfigurada por la culpa, llegando a creer erróneamente que merece ser
maltratada. Otras veces se señala la dependencia emocional hacia el maltratador o el
deseo de disimular la situación de violencia para no involucrar a los hijos en el drama
familiar. También se estudian las variables culturales, la educación recibida y los
antecedentes de maltrato en el medio social.
Hay tantos imaginarios como personas y, después de asignar un número a cada una de
estas explicaciones, podemos preguntarnos: ¿Desde qué ideología se hacen las

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estadísticas? ¿Qué es lo que se puede hacer verdaderamente para transformarlas? El
psicoanálisis nos enseña que la ideología es inconsciente. Así pues, las campañas de
concienciación sobre la problemática no alcanzan a plantear completamente el
verdadero asunto.
En la obra de Freud podemos leer que el hombre no es sólo una criatura tierna y
necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se le atacara, sino, también, un ser
entre cuyas disposiciones debe incluirse la agresividad.
Otro aspecto a tener en cuenta es el sentimiento inconsciente de culpa, que se halla
emparentado con la necesidad de castigo. La culpa puede provenir de un deseo
inconsciente y, cuando alcanza ciertas proporciones, el castigo sirve para calmarla.
El psicoanálisis considera el sentimiento de culpa constitutivo del sujeto psíquico. A
través del tratamiento psicoanalítico se puede conseguir que la culpa inconsciente no
dirija la vida del sujeto, haciendo innecesario el castigo.
La situación se complejiza si tenemos en cuenta el masoquismo y el sadismo, esto es, la
crueldad hacia uno mismo y hacia los demás, como un ingrediente estructural en la vida
de cada uno. Se puede civilizar la agresividad, pero no eliminarla. Aquí, como en otros
aspectos, lo que determina el desenlace es una cuestión de cantidad.
Muchas de estas agresiones son ocasionadas cuando la relación ha terminado, un dato a
destacar, ya que muchas de las víctimas de la violencia de género mueren a manos de
sus ex-parejas.
Las agresiones y sus consecuencias (haya o no víctima mortal), provocan una serie de
costes económicos a la sociedad, que ha de invertir en la asistencia y el desarrollo de
medidas para combatir esta situación.
Uno de los datos más destacados por las encuestas examinadas para este trabajo es que
un alto porcentaje de las mujeres muertas, refiriéndonos en este caso a nuestro país, son

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mujeres extranjeras. Hay que tener en cuenta que la densidad de la población inmigrante
ha aumentado considerablemente la última década.
Las encuestas no sólo clasifican sino que, además, como toda acción estadística, las
encuestas discriminan datos. Pero lo importante es, más que discriminar datos, abrir la
cuestión, es decir, que tanto a los españoles como a las personas de otras
nacionalidades, residan donde residan, les pasa que tienen tendencias sádicas y
tendencias masoquistas (celos, envidia, etc. ) por ser humanos.
Podríamos preguntarnos, entonces, ¿por qué algunos seres humanos tienen esa manera
de relacionarse y otros no? Desde este punto de vista, el psicoanálisis tiene mucho que
decir, ya que estudia al sujeto psíquico en relación a su deseo. El psicoanálisis es una
ciencia de efectos, no de causas, esto significa que desde el último efecto, la palabra, se
pueden reconstruir las causas.
El deseo, una vez articulado en palabras, puede ser interpretado y, por tanto, producir
autoconocimiento y autotransformación, siendo ello producto efecto de la interpretación
psicoanalítica. Todos tenemos deseos sádicos, masoquistas, lo que nos diferencia a unos
de otros es la manera de renunciar a dichos deseos.
El goce, aquello que nos diferencia de los animales y al que entramos a través de la
palabra, nos condena de por vida. La peculiaridad del ser humano es que goza con todo,
con cualquier cosa.
En una relación de pareja, sea cual sea su clase social, nivel cultural, económico o raza,
puede llegar a producirse el maltrato, cuando la víctima pierde toda identidad frente al
agresor y éste, al convertirse en su dueño, llega al homicidio. Muchas veces escuchamos
frases que podemos calificar de románticas "Eres mía", "hazme tuya", "soy toda tuya". . .
pero que, en el fondo, nos traen una muestra anticipada de un rasgo que, al exagerarse,
puede terminar en una situación de maltrato. Y no es por pronunciar la frase que se

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produce el hecho, pero esa situación de posesión idílica, si se convierte en una realidad,
otorga al agresor el poder de llegar a matar. El objeto de deseo pasa a ser un objeto en
propiedad: hay mujeres que dejan de trabajar porque el marido lo dice o dejan de
relacionarse con la gente en general, incluso con sus familiares, o renuncian a salir a la
calle.
Una relación de pareja es una relación de dos, bilateral, donde uno se relaciona con el
otro de manera diferente a como éste se relaciona con el primero. Cuando dos personas
se piensan que son una, entonces, en la realidad puede pasar de todo.
A las cruentas estadísticas del maltrato familiar han de añadirse también las que
competen a los maltratadores, la parte más señalada como culpable pero, al mismo
tiempo, la menos analizada de la cuestión.
Habría que distinguir entre lo que es el maltrato y lo que es el asesinato. Aunque las
cifras indican que un alto porcentaje de maltratos desembocan en asesinatos, la gran
mayoría de los maltratos no concluyen necesariamente con la muerte de uno de los
cónyuges. Podría decirse, entonces, que el problema de la violencia de género es más
amplio que el de las mujeres asesinadas por sus parejas.
Los tratamientos psicoterapéuticos propuestos para los acusados de maltratos se han
mostrado en gran parte ineficaces. La clave habría que buscarla en que, en tales
tratamientos, se han tomado en cuenta sólo las condiciones morales o socio-culturales
de los sujetos implicados, pero no su implicación psíquica, es decir, su implicación
inconsciente en el problema.
Un sujeto que lleva a cabo un acto de violencia contra su pareja, por arranques
incontrolables de celos, o que goza haciéndola sufrir, no es simplemente un ignorante o
un machista. Uno de los argumentos que más se escucha sobre los maltratadores es que,
para este tipo de violencia, no existen clases sociales o niveles culturales. Esto significa

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que hay una sobredeterminación inconsciente, hasta ahora no considerada, que sólo el
psicoanálisis es capaz de tener en cuenta.
De los testimonios recogidos sobre los casos de maltratos, muchos de ellos hacen
referencia a la intermitencia entre el amor y la violencia, es decir, de una ambivalencia
afectiva latente en la pareja. Dicha ambivalencia afectiva está ligada, para los sujetos
neuróticos, a su objeto amoroso, que de alguna manera se ha convertido en tabú para
ellos, implicando simultáneamente un componente sagrado y un componente
amenazante o impuro. Se puede decir que, para estos sujetos, la mujer en general tiene
un carácter tabú y, por tanto, ambivalente, y que las relaciones que establece con ella
han de ser siempre fundamentalmente incestuosas. Esto significa que el sujeto va a
establecer relaciones de maltrato con las diferentes parejas que tenga.
No se trata simplemente de un macho herido en su sensibilidad por la supuesta libertad
de la mujer o de un macho dominante defendiendo lo que considera suyo. Se trata de un
asunto mucho más complejo. Los celos, componente normal de la vida anímica y
afectiva de todo sujeto, suponen en los maltratadores una escala de grados
anormalmente intensa, que va desde los celos concurrentes o normales, hasta los celos
delirantes, pasando por los celos proyectados.
En cada uno de estos estratos, se juega en el celoso un componente homosexual que
cuestiona inconscientemente al sujeto y que le hace atribuir a su pareja, por intolerable,
su propio deseo en juego. Los denominados celos proyectados nacen, tanto en el
hombre como en la mujer, de las propias infidelidades del sujeto o del impulso a
cometerlas, que al reprimirse se hacen inconscientes y, por tanto, atribuyen a su pareja
de sus propias fantasías de infidelidad, sometiéndola a un control férreo de sus actos.
El mismo sujeto puede padecer, con variable intensidad, los distintos tipos de celos
mencionados. Es lo que sucede en los celos delirantes, que también nacen de tendencias

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reprimidas a la infidelidad, si bien los objetos de las fantasías son de carácter
homosexual. Como tentativa de defensa contra un poderoso impulso homosexual,
podrían ser descritos (en el hombre) por medio de la siguiente fórmula: No soy yo quien
le ama, es ella.
Junto a la degradación del objeto erótico, como elemento en juego de las relaciones de
los sujetos implicados, se hayan también presentes tanto el sadismo como el
masoquismo. Instancias, ambas, participantes en la composición anímica de todo sujeto.
La agresividad, necesaria en diferentes medidas, en prácticamente cualquier actividad
humana, incluido el mismo coito, constituye en el maltratador una sobrecarga de
intensidad asociada, no con una infancia de maltratos, como se cree, sino con una fase
de la sexualidad infantil en la que el sujeto se haya estancado. Las teorías sexuales
infantiles de la fase sádico-anal constituyen, para estos sujetos, la única concepción que
tienen de la sexualidad. No se trata de sujetos enfermos o degenerados, sino de sujetos
cuya libido está detenida en una forma primitiva de gozar.
Una de las mayores contradicciones que se nos presenta, en los casos de violencia de
género, es la dificultad en la mujer de abandonar la situación de maltrato. Esta situación
queda ligada a otra persona, el maltratador, y en la mayoría de los casos, este sujeto es,
o ha sido, pareja sentimental de la víctima. Más de 70 mujeres perdieron la vida a
manos de la pareja o ex pareja en 2008.
Observamos cómo el agresor se comporta reiteradamente de una manera violenta con la
victima y, a pesar de ello, la victima se siente atrapada en esa relación. Las razones
sociales, económicas, culturales, religiosas, legales y/o financieras, la ideología de la
víctima, su pensamiento sobre el amor, sus prejuicios, las frases que sostienen preceptos
sobre cómo amar, son algunos de los factores que se aducen para explicar la
permanencia de la mujer en esa relación de maltrato.

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Antes de nada, debemos aclarar tajantemente que las mujeres no provocan ni merecen el
maltrato. Es aconsejable diferenciar que, en la clínica y en un cierto número de casos,
las mujeres maltratadas se auto-inculpan y se auto-reprochan los hechos acontecidos. La
relación entre lo acontecido y la culpa que sienten no es coherente, pero sí explicable
mediante el concepto de culpa inconsciente.
La culpa inconsciente no tiene que ver con hechos cometidos en la realidad objetiva. Un
sujeto ejemplar puede padecer un elevado sentimiento de culpa inconsciente y, sin
embargo, como apuntamos, ser una persona de impecable conducta. La culpa
inconsciente está en relación con un hecho fantaseado, más que con un hecho real, por
ello se produce dicha contradicción en la mujer maltratada. Hay veces que el discurso
de la mujer exonera al maltratador y llega incluso a auto-inculparse de lo sucedido.
Encontramos frases como, "me pega porque me quiere", "soy yo la que siempre hago
todo mal, él no es malo".
En la actitud de algunos niños, es fácil observar que sus conductas están encaminadas a
recibir, por parte del adulto, un castigo, y al conseguirlo se vuelven apacibles y
tranquilos.
La culpa inconsciente está en relación al complejo de Edipo. El niño, frente al camino
de hacerse un sujeto social, se encontrará como primer vínculo con lo humano la
relación con los padres. Ésta es una relación ambivalente, donde el amor y el odio se
mezclan en el niño para con los padres o sustitutos, produciéndose de esta primera
relación del niño con "el mundo", el sentimiento de culpa inconsciente.
La culpa inconsciente es un sentimiento humano, la mayoría de las veces intolerable
para el sujeto. Tanto es así, que hay ocasiones, en la clínica, que observamos que cierta
cantidad de personas realizan acciones para recibir un castigo, ya sea en un medio
laboral, como hacerse echar del trabajo; social, mediante el acto delictivo y su posterior

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castigo; o personal, mediante la elección de relaciones perjudiciales para el propio
individuo.
El sentimiento de culpa inconsciente no se puede anular, pero sí es posible tolerarlo, es
posible decidir nuestras acciones más allá de la culpa inconsciente.
Tristemente, el año 2008 puede ser el año donde se supere la cantidad de asesinatos en
lo que a la violencia de género se refiere, es un momento de reflexión, de reformulación
de la "Ley de medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género". Los
avances que se vienen realizando durante los últimos años en nuestro país, aunque
notables, no son suficientes. Los objetivos próximos desde el Ministerio de Igualdad
son mejorar los sistemas de prevención, detección temprana de los casos de violencia,
en sensibilización, información e implicación social de toda la ciudadanía para lograr un
contexto de seguridad más responsable.
Es evidente que la atención psíquica resulta esencial para el afrontamiento de esta
situación por parte de la victima y por parte del agresor. En este ámbito, también
debemos mejorar.
El psicoanálisis es de gran ayuda para la atención de estos colectivos y ofrece
instrumentos teóricos indispensables y eficaces para la lectura social del fenómeno.

Bibliografía

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género" en Extensión Universitaria. Revista de psicoanálisis, Nº 98.
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Menassa, A. , Rojas, P. (2006): Determinantes psíquicos del mobbing con respecto al
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Menassa, A. , Rojas, P. (2005): Observaciones psicoanalíticas sobre el maltrato,
Ponencia Congreso Virtual de psiquiatría Interpsiquis.
Bases de datos y estadísticas
Instituto de la Mujer: http://www. migualdad. es/MUJER/
Ministerio de Igualdad: http://www. migualdad. es/
Poder Judicial: http://www. poderjudicial. es/eversuite/GetRecords?Template=default
Instituto Andaluz de la Mujer: http://www. juntadeandalucia. es/institutodelamujer/

Sergio Aparicio, psicoanalista y médico
Ruy Henríquez, psicoanalista y filósofo
Manuel Menassa, psicoanalista y psicólogo
Magdalena Salamanca, psicoanalista

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