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La mujer y el ámbito laboral.

Autor/autores: Fco. Mejias Lizancos
Fecha Publicación: 01/03/2006
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

En las sociedades de las post-industrialización la familia tradicional en las que las responsabilidades familiares estaban claramente diferenciadas en función del sexo ha dejado de ser la idea predominante a ser a ser un modelo con el que se sólo se identifica una parte minoritaria. Es importante destacar que muchas investigaciones antropológicas actuales muestran que siempre que ha sido necesario para una determinada sociedad, las mujeres han salido al exterior ya sea a cazar, a luchar o simplemente a desarrollar un trabajo junto a los hombres para contribuir a un mejor mantenimiento de sus familias. De esta forma el trabajo extra doméstico de la mujer ha funcionado tradicionalmente como un colchón a las demandas cambiantes del mercado de trabajo, siendo un comodín del que se abusaba, facilitando su incorporación cuando se necesitaba mano de obra y se "devolvía" al hogar cuando sobraba.

Al desarrollarse el sistema educativo y la formación profesional, ya sea universitaria o no, esta dinámica ya no es tan posible porque la inversión en formación responden a un profundo cambio de valores, por un lado el deseo de autorrealización y por otro la devaluación del trabajo doméstico como forma de realización personal hecho corroborado por el funcionamiento del mercado de trabajo que penaliza gravemente a quienes interrumpen sus carreras laborales. En este trabajo se analizara la distribución de los grupos sociales que se ocupan de las tareas domésticas así como de la evolución de la tasa de actividad de las mujeres según su estado civil y los grupos de edad en las últimas décadas.

Palabras clave: mujer, ámbito laboral


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La mujer y el ámbito laboral.

Mª Consuelo Carballal Balsa; Fco. Mejias Lizancos.

Hospital de Día. C. Hospitalario “Arquitecto Marcide Prf. Novoa Santos”.

Resumen

En las sociedades de las post-industrialización la familia tradicional en las que las responsabilidades familiares estaban claramente diferenciadas en función del sexo ha dejado de ser la idea predominante a ser a ser un modelo con el que se sólo se identifica una parte minoritaria. Es importante destacar que muchas investigaciones antropológicas actuales muestran que siempre que ha sido necesario para una determinada sociedad, las mujeres han salido al exterior ya sea a cazar, a luchar o simplemente a desarrollar un trabajo junto a los hombres para contribuir a un mejor mantenimiento de sus familias. De esta forma el trabajo extra doméstico de la mujer ha funcionado tradicionalmente como un colchón a las demandas cambiantes del mercado de trabajo, siendo un comodín del que se abusaba, facilitando su incorporación cuando se necesitaba mano de obra y se “devolvía” al hogar cuando sobraba. Al desarrollarse el sistema educativo y la formación profesional, ya sea universitaria o no, esta dinámica ya no es tan posible porque la inversión en formación responden a un profundo cambio de valores, por un lado el deseo de autorrealización y por otro la devaluación del trabajo doméstico como forma de realización personal hecho corroborado por el funcionamiento del mercado de trabajo que penaliza gravemente a quienes interrumpen sus carreras laborales. En este trabajo se analizara la distribución de los grupos sociales que se ocupan de las tareas domésticas así como de la evolución de la tasa de actividad de las mujeres según su estado civil y los grupos de edad en las últimas décadas.


Introducción

En el siglo XXI es necesario revisar ciertos conceptos que se acuñaron en siglos anteriores cuyo significado original ha variado, como por ejemplo el concepto familia.

La familia una de las instituciones mÁs universales y a partir de la cual se ejerce mayor influencia sobre los individuos que la componen, puede ser analizada desde distintas perspectivas: Como sistema social universal, como microcosmos social, como sistema abierto, como agente socializador, como grupo primario o como institución.
En todos los análisis sociológicos la familia es el sistema de convivencia mejor valorado por los ciudadanos, hecho que permite en sí mismo diferentes interpretaciones, independientemente de la posición ideológica que uno se posicione. Desde una ideología conservadora se felicitarán por el hecho de que es un buen síntoma el que se sigua respetando lo que ellos consideran el núcleo por excelencia de la sociedad y la patria, una familia tradicional. Desde una ideología mas de izquierdas o progresista se sienten de alguna forma desconcertados ya que durante años proclamarón la necesidad de la desaparición de la familia como sistema social opresor, pero pronto se conforman con la idea del mantenimiento de una familia que forme parte de una mayoría sociológica que tiene el poder en las urnas.

Seguramente son planteamientos de familias diferentes, pero todas se ubicaran bajo el término familia, incluso por miedo a separarse de ese término en los últimos años se han añadido nuevos adjetivos al sustantivo familia: familias monomarentales, monoparentales; familias de hecho; familias formadas por parejas del mismo sexo, familias unipersonales.  

Analizando la palabra familia nos encontramos que proviene de famulus, término que utilizaban los romanos para denominar al esclavo doméstico. Se configura una estructura social constituida por un jefe del que dependían esposa, hijos y esclavos, teniendo todo el derecho sobre la vida o muerte de sus protegidos. Con estas premisas es difícil pensar en espacios de libertad para alguno de sus miembros.

Son muchos los estudios que han demostrado la situación de la mujer de subordinación y dependencia en esta estructura familiar tradicional.

Con el acceso a la educación, con los avances tecnológicos, con la democratización de las estructuras sociales se abrió la esperanza de una independencia e individualidad y la posibilidad del fin de la familia con un cabeza de familia que aún se identifica con el hombre.
Recientemente, ciertos sectores conservadores, pretenden retomar el concepto familia en su acepción mas patriarcal, pero si se analiza detenidamente los datos sociologicos actuales, la mitad de formas de convivencia del total de la población no se ajustan al modelo tradicional de familia sino a diversas formas de convivencia grupales.  

Este sentido la autora Margarita Rivière ( 2000) nos adelanta una nueva foto familiar: “La familiaridad irá más allá de lo consanguíneo, con lo cual núcleos consanguíneos dejarán de actuar como clanes exclusivistas. La familiaridad será una opción de cada cual que se manifestará por afinidades, por complementariedades o, incluso, por conrtastes…. habrá familias abiertas, horizontales, de compañeros. La familia será aquél núcleo que nos dará apoyo incondicional. ”

Como señala la psicóloga social Sara Berbel Sánchez en su libro “Sin cadenas, nuevas formas de libertad en el siglo XXI” ( 2004) “Es ya el momento de reinventar nuevos conceptos, situaciones nuevas requieren conceptos nuevos, previo análisis del cambio de significado acontecido…. ” “…. conceptos diferentes que están dentro de todas las personas, pero que no hemos desarrollado suficientemente. Avanzar en la búsqueda de nombres y conceptos que respondan a las diferentes realidades actuales, a la cotidianeidad, nombres que nos permitan avanzar en nuevos modelos de convivencia connotados positivamente para la libertad de las mujeres, que es lo mismo que decir para la libertad de todos los seres humanos”.


Concepto de trabajo

A finales del siglo XIX se acuño la idea de lo que hoy entendemos por trabajo, distinguiéndose teóricamente entre el trabajo que realizaban los hombres y las mujeres, entre trabajo productivo e improductivo, trabajo para el consumo y el autoconsumo. Esto justifico la actividad laboral separada de la doméstica, la productiva de la reproductiva, dando un valor superior al ámbito público y minusvalorando la correspondiente al ámbito privado, lo cual llevo a la definición de trabajo como empleo y fundamento la economía en la prevalencia del mercado sobre cualquier otro tipo de actividad. Lo que no tiene precio no tiene valor, ni reconocimiento político ni social. De ahí la infravaloración del trabajo doméstico a pesar de ser necesario para la supervivencia del ser humano.

Las mujeres se quedaron en la parte “no laboral”, ya que lo que producían no se vendía, se adaptaron a vivir en el “dulce hogar”. Pero siempre que un país necesito mano de obra barata para desarrollar un país, en situaciones de emergencia o de guerra, en que los hombres estaban en el frente, se les llevó al mercado del trabajo remunerado. Cuando los hombres regresan, son necesarios los puestos de trabajo y la mujer asume de nuevo el papel de “reina de la casa”. Esto es lo que sucedió en los años cincuenta del s. XX, en los que una generación de mujeres, que habían trabajado fuera de casa para suplir el vacío que dejaron los hombres en el mercado al marchar al frente, se hicieron conscientes de su autonomía de sus derechos al voto y a la educación, sobre todo en algunos países de Europa y EEUU, se les intento convencer de que volvieran a recluirse en la “jaula de oro” (hogar lleno de avances tecnológicos) y que cumpliesen de nuevo con su rol tradicional femenino. Toda la sociedad, los gobiernos, los medios de comunicación, la iglesia, ciertas disciplinas científicas, como la psicología, se volcaron en fomentar el retroceso de la autonomía conseguida, y resaltar la importancia de la mujer como eje principal en la educación de los hijos y el sostén de la familia.

Se rediseño un nuevo ideal de mujer, nuevas emancipadas para que pudiesen sentirse atraídas y renunciar así voluntariamente a sus trabajos externos. La publicidad y las revistas femeninas muy difundidas entre las mujeres de la época, resaltaban el hecho de que un ama de casa pudiera ser experta en higiene, alimentación, educación de sus hijos, organización de fiestas que ayudasen a promocionar laboralmente a sus esposos. Se trataba de conciliar las expectativas de desarrollo femenino con las supuestas capacidades de dirección, contabilidad, educación y administración que podían y debían ejercer en el hogar para ser amas de casa perfectas de una familia ideal, sin conflictos, o si los hay se ocultan o no se habla de ellos, para ser socialmente aceptada. A este ideal se incorporará también la necesidad de una mujer perfecta físicamente, siempre bella y en forma, dispuesta a seducir en todos los momentos y situaciones. Ejemplo de estas caracteristicas queda patente en la película “Lejos del Cielo” (Todd Hayes, 2002).

En distintos ámbitos se habla insistentemente que el siglo XX ha sido el siglo de la revolución femenina, ya que en las sociedades occidentales se produjo la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo, aunque toda revolución necesita un sujeto individual o colectivo, minoritario o mayoritario, pero un sujeto que encarne la voluntad de ser y sobre todo la voluntad de actuar, que personalice la acción y proponga unos objetivos. Quienes hablan de revolución de las mujeres, no son ellas mismas, sino otros que perciben una serie de cambios que no saben catalogar dentro de los esquemas tradicionales.
Lo cierto es que las mujeres han trabajado siempre , tanto en el espacio privado como en el público, Es un ejemplo de ello las mujeres del campo y sus largas jornadas en las tareas agrícolas además de las domésticas.

Si actualmente las mujeres se han incorporado al mercado masivamente , ha sido de una forma impuesta socialmente, como ya sucedió en otros momentos históricos. De nuevo vuelve a cuestionarse siempre el que una mujer ocupe un lugar de trabajo que legítimamente pertenece a un hombre, ya que al alto nivel de paro , o precisamente debido a él, pocas familias pueden subsistir holgadamente con un solo sueldo. La sociedad necesita de nuevo la mano de obra de las mujeres, para poder pagar las numerosas hipotecas y exceso de consumismo que conlleva la vida en los países occidentales. Ante cualquier crisis serán las mujeres las que pasan primero a las listas del paro o son las primeras candidatas a los “contratos basura”.

Mas que nunca es necesario que las mujeres sean conscientes de su situación, que tomen conciencia de las posibles situaciones de explotación y colectivamente decidan incidir en ellas, haciéndolas explicitas, exigiendo respeto por las necesidades propias, haciendo valer los derechos aprobados por las distintas leyes laborales, planteando formas alternativas de organización laboral y temporal, logrando la reducción del tiempo de trabajo y la calidad del tiempo de ocio, asegurando así un cambio que permita la permanencia de las mujeres, y de los hombres, en un mercado laboral en condiciones de dignidad.

No se trata de quedarse en la sombra, inseguras o minusvalorando los propios recursos. Es importante no engañarse y ser honestas, defender lo que interesa al colectivo femenino, aprender a decir “si” y atreverse a decir “no” sin violencia y sin la necesidad de sentirse por ello culpable, sobre todo cuando la negativa es coherente con las propias convicciones, aunque defraude las expectativas o exigencias ajenas.


El espacio laboral, como espacio de libertad

El trabajo puede ser un marco adecuado para desarrollar relaciones en la medida y profundidad que cada cual desee. Salir de casa supuso para muchas mujeres una apertura al mundo exterior, creando relaciones con otras mujeres, con otros hombres y establecer vínculos con el entorno.
Es posible hallar espacios de libertad en el trabajo y gracias a él. Muchas mujeres piensan que no existe libertad sin independencia, aunque la autonomía económica no garantiza automáticamente la libertad.

La independencia es un concepto más amplio que el económico. El trabajo remunerado proporciona un primer beneficio que es el dinero, el cual es necesario para sobrevivir y el ganarlo produce satisfacción, pero también proporciona la posibilidad de ser responsable de la propia vida, marcarse objetivos y la posibilidad de conseguirlos por una misma, hacer un planteamiento de futuro en primera persona. Maria Zambrano solía explicar que lo que nos diferencia de los demás seres vivientes es la libertad y su inseparable compañera, la responsabilidad.

La mujeres frecuentemente no son dueñas de sus destinos, ya sea por falta de recursos económicos o por la carencia de autonomía personal. Obligadas a depender siempre de alguien, generalmente el padre o el marido, no han desarrollados estrategias de supervivencia en el ámbito público, aunque sí en el privado.  

Estudios sobre motivación de trabajadores y trabajadoras certifican que las mujeres valoran más que los hombres la realización personal en su puesto de trabajo, mientras que ellos mayoritariamente dan prioridad al logro económico.
Desarrollarse profesional o intelectualmente, dar un servicio a la comunidad, generar y transmitir conocimientos, colaborar científicamente o técnicamente en el progreso del mundo son tareas en que las mujeres ya no quieren estar ausentes. Pueden y quieren participar como sujetos activos y no como meras observadoras ( tabla 1)

 


Tabla 1 - Opinión de las mujeres sobre el trabajo remunerado. Porcentaje de mujeres que afirman estar muy de acuerdo o de acuerdo. 1997


Algunos cambios en la configuración familiar

Con el proceso de industrialización y la complejidad de la vida urbana se produjo la movilidad tanto externa como interna de la familia, rompiéndose los lazos que la vinculaban y constreñían a la tradición pero a pesar que ya estamos en un nuevo milenio la sociedad aún no ha llegado a una situación satisfactoria en cuanto al desafío de adaptación que supone compatibilizar la obligaciones familiares y laborales.  

La organización de la sociedad actual, sigue penalizando a las mujeres que deciden asumir responsabilidades familiares sin renunciar a una vida laboral y profesional propia. Las circunstancias sociales hacen que la tolerancia hacia los costes derivados de dicha cuestión sea hoy menor que en el pasado y se presione para tomar iniciativas que traten de crear un entorno social más propicio para la conciliación de ambas esferas vitales No es un atarea fácil, ya que son necesarias transformaciones muy profundas en la organización social y en la estructura motivacional de los hombres, en sus valores, actitudes y comportamientos.

Dentro de la Unión Europea, inicialmente sólo centrada en proporcionar derechos sociales de los trabajadores migrantes, amplio su acción hacia nuevos problemas como ha sido la política de promoción de la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres y la no discriminación por razón de sexo. Desde los años ochenta se implementaron programas cuatrienales de Igualdad de Oportunidades, plasmados a su vez en los programas nacionales de Igualdad de Oportunidades. Se enfocó el problema desde una doble perspectiva: lo que en terminología comunitaria se denominan permisos parentales (baja o permiso por maternidad, excedencia y reducción de jornada para cuidado de hijos) y desde los servicios de cuidado de los niños preescolares.  

La comisión de la UE ha producido recomendaciones diversas, por ejemplo sobre el cuidado de los niños preescolares (Recomendaciones 92/421) y diversas directivas sobre la mejora de la seguridad y la salud de las trabajadoras embarazadas (Recomendación 92/85) y sobre los permisos parentales ( Recomendación 96/34). Estas últimas de obligada trasposición a la legislación nacional, son las que dieron lugar a la Ley de conciliación de vida familiar y vida laboral española de 1999.

La primera vez que aparece la conciliación de la vida familiar y la vida laboral como un objetivo específico de primer orden y su comprensión como una cuestión social global es en el IV programa ( 1996-2000), si bien es en el V Programa ( 2001-2004) dónde se ha establecido la conciliación como línea prioritaria de trabajo. Estos cambios han traído de la mano su introducción dentro de la política de empleo, favoreciendo así su tratamiento también dentro de la negociación colectiva.

A diferentes ritmos todos los países occidentales han conocido una incorporación creciente al mercado de trabajo de las mujeres no solteras desde la década de los sesenta, aunque siguiendo distintos modelos en lo que se refiere a la conciliación de las obligaciones familiares y laborales. En algunos países se implantaba un modelo secuencial de conciliación de vida familiar y vida laboral, de forma que las mujeres tendían a abandonar temporalmente el mercado de trabajo durante la fase de crianza de los hijos para volver al mismo una vez que estos eran mayores. En otros casos el modelo de conciliación predominante era de carácter simultáneo, de forma que la relación laboral de las mujeres no se interrumpía con la maternidad, facilitando el Estado o el mercado servicios para el cuidado de los niños. Este modelo es el que se ha ido imponiendo por distintos motivos en todos los países en las últimas décadas.  
En España la participación laboral de las mujeres no solteras ha crecido en la última década ( Gráfico 1) .

 


Gráfico 1 - Evolución de la tasa de actividad de las mujeres no solteras por grupos de edad. 1976-2000


Son las mujeres más jóvenes y las mas formadas las que han sido y continúan siendo las que de forma creciente no abandonan el mercado de trabajo por motivos familiares, como puede deducirse del desplazamiento de las curvas hacia arriba y hacia la derecha de un quinquenio al otro en los tramos más jóvenes de edad. Tramos en los que es frecuente que la mayoría de las mujeres constituyan su familia propia.

En relación a la UE, España se caracteriza por una baja tasa de actividad femenina, aunque su ritmo de crecimiento durante la última década ha sido superior a la mayoría de los países ya que partía de unas tasas mas inferiores (Grafico 2)

 


Grafico 2 - Evolución de las tasas de actividad, ocupación y paro femenina en España y en la Unión Europea. 1993-2001


Al observar los hogares formados por dos personas adultas de 20 a 59 años, el porcentaje de hogares con dos perceptores de renta, alcanzaba el 43 % en nuestro país en el 2000, mientras que en el Reino Unido casi se duplicaba ( 75%) y en muchos paises del centro y norte de Europa se acercaba también a este valor. En España es dónde en mayor medida a crecido este porcentaje durante la última década. Este incremeto se ha producido tanto entre familias sin niños pequeños que cuidar como en las que hay menores de 15 años.

 

La empleabilidad de las mujeres no solteras se ve muy condicionada, además de la demeanda de trabajo y el nivel de formación que se acredite, por le nº de hijos y la edad de éstos, algo que no sucede en el caso de los hombres (Gráfico 3), (Gráfico 4).

 


Grafico 3 - Tasa de empleo de las mujeres de 20 a 49 años según el número de hijos menores de 15 años. Segundo trimestre de 2001



Gráfico 4 - Dificultades que plantea el horario del colegio o guardería según la edad del hijo mayor


España se encuentra entre los países en los que el impacto negativo de la maternidad es más alto.
Las dificultades para compatibilizar obligaciones familiares y laborales aparecen para las mujeres , aunque no así para los hombres, sobre todo en las primeras fases del ciclo familiar y especialmente cuando hay que cuidar y atender niños preescolares. Son muchas las madres que con su segundo hijo abandonan el mercado de trabajo aunque sea temporalmente.  

Por otra parte, la mayoría de los casos la participación de ambos miembros de la pareja en el mercado de trabajo es a tiempo completo, independientemente de la edad de los hijos. Esto es dominante en los países del sur de Europa, pero en los países del centro y norte de Europa, caracterizados por un mayor grado de incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, la proporción de hogares en los que la mujer trabaja a tiempo parcial y el hombre lo hace a tiempo completo está próxima, cuando no es superior, a la de hogares en los que ambos trabajan a tiempo completo. Esto no parece que vaya a cambiar sustancialmente ene le futuro ( Gáfico 5).

 


Gráfico 5 - Hogares encabezados por una pareja en la que ambos trabajan según el tipo de jornada de trabajo. En porcentaje. 2000


Desde el punto de vista de los modelos ideales de organización de la vida familiar , se ha pasado del ideal de la familia tradicional, entendida como proyecto de convivencia para toda la vida y con segregación radical de los roles y de los ámbitos de decisión en función del sexo a un ideal menos claramente fijado que se distingue sobre todo por la pérdida de legitimidad del control social sobre este aspecto de la vida de los individuos y la creciente libertad de confrontación individual de los proyectos de convivencia.

La flexibilización de los modos de organizar la vida familiar ha dado lugar a la aparición de lo que el sociólogo francés Roussel denomina “nuevo pacto conyugal” que se caracteriza por un mayor énfasis en la legitimidad de las aspiraciones de realización individual de cada uno de los conyuges, de los yo individuales frente al nosotros pareja e incluso al nosotros familia, cuando existen hijos. Es una concepción de la pareja de carácter consensual y más hedonista, más centrada en la satisfacción afectiva y emocional de los dos cónyuges y también en el ocio conjunto y el consumo mercantil que en la producción doméstica de bienes y servicios de uso común (Gráfico 6) y (Gráfico 7).

 

 


Gráfico 6 - Tiempo medio diario dedicado a distintas actividades por sexo. En horas y minutos. 2002-2003



Gráfico 7 - Razones aducidas por los entrevistados/as para no pedir permiso por maternidad, excedencia y reducción de jornada para el cuidado de menores o de adultos necesitados de ayuda.


Es un cambio profundo e los valores sociales dominantes hacia un mayor grado de individualización, de búsqueda de espacios de libertad, y de realización personal, así como de voluntad de control de los propios proyectos de vida individual. Esta concepción queda patente en el afianzamiento del divorcio como un fin socialmente aceptado del matrimonio y no sólo en el caso de culpa de uno de los cónyuges, sino por mutuo acuerdo cuando los lazos emocionales que fundamentaron la unión han desaparecido. El matrimonio ha dejado de ser una institución protectora de las bases materiales de las mujeres que dedican sus capacidades y su trabajo en exclusiva al proyecto familiar común.

Paralelamente a este cambio en la concepción de la vida conyugal, el proceso de privatización se ha traducido también en la emergencia del principio del control de la natalidad y la planificación familiar como normas sociales explicitas. Es una convincción generalizada que sólo se deben tener tantos hijos como se puedan cuidar, educar y atender adecuadamente, esto es con arreglo a unos estándares cada vez más exigentes. Además la renuncia explícita a tener hijos ha dejado ha dejado de estar socialmente estigmatizada así como todas las imágenes negativas asociadas con la tendencia de un único hijo han perdido buena parte de su fuerza condicionadota del comportamiento reproductivo.

El cambio social que han conocido las sociedades industriales avanzadas ha convertido la decisión de tener hijos en un asunto estrictamente privado y la extremada mente baja fecundidad puede interpretarse como una respuesta a la ausencia de una compensación social de los costes derivados de la tendencia de hijos y a los problemas de conciliación de vida familiar y vida laboral, así como la respuesta de las mujeres a la discriminación que padecen como consecuencia de la maternidad.

Nuevas formas de organización laboral

Una reciente revisión de los contenidos de los convenios colectivos realizada por la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de vida y de trabajo concluía:

“ Aspectos tales como las nuevas formas de organización del trabajo, permisos especiales, interrupciones en la carrera profesional y apoyo con los servicios de cuidado de niños forman parte en mayor o menor medida de la agenda negociadora en la mayoría de los países de la UE. Las negociaciones tienen lugar tanto a nivel nacional como intersectorial y de empresa y están condicionadas por los sitemas de relaciones laborales y la legislación de cada país……”

Dentro de estas iniciativas se han desarrollado distintas iniciativas, entre ellas algunas de tipo general y otras de tipo más particular.  

Las auditorias sociales desarrolladas en Alemania y en Austria, las cuales consisten en la adopción de una política de personal tendente a promover activamente la conciliación y la posterior certificación de la efectividad de dicha política por parte de una auditora de empresas acreditada. Se sigue el siguiente proceso:
Al tomar la decisión de desarrollar un entorno laboral mas propicio a la conciliación por parte de una empresa, esta diseña un plan con unos objetivos concretos junto con una auditora de empresas acreditada por el ministerio competente, que se desarrolla normalmente en tres años. Al cabo del tiempo establecido, se analiza el grado de implementación y eficacia del plan y se certifica, en su caso, que la empresa facilita la 
Conciliación o que es “familiarmente responsable” o una “empresa amiga de la familia”. Esta acreditación es temporal, y puede ser utilizada en la publicidad de los productos de la empresa y en su autopresentación al exterior, al igual que sucede con la certificación de calidad.

El interés de la empresa no sólo deriva de su rentabilidad publicitaría y la mejora de la imagen corporativa que representa, sino que reporta beneficios más amplios: mejora la motivación y la productividad de los trabajadores, se reduce el estrés de los empleados y disminuye el absentismo, aumenta al mismo tiempo su atractivo como lugar de trabajo adquiriendo así una mayor capacidad de selección de personal.

Las medidas que suelen incluirse se refieren a las horas de trabajo, posibilidad de trabajar a tiempo parcial, salarios, prestaciones familiares (guarderías o subvenciones con fines familiares), políticas de información y comunicación, entre otras.  

Otra medida, sobre todo en los países de influencia Alemana, se han desarrollado concursos para seleccionar a la empresa del año que más facilita la conciliación y eventualmente, no discrimina en razón del sexo.

En un plano más concreto, se puede mencionar la decisión de la Generalitat de Cataluña de mejorar las prestaciones ligadas a los permisos legales por motivos familiares. Se ha establecido para las funcionarias/os una reducción del salario de un 20%, en lugar de un 33%, en los casos de reducción de jornada en un tercio por motivos familiares y del 40%, en lugar de un 50% para los que disminuyan su horario a la mitad. Por otro lado, las funcionarias/os con hijos menores de 12 años tienen la posibilidad de llegar hasta media hora mas tarde de la hora establecida de entrada al trabajo, debiendo , no obstante, compensarlo.

Otra práctica que se ha desarrollado para aumentar el marco de la flexibilización de la duración de la jornada de trabajo, es la compensación de horas extraordinarias, con tiempo libre, disponer de días libres para resolver asuntos personales con la recuperación de las horas correspondientes , así como la posibilidad de comprimir la duración de la jornada en cuatro días y medio.  

Algunas Empresas se han integrado dentro del programa OPTIMA, el cual es un proyecto promovido por conjuntamente por el Instituto de la Mujer y la Confederación Sindical de Comisione Obreras, inspirado en el modelo de Auditorias sociales pero que va mas allá de lo que es estrictamente conciliación de vida familiar y vida laboral para luchar contra la discriminación por razón de sexo. . El objetivo es la detección de prácticas discriminantes, la mayor parte de las veces encubiertas, en las empresas adscritas al programa, para diseñar a partir de su identificación un plan de acción específico que resulte viable con objeto de eliminar tales prácticas.
Las medidas que incluyen estos planes tienen como fin facilitar la incorporación, permanencia y promoción de las mujeres y cubren las àreas de acceso al empleo, formación en el trabajo, promoción, acoso sexual, representación sindical y conciliación de vida familiar y laboral, entre ellas: flexibilidad horaria entre sus diversas modalidades y la posibilidad de compartir jornada entre dos trabajadoras o el teletrabajo, programas de sensibilización en el reparto de responsabilidades familiares entre los cónyuges. El programa tiene un seguimiento anualestableciendose para ello una serie de indicadores de cumplimiento. El igual que las auditorias sociales, se concede el distintivo de calidad que lleva por nombre “Entidad colaboradora en Igualdad de Oportunidades”.

La red de parentesco es uno de los principales recursos de los que disponen las familias para conciliar vida familiar y vida laboral ( Gráfico 8), hecho que queda demostrado según valoraciones recogidas en distintos estudios.

 


Gráfico 8 - Opinión acerca de la importancia de la ayuda familiar para la conciliación de la vida familiar y laboral por edad de la mujer entrevistada. En porcentaje. 1998


A mayor edad de las mujeres y cuanto mas avanzado está el ciclo familiar, la importancia de la ayuda de las familias decrece al ser los hijos más autónomos, además de poder contar con la ayuda del hijo mayor.  
La principal fuente de ayuda familiar son los abuelos, principalmente los maternos y en particular la abuela. Los demás miembros , especialmente la hermana también pueden desempeñar ocasionalmente un apreciable papel en este sentido.

La ayuda familiar adquiere múltiples formas: para el cuidado cotidiano antes de que los niños sean escolarizados, para llevarles al colegio o recogerlos, para su cuidado y atención cuando están enfermos, durante las festividades escolares o durante las vacaciones. Pero en la medida de la incorporación de la mujer al trabajo también alcanza a las abuelas, sobre todo en los países centroeuropeos, limitándose también su disponibilidad.

Para promover la conciliación de la vida laboral y familiar es imprescindible también un reparto justo de las responsabilidades familiares entre los cónyuges. El trabajo doméstico y el cuidado de los niños esta muy todavía muy desigualmente distribuido y aunque es perceptible un cambio hacia una mayor participación de los hombres, las diferencias continúan siendo muy grandes.
Como se ha argumentado, en la medida que los hombres asuman su cuota de responsabilidad en el espacio doméstico y “vivan en sus propias carnes” la verdadera dimensión del problema, no sólo serán más sensibles sino que tendrán también un interés personal mucho mayor en la creación de un entorno laboral y social más propicio a la asunción de responsabilidades familiares.  

Un reparto más igualitario de las responsabilidades familiares es así un instrumento más en la lucha contra la discriminación en razón del sexo y en la promoción de la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres.


Bibliografía

· Alborch, C ( 2004). Libres. Ciudaddanas del mundo. Ed. Aguilar. Madrid.

· Berbel Sanchez, S. ( 2004). Sin cadenas ( Nuevas formas de libertad en el siglo XXI). Ed. Narcea. Madrid.

· CECS ( 2004). Informe España 2004. Ed. Fundación Encuentro. Madrid.

· Méda, D. ( 2002) El tiempo de las mujeres. Conciliación entre la vida familiar y profesional de hombres y mujeres. Ed. Narcea. Madrid.

· Riviere, M. ( 2000)El mundo según las mujeres. Ed. Aguilar. Madrid.










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