Autor/autores:
Alejandro Vera Casas
Fecha Publicación: 26/01/2021
Área temática:
Psicología general .
Integra Terapia
¿Has oído hablar sobre el hambre emocional? Seguramente sí, en este artículo te vamos a contar todo sobre él y su tratamiento.
No es ningún secreto que una dieta correcta y saludable marca la diferencia en el equilibrio y la calidad de vida de las personas. Pero no siempre tenemos ganas de comer alimentos nutritivos. A menudo, debido a la estresante y cansada rutina, buscamos el bienestar en los alimentos calóricos y grasos. Cuando esto sucede, es necesario estar atento, porque este deseo inmediato de ciertos tipos de alimentos para aliviar las emociones puede ser la ansiedad por comer.
El comer emocional no es un trastorno, sino un tipo de alimentación desordenada que tiene un trasfondo psicológico o de comportamiento. Los que sufren el problema buscan en la comida una forma de encontrar sensaciones agradables, deshacerse de los malos sentimientos, buscar alivio y consuelo. Estos sentimientos se encuentran en efecto al principio, pero en poco tiempo, el bienestar causado por la comida puede convertirse en un sentimiento de culpa.
La comida suele utilizarse para camuflar sentimientos negativos como la tristeza, la frustración, la angustia, el aburrimiento y la ansiedad. Varios factores emocionales, momentáneos o no, pueden ser un factor desencadenante para que la persona coma más, incluso sin la necesidad fisiológica de comer. El hambre emocional sigue siendo un gran villano del adelgazamiento porque comer impulsivamente termina convirtiéndose en un hábito. Este comer sin necesidad de ello puede, con el tiempo, hacer que la persona tenga sobrepeso y puede desarrollar incluso obesidad.
El hambre emocional tiene características muy específicas, que difieren enormemente del hambre física. Los principales síntomas son:
Las causas del hambre emocional suelen estar relacionadas con factores psicológicos y con el estado emocional de la persona, y también pueden surgir debido a factores relacionados con el entorno (situaciones difíciles en el hogar, con las relaciones o en el trabajo, por ejemplo), la convivencia y el momento en que la persona vive. La alimentación se convierte en una respuesta para hacer frente a sentimientos y emociones como el estrés, la tristeza, la angustia, la insatisfacción y especialmente la ansiedad. Una rutina estresante o una relación problemática también puede desencadenar el hambre emocional. Recuerde que los sentimientos no son la causa del hambre emocional, sino la forma inadecuada en que las personas se desarrollan para lidiar con los sentimientos.
Antes de comer, es importante hacer un análisis interno para discriminar qué tipo de hambre estamos sintiendo, de manera que sea más fácil identificar el hambre emocional y luego crear estrategias para enfrentarla. Los primeros factores que deben observarse son:
- ¿La necesidad de comer es para satisfacer el hambre fisiológica o es sólo por deseo de un alimento específico?
- ¿Me programo para comer con calma o siento un deseo urgente e incontrolable de comer?
Cuando comer ya no significa algo que se hace para nutrir y se ve como un alivio inmediato del que no podemos controlarnos, tenemos que estar alerta. El hambre emocional suele estar relacionada con el deseo de comer más alimentos grasos, calóricos y con alto contenido de azúcar. Un patrón del hambre emocional es que la comida, de hecho, proporciona una sensación agradable inicialmente. Sin embargo, poco después de comer, el alivio causado por la comida ingerida puede convertirse en un horrible sentimiento de vergüenza o arrepentimiento.
El hambre emocional puede ser uno de los principales obstáculos para la pérdida de peso, el mantenimiento del peso e incluso para el aumento de peso en el famoso efecto acordeón. Esto se debe a que en estos casos la persona termina siendo rehén de sus emociones y la planificación de la comida tiende a fluctuar de acuerdo a ellas.
Si el paciente tiene un mal día o una mala semana, con muchos altibajos, esto seguramente se reflejará en la calidad y cantidad de la comida, obstaculizando directamente los intentos de perder peso. Incluso cuando una persona se somete a una cirugía bariátrica y pierde peso, puede volver a engordar si sufre de hambre emocional.
Si no se produce un cambio en la cabeza y la relación que desarrollamos con la comida, aunque tengamos un estómago pequeño, el paciente seguirá manteniendo los mismos hábitos alimenticios, la misma búsqueda de alivio en la comida y los famosos "pensamientos gordos", una combinación explosiva para la frustración y el aumento de peso. Por eso es tan importante la orientación y el tratamiento psicológico de los expertos.
Algo que puede ser muy eficaz es hacer ejercicios para bajar de peso y así, reducir el impacto de la culpa por aumentar de peso de manera descontrolada.
El hambre emocional no equivale a la compulsión por la comida, pero puede ser un síntoma o un desencadenante para desencadenar un episodio compulsivo. Es normal comer impulsado por la emoción o comer demasiado en algunas situaciones de la vida. Esta cuestión debe considerarse un problema cuando la alimentación se vuelve exagerada, incontrolable y se produce de forma recurrente. Cuando el hambre emocional no se controla y se convierte en el único medio de lidiar con las emociones, el paciente puede devolver episodios de compulsión alimenticia cuando experimenta momentos complicados.
El hambre Física es aquella hambre que se siente habitualmente de forma física y que aparece de forma gradual. Es decir, debido a una necesidad fisiológica, la persona siente el ronquido del vientre, se irrita, puede sentir dolores de cabeza y se siente débil.
En este caso, la alimentación se puede hacer con una variedad de alimentos que tienen la función de nutrir el cuerpo. Este tipo de hambre tiende a comenzar a un ritmo reducido y suele aumentar gradualmente a medida que aumenta el tiempo de la última comida tomada y se satisface cuando la persona come. En el hambre emocional, como el nombre ya lo dice, la persona come movida por sus emociones, aunque la mayoría de las veces los pacientes no son capaces al principio de establecer la relación entre la comida y los sentimientos involucrados.
La comida, en este caso, se utiliza para curar algún malestar emocional, ya sea por un sentimiento de frustración, tristeza, ansiedad o cualquier otra razón. Es común que el hambre emocional se vincule a la idea de merecer. Por ejemplo: Después de un día de trabajo duro, la persona come algo calórico porque, en su opinión, merece una recompensa después del día agotador y estresante. Esto genera una relación errónea con la comida, porque la persona come como recompensa por el desgaste experimentado y busca este tipo de recompensa cuando se siente así (agotado, estresado, etc. )
La primera medida que hay que tomar al darse cuenta de que se tiene ansiedad es también la más difícil para algunas personas: ¡Abortar las dietas milagrosas! Obstaculizan el proceso y con el tiempo de tratamiento los pacientes son capaces de percibirlo y modificarlo, encontrando nuevas y más formas más de buscar el equilibrio entre el bienestar emocional y hacer las paces con el cuerpo y el peso. No siempre es posible lograr esto solo, la mayoría de las veces los pacientes terminan sintiéndose perdidos y dando vueltas en círculos.
Tratan de establecer un plan de alimentación y pronto se encuentran devastados por episodios compulsivos o por la pérdida de alimentos. Este ciclo es muy malo no sólo para la pérdida de peso, sino sobre todo para la autoestima del paciente que, tras innumerables intentos frustrados, empieza a desacreditarse. Para romper este ciclo y reanudar el equilibrio, es necesario tratar con un psicólogo especializado en el hambre emocional y en el proceso de adelgazamiento, así como con un nutricionista que apoye el tratamiento, cuando sea necesario.
Con la orientación y el tratamiento adecuado, el paciente desarrollará las habilidades necesarias para la transformación de sus hábitos, pensamientos y sentimientos.
Hay varias maneras de tratar el hambre emocional y superarlo sin dejar que los factores emocionales influyan en la dieta. Para ello, es necesario adoptar un comportamiento consciente y cambiar algunos hábitos que pueden ser desencadenantes del problema. Para empezar, es necesario identificar las razones que conducen al deseo de comer en exceso.
Algunos sentimientos, emociones y situaciones pueden hacer que aparezca el hambre emocional. Por lo tanto, es importante ser consciente de las causas del problema y tratar de identificarlas para que haya una conciencia y no dejar que las emociones influyan directamente en la relación con el alimento. Para muchas personas es difícil revertir esta situación por sí mismas, y en estos casos, para que los síntomas del hambre emocional disminuyan, es importante contar con un psicólogo especializado que dé apoyo y ayude al paciente a encontrar una relación más provechosa y un comportamiento más funcional con la comida y sus emociones. El tratamiento proporciona excelentes resultados y asegura estos cambios de manera sostenible y saludable.
Independientemente del grado de hambre emocional, es extremadamente importante buscar tratamiento. No sólo por la cuestión de la pérdida de peso saludable, sino también por la calidad de vida y la autoestima, teniendo en cuenta que los pacientes, además de sufrir la falta de control alimentario, también sufren de culpa, arrepentimiento, baja autoestima y ansiedad. Hay varios tipos de tratamientos que pueden ayudar a las personas que sufren de hambre emocional. Lo ideal es buscar un tratamiento psicológico junto con un seguimiento nutricional especializado.
El nutricionista se alineará con el paciente de la mejor manera para llevar a cabo la planificación de la alimentación, utilizando técnicas de nutrición de comportamiento y estableciendo una relación consciente y saludable con la comida.
La terapia cognitivo-conductual es una referencia en el área clínica para tratar el proceso de la pérdida de peso, los trastornos alimenticios y el hambre emocional. Trae resultados seguros y enseña al paciente a construir una nueva forma de relacionarse con la comida. El tratamiento tiene por objeto aportar los siguientes beneficios:
Palabras clave: hambre emocional
Jesús Pérez Hornero
Psicólogo - España
Fecha: 01/02/2021
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