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Efecto de la musicoterapia en la autoestima, estado de ánimo y asertividad en mujeres maltratadas.

Fecha Publicación: 01/03/2005
Autor/autores: Clara Parra Peñafiel

RESUMEN

El objetivo de este estudio piloto es conocer el efecto que tiene la musicoterapia en las variables autoestima, depresión y asertividad en el colectivo de las mujeres maltratadas, habiéndose obtenido resultados positivos en poblaciones con problemas similares. Se llevó a cabo un diseño N=1, A-B, cuantitativo, en trece sesiones, midiéndose las mencionadas variables antes y después del tratamiento con cuestionarios estandarizados (Autoconcepto Forma 5: AF-5, García y Musitu, 2001; 30 ítems, ; escala de habilidades sociales :EHS, Gismeno, 2002; 33 ít y cuestionario Estructural Tetradimensional para la depresión , Forma Breve y escala para el seguimiento: CET-DE, Alonso-Fernández, 1995; 16 ít. versión breve). También se realizaron registros cuantitativos diarios de las variables estudiadas por medio de hojas de seguimiento. Se utilizó una variedad de actividades musicoterapéuticas.

Los resultados muestran mejoras en las tres variables a través de ambos métodos de medida. Autoestima: 20, 24% (cuestionario), 31, 11% (hoja de seguimiento); depresión: 41, 38% y 10, 64%; asertividad: 11, 2% y 21, 93%. Los datos revelan que este tipo de terapia puede ser eficaz para esta población, a pesar de no poderse generalizar los resultados por tratarse de un estudio de caso único. Como víctimas de violencia doméstica, las mujeres maltratadas sufren de abuso físico, emocional y sexual. El abusador establece control y miedo en la relación por medio de la intimidación, amenazas y abuso psicológico, incluyendo insultos y humillaciones, aislamiento de la familia y amigos, retención de dinero, atribución de culpabilidad y actos de violencia físicos y sexuales. El abuso es el factor constante y aterrorizante, tanto si estos métodos se utilizan esporádicamente o durante todo el tiempo (American Psychological Association, 1996; cit. en Whipple y Lindsey, 1999). La violencia doméstica es la principal causa de lesión en las mujeres, causando más daño que los accidentes de tráfico, atracos y asaltos sexuales combinados. Aproximadamente el 95% de la violencia doméstica se da por parte de hombres contra mujeres. Más de un millón de mujeres sufren violencia no fatal por una persona cercana cada año y una de cada tres experimenta como mínimo una agresión física por la pareja durante la edad adulta, pero se estima que son reportados a la policía sólo la mitad de los casos (Bureau of Justice, 1994; Bureau of Justice, 1995, cit. en Whipple y Lindsey, 1999). En el Estado Español, un total de 168 mujeres han muerto entre los años 2001 y 2003 (Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, cit. en ?168 mujeres asesinadas?, 2004 y Quetglas, 2004). Durante el año 2003 el número de mujeres muertas a manos de sus parejas (65) aumentó más de un 20 por ciento respecto al 2002 (?Las mujeres?, 2004). Las mujeres que fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas entre los años 2001 y 2003 habían presentado una denuncia contra su agresor en el 62, 96% de los casos (Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, cit. en ?El 63% de las mujeres?, 2004). Durante el año 2002, el 70% de las mujeres maltratadas murieron después de anunciar su intención de separarse o en trámites de separación (Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, en Burriel 2003). En cuanto a las denuncias, hasta diciembre de 2003, se presentaron 46. 012 por agresión, un 6% más que el año anterior (?Las mujeres?, 2004). En los Estados Unidos cada 9 segundos se produce una agresión física a una mujer por parte de su compañero (Fusión, 2003) y se estima que cada 9 minutos y medio una mujer muere asesinada en algún lugar del mundo (Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, cit. en Burriel, 2003). Hasta finales de noviembre de 2004 el número de femicidios asciende a 59 (Instituto de la Mujer, cit. en Maestro, 2004). El colectivo de ?mujeres maltratadas?, sea por maltrato físico o psicológico, se caracteriza por un cuadro sintomatológico formado por, entre otros síntomas, alta ansiedad, depresión, baja autoestima y miedo , dificultad en la expresión de sentimientos y las estrategias de afrontamiento, sentimientos de impotencia y desesperanza y baja asertividad (Arias y Pape, 1999; Echeburúa, Corral, Sarasua y Zubizarreta, 1996; Haj-Yahia, 1999; Hightower, Gorton y de Moss, 2000; Kocot y Goodman, 2003; Kubany et al, 2004; Lang, Kennedy y Stein, 2002; Zweig, Crockett, Sayer y Vicary, 1999). Estos síntomas pueden resultar en el diagnóstico de síndrome de la mujer maltratada, trastorno por estrés postraumático o codependencia (Arroyo, 2002; Frank y Golden, 1992; Walker , 2003). El abuso emocional se ha encontrado que se da con más frecuencia y es percibido como más perjudicial que el físico, (Follingstad, Rutledge, Berg, Hause y Polek, 1990; Henning y Klesges, 2003; O?Leary, 2001; Street y Arias, 2001), está asociado con un peor estado de salud y funcionamiento que el físico (Castro, Peek y Ruiz, 2003; Wagner y Mongan, 1998), además de precederlo y aumentar su probabilidad y gravedad (Bradley, Smith, Long y O?Dowd , 2002; Echeburúa et al. , 1996; Wathen y McMillan, 2003). El abuso psicológico es el único que contribuye consistentemente a la baja autoestima en las mujeres maltratadas (Aguilar y Nightingale, 1994; Lynch y Graham-Bermann, 2000; Sackett y Saunders, 2001; Tuel y russell, 1998) . El abuso físico estaría más relacionado con los síntomas depresivos (Bradley y Follingstad, 2003; Campbell, 2002; Coid et al. , 2003; Sackett y Saunders, 2001; Tuel y russell, 1998). Se ha encontrado una correlación entre depresión, déficit en habilidades sociales, desesperanza, falta de asertividad y baja autoestima (Bisquerra, 2003) y hay evidencia de que las competencias emocionales son un factor importante de prevención (Trinidad y Johnson, 2002 y Bisquerra, 2003). Hay autores (Rovira, 1998), que consideran la autoestima como la competencia emocional más importante y de la que dependen las demás. Los efectos de la música son científicamente conocidos en el área de las necesidades emocionales de las personas, permitiendo una mayor disponibilidad de los sentimientos que con las palabras (Austin, 1996). La música es eficaz para elicitar e inducir diferentes estados emocionales, los cuales pueden influir en la ocurrencia, frecuencia e intensidad de otros comportamientos ( p. e. : acceso a cogniciones sobre el yo, nivel de motivación, reducción del miedo. . . ), facilitando el cambio terapéutico (Thaut, 1989). La música es una valiosa forma de expresión no verbal que puede permitir dar voz a recuerdos traumáticos almacenados como sensaciones o emociones, más que como narraciones (MacIntosh, 2003). Este proceso puede aportar insights adicionales a la experiencia terapéutica y facilitar la terapia verbal (Rogers, 1995; Smeijsters, 1993, cit. en MacIntosh, 2003). Las intervenciones musicales facilitan incrementos en la autoexpresión y autoestima y mejoran la comunicación interpersonal (Edgerton, 1990; Ficken, 1976; Schmidt, 1983), así como el acceso a nuevas estrategias de afrontamiento por el desarrollo de más respuestas creativas (Austin, 1996). Cassity y Theobold (1990) recogieron las técnicas utilizadas en este colectivo para tratar el área conductual (análisis de letras/ canciones , improvisación y movimiento), afectiva (audición y discusión posterior, improvisación instrumental, vocal y corporal y composición de canciones ), sensorial (relajación y movimiento con música), imaginativa (música de fondo y relajación), cognitiva (música y pintura, audición y discusión posterior, toma de decisiones ?p. e. escoger una canción- y aprendizaje de instrumentos musicales), interpersonal (música placentera orientada al grupo y actividades no musicales seguidas de análisis y procesamiento de los sentimientos de los clientes), adicción de sustancias (audición y discusión posterior y composición de música/ letras), bienestar físico (música para relajar o ejercitar), habla (canciones y cantos específicos, actividades con instrumentos de viento) y comportamiento musical ( composición, cantar, tocar instrumentos y audición), con tipos específicos de actividad según el objetivo terapéutico (tocar o escuchar a una banda pop, corear canciones y escritura de letras). Más recientemente y específicamente para este colectivo, la musicoterapia se ha utilizado para dirigirse a las áreas de habilidades de comunicación, estado de ánimo, autoestima, habilidades sociales, orientación a la realidad , habilidades de afrontamiento, relajación, autoconciencia, sentimiento de identidad y autoexpresión a través de técnicas como la audición, el canto, música y dibujo, tocar un instrumento, improvisación, escritura de letras de canciones y música y relajación (Whipple y Lindsey, 1999). El estudio de Curtis (2000) ha demostrado la eficacia de la musicoterapia para aumentar la autoestima de seis mujeres maltratadas por medio del análisis y escritura de canciones. Otro colectivo estudiado ha sido el de las madres en multiriesgo (Shiraishi, 1997), a las que se las trató con un protocolo de música para escuchar dirigido a áreas como la ansiedad, depresión, estado de ánimo, autoestima y estrés. Las víctimas de abuso sexual también han sido tratadas a través de la musicoterapia, donde se encuentran muchas áreas para trabajar parecidas a las de las mujeres víctimas de violencia doméstica. Clendenon (1991), trabajó con adolescentes para reforzarles la autoestima y la autoconfianza a través de la escritura de canciones, audición y discusión, análisis de letras de canciones, improvisación, movimiento creativo y música con dibujo. También con adolescentes, Slotoroff (1994), se dirigió a trabajar la ira, la asertividad, la autoconciencia, el autocontrol y las habilidades de afrontamiento, esta vez por medio de la improvisación referencial con tambor. Otra adolescente con historia de abuso sexual fue tratada por Lindberg (1995) para trabajar la autoestima, la expresión de sentimientos, la asertividad y la toma de decisiones a través de la escritura de canciones. Volkman (1993) hizo uso de la improvisación para trabajar la expresión de sentimientos en una mujer con historia de abuso físico y sexual. Ventre (1995) utilizó el método GIM (música e imaginación guiada) en otra mujer con historia de abuso sexual, psíquico y físico, para fortalecerle la autoconfianza y trabajar la expresión de los sentimientos y los síntomas del PTSD. Austin (1996) ofrece más estudios con mujeres para continuar tratando las áreas más comúnmente afectadas en víctimas de abuso emocional, físico y/ o sexual, como la autoestima, la asertividad, las relaciones interpersonales y la ira , por medio de la improvisación y el role playing musical. Por su parte , Scheiby (1999), también utilizó la improvisación instrumental para trabajar la autoestima, el autocontrol y la asertividad. Más recientemente, MacIntosh (2003), ha utilizado la escritura de canciones, cantar, improvisación con tambores y ritmos, entonación vocal y relajación con música para dirigirse a las mencionadas áreas de autoestima, autoexpresión, comunicación interpersonal, asertividad, así como para potenciar la autoeficacia y la cohesión grupal. Otros colectivos donde estas áreas están afectadas son las personas mayores solas. (Carle, 1982), por medio de la improvisación vocal e instrumental, actividades manuales y role playing trabajó la interacción social, los sentimientos de pertenencia, la autoestima y asertividad. También presentan problemas de autoestima los adolescentes con perturbaciones emocionales (Haines, 1989), con los que se han utilizado ejercicios de pregunta-respuesta, escritura de canciones, audición, improvisación y actividades con canto y rítmicas. Smeijsters y van den Hurk, (1999) utilizó la improvisación para desarrollar los sentimientos de identidad, autoestima, asertividad, expresión de sentimientos y relaciones, en una mujer con depresión y problemas de identidad. Kerr, Walsh y Marshall (2001), por su parte , demostraron la mayor eficacia de una terapia cognitiva asistida con música para mejorar la ansiedad, afectividad y viveza de la imaginación en un grupo de adultos con ansiedad. Dado el pequeño número de trabajos que se encuentran dedicados al colectivo específico de las mujeres maltratadas, aquí presentamos un estudio piloto dirigido a trabajar la autoestima, la depresión y la asertividad en una mujer maltratada en la que estas áreas están afectadas.


Palabras clave: musicoterapia, autoestima
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Tratamientos .

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