La totalidad corporal se manifiesta al exterior mediante la expresividad psicomotriz o armonía corporal; a través de las relaciones que el sujeto establece con su entorno y que son el resultado de la integración de su esquema corporal, entre el cuerpo real y la imagen corporal. Cuando nace un niño con alguna discapacidad, en la mayoría de los casos la compensación es la sobreprotección. He podido observar en mi práctica profesional que en muchos casos, los posibles movimientos del niño son realizados por la madre. Con esta actuación se le induce a una gran pasividad. Se comienzan a significar las incapacidades en detrimento de las capacidades adquiridas ya en vida intrauterina.
Esto fue justificado por Milani Comparetti (2002), que observó la correlación que existía entre vida intra y extrauterina, concluyendo que a las veinte semanas de vida intrauterina el feto ha adquirido todos los movimientos de la vida adulta. Muchas veces la familia, actuando por amor y sin darse cuenta de ello, ayuda a estructurar la incapacidad, anulando la potencialidad global de este niño, que hasta llegar a la adolescencia va perdiendo todas sus posibilidades de expresividad psicomotriz. Si en toda su primera e incluso segunda infancia no se estimula suficientemente al niño para que poco a poco sea autónomo y siempre en función de sus propias posibilidades, pero ayudándole a ser cada vez más él mismo, podemos encontrarnos con un chico/a que no vivencie su cuerpo como una unidad armónica, produciéndose en ciertas situaciones la no representación psíquica de determinadas partes del mismo.
Psicomotricidad terapéutica y discapacidad. La psicomotricidad como expresión de la globalidad.
Montserrat Costa i Canals.
Psicomotricista. Profesora Titular del Departamento de Métodos de Investigación y diagnóstico en Educación de la Universidad de Barcelona. Directora y Formadora del Master en Mediación Corporal en psicomotricidad de IL3 y la UB.
Resumen
La totalidad corporal se manifiesta al exterior mediante la expresividad psicomotriz o armonía corporal; a través de las relaciones que el sujeto establece con su entorno y que son el resultado de la integración de su esquema corporal, entre el cuerpo real y la imagen corporal. Cuando nace un niño con alguna discapacidad, en la mayoría de los casos la compensación es la sobreprotección. He podido observar en mi práctica profesional que en muchos casos, los posibles movimientos del niño son realizados por la madre. Con esta actuación se le induce a una gran pasividad. Se comienzan a significar las incapacidades en detrimento de las capacidades adquiridas ya en vida intrauterina. Esto fue justificado por Milani Comparetti (2002), que observó la correlación que existía entre vida intra y extrauterina, concluyendo que a las veinte semanas de vida intrauterina el feto ha adquirido todos los movimientos de la vida adulta. Muchas veces la familia, actuando por amor y sin darse cuenta de ello, ayuda a estructurar la incapacidad, anulando la potencialidad global de este niño, que hasta llegar a la adolescencia va perdiendo todas sus posibilidades de expresividad psicomotriz. Si en toda su primera e incluso segunda infancia no se estimula suficientemente al niño para que poco a poco sea autónomo y siempre en función de sus propias posibilidades, pero ayudándole a ser cada vez más él mismo, podemos encontrarnos con un chico/a que no vivencie su cuerpo como una unidad armónica, produciéndose en ciertas situaciones la no representación psíquica de determinadas partes del mismo.
Introducción
El proceso individual que realiza una persona hacia una realidad corporal integrada, la sitúa dentro del contexto teórico de la totalidad corporal. La totalidad corporal se manifiesta al exterior mediante la expresividad psicomotriz o armonía corporal; a través de las relaciones que el sujeto establece con su entorno y que son el resultado de la integración de su esquema corporal, entre el cuerpo real y la imagen corporal.
Nos dice (1) Doltó, F (1994) que es gracias a nuestra imagen corporal, sostenida y atravesada con nuestro esquema corporal, que podemos entrar en comunicación con los otros.
Cuando nace un niño con alguna discapacidad, en la mayoría de los casos la compensación es la sobreprotección. He podido observar en mi práctica profesional que en muchos casos, los posibles movimientos del niño son realizados por la madre. Con esta actuación se le induce a una gran pasividad. Se comienzan a significar las incapacidades en detrimento de las capacidades adquiridas ya en vida intrauterina. Esto fue justificado por (2) Milani Comparetti (2002), que observó la correlación que existía entre vida intra y extrauterina, concluyendo que a las veinte semanas de vida intrauterina el feto ha adquirido todos los movimientos de la vida adulta. Muchas veces la familia, actuando por amor y sin darse cuenta de ello, ayuda a estructurar la incapacidad, anulando la potencialidad global de este niño, que hasta llegar a la adolescencia va perdiendo todas sus posibilidades de expresividad psicomotriz.
Si en toda su primera e incluso segunda infancia no se estimula suficientemente al niño para que poco a poco sea autónomo y siempre en función de sus propias posibilidades, pero ayudándole a ser cada vez más él mismo, podemos encontrarnos con un niño/a que no vivencie su cuerpo como una unidad armónica, produciéndose en ciertas situaciones la no representación psíquica de determinadas partes del mismo. La no adquisición de su imagen corporal.
Por ello la psicomotricidad, a través de la acción del psicomotricista, escucha el cuerpo del niño/a, decodifica movimientos incoordinados, atiende a su inmovilidad, a sus estereotipos y entiende el tono muscular como medio de comunicación. Debe permitirle al niño, tener una adecuada imagen corporal, pese a un esquema corporal inválido, a partir de un abordaje terapéutico global e interdisciplinario, mediante la psicomotricidad.
Podemos decir que ésta es la función de la psicomotricidad, en el caso de niños/as con discapacidades, y que la misma viene dada por el tipo de discapacidad, ya que será necesario individualizar la intervención a lo largo de toda la sesión.
A veces, ante discapacidades graves, da la impresión de que es tanta la necesidad de reeducación que ese niño/a necesita, que parece que lo psíquico, lo emocional, lo psicomotriz, lo cognoscitivo, no tienen cabida. Pero la aplicación de la psicomotricidad en toda su plenitud (técnica de trabajo corporal que integra la globalidad de la persona: lo motriz y el movimiento, lo sensorial, lo emocional y afectivo, lo cognoscitivo, la abstracción, el pensamiento y el lenguaje mediante la representación), nos demuestra como puede llegar a ser de importante la experiencia de esta práctica para los niños que presentan graves discapacidades.
Con la psicomotricidad trabajamos:
- El niño como un ser global
- El cuerpo como una unidad de placer y displacer Podemos decir que la aplicación práctica en el trabajo específico de los niños y niñas que presentan una “discapacidad cognitiva” nos lleva a contemplar un objetivo y unos contenidos muy generales, que variarían en cada caso concreto y que girarían entorno a:
- La estimulación tónica global, considerando que el tono muscular es totalmente afectivo y solo madura en la relación vincular”
- accediendo a una mejor imagen corporal, mas estable y mejor estructurada.
- accediendo a una mejor comunicación
- facilitando el acceso a la descentración y a los aprendizajes estructurados.
-Estimulando la función tónica del equilibrio a partir de adquirir un buen nivel de grounding ("enraizamiento") que es el contacto energético de los pies con la tierra y por lo tanto adquiriendo mayor seguridad y autoconfianza.
. Recuperar el placer del movimiento mediante la vivencia sensorio-motriz y el sentido de la acción, mediante el juego simbólico.
Por lo tanto la intervención psicomotriz ha de ir mucho más allá que la propia discapacidad, para poder abordar la dificultad desde esa globalidad e integrar de esta forma todas las necesidades del niño/a.
- dificultades de comunicación (inhibición o agresividad)
- niños que se muestran muy inestables en clase
- niños que presentan grandes dificultades de comprensión y de atención
La psicomotricidad como expresión de la globalidad
Entendemos por psicomotricidad una técnica de trabajo que aborda la globalidad desde tres grandes aspectos:
Lo motriz y de movimiento
Lo emocional y afectivo
Lo cognosticivo y el lenguaje
Se trata de un amplio trabajo desde la globalidad, integrando en la misma lo motriz y el movimiento, la gestualidad con todos sus procedimientos, lo emocional y lo afectivo, lo social y comunicativo, el lenguaje en todas sus formas expresivas, lo cognitivo y la abstracción, así como la conceptualización.
Como podemos observar, unir todos estos conceptos supone entender el ser humano como un ser global, una unidad psicosomática indisociable: Cuerpo y mente, lo corporal y lo psíquico.
Esa globalidad establece una unidad de conjunto que integra además del desarrollo corporal dinámico y estable, bien coordinado y equilibrado: un desarrollo armónico de la personalidad del niño/a , de sus capacidades y sus dificultades de adaptación, familiares y sociales; y que lógicamente están totalmente relacionadas con factores psicoafectivos, emocionales y relacionales, favoreciendo su estabilidad emocional y afectiva, como base para un buen desarrollo cognitivo.
El psicomotricista ha de escuchar al cuerpo mediante la actividad espontánea, para entender como está en cada momento ese niño/a, y por ello debe ir desglosando uno a uno todos los mensajes que el niño/ va emitiendo en su juego, su movimiento, sus relaciones…. . para entender su demandas y poder responder a ellas, ver sus carencias y ayudarle a compensarlas, ayudarle en sus relaciones con los demás, para facilitarle su comunicación y el acceso a la abstracción.
Son importantes aspectos tales como su tonicidad y sus actitudes posturales. Éstas pueden clarificar la significación del movimiento y su contenido latente: “lo que se está diciendo, lo que se está ocultando”. La tonicidad del niño/a nos muestra su realidad tal como es, como se ha vivido y sentido. Expresa la vivencia subjetiva y su relación afectiva y social.
Por otra parte para mi merece una profunda reflexión tener en cuenta que en el trabajo terapéutico, la calidad del contacto con el niño/a es mucho más importante que la técnica. Vínculo, mirada, voz, toque … y todas aquellas actividades y juegos que puedan surgir de todo ello.
De la calidad y riqueza de ese contacto, así será el resultado que obtendremos en el trabajo con los niños/as.
Os hago partícipes de unas citas de (3) Lowen, A. (1992) que vienen al caso del tema de la globalidad del niño/a que estamos abordando:
“Cuando miro al cuerpo de una persona leo la expresión de las partes, pero reservo la interpretación hasta que tenga una sensación de la totalidad… No me concentro en uno u otro segmento específico. Yo trabajo con el cuerpo como una totalidad, integrando las diferentes técnicas, en orden a movilizar los segmentos bloqueados”(4) (Lowen, A. 1992, 4 )
“Lo que importa no es lo que hacemos, sino cómo comprendeos la vida y los procesos vivientes, incluyéndonos a nosotros mismos” (5) (Lowen, A. 1992, 26 )
Las sesiones de psicomotricidad terapéutica, su objetivo y sus contenidos
La intervención psicomotriz podemos abordarla desde dos ámbitos, el educativo y el terapéutico.
En esta comunicación me referiré específicamente al ámbito terapéutico.
Teniendo en cuenta que uno de los objetivos primordiales de la psicomotricidad es el aspecto relacional y de comunicación , tal como indico en líneas anteriores, buscando la integración entre cuerpo real e imagen corporal, definiríamos de forma mas concreta el Objetivo global de la intervención psicomotriz en terapia “como una necesidad de lograr la integración corporal”
Este objetivo es muy amplio, pero necesario a tener en cuenta desde el principio de la intervención, ya que sin esa integración no es posible lograr la “totalidad corporal”, base de una buena adquisición del esquema corporal con todas sus connotaciones.
La evolución y maduración psicomotriz forma parte del trabajo esperado en una intervención psicomotriz terapéutica y que podemos concretar en los siguientes aspectos y acciones, como parte de todo un proceso, en contacto con el adulto (psicomotricista) y siempre individualizado:
1. - Juegos de seguridad profunda
2. - Maternage
3- Juegos pre-simbólicos
4. - Actividades de sensorio-motricidad y de percepción
5. - Juego simbólico y de dramatización
Todo esto nos lleva a conseguir una buena armonía corporal y expresiva favoreciendo unas habilidades psicomotríces específicas tanto para el deporte como para las artes deportivas.
Así como estimulando y madurando el lenguaje, la abstracción, la cognición y el descentramiento desde todos los ámbitos de expresión.
Este sería el proceso del trabajo psicomotriz terapéutico. Para que la intervención sea completa, ésta se hará desde la individualización, en pequeño grupo de tres niños/as como máximo o individual, en función de las necesidades del o los niños/as.
1. Los juegos de seguridad profunda
Son actividades tónico-emocionales centradas sobre todo en el tono muscular y en las sensaciones corporales de origen propioceptivo, que ofrecen al niño un espejo sensorial y tónico; que una vez integrado será la base para la estructuración del –yo corporal e imagen corporal. Favorecen el autoconocimiento y facilitan un adecuado ajuste al medio, con la presencia e interrelación del adulto) relación adulto - niño y niño – niño; junto con la voz y la respiración, etc. garantizándole una gran seguridad, permitiendo al adulto provocar e iniciar pequeñas pero claras y bruscas rupturas en los estímulos ofrecidos (de tono, velocidad, ritmo)
También son actividades motrices, que se centran en las estimulaciones laberínticas y desequilibrios a través del balanceo y la caida, facilitado todo ello, por la intervención del psicomotricista mediante mecimientos, arrastres, giros y rotaciones, que configuran la interrelación que se da entre las sensaciones, las emociones, el movimiento y la relación con el exterior.
2. - Actividades de “Maternage”
Las actividades de maternage utilizan mecanismos de contacto con el objetivo de faciliar la creación de vínculos significativos, a partir de las funciones de contención, seguridad y reconocimiento del niño, permitiéndole vivir experiencias que les hacen revivir el recuerdo y las vivencias de aquellas situaciones en las que fue sostenido y contenido, por su objeto afectivo, durante los primeros meses de su vida. Son actividades fundamentales en la construcción de los elementos sensoperceptivos y posturales. El psicomotricista propone al niño/a juegos que apoyen las estimulaciones de contacto, como acoger, agarrar, masajear, presiones y deslizamientos, así como de contención a través de la palabra.
3. - Juegos pre-simbólicos.
Son actividades que responden a la iniciativa del niño y le permiten construir su identidad corporal, organizar su mundo, realizar imitaciones, tener respuestas de anticipación, simulación y participación en situaciones fingidas básicas que facilitan la posterior aparición del juego simbólico. En estos juegos el niño/a asocia vivencias y situaciones de aparecer/desaparecer; llenar /vaciar; construir/destruir; entrar/salir, subir/bajar; esparcir/reunir, meter/sacar, así como los juegos de persecución y de oposición, mediante los que el niño/a podrá jugar los dos roles (perseguidor/perseguido); (el que empuja o el que se resiste); actividades, que al margen de la capacidad de ejercitación de destrezas que pueda tener, descubren una intención lúdica y comunicativa básica.
4. - Actividades de sensorio-motricidad y de percepción
Con estas actividades le potenciamos la vivencia de su propio cuerpo; el placer del cuerpo, del movimiento, de las sensaciones interioceptivas y propioceptivas, sin otras connotaciones más que el placer por el placer de las sensaciones y emociones que este juego puede despertar. Se trata de potenciar una vivencia afectiva del propio cuerpo, de permitir vivir situaciones y sensaciones que han sido y continúan siendo fundamentales para una evolución armónica. Esta vivencia afectiva es posible gracias, no solo a la presencia permisiva de un adulto, sino a la posibilidad que ofrece, si es necesario, de compartir este placer del juego y del movimiento, poniendo su propio cuerpo disponible a la relación corporal. Serian actividades que realizaría el niño/a tales como: subir, deslizarse, gatear, trepar, voltear, arrastrarse, saltar, correr, etc. .
La vivencia sensoriomotriz basa la futura construcción perceptiva y mental de la propia imagen al espejo, como la confirmación de la propia totalidad.
5. - Juego simbólico y de dramatización
Una mesa girada se convierte en un coche, en un tren, en un autobús, los papelitos en comida, a la muñeca se la riñe como lo hace mamá o papá. Las telas de colores son bonitos vestidos de fiesta, o sábanas de una camita; una maderita, o una pinza de tender se convierte en una pistola …
El juego simbólica representa el pensamieto egocéntrico del niño que, mediante el juego, deforma la realidad para satisfacer sus necesidades. Conforme el niño se va desarrollando se puede observar claramente como este tipo de juego se va haciendo cada vez más complejo. Poco a poco el juego pasa de ser individual a realizarse en grupo.
El juego simbólico tiene una gran transcendencia en el desarrollo intelectual del niño porque a través de él el niño/a desarrolla la capacidad de simbolizar, lo que contribuye a desarrollar la comprensión, asimilación y desenvolvimiento con éxito de cualquier tipo de aprendizaje futuro. Por ello, es esencial conocer la esencia de este tipo de juegos.
La intervención
Formas de intervenir
La psicomotricidad se dirige a la maduración del niño/a y lo somete en el cambio de una motricidad no activa a una motricidad activa.
Para ello el psicomotricista le acoge y le da seguridad afectiva, escucha las reacciones tónico-emocionales, comprende y da sentido a la expresividad.
Se ajusta a las producciones motóricas expresivas y al juego corporal: propone y contiene, utilizando y poniendo en juego el espacio, los objetos, palabra y el propio cuerpo, que está preparado para reconocer los códigos gestuales y las resistencias.
El psicomotricista interviene directamente con su cuerpo, utilizando distintas formas de comunicación y en especial el diálogo tónico. Actúa a nivel empático-tónico-emocional para situar el funcionamieto comunicativo del sujeto en una dinámica de evolución, favoreciendo el desbloqueo del proceso de reorganización de los afectos y del psiquismo a partir del tono y de la motricidad.
Realiza actividades lúdicas, placenteras y distendidas. El niño juega por naturaleza y pone en juego aspectos de acogida, atención, disponibilidad estrechamente relacionados con aspectos más técnicos ligados a la comprensión y a la puesta en marcha de estrategias de intervención, facilitando una relación de seguridad y de dominio del propio acto psicomotor, por cuanto el mismo pueda ser deficiente y produzca sufrimiento.
El psicomotricista entra en el juego del niño, intercambiando, disfrutando juntos, pero sin perder la realidad de que él es el adulto, por lo tanto la figura de seguridad y el punto de referencia. En su acción hay una exigencia de integración activa de las competencias teóricas, prácticas y personales reunidas. Su formación y su práctica activa.
Sintetizando podemos decir que el psicomotricista representa el espejo del placer y permite la puesta en juego de la globalidad expresiva que surge del movimiento. Su especificidad profesional, le lleva a contar con un proyecto anual, amplio, que da importancia al intercambio de información a nivel sistémico entre padres, psicomotricista, médicos, rehabilitadotes, etc. porqué es solo con una dinámica de coherencia y de colaboración que el itinerario de intervención psicomotriz.
Nuestra propuesta de trabajo psicomotriz terapéutico parte de lo positivo, de lo que los niños/as pueden hacer y no de lo que no pueden hacer, porque partiendo de esa premisa podemos darles la oportunidad de adquirir y desarrollar su pensamiento, también evitamos que aparezcan reacciones de defensa que solo limitarían nuestras posibilidades de intervención y sus capacidades de evolución.
La sala de psicomotricidad es un lugar de encuentro dónde somos aceptados, tal cual somos, no caben las sobreprotecciones, culpabilizaciones. Dejémosles que exploren, se relacionen y se vivan con placer.
Bibliografía citada
1) DOLTO, F. (1994) La imagen inconsciente del cuerpo. Paidós. Buenos Aires.
2) MILANI COMPARETTI, M. ; TORRES ACOSTA, R; NESTOR OSORIO, S. (2002) Elementos para la enseñanza de la bioética. Ediciones el Bosque. Buenos Aires.
3)4)5) LOWEN, A. (1992) Revista "Bioenergetic Análysis". Vol. 1, nº 1.
Bibliografía citada y consultada
ARNAIZ, P. y otros (2001) La psicomotricidad en la escuela: Una práctica preventiva y educativa. . Aljibe. Archidona
ANZIEU, D (1987) Yo piel . Edit. Biblioteca Nueva - Madrid
AUCOUTURIER, B. (1985) La práctica psicomotriz reeducación y terapia” Cient. Médica, BCN
BOWLBY, J. (1976) El vínculo afectivo. Edit. Paidós - Barcelona
DOLTO, F. (1994) La imagen inconsciente del cuerpo. Paidós. Buenos Aires.
LAPIERRE, A. (1997) psicoanálisis y análisis Corporal de la Relación Edit. Desclée - Bilbao
LOWEN, A. (1992) Revista "Bioenergetic Análysis". Vol. 1, nº 1.
LOWEN, A. (1993) La depresión y el cuerpo . Alianza Editorial. Madrid
LLORCA, M (2002) La práctica psicomotriz: Una propuesta educativa mediante el cuerpo y el movimiento. Aljibe. Archidona.
MALEY, M. y otros (1981) “Cursos de formación en Bioenergética” Inédito
MILANI COMPARETTI, M. ; TORRES ACOSTA, R; NESTOR OSORIO, S. (2002) Elementos para la enseñanza de la bioética. Ediciones el Bosque. Buenos Aires.
URAUIZU J. y ARIAS P. (1999) “El análisis Bioenergético y la Vegetoterapia Caracteroanalítica. Dos caminos diferentes. Energía, carácter y Sociedad 1990, Vol. 8 (1) Mayo-Nov. , Págs. 48-79
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