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Codependencia y estrés marital. Un enfoque psicoinmunoneuroendocrinológico.

Autor/autores: Sofía Patricia Faur
Fecha Publicación: 01/01/2003
Área temática: Ansiedad, Trastornos de ansiedad y relacionados con traumas y factores de estrés .
Tipo de trabajo:  Comunicación

RESUMEN

El aislamiento empeora la calidad de vida y es un importante factor de riesgo. Sin embargo, un vínculo nocivo puede convertirse en un potente estresor y modificar parámetros inmunes, endocrinos y cardiovasculares. Los últimos trabajos en esta área aportan un dato polémico: ante las mismas situaciones de estrés marital , las mujeres enfermarían más que los hombres. En el presente trabajo tomamos un patrón vincular disfuncional como la codependencia para analizar un modelo generador de estrés en una patología de prevalencia femenina.

La codependencia es un concepto que proviene del campo de las adicciones y que posteriormente fue redifinido en el campo de la psicología interpersonal. Con él se hace referencia a un modelo de relación en el que una persona focaliza en la otra con negligencia de sí misma. Se caracteriza por intentar controlar, rescatar y salvar la vida del otro, asumiendo la responsabilidad por sus conductas.

Plantearemos una hipótesis para analizar el impacto de una discusión conyugal sobre hombres y mujeres. Finalmente, sostenemos la importancia del soporte social como elemento para disminuir la vulnerabilidad frente al estrés. El modelo estudiado se apoya en nuestra experiencia con grupos de autoayuda para mujeres con dependencias afectivas con los que trabajamos desde 1986.

Palabras clave: Codependencia (psicología), Estrés, Psiconeuroinmunología


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Codependencia y estrés marital. Un enfoque psicoinmunoneuroendocrinológico.

(Codependency and marital stress. A psychoimmunoneuroendocrinological approach. )

Sofía Patricia Faur.

Moldes 2387 PB "D"
CP: 1428 Buenos Aires. Argentina

PALABRAS CLAVE: codependencia (psicología), estrés, Psiconeuroinmunología.

(KEYWORDS: Codependency (psychology), Stress, Psychoneuroimmunology, Marital status. )

[5/2/2003]


Resumen

El aislamiento empeora la calidad de vida y es un importante factor de riesgo. Sin embargo, un vínculo nocivo puede convertirse en un potente estresor y modificar parámetros inmunes, endocrinos y cardiovasculares.

Los últimos trabajos en esta área aportan un dato polémico: ante las mismas situaciones de estrés marital , las mujeres enfermarían más que los hombres. En el presente trabajo tomamos un patrón vincular disfuncional como la codependencia para analizar un modelo generador de estrés en una patología de prevalencia femenina. La codependencia es un concepto que proviene del campo de las adicciones y que posteriormente fue redifinido en el campo de la psicología interpersonal. Con él se hace referencia a un modelo de relación en el que una persona focaliza en la otra con negligencia de sí misma. Se caracteriza por intentar controlar, rescatar y salvar la vida del otro, asumiendo la responsabilidad por sus conductas.

Plantearemos una hipótesis para analizar el impacto de una discusión conyugal sobre hombres y mujeres. Finalmente, sostenemos la importancia del soporte social como elemento para disminuir la vulnerabilidad frente al estrés. El modelo estudiado se apoya en nuestra experiencia con grupos de autoayuda para mujeres con dependencias afectivas con los que trabajamos desde 1986.



Introducción

El término “codependencia” nos llega desde el campo de las adicciones y fue introducido a fines de la década del setenta en los centros para “dependientes químicos” de Minnesota1. Con él se intentaba definir a aquellas personas que se veían afectadas por la relación cercana con alguien que abusara de las drogas o el alcohol. Estas personas presentaban ciertos patrones vinculares característicos.

En los años que siguieron , los “coadictos” fueron tomando cierta autonomía como objeto de atención clínica y dejaron de ser estudiados sólo por la importancia que podían tener en el proceso de rehabilitación del adicto. Los años que siguieron trajeron mucha información sobre codependencia. No obstante, estos datos no eran rigurosos y científicos y provenían de los ámbitos de la autoayuda por lo cual eran difíciles de corroborar y legitimar. En algunos casos la definiciones eran tan amplias que era muy difícil que alguna persona quedara afuera del amplio espectro con el que se la definía.

El problema de género no era menor: las estadísticas indicaban que una abrumadora mayoría de mujeres presentaba estos problemas y, más aún, que sometidos a las mismas situaciones, las mujeres enfermaban más. El amor, la pareja, los vínculos, todo aquello que es tan importante para el mundo femenino y eje central de su autoestima se había convertido en el gran estresor.

En este trabajo hablaremos de aquellas mujeres que se relacionan de una manera insatisfactoria y soportan altos niveles de maltrato emocional. Observamos en ellas un aumento de la tolerancia al dolor emocional , una tendencia a culpabilizarse y a asumir la responsabilidad por el otro al hacerse cargo de él, aún cuando esto implique un deterioro en su salud psicofísica.

El estrés surgido de una relación interpersonal disfuncional provoca serias consecuencias en el sistema inmune y endocrino como lo demuestran numerosos trabajos de investigación. Estas consecuencias parecen indicar que el impacto del estrés marital es diferente entre hombres y mujeres con más perjuicio para estas últimas2-7.

Como contrapartida, el soporte social es un factor que disminuye considerablemente la vulnerabilidad al estrés8-11.
Tomaremos como ejemplo la experiencia de los grupos de autoayuda para mujeres con dependencias afectivas y codependencia con los que trabajamos desde 1986 y y analizaremos su importancia en el proceso de recuperación12.

 

¿Qué es la codependencia?

A partir del nacimiento de Alcohólicos Anónimos en la década del 40, comienzan a reunirse en paralelo, grupos de autoayuda convocados en su mayoría por esposas o algún familiar cercano del alcohólico con el objetivo de compartir las experiencias y dificultades que les acarreaba la convivencia con el adicto.

Por entonces el término“codependencia” era equivalente al de “coalcohólico” y definía a “aquellas personas cuya vida se había vuelto inmanejable como resultado de la relación cercana y el compromiso con la vida de un alcohólico”1.

Términos como facilitadores, rescatadores, otro significativo, aludían a un problema que no podía soslayarse: era necesario trabajar con los familiares cercanos al adicto pues se corría el riesgo de que contribuyeran a perpetuar la enfermedad con su tarea de rescate al impedir al adicto “tocar fondo”, es decir , encontrarse con las consecuencias de su conducta.

Como vemos, todos estos enfoques estaban centrados en el problema del adicto. Sin embargo, los profesionales de la salud comenzaron a advertir que estos codependientes presentaban rasgos comunes y tenían un patrón vincular característico. Una forma de pensar, sentir y actuar que los iba enfermando progresivamente. También ellos provenían de hogares disfuncionales donde no necesariamente había estado presente el alcohol, pero era claro que estas personas habían tenido que asumir desde muy temprano un rol de “cuidadores” ya que los adultos que debían ejercer esta función no estaban en condiciones de hacerlo a causa de sus propias patologías.

De este modo, el término se fue extendiendo hasta definir a las personas que tenían una relación cercana con alguien que tuviera un trastorno mayor de conducta y se fue reforzando dentro de la definición “la necesidad de ayudar al otro, de salvarlo y rescatarlo, la obsesión y el intento de controlar sus conductas y la asunción de responsabilidad por él”.

Una de las principales características del codependiente es que desarrolla una hipertolerancia al sufrimiento emocional que lo hace capaz de soportar situaciones dolorosas por períodos prolongados que otras personas no tolerarían. Niegan la realidad de la situación y como sus dependencia emocional es muy primaria e imperativa esta negación les permite “proteger su suministro” para poder continuar en la relación. Se sobreadaptan a la realidad externa en detrimento de su propia realidad psíquica negando las señales que les advierten que están sobrepasando su propia capacidad de resistencia. Esto las hace en extremo vulnerables ya que fallan sus mecanismos de autoprotección.

Otro rasgo relevante es el intento de control sobre la vida y las conductas del otro: el fracaso permanente en el intento de “redimir” al otro lo leva a apostar cada vez más fuerte en sus intentos generando una estructura asfixiante entre los dos, así, cuanto más adictiva es la conducta de uno, más evitativa es la del otro. Esto provoca un malestar creciente y una sensación de derrota que es fuente de patología somática y depresión.

Estas son algunas de las características tomadas de trabajos sobre el tema 1, 13, 14 y de mi propia experiencia clínica:

-Asumen la responsabilidad por lo que ocurre en la vida de otras personas. Si algo no funciona bien están dispuestas a sumir toda la culpa por ello.

-Se anticipan a satisfacer las necesidades de otros aún cuando no se les haya hecho ningún pedido.

-Tienen dificultades con la asertividad. No pueden decir que no aunque lo deseen pues temen no ser queridas y porque no soportan decepcionar o desilusionar a otros.

-Se sienten atraídas por gente necesitada, conflictiva, irresponsable o perturbada a quienes consideran que pueden ayudar y salvar por medio de sus amor y sus cuidados.

-Tienen una baja autoestima, una gran necesidad de valoración externa y no confían en sus propias percepciones.

-Desarrollan una hipertolerancia frente a situaciones abusivas y son capaces de hacer cualquier cosa para evitar que una relación se termine.

-Tienen la sensación de no ser suficientes y de no hacer nunca lo suficiente.

-Tienen serias dificultades para conectarse con el placer y el bienestar.

-Se obsesionan con la vida de los demás. Ponen toda su energía en ello y pierden el foco de sus propias necesidades e intereses.

-Como temen el descontrol, intentan controlar por cualquier medio. ya sea la culpa , la lástima , la coerción o la actuación.

-Minimizan, justifican o niegan lo que sucede en la relación.

 

Los vínulos ¿estresores o protectores?

Es sabido desde hace tiempo que el aislamiento empeora la calidad de vida y puede ser un factor de riesgo tan importante como el tabaquismo, la obesidad o el sedentarismo. Existe mucha documentación que avala el hecho de que las personas casadas son más saludables que las que no lo están y se basan para ello fundamentalmente en dos hipótesis: la de la selección y la de la protección. La primera porque los individuos más saludables son más proclives a casarse y a mantenerse en esa condición y la segunda porque tienen más recursos materiales, mejores hábitos de salud, menos estrés y más soporte social 15.
Sin embargo, estudios recientes nos revelan que la calidad del vínculo es lo más importante ya que una relación insatisfactoria puede ser mucho más perjudicial que la soledad.

La pareja puede, en ocasiones, ser una importante fuente de estrés. Las parejas infelizmente casadas y con bajos índices de satisfacción marital tienen peores parámetros de salud que aquellas que no están casadas. Más aún, los efectos protectivos y beneficiosos del matrimonio parecen ser más fuertes para los hombres que para las mujeres4.

Esta hipótesis tiene sustento en el hecho de que las mujeres son más proclives a cuidar la salud del otro y en vínculos disfuncionales donde este rasgo es patológico como en la codependencia no es extraño que sean ellas quienes enferman.

 

Amores que matan: estrés marital

En los trabajos realizados en la última década en el campo de la Psicoinmunoneuroendocrinología, especialmente en la Universidad de Ohio, ha quedado claramente evidenciado el impacto negativo que tiene el conflicto marital sobre la salud. De un modo indirecto, teniendo una clara influencia sobre la depresión y de modo directo afectando parámetros cardiovasculares, endocrinos, inmunológicos y otros mecanismos fisiológicos.

En un trabajo realizado en el Departamento de investigación de esta Universidad5 con 90 parejas de recién casados a las que se invitó a discutir en módulos de 30 minutos sobre áreas en las que estaban en desacuerdo. Las conductas negativas hostiles tales como sarcasmo, descalificación, críticas y desvalorización fueron asociadas con un incremento en las hormonas del estrés. También se encontraron más altos los niveles de títulos de anticuerpos para el virus de Epstein Barr.

Lo llamativo es que estos cambios eran significativos en las mujeres mientras que en los hombres no existían grandes variaciones.
Entre las esposas se elevaban los niveles de activación autonómica aumentando la adrenalina, noradrenalina y la ACTH, tanto más si las interacciones eran más hostiles. También hubo cambios en la GH (hormona de crecimiento) y en la prolactina.
En cuanto al sistema inmune, las conductas más hostiles se relacionaron con una baja actividad de las NK (natural killer) y con una respuesta linfoproliferativa disminuida frente a mitógenos
Estos cambios se mantenían horas después en las mujeres ya que ellas tienen recuerdos más vívidos y detallados de las peleas. “Estamos viendo probablemente, los resultados de una mujer pensando y reviviendo la discusión a través de todo el día”, explica J. Kiecolt-Glaser, a cargo de la investigación.

Los mecanismos de hombres y mujeres a la hora de resolver conflictos son diferentes y esto se refleja en su salud física. Mientras las mujeres son las portavoces del conflicto y quienes la mayoría de las veces comienzan el planteo, los hombres tendrían una conducta mucho más evitativa e intentarían dar por finalizada la discusión. Esta conducta resulta irritante para muchas mujeres que intentan seguir con la discusión para llegar a un resultado. Esta frustración sería una gran fuente de estrés.

 

Grupos de autoayuda y soporte social: un modelo de recuperación

Frente a la pobreza de recursos vinculares y de soporte social, los grupos de autogestión guiada por un profesional , parecen ser una variable importante para disminuir la vulnerabilidad al estrés . En combinación con tratamientos psicológicos y/o psicofarmacológicos, los grupos son capaces de proveer la trama vivencial y emotiva y el sostén necesario para aumentar los recursos de afrontamiento.
Tomando algunos de los factores terapéuticos que propone Yalom12en el trabajo grupal , podríamos decir que los grupos ayudan a infundir esperanza, participan información, permiten crear y corregir habilidades de interacción y van dando un sentido de pertenencia que colabora para aumentar la autoestima.

 

Conclusiones

La Psicoinmunoneuroendocrinología rompe con el dualismo mente-cuerpo permitiendo un enfoque holístico y humanista que vuelve a pensar en un hombre integrado. Desde esta disciplina podemos ver con más claridad la estrecha relación entre los sitemas que la componen y arrojar un poco más de luz a la compleja trama de las relaciones interpersonales, las emociones, las conductas, las hormonas, los neurotransmisores y las células del sistema inmune.

De este modo vemos la fuerza del gesto, de la palabra, de una caricia, de un grito, de una amenaza, de un elogio, de un insulto, de la amistad, de la soledad o del desamparo. Cada vez tenemos más evidencias del poder de las emociones negativas para enfermar pero también de las positivas para contribuir al bienestar.

Hemos observado cómo un patrón nocivo de relación vincular altera parámetros endocrinos e inmunológicos. Pudimos mostrar que las consecuencias de estas interacciones negativas se distribuyen de diferente manera en hombres y mujeres. Finalmente vimos el soporte social como vínculo protector para recorrer el camino inverso: la modificación de parámetros que optimizan el funcionamiento físico.
Nuestro trabajo será perfeccionar las herramientas que nos ofrece esta joven disciplina.

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