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Juan de Huarte de San Juan, pionero en Psicología Diferencial

Fecha Publicación:
Autor/autores: Mikel Haranburu Oiharbide , Nekane Balluerka Lasa, Arantxa Gorostiaga Manterola

RESUMEN

Dedicaremos esta comunicación a la figura de Juan de Huarte de San Juan, analizando su libro Examen de Ingenios para las Ciencias (1575). Juan de Huarte fue pionero en disciplinas como la psicología diferencial, la orientación profesional o la neuropsicología. Diferenció a las personas según su ingenio, con el objetivo de no malgastar energías educando a estudiantes sin el debido talento para una determinada profesión. Expondremos los fundamentos teóricos del pensamiento de Juan de Huarte, el método que utilizaba y el contexto histórico en el que desarrolló su pensamiento. Analizaremos las facultades del alma racional (entendimiento, imaginación y memoria) según Huarte y expondremos la clasificación de la ciencias en ciencias del entendimiento, de la memoria y de la imaginación. Expondremos los niveles de ingenio que diferenciaba Juan de Huarte. Finalizaremos la comunicación exponiendo los análisis llevados a cabo por Huarte sobre los tipos de ingenio requeridos en las diferentes profesiones.


Palabras clave: Juan de Huarte, psicología diferencial, orientación profesional, ingenio
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Psiquiatría general .

Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

JUAN DE HUARTE DE SAN JUAN, PIONERO EN PSICOLOGÍA DIFERENCIAL

MikelHaranburu Oiharbide, Nekane Balluerka Lasa, Arantxa Gorostiaga Manterola.

mikelharanburu@euskalnet. net

Juan de Huarte, psicología diferencial, orientación profesional, ingenio

Juan de Huarte, differential psychology, professional orientation, wit


RESUMEN

Dedicaremos esta comunicación a la figura de Juan de Huarte de San Juan, analizando su libro Examen de Ingenios para las Ciencias (1575). Juan de Huarte fue pionero en disciplinas como la psicología diferencial, la orientación profesional o la neuropsicología. Diferenció a las personas según su ingenio, con el objetivo de no malgastar energías educando a estudiantes sin el debido talento para una determinada profesión. Expondremos los fundamentos teóricos del pensamiento de Juan de Huarte, el método que utilizaba y el contexto histórico en el que desarrolló su pensamiento. Analizaremos las facultades del alma racional (entendimiento, imaginación y memoria) según Huarte y expondremos la clasificación de las ciencias en ciencias del entendimiento, de la memoria y de la imaginación. Expondremos los niveles de ingenio que diferenciaba Juan de Huarte. Finalizaremos la comunicación exponiendo los análisis llevados a cabo por Huarte sobre los tipos de ingenio requeridos en las diferentes profesiones.

 

ABSTRACT

We dedicate this paper to the figure of Juan de Huarte de San Juan, analyzing his book Examination of Men's Wits (1575). Juan de Huarte pioneered disciplines such as differential psychology, professional orientation or neuropsychology. He differentiated people according to their wit, in order not to waste energy educating students who did not have the right talent for a particular profession. We will expose the theoretical foundations of the theory of Juan de Huarte, the method he used and the historical context in which he developed his thought. We will analyze the powers of the rational soul (intellect, imagination and memory) according to Huarte and will expose the classification of the sciences in intelligence, memory and imagination sciences. We will analyse the levels of wits that differenciated Juan de Huarte and will finish the paper exposing the analysis carried out by Huarte about the types of wit required in different professions.
 

BREVE BIOGRAFÍA DE JUAN DE HUARTE DE SAN JUAN

Juan de Huarte de San Juan nació el año 1530 en Donibane Garazi (San Juan de Pie de Puerto). Estudió y se graduó en medicina en la Universidad de Alcalá entre 1553 y 1559. Se instaló en Tarancón (Cuenca) localidad en la que residió durante seis años. Se casó con Agheda de Velasco con la que tuvo 7 hijos. En 1566 ejercía medicina en Granada. Juan de Huarte se trasladó a Sigüenza en 1574, pero allí no tuvo un trabajo de su conveniencia, por lo que se ofreció al Rey Felipe II a ir a Baeza, con el objeto de cortar una epidemia de peste; fue nombrado médico del Cabildo catedralicio de Baeza. Mantuvo casa y negocios en Baeza donde murió entre 1588 y 1589 (Virués Ortega, Buela-Casal y Carpintero Capell, 2006). Solicitó en Madrid las licencias de impresión de su obra: Examen de ingenios para las ciencias. La primera edición del libro se publicó en Baeza en 1575. Se publicaron sucesivas ediciones de la obra en Pamplona (1578), Bilbao (1580), Logroño (1580), Valencia (1580), Huesca (1581) y Baeza (1594).

La Inquisición Portuguesa incluyó este libro en 1581 en el Catálogo dos libros que se prohíben nestes Regnos e Senhorios de Portugal por orden de Jorge Dalmeida, Arzobispo de Lisboa e Inquisidor General. En 1583 se le incluyó en el Index librorum expurgatorum español. Los libros expurgados eran aquellos que eran purificados, entresacando lo inconveniente o lo inútil. Fue el doctor Alonso Pretel, comisario del Santo Oficio en Baeza y catedrático de teología positiva quien denunció ante la Inquisición de Córdoba la teoría organicista de Huarte (Iriarte, 1948; Serés, 1989). La prohibición la llevó a cabo el Cardenal Gaspar Quiroga, Arzobispo de Toledo e Inquisidor General, quien lo incluyó en el Index et catalogus librorum prohibitorum. El examen de ingenios fue el tratado médico más conocido durante los siglos XVII y XVIII; se publicaron al menos 82 reediciones de este libro (Granjel, 1988). El libro de Huarte tuvo influencia en autores como Descartes, Bacon, Cervantes, Gall, Lessing, Charron  (Chomsky, 1969; Iriarte, 1948; Vleeschauwer, 1958; Pérouse, 1970; Franzbach, 1978).

Examen de Ingenios para las Ciencias (1575-1594/1989) ha sido pionera en ámbitos tan diversos como la evaluación psicológica (Buela-Casal y Sierra, 1997), la psicología evolutiva, la orientación profesional y vocacional (Mallart, 1952; López-Goñi, 2004), la medicina, la neuropsicología (Borges-Guerra, García-Moreno, León del Río, 1999), la psicopatología, la eugenesia, la lingüística (Virués, 2005) y la psicología de la inteligencia (Gondra, 1994). Según Chomsky, las ideas de Huarte podrían haber influido en la lingüística cartesiana (Cela-Conde & Marty, 1997; Iriarte, 1948; Pinillos, 1976; Carpintero, 1992; García Vega, 1991).

Juan de Huarte reconoce que el autor que inspiró su obra fue Galeno, aunque aquel autor no diferenciase los talentos de los hombres ni clasificase las ciencias que se corresponden con cada tipo de ingenio. Huarte de San Juan citó a menudo a Platón, Aristóteles, Hipócrates y al propio Galeno. Mostró un gran erudición y conocimiento de los autores clásicos (Homero, Píndaro, Juvenal, Cicerón, Xenofonte, Plutarco…), de los libros del Antiguo Testamento (Génesis, Exodo, Deuteronomio, Proverbios, Reyes, Daniel, Salmos…) y del Nuevo Testamento (Evangelios, Actas de los Apóstoles, Epístolas de San Pablo), así como de eximios teólogos (Santo Tomás, Escoto, Durando…).  

 

CONTEXTO HISTÓRICO EN EL QUE SE DESENVOLVIÓ JUAN DE HUARTE

Después de que el Duque de Alba conquistara Navarra y lo incorporase a la corona de Castilla para Fernando el Católico en verano de 1512, La Baja Navarra conservaba aún el título de Reino de Navarra. Entre 1530 y 1660 la religión de La Baja Navarra era el protestantismo. Los gobernantes de La Alta Navarra no reconocían la ciudadanía a los habitantes de la Baja Navarra y no les dejaban vivir en La Alta Navarra, donde regía el catolicismo (Rodriguez, 2003). Juan de Huarte podría haber emigrado a España debido a que su familia colaborara con los ocupantes; de hecho, muchos beamonteses emigraron hacia Castilla. La familia de Huarte se instaló en Andalucía (Baeza). Fue en ese período cuando Joanes de Leizarraga tradujo al euskara el Nuevo Testamento y se publicó el año 1571 con el nombre de Iesus Christ Gure Jaunaren Testamendu Berria. Las teorías de Juan de Huarte supusieron una ruptura para con las teorías de la Edad media; reprodujeron en buena medida los cambios que introdujo el protestantismo en la sociedad.  

El libro de Juan de Huarte pretendía responder a unas necesidades muy concretas; muchos jóvenes abandonaban la agricultura u otras profesiones productivas, con el objetivo de llegar a ejercer profesiones para las que se necesitaban estudios superiores; esta actitud daba lugar a un excedente de graduados superiores y a un descenso de la productividad. Juan de Huarte pretendía, por una parte, crear un cuerpo de intelectuales capaces de ocupar puestos de relevancia y, por otra parte, eliminar el excedente de graduados. Cada persona debía de ocupar el rango que le permitiera su inteligencia; cada persona debía de ocupar el puesto que le permitiera su talento natural; el talento natural debía de sustituir a la nobleza de sangre (Serés, 1990).

 

ANÁLISIS DEL LIBRO EXAMEN DE INGENIOS PARA LAS CIENCIAS

El libro Examen de ingenios para las ciencias trata de los diferentes tipos de ingenio existentes en la personas y de las ciencias o profesiones relacionadas con cada tipo de ingenio. Entre otros temas, trata de los siguientes: En qué consiste el ingenio y qué tipos de ingenios existen. Inutilidad de que los maestros traten de enseñar a hombres inhábiles para las ciencias. La cuestión de si es la naturaleza la que proporciona la habilidad para aprender. La cuestión de si es el temperamento el que proporciona prudencia al hombre. Las tres calidades de las que dependen las diferencias de ingenios: calor, humedad y sequedad. Las ciencias que corresponden a cada tipo de ingenio. Relación entre entendimiento y elocuencia; entre entendimiento y teología teórica; entre entendimiento y la práctica de las leyes. Relación entre imaginativa y teología práctica; entre imaginativa y gobierno de la república. Relación entre memoria y teoría de las leyes. El tipo de ingenio que corresponde al oficio de rey. Manera de engendrar hijos sabios y con ingenio para las letras. La forma de conseguir que nazcan hombres y no hembras. La forma de conseguir que los hijos salgan ingeniosos y sabios.

El libro Examen de ingenios para las ciencias tiene una estructura tripartita y jerárquica (Serés, 1989):

-    La naturaleza o la physis: es la parte que estudia los fundamentos fisiológicos; se describen los elementos y sus relaciones: cualidades elementales, elementos, humores, temperamentos, espíritus, órganos y sus facultades, constitución cerebral, diferencias de ingenio.

-    El arte o a tekhné: es la parte que estudia las correspondencias entre las diferencias de ingenio y las ciencias que convienen a la república.

-    La parte dedicada al rey: hombre templado en quien se combinan armoniosamente la naturaleza y el arte para el bien del estado.

Juan de Huarte, pionero en la psicología Diferencial

Juan de Huarte consideraba que cada persona tiene un ingenio que le diferencia de los otros. El término ingenio procede de in + gignere que significa engendrar dentro de uno mismo una figura que represente la naturaleza de algo. El ingenio es la capacidad de engendrar figuras representativas y conceptos de la naturaleza; es sinónimo de inteligencia y de fecundidad de la mente. El ingenio es el talento natural que depende del temperamento; el temperamento depende a su vez de las cuatro cualidades primarias (calor, frialdad, humedad, sequedad). De la particular combinación de estas cualidades nacen todas las habilidades, virtudes y vicios del hombre, así como la gran variedad que vemos en ingenios. El temperamento deriva de las cuatro cualidades y de sus humores corporales correspondientes (sangre, flema, melancolía y bilis). Los ingenios naturales derivan de las combinaciones de la sangre, la flema, la melancolía y la bilis.

El ingenio es, pues, la disposición natural, la inteligencia, el talento de la persona que depende del temperamento, y por tanto, de los humores del cuerpo. La naturaleza es el fundamento del ingenio, y éste es a su vez la condición imprescindible para las artes, ciencias y técnicas.

Juan de Huarte distinguió los siguientes ingenios o potencias racionales: memoria, imaginativa y entendimiento. Mostró que no todos los hombres valen para todas las ciencias, ya que cada ciencia exige una capacidad diferente; cada hombre tiene aptitudes para una ciencia particular; a cada ingenio le corresponde una ciencia particular.   Los que tienen ingenio para una ciencia, carecen de él para otras disciplinas. Huarte fue uno de los pioneros de la psicología Diferencial (Iriarte, 1948).

Objetivo que perseguía Juan de Huarte al diferenciar a las personas según su ingenio

Juan de Huarte trató de diferenciar los tipos de ingenio de los hombres para que ninguno de ellos trabajara en profesiones para las que no estaba dotado y aconsejaba al Rey que los jóvenes estudiaran y se prepararan para trabajar en profesiones para los que estaban dotados. Pensaba que la universidad debía seleccionar a sus estudiantes, según las capacidades que tuviesen. La república no debía malgastar sus recursos formando a las personas en estudios para los que no tenían un talento natural.

En el segundo proemio de Examen de los ingenios dedicado al lector Juan de Huarte plantea las siguientes tres conclusiones:

-    Hay muchos tipos de ingenio en la especie humana, pero solamente te puede corresponder una de ellas en un grado aceptable.

-    A cada tipo de ingenio solamente le puede corresponder una ciencia; de tal forma que si no aciertas a elegir la ciencia que corresponde a tu ingenio, no lograrás el éxito por mucho que te esfuerces.

-    Una vez conocido tu tipo de ingenio, te queda saber si tu ingenio se acomoda más a la teoría o a la práctica.

Según Juan de Huarte, las personas no están dotadas para ejercer dos artes a la perfección y no deberían estudiar ciencias para la que estuvieran predispuestas por la naturaleza. La persona dotada para ser labrador no debería dedicarse a la carpintería; el médico no debería trabajar como abogado. No deberían estudiar teología las personas que carecían de ingenio para ello. No deberían estudiar medicina quienes carecieran de capacidades para atender la salud de la gente.

Según Juan de Huarte, ninguna persona debiera dedicarse a un trabajo para el que no tuviera un ingenio especial. Si una persona no tiene ingenio para la ciencia que estudia no logrará la eminencia en sus estudios, por muy buenos libros y profesores que tenga y por mucho que se esfuerce. Por ejemplo, Sócrates no podía lograr que sus discípulos, faltos de ingenio, parieran la ciencia que trataban de estudiar, de la misma forma que su madre, que era partera, no podía lograr que parieran mujeres que no estaban preñadas. Juan de Huarte pensaba que los hombres debían de estudiar únicamente las ciencias para las que estaban dotados, ya que si el discípulo tenía un ingenio fecundo el maestro le haría parir admirables conceptos.

Juan de Huarte consideraba que debía ser del interés de la república que cada persona se dedicara a la profesión para la que tenía un ingenio natural. La labor de diferenciar a las personas según su ingenio correspondía a los diputados de la república, capaces de diferenciar el tipo de ingenios de los niños. Consideraba que los maestros debían hacer muchas pruebas y experiencias para descubrir el tipo de ingenio de sus discípulos. Una vez averiguado el tipo de ingenio que tiene cada persona había que indagar si la habilidad de la persona estaba orientada a la práctica o a la teórica, ya que el ingenio para la práctica y el ingenio para la teórica son diferentes.

Juan de Huarte propuso diversas orientaciones pedagógicas para tratar con los estudiantes. Los niños disponen de una memoria excelente, por lo que había que aprovechar que la memoria de los muchachos estuviera intacta para que pudieran aprender latín o cualquier otra lengua. En la adolescencia había que enseñarles a razonar, porque en esa fase empiezan a descubrir la inteligencia. Debían de ir a la universidad quienes tuviesen talento para ello, porque “quien bestia va a Roma, bestia torna”. Los estudiantes debían elegir la universidad adecuada y para ello, debían de separarse de su familia y de su entorno habitual; así, por ejemplo, quien fuera natural de Salamanca se trasladaría a Alcalá de Henares y viceversa. Las universidades debían dotarse de maestros con talento, capaces de enseñar sin errores. Había que estudiar las ciencias de forma ordenada: empezando por los principios, siguiendo por los medios y acabando en los fines. Se debía estudiar cada materia en el orden natural de su composición, para que pudiera fijarse de forma ordenada en la memoria.

Origen de la variedad de ingenios

Para Juan de Huarte la variedad de ingenios no proviene del alma racional. Consideraba que la inteligencia del hombre cambiaba, dependiendo de su maduración en su constitución corpórea. Como decía Hipócrates, no es el alma racional el que cambia según la edad y el desarrollo evolutivo; lo que cambia en el hombre es el temperamento; una misma alma hace cosas contrarias en el mismo cuerpo, debido a que el temperamento va cambiando según la edad. La persona en la puericia es un bruto animal; en la adolescencia descubre un ingenio admirable; en la vejez va perdiendo el ingenio.

Juan de Huarte afirmaba en Examen de ingenios para las ciencias que los hombres tendrían igual entendimiento si éste no dependiera en cierta medida de las cualidades de calor, frialdad, humedad y sequedad; que el entendimiento depende del organismo en el que reside. La Inquisición censuró estas afirmaciones, reveladoras de la organicidad del entendimiento y en la edición de 1594 Juan de Huarte introdujo una digresión en la que hablaba, por una parte, de una potencia incorruptible del alma racional, cuya conservación no dependía del cuerpo y, por otra parte, de otro entendimiento que es una potencia orgánica que se diferencia de hombre a hombre. Así, a pesar de que el entendimiento como potencia es similar en todos los hombres, el entendimiento incorporado al cuerpo es diferente en cada uno.

Juan de Huarte afirmaba que los filósofos naturales anteriores a Hipócrates y Platón pensaban que la facultad racional residía en el corazón; que el corazón era el responsable de la prudencia, la solercia, la memoria y el entendimiento; pero, defendía que Hipócrates y Platón probaron que la sede principal del ánima racional era el cerebro.

Según Juan de Huarte, las facultades del alma racional era éstas: entendimiento, imaginación y memoria. El ingenio de cada persona o sus facultades (entendimiento, imaginativa, memoria) dependían de la naturaleza del individuo, de la constelación específica de sus humores y del grado de calor, frialdad, humedad y sequedad de su cerebro. Para que el ánima racional pudiera actuar según la prudencia y el entendimiento, el cerebro debía tener una buena compostura, sus partes debían estar unidas, su calor no debía exceder a su frialdad, su humedad no debía exceder a su sequedad y su sustancia debía estar compuesta por partes sutiles y delicadas.

Juan de Huarte pensaba que la variedad de ingenio en los hombres proviene de las diferencias en la proporción de los elementos que componen su cuerpo; de las calidades de calor, humedad y sequedad que hay en el hombre. La combinación de esas calidades constituye el temperamento o la naturaleza de las personas. Habló asimismo de las diferencias psicológicas entre los pueblos dependiendo de la sequedad, humedad, calor o frialdad de la región. Las diferentes obras que hace el hombre provienen de los diferentes instrumentos que tiene; si no hubiera diferentes instrumentos en el hombre no se diferenciarían la memoria, el entendimiento y la imaginación.

La sequedad, la humedad y el calor eran considerados instrumentos de la facultad racional, pero había que indagar qué ingenio proporcionaba cada uno de ellos:

- La imaginativa dependía del calor y las pasiones calientes del cerebro eran la frenesía, la manía y la melancolía. La imaginativa producía las imágenes, las formas bellas y nuevas; daba lugar al conocimiento intuitivo y práctico.

- La memoria derivaba de la humedad, porque era la humedad la que proporcionaba blandura al cerebro, para que la figura se pudiera imprimir en él por compresión. Los humores de nuestro cuerpo que tenían mucha humedad convertían al hombre en necio; la sangre y la flema perjudicaban a la facultad racional, el ingenio racional discursivo y activo; pero no perjudicaban a la memoria, que dependía de la humedad y que era un ingenio racional pasivo. La memoria era también una potencia racional, porque sin ella no podrían actuar el entendimiento y la imaginativa; la memoria guardaba las figuras y los fantasmas, sin inventarlas ella misma, para cuando el entendimiento las necesitara. La memoria retenía las impresiones sensoriales y proporcionaba materiales al entendimiento.

- El entendimiento derivaba de la sequedad; la tristeza y la aflicción gastaban y consumían la humedad del cerebro, lo cual proporcionaba un entendimiento más agudo y perspicaz (vexatio dat intellectum); la tristeza y la aflicción desecaban las carnes y proporcionaban mayor entendimiento; la alegría, en cambio, humedecía el cerebro y debilitaba el entendimiento. El entendimiento generaba conceptos nuevos; abstraía, razonaba, emitía juicios.

Estas facultades dependían de la proporción de las cualidades primarias: calor, frialdad, humedad y sequedad. El predominio de una de estas calidades daría lugar a la habilidad para una determinada ciencia. La frialdad impedía cualquier tipo de pensamiento, por lo que no dada lugar a un tipo de inteligencia.

Pocas veces introdujo Juan de Huarte la voluntad entre las potencias del alma, ya que su teoría estaba basada en la memoria, el entendimiento y la imaginación. La Inquisición constató esa ausencia, por lo que Juan de Huarte tuvo que incluir la voluntad en el proemio de la edición revisada, pero siguió hablando de la inclinación natural del hombre que involuntariamente le conducía a gustos y apetitos contrarios.

Juan de Huarte admitía que la memoria no puede actuar sin la imaginativa y que el entendimiento no puede actuar sin la memoria, por lo que las tres tienen que encontrarse juntas en la naturaleza. La imaginativa se sitúa en la parte delantera del cerebro; el entendimiento, en la parte intermedia del cerebro; la memoria en la parte posterior del cerebro. Así pues, el ánima racional no puede actuar sin el órgano corporal que le ayude. El entendimiento y la memoria son potencias opuestas: el hombre de mucho entendimiento suele tener poca memoria y el hombre de gran memoria suele tener poco entendimiento, porque es imposible que el cerebro esté predominantemente seco o húmedo a la vez.

Juan de Huarte ilustró su teoría con un ejemplo autobiográfico sobre los diferentes tipos de ingenios de los que están dotados los hombres. Empezaron tres compañeros a estudiar latín; uno de ellos lo aprendió fácilmente, pero los otros dos no lograron expresarse con fluidez en esa lengua. Al estudiar dialéctica, uno de los que era torpe para el latín, resultó ser muy capaz, y las otras dos personas se mostraron incapaces. Seguidamente iniciaron los estudios de astrología; la persona que era torpe para el latín y la dialéctica mostró una gran capacidad para esa disciplina, y las otras dos personas no pudieron comprender los temas. Esta experiencia le condujo a pensar que cada persona tiene un tipo de ingenio, que cada ciencia exige un ingenio determinado; Juan de Huarte pensaba que si ponemos a la persona a estudiar disciplinas para las que no está dotado, no va a prosperar en los estudios.

Fundamentos teóricos del pensamiento de Juan de Huarte

Juan de Huarte fue un representante destacado de la visión moderna del hombre. Aunque sus teorías eran deudoras de autores como Empédocles, Hipócrates, Galeno, Platón o Aristóteles, se fundamentaba más en su experiencia que en la autoridad escolástica o en la autoridad de autores consagrados. De hecho, Andrés Velázquez, médico andaluz, que en 1585 publicó el Libro de la melancolía consideraba que el Examen de los ingenios se desviaba de las teorías de Galeno.

Empédocles (siglo V antes de Cristo) habló de que la realidad estaba constituida de cuatro elementos indestructibles: el aire, la tierra, el fuego y el agua. El amor unía a esos elementos y el odio los separaba. Hipócrates trasladó esa teoría del nivel del macrocosmos al nivel del microcosmos (el organismo de la persona humana), en el que los cuatro elementos del universo aparecían en la forma de humores: bilis amarilla, bilis negra, flema y sangre.

Juan de Huarte se basó en los elementos de Empédocles, en los humores de Hipócrates y en los temperamentos de Galeno. Cada uno de esos humores hipocráticos daría lugar a uno de los cuatro temperamentos: melancólico, sanguínico, colérico y flemático. La combinación equilibrada o desequilibrada de esos humores daría lugar a la salud o a la enfermedad (Iriarte, 1948; Allport, 1961; Séres, 1989). Según Juan de Huarte, si en el cerebro predomina el calor, la persona tendrá una gran imaginativa. Si predomina la humedad, tendrá mucha memoria. Si predomina la sequedad, tendrá una gran inteligencia.

Niveles de ingenio según Juan de Huarte

El libro de Juan de Huarte, Examen de los ingenios, estudió especialmente las capacidades cognitivas humanas (Or Hasson, 2009) y distinguió tres niveles de entendimiento:

1) La persona con un entendimiento de nivel elemental es capaz de entender cuestiones fáciles y claras, pero no puede entender temas oscuros y delicados.

2) La persona con un entendimiento carente de imaginativa es capaz de entender tanto cuestiones fáciles como difíciles, siempre que disponga de buenos maestros; necesita de un entorno estructurado, provisto de buenos maestros y libros; a las personas con este tipo de entendimiento hay que mostrarles todo bien pensado y explicado; su inteligencia es ovejuna y gregaria; tienen un ingenio blando en el que se puedan imprimir las reglas claras, oscuras, fáciles y difíciles; a éstos aplicaba Juan de Huarte la siguiente sentencia de Aristóteles: intellectus noster est tamquam tabula rasa in qua nihil est depictum. Las personas con este tipo de ingenio tienen que oír o leer de otros todo lo que tienen que aprender, porque no tienen capacidad imaginativa.

3) Las personas con entendimiento creativo son las personas que no necesitan de maestros para entender cuestiones complejas y difíciles; tienen una inteligencia caprichosa (de cabras); no una inteligencia gregaria u ovejuna; tienen un ingenio tan perfecto que no necesitan maestros que les enseñen; se les permite que escriban libros, porque son capaces de inventar más allá de lo que los antiguos dejaron escrito. A los que carecen de imaginativa no se les debería permitir escribir libros, porque no hacen más que repetir lo que ya dijeron o escribieron otros.

Juan de Huarte consideraba que la memoria y la reminiscencia se diferenciaban, pero no estaba de acuerdo con Aristóteles en cuanto a la relación entre reminiscencia y entendimiento. Aristóteles afirmaba que los que disponen de mucha reminiscencia son hombres de grande entendimiento, y los que están dotados de mucha memoria carecen de entendimiento; por lo que la memoria y reminiscencia son potencias contrarias. Huarte, sin embargo, decía que los que tienen mucha reminiscencia tienen mucha imaginativa, pero poco entendimiento.

Origen de los vicios y las virtudes del hombre

Para conseguir que un hombre no prudente llegue a ser prudente, no hace falta cambiar su alma racional o su naturaleza. El alma se vuelve prudente y de gran memoria cuando los cuatro elementos (aire, fuego, agua y tierra) que componen el cuerpo humano entran en igual peso y medida. La prudencia (fundamento de todas las virtudes), la justicia, la fortaleza y la templanza, así como sus vicios contrarios dependen del temperamento del cuerpo. Según Hipócrates, el ánima hace lo que está obligada a hacer si no se lo impiden los instrumentos del cuerpo con los que tiene que actuar.

Pero los filósofos morales piensan que las virtudes dependen del ánima racional; ya que si el ánima es el agente movedor (agente activo) y el cuerpo el que ha de ser movido (agente pasivo), las virtudes dependen del agente activo, y no del pasivo. Si las virtudes y los vicios dependieran del temperamento, el hombre no sería un agente con libre albedrío, y actuaría impelido por el temperamento; el hombre no sería responsable de sus buenas o malas obras. Pero el hecho de que observemos a menudo hombres virtuosos a pesar de tener un temperamento malo y hombres viciosos a pesar de tener un temperamento bueno, nos lleva a pensar que las virtudes humanas dependen del ánima, a pesar de que Hipócrates defendía que dependían del temperamento.

Eso sí, los vicios y las virtudes están afectados por la temperatura de los miembros del cuerpo. Así, Juan de Huarte nos recuerda a San Pablo quien sentía por una parte la ley del ánima que le llevaba a actuar bien y por otra parte la influencia de los miembros del cuerpo que le conducía a pecar. Algunas veces no hay ninguna contradicción entre lo que dicta el ánima y lo que dictan los miembros del cuerpo; en esos casos el hombre actúa con mucha suavidad.

Relación existente entre la locura y el ingenio

Juan de Huarte consideraba que si una persona tenía el temperamento adecuado para una determinada ciencia no necesitaba de maestros que le enseñaran. Si el ser humano tiene un cerebro bien templado y con el temperamento adecuado para una ciencia, es capaz de mostrar las habilidades correspondientes a esa ciencia, sin haberlas aprendido de nadie. Consideraba asimismo que si el cerebro de una persona cambiaba la temperatura debido a una enfermedad, podía perder los conocimientos que tenía.

Juan de Huarte plantea la cuestión del origen de la sabiduría humana. Rechazaba la teoría de Platón que afirmaba que el ánima racional es anterior al cuerpo; que había salido del cielo llena de ciencia y sabiduría, pero las perdió al entrar en contacto con la materia, debido al mal temperamento que halló en ella. Rechazaba también la opinión de Aristóteles, quien decía que todo cuanto saben y aprenden los hombres nace de haberlo oído, visto, olido, gustado y palpado, porque ninguna noticia puede haber en el entendimiento que no haya pasado primero por alguno de los cinco sentidos. Juan de Huarte defendía que el ánima racional que residía en el cuerpo humano es principio de todo cuanto hacemos y obramos. Si el cerebro de la persona tiene el temperamento que exigen las ciencias naturales, no hace falta maestro que enseñe para saber cómo hacer las cosas. Si el cerebro, debido a una enfermedad pierde su temperatura, puede en un momento de manía, melancolía o frenesía perder todo cuanto sabe (en el caso del hombre prudente) o adquirir más ingenio y habilidad (en el caso del hombre necio).

Juan de Huarte ilustra su teoría con varios ejemplos experimentados en primera persona.

-    Un rústico labrador se volvió frenético y razonó delante de Juan de Huarte utilizando una elegante retórica, de la forma en que Cicerón lo podía haber hecho delante del Senado. Las personas que estaban alrededor preguntaron a Juan de Huarte de dónde le podía venir al labrador tanta elocuencia y sabiduría, teniendo en cuenta que en buen estado de salud no sabía hablar. Les respondió que la oratoria mejora con un punto de calor, calor que la enfermedad proporcionó al labrador.

-    Otra persona que en estado de salud no tenía tal habilidad, llegado al estado de frenesía hablaba en verso.

-    Un paje era un mozo de poco talento en estado de salud; pero cuando cayó enfermo de manía, mostró una gran elocuencia y fingía gobernar un reino del cual se tenía por señor; la gente le escuchaba maravillada. Cuando el médico le curó, perdió su elocuencia, se volvió necio y torpe y se arrepintió de la curación.

Juan de Huarte nos recuerda también otros casos de aparición de nuevas facultades como consecuencia del padecimiento de una enfermedad; el caso de hombres ignorantes que hablaron latín, sin haberlo aprendido; el caso de una mujer frenética con capacidad de adivinación. Juan de Huarte cita también a Aristóteles, quien hablaba de los hombres que conocían el futuro debido a que su cerebro se había calentado demasiado.

Método utilizado por Juan de Huarte

Juan de Huarte dejó de lado la autoridad como argumento en materia científica y trató de aprender de la naturaleza. Trató de explicar todo basándose en causas naturales (Or Hasson, 2009). Estudió el tema del ingenio desde un punto de vista empírico. Tratando de ser científicamente riguroso, intentó explicar los diversos ingenios desde el punto de vista de los cuatro humores y de las cuatro calidades básicas: calor, frío, sequedad y humedad.  

Juan de Huarte se adscribió a la Filosofía Natural y se alejó de la metafísica; mantuvo sus discusiones dentro de los límites de la filosofía natural; puso el énfasis en la observación directa de la naturaleza, frente a la obediencia a la autoridad; cuestionó a menudo las aseveraciones de las autoridades académicas; no dudaba en criticar a Hipócrates y Galeno cuando la experiencia y la razón decían lo contrario de lo que aseveraban esos autores; la experiencia tenía más fuerza que la razón y la razón valía más que la autoridad.

Juan de Huarte trataba de estudiar el orden que estableció Dios en el mundo, para conocer la forma en que quiso que sucedieran las cosas. Trató de encontrar las causas naturales y las razones próximas de las cosas y no las causas sobrenaturales o las razones últimas de los fenómenos que observaba; habló de ensayos y experiencia (experimentos). La Naturaleza proporcionaba al hombre habilidad para aprender y le facilitaba el arte y las reglas, así como la experiencia que le posibilitaba la acción.

Juan de Huarte decía que la gente vulgar era partidaria de atribuir todas las cosas a Dios o a los milagros de Dios. Él mismo admitía que había algunas cosas, como los milagros, que había que atribuir directamente a Dios, pero otros acontecimientos había que atribuírselos directamente a la Naturaleza, porque tenían causas ordenadas que los generaban. A pesar de ello, Juan de Huarte, siguiendo a Aristóteles, no pensaba que la Naturaleza tuviera una jurisdicción apartada de Dios; Dios disponía la naturaleza con un orden y concierto que hacía que sucedieran las cosas necesarias para su conservación.

En esta línea de encontrar las causas naturales y las razones próximas de los fenómenos, se adelantó a la neuropsicología al estudiar la correspondencia entre las disfunciones mentales y las lesiones cerebrales; hizo inferencias sobre la función de las regiones cerebrales.

Clasificación de las ciencias según Juan de Huarte

Según Juan de Huarte, el ingenio en el que predomina la memoria es el adecuado para el estudio de las lenguas, la gramática y la aritmética. El ingenio en el que predomina la imaginativa es el adecuado para el estudio de la armonía, la poesía, la música, la matemática y la medicina práctica. El ingenio en el que predomina la inteligencia es el adecuado para el estudio de la escolástica, la dialéctica y la medicina teórica.

Juan de Huarte estudió los ingenios requeridos para las diferentes profesiones y estableció los perfiles diferenciales de las profesiones académicas: teólogos, predicadores, jueces y abogados, medicina, arte militar, oficio de reinar.

-      Las artes y las ciencias que corresponden a las personas memoriosas son las siguientes: lenguas en general, latín, gramática; la teórica del derecho; la teología positiva; la cosmografía y la aritmética.

-      Las artes y las ciencias que corresponden a las personas con gran entendimiento son las siguientes: la teórica de la medicina; la práctica del derecho; la teología escolástica; la dialéctica; la filosofía natural y moral.

-      Las artes y ciencias que corresponden a las personas con gran imaginativa son las siguientes: la práctica de la medicina, matemáticas, poesía, música, elocuencia, astrología, gobernar una república, el arte militar; pintar, escribir, leer. De la buena imaginativa nacen todas las artes y ciencias relacionadas con la armonía y proporción.

Razón por la que los hombres elocuentes no pueden ser hombres de gran entendimiento

El vulgo suele pensar que las personas de gran elocuencia suelen ser muy sabias y prudentes. La elocuencia nace de la unión entre la memoria y la imaginativa, con un grado de calor que no resuelve la humedad del cerebro, pero hace que las figuras y conceptos se liberen y puedan expresarse. El entendimiento queda fuera de esa combinación, porque es incompatible con el calor y la humedad. Juan de Huarte pone el ejemplo de Sócrates, hombre de gran entendimiento pero de poca capacidad expresiva verbal; pone también el ejemplo de San Pablo, hombre de gran entendimiento y poca memoria.

Según Juan de Huarte, hay excelentes teólogos que no saben predicar y hay excelentes predicadores que no saben mucho de teología teórica. La teórica de la teología corresponde al entendimiento y el predicar, a la imaginativa. Es difícil que un mismo cerebro disponga de gran entendimiento y mucha imaginación. La gracia y el donaire de los predicadores proceden de la imaginativa y de la buena memoria. Los melancólicos suelen tener gran imaginación y mucho entendimiento, pero les falta memoria, por lo que no disponen de gran elocuencia. Existen personas con gran entendimiento, pero pobres en imaginación y memoria, lo que les convierte en malos predicadores. Por fin, las personas con mucha imaginación y mucha memoria, pero faltos de entendimiento, cautivan al auditorio, pero acaban como víctimas de la Inquisición.

Aunque Juan de Huarte pensaba que es muy difícil que una persona muy inteligente sea muy elocuente, consideraba que el buen predicador debe ser una persona en la que no haya incompatibilidad entre memoria, entendimiento e imaginativa. Huarte se mostraba contrario a la idea de la retórica como arte de persuadir con independencia de la verdad. El orador ideal debía de tener también una gran inteligencia. Retórica y verdad no eran incompatibles. La retórica podía ser empleada tanto al servicio del engaño como al servicio de la verdad. El orador ideal debía de tener gran entendimiento, gran imaginativa y gran memoria (Albaladejo, 1996).

Tipo de ingenio al que corresponden la teórica de las leyes, el abogar, el juzgar y el gobernar una república

Según Juan de Huarte, la teórica de las leyes pertenece a la memoria; el abogar y juzgar, que es su práctica, al entendimiento; y el gobernar una república, a la imaginativa.

Las leyes deben ordenar la vida del hombre; deben enseñarle lo que tiene que hacer y lo que no debe hacer, para que haya paz en la república. Por ello deben escribirse las leyes con palabras claras, no equívocas u oscuras, de forma que cualquiera que las leyera las pueda entender fácilmente y retenerlas en la memoria.

Los jueces y abogados no deben de utilizar la inteligencia, tratando de dirimir si la ley es justa o injusta; deben limitarse a entender el sentido del texto. El letrado no tiene libertad de opinión; ha de seguir la composición de la letra. Y si el jurisperito debe sujetar el entendimiento y la imaginación para atenerse a la ley, sin quitar o añadir nada, esa facultad está relacionada con la memoria; deberá recordar las leyes y la reglas del Derecho. El tipo de ingenio que necesita es de mucha memoria y poca inteligencia.

Según Juan de Huarte, mientras que la memoria guarda fielmente las figuras y los fantasmas de las cosas, el entendimiento y la imaginativa trabajan con ellas. El letrado que sólo tiene memoria, no es capaz de juzgar y abogar, porque carece de entendimiento e imaginación. Las leyes, por muy bien redactadas que estén, no pueden abarcar todas las circunstancias de cada caso; por lo que el juez o el abogado deben tener un buen entendimiento para saber inferir, para ir más allá de los términos formales de la ley; el juez debe ser capaz de aplicar la ley en circunstancias que se salen de los términos concretos de la ley; debe saber aplicar la ley a casos diferentes. Las leyes no se han de aplicar literalmente; por lo tanto, el trabajo de juez o abogado implica entendimiento; los letrados muy memoriosos y carentes de entendimiento no son capaces de defender bien los pleitos.

Según Juan de Huarte, el juez y el abogado deben tener buena memoria para recordar todas las leyes y reglas, pero deben tener también buen intelecto para saber aplicar esas leyes en circunstancias diferentes a las que se describen en las leyes. Por lo que un buen abogado debe ser memorioso y poseedor de un buen intelecto. Pero, si es difícil aunar en una misma persona buena memoria y buen intelecto, es mejor que el abogado tenga un buen intelecto, aunque falle en la memoria, ya que existen soportes que puede compensar el déficit de memoria (libros, tablas etc. ), y es más difícil compensar el déficit de intelecto.

Por lo tanto, si para aplicar las leyes es necesario inferir, razonar, elegir o abogar, el que vaya a estudiar derecho debe tener un buen entendimiento.

Tipo de ingenio que debe tener el que estudia medicina

Según Juan de Huarte, la parte teórica de la medicina está relacionada con la memoria y el entendimiento. La parte práctica está relacionada con la imaginativa. Hay médicos muy letrados, incapaces de curar. Hay médicos muy poco letrados, que son capaces de curar.

Dos cosas son necesarias para ser un buen médico:

- El conocimiento de los preceptos y reglas generales para curar al ser humano, sin descender a casos particulares.

- El haberse ejercitado durante mucho tiempo en el conocimiento y en la curación de un gran número de enfermos.

La salud de la persona depende de la combinación del calor, del frío, de la humedad y la sequedad. Si se cambia su combinación adecuada, el hombre enferma, y para curarle el médico debe restaurar la proporción adecuada de esos elementos.

 Juan de Huarte considera que para la parte teórica de la medicina es necesario tener buen entendimiento y buena memoria; hay que razonar y recordar la experiencia y la historia. Pero, puesto que es difícil encontrar una buena memoria y un buen entendimiento en la misma persona, a menudo observamos que la persona muestra un déficit de la parte teórica; existen médicos bien preparados desde el punto de vista de la memoria, pero incapaces de razonar.

En cuanto a la parte práctica de la medicina, Juan de Huarte piensa que es difícil encontrar una persona que sea a la vez un gran teórico y un buen práctico, ya que el entendimiento y la imaginativa están reñidos. La imaginativa es el ingenio que utiliza el médico para curar a los enfermos. El entendimiento no conoce los casos concretos; no tiene remedios para los casos particulares. Tal como decía Aristóteles, el sentido corresponde a los casos singulares y el entendimiento, a los casos universales. La curación debe realizarse en casos singulares, no en universales. El entendimiento no se utiliza para curar. Es la imaginativa la que se ocupa de enjuiciar y curar los casos particulares

Tipo de ingenio que se necesita para el arte militar

Aristóteles se preguntaba por qué la república valoraba más a los valientes que a los justos y a los prudentes; respondía diciendo que los reyes están perpetuamente en guerra y son los valientes los que proporcionan gloria al imperio; por lo tanto, los gobernantes trataban bien a los valientes puesto que eran capaces de arriesgar su vida en la defensa del estado.

Pero Juan de Huarte consideraba que la prudencia es más necesaria en la guerra que la osadía; haciendo un juego con las palabras milicia y malicia, consideraba que la malicia era la razón astuta y mañosa para hacer el mal. El capitán general debía de ser malicioso con el enemigo. El ingenio que se necesitaba para los embustes y engaños era la versutia (astucia maliciosa). Los ingenios en los que predominaba el entendimiento no valían para la guerra, porque el entendimiento buscaba la rectitud, la simplicidad y la misericordia, cualidades que son enemigas de la guerra; esas cualidades eran buenas para tratar con amigos, pero no para tratar con el enemigo. La simplicidad y la llaneza eran buenas para tratar con los amigos, pero para tratar con los enemigos era mejor la prudencia.

Según Juan de Huarte, el militar necesitaba la imaginativa para alcanzar zonas inexpugnables, para poner cada escuadrón en su lugar, para decidir el momento del ataque y de la retirada, para hacer tratos con el enemigo. Para eso no servía el entendimiento.

 

Tipo de ingenio que se necesita para el oficio de rey

Según Juan de Huarte, para que una persona fuera capaz de gobernar bien, el calor de su organismo no debía exceder a la frialdad, ni la humedad a la sequedad. Todas las calidades debían estar en igualdad, para que no hubiera oposición natural entre ellas. La persona que había de gobernar debía de tener una excelente memoria para las cosas pasadas; un gran entendimiento para razonar, juzgar, distinguir, elegir e inferir; una gran imaginativa para prever lo que ha de venir.

Juan de Huarte consideraba además que aunque para los demás oficios podía bastar con las fuerzas del ingenio humano, para el oficio de gobernar, aparte de la prudencia del rey, era necesaria la asistencia de Dios.

Diferencias entre hombres y mujeres

Juan de Huarte recordaba que el hombre difiere de la mujer, según Galeno, por tener los miembros genitales fuera del cuerpo. Afirmaba que la mujer tiene dentro de sí dos testículos, dos vasos seminarios y un útero que tienen la misma composición que el miembro viril. Decía que para convertir en mujer a un hombre bastaba con colocarle dentro los instrumentos de la generación; y para convertir a una mujer en hombre bastaba con trasladarle fuera el útero y los testículos.

Juan de Huarte constataba también casos de hombres feminoides y de mujeres masculinas. Decía que a menudo la naturaleza ha concebido una hembra y después de un par de meses en el vientre materno el calor ha actuado sobre ella, lo que ha hecho que los genitales saliesen fuera; estas personas resultan ser varones de voz blanda, melosa, que actúan como mujeres. Ocurre a menudo también que la naturaleza ha dado lugar a un varón, pero el frío actúa sobre él y los órganos genitales se introducen dentro; se convierten en mujeres con aire de varón.

Juan de Huarte consideraba que la diferencia principal entre el hombre y la mujer era referente al temperamento. El temperamento del hombre es caliente y seco, y el de la mujer es frío y húmedo. Es la temperatura o el temperamento el que determina que los genitales masculinos se desarrollen fuera del cuerpo y que los genitales femeninos se desarrollen dentro del cuerpo. Luego, el útero y los testículos se encargan de comunicar su temperamento a las demás partes del cuerpo, especialmente al cerebro. Según Juan de Huarte, es el temperamento, más que la anatomía, el que determina el ingenio del hombre o de la mujer. El calor dilata y ensancha los miembros y el frío los encoge. Cuando la simiente es húmeda y fría resulta una hembra y cuando la simiente es caliente y seca se engendra un varón. La mujer fecunda suele ser húmeda y fría.

Diligencias que se han de llevar a cabo para que salgan varones y no hembras

Según Juan de Huarte, muchos filósofos opinan que de padres sabios nacen habitualmente hijos necios, porque los padres se abstienen en el acto carnal de practicar algunas diligencias necesarias para engendrar hijo sabio. Estos padres se avergüenzan de los instrumentos de la generación, ya que la vergüenza es propia del entendimiento. De ahí que los faltos de entendimiento sean capaces de actuar con más desvergüenza, por ejemplo, besando a su mujer en presencia de terceros.

Juan de Huarte hablaba primeramente de las cualidades que deben tener los padres para poder engendrar; en segundo lugar, hablaba de las diligencias que han de llevarse a cabo para que nazcan varones; luego hablaban de cómo actuar para que nazcan hijos sabios; finalmente, aconsejaba cómo había que criar a los niños para que pudiesen mantener el ingenio.

Según Juan de Huarte, si los padres quieren tener hijos sabios y con capacidad para las letras, deben procurar tener varones; porque las mujeres no pueden lograr tener gran ingenio, debido a que en su sexo predominan la humedad y la frialdad. Afirmaba que las mujeres solamente logran una aparente habilidad cuando tratan de temas fáciles. Juan de Huarte cita a Salomón, quien decía que entre mil varones encontró uno que fuera prudente, mientras que no encontró ninguna mujer sabia.

Juan de Huarte consideraba que la Naturaleza proporcionó calor y sequedad al riñón derecho y al testículo derecho; asimismo, consideraba que proporcionó mucha frialdad y humedad al riñón izquierdo y al testículo izquierdo. La simiente que se elaboraba en el testículo derecho resultaba caliente y seca; la que se elaboraba en el testículo izquierdo resultaba fría y húmeda.

Para que nazcan varones en lugar de hembras, los padres han de seguir seis diligencias: comer alimentos calientes y secos; que se digieran bien en el estómago; deben hacer mucho ejercicio; la simiente debe estar madura para cuando se realice el acto de la generación; deben tener relaciones cuatro o cinco días antes de que a la mujer le venga la regla; deben procurar que la simiente caiga en el lado derecho del útero.

Diligencias que se han de seguir para que los niños conserven su ingenio después de haber nacido

Juan de Huarte recordaba lo que decía Platón sobre la pérdida del ingenio debida a la mala educación en la comida y la bebida; alimentos de mala calidad hacían que el cerebro degenerase. Los niños debían generarse con buena simiente y después de haber nacido debían alimentarse de alimentos de buena calidad. Huarte recordaba lo que dijo Galeno sobre la leche de cabra: es el mejor alimento que comen los hombres, porque en ella el calor no excede a la frialdad, ni la humedad a la sequedad. Los padres que quieren tener hijos sabios deben tomar leche de cabra seis o siete días antes del acto de la generación.

 

CONCLUSIONES

Juan de Huarte procedía de la Baja Navarra, donde el protestantismo había arraigado considerablemente, como demuestra el hecho de que algunos de sus gobernantes (por ejemplo, Juana de Albret) eran protestantes o el hecho de que el año 1571 se publicara la versión euskérica del Nuevo Testamento. La traducción fue llevada a cabo por Joanes de Leizarraga. Los protestantes fueron pioneros en el impulso de las traducciones de la Biblia a las lenguas vernáculas.

Aunque las teorías de Juan de Huarte eran deudoras de las teorías de autor

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