El presente trabajo tiene como objetivo describir la técnica de Inversión de hábito (IH), así como la evolución de sus aplicaciones terapéuticas para reducir o eliminar un amplio abanico de conductas, desde la publicación del artículo de Azrin y Nunn (1973), en el que se sugiere por primera vez su empleo, hasta la actualidad. Para ello, se ha llevado a cabo una revisión exhaustiva de los trabajos que han utilizado este procedimiento de intervención, mediante las bases de datos al uso en el ámbito de la psicología. Los resultados señalan que, en un primer momento, el empleo de la IH se limitó al tratamiento conductual de los denominados ?hábitos nerviosos?, fundamentalmente los tics, así como del tartamudeo y algunos hábitos orales considerados inapropiados, como la onicofagia. Posteriormente, el tipo de conductas sobre las que se ha intervenido utilizando la inversión de hábito ha variado ligeramente, ampliándose el espectro de comportamientos a modificar.
En la actualidad, además de emplearse para disminuir hábitos orales inadecuados de diversa índole, como la succión digital, además de la onicofagia, combatir alteraciones musculares como el bruxismo y los trastornos temporomandibulares asociados, fuente habitual de dolores faciales, y eliminar la tricotilomanía, el tartamudeo y los tics de diversa índole, tanto motores como vocales, también se está empleando para atajar otro tipo de conductas como la caligrafía repetitiva o la dermatitis, resultante del rascado habitual de la piel. En la discusión se enumeran una serie de sugerencias a considerar de cara a futuras investigaciones, teniendo en cuenta las limitaciones encontradas en la literatura revisada.
USOS TERAPÉUTICOS DE LA TÉCNICA DE INVERSIÓN DE HÁBITO: UNA REVISIÓN
María J. González Calderón; José I. Baile Ayensa
Departamento de psicología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad a Distancia de Madrid
(UDIMA).
mariajose. gonzalez@udima. es
Inversión de hábito, Intervención, Revisión
RESUMEN:
El presente trabajo tiene como objetivo describir la técnica de Inversión de hábito (IH), así como la
evolución de sus aplicaciones terapéuticas para reducir o eliminar un amplio abanico de conductas,
desde la publicación del artículo de Azrin y Nunn (1973), en el que se sugiere por primera vez su
empleo, hasta la actualidad. Para ello, se ha llevado a cabo una revisión exhaustiva de los trabajos
que han utilizado este procedimiento de intervención, mediante las bases de datos al uso en el
ámbito de la psicología.
Los resultados señalan que, en un primer momento, el empleo de la IH se limitó al tratamiento
conductual de los denominados "hábitos nerviosos", fundamentalmente los tics, así como del
tartamudeo y algunos hábitos orales considerados inapropiados, como la onicofagia. Posteriormente,
el tipo de conductas sobre las que se ha intervenido utilizando la inversión de hábito ha variado
ligeramente, ampliándose el espectro de comportamientos a modificar. En la actualidad, además de
emplearse para disminuir hábitos orales inadecuados de diversa índole, como la succión digital,
además de la onicofagia, combatir alteraciones musculares como el bruxismo y los trastornos
temporomandibulares asociados, fuente habitual de dolores faciales, y eliminar la tricotilomanía, el
tartamudeo y los tics de diversa índole, tanto motores como vocales, también se está empleando
para atajar otro tipo de conductas como la caligrafía repetitiva o la dermatitis, resultante del rascado
habitual de la piel.
En la discusión se enumeran una serie de sugerencias a considerar de cara a futuras
investigaciones, teniendo en cuenta las limitaciones encontradas en la literatura revisada.
Introducción
El procedimiento de intervención cognitivo-conductual denominado Inversión de hábito (IH),
desarrollado originalmente por N. H. Azrin y R. G. Nunn (1973)1, constituye la técnica psicológica más
frecuentemente utilizada y considerada hasta la fecha como la más eficaz a la hora de reducir y/o
eliminar comportamientos repetitivos y desadaptativos, particularmente los tics; si bien, también se
ha utilizado para combatir un gran número de hábitos nerviosos, entre los que destacan la
tricotilomanía1, el bruxismo2, el tartamudeo o hábitos orales como la onicofagia3, succionar los
dedos, rechinar los dientes, morderse los labios y el interior de las mejillas, etc.
Esta técnica se basa en la creencia de que las personas a menudo no son conscientes del
comportamiento repetitivo que emiten, el cual suele seguir a una sensación de urgencia o
sentimiento de incomodidad que sólo mejora cuando la conducta tiene lugar. Mediante el
entrenamiento en IH se pretende reducir dichas respuestas tomando conciencia de las mismas y
llevando a cabo otras físicamente incompatibles, o que compiten con ellas, las cuales permiten
prevenir o interrumpir la ocurrencia del comportamiento indeseado, a la vez que producen alivio en
el sujeto que lo padece.
El paquete completo del entrenamiento de Inversión de hábito (Habit Reversal Training) implica
diversas actividades terapéuticas, que incluyen el entrenamiento para incrementar la conciencia de
la conducta indeseada, la monitorización de las propias conductas, el entrenamiento en relajación, el
entrenamiento en la respuesta incompatible a la conducta a eliminar y diversas técnicas
motivacionales.
Después de una evaluación inicial en la que se identifica la conducta desadaptativa y sus factores
precipitantes, se proporcionan instrucciones sobre cómo cumplimentar autoregistros que permitan la
automonitorización del sujeto, evaluándose, entre otros aspectos, la frecuencia, momento del día y
lugar en los que éstos suceden con mayor probabilidad. Este procedimiento permite que el sujeto
sea más consciente de los comportamientos que lleva a cabo (incremento de la conciencia); así
mismo, le permite diferenciar la conducta indeseada dentro de la cadena de respuestas que suelen
acompañar a la misma.
El siguiente paso implica desarrollar una respuesta incompatible o comportamiento que el sujeto
puede emitir en lugar de la conducta repetitiva. Dicha respuesta, que empleará los mismos
músculos que se utilizan en la reacción inicial a eliminar, debe cumplir los siguientes requisitos:
mantenerse al menos durante un minuto, dependiendo del tipo de hábito sobre el que se intervenga,
pasar desapercibida para los demás y fortalecer los músculos en la dirección contraria a la
desarrollada al emitir el comportamiento repetitivo.
Otros componentes terapéuticos incluyen una revisión de la inconveniencia del hábito, apoyo social,
práctica de la técnica en lugares públicos, obtención de recompensas por el esfuerzo realizado para
inhibir el hábito y lograr las metas prefijadas, fundamentalmente mediante el empleo de la
aprobación social, así como el empleo de otras técnicas motivacionales.
Desde su concepción original, la IH ha sufrido numerosas simplificaciones, resultado, entre otros, de
los análisis llevados a cabo para examinar la eficacia de sus distintos componentes. Estos estudios
han identificado como los tres elementos más importantes de este procedimiento multicomponente
los siguientes: el entrenamiento en la toma de conciencia (awareness training), el entrenamiento en
la respuesta incompatible (competing response training) y el apoyo social (social support).
1
La tricotilomanía es el comportamiento recurrente de arrancarse el propio cabello y/o vello del cuerpo, por simple placer,
gratificación o liberación de la tensión. Se trata de un hábito nervioso reversible. En la clasificación diagnóstica del manual
DSM-IV-TR es considerada un trastorno del control de los impulsos no clasificados sen otros apartados.
2
El bruxismo es una actividad parafuncional que consiste en el apriete y rechinamiento dentario, es de etiología multifactorial
y está asociado principalmente al estrés y a las alteraciones del sueño o parasomnias
3
La onicofagia es el hábito de morderse o comerse las uñas.
El mecanismo por el cual la técnica de Inversión de hábito ha resultado efectiva en la eliminación de
diversas conductas indeseadas no está claro; sin embargo, es un hecho que se trata de un
tratamiento prometedor y alternativo para intervenir sobre aquellas personas que no desean, o a las
que no les es posible, recibir tratamientos farmacológicos.
Objetivos
El siguiente trabajo tiene como objetivo examinar la evolución de la técnica de IH, desde que Azrin y
Nunn (1973) sugirieron por primera vez su empleo en el artículo "Habit reversal: a method of
eliminating nervous habits and tics" hasta la actualidad.
Se pretende conocer cuales han sido los usos terapéuticos de la misma, en otras palabras, qué
comportamientos se han intentado reducir o eliminar mediante la IH a lo largo de casi cuatro
décadas y en qué medida su aplicación ha obtenido el éxito esperado; así mismo, se analizará en
qué población se ha empleado a lo largo del tiempo y cuales son los diseños más frecuentemente
utilizados en los estudios que emplean este procedimiento de intervención.
Procedimiento
Para poder alcanzar los objetivos propuestos, se llevó a cabo una revisión exhaustiva de la literatura
sobre la técnica de Inversión de hábito, clasificándose los trabajos en función de las conductas
objeto de intervención y la década en la que fueron publicados. En esta ocasión, para la búsqueda
bibliográfica se emplearon las bases de datos PsycInfo y Psicodoc.
Resultados
Evolución en el volumen de publicaciones sobre la Técnica de Inversión de Hábito
En la década de los 70 el número de publicaciones sobre esta técnica, cuya eficacia aún estaba por
contrastar, fue relativamente reducido. Los escasos estudios al respecto, el 6'33% de la literatura
revisada, llevados a cabo fundamentalmente por los creadores de la misma, tenían como objetivo
primordial determinar si la Inversión de hábito constituía un instrumento de intervención
prometedor para combatir los denominados "hábitos nerviosos".
Posteriormente, el número de publicaciones al respecto se multiplicó considerablemente. En los años
80, el interés creciente por la nueva técnica de modificación de conducta conllevó la realización de
un mayor número de investigaciones, el 31'65% de las halladas en la literatura en el ámbito de la
psicología, ampliándose a su vez el abanico de conductas objeto de estudio. Desde entonces y hasta
la fecha, la eficacia de la técnica ha seguido examinándose, ya que, según estudios recientes, ésta
continua siendo "prometedora", quedando todavía muchos aspectos sobre los que seguir indagando.
En la década de los 90 se publicaron el 29'11% de las obras revisadas sobre la técnica de IH y, en la
última década que acabamos de finalizar, el volumen de publicaciones alcanzó el 32'91% del total
de las encontradas en la revisión bibliográfica llevada a cabo.
Estos datos indican que, a diferencia de lo observado en otros procedimientos de intervención
psicológica, esta técnica todavía sigue analizándose, décadas después de haber sido propuesta,
entre otras razones, por la necesidad de comprender mejor el mecanismo subyacente a los cambios
observados, de conocer qué variables deben controlarse para lograr los niveles de eficacia deseados,
de examinar qué modalidad (grupo vs individual) es la más efectiva y en qué edades su aplicación
es óptima, etc. Teniendo en cuenta las cuestiones que aún quedan por resolver, se puede
pronosticar una continuidad en el volumen de obras dedicadas al estudio de la técnica de Inversión
de hábito en el futuro cercano.
Evolución en los usos terapéuticos de la Técnica de Inversión de Hábito
En la década de los 70, la IH se empleó principalmente para tratar de eliminar o reducir dos
conductas, el tartamudeo y la onicofagia, especialmente esta última, como se puede observar en el
gráfico 1. Los sujetos empleados solían ser adultos jóvenes, si bien algún estudio también contaba
con algún adolescente como participante2. Las investigaciones sobre tartamudeo solían emplear
diseños de caso único, entre otros motivos, por la complejidad de encontrar pacientes que emitieran
este comportamiento; por el contrario, los estudios con sujetos que se mordían las uñas empleaban
muestras algo más amplias, si bien seguían siendo bastante reducidas, en comparación con las que
suelen participar en experimentos sobre técnicas de intervención de comportamientos con mayor
prevalencia poblacional.
En la siguiente década, en los años 80, el rango de comportamientos a modificar empleando la IH se
amplió de manera considerable. Destacan los estudios sobre tricotilomanía en población infantojuvenil y en adultos jóvenes y, sobre todo, los trabajos acerca de los tics, tanto vocales como
motores, que examinan sujetos de todas las edades, algunos de los cuales contaron con la
participación de pacientes con síndrome de Tourette4. También destaca el empleo de la IH para
eliminar el bruxismo o la neurodermatitis, consecuencia esta última del rascado permanente y
repetitivo de la piel.
Por otro lado, continuaron los estudios sobre diversos hábitos orales como la onicofagia, examinado
fundamentalmente en adultos, o la succión digital, especialmente del dedo pulgar, conducta
analizada en muestras de niños muy pequeños.
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Gráfico 1. Evolución de los usos terapéuticos de la Técnica de Inversión de Hábito
1973-79
1980-89
1990-99
2000-09
Total
Por último, existe algún estudio sobre el denominado calambre del escritor, que investigaba la
utilidad de la intervención mediante IH para eliminarlo en sujetos adultos de mediana edad.
4
El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico caracterizado por movimientos repetitivos, estereotipados e
-4involuntarios y la emisión de sonidos vocales llamados tics.
En su mayoría, las investigaciones publicadas en esta década presentan diseños de caso único o
emplean muestras muy reducidas, constituidas por menos de cinco participantes. Esta circunstancia
no permitía utilizar grupos controles ni comparar la eficacia de la IH frente a otro tipo de
intervenciones psicológicas o en combinación con éstas. No obstante, existieron excepciones a esta
tendencia, como los trabajos que contaron, aproximadamente, con una veintena de participantes a
la hora de investigar tics motores3 o el calambre del escritor4, aquellos en los que tomaron parte una
treintena de sujetos para estudiar la succión de los dedos5, 6 o la tricotilomanía7, e incluso los que
emplearon un mayor número de sujetos, como los que contrastaron la eficacia de la IH para
combatir la onicofagia8, 9.
En la década de los 90, y como era esperable, se publicaron diversos trabajos de revisión sobre los
usos del procedimiento original propuesto por Azrin y Nunn (1973), las limitaciones de la técnica, así
como acerca de sus diversas versiones, sobre todo de aquellos procedimientos simplificados
elaborados para tratar hábitos infantiles10. En estos estudios se concluía que la literatura empírica al
respecto proveía suficientes datos para recomendar la IH como tratamiento de elección11, sobre todo
en la intervención de los tics, pero también de otros hábitos nerviosos, considerándose un
procedimiento efectivo, rápido y duradero12.
Uno de los aspectos más importantes extraídos de los trabajos de revisión llevados a cabo en esa
década hace referencia al componente de la técnica de Inversión de hábito responsable de las
mejoras post-tratamiento observadas. Desde el paradigma conductista la "respuesta incompatible"
era considerada el componente más significativo de la IH y, por tanto, explicaría su eficacia,
mientras para los cognitivistas el elemento explicativo fundamental era la toma de conciencia de la
conducta a eliminar13.
En estos estudios revisionistas también se realizaban recomendaciones a los profesionales que
empleaban esta técnica, enfatizando la importancia de la cuantificación de los resultados obtenidos
con los pacientes, que permitiera evidenciar su eficacia11.
Además de los trabajos de revisión, en esta década continúan, principalmente, los estudios sobre la
tricotilomanía, pero también sobre los tics y los hábitos orales, como la onicofagia, la succión digital
o el hábito de morderse; en menor medida, y a diferencia de décadas anteriores, se publicaron
estudios acerca del tartamudeo o los trastornos temporomandibulares, estos últimos como
consecuencia del bruxismo.
En términos generales, la eficacia de la IH para manejar la mayoría de estas conductas se estudió
tanto en población infanto-juvenil como adulta, a excepción del tartamudeo, el hábito de succionar
los dedos, morderse y el trastorno de pica5, que se examinaron empleando muestras de niños, como
es esperable teniendo en cuenta la prevalencia de estos comportamientos en la edad infantil; por
otro lado, los sujetos adultos fueron los que participaron, principalmente, en los estudios sobre el
bruxismo y la onicofagia.
Como sucedió en fechas anteriores, en esta década los estudios de caso fueron los mayoritarios,
junto con aquellos que empleaban un número muy reducido de sujetos. No obstante, también
tuvieron lugar algunos experimentos con muestras algo mayores, como aquellos encaminados a
examinar la eficacia de la IH en la modificación de los siguientes hábitos: onicofagia13,
tricotilomanía14 o bruxismo15.
En la última década, continúan los trabajos revisionistas, fundamentalmente acerca de la eficacia de
la IH para reducir o eliminar los tics vocales y motores, existiendo una aceptación generalizada de
que esta técnica es una aproximación viable para el tratamiento de los mismos16.
5
El trastorno de pica, clasificado como un "trastorno de la ingestión y de la conducta alimentaria de la infancia o la niñez" por
el DSM-IV, consiste en el deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas y poco usuales, que no tienen, en
apariencia, ningún valor alimenticio.
En estos estudios se suele apuntar la necesidad de realizar
eliminar dichos hábitos, especialmente en población infantil;
impredecible de la eficacia de los medicamentos en este
paternas que conlleva su empleo y, fundamentalmente, a
efectos colaterales que presentan los psicofármacos17.
intervenciones no farmacológicas para
esto se debe, entre otros motivos, a lo
grupo de edad, a las preocupaciones
la obligación de prevenir los posibles
Estos trabajos revisionistas, a pesar de recomendar el empleo de la IH, también han señalado las
deficiencias metodológicas de los estudios que han aplicado esta técnica18, especialmente aquellas
relativas a las muestras utilizadas o al tipo de diseño empleado. Respecto de las primeras, éstas no
suelen ser representativas de la población que emite determinadas conductas estudiadas. Por
ejemplo, la mayoría de los sujetos que aparecen en las investigaciones sobre tics presentan
trastornos o retrasos en el desarrollo añadidos, o pertenecen a población clínica. Por otro lado, en
relación con el diseño de los trabajos, la mayoría de los que encontramos en la literatura, estudios
de caso, utilizan un único sujeto participante19.
También se ha criticado el hecho de que muchos profesionales no estén familiarizados con la
Inversión de hábito, a pesar de existir evidencia de que esta técnica puede representar una
alternativa a la intervención farmacológica para intervenir sobre una gran variedad de conductas,
incluso para tratar trastornos tan complicados como el síndrome de Tourette20 o, al menos,
constituir un tratamiento complementario a ésta.
Además de los trabajos de revisión, en el siglo veintiuno abundan las investigaciones sobre los tics,
especialmente en pacientes con el síndrome de Tourette previamente mencionado, los cuales
presentan múltiples tics tanto vocales como motores. Los participantes de estos estudios han sido
en su mayoría niños y adolescentes. En menor medida, encontramos estudios sobre tricotilomanía,
en sujetos que abarcan todos los rangos de edad, y acerca de la onicofagia, los cuales emplean
fundamentalmente muestras adultas.
Otras conductas sobre las que se ha intervenido mediante la IH han sido el rascado o pellizco de la
piel, los cuales constituyen el factor etiológico más importantes de la neurodermatitis, y el bruxismo,
estudiado fundamentalmente en población adulta. También se ha empezado a emplear este
procedimiento para eliminar nuevas conductas como la escritura en el aire, ampliándose así el
repertorio de comportamientos a los que poder aplicar la Inversión de hábito.
Como sucedió en décadas anteriores, un porcentaje importante de la literatura revisada cuenta con
la participación de muestras muy reducidas o presenta diseños de caso único, a excepción de
algunos trabajos sobre los tics en pacientes con síndrome de Tourette21, 22, la onicofagia23, 24 o los
trastornos temporomandibulares, consecuencia del bruxismo crónico25, 26, si bien en ninguno de ellos
han participado más de cuarenta sujetos.
Eficacia de la Técnica de Inversión de hábito en el tratamiento de conductas no
deseadas
Según los estudios llevados a cabo en las últimas décadas, la eficacia de la Inversión de hábito para
reducir los tics es bastante alta, consiguiéndose la eliminación total de los mismos en un porcentaje
muy elevado de los casos, incluso cuando se trata de tics crónicos, éxito que suele mantenerse
durante periodos superiores a un año, según apuntan los seguimientos llevados a cabo en diversos
estudios1, 22, 27, 28, 29. No obstante, los resultados obtenidos varían ligeramente dependiendo de lo
siguiente: el tipo de tic objeto de intervención, ya que los vocales son algo más difíciles de eliminar
que los motores30; si los tics constituyen parte de la sintomatología de otro trastorno como, por
ejemplo, el síndrome de Tourette, en cuyo caso la reducción de los mismos es algo inferior a lo que
se produce al intervenir sobre tics aislados en sujetos sin otra patología asociada; y si el empleo de
la IH es único o en combinación con otras técnicas complementarias. Incluso cuando se aplica esta
técnica en pacientes con síndrome de Tourette, las reducciones de los tics han alcanzado tasas
superiores al 90%, tanto en su severidad como en su frecuencia, en niños y adultos, en combinación
con un tratamiento farmacológico complementario o sin él31, 32, 22, 33.
Según algunos estudios, esta técnica es mejor que la práctica negativa o la psicoterapia grupal para
combatir los tics, e igualmente eficaz que la exposición con prevención de respuesta34. Si
desglosamos los distintos componentes de la Inversión de hábito, todos ellos resultan eficaces, si
bien a la hora de reducir los tics, el procedimiento simplificado, constituido únicamente por el
entrenamiento en la respuesta incompatible y la toma de conciencia del tic parece alcanzar las
mismas tasas de éxito que el procedimiento completo que conforma la versión original35. Así mismo,
su eficacia en algunos casos aumenta con el trascurso del tiempo.
La Inversión de hábito también parece constituir un tratamiento bastante efectivo para eliminar la
onicofagia, alcanzándose en diversos estudios tasas de reducción de la conducta de morderse las
uñas cercanas al 100% en un porcentaje elevado de sujetos a los que se les ha aplicado2, 36, 9, 14, 24, 37;
así mismo, los logros alcanzados parecen mantenerse varios meses después de que la intervención
haya finalizado. Para algunos, la IH resulta más eficaz para combatir esta conducta si se combina
con otras técnicas, como el refuerzo diferencial o el coste de respuesta38; por el contrario, otros
autores consideran que su eficacia es la misma cuando se emplea aisladamente o combinada con
otros procedimientos de intervención. Así mismo, se ha constatado que, aunque es igualmente
eficaz que otros tratamientos a corto plazo, resulta el tratamiento de elección a largo plazo8.
De todos los procedimientos que constituyen esta técnica, el entrenamiento de la respuesta
incompatible ha resultado ser más eficaz que el enfocado a la toma de conciencia de la
onicofagia8, 13, apoyando así la propuesta conductista acerca de la supremacía del primer
componente sobre el segundo. En esa misma línea, parece que la duración de la respuesta que está
en competición con morderse las uñas, influye en la efectividad de la IH, de modo que cuanto más
tiempo se lleve a cabo, el efecto de la técnica se prolongará más en el tiempo39.
La Inversión de hábito ha resultado de utilidad a la hora de reducir otros hábitos orales distintos de
la onicofagia, como succionar los dedos, resultando más efectiva que la utilización de técnicas
aversivas, como los sabores desagradables5, e igualmente eficaz que el reforzamiento diferencial6.
No obstante, no existen apenas estudios que constaten una eliminación total de este tipo de
conductas. Lo mismo se observa en los estudios sobre trastorno de pica, en los que tienen lugar
recaídas y, por tanto, el éxito de la IH es únicamente parcial40.
Respecto de la tricotilomanía, la Inversión de hábito constituye un método de intervención muy
eficaz, produciéndose la eliminación total de la conducta de arrancarse el pelo en la práctica
totalidad de investigaciones al respecto, lo cual parece mantenerse un año después de la
intervención en un porcentaje considerable de sujetos41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48. Así mismo, se ha constatado
que la IH es dos veces más efectiva que la práctica negativa a la hora de eliminar esta conducta7.
No obstante, cuando el vello arrancado procede de las cejas o las pestañas, no del cabello, aunque
esta técnica produce reducciones de respuesta significativas, el hábito no suele eliminarse por
completo49. Por otro lado, cuando la modalidad de intervención es grupal, los resultados son
únicamente parciales50, lo que también se ha observado al emplear participantes con retraso
mental51. En alguna publicación se señala la necesidad de utilizar técnicas adicionales como el
reforzamiento diferencial o el coste de respuesta cuando se trabaja con niños pequeños que
presentan tricotilomanía. Quizá esta recomendación podría ser válida también en los casos
previamente mencionados, en sujetos con algún trastorno, especialmente intelectual o del
desarrollo, o en aquellos cuyo hábito de arrancarse el pelo no se limite a la cabellera.
También se ha comprobado la eficacia de la IH para combatir los efectos adversos del bruxismo, es
decir, los trastornos temporomandibulares, reduciéndose el dolor miofacial asociado a los mismos y
observándose mejoras significativas en el funcionamiento de la unión temporomandibular desde la
primera sesión52, 53, 15, 25, 26. Se ha constatado que esta técnica, tanto si se aplica individualmente
como en formato grupal, es tan eficaz como el empleo de férulas dentales a la hora de reducir el
dolor facial54. En algunas ocasiones se ha empleado en combinación con otras técnicas como el
entrenamiento en asertividad o el manejo del estrés, resultando también muy efectiva55.
En lo referente a otro tipo de hábitos como el tartamudeo, la Inversión de hábito aunque reduce el
mismo56, promoviendo una producción lingüística más extensa y comprensible57, los beneficios de su
empleo no son tan significativos como los obtenidos a la hora de intervenir sobre otro tipo de
hábitos58, 56; además, las mejoras observadas no se logran en todos los sujetos, entre otros motivos,
porque las tasas de respuesta suelen variar en los distintos contextos59. Tampoco parece que la IH
deba ser la técnica a elegir para tratar el calambre de escritor, ya que, aunque se logran ciertas
mejoras60, se ha constatado que no es más efectiva que la relajación4.
Discusión
De la revisión llevada a cabo se pueden extraer una serie de conclusiones, a modo de sugerencias,
de cara a futuras investigaciones sobre la utilidad de la técnica de Inversión de hábito.
A pesar de su existencia desde hace décadas, apenas es conocida por los profesionales de la salud
mental, lo que reduce su empleo, no siendo la herramienta de elección en el tratamiento de gran
parte de hábitos o conductas repetitivas que se desea eliminar, decantándose los expertos por
intervenciones de tipo farmacológico, con los inconvenientes que su utilización plantea,
especialmente en población infantil. Por ello, sería conveniente introducir la enseñanza detallada de
esta técnica como parte de la formación de los profesionales de la psiquiatría y la psicología,
destacando la necesidad de compartir sus experiencias y resultados con el resto de la comunidad
científica, ampliando así la literatura al respecto, muy escasa si la comparamos con la existente
acerca de las técnicas y fármacos empleados para combatir habitualmente los mismos
comportamientos.
En relación a las investigaciones científicas acerca de la IH, sería necesario llevar a cabo estudios
con sujetos de distintas edades a la hora de evaluar su eficacia para reducir un comportamiento no
deseado; de este modo, se podría conocer si ésta varía con el trascurso evolutivo y los componentes
de la técnica que funcionan mejor en cada rango de edad para cada conducta particular.
También sería conveniente llevar a cabo experimentos con muestras mayores de las empleadas
hasta la fecha, especialmente en aquellas conductas más prevalentes, como la onicofagia o los tics,
de modo que se pudiera agrupar a los sujetos y asignarles distintas condiciones: control o placebo,
fármaco, IH, IH en combinación con otros tratamientos, u otro tipo de intervenciones psicológicas,
como la relajación, el reforzamiento negativo, la exposición con prevención de respuesta o el coste
de respuesta, entre otros. De este modo, se podría conocer comparativamente la eficacia de esta
técnica frente a otras al uso.
Es necesario seguir estudiando la efectividad de los distintos componentes de la Inversión de Hábito
para cada uno de los comportamientos sobre los que se va a intervenir y, sobre todo, se deben
emplear procedimientos adecuados y estandarizados a la hora de evaluar con éxito esta técnica
todavía prometedora, que permitan comparar estudios de diversos autores. Quizá la ausencia de
criterios de evaluación comunes y fiables explica la ausencia de estudios transculturales como los
existentes en relación a otros procedimientos de intervención.
En términos generales, se puede concluir que la Inversión de hábito, a pesar de conocerse desde
hace casi cuatro décadas, no ha sido suficientemente estudiada, en relación a otras técnicas de
intervención clínica, quedando todavía muchos interrogantes sin contestar acerca de su eficacia, por
lo que se sugiere la realización de un mayor número de investigaciones al respecto que tengan en
cuenta algunas de las recomendaciones metodológicas previamente apuntadas.
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