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Sesgo de memoria en la ansiedad.

Autor/autores: María Dolores Castillo
Fecha Publicación: 01/03/2010
Área temática: Ansiedad, Trastornos de ansiedad y relacionados con traumas y factores de estrés .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

El sesgo de memoria consiste en recordar información congruente con la emoción, el estado de ánimo o el rasgo de ansiedad de las personas. En este trabajo examinamos el efecto que los siguientes factores tienen sobre el recuerdo de eventos negativos: a) nivel de ansiedad; b) información autobiográfica; c) el impacto de eventos estresantes; y d) los efectos de la amnesia retrógrada y anterógrada. A diferencia de lo que ocurre en el sesgo atencional y de interpretación que se cuenta con evidencias consistentes, las relativas a un sesgo de memoria son más discordantes, máxime si se tiene en cuenta la disociación entre memoria explícita e implícita y, dentro de cada uno de estos tipos de memoria, los distintos desórdenes de ansiedad. En este sentido, presentamos los resultados más relevantes en la ansiedad subclínica y rasgo elevado, tanto en memoria explícita como implícita. Esta misma distinción se hace en el trastorno de ansiedad generalizada, en el desorden de pánico, en estrés post-traumático, en la fobia social y en el desorden obsesivo-compulsivo. Los datos, en general, varían grandemente en función del tipo de desorden. Y cuando se consideran los desórdenes de ansiedad como grupo, los datos de la última revisión (Mitte, 2008) muestran ausencia de sesgo de memoria implícita y el correspondiente a la de memoria explícita está en función del tipo de tarea presentada en la fase de recuerdo, siendo el sesgo positivo con tareas de recuerdo y negativo con pruebas de reconocimiento. En el caso de la memoria autobiográfica se describen los estudios en este área y se presentan los resultados generales donde se observa que las personas con ansiedad informan de un número mayor de eventos autobiográficos de carácter negativo que positivo con respecto a las personas con menor ansiedad. El tercer punto que exploramos es el recuerdo diferenciado que producen los eventos estresantes o traumáticos comparados con los eventos cotidianos. Finalmente se plantean los resultados de algunos estudios sobre memoria retrógrada y anterógrada, el recuerdo de detalles centrales vs. periféricos y el fenómeno conocido como ?fijación en el arma?.

Palabras clave: ansiedad


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SESGO DE memoria EN LA ANSIEDAD

Mª Dolores Castillo
Universidad de La laguna. Facultad de psicología. La laguna, Tenerife (España)
dcvillar@ull. es

RESUMEN:
El sesgo de memoria consiste en recordar información congruente con la emoción, el estado de
ánimo o el rasgo de ansiedad de las personas. En este trabajo examinamos el efecto que los
siguientes factores tienen sobre el recuerdo de eventos negativos: a) nivel de ansiedad; b)
información autobiográfica; c) el impacto de eventos estresantes; y d) los efectos de la amnesia
retrógrada y anterógrada. A diferencia de lo que ocurre en el sesgo atencional y de interpretación
que se cuenta con evidencias consistentes, las relativas a un sesgo de memoria son más
discordantes, máxime si se tiene en cuenta la disociación entre memoria explícita e implícita y,
dentro de cada uno de estos tipos de memoria, los distintos desórdenes de ansiedad. En este
sentido, presentamos los resultados más relevantes en la ansiedad subclínica y rasgo elevado, tanto
en memoria explícita como implícita. Esta misma distinción se hace en el trastorno de ansiedad
generalizada, en el desorden de pánico, en estrés post-traumático, en la fobia social y en el
desorden obsesivo-compulsivo. Los datos, en general, varían grandemente en función del tipo de
desorden. Y cuando se consideran los desórdenes de ansiedad como grupo, los datos de la última
revisión (Mitte, 2008) muestran ausencia de sesgo de memoria implícita y el correspondiente a la de
memoria explícita está en función del tipo de tarea presentada en la fase de recuerdo, siendo el
sesgo positivo con tareas de recuerdo y negativo con pruebas de reconocimiento. En el caso de la
memoria autobiográfica se describen los estudios en este área y se presentan los resultados
generales donde se observa que las personas con ansiedad informan de un número mayor de
eventos autobiográficos de carácter negativo que positivo con respecto a las personas con menor
ansiedad. El tercer punto que exploramos es el recuerdo diferenciado que producen los eventos
estresantes o traumáticos comparados con los eventos cotidianos. Finalmente se plantean los
resultados de algunos estudios sobre memoria retrógrada y anterógrada, el recuerdo de detalles
centrales vs. periféricos y el fenómeno conocido como "fijación en el arma".

1. INTRODUCCIÓN

El sesgo de memoria consiste en recordar información congruente con la emoción, el estado
de ánimo o el rasgo de ansiedad de las personas. Para investigar si la ansiedad está asociada a un
sesgo de memoria negativo se ha examinado el efecto que los siguientes factores tienen sobre el
recuerdo: a) nivel de ansiedad; b) grado de implicación personal (información autobiográfica); y c)
el impacto negativo que producen eventos estresantes. Sin embargo, a diferencia de las evidencias
bastante consistentes en los sesgos de atención e interpretación, las relativas a un sesgo de
memoria son más discordantes. Más aún, si se considera la disociación entre memoria explícita e
implícita (1, 2). Cada uno de estos factores son considerados más adelante.

Los modelos teóricos del procesamiento de información de los desórdenes de la emoción
(véase Castillo [3] para revisión) sostienen que las personas con ansiedad elevada se caracterizan
por recordar en mayor medida información de amenaza que neutra, comparadas con las personas
con ansiedad baja. El primer modelo propuesto es la teoría de esquemas (4). Se basa en la noción
de "esquema" como una estructura funcional de representaciones relativamente duraderas del
conocimiento y la experiencia adquirida. Los esquemas influyen en la atención, percepción,
interpretación y memoria de información nueva, consistente con la del contenido de dicho esquema
(5, 6, 7). La hipótesis básica de esta teoría es que las diferencias individuales en el procesamiento
selectivo de información son un reflejo de los esquemas que se activan en el sistema cognitivo. En
términos de Beck y Clark "la activación de las estructuras cognitivas (o de un esquema específico)
guía la selección, codificación, organización, almacenamiento y recuperación de la información. Los
estímulos consistentes con los esquemas son elaborados y codificados, mientras que los
inconsistentes se ignoran u olvidan" (1988, p. 24-26). Según estos autores, la ansiedad y la
depresión se distinguen por el foco del esquema prominente: la ansiedad se caracteriza por
esquemas referidos a daños y vulnerabilidad, y la depresión por esquemas de pérdida.

El segundo modelo propuesto es la teoría de la red asociativa (8, 9, 10). Sostiene que tanto
los conceptos como las emociones están representados en la memoria agrupados formando nodos
(nodo conceptual o nodo emocional, respectivamente). Una unidad específica para cada emoción.
Los nodos emocionales pueden activarse por muchos estímulos (v. gr. , significados simbólicos
verbales o fisiológicos). Cuando la activación alcanza un cierto umbral (denominado "nivel crítico de
activación"), la unidad de emoción transmite excitación y la activación se propaga desde ese nodo a
otros afines, a través de los eslabones de la red que los conecta. Así, cuando una persona se
encuentra en un estado emocional determinado (v. gr. , alegría, ansiedad, tristeza, etc. ) se activa en
su memoria el nodo emocional correspondiente, el cual activa otros nodos afines, desencadenándose
las cogniciones, comportamientos expresivos y autonómicos asociados (11).

Estas dos primeras teorías sostienen que se producirán sesgos de atención y memoria de
información congruente con la emoción. Sin embargo, en el caso de la memoria no distinguen entre
sesgo de memoria explícita e implícita, tarea que va a acometer un nuevo modelo: el propuesto por
Williams, Watts, MacLeod y Mathews (12, 13). Estos autores han revisado las diferencias existentes
en los sesgos cognitivos entre la ansiedad y la depresión, y han hallado que existen evidencias de un
sesgo de memoria en la depresión, mientras que en la ansiedad los resultados son mixtos: sesgo de
memoria implícita y ausencia de sesgo de memoria explícita. Para Williams et al. (12) las personas
con ansiedad se caracterizan por un patrón de vigilancia-evitación hacia la información que ellos
perciben como amenazante. El estado de vigilancia se produce en los primeros estadios del
procesamiento (noción de "priming" del modelo)

y consiste en que las personas con ansiedad

dirigen su atención automáticamente hacia la localización de la amenaza, incrementando de este
modo la facilitación de dicha información. Le sigue el estado de evitación (fase de elaboración del
modelo), en el cual la información anterior se procesa de forma estratégica, haciendo que las
personas con ansiedad dirijan su atención fuera de la amenaza, decreciendo el grado con el que se
puede recuperar esta información.

Los resultados mixtos en el sesgo de memoria (i. e. , sesgo de memoria implícita en la
ansiedad y ausencia de sesgo de memoria explícita), hallados por estos autores, les llevó a hacer
una reconceptuación de su modelo. En la nueva versión de 1997 en lugar de basarse en la idea de
priming y elaboración para explicar los sesgos cognitivos, se acogen a la noción de procesos
perceptuales vs. conceptuales y enfatizan la importancia de la codificación en el recuerdo.

El patrón de vigilancia-evitación de Williams et al. es consistente con el trabajo de Mogg y
cols. (14) y con su modelo, la hipótesis cognitiva-motivacional de la ansiedad (15). Estos autores
hallaron peor recuerdo de la información de amenaza que de la no-amenazante, a pesar de obtener
un sesgo atencional de amenaza en la ansiedad elevada.

2. memoria EXPLÍCITA E IMPLÍCITA

La distinción entre memoria explícita e implícita no sólo se refiere al tipo de tarea utilizada,
como veremos a continuación, sino a dos sistemas de memoria (16, 17). La memoria explícita
ocurre cuando la ejecución de una tarea requiere el recuerdo consciente de información presentada
anteriormente y su evaluación se hace en función de la exactitud del recuerdo (18). Por su parte, la
memoria implícita se revela cuando determinadas experiencias facilitan la ejecución de tareas
posteriores sin necesidad de recuerdo intencional o consciente (2, 19). Según Roediger y Blaxton
(20), las tareas de memoria explícita implican un procesamiento guiado conceptualmente, iniciado
por el sujeto y en el que estarían involucradas operaciones de carácter estratégico. Por el contrario,
en las tareas de memoria implícita el procesamiento estaría dirigido por los datos e implicaría
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operaciones de naturaleza automática. Existe amplia evidencia de la disociación entre estos dos
tipos de memoria, por ejemplo en pacientes con amnesia (v. gr. , 21), estudios neurofisiológicos y
neuroanatómicos (v. gr. , 22, 23) o estudios farmacológicos (v. gr. , 24).

Para evaluar la memora explícita se utilizan pruebas de reconocimiento, recuerdo libre y
recuerdo con indicios (claves o pistas), pidiéndose en todos los casos el recuerdo de la información
presentada previamente. Las hipótesis predicen que el recuerdo de la información congruente con el
estado de ánimo se verá facilitada o incrementada. En cambio, en la memoria implícita no se pide
recuerdo de información, sino la realización de determinadas tareas, como completar palabras o
fragmentos de ellas, realizar anagramas, tareas de decisión léxica, identificación taquistoscópica,
paradigma de juicio de ruido, pruebas de conocimiento conceptual, etc. en las que se utiliza de
modo no consciente la información aprendida. En las tareas de completar palabras se presenta una
lista de palabras (v. gr. , enfermo, hospital, médico . . . ) que el sujeto ha de leer. A continuación, en la
fase de recuerdo, sólo se presenta la raíz de ellas (v. gr. , enf. . . /hos. . . /méd . . . ) o ciertos fragmentos
que el sujeto ha de completar con las primeras palabras que se le ocurran. No se hace mención a la
posible relación entre estas palabras y las de la lista

previa. La medida de memoria implícita se

demuestra por la tendencia a completar los fragmentos, en mayor medida, con las palabras
presentadas en la lista que con otras no presentadas o nuevas.

En las tareas de decisión léxica se presentan palabras correspondientes al léxico y
pseudopalabras, éstas están formadas por series de letras que se parecen a alguna palabra del
léxico pero que en realidad no constituyen ninguna palabra (v. gr. , graño). Al sujeto se le pide que
responda lo más rápidamente posible si el estímulo es una palabra del léxico o no.

En el paradigma de juicio de ruido (25) primero se oye un conjunto de frases que el sujeto ha
de repetir en voz alta. A continuación escucha estas frases "viejas" mezcladas con otras "nuevas",
presentadas todas ellas sobre un fondo de ruido. A los participantes se les pide repetir las frases y
evaluar el volumen del ruido de fondo. Se ha encontrado que el ruido que acompaña a las frases
"viejas" es evaluado como menos ruidoso que el que acompaña a las frases nuevas. Esta diferencia
en la evaluación del ruido se ha interpretado como muestra de un sesgo implícito para las frases
"viejas".

En las pruebas de conocimiento conceptual se presenta una lista de palabras (v. gr. , examen,
suspenso, apto. . . ) y los participantes deben indicar miembros pertenecientes a una determinada
categoría (v. gr. , estudios). La facilitación se produce si aparecen, como miembros de la categoría,
palabras de la lista inicial con mayor probabilidad que palabras no pertenecientes a la lista. El
resultado general es que se tarda menos tiempo en decidir sobre los ítems incluidos en la lista que
sobre los que no forman parte de ella.
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El estudio del sesgo de memoria negativo en la ansiedad, mediante pruebas de memoria
implícita, se ha fomentado notablemente por varias razones. La primera, es que la memoria
implícita parece estar menos afectada que la memoria explícita por el uso de estrategias de los
sujetos, tanto en la fase de codificación como de recuerdo. Por tanto, las pruebas de memoria
implícita ofrecen la ventaja de evaluar la memoria que está relativamente poco contaminada por
factores estratégicos. La segunda razón es que si, como se acepta de forma general, los procesos
implicados en la memoria implícita y explícita son distintos1, y los efectos con pruebas que evalúan
cada modalidad de memoria también lo son, esto podría dar información de la influencia de la
ansiedad en ambos procesos de memoria.

3. memoria EXPLÍCITA E IMPLÍCITA EN EL RASGO ELEVADO DE
ansiedad Y EN LOS DISTINTOS DESÓRDENES

En este apartado presentamos las evidencias más relevantes de los estudios que han
examinado la memoria explícita e implícita en personas normales con rasgo elevado de ansiedad y
en pacientes clínicos, distinguiendo entre alteraciones de ansiedad. Para un detalle de estos trabajos
véanse las revisiones de Coles y Heimberg (28) y Mitte (29).

3. 1. Resultados de los estudios de memoria explícita en la ansiedad subclínica y
rasgo elevado
Las personas con rasgo elevado de ansiedad se caracterizan por una preocupación y
emocionalidad excesivas hacia eventos potencialmente amenazantes que perciben como amenaza
real. Para estudiar el sesgo de memoria explícita en la ansiedad-rasgo se han utilizado pruebas de
memoria y reconocimiento sobre palabras autodescriptivas, de amenaza, positivas, negativas y
neutras. Los estudios de Breck y Smith (30) con adjetivos auto-descriptivos positivos y negativos en
condiciones de estrés, y de Claeys (31) en ausencia de estrés apoyan la ocurrencia del sesgo.
Igualmente el estudio de Rogers, Kuiper y Kirker (32) sobre juicios autorreferentes (v. gr. , ¿describe
esta palabra tu . . . . . sobre . . . . ?), semánticos (v. gr. , ¿significa lo mismo que . . . . ?) o estructurales
(v. gr. , ¿son mayúsculas las letras que componen la palabra?) es consistente con dicho sesgo.

Aunque estos resultados son acordes con la idea de que las personas normales con ansiedad
elevada exhiben un sesgo de memoria negativo, la mayoría de las investigaciones han encontrado
resultados contrarios. Por ejemplo, MacLeod (33) presentó pares de palabras de amenaza y neutras
que

podían aparecer de forma secuencial o concurrente, en dos posiciones diferentes. Una pista

después de cada palabra, indicaba qué palabra debía ser recordada. En la presentación secuencial
no hubo diferencia en la latencia de recuerdo entre las palabras neutras y de amenaza, en función
de la ansiedad. En cambio, en la presentación concurrente, los sujetos con ansiedad elevada
1

Una explicación de estas posiciones teóricas puede verse en Roediger y McDermott (26) y Schacter (27).

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tuvieron mayor latencia en las palabras de amenaza

que en las neutras, mientras que en los

sujetos con menor ansiedad ocurrió lo contrario. Estos resultados no son consistentes con la idea de
un sesgo de memoria explícita en la ansiedad. Nugent y Mineka (34) tampoco hallaron efectos de la
ansiedad en una prueba de reconocimiento y en otra de recuerdo sobre palabras negativas
emocionalmente. Las evidencias también fueron negativas en los estudios de Dalgleish (35) y
Richards y French (36) mediante tareas de recuerdo libre.

Foa, McNally y Murdock (37) manipularon las condiciones de estrés (ansiedad vs. relajación)
tanto en la fase de presentación del material (palabras de amenaza y neutras) como en la de
recuerdo. Las personas con ansiedad elevada no tuvieron mayor recuerdo de los estímulos negativos
en ninguna de las condiciones. Es más, un análisis de los datos de aquellos sujetos que
específicamente manifestaron más incremento en su estado de ansiedad en la fase de recuerdo,
respecto a la de presentación, mostró un menor recuerdo de palabras de amenaza.

Sanz (38) tampoco halló evidencias de un sesgo negativo asociado a la ansiedad social. El
autor comparó el recuerdo de información autorreferente de sujetos con rasgo elevado de ansiedad
social, sujetos con síntomas depresivos, y normales (sin signos de ansiedad ni depresión). Para ello
utilizó adjetivos que diferían en valencia (positiva vs. negativa) y contenido (relevante a depresión,
ansiedad social, depresión y ansiedad social conjuntamente e irrelevante a ambas alteraciones
emocionales). Los sujetos con depresión recordaron una proporción similar de adjetivos negativos y
positivos, y menor proporción de adjetivos positivos que el grupo de control. Por el contrario, las
personas con ansiedad social y las del grupo de control recordaron más palabras positivas que
negativas. Estos resultados son acordes con la existencia de un sesgo en el recuerdo de información
positiva en la ansiedad, y de un sesgo de información negativa en la depresión.

En definitiva, los datos presentados permiten concluir que no existe sesgo de memoria
explícita asociado a la ansiedad elevada, a nivel de rasgo. Ahora bien, en el meta-análisis que Mitte
(29) ha realizado recientemente se analiza el tipo de prueba utilizada en la fase de recuerdo. No ha
hallado efecto global de la ansiedad sobre el recuerdo; sin embargo, cuando se considera el tipo de
prueba observa ausencia de sesgo de memoria explícita con tareas de reconocimiento y evidencias
favorables a dicho sesgo con pruebas de recuerdo, aunque no de forma consistente en todos los
estudios. Este resultado es importante porque el recuerdo es predominantemente conceptual y
sugiere que la ansiedad está asociada a un procesamiento elaborado de información de amenaza, si
bien la ocurrencia del sesgo puede depender de variables moderadoras, especialmente la depresión.

3. 2. Resultados de los estudios de memoria implícita en ansiedad subclínica y
rasgo elevado
Los resultados con este tipo de pruebas son mayormente negativos, aunque algún estudio
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con una tarea de completar palabras ha hallado evidencias del sesgo (v. gr. , 39). En contraste, el
estudio de Richards y French (36) con una tarea autorreferente seguida de otra consistente en
completar palabras sólo se ha confirmado el sesgo en una condición, pero no en la otra. Russo, Fox
y Bowles (40) replicaron el estudio de Richards y French (36). En ninguno de los tres experimentos
del estudio obtuvieron resultados consistentes con el sesgo, a pesar de que en el segundo
experimento la selección de los participantes fue más estricta y se manipuló la situación para
incrementar el estado de ansiedad de forma significativa. Se esperaba que esta manipulación
produjera efectos positivos sobre la generación del sesgo. Según estos datos, los autores concluyen
que ninguno de los experimentos denota un sesgo de memoria implícita. En el meta-análisis de Mitte
(29) tampoco se encuentran evidencias del sesgo en tares de completar palabras y los datos son
inconsistentes en la tarea de decisión léxica, con estudios favorables al sesgo (v. gr. , 41) y otros con
resultados contrarios (véase revisión de Siegle, Ingram y Matt [42]). En definitiva, podemos concluir
que los datos no apoyan la ocurrencia de un sesgo de memoria implícita asociado al rasgo elevado
de ansiedad.

3. 3. Resultados de los estudios de memoria explícita en el trastorno de ansiedad
generalizada
El desorden de ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación excesiva e
incontrolable sobre numerosas cosas y situaciones. Se presenta acompañado de síntomas
somáticos, como fatiga, tensión muscular, etc. En relación con el sesgo de memoria es razonable
suponer que la preocupación extrema que sienten estas personas propicie la memoria del material
de amenaza; sin embargo, Williams et al. (12, 13) hipotetizan un sesgo de memoria implícita pero
no de memoria explícita.

En la revisión de Williams et al. de 1997 proporcionan numerosas evidencias de ausencia de
sesgo, lo que es acorde con sus supuestos. Prueba de esto son los siguientes estudios: Mathews y
MacLeod (43) con una prueba de reconocimiento de palabras de amenaza social y física, seguida de
una tarea Stroop; Mogg (44) en 4 de 5 experimentos con una prueba de memoria; Mogg, Mathews y
Weinman (45) con adjetivos positivos, negativos, con implicaciones de amenaza y negativos sin
amenaza, sobre los que los participantes tenían que decidir si era auto- u otro-referente; Mathews,
Mogg, May y Eysenck (46) con pacientes actuales, recuperados y personas sin ansiedad a los que se
les pedía que se imaginaran a sí mismas en una escena relacionada con el contenido de cada
palabra; Mogg y Mathews (47) con una tarea de recuerdo de palabras auto-referentes; MacLeod y
McLaughlin (48) con palabras de amenaza y neutras; Bradley, Mogg y Williams (49) con palabras
relativas a ansiedad, depresión, positivas y neutras; y Becker, Roth, Andrich y Margraf (50) con una
tarea de recuerdo libre; y Becker et al. (1999) con palabras relacionadas con exposiciones orales,
positivas y neutras. En contraste, estudios más recientes aportan evidencias del sesgo. Son los
trabajos de Ghassemzadeh, Izadikhah y Naghi Bareheni (51) con una prueba de memoria explícita,
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y Coles, Turk y Heimberg (52) con material idiográfico relevante para los participantes

En definitiva, la revisión de Williams et al. (13) muestra numerosas evidencias contrarias al
sesgo que llevan a pensar que en la ansiedad generalizada no se produce sesgo de memoria
explícita. Sin embargo, datos más recientes de Mitte (29) indican que hay evidencias favorables al
mismo con pruebas de recuerdo, aunque no se confirman en todos los estudios, y ausencia de sesgo
con tareas de reconocimiento.

3. 4. Resultados de los estudios de memoria implícita en el trastorno de
ansiedad generalizada
En la literatura figuran tantos estudios favorables al sesgo como contrarios. Estudios que
apoyan su ocurrencia son: Mathews et al. (46) con una tarea de completar palabras de amenaza y
no-amenaza; MacLeod (133) registrando el umbral perceptivo para identificar palabras de amenaza
y neutras; MacLeod y McLaughlin (48) con una tarea de identificación taquistoscopica; y Coles, Turk
y Heimberg (52) con una tarea de completar palabras. En contraste, se oponen al sesgo los trabajos
de Bradley, Mogg y Williams (49)

con una tarea de decisión léxica y Mathews, Mogg, Kentish y

Eysenck (53) con una tarea de completar palabras. En definitiva, los datos sobre la ocurrencia del
sesgo son mixtos, por lo que sería aconsejable nuevos estudios que aclaren la dirección definitiva
del mismo.

3. 5. Resultados de los estudios de memoria explícita en el desorden de pánico
El desorden de pánico se caracteriza por períodos recurrentes e inesperados de miedo intenso
y malestar en el que la persona experimenta palpitaciones, asfixia, náuseas, miedo a morirse, etc.
que desarrolla abruptamente y alcanza su máxima intensidad de forma rápida. El ataque de pánico
generalmente va seguido de miedo y preocupación sobre nuevos ataques, sus consecuencias,
cambios significativos en el comportamiento, agorafobia, etc.

Los estudios sobre un sesgo de memoria explícita en este desorden apoyan su ocurrencia. El
primer trabajo en esta línea lo realizaron Nunn, Stevenson y Whalan (54) con pacientes con
agorafobia y un grupo de control en el que se les pedía leer pasajes conteniendo información
potencialmente amenazante y pasajes neutros. Los pacientes recordaron más proposiciones de los
pasajes de amenaza que el grupo de control. En un segundo experimento, los participantes
estudiaron listas conteniendo palabras de amenaza y neutras. De nuevo, los pacientes recordaron
más palabras de amenaza que neutras, mientras que lo contrario ocurrió en el grupo de control.

También han hallado evidencias del sesgo McNally, Foa y Donnell (55) con palabras
autodescriptivas; Cloitre y Liebowitz (56) con una tarea de decisión léxica; Becker, Rinck, Margraf
(57); Becker, Roth, Andrich y Margraf (50) y Lundh, Czyzykow y Öst (58) con escenas en las que la
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persona tiene que imaginarse como formando parte de ellas; Cloitre, Shear, Cancienne y Zeitlin (59)
con palabras de amenaza, positivas y neutras que los participantes tenían que evaluar su grado de
afinidad; y Lundh, Thulin, Czyzkow y Öst (60) con reconocimiento de caras normales y con aspecto
no seguro.

Otro grupo de estudios ha obtenido datos contrarios: el trabajo de Pickes y van den Broek
(61) en el que trataron de replicar el estudio de Nun et al. (54); Beck, Stanley, Averill, Baldwin y
Deagle (62) y Ehlers, Margraf, Davies y Roth (63) con reconocimiento de palabras de amenaza
física, social y neutras; Ehlers et al. , (63) con palabras de amenaza de separación; Beck et al. (62)
con palabras emocionales positivas; y Rapee (64) con recuerdo de palabras de amenaza física,
social y neutras.

Los estudios, en general, apoyan la ocurrencia de un sesgo de memoria explícita en el
trastorno de desórdenes de pánico. Coles y Heimberg (28) señalan que un factor que puede haber
intervenido en el sesgo es el tipo de tarea de codificación, como el procesamiento ­profundo vs.
superficial- de las características sensoriales. Una prueba de esto es que en los estudios donde no se
ha hallado sesgo se presentaron muchos estímulos sin estimular a los participantes a realizar un
procesamiento profundo de los mismos, mientras que en los estudios con evidencias favorables se
estimuló a los participantes en este sentido, haciendo que valoraran palabras autodescriptivas,
imaginándose en escenas donde estuvieran implicados, etc.

3. 6. Resultados de los estudios de memoria implícita en el desorden de pánico
Los estudios de Amir, McNally, Reimann y Clements (65) con un paradigma de juicio de ruido
blanco, y Cloitre et al. , (59) con una tarea de completar palabras son favorables a un sesgo de
memoria implícita. En contraste, los estudios de Lundh et al. (58) con una tarea de completar
palabras; Lundh, Wilkstrom, Westerlund y Öst (66) con palabras de amenaza interpersonal y
neutras, y Rappe (64) con una tarea de completar palabras aportan datos contrarios. En
consecuencia, los datos sobre memoria implícita son escasos y el apoyo débil, por lo que se requiere
de mayor evidencia empírica.

3. 7. Resultados de los estudios de memoria explícita en el desorden de estrés
post-traumático
El estrés post-traumático se caracteriza por una reacción de miedo intenso, impotencia,
horror, etc. ante eventos traumáticos, seguido por una reexperimentación del evento y elevado
arousal. Las personas con este trastorno tienen pensamientos intrusivos, imágenes y destellos de la
situación, pesadillas nocturnas, etc. relacionados todos ellos con el evento. Este conjunto de
experiencias apoya la idea de que su memoria está estructurada en relación al suceso y que éste se
activa fácilmente.
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Los estudios en este desorden son escasos. Contamos con evidencias a favor del sesgo de los
estudios de Vrana, Roodman y Beckman (67) con una tarea Stroop que pasaron a veteranos de la
guerra de Vietnam, y de McNally et al. (55) con una tarea de completar palabras en adultos que
habían sufrido abusos sexuales en la niñez En resumen, el examen de esta alteración es pobre y los
datos de los estudios referenciados complicados, ya que en ambos se encontraron pruebas de
memoria de recuerdo libre, pero no de reconocimiento; sin embargo, hay que tener en cuenta que el
tipo de recuerdo es diferente: en el estudio de Vrana et al. el recuerdo se refería a palabras de
amenaza y en el estudio de McNally et al. a palabras de no-amenaza.

3. 8. Resultados de los estudios de memoria implícita en el desorden de estrés
post-traumático
El estudio de Amir et al. (65) con un paradigma de juicio de ruido blanco apoya la ocurrencia
del sesgo de memoria implícita; sin embargo, un solo estudio es una escasa evidencia del sesgo. Por
consiguientes, se necesita un muestreo mayor de situaciones traumáticas, tales como violaciones,
asaltos, crímenes, situaciones violentas, etc. y no sólo de excombatientes que permitan llegar a
conclusiones más firmes.

3. 9. Resultados de los estudios de memoria explícita en la fobia social
Las personas con fobia social se caracterizan por un miedo a las situaciones sociales en las
que han de exponerse ante desconocidos o el posible escrutinio de otros. El miedo que
experimentan está asociado a vergüenza, humillación y un gran distrés porque anticipan un bajo
rendimiento en su actuación.

Uno de los primeros estudios que exploró este desorden es el Rapee, McCallum, Melville,
Ravenscroft y Rodney (68) con varias medidas: recuerdo y reconocimiento, recuerdo dirigido y
recuerdo de feedback de la ejecución de una tarea y memoria autobiográfica.

Los resultados no

apoyan la ocurrencia del sesgo de memoria explícita. Tampoco hallaron evidencias Cloitre,
Cancienne, Heimberg, Holt y Liebowitz (69) con una tarea de recuerdo y reconocimiento de palabras
referidas a amenaza social; Becker et al. (50); Lundh y Öst (70) con una tarea de recuerdo de
palabras de amenaza y no-amenaza, seguidas por una prueba auto-referente. Los resultados
también fueron nulos en el estudio de Amir, Foa y Coles (71) con una tarea de reconocimiento de
frases sociales de amenaza social y neutras previamente oídas. En cambio, es congruente con el
sesgo el trabajo de Foa, Gilboa-Schechtman, Amir y Freshman (72) con fotografías de caras y
pruebas de recuerdo y reconocimiento. En resumen, los datos no apoyan la ocurrencia de un sesgo
de memoria explícita en la fobia social.

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3. 10. Resultados de los estudios de memoria implícita en la fobia social
Rapee et al. (68) utilizaron una tarea de completar palabras en personas que presentaban
fobia social. Todos los grupos completaron más palabras de no-amenaza que de amenaza,
fracasando en demostrar un sesgo de memoria implícita. Sin embargo, apoyan dicho sesgo los datos
de Lundh y Öst (70) con palabras de amenaza social y el trabajo de Amir et al. (71) con un
paradigma de juicio de ruido blanco. Estos datos no permiten conclusiones firmes, dados los
resultados mixtos y el escaso número de estudios que han abordado la memoria implícita en el
trastorno de fobia social.

3. 11. Resultados de los estudios en el desorden obsesivo-compulsivo
Las personas con este desorden tienen pensamientos, impulsos o imágenes intrusivos e
inapropiados que les llevan a experimentar distrés y ansiedad. Las obsesiones generalmente van
seguidas de conductas repetitivas, a modo de rituales, que estas personas realizan para reducir su
estado de ansiedad. Para estudiar el sesgo de memoria en esta alteración, uno de los paradigmas
utilizados es el de olvido del material perturbador. Wilhelm, McNally, Baer y Florin (73) utilizaron
este paradigma y hallaron que los pacientes recordaron y reconocieron más palabras de olvido
negativo que neutras, mientras que ocurrió lo contrario en el grupo de control. Estos resultados son
consistentes con un déficit en la habilidad para olvidar material negativo en personas con esta
alteración y, por tanto, consistentes con la generación del sesgo.

Foa, Amir, Gershuny, Molnar y Kozak (74) investigaron el sesgo de memoria explícita e
implícita. Con respecto a la memoria explícita, ambos grupos ­obsesivo-compulsivo y controlreconocieron más frases neutras que de objetos contaminados, fracasando en obtener evidencia
positiva del sesgo. En relación con la memoria implícita, se empleó un paradigma de juicio de ruido
blanco. Ambos grupos informaron de menor ruido en las frases "viejas" que en las neutras. Por
consiguiente, estos datos no apoyan la ocurrencia ni de un sesgo de memoria explícita ni implícita
asociado a esta alteración.

Radomsky

y

Rachman

(75)

realizaron

un

estudio

relativo

a

miedo

sobre

objetos

contaminados. Los participantes, pacientes diagnosticados como obsesivo-compulsivos y grupo de
control, tenían que tocar una serie de objetos, la mitad de ellos con un tejido contaminado y la otra
mitad

con

un

tejido

sin

contaminación.

Los

pacientes

obsesivo-compulsivos

recordaron

significativamente más objetos contaminados que inocuos, mientras que lo contrario ocurrió en el
grupo de control. Sin embargo, los grupos no difirieron en la evaluación sobre su ansiedad por tocar
dichos objetos o el recuerdo del tejido utilizado para cogerlos. Aunque los autores consideraron
inicialmente que este procedimiento era válido como medida de memoria explícita, concluyen que es
probable que también estén implicados procesos de memoria implícita.

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En resumen, existen pocos estudios que hayan estudiado esta alteración y los existentes
sugieren que puede darse tanto sesgo de memoria explícita como implícita. Una limitación que
presentan los estudios reseñados es que los estímulos utilizados se refieren a miedos generales y
probablemente el sesgo se captaría mejor utilizando estímulos idiográficos que realmente
representen los miedos que experimentan estas personas.

Resumen de la asociación ansiedad-memoria explícita vs. implícita
El examen por diagnosis que hemos presentado, basado en la revisión de Coles y Heimberg
(28), revela que varios desórdenes muestran diferentes patrones. En el desorden de pánico aparece
sesgo de memoria explícita de forma consistente y modesto en el sesgo de memoria implícita. Los
pacientes con estrés post-traumático y los obsesivo-compulsivos se caracterizan por ambos tipos de
sesgos, aunque estas conclusiones se basan en un número pequeño de estudios. Los pacientes con
fobia social no presentan sesgo de memoria explícita pero sí memoria implícita, aunque el número
de estudios sobre el que se hizo el análisis es insuficiente. Las discrepancias mayores surgen en la
ansiedad generalizada, puesto que en la revisión de 1997, Williams et al hallan ausencia de sesgo de
memoria explícita y evidencias favorables de memoria implícita, y en la revisión más reciente de
Mitte (29) con sujetos normales con rasgo elevado de ansiedad y pacientes clínicos no encuentra
evidencias del sesgo de memoria implícita y los datos de memoria explícita varían en función del
tipo de tarea: ausencia de sesgo con pruebas de reconocimiento y evidencia del sesgo con tareas de
recuerdo, aunque no en todos los estudios.

Como resumen de la asociación ansiedad-memoria explícita vs. implícita, Coles y Heimberg
refieren que cuando se consideran los desórdenes de ansiedad como grupo, existe poco apoyo a un
sesgo de memoria explícita y un apoyo modesto al sesgo de memoria implícita. Por su parte, Mitte
(29), como ya hemos indicado, no encuentra evidencias de sesgo de memoria implícita, y el
correspondiente a la memoria explícita depende del tipo de tarea de recuerdo utilizada: ausencia de
sesgo con pruebas de reconocimiento y evidencias a favor con reconocimiento. Como se ve, los
datos entre las dos revisiones más actuales (Coles y Heimberg [28] y Mitte, [29]) no son totalmente
concordantes. Dos factores que pueden haber contribuido a estos datos diferenciados es la muestra
seleccionada sobre la que se han realizado los análisis y el número de trabajos que incluyen los
mismos. Con respecto a la muestra hay que señalar que Coles y Heimberg (28) sólo consideraron
pacientes clínicos con distintas alteraciones, mientras que Mitte (29) abarcó pacientes clínicos y
subclínicos con elevado rasgo de ansiedad. Con respecto al volumen de trabajos analizados, el
estudio de Mitte incluye 165 trabajos y 9. 046 personas, un número mayor que el que aporta Coles y
Heimberg

Mitte (29) señala que el sesgo de memoria explícita, obtenido con pruebas de recuerdo, no
encaja bien con ninguno de los modelos examinados ­teoría de esquemas, teoría de la red
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asociativa ni con el modelo de Williams et al. (12, 13)- y sí con el modelo de sistema de memoria
modular (MEM) de Johnson y Hirst (76) y en concreto con sus subsistemas reflexivos. El modelo de
Beck y Clark (77) y, específicamente, el estadio II también podría dar cuenta de los resultados del
sesgo. Por último, esta autora ofrece otra posible explicación al sesgo de memoria. Se basa en que
los procesos motivacionales y el propósito de las personas afectan al procesamiento de la
información. Por tanto, la memoria depende de la relevancia personal y de las metas subjetivas. Es
más probable que se recuerde información importante que no-importante y más probable también
que se recuerde más la información deseable que la indeseable. Según Williams et al. (12, 13), las
personas con ansiedad elevada evitan la codificación profunda del material amenazante debido a la
naturaleza aversiva de la experiencia; esto es, los materiales amenazantes son indeseables, de ahí
que recuerden menos este tipo de información.

Coles y Heimberg (28) señalan las siguientes causas como posibles responsables de la
ausencia del sesgo de memoria explícita en su estudio:
1) Grado de codificación de la información (superficial vs. profunda). Parece lógico pensar
que si la información se codifica a nivel profundo el recuerdo explícito se vea facilitado (78). Sin
embargo, esto no significa que siempre que haya una mayor profundidad de procesamiento, la
ejecución en pruebas de memoria será mejor. Un estudio donde se confirma este supuesto es el de
Vrana et al. (67). También en estudios sobre el desorden de pánico que pasaron del 60% al 89% en
la confirmación del sesgo cuando se consideró la codificación más profunda de la información.
2) El uso de material nomotético de amenaza en lugar de idiográfico que recoja con mayor
exactitud la preocupación particular de las personas y que active en mayor medida sus redes
específicas de miedo.
3) La falta de consideración de la contribución conjunta de rasgo y estado de ansiedad más
que el rasgo solo, como la mayor parte de los autores han hecho. Prueba de esto es que cuando
ambas variables se han tenido en cuenta, el sesgo de memoria se ha producido (v. gr. , 30 y 79).
4) La naturaleza de las tareas de recuerdo empleadas, ya que diferentes metodologías han
producido resultados distintos. Los paradigmas varían sustancialmente en su sensibilidad o
probabilidad para detectar efectos y éstos pueden ser un artefacto de la variabilidad de las tareas de
recuerdo. Por ejemplo, se sabe que las tareas de recuerdo libre son más sensibles a influencias
externas que las tareas de reconocimiento; por tanto, es razonable pensar que la ansiedad pueda
tener mayores efectos sobre el recuerdo libre que sobre el reconocimiento. Entre los estudios
revisados hay más apoyos de pruebas de recuerdo libre que de reconocimiento.
5) El tipo de material utilizado, en su mayor parte material escrito y referido a amenazas
relacionadas con la salud, eventos sociales, evaluativos, etc. Muy pocos estudios han utilizado
material pictórico, cuando generalmente es mejor recordado que las palabras (Mitte, 29). Esta idea
es acorde con el modelo dual de Paivio (80), según el cual las imágenes se codifican en dos
formatos, mientras que las palabras en uno sólo. Además la huella de memoria para las imágenes
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es más firme que para el formato verbal. En el empleo mayoritario de palabras hay que tener en
cuenta que aunque las utilizadas se relacionan con la variable preocupación, es posible que no sean
igualmente relevantes para todos los pacientes y no sean lo suficientemente sensibles para captar el
sesgo. Otra cuestión es la posibilidad de que para captar el sesgo de memoria se requiera un
material que implique un procesamiento más elaborado que lo que ocurre en el sesgo atencional.
Por ello algunos autores (v. gr. , 81, 82) han utilizado textos con formato de prosa, asumiendo que
requie

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