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Filosofía un conocimiento faltante.

Fecha Publicación: 01/03/2008
Autor/autores: Ernesto Viola

RESUMEN

Presentación de problemas filosóficos útiles para pensar la ausencia de filosofía en el conexto de la psiquiatría. La filosofía constituye para el psiquiatra un conocimiento faltante, que hace lugar a teorías compensatorias metafísicas sobre modelos biológicos, psicológicos y sociales. La filosofía es una necesidad real que debe dar fundamento al contexto de la psiquiatría.

Como primer punto se hace una hipótesis de apertura y luego se exponen textos y referencias de autores filósofos, como Kant, Nietzsche, Descartes, Foucault, Sartre, Heidegger. Finalmente se hacen conclusiones y se dejan preguntas y temas abiertos para buscar el diálogo. No hay sujeto iluminado por el sol nietzscheano ni obscurecido por la caverna platónica, sino actidudes filosóficas de posiciones conscientes y críticas frente a una realidad que cambia permanentemente. Hay que rediseñar nuevas formas actuales y comunitarias para mejorar la calidad de vida.


Palabras clave: Filosofía
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Psiquiatría general .

Filosofía un conocimiento faltante.

Ernesto Viola.

Hospital Alberdi. Santa fe. Argentina

“El que no sabe, es un ignorante: enséñale.
El que no sabe y sabe que no sabe, es sincero: ayúdale.
El que sabe y no sabe que sabe, está dormido: despiértalo.
El que sabe y sabe que sabe, es inteligente: síguelo. ”
(Sabiduría árabe)

"Siempre hay un juego interior que se está jugando en tu mente, independientemente del juego exterior que estás jugando. De cómo te comportes en este juego interior, dependerá el éxito o el fracaso de tu juego exterior. " Tim Gallwey

Resumen

Presentación de problemas filosóficos útiles para pensar la ausencia de filosofía en el conexto de la psiquiatría. La filosofía constituye para el psiquiatra un conocimiento faltante, que hace lugar a teorías compensatorias metafísicas sobre modelos biológicos, psicológicos y sociales. La filosofía es una necesidad real que debe dar fundamento al contexto de la psiquiatría. Como primer punto se hace una hipótesis de apertura y luego se exponen textos y referencias de autores filósofos, como Kant, Nietzsche, Descartes, Foucault, Sartre, Heidegger. Finalmente se hacen conclusiones y se dejan preguntas y temas abiertos para buscar el diálogo. No hay sujeto iluminado por el sol nietzscheano ni obscurecido por la caverna platónica, sino actidudes filosóficas de posiciones conscientes y críticas frente a una realidad que cambia permanentemente. Hay que rediseñar nuevas formas actuales y comunitarias para mejorar la calidad de vida.

La palabra de la filosofía

"Si quieres resolver un problema, no puedes seguir pensando de la misma forma que cuando lo creaste" A. Einstein.

Filosofar implica construir y deshacer conceptos y juicios, procedimientos y argumentos del entendimiento. Para filosofar primero hace falta crear condiciones necesarias para generar ideas filosóficas. Tal basamento sólo se puede instalar leyendo libros de filosofía. Su Historia para comprender la diacronía de las ideas y ensayos recientes para actualizar, como de lugar, el devenir histórico, frente a la elección que el sujeto dispone. La filosofía se divide en el estudio de los valores estéticos y éticos, la producción gnoseológica, epistemología y metodología de la investigación y finalmente la problemática del ser, abarcada por la ontología y la metafísica. Cuando el objeto recae en el hombre, se trata de una antropología filosófica o una ontología del lenguaje, como la tesis planteada por Rafael Echeverría o una metafísica biologicista, al estilo de Humberto Maturana. Ambos lidiando en los confines de una supuesta clausura del programa metafísico, inaugurado por Platón, sostenido por Nietzsche, Heidegger, Wittgenstein y Austin, hasta este presente, en el cual somos lo que hacemos y hacemos el ser que somos, diciendo, interpretando, moviéndonos, desplazándonos y sintiendo de acuerdo con el observador que nos proponemos estar siendo.


Reflexión y Debate

"En la lucha entre uno y el mundo, hay que estar de parte del mundo. " Kafka

La idea nutricia en este programa de no-alimentación, busca innovar un pequeño espacio de comunicación, tratando de fomentar el funcionamiento de un grupo, de extremo debate y reflexión, sobre diferentes temas de interés y actualidad, filosóficos, en un setting polémico y mordaz, no estéril y falaz. Hoy es Interpsiquis. com, mañana será transpsiquis. incom.
Las opiniones pueden mezclarse en este sitio de visitas comunes. Los textos expuestos a continuación y modificados por algunos comentarios, son incentivos reflexivos e irreflexivos para generar ese, el tan ansiado intercambio simbólico, humano, burgués, atrabiliario, erudito y sibarita, mediante el empleo de variada doxa metafórica. Hay que profanar el oficio del teólogo costumbrista, semejante en su oficio, a comportamiento de un hombre ciego, encerrado en un cuarto oscuro, buscando un gato negro, que no está allí dentro, y que lo encuentra. Los hombres que viven sobre un piso de certezas y convicciones matriciales, deben reemplazar sus credos, por este rezo, repitiendo sin cesar: Dios mío si es que hay un dios, salva mi alma si es que tengo un alma. Tales personeros causan ignotos estremecimientos humanos e inhumanos, en cualquier sistema dogmático o de mónadas y monadas, apoyadas en la coherencia extrema e incorrecta de una respuesta íncita, en la misma línea absolutista e irreducible de San Agustín quien afirmaba “Extra Ecclesiam nulla salus” (Por fuera de esta iglesia…no hay salvación), que los Concilios posteriores adoptaron como lema clave de expurgación y seguridad.


Sobre el eje del Temario

El temario presenta un eje central o una idea guía, a modo de linterna, para llevar al visitante hasta la aurora de su encomiable labor. Este eje central tiene dos extremos, uno el de la imaginación y el otro el del conocimiento. Desde Aristóteles en más se conoce la forma más sencilla de conocer algo como una práctica o empiria. Pero la empiria en este autor tiene al menos tres aspectos que la integran: la fantasía, la memoria y la impresión sensible, es decir los dioses de la eikaisía, la mneme, y la aisthesis. La fantasía tiene aspectos etimológicos ligados a la luz, (fanós e ón implica un resplandor y una luz) y "fantasía as é", alude a la ostentación, muestra, jactancia, aparato, pompa y fastuosidad, en cambio "fantasma atos tó" refiere a una aparición, sueño, ilusión, apariencia, espectro fantasma o imagen de un objeto en el espíritu. Es una facultad para formar imágenes es decir tener ideas. (Fantasía y conocimiento de Wilhelm Szilasi-Amorrortu). La "idea" no consiente que ninguna otra cosa (detrás de sí) "aparezca''; puesto que es ella misma lo que resplandece, y lo que resplandece reside únicamente en el resplandecer de sí mismo. La idea es, pues, lo resplandeciente. La psiqué o alma humana se moviliza para producir impresiones sensoriales ( aisthesis) que se ordenan en imágenes o representaciones mentales, que se tienen desde un principio en forma de percepciones y de intuiciones. Los griegos explicaban su mente sobre la base de dos principios claves: el nous o inteligencia y la orexis o deseos. Del lado de los deseos hay una tendencia a generar y buscar placer y la inteligencia aparece controlando y ordenando la realidad. La metafísica de Aristóteles se inicia con la famosa: Orexis tón eideinai. . . . esa aspiración al saber propia del hombre. El eideinai es el saber del eidos, que no es otra cosa que la idea. En cuanto al nous como noein, se relaciona con la palabra oler, vislumbrar, tocar o ser tocado, tantear algo, gustar tener tino y ser atinado en lo atinente. Los estudiosos vehementes, que han dedicado su vida a la lectura y comprensión de textos enigmáticos, no comprenden cómo el presente revela en saber mediante el uso de la violencia y la rebelión. Mundo cruel es éste, en el cual mueren de hambre niños escuálidos y otros pagan dinerillos para adelgazar. Russel trata de dilucidar en los Principia Mathematicae, donde dejó su energía cerebral, los dilemas y escaparates de las paradojas, mientras las dudas lingüistas se desatan contra los peñascos que Jean Baudrillard, impuso por ejemplo en “la economía política del signo”, donde un signo es igual al dinero, por lo tanto factible de un blanqueo intelectual o de un lavado de cerebros. Hay un intelectualismo oscuro, de irregulares senderos, donde el flash tóxico, quiebra los estandartes de la civilización, y a veces los trastoca y llega a redundarlos. A la par se da también, un saber fiduciario avalado por títulos o rentas vitalicias o programas de investigación inauditos, que otorgan créditos a los usuarios de sus provechos. No es directamente extrapolable la terminología economicista al intelectual medio. Un coeficiente de caja no muestra cuánto sabe un pensador y lo deposita en secreto personal y cuánto hace circular enseñando lo que tiene, en forma de conocimiento impartido o compartido. Finalmente este escrito, tiene un formato de antropología filosófica. Es un diseño humanístico hexagonal con tres lados aristotélicos de Szilasi, formado de sensaciones, memoria y fantasías, contrapuestos y encontrados con el programa metafísico, del lenguaje, la emocionalidad y el cuerpo, propuesto por la tesis-Echeverría, partiendo del sistema griego platónico. Entonces el hombre de nuestro trabajo tiene 6 partes: fantasías, productora de imágenes mentales, la memoria de los recuerdos alcanzados, mantenidos y borrados, las sensaciones del dolor y de la risa, las emociones afectos y sentimientos que alcanzan la alegría y la ira el amor y la sorpresa, el cuerpo y sus aspectos escénicos y sus desplazamientos y el lenguaje, centrado en el poder autopoiético. Hexágono que dependerá de un observador, un sujeto lúcido abierto al meeting ground de una conciencia. Esta conciencia tiene un desarrollo histórico diacrónico y momentos sincrónicos, por ejemplo el Círculo de Viena, un auténtico círculo de autoridad autocontenido y excluyente, que abogó por una filosofía científica del mundo, basada en hechos, con fundamentos en el empirismo de David Hume, de Locke y de Mach Ernest, y una concepción unificada del lenguaje de la ciencia en contra de la metafísica. El Círculo fundó el positivismo lógico que sostiene que un enunciado es significativo, sólo si se lo puede verificar empíricamente o es lógico o matemáticamente analítico. La objetividad y la verificación como la falsación son procedimientos inductivistas, es decir que de casos particulares, se extrae una conclusión más amplia y general.


Verificar es encontrar hechos observacionales que corroboren la hipótesis mientras que en la falsación se buscan datos de observación que anulen la hipótesis inicial. Una busca consistencia y la otra inestabilidad e incoherencia. La falsabilidad o refutacionismo de Kart Popper, indica que la teoría que no pueda ser contradicha en sus postulados, se puede aceptar provisoriamente aunque no se pueda verificar, siempre que se respeten los criterios de una demarcación entre la ciencia, pseudociencia y la religión, conflicto ya planteado desde 1874, cuando Draper John William publicó su “Historia del conflicto entre religión y ciencia”. La falsación defiende una metodología científica deductivista. Más allá de cualquier inducción deductivista, la muerte no cesa en su estado de acecho cultural. Por lo tanto el filósofo transhumanista Nick Bostrom, que trabajó mucho sobre el principio antrópico y para David Chalmers interesado en la mente humana, existe un 20 % de probabilidad de que la humanidad viva dentro de un sistema de simulación por ordenador similar al presentado en las películas Matriz, donde se muere por desconexión del sistema.
El Principio antrópico puede enunciarse de esta manera: El mundo es necesariamente como es, porque hay seres humanos que se preguntan por qué es así. Stephen Hawking dice que todos "vemos el universo en la forma que es, porque nosotros existimos" o bien se pregunta “¿porqué se molesta el universo en existir”? En este aspecto se dan muchos sesgos cognitivos, retrospectivos, de correspondencia, de confirmación y de autoservicio, que concluyen en falacias conceptuales, es decir errores o deformación ilusoria de la realidad. La filosofía transhumanista es una guía hacia un estado poshumanista, aunque nos quedemos para siempre en lo que ha dicho Wayne Dyer:. " Somos aquello en lo que creemos. "
Cada autor enfrenta su observador y las circunstancias de su irónica hipocresía, y se larga al ruedo, se expone frente a los que saben, comunica las novedades y abre temáticas de impacto, y también arrastra lastres, universitarios o callejeros, generados en cualquier parte del mundo. Conozco una médica que opone cualquier discurso academicista al brillo contemplativo de un cacique indio, que habita la cordillera. De todo queda algo. Poco importa. A veces se impone un estilo aforístico o las ganas de emprender acciones, por simple participación sectaria o con los avales de cualquier respetable institución. Los invitados al banquete son 8 y han sido convocados para la exposición de sus temas. Sobre la memoria y el tiempo, por San Agustín, representante del cristianismo converso; la imaginación, la imagen y la ilusión, por el genuino Spinoza; la nada y el ser por Sastre el de la lista existencia; los deseos y pasiones por Descartes un razonable metodista; los asuntos de la vida en el creacionismo superpuesto de Foucault; asuntos teóricos y prácticos por el criticista Kant; Hegel, el dialéctico y un tema de estética; la razón por el lógico russell; el tema de la libertad por Nietzsche el modernista y la felicidad por Epicuro, el sibarita. Ocho convocados y un despistado lector que cumpla su afinada función decodificadora, frente a los diferentes problemas planteados
Los aspectos filosóficos son siempre iguales, y van detrás de los productos científicos, derivados de la física, la biología o las matemáticas. De hecho los argumentos falsos corrosivos y llenos de vericuetos metafóricos como los escritos franceses o la claridad anglosajona incluida, dependen en gran parte de los reconocimientos que tengan personalidades de estos ámbitos sobre contenidos científicos recientes.

Vamos al temario entonces. . . . .


La verdad propuesta en "Las reglas para dirigir el espíritu", de Descartes

Todos los filósofos tienen apertura mental, y pueden en fila india encasillar sus realidades en una frase de Groucho Marx: “Se nota que tiene usted una mente abierta. Casi puedo sentir la brisa desde aquí”. El filósofo persigue saber más y más, a pesar de que, la cuestión del conocimiento fue generosamente aclarada en el Perihermeneias de Aristóteles, donde se alude de manera implícita, tres giros perceptivos del conocimiento pertenecientes a la definición, clasificación y la argumentación. Los obstáculos aparecen cuando queremos justificar cada uno de estos propósitos cognitivos.  
El conocimiento moderno, se forja con Descartes en el siglo 17, que trata de insertar en la historia de las ideas, una mirada antropocéntrica, en la búsqueda de la verdad basada en evidencias. Los médicos consideraban que este personaje nacido el 31 de marzo de 1596 en La Haya de la Touraine, moriría joven debido a su estilizada complexión física. Como pensamos con el cuerpo, es en esta anatomía escuálida, donde se produce la irrupción de la modernidad pensante a modo de un "combo" cartesiano, sobre el pensar y el ser, escindidos por la ineludible herencia de la dualidad platónica, que ni la astuta propuesta freudiana pudo unificar, mediante el inventivo planteo del inconsciente, como efecto modelador del sujeto.
Descartes considera necesario leer las viejas obras literarias, para tratar de reconocer la verdad y detectar fácilmente los errores que se producen por efecto de una fe irracional.  
El enigma de las situaciones complejas y obscuras es opuesto a la simplicidad de una evidencia racional, pero para conocer la filosófica o matemática actuales, es preciso estudiar los escritos predecesores. Sobre esta base, las dudas serán sustituidas paulatinamente la certeza, de todo lo que se dice. El programa de las lecturas pasadas, no se debe basar en la credibilidad ciega o veneración de los sabios ancianos, sino en una crítica sana y simple de la razón. Descartes se complace en la sospecha sistemática, mediante el espíritu guiado por la obsesión de de encontrar la verdad, debiendo reconocer su propia infidelidad en lo que busca y lee. Mientras tanto el germen del error se puede introducir en el espíritu, pero mediante la lectura y el estudio constante aparecerán juicios de valor y de crítica necesarios para dilucidar la verdad.
El error es una metáfora biológica, que conduce a Descartes al planteo anticipado en su época de una enfermedad mental o intelectual. El error es exterior y fatal para el espíritu. La antigüedad es culpable de diseminar errores hasta la actualidad. Descartes, critica los efectos de la seducción de la oratoria de los sofistas, que hacen confundir la realidad entre la creencia y el valor de la verdad de un saber o convicción subjetiva, mediante el uso de la persuasión, terreno de cultivo de las vanidades personales. Las falacias de la persuasión se fundan en actos de una fe irracional similar a la del los escolásticos, cuya verdad evidente se fundaba en una convicción rebelada por la fe. Sofistas y escolásticos se asemejan en este aspecto que los vincula. Descartes insiste que la verdad científica tiene un método demostrativo basado en el rigor metodológico. Por este camino se llega al estado de convicción y la certidumbre de la verdad. La religión generó una verdad obscura y oculta, fuertemente prejuiciosa, afirmando que aquello que es verdadero no puede ser simple y claro. Por el contrario la verdad es misteriosa y enigmática. De este modo la ciencia sometida al arbitrio de la religión, sólo puede ser visitada y conocida por iniciados.


Descartes sostiene que el pasado deja su saber construido de buena fe y con honestidad y que su máxima puede enunciarse de este modo: si lo ya dado es verdad entonces la verdad tiene una multiplicidad de manifestaciones. Tal variedad de aspectos aparentes, no permite detenerse en un punto en el cual, sea posible saber lo que es posible creer. El presente se muestra como un círculo virtuoso, acorde al método, al cual se suman las Meditaciones Metafísicas cartesianas, de modo tal que un “genio maligno” puede echar todo por tierra, y su conjuro requiere de una fe irracional en la razón sometida al método. Descartes con su procedimiento de descarte nos conduce nuevamente al saber absoluto de Dios, incluyendo en este sistema las trampas del “malvado dios” de la duda hiperbólica, símil del clinamen de Epicuro, los ídolos de Bacon, las ideologías de Marx, el instante del falsamiento en Popper. Los sistemas no son perfectos, salvo Dios, caja de Pandora que guarda la llave de la puerta de entrada, que es la misma puerta que la de salida. No hay que olvidar que son tiempos en los cuales la Santa Inquisición acecha Europa con sus delirios persecutorios. Descartes deposita finalmente su vulnerable confianza en lo sentidos, en la realidad témporo-espacial, en las ciencias formales y en la razón. Luego de dudar de todo cuanto existe, aparece la primera regla del “discurso del método", que dice que Una cosa debe ser tomada por cierta cuando se le conoce como tan en su evidente manifestación.
El único garante de tales evidencias será ese Dios del cual tenemos noción por las ideas innatas de perfección, a las cuales se agrega la imaginación productora de ideas facticias y las ideas adventicias provenientes del exterior. Para Nietzsche en cambio será voluntad de poder…ergo sum…. ergo el lenguaje es un laberinto de pasiones disfrazadas y mentijirillas por doquier. Se trata del mecanismo de autoengaño de la duda insistente en pararse ante la causa de las causas, la aitía, el culpable de que el motor se mueva, de que el motor inmóvil sea el mismo móvil del motor. De tantas entidades que parasitan al hombre hay una llamada ser, que es de las peores, un ser penetrado por el afán de conocimiento, mientras la tierra gira enloquecida de tanta toxicidad que produce el hombre basura del presente. Así también los pensamientos son realidades, que deben ser aseguradas mediante el procedimiento metodológico, quedando la pregunta intrusa como forma espontánea de sorprenderse ante lo ya construido. Ante el edificio consumado, recuerdas que las mezclas de cal cemento de la base no son las adecuadas, y se presume una inmediata tragedia. Es el afán conmovedor del modernismo y sus obsesiones, que se imponen crueles para quebrar expectativas ilusorias. A esta crueldad imaginaria se le opone la evidencia, desde una intuición clara y distinta. ¿Acaso hoy no contamos con una psiquiatría y una medicina basadas en evidencias? Luego se analizan los problemas separándolos en partes simples, para realizar a continuación una síntesis integradora y finalmente se los enumera y repasa los temas, haciendo un control de gestión y calidad.  
Que nos pasa con Descartes? Cada comentarista de su vida y obras vuelca el caudal formativo e informativo acumulado en los procesos de estudios varios que se acumulan y se vuelcan en ese referente histórico: el personaje convocante de turno, en este caso el gran pensador Descartes.  
Qué hizo? Cuál fue su hazaña? Tuvo la grandeza de proponer un camino rompiendo dependencias muy fuertes con lazos divinos y voces prestadas que el hombre tomaba y lo dominaban desde su exterior. De la autorreflexión cartesiana a la autopoieseis matureana hay un paso largo y extendido sobre miles de puentes y riachuelos epistémicos. Descartes trató de ordenar el barullo medieval que pesaba sobre su mente. Los ruidos del medioevo fueron algo aplacados por su precisa intervención en el proceso cognitivo de los hombres.  

Descartes, Discurso del método / Meditaciones metafísicas, versión española de M. García Morente, Col. "Austral" No. 6, Espasa-Calpe, Madrid, 1937.
Descartes, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, edición de Vidal Peña, Alfaguara, Madrid, 1977
Descartes, René, Meditaciones metafísicas, Editorial Porrúa, México, 1998.

La vida en "El Nacimiento de la clínica" de Michel Foucault

En el nacimiento de la clínica trata Foucault de describir los procedimientos médicos de fines del siglo 18, destinados a detectar la verdad de las manifestaciones clínicas, establecer formas correctas de interpretar los síntomas y hacer una lectura adecuada de los mismos, conducentes a esclarecer la patología subyacente insertada en la anatomía.
Hay progresos cuanti-cualitativos desde la oscuridad y las sustancias innobles, hasta la clasificación dispuesta en el arte del taxidermista.
". . . los médicos descubren lo que, durante siglos ha permanecido por debajo del umbral de lo visible y enunciable. " Todo el universo de significados que aún no ha trasladado su fuerza y contenido al significante, permanece anclado en el misterio de la perplejidad, frente a la docta ignorancia. A mayor labilidad del objeto, más superficial ligero y promiscuo se vuelve el discurso sin asidero al mundo de las cosas y de los hechos en sí mismos. La nada como la muerte, se ligan a la vida y son una amenaza. La enfermedad es un fenómeno mixto natural y contra-natural. Tiene además una esencia ordenada. A partir de Bichat, la enfermedad pasará a constituir una instancia intermedia entre vida y muerte, que no dependerá del punto de vista de la medicina. A fines del siglo XIX se puede analizar esta situación desde dos perspectivas. Una tomando a la muerte como punto absoluto contrario a la vida y otro como una abertura en todos sus sentidos sobre la verdad. La muerte pierde su estatus de ser accidental para constituir un pase entre vida y muerte. Se vuelve causa de muerte y la medicina pasa a ser una técnica y magia que hace desaparecer las marcas signos y síntomas de una enfermedad, prolongando por ende, la vida.
- Del mismo modo que Foucault trata la locura para pensar sobre la razón, ahora intenta confrontar las complicaciones propias de las enfermedades para hablar sobre la vida.
- Inicia un recorrido diferente al de Bergson, que usa la presencia de un "élan vital" que se instaura, en contra de las resistencias materiales. Diferente a Spinoza que menciona una fuerza conativa, o un deseo de ser. Diferente a Sartre que plantea lo absurdo de la vida y la muerte. Al Dasain de Heidegger, para quien la muerte es una insigne posibilidad humana y sólo el hombre muere ya que los animales apenas si pueden perecer. El animal desaparece pero el hombre padece la muerte. Para Foucault todo atisbo de eternidad en términos de vida y biología no es más que una idea absurda. Se preocupa el autor por mostrar un saber médico que avanza acumulando conocimientos y produciendo rupturas epistemológicas, mediante el cambio de los marcos y enfoques de la teoría.
Bichat definió la vida como el ensamble de elementos que se resisten a la muerte, que es una realidad destructiva y contraria a la vida. La enfermedad perturba y desequilibra las condiciones naturales de la vida.
La vida natural es un sinónimo de normalidad, pero la naturaleza como tal responde a las leyes naturales. Se trata pues de un punto de vista normativo de la existencia. La historia de la medicina va adaptando su visión a los cambios conceptuales de época, aprendiendo que lo antinatural no está ubicado por fuera de la naturaleza, como la locura no queda por fuera de la razón, ni la delincuencia por fuera de la sociedad que la juzga. Todo ser vivo es ser muerto y vivir es luchar contra la muerte, que es la última palabra de la vida y el pase a la verdad. El cadáver revela las claves de la vida.
Los enciclopedistas del sigo XVIII como Diderot 1713-1784 y D'Alambert, 1717-1783, definían la vida en oposición a la muerte. La vida responde a los principios de la mecánica y ya en el siglo XIX, la vida luchará contra las furias de los mundos inanimados.
La vida de un organismo vivo, es funcional o normal y se hace disfuncional por las enfermedades y afuncional por la muerte. (La vida de D’Alambert es penosa, puesto que al nacer es abandonado por su madre, en las escaleras de una iglesia y muere en el museo de Louvre, donde vivía. Vivir es Louvrear, para este científico devenido filósofo. Yendo otra vez a Heidegger, él nos habla del hombre como un ente manifiesto en su existencia de un dasain, existencia que lo lleva a ser y estar-en-el-mundo, co-existiendo con otros en una relación de una inauténtica mundaneidad, pero posicionado auténticamente como un ser-para-la-muerte. Lacán menciona que el amo espera su propia muerte ya que nada puede esperar de la muerte del esclavo y asocia la muerte al velo del odio, que proviene de la fuerza de thánatos.  
Philipe Aries o Pierre Teilhard de Chardin tienen tratados sobre la muerte. Creen saber sobre esta realidad final. Sobre este engranaje de angustia trabado por el descrédito de la vida. Creen saber donde la muerte asume su displásica sentencia. Pobre de nosotros, intelectos hundidos en la miseria y el sinsabor del espanto conceptual. Los suicidas o los homicidas de sí mismos, que se diferencian por el grado de presión que tienen sobre su capacidad deliberativa y el pasaje a la ejecución de las acciones, son seres que se sacrifican por la humanidad, quizá sin comprender para qué siguen vivos, sin conformarse con el adagio de Yourcenar, que reza: estamos vivos por lo tanto hay que vivir…escuchando con la cabeza y dejando hablar al corazón.


El tiempo y la memoria de "Las Confesiones" de San Agustín

No es otro que el Obispo de Hipona, pueblo del África, allá por el 400 después de Cristo. Mucho tiempo después el retrofundador de todo cuanto hay en teoría psicoanalítica Mr. Lacán, plantea la existencia de la conversión agustiniana en el marco de una figura paterna endeble y casi ausente, propiciando que la conversión ideológica, sea de carácter revelado o mediante convicción, se debe a una ley rota o ausente, sabiendo de antemano que este Santo todo lo resuelve con una frase: «Deus creator omnium» de simple traducción, es fácil deducir que tras la omnipotencia, acaece el tenue fragor del quiebre no potente, mencionado en el teatro por el impoder de Artaud.
Reunir un impoder con la forma individual, clave de la modernidad atomicista, sugiere que se ven anticipadas por San Agustín, las moradas precavidas de nuestra disgregación actual, lleno de sacudidas, expuestas en medio de la destrucción de cualquier tipo de relación, con pretensiones de perdurar, algo más que la tardanza de ser aniquilada. Vivir hoy, es conocer las condiciones necesarias del desmoronamiento de cuanto existe. Las condiciones de existencia de cualquier acto no cesan de terminar y menos de construirse. Hay prioridad de basureo, en el sentido consumista de atragantarse con lo que venga y como sea. De tal modo que el vómito rompe el hábito alimentario y la sociedad builimaréxica se desgrana, en virtud de sus defectos negadores. Pero por otra parte y con un sentido más académico podemos decir que San Agustín fue un "Doctor de la Iglesia" que es un título que la Iglesia (el Papa o un Concilio Ecuménico) otorga oficialmente a ciertos santos para reconocerlos como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. De los ocho Doctores originales, cuatro eran Padres del Occidente: San Gregorio Magno, San Ambrosio, San Agustín, y San Jerónimo (proclamados Doctores en el 1298) y cuatro eran del Oriente: (1568): San Atanasio, San Juan Crisóstomo, San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno. En la actualidad (2007 A. D. ) hay 33 Doctores, entre ellos tres mujeres (Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena y Santa Teresa de Lisieux).
Se habla de filosofía cristiana desde el instante en el cual algunos pensadores cristianos emplearon la filosofía griega con fines apologéticos, favoreciendo la difusión de la nueva religión. Tales personajes fueron llamados los Padres de la Iglesia, y por tal motivo la primera filosofía cristiana se llama Patrística.
El fenómeno de la revelación en el ser de los cristianos es la culminación natural del saber filosófico. Esta experiencia principista, provocará que los filósofos descubran un nuevo campo de reflexión, nuevos temas, por ejemplo la espiritualidad del hombre humano, la creación, la contingencia del mundo, .
La filosofía patrística fue paralela a 3 corrientes filosóficas de la época:
1- El neoplatonismo, que guardaba características favorables al molde cristiano, por la forzosa diferenciación bipolar, entre el mundo de las ideas y el mundo sensible, que impulsó la identificación de los aspectos sobrenaturales, lo divino, y la salvación eterna, con el mundo de las ideas.
2- El aristotelismo, que era más difícil de cristianizar por su empirismo y "materialismo".
3- El estoicismo, que constituía un tipo de eticismo filosófico posterior a Platón. Su principal exponente fue Séneca, que fomentaba el predominio de la razón sobre las inclinaciones naturales del hombre, en contra de los hedonistas, epicureístas, que afirmaban que el fin del hombre era la felicidad por la vía de los placeres.

Hay 3 etapas en el devenir de la Patrística.

1. - La etapa inicial hasta el Concilio de Nicea en el 325. Fue un período de enfrentamientos entre dos corrientes, una que revivificaba el mundo griego y la otra que se le oponía.
2. - La etapa culminante o de apogeo que va desde el Concilio de Nicea hasta la segunda mitad del siglo V.
3. - Por último la etapa decadente, que coincide con la caída del Imperio de Oriente llegando al siglo VIII, mientras que en Occidente llega hasta la mitad de la Edad media, como mínimo hasta el siglo. XIII.

Siguiendo con la trama Agustiniana, vemos que en el Libro XI cap. 14 de las CONFESIONES, San Agustín se explaya sobre las cuestiones del tiempo.

"¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo al que me pregunta, no lo sé; pero sin vacilación afirmo saber, que si nada pasase, no habría tiempo pasado; si nada hubiera de venir, no habría tiempo futuro; y si nada hubiese, no habría tiempo presente. ¿Cómo son, pues, aquellos dos tiempos, el pretérito y el futuro, si el pretérito ya no es, y el futuro todavía no es? Y el presente, si fuese siempre presente, y no pasase a pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, lo que hace que el presente sea tiempo, es que pasa a pretérito, ¿cómo decimos que tiene ser una cosa, cuya causa de ser es que no será; de suerte que no podemos decir con verdad que es tiempo, sino porque tiende a no ser?"


En el capítulo 20 sigue diciendo:

"En qué sentido puede decirse que hay tres tiempos: pretérito, presente y futuro. Mas, en cuanto es ahora claro y manifiesto, ni las cosas pasadas existen, ni las futuras, ni se dice con propiedad que los tiempos son tres: pretérito, presente y futuro; sino tal vez sería propio decir que los tiempos son tres: presente de lo pretérito, presente de lo presente y presente de lo futuro. Porque estas tres cosas existen en el alma, y fuera de ella no las veo: memoria presente de las cosas pretéritas; visión presente de las cosas presentes, y expectación presente de las cosas futuras. Si esto se puede llamar tres tiempos, veo y confieso que los tiempos son tres.
Dígase también: los tiempos son tres: pretérito, presente y futuro, como abusivamente se acostumbra; dígase, que no me preocupo de ello, ni me opongo, ni lo reprendo; con tal que se entienda lo que se dice: que ni lo futuro existe ya, ni lo que pasó. Porque pocas son las cosas que decimos con propiedad, muchas impropiamente, pero se entiende lo que queremos decir".

En el capítulo 21, habla de "Cómo medimos el tiempo presente” 

“Lo sé porque lo medimos, y no podemos medir las cosas que no son, y las cosas pasadas y futuras no son. Mas el tiempo presente, ¿cómo lo medimos, puesto que no tiene espacio? Se mide, pues, mientras pasa; mas una vez que ha pasado, no se mide, porque ya no hay cosa que se pueda medir".

San Agustín trata de Concebir, expresar y explicar las nociones del tiempo y mediante la concepción el espíritu, trata de asir la esencia de algo, que es aquello sin lo cual dicho objeto no puede ser lo que es, dado que la esencia determina la existencia del objeto estudiado.  
La palabra expresión, proviene del término presión, que en latín se dice premere, y trata de una acción del lenguaje, mediante la cual hacemos salir al exterior aquello que estamos pensando. Este movimiento trata de revelar al lector o receptor de las palabras el modo mediante el cual los sentidos del lenguaje hacen carne en el cuerpo o la materia. Es un paso importante en la mutación de las acciones y en el proceso de la conversión.  
La explicación es el despliegue de un acto de análisis mediante el cual la razón humana la realidad para explorar todos los aspectos relativos entre lo desconocido y conocido en un perfil pedagógico, con el fin de realizar una real comprensión de los acontecimientos. Pero para poder explicar debo concebir un tiempo que resulta de difícil por no decir de imposible concepción, por lo tanto ignoramos su naturaleza primaria y se lo entiende desde el uso que se hace del tiempo, en el orden del lenguaje, mediante el cual se entiende la relación nominal entre la palabra y la cosa designada por la misma. San Agustín constata una solución de continuidad entre el orden del pensamiento y la conceptualización, frente al orden del lenguaje y de su significación.
De tal modo que se achaca a sí mismo estar en falta como todo el mundo y se atribuye sólo una idea intuitiva sobre el tiempo, que persiste y en determinado instante se desprende un cierto saber del tiempo.
Este es otro de los mil puentes planteados por San Agustín, el señor de los pasajes, entre la intuición y el saber. Aquí hay además una clave de observación. El tiempo se impone en tres dimensiones diferentes que son lo que fue, lo que será y lo que está siendo. También es posible pensar una impotencia conceptual de su tiempo para abarcar el problema temporal tan difícil hoy en nuestros días. Tal como lo señalaba Santo Tomás, "Quia enim nos non possumus omnes nostras conceptiones uno verbo exprimere, ideo oportet quod plura verba imperfecta formemus, per quae divisim exprimamus omnia, quae in scientia nostra sunt" (Super Ev. Io. cp. 1, 1c 1). Así como no podemos expresar todos nuestros conceptos mediante una sola palabra, de igual manera es necesario que debamos valernos de muchas palabras imperfectas, por las cuales podamos expresar de un modo fragmentario la realidad que configura nuestro conocimiento.
San Agustín señala que el tiempo, se da a conocer como un instante trinitario de la realidad, pero esta cosa real está en movimiento, no hay tiempo sin movimiento. Algo debe estar, pasar o arribar al instante de percibir el tiempo, de modo indirecto ya que es imposible conocerlo en estado puro. El tiempo paradojalmente es la tendencia a dejar de ser o no ser. Esta manera de concebirlo es muy actual. Hoy se vive en el tiempo. Platón en el Timeo ya anunciaba que el ser no es devenir y viceversa. Antes Parménides de Elea proponía un mundo omnisciente, omnipresente, concepción casi vertical de la temporalidad eternamente presente y constante a diferencia de Heráclito de Efeso, que hablaba del constante devenir que se sucede permanentemente, como un flujo sin fijeza, ni detenimiento alguno.
Los griegos mencionaban a Chronos y Kairós, el paso del tiempo y la presencia impactante del mismo como si se tratara de un fenómeno paralelo a los afectos. También tenían el concepto de aión, una forma de extraña duración ilimitada sin antes ni un después.
En un todo constante se cruzan la diacronía en un corte sincrónico del kairós y el hombre se pregunta quién soy y qué hago aquí en este instante y la respuesta dura milenios hasta que tiembla el mundo y todo finiquita.
El kairós fue visto como el tiempo divino, de dios, o el propio entretiempo o la calidad del tiempo. En la mitología griega Cronos es el Dios del tiempo real e inexorable, cuyo paso nos lleva inevitablemente a la muerte; Kairós, en cambio, es el Dios del tiempo interior de los hombres, el tiempo de los sueños y del espíritu, es el que persistentemente nos devuelve la vida. El Kairós fue explorado por Mircea Eliade. Se trata de un periodo de disrupción al flujo normal de las cosas -un tiempo para que algo nuevo surja.


Este es un buen momento-tiempo para indicar como el Significativo pensador francés Bourdieu sugiere tres tipos de sesgos capaces de oscurecer la mirada sociológica: el primero (que ha sido recordado por otros autores) se origina en las características personales del investigador: clase, sexo, etnia; el segundo, está ligado a la posición que el analista ocupa, no tanto en la sociedad en sentido amplio, sino en el microcosmos del campo académico; y el tercero, el más profundo y el más peligroso, es el sesgo intelectualista, aquél que lleva a concebir el mundo como un espectáculo a ser interpretado y no como conjunto de problemas concretos que reclaman soluciones prácticas. Las explicaciones sobre los tiempos no escapan al sesgo de quien escribe e investiga. Heidegger por ejemplo, propone una cuarta dimensión temporal que consiste en el pasaje de un tiempo a otro entre el presente pasado y futuro. Es probable que dicho sesgo en nuestro propio medio folk esté adaptado al modelo del spanglish en este sentido. Usamos palabras cambiando su sentido o proponemos neologismos o préstamos y falsificaciones culturales. Decimos por ejemplo: clickear, formatear, emailear, forwardear, escanear, reportar de . report, en vez de informar, o reporte en vez de informe, sponsor en vez de patrocinante, manager en lugar de gerente, baby en vez de bebé, Thank you por Gracias, Shopping en vez de Centro de Compras, Set en vez de Conjunto, Cool por Lindo, boom por auge, blister por envase. Nietzsche en La verdad y mentira en un sentido extramoral señala "En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la Historia Universal: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. " 

En el fin de las dos ciudades (CAP. 19) de La ciudad de Dios San Agustín, en el CAPITULO IV titulado en base a
"¿Qué opinan los cristianos del sumo bien y del sumo mal?" va respondiendo del siguiente modo:

"Si nos preguntaren, pues, qué es lo que responde a cada cosa de éstas la Ciudad de Dios, y primeramente qué es lo que opina de los fines últimos de los bienes y de los males, responderemos que la vida eterna es el sumo bien y la muerte eterna el sumo mal, y que por eso, para conseguir la una y libertarse de la otra, es necesario que Vivamos bien. La Escritura dice «que el justo vive por la fe»; porque ni en la tierra vemos nuestro bien por lo cual es indispensable que, creyendo, le busquemos; ni lo que es vivir bien lo hallarnos en nosotros como producción nuestra, sino cuando, creyendo y orando nos ayuda el que no dio la fe, en que confiemos y creamos que él nos ha de favorecer".
Algunas de las palabras más citadas de la Biblia son del libro de Eclesiastés, capítulo 3, versículos 1 al 8:

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:
Tiempo de nacer y tiempo de morir,
tiempo de plantar, y tiempo de arranca lo plantado,
tiempo de matar y tiempo de curar,
tiempo de destruir y tiempo de edificar,
tiempo de llorar y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,
tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar,
tiempo de buscar y tiempo de perder,
tiempo de guardar y tiempo de tirar,
tiempo de rasgar y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar,
tiempo de amar y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra, y tiempo de paz.

La conciencia y lo inconsciente a través de la "Estética" de Hegel

Para Hegel el hombre tiene una conciencia de sí mismo, pero excede el planteo de una interioridad cartesiana, tratando de abrirse y de abrazar el mundo exterior, de donde retorna hacia el si mismo del hombre. Las cosas son simples y en sí misma sin doblez. El hombre en cambio tiene conciencia de sí mismo.
Es un ser-para-si, es decir que tiene conciencia de ser por sí mismo, en una exterioridad no contradicha con la interioridad del ser, dándose una forma de ser conciente de que el ser está siendo lo que es. La materia entonces es diferente al ser. Hay un giro sobre sí mismo, que San Agustín denomina “rede in te”, como una vuelta sobre la intimidad de uno mismo, por el afán de hallar la verdad.
El hombre se convierte en su espectáculo, conociendo los secretos de sus afectos, pensamientos y del alma. Por lo tanto la conciencia de sí mismo, es ser observador del escenario, donde la verdad se revela, se expone y se contempla.
Ser conciente de sí, es reconocer al ser en acción, similar a Sastre que afirma uno es lo que hace, o lo que se hace. Esta acción que el hombre imprime al mundo lo modifica a los dos, al hombre y su entorno.
El mundo se crea a medida del hombre, una anticipación del principio de entropía. Así se ve en la infancia yque culmina con la obra del artista un ser que no sólo puede reproducir la naturaleza sino sobre todo crear desde sí mismo para cambiar el mundo. La naturaleza es un espejo y un lugar de realización humana. Por lo tanto para Hegel, todo lo real es racional y lo racional es real. Pero la realidad, no es sino una expresión dialéctica del espíritu superior, encarnado en la materialidad vital, en pleno movimiento. Hegel se fascinó ante las obras de Spinoza, Kant y Rousseau, así como la Revolución Francesa y murió víctima de una epidemia de cólera, que hizo estragos durante el verano y el otoño de 1831. La muerte, el amenazante amo de todo abrazó de modo entrañable y absoluto el proceso de la dialéctica y su progresión, en el que cada movimiento sucesivo, surge como solución de las contradicciones inherentes al movimiento anterior, aunque se la represente en tres diferentes momentos, llamados “tesis” (ejemplo: la revolución, o la tiranía o el nacimiento), “antítesis” (el terror subsiguiente) y “síntesis” (el estado democrático, la desaparición). La historia, no obstante, se transforma y evoluciona aprendiendo de sus propios errores: sólo después de esta experiencia, y precisamente por ella, puede postularse la existencia de un Estado libre, con un gobierno organizador sumado a los ideales revolucionarios de la libertad y la igualdad. "En el pensamiento es donde reside la libertad", ¿o tal vez en los hechos?.
Karl Popper, critica a Hegel en "La sociedad abierta y sus enemigos", afirmando que el pensamiento hegeliano justifica el gobierno de Federico Guillermo III y el fin hegeliano de la historia, de llegar a ser un Estado, no es otra cosa que una referencia a la Prusia de 1831. Esta narrativa que defiende y fomenta el poder estatal y precursor del totalitarismo del siglo XX, fue analizada y criticada por Herbert Marcuse en Razón y revolución; argumentando que Hegel no fue apologista de ningún Estado, ni de autoridad alguna, porque para Hegel, el Estado debe ser siempre racional. Arthur Schopenhauer, celoso del populista dialéctico, rechazó con desprecio las ideas hegelianas historicistas y tachó la obra de Hegel de pseudofilosofía.
En cuanto a la estética de Hegel, busquemos un ejemplo pictórico con "el grito", (en noruego Skrik), que es el título de varios cuadros del noruego Edward Munch (1863-1944). La primera versión del grito se llamó "La desesperación". El pintor fue educado por un padre severo y rígido que, siendo niño, vio morir a su madre y una hermana. En la década de 1890, a Laura, su hermana favorita, le diagnosticaron una dolencia bipolar y fue internada en un psiquiátrico. El estado anímico del artista queda reflejado en estas líneas, que Munch escribe en su diario hacia 1892: "Paseaba por un sendero con dos amigos - el sol se puso - de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad - mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza. He aquí la dialéctica hegeliana, que moviliza la experiencia interior y exterior para generar la obra de arte, diferente al mismo Heidegger que desde el más allá de la conciencia reclamaba a la piedra que hablase. Este pintor o el escribiente del suspenso Edgar Alan Poe, o el movimiento Punk, término inglés que significa basura y al referirse a personas quiere decir vago, despreciable o escoria, representan momentos y sustratos críticos y de descontento cultural, de malestar y de odio, dando cabida a comportamientos neuróticos o autodestructivos.
En criterio de Moles que visitó en el año 88 la Facultad de Humanidades y artes de Rosario, señala que el ente estético o antiestético va a depender siempre de la información estética que se encuentra sujeta al orden de la probabilidad de su codificación, en cada sujeto observante o en cada institución o sistema decodificante. Se trata pues de un observador graduado en una escala de colores, intensidades, formas, planos, etc.
Hegel distingue entre lo bello natural y lo bello artístico. Lo bello artístico Es diferente y superior a lo natural por la presencia del espíritu y la libertad, que son verdaderos y generan por sí mismos lo que es bello, a diferencia de la belleza natural independiente del Geist, que es el fin último de conocimiento.


El arte, no es indigno de una consideración científico filosófica. Lo verdadero del arte no es la acción lúdica o de entretenimiento porque de las apariencias no pueden surgir lo verdadero y digno del arte.
Hegel critica a Kant, pues sostiene que el arte merece una investigación científica-filosófica, porque tiene un papel de mediador entre razón y sensibilidad. Hegel descree de tal propósito, ya que tanto la razón como la sensibilidad no se prestarían a tal mediación y reclamarían su pureza, sino que además aclara que, siendo mediador el arte no ganaría más seriedad, ya que este no sería un fin en sí mismo y el arte seguiría estando subordinado a fines más serios y superiores. En Kant cuando el hombre es un medio para lograr un fin, se lo cosifica y reduce a una cosa utilitarista.
En la filosofía del arte, Hegel diferencia el arte libre del arte servil, teniendo este último, fines ajenos a él, como por ejemplo el decorar. El arte libre ha de ser un objeto de estudio, pues tiene propios fines, es libre y verdadero porque es un modo de expresar lo divino de manera sensible. Puedo decir que la poesía es imprescindible, desde el arte libre y la respuesta servil dirá: imprescindible sí…pero ¿para qué? De esta manera el arte se aproxima al modo de manifestación de la naturaleza, que es necesaria, no juega es formalmente seria y asume las leyes que la controlan.
El arte tiene la cualidad de ser una ilusión pero no se separa totalmente de la realidad, porque no puede hacerlo. La apariencia le es esencial al espíritu, de manera que todo lo real será apariencia de éste. Esto es la esencia del idealismo Hegeliano aferrado a la nostalgia del devenir naturaleza. Existe una diferencia entre la apariencia en lo real y la apariencia en el arte. La primera, gracias a la inmediatez de lo sensible, se presenta como verdadera, se nos aparece como lo real. En cambio la apariencia en lo artístico se presenta como ilusión, le quita al objeto la pretensión de verdad que tiene en la realidad y le otorga una realidad superior, hija del espíritu. De manera que aunque la idea se encuentre tanto en lo real como en el arte, es en este último en donde resulta más fácil penetrar en ella. Si el espíritu es la esencia del arte, su naturaleza es el pensar, de manera que los productos del arte bello, más allá de la libertad y arbitrio que puedan tener en cuanto partícipes, del espíritu, éste les fija límites, puntos de apoyo. Tienen conciencia, se piensan sobre sí mismos. El contenido va a determinar una forma. Como la forma es esencial al arte, el mismo será limitado. Por momentos el arte va a satisfacer las necesidades del espíritu, pero por ser limitado, esto terminará. Ya satisfechas tales necesidades, la obra de arte va a generar en nosotros, además del goce inmediato, el pensamiento y la reflexión. Como el arte entonces genera en nosotros juicios, el arte será conocido, el espíritu que en él se aparece, su ser ahí. Es por esto que la filosofía del arte es aún más necesaria hoy que en el pasado. Entonces, los productos del arte bello van a ser una alienación del espíritu en lo sensible. La verdadera tarea del arte es llevar a la conciencia los verdaderos intereses del espíritu y es por esto que al ser pensado por la ciencia el arte va a cumplir su finalidad. Dentro del arte Hegel va a distinguir tres formas artísticas, La forma artística Simbólica, la forma artística Clásica y la forma artística Romántica. Estas marcan el camino de la idea en el arte, son diferentes relaciones entre el contenido y la forma. La forma artística Simbólica va a ser un mero buscar la forma para un contenido que aún es indeterminado. La figura va a ser deficiente, no va a expresar la idea. El hombre va a partir del material sensible de la naturaleza, va a construir una forma a la cual le va a adjudicar un significado. Se da la utilización del símbolo, éste, en su carácter de ambiguo, llenara de misterio todo el arte simbólico. La forma va a ser mayor que el contenido. Hegel va a relacionar esta forma artística con el arte de la arquitectura, ésta, no va a mostrar lo divino sino su exterior, su lugar de residencia. Con arquitectura va a referirse a la arquitectura de culto, más específicamente a la egipcia, la india y la hebrea. La forma artística Clásica va a lograr el equilibrio entre forma y contenido. La idea no solo es determinada sino que se agota en su manifestación. El arte griego, la escultura, es el arte de la forma artística clásica. Las esculturas griegas no eran, para los griegos, representaciones del dios sino que eran el dios mismo. El hombre griego fue capaz de expresar su espíritu absoluto, su religión, en el arte. A esto va a referirse Hegel cuando hable del carácter pasado del arte. El arte, en su esencia, pertenece al pasado siempre, porque es en él en donde la cumple, es en el arte griego en donde el Arte logra su fin último, la representación total de la idea. Pero precisamente por el carácter limitado del arte, este equilibro tiene que romperse. Es aquí en donde se da el paso a la forma artística Romántica. Una vez más hay una desigualdad entre forma y contenido, dejan de encastrar de manera perfecta, pero ahora es la forma la que no es capaz de representar el espíritu. El contenido rebasa la forma. Las artes de esta forma artística son la pintura, la música y la poesía. La idea va a ir de lo más material, la pintura, a lo menos material, pasando por la música, que tiene como materia el sonido, llegara a la poesía que es el arte universal del espíritu ya que tiene como material la bella fantasía. La poesía va a atravesar todas las demás artes. Muchos filósofos van a retomar el tema del arte en Hegel, Hans-Georg Gadamer, Rafael Argullo o Vattimo, por ejemplo van a hablar de «La muerte del Arte» refiriéndose a la estética hegeliana. Hegel nunca habló de una muerte del arte sino que le otorgó a éste el carácter de pasado, pasado no entendido como algo que ya no existe; el «carácter pasado del arte» esta íntimamente vinculado con el fin de la filosofía hegeliana, conocer al espíritu, que éste sea libre. Dentro de este fin, el arte cumplió su tarea en el pasado, en la época clásica, para luego ser superado por la religión y en última instancia, ésta por la filosofía.


Los deseos y las pasiones. "El Discurso del Método" de Descartes

Descartes planteó la existencia de un sujeto dividido entre la materia y la idea y más allá terminó de triangular esta dualidad con la existencia de la perfección infinita, que es nada menos que Dios. Hasta aquí el sistema es precario: Cogito, ergo sum, ergo deus est…. . ergo la duda, hasta que ese Dios infinito y perfecto se puede asemejar a la naturaleza del logos, del ordenamiento regulador de lo que existe. Se trata entonces, de un ant

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