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PSICOEDUCACIÓN VS. EDUCACIÓN PARA LA SALUD

Fecha Publicación: 30/03/2014
Autor/autores: Francisco Javier Castro Molina


Palabras clave: psicoeducación
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Salud mental .

PSICOEDUCACIÓN VS. EDUCACIÓN PARA LA SALUD
Dr. Francisco Javier Castro Molina*
* Enfermero de Salud Mental. Historiador del Arte. Antropólogo (Complejo Hospitalario Universitario
de Canarias, Servicio Canario de Salud).
tenerifejavier@gmail. com
Educación, psicoeducación, Salud mental, Cuidados, Taller, Salud.


RESUMEN:
Desde 1948, la definición de salud no ha sufrido ningunamodificación. El estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades fue lo
interpretación adoptado durante la Conferencia Sanitaria Internacional celebrada en Nueva York en
julio de 1946 que estableció la «idea de salud». Cuando ponemos nuestros ojos en el concepto de
salud mental, encontramos que éste no constituye solo la ausencia de trastornos mentales,
estableciéndolo como aquel estado de bienestar en el que el individuo toma consciente de sus
propias capacidades, pudiendo afrontar las tensiones normales de la vida, el reto del trabajo
deforma productiva y la capacidad de hacer una contribución a su comunidad. La Dra. Margaret
Chan, Directora General de la OMS durante a Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio
celebrada en 2010, estableció que la educación y la salud están íntimamente unidas. La educación
para la salud constituye una de las funciones básicas del equipo de salud pública cuyo objetivo es el
de procurar enseñar las formas de vida saludable, fomentar y recuperar la salud, además de instruir
al individuo en la manera de insertarse adecuadamente en su medio social. Este proceso educativo
es un acto comunicativo en el que el transmisor lo constituye la enfermera, el receptor el individuocomunidad y el mensaje está formado por los contenidos y las herramientas fomentadoras del
autocuidado. Recientemente, en el campo de la salud mental se ha comenzado a emplear el término
psicoeducación para designar a la educación para la salud dirigida hacia usuarios que acceden a los
dispositivos presentes en la red. Pero, ¿a qué nos referimos los profesionales de sal ud mental
cuando utilizamos este término? ¿es lo mismo educación para la salud que psicoeducación para la
salud?, y, ¿el empleo del término psicoeducación favorece al individuo que carece de bienestar
mental o fortalece el «estigma» que está presente socialmente?

La forma de entender la salud y la enfermedad a través de la Historia ha influido en la
orientación-enfoque que el ser humano ha tenido de las prácticas en salud, predominando ésta en el
pensamiento de la Humanidad a lo largo del tiempo. Los enfoques en relación con la causalidad de la
enfermedad, han sido expresados a través de las creencias, los valores, las costumbres y las
tradiciones, los cuales definen la práctica en salud y las concepciones, tanto del individuo como de la
comunidad en la que se encuentra inserto.
A lo largo del caminar del Hombre, el proceso salud-enfermedad se ha enfrentado a una serie
de modificaciones que el hombre ha concebido dentro de su entorno más próximo. Durante el
Paleolítico, sus creencias presentaron una marcada concepción mágica, donde lo sobrenatural
adquirió un papel fundamental que se aglutinó en la figura del brujo-chamán, a la que se le unió la
del sacerdote, quién espantaba a los malos espíritus (demonios) causantes de la enfermedad. Este
ideario se mantuvo perenne durante el periodo en el que el hombre abandonó la vida itinerante para
dar paso a organizaciones social más elaborada dominadas por la agricultura y la ganadería
(Neolítico). Posteriormente, en el mundo griego se establece la salud como una necesidad para los
seres vivos apareciendo «lo ideal» como una concepción utópica difícilmente cuantificable. La salud
era un ingrediente imprescindible para lograr la belleza. Según Laín Entralgo, la enfermedad era el
desequilibrio, la desviación de la norma y la cura pasaba por un retorno a la naturaleza. Numerosas
deidades asumieron creencias diferentes entorno a la salud: Apolo y Artemisa, el primero dios
protector contra la enfermedad, y la segunda protectora de los partos y del crecimiento de los niños;
Asclepio, hijo de Apolo, el dios sanador, que unido a sus hijas, Higea y Panacea, constituían la salud
personificada.
El concepto salud-enfermedad no fue ajeno a pensamiento heleno. Empédocles de Agrigento
estableció que los seres naturales estaban compuestos por cuatro elementos antagónicos, tierra,
fuego, agua y aire, que precisaban de equilibrio para mantener exiliada a la enfermedad. Esta teoría
constituyó el basamento para el modelo establecido por Hipócrates. Propuso que todas las partes del
cuerpo humano estaban compuestas por bilis negra, bilis amarilla, sangre y flema (también llamada
pituita), las cuales precisaban de armonía con la naturaleza1. Ya Platón había establecido la causa de
la enfermedad2, a lo que Aristóteles agregó la afirmación de que tanto el cuerpo como el alma
enfermaban a la par, logrando tan solo la curación mediante la «purificación del alma», para lo que
se empleaba un tipo de terapia psíquica basada en la catarsis verbal energética. Estos conceptos se
unieron a otros, para servir como base del discurso formulado por Galeno que perduró hasta el siglo
XVII, en el que culpó a la corrupción de los humores del proceso de la enfermedad. Además,
enfatizó en la importancia del conocimiento del estado del paciente (examen detenido del cuerpo),
las condiciones ambientales y el estado de salud.
Durante la Edad media, un individuo se consideraba enfermo cuando sufría un deterioro de
los humores. Esta situación era valorada mediante la inspección de la orina, «líquido de desecho»,
1

La enfermedad era vista como una descompensación de estas partes orgánicas.
El desequilibrio humoral, las influencias externas que afectaban a los humores, que incluía la alteración del aire, y la desarmonía presente
en la relación cuerpo-alma.

que fue empleado para diagnosticar y prescribir tratamientos. El propio individuo se convertía en el
responsable de su salud, considerándolo como agente que podía influir en la duración de la vida. Los
practicantes de las artes médicas aconsejaban el refuerzo de las fuerzas naturales empleando los
alimentos y las fuerzas espirituales a través de los «olores gratos». Las enfermedades se dividieron
en dos grupos de la mano de Tomás Syndenham a mediados del siglo XVII, en agudas y crónicas3.
Fue a partir de este momento, y sobre todo a partir del siglo XIX, cuando se estableció la medicina
social, considerando las condiciones sociales como causa de enfermedad, y se conquistaron logros
en el campo preventivo y de la salud pública. 4
Si nos detenemos en los cambios producidos a lo largo del tiempo, el concepto saludenfermedad se ha modificado de manera significativa como resultado de la tecnificación y el
cientificismo. La práctica en las profesiones de las ciencias de la salud, han priorizado otras
estrategias que distan considerablemente de aquellas que emplean el contacto con el individuo. La
adopción de nuevos modelos preventivos no han sido explotados en su totalidad sin enfatizar en la
importancia de la preparación ante las enfermedades. En palabras de Thomas Alva Edison, el doctor
del futuro no dará medicinas, sino que interesará a sus pacientes en el cuidado de su estructura
humana, en la dieta y en la causa y prevención de la enfermedad. 5
Si nos centramos en el mundo en el que estamos insertos, es trascendental para el individuo
la definición de las variadas concepciones sobre la salud con los que se manejan. Éstas, tienen una
considerable repercusión tanto en las actuaciones como en sus diferentes planificaciones6.
Consensuar una definición es difícilmente alcanzable. Sus características limitan considerablemente:
ha de resumir muchas aspiraciones ideales en torno al estado de vida que las personas desean
alcanzar; y se ha de emplear a partir de diferentes presupuestos básicos sobre el concepto de salud
y los múltiples contextos en los que se puede utilizar. Estos últimos, los contextos, mediatizan
considerablemente su definición: el contexto médico-asistencial está configurado por la actividad y
las necesidades de los profesionales sanitarios, donde el concepto primario es el de la enfermedad
objetiva, diagnosticable por sus signos anatómicos, físicos o químicos; el contexto cultural de los
pacientes es aquel en el que las personas que se sienten enfermas aportan su experiencia en el seno
de una determinada cultura. Su concepto primario es el de dolencia, interpretada atendiendo a los
estereotipos culturales; el contexto sociológico, configurado por el estudio de la sociedad como un
todo integrado, busca la comprensión-actuación sobre el conjunto de la sociedad. El individuo
entiende la salud como un estado en el que puedan funcionar eficazmente para desarrollar su rol
social; el contexto económico-político, es aquel donde la perspectiva económica persigue una visión
3

SWAN, J. , M. D. The entire Works of Dr. Thomas Sydenham, Newly made English from the Originals. . . . Londres: printed for Edward Cave,
at St. John's Gate, 1742, p. 56-72.
Se consideraba que las enfermedades crónicas eran originadas por el régimen de vida del hombre, mientras que las agudas estaban
mediatizadas por el medio ambiente (en ellas predominaba la fiebre).
4
Las condiciones higiénicas se convierten en una preocupación de la sociedad decimonónica: canalización de las aguas, salubridad de
lugares de concentración de masas (hospitales, cárceles, . . . ).
5
PÁEZ LLERENA, A. La comunicación para la promoción de la salud en los servicios de salud del sector público. Trabajo fin de
licenciatura dirigida por el Prof. Miguel Ángel Soto. Quito-Perú (Universidad Polictécnica Salesiana): s. e. , 2009, p. 37-38.
6
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A. La clasificación de las enfermedades: funciones actuales y fundamentos históricos; Medicina Clínica, 1991; 96:
703-706.

de la salud como un bien económico; el contexto filosófico-antropológico, tiende a definir la salud
como el estado específicamente humano, de acuerdo con la idea antropológica vigente7; por último,
el contexto ideal-utópico,  donde se incluye todo tipo de -aspiraciones humanas,  potencialidades superiores y las realizaciones espirituales.
Estos diferentes presupuestos nos dirigen hacia una variedad de tipos de definiciones de
salud. Todos ellos están en función de la consideración planteada con respecto a la definición de
salud establecida, que puede ser universal con independencia de los juicios de valor o a las
construcción histórico-cultural elaborados a razón de las características del entorno en el que se está
inserto. Básicamente existen dos tipos de definiciones claramente delimitadas, las neutralistas y las
normativas. Las primeras afirman que no hay necesidad de recurrir a los juicios de valor porque la
definición de la salud y la enfermedad es una cuestión científica empírica. Las segundas mantienen
que la salud y la enfermedad son conceptos inevitablemente cargados de valoración sobre lo
deseable-lo útil-lo bueno. 8

La salud como tal, está supeditada a la conceptualización que de la misma podamos tener en
un momento sociocultural e histórico concreto. El término salud está mediatizado por las distintas
época histórica, las culturas y los protagonistas que lo empleen. Así, cualquier aproximación al
concepto va a estar por tanto condicionada por nuestro universo cultural 9. La definición más intuitiva
y aceptada universalmente ha sido aquella que establece la salud como ausencia de enfermedades.
Durante la primera mitad del siglo XX, el estado de la salud pública se describió en general en
términos de la presencia o ausencia de enfermedades, a lo que se unió el control de las
enfermedades, principal objetivo de las instituciones sanitarias. Tras el final de la «Segunda Gran
Guerra» surgió una comprensión diferente de la salud, recogida en la Carta de constitución de la
Organización Mundial de la Salud de 1946, la salud es un estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, que fue rechazada por
numerosos autores que la consideraron como utópica (no existe un estado completo de salud),
estática (no considera que la salud es algo dinámico y cambiante) y subjetiva (la idea de bien o
malestar depende del propio individuo y de su percepción). 10
Paulatinamente, diferentes definiciones de salud han visto la luz. En ellas se ha intentado
incidir en diferentes aspectos del término, buscando subsanar errores criticados en la definición
planteada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Destaca la formulada por René Dubos, en
1957: la salud es un estado físico y mental razonablemente libre de incomodidad y dolor, que
permite a la persona en cuestión funcionar efectivamente por el más largo tiempo posible en el
ambiente donde por elección está ubicado11. Dubos consideró que el elemento esencia de la
enfermedad no se aloja en la propia infección, sino en una serie de estímulos, externos y/o internos,

7

Ibidem.
SALAS CUEVAS, C. B. ; ÁLVAREZ ARREDONDO, L. M. Educación para la salud. Segunda edición. México: Pearson Educación de México, 2004,
p. 120-122.
9
SAN MARTÍN, H. E. Salud y enfermedad. Cuarta edición. México: La Prensa Médica Mexicana, 1981, p. 7-13.
10
SALLERAS, L. Educación Sanitaria. Principios, métodos y aplicaciones. Madrid: Díaz de Santos, 1985, p. 11-34.
11
DUBOS, R. El espejismo de la salud. México: Fondo de Cultura Económica, 1973.
8

que alteran la resistencia del organismo y rompen el estado de equilibrio individuo-entorno que
representa la salud. 12
Con la Conferencia Internacional sobre Promoción de Salud (OPS, 1987) se comienzó a
implementar programas y políticas de salud que atiendieran a estrategias de actuación en el campo
de la promoción de la salud, según recoge la Carta de Ottawa. Estas áreas comprenden la
construcción de políticas saludables13, la creación de ambientes que favorezcan la salud, el
desarrollo de habilidades personales, la reforma de la acción comunitaria y la reorientación de los
servicios de salud. Todas ellas se relacionan entre si a través de las políticas de salud con una
interconexión con el resto de factores14. Según la Carta de Ottawa (OPS, 1987), ya nombrada con
anterioridad, la «promoción de la salud» consiste en proporcionar a los pueblos los medios
necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un
estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de
identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al
medio ambiente. Esta definición solo se logra cumpliendo una serie de principios clave para la
promoción de la salud: implicar a la población en su conjunto y en el contexto de su vida diaria, en
lugar de dirigirse a grupos de población con riesgo de enfermedades específicas; centrarse en la
acción sobre las causas o determinantes de la salud para asegurar que el ambiente que está más
allá del control de los individuos sea favorable a la salud; combinar métodos o planteamientos
diversos pero complementarios, incluyendo comunicación, educación, legislación, medidas fiscales,
cambio organizativo y desarrollo comunitario; aspirar a la participación efectiva de la población,
favoreciendo la autoayuda y animando a las personas a encontrar su manera de promocionar la
salud en sus comunidades; aunque la promoción de la salud es básicamente una actividad del
ámbito de la salud y del ámbito social, y no un servicio médico, los profesionales sanitarios,
especialmente los de atención primaria, desempeñan un importante papel en apoyar y facilitar la
promoción de la salud. 15

Desde esta óptica de multidimensionalidad (física-psíquica-social-espiritual) y con cierta
relatividad (histórica-cultural-económica-política) se hace preciso que la población participe
activamente en el logro de su salud, haciendo uso de una buena información que logre los objetivos
de la promoción de la salud, siendo la educación para la salud (EpS) la herramienta que proporciona
los conocimientos, actitudes y habilidades necesarias, inculcando la conciencia de los factores
determinantes de la salud y capacitando para que pueda llevarse a cabo esa participación activa
individual y colectiva en los procesos. En 1983, la OMS definió la EpS como cualquier combinación
12

GAVIDIA, V. La escuela Promotora de Salud. Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales. nº 16, 2002, p. 83-97.
Se encuentran definidas en el Objetivo 13: Políticas Públicas Saludables del Programa Salud para todos en el año 2000 (Peiro, 2000): Las
políticas en todos los estados miembros deberían asegurar mecanismos legislativos administrativos y económicos que provean amplio apoyo
intersectorial y recursos para la promoción de los estilos de vida saludables asegurando una participación efectiva de las pe rsonas en todos
los niveles del proceso de toma de decisión. Este objetivo para su consecución debería estar apoyado por: 1) planes de salud estratégicos a
nivel del gobierno, 2) acciones intersectoriales sobre cuestiones que afecten la salud y los estilos de vida, 3) la evaluaci ón periódica de las
políticas existentes y su relación con la salud y 4) el establecimiento de mecanismos para involucrar a la población en las políticas de
planificación y desarrollo.
14
Sin ellas es difícil que un estado logre obtener beneficios en materia de salud.
15
COLOMER, C. ; ÁLVAREZ-DARDET, C. Promoción de la salud y cambio social. Madrid: Masson, 2001, P. 27-36.
13
-5-
UD

de actividades de información y educación que conduzca a una situación en la que las personas
deseen estar sanas, sepan cómo alcanzar la salud, hagan lo que puedan individual y colectivamente
para mantenerla y busquen ayuda cuando la necesiten. 16
Educar es un proceso en el que se suministran herramientas para lograr la capacitación del
individuo para relacionarse con su entorno mediante la socialización. En el ámbito de la EpS, la
técnica de aprendizaje va orientados a lograr cambios en las conductas que pueden dañar la salud y
a mantener aquellas consideradas como saludables17. Los mayores problemas de salud actuales han
aumentado progresivamente como resultado de condiciones agudo-crónicas que están presentes en
el comportamiento individual (enfermedades de transmisión sexual, alcohol, tabaco, dietas poco
saludables, entre otras). Las intervenciones profesionales deben ir enfocadas hacia estos hábitos, lo
que precisa de una participación activa del individuo, lograda solo mediante la información, la
educación y la motivación. Este tipo de estrategias, cuya finalidad es la promoción de salud, deben
estar fundamentadas en el fomento de estilos de vida saludables, materializados en la incorporación
de conceptos y procedimientos resolutivos, a lo que se le unen hábitos, valores y normas de vida
que proporcionan conductas favorables para la salud. 18
La metodología de la EpS conlleva el empleo del espacio-tiempo, de los recursos humanosmateriales y de las relaciones interpersonales, poniendo en funcionamiento estrategias educativas
en los diversos ámbitos de actuación, estableciendo una adecuada conexión entre profesionales,
dispositivos asistenciales y los usuarios. De esta forma, la EpS se convierte en una herramienta de
salud pública a través de la que podemos facilitar cambios, generando corriente de opinión,
estableciendo canales de comunicación y capacitando a individuos-colectivos para transformarlos en
objetos activos implicados en el rediseño individual-ambiental-organizacional acciones globalizadoras de autorresponsabilidad.

En el campo de la salud mental, la psicoeducación para la salud se define como la educación
o información que se ofrece a las personas que sufren de un trastorno psicológico-psiquiátrico, y a
sus familias, que llevan incorporadas intervenciones tales como el apoyo emocional, la resolución de
problemas y cursos de entrenamiento para el paciente dentro del contexto del tratamiento de su
enfermedad física, cuya meta se centra en que el individuo entienda y sea capaz de manejar la
enfermedad que presenta. Con la psicoeducación se pretende reforzar las fortalezas, los recursoshabilidades propias, evitando recaídas, favoreciendo el conocimiento de su propia enfermedad. La
palabra psicoeducación apareció por primera vez en el libro titulado The psychoeducational clinic de
Brian E. Tomlinson (1941). En Francia, el primer ejemplo del término psychoéducation lo
encontramos en el trabajo titulado La stabilité du comportement, publicado en 1962. En la

16

CASTRO MOLINA, F. J. ; GARCÍA PARRA, E. ; CASTRO GONZÁLEZ, M. P. ; MONZÓN DÍAZ, G. ; MONZÓN DÍAZ, J. ; MARTÍN
CASAÑAS, F. V. Salud mental y educación para la salud: propuesta para un dispositivo de internamiento breve. Colección Enfermería
Psiquiátrica
y Salud Mental.
Interpsiquis 2013. 14º
Congreso Virtual
de
psiquiatría. com.
Disponible en:
<http://www. psiquiatria. com/bibliopsiquis/handle/10401/5924>. Consultado el 02 de diciembre de 2013.
17
FRÍAS OSUNA, A. Salud pública y educación para la salud. Barcelona: Masson, 2006, p. 49-59.
18
PEREA QUESADA, R. (dctra). Promoción y educación para la salud. Tendencias innovadoras. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, 2009, p.
63-72.
19
Ibidem, p. 75-79.
actualidad, la divulgación del término psicoeducación viene de la mano de la investigadora
americana Carol M. Anderson desde 1980, centrando su trabajo en la educación de los familiares de
individuos con esquizofrenia.
Si retomamos el concepto de salud establecido por la OMS, nos encontramos con una
consideración del individuo como un ente holístico conformado por tres niveles: físico, psíquico y
social. Cuando cotejamos las definiciones de educación para la salud y la de psicoeducación para la
salud, encontramos un panorama que dista mucho del que debería ser. Mientras que en la primera
se abordan todos y cada uno de las esferas que conforman al individuo, la segunda centra
solamente su campo de acción en el ámbito psíquico. Estas diferentes visiones de una misma área,
como es el de la educación para la salud, nos hace plantearnos cuestiones que están muy
relacionadas con el estigma. El estigma y la discriminación han sido objeto de interés, tanto en
estudios como en publicaciones y programas de intervención en los últimos años. Como
consecuencias se producen una serie de situaciones que no son ventajosas para los individuos que
sufre un trastorno mental, como pérdida de autoestima, aislamiento social, dificultades para el
acceso al mundo laboral y la pérdida de oportunidades20. Cuando sustituimos el término educación
por el de psicoeducación, ¿estaremos los profesionales de salud mental fortaleciendo una concepción
«poco cercana a la realidad» que se tiene de esta área de la sanidad y de sus usuarios? o
¿estaremos siendo agentes activos de la estigmatización que sufren los usuarios de la red asistencial
de salud mental?
Tras una lucha férrea para incorporar a los hospitales de tercer nivel las unidades de
internamiento breve, así como los diferentes dispositivos asistenciales, tales como las unidades de
rehabilitación activa, las unidades de salud mental comunitaria y los equipos cognitivos asertivos,
entre otros, existe una tendencia que intenta definir un campo propio de la salud mental mediante el
empleo del prefijo «psico». Este tipo de intervenciones nos llevan a plantearnos una serie de
cuestiones: ¿no estarán creando un coto apartado del concepto que plantea al individuo como un
todo integrado-global? ¿no será esta situación el producto de una especialización que mejora
considerablemente el resultado y la rapidez sanadora, y nos invita a olvidarnos del hombre como
producto de la interacción de diferentes nivel o piezas? Si los propios profesionales de salud mental
no son conscientes de lo que puede significar una relación terapéutica centrada exclusivamente en el
estrato psicológico, no serán capaces de trasladar que la patología psiquiátrica esta colocada a igual
nivel que cualquier patología somática, eliminando prejuicios y rancios aprendizajes inculcados
socioculturalmente. El educador en salud debe presentar externa e internamente la imagen que
pretende «vender», no solo a la sociedad y a las familias de los usuarios de la red de salud mental,

A ello se une una información alejada de la realidad sobre la salud mental unido a una imagen social negativa conducen a numerosas
dificultades a las personas que padecen. El cambio de mentalidad es una responsabilidad social que debe contribuir a derribar los muros y
barreras edificados generados por el estigma, que incapacitan a los individuos que padecen una enfermedad mental al ejercicio de la
ciudadanía.
sino a los propios afectados. En palabras del filósofo Platón, el cuerpo humano es el carruaje; el yo,
el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos.

BIBLIOGRAFÍA
CASTRO MOLINA, F. J. ; GARCÍA PARRA, E. ; CASTRO GONZÁLEZ, M. P. ; MONZÓN DÍAZ, G. ;
MONZÓN DÍAZ, J. ; MARTÍN CASAÑAS, F. V. Salud mental y educación para la salud: propuesta para
un dispositivo de internamiento breve.

Colección Enfermería Psiquiátrica y Salud Mental.

Interpsiquis

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2013.

14º

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Disponible

en:

<http://www. psiquiatria. com/bibliopsiquis/handle/10401/5924>. Consultado el 02 de diciembre de
2013.
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Masson, 2001.
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FRÍAS OSUNA, A. Salud pública y educación para la salud. Barcelona: Masson, 2006.
GAVIDIA, V. La escuela Promotora de Salud. Didáctica de las Ciencias Experimentales y
Sociales. nº 16, 2002.
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del sector público. Trabajo fin de licenciatura dirigida por el Prof. Miguel Ángel Soto. Quito-Perú
(Universidad Polictécnica Salesiana): s. e. , 2009.
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para la salud. Tendencias

innovadoras. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, 2009, p. 63-72.
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SALLERAS, L. Educación Sanitaria. Principios, métodos y aplicaciones. Madrid: Díaz de
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SAN MARTÍN, H. E. Salud y enfermedad. Cuarta edición. México: La Prensa Médica
Mexicana, 1981.
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A. La clasificación de las enfermedades: funciones actuales y
fundamentos históricos; Medicina Clínica, 1991; 96: 703-706.
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Originals. . . . Londres: printed for Edward Cave, at St. John's Gate, 1742.

-815º Congreso Virtual de Psiquiatria. com. Interpsiquis 2014
www. interpsiquis. com - Febrero 2014
Psiquiatria. com


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