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Acerca de la violencia de género.

Autor/autores: Mirta Lidia Sánchez
Fecha Publicación: 01/03/2008
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Si bien el fenómeno de la violencia ha estado presente en distintas culturas y diferentes épocas históricas se ha constituido como objeto de estudio de diferentes disciplinas a partir del siglo XX. Un poco más tarde empezó la consideración y preocupación por la violencia intrafamiliar que era considerada un asunto privado. Numerosos estudios empíricos indican que alrededor del 50% de las familias sin distinción de clase social ha padecido alguna de las formas de la violencia doméstica : maltrato infantil, violencia conyugal, violencia entre hermanos, violencia hacia los padres, violencia hacia personas ancianas y personas discapacitadas.

La violencia doméstica es considerada hoy como una de las violaciones a los derechos humanos, constituye un problema social, psicosocial y de salud pública, de las que son víctimas los sujetos más vulnerables de una familia: niñas/os, mujeres y personas de edad, si bien existen una minoría de hombres maltratados. Este trabajo tratará sobre la violencia hacia la pareja mujer, que incluye cualquier comportamiento que por acción u omisión tenga por objetivo causarle daño o dolor ya sea psicológico, físico, sexual o económico. Los efectos sobre la salud de las mujeres pueden llegar a ser muy grave, como causar la muerte por suicidio u homicidio. Como todo tipo de violencia es un hecho complejo y multideterminado por lo tanto para su abordaje se requieren acciones que contemplen diversos factores que involucran diversos niveles: familiar, microsocial y macrosocial.

Palabras clave: violencia de género


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Acerca de la violencia de género.

Mirta Lidia Sánchez.

Facultad de psicología. Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina

Resumen

Si bien el fenómeno de la violencia ha estado presente en distintas culturas y diferentes épocas históricas se ha constituido como objeto de estudio de diferentes disciplinas a partir del siglo XX. Un poco más tarde empezó la consideración y preocupación por la violencia intrafamiliar que era considerada un asunto privado. Numerosos estudios empíricos indican que alrededor del 50% de las familias sin distinción de clase social ha padecido alguna de las formas de la violencia doméstica : maltrato infantil, violencia conyugal, violencia entre hermanos, violencia hacia los padres, violencia hacia personas ancianas y personas discapacitadas. La violencia doméstica es considerada hoy como una de las violaciones a los derechos humanos, constituye un problema social, psicosocial y de salud pública, de las que son víctimas los sujetos más vulnerables de una familia: niñas/os, mujeres y personas de edad, si bien existen una minoría de hombres maltratados. Este trabajo tratará sobre la violencia hacia la pareja mujer, que incluye cualquier comportamiento que por acción u omisión tenga por objetivo causarle daño o dolor ya sea psicológico, físico, sexual o económico. Los efectos sobre la salud de las mujeres pueden llegar a ser muy grave, como causar la muerte por suicidio u homicidio. Como todo tipo de violencia es un hecho complejo y multideterminado por lo tanto para su abordaje se requieren acciones que contemplen diversos factores que involucran diversos niveles: familiar, microsocial y macrosocial.

Introducción

La violencia doméstica es considerada desde la década de 1980 por organismos internacionales como una problemática relevante que requiere que los Estados implementen acciones preventivas y también asistenciales. La Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 34/180 del año 1979 trata la temática de la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. En 1985 tanto la ONU en su Asamblea General, como el Comité de Ministros del Consejo de Europa abordaron el tema de la violencia doméstica, considerando que se trata de una cuestión social. Holander (1999) basándose en estudios de Naciones Unidas, América’ s Watch y otras instituciones dederechos humanos dice que “la violencia masculina contra las mujeres constituye una experiencia normativa de la vida cotidiana y es reificada en la cultura patriarcal que refleja, permite e instruye a hombres y mujeres respecto de su aparente inevitabilidad”
El término violencia muchas veces es equiparado al de agresión, lo cual ha generado diversos debates sin llegar a un acuerdo sobre las respectivas definiciones. Etimológicamente significa “forzar, violar, violentar”, proviene del latín "violentia", término derivado de "vis", que guarda estrecha relación con “vida”, “fuerza“ y “vigor”. En un sentido amplio una acción violenta implica un abuso de poder, donde alguien intenta imponer su voluntad sobre la del otro, es un acto contrario al orden moral, jurídico o político.
La calificación de una situación como violenta depende de los juicios de valor que sostiene quien la define, desde aquel que la condena hasta aquel que la legitima. Quienes ejercen diversas formas de violencia racionalizan su proceder planteando que tiene objetivos como educar, poner límites, proteger, tranquilizar quedando oculto el ejercicio de un control sobre el otro.
Para Corsi (1994) se trata siempre de una forma de ejercer el poder mediante el empleo de la fuerza física, psicológica, económica opolítica, e implica la existencia de un arriba y un abajo reales o simbólicos.
Según Zaldúa (1999), la desigualdad de los posicionamientos se expresa en la desapropiación de bienes materiales y simbólicos que quedan legitimados y justificados por los discursos dominantes.
En cuanto a la violencia que ocurre en el seno de la familia se utilizan diferentes términos para denominarla tales como violencia de género, violencia doméstica, violencia familiar, violencia intrafamiliar, trataremos de precisar sus diferencias.
Violencia de Género alude a todas las formas mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema de jerarquías impuesto por la cultura patriarcal, se dirige hacia las mujeres con el objeto de mantener o incrementar su subordinación al género masculino hegemónico. La violencia de género adopta formas muy variadas, tanto en el ámbito de lo público, como en los contextos privados. Ejemplos de ella son todas las formas de discriminación hacia la mujer en distintos niveles político, institucional, laboral, el acoso sexual, la violación, el tráfico de mujeres para prostitución, la utilización del cuerpo femenino como objeto de consumo, la segregación basada en ideas religiosas y, todas las formas de maltrato físico, psicológico, social, sexual que sufren las mujeres. Chetjer (1988) hace notar que si bien, los dispositivos de poder no legitiman esos delitos, encubren el sometimiento de las mujeres, ya que, por un lado, se castigan ciertos excesos y por otro se propician políticas de sometimiento.
Violencia Doméstica o Violencia conyugal, es una de las formas de la Violencia de Género que se desarrolla en el espacio doméstico, este no se refiere al espacio físico exclusivo de la casa, sino, al delimitado por las interacciones en contextos privados. Por lo tanto incluye una relación de noviazgo, una relación de pareja, con o sin convivencia, o los vínculos con ex parejas. Según Sanmartín (2006) cuando la violencia contra la mujer es perpetrada por su pareja, hablaremos de “violencia de género en las relaciones de pareja” o, abreviadamente, “violencia de pareja”. Sus objetivos son los mismos que la violencia de género: ejercer control y dominio sobre la mujer para conservar o aumentar el poder del varón en la relación. Las manifestaciones incluyen el maltrato físico, el abuso sexual, el abuso económico, el maltrato verbal y psicológico, el chantaje emocional. Las consecuencias son siempre un daño en la salud física, psicológica y social de la mujer, un menoscabo de sus derechos humanos y un riesgo para su vida o la muerte. La violencia de pareja quedó silenciada al ser considerada una cuestión privada que atañe solo a quien la sufre, sin embargo, constituye un problema social, psicosocial y de salud pública que afecta a la sociedad en su conjunto.
Violencia Familiar o Violencia Intrafamiliar comprende a las diferentes formas de violencia que tiene como escenario el contexto las relaciones familiares. Los grupos más vulnerables son las mujeres, niñas, niños y las personas mayores, esta población es definida culturalmente como la “más débil” (Corsi, 1994). Así como la violencia doméstica es una forma de violencia basada en el género, la violencia familiar tiene dos vertientes: una de ellas basada en género y la otra basada en la generación. Este tipo de violencia cuestiona el mito de la familia como un lugar idealizado, proveedor de seguridad, afecto y contención, concepción que contribuyó a que permaneciera oculto el hecho de que en algunos casos, la familia es un lugar donde se violan los derechos humanos y también se aprende a reproducir la violencia.


El concepto de género

El concepto de género es una categoría de análisis sociológica y antropológica que hace referencia a los roles, a las características de personalidad, comportamientos, valores, poder relativo e influencia, que la sociedad asigna a ambos sexos de manera diferenciada, esto ha conformando lo que se ha denominado el sistema sexo/género. La perspectiva de género permite, como señala Scott (1990) “insistir en la insuficiencia de los cuerpos teóricos existentes para explicar la persistente desigualdad entre hombres y mujeres”. Mientras el sexo es biológico, está determinado por características genéticas y anatómicas, el género es una identidad adquirida y aprendida que se construye socialmente. La cultura patriarcal favoreció la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres, los niños y las niñas en la familia y en la sociedad en general. No solo describiendo sino también prescribiendo como deberían ser las mujeres y cuál es su lugar en la sociedad. La diferenciación entre lo masculino y lo femenino conforma un sistema binario de pensamiento, donde los hombres se han identificado a sí mismos con: lo activo, el pensamiento, la razón, la cultura, el poder, lo objetivo, lo abstracto, y las mujeres son identificadas con lo irracional, lo pasivo, el sentimiento, la naturaleza, la sensibilidad, lo subjetivo, lo concreto. Olsen (1990) señala que ese sistema dualista es jerárquico, además de dividir el mundo en dos términos, los coloca en un orden quedando la mujer en una situación de inferioridad social y subjetiva.
Bourdieu (1997) considera que la dominación de género es una especie de «filtro cultural» con el que percibimos e interpretamos el mundo, y también es como una armadura con la que constreñimos nuestra vida. El poder social impone un tipo de femineidad y masculinidad que tienen un efecto de violencia simbólica que se reproduce por medio de un imperceptible proceso de inculcación, en el que la familia tiene un rol central, socializando a las niñas para el sometimiento y a los varones para la agresión. La noción de género puede ofrecer dificultades si se intenta generalizar ya que, las mujeres no conforman un grupo homogéneo porque existen diferencias dentro del mismo género. No todas las mujeres asumen de igual manera las limitaciones genéricas ni todos los varones ejercen el poder según el estereotipo masculino. Al respecto dice Burin (1987) que se invisibiliza la variedad de determinaciones con las que nos construímos como sujetos: raza, religión, clase social, nivel educativo. Estos factores inciden en la constitución de la subjetividad, por lo tanto el género no es un determinante aislado sino que se combina con la historia familiar, las oportunidades educativas, el nivel socio-económico, que dotan a cada uno de su singularidad.
La comprensión y el reconocimiento de la violencia hacia las mujeres, se ha
visto dificultada por el peso de creencias y prejuicios que han producido una
naturalización de la violencia.


Naturalización de la violencia

Las diferentes instituciones sociales han contribuido a naturalizar la violencia, prueba de ello es la tardía elaboración de leyes de protección a las víctimas de la violencia doméstica. Los medios de comunicación contribuyen con la difusión de la violencia cotidiana produciendo un efecto de acostumbramiento, tienen también influencia en la generación de actitudes y en la legitimación de conductas violentas por medio de los modelos violentos que presentan.

¿Cuál es el origen de las conductas violentas? ¿Porqué una mujer tiene dificultades de separarse de una pareja que la maltrata?

Para responder a estos interrogantes es necesario considerar la complejidad de la situación, su explicación y abordaje requiere de diferentes niveles de análisis y el aporte interdisciplinario, además de una mirada crítica sobre nuestros propios prejuicios. Corsi (1993) señala que las resistencias que encuentra en diferentes ámbitos el tratamiento del problema de la violencia doméstica se debe a que pone en evidencia aspectos autoritarios y abusivos de nosotros mismos.
El sistema de creencias, ha legitimado la idea de que un hombre tiene el derecho y la obligación de imponer medidas disciplinarias en quienes están a su cargo, haciendo uso de la fuerza como instrumento de poder dentro de las relaciones privadas. Aunque las leyes se han modificado, los sujetos tienden a comportarse según la pauta cultural. La resolución de conflictos interpersonales por medios violentos dentro de la familia, constituye un modelo que contribuye a la naturalización de la violencia, a tal punto que para muchas mujeres el maltrato que sufren queda invisibilizado, y muchos hombres no comprenden el efecto dañino de su conducta. Los varones que han sido víctima de violencia de niños estarían más propensos a reproducirla, activando mecanismos que lo llevan a estructurar una imagen externa “dura”, en el caso de las niñas, por lo general incrementa los sentimientos de indefensión y culpabilidad. La pareja como institución suele estar idealizada existiendo la espectativa de que en esa relación es posible cubrir todas las carencias. Para (Meler) existiría la esperanza de encontrar en la relación amorosa de la vida adulta, la reparación de traumas infantiles, ya sea el temor a revivir la experiencia de desamparo del infante preedípico, o de reeditar la dolorosa exclusión del niño edípico ante la pareja parental unida. Estos sufrimientos y heridas se verían compensados en una unión amorosa exogámica. Los vínculos de pareja aunque sean fuente de amor y placer no están excentos de conflictos y malestar, sin embargo no en todos se desencadena la violencia. Aquellos donde se producen situaciones de violencia se han constituído en base a una fuerte asimetría, ya desde el noviazgo se pueden percibir los primeros signos de maltrato, cuando el hombre realiza intentos de dominar la relación, trata de controlar la información, las decisiones, la conducta de ella, e incluso sus ideas o formas de pensar. Se establece una relación complementaria en la cual una mujer socializada para la sumisión y la obediencia encuentra su complemento en un hombre socializado para ser ganador y controlar situaciones. Se ha intentado una explicación psicopatológica de la violencia conyugal que considera al hombre golpeador como enfermo adjudicándole distintas categorias: personalidad sádica, psicópata, personalidad pasiva agresiva con rasgos paranoides. Para Capellino (1989) esta es una explicación unilateral que ha reforzado las creencias en los profesionales de la salud, de que la violencia en la pareja es producto de una enfermedad, cuando en realidad esas situaciones de violencia son la causa de psicopatologías en quienes conviven con el golpeador siendo los más afectados la mujer y los hijos. El riesgo de relacionar su conducta con una enfermedad mental, es quitarle la responsabilidad sobre sus actos y contribuir a que el propio sujeto niegue su responsabilidad. Dice la autora “ los hombres golpeadores semejan una caricatura de lo que debe ser un hombre: fuerte, duro que pueda arreglárselas por sí mismo, que responda fielmente a los mitos culturales de la masculinidad”, de última esconde un temor a parecer femenimo. También se han dado explicaciones sobre la dificultad de las mujeres para dar por terminada una relación de maltrato, Irene Meler piensa que el concepto freudiano de "masoquismo femenino", ha servido para responsabilizar a las mujeres maltratadas de su propio padecimiento, ya que supone que existiría una búsqueda inconsciente de sufrimiento. Esta explicación ha resultado simplista por considerar solo los aspectos intrasubjetivos, pero, cuando además, se toman en cuenta los aspectos transubjetivos es posible comprender por qué, los hombres se ubican en posición de Amos, y las mujeres pagan con humillación y hasta con la vida una supuesta protección. Chetjer (1988) considera que el silencio es uno de los factores que más contribuye a la victiminización de la mujer, los mecanismos de poder han contribuido a que “la mujer haya internalizado la discriminación de la que es objeto hasta el extremo de haber quedado privada de la voz”.


Dohmen (1997) cita a Leonor Walker quien describió el síndrome de la mujer maltratada, como un estado de parálisis e indefensión que les impide tanto pedir ayuda como denunciar la situación. A veces, también las mujeres justifican la conducta de la pareja atribuyéndola a diversos factores (Problemas en el trabajo, que es enfermo)
Desde distintos estudios se ha señalado que algunas mujeres maltratadas soportan durantes años situaciones de violencia por parte de su pareja. Las causas que según ellas las mantuvieron en esa situación son las siguientes: 

• . No reconocimiento de su propio valor (autoestima dañada), no creen
que pueden valerse por sí mismas.
• . Temen ser rechazadas por su familia y amigos y ser consideradas
culpables de no ser buenas esposas y buenas madres.
• . Piensan que si se separan, su pareja las puede matar.
• . Confían que sus maridos podrían cambiar.
• . Dependencia económica de la pareja, creen que al separarse no tendrán
como sustentarse.
• . Sentimientos de estar encerradas y no poder ver una salida.
• . Cuando tienen hijos pequeños piensan que estos necesitan
emocionalmente a su padre, que les va a ser difícil encontrar trabajo y
cuidar de ellos.
• . Tienen temor a que su pareja les quite los hijos.
La tríada miedo, culpa y vergüenza está siempre presente impidiendo salir de la encerrona en que se encuentran.
En el Informe Internacional sobre la violencia de pareja ( 2003) publicado por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia contra la mujer se señalan diversos factores que inciden tanto en el caso de la víctima como del agresor.

Factores de riesgo sociales. En el caso de las víctimas

. Carencia de apoyo social.
. Escaso apoyo institucional.
Factores familiares
. Estructura vertical y rígida.
. Fuerte adhesión a los estereotipos de género.
. Reparto de las responsabilidades familiares acorde con los roles de
género.
. Escaso grado de autonomía de los miembros de la familia

Factores individuales

. Cualquier mujer, por el mero hecho de serlo, puede ser maltratada por su pareja o ex pareja. La mayor vulnerabilidad femenina se debe a la mayor carga y responsabilidad en la crianza, condensan las tareas hogareñas y mantienen una mayor dependencia tanto económica como culturalmente de los hombres.

Conclusión

La violencia doméstica cobra gran cantidad de víctimas en todo el mundo, no es un problema relativo a la psicología individual sino que está estrechamente asociado con con cuestiones micro y macrosociales.
Para Irene Meler resulta evidente en la actualidad la pérdida de legitimidad de los actos violentos en las sociedades occidentales. También se han llevado a cabo diferentes estrategias para prevenir la violencia y atender a sus víctimas como: aprobación de medidas legales, diseño de campañas para modificar la opinión pública, creación de refugios, entrenamiento y capacitación del personal de salud, del personal policial y otros actores sociales vinculados a la atención y prevención de la violencia. Sin embargo, estas estrategias si bien han sido muy importantes, todavía resultan insuficientes. Los profesionales del área de la salud pueden ser un nexo muy importante con lugares específicos de atención de estas problemáticas, pero tienen dificultades para detectar los efectos de la violencia que no ha provocado daños corporales. La violencia que se produce en el hogar queda oculta porque la mujer no la denuncia, por esa razón diferentes organismos internacionales se refieren a ella como una epidemia invisible.
Es importante la actitud de los profesionales del sector salud cuando advierten que alguna de sus pacientes son víctimas de violencia doméstica ya que, el reconocimiento de la problemática, permite brindar la atención adecuada y hacer las derivaciones pertinentes. Si por el contrario, se desmiente o no se le da importancia a la situación se redobla el efecto de violencia. Cuando se recaban datos para realizar el diagnóstico clínico o psicopatológico, por lo general no se incluye como un tópico para interrogar, los antecedentes de violencia. Los problemas de salud, tanto físicos como psicológicos que tienen como causa la violencia de pareja son múltiples, entre ellos podemos mencionar enfermedades psicosomáticas, depresión, estados de ansiedad, fobias, intentos de suicidio.
Es necesario que se sigan creando espacios y condiciones para que las mujeres víctimas de violencia puedan recuperar el deseo, la voluntad de hablar para transformar su realidad.
La equidad de género implica la justicia en el tratamiento de hombres y mujeres según sus necesidades respectivas, lo que significa que los tratamientos podrán ser iguales o diferentes pero siempre equivalentes en términos de derechos, beneficios, obligaciones y oportunidades.  


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