La conducta antisocial se refiere a cualquier conducta que refleje infringir reglas sociales, como alguna acción contra los demás, romper objetos que no les pertenecen, pelearse o agredir, fumar, beber, entre otras (Garaigordobil, 2005). El presente estudios tuvo como propósito conocer y comparar las conductas antisociales de los adolescentes estudiantes del nivel medio superior por sexo.
Se trabajó con 724 adolescentes (311 hombres y 413 mujeres), los cuales realizan sus estudios de nivel medio superior de primer hasta quinto semestre en escuelas públicas del Valle de Toluca, con un rango de edad de 14 a 17 años. Los participantes viven principalmente con sus padres y hermanos. Se aplicó el cuestionario de conducta Antisocial (CC-A) de Martorell y González (1992); validado por Casullo (1998), compuesto por un total de 36 ítems, con cuatro opciones de respuesta, integrados en tres factores: aislamiento, agresividad y Retraimiento/ansiedad (ítems: 1, 2, 3, 5, 13, 15, 17, 28). Se empleó t student para comparar por sexo y análisis de varianza para realizar comparaciones por edad. De acuerdo con los resultados obtenidos las conductas antisociales que más presentan los adolescentes son: retraimiento/ansiedad, seguido de aislamiento y finalmente agresividad. Al hacer la comparación se encontró que las mujeres perciben tener más conductas de retraimiento/ansiedad.
Universidad Autónoma del Estado de México
CONDUCTAS ANTISOCIALES EN ESTUDIANTES DEL NIVEL MEDIO SUPERIOR DEL
VALLE DE TOLUCA
Alejandra Moysén Chimal, Brenda Guadalupe Morales Salinas, Julieta Concepción Garay López,
Patricia Balcázar Nava, Gloria Margarita Gurrola Peña, Elizabeth Estrada Laredo, Martha
Cecilia Villaveces López
Facultad de Ciencias de la Conducta
amoysenc@gmail. com
Palabra1. Palabra2. Palabra3
Palabra Ingles1. Palabra Ingles2. Palabra Ingles3
RESUMEN
La conducta antisocial se refiere a cualquier conducta que refleje infringir reglas sociales, como
alguna acción contra los demás, romper objetos que no les pertenecen, pelearse o agredir,
fumar, beber, entre otras (Garaigordobil, 2005). El presente estudios tuvo como propósito
conocer comparar las conductas antisociales de los
adolescentes estudiantes del nivel medio superior por sexo.
Se trabajó con 724 adolescentes (311 hombres y 413 mujeres), los cuales realizan sus estudios
de nivel medio superior de primer hasta quinto semestre en escuelas
públicas del Valle de Toluca, con un rango de edad de 14 a 17 años. Los participantes viven
principalmente con sus padres y hermanos. Se aplicó el cuestionario de conducta Antisocial (CCA) de Martorell y González (1992); validado por Casullo (1998), compuesto por un total de 36
ítems, con cuatro opciones de respuesta, integrados en tres factores: aislamiento, Agresividad
y Retraimiento/ansiedad (ítems: 1, 2, 3, 5, 13, 15, 17, 28). Se empleó t student para comparar
por sexo y análisis de varianza para realizar comparaciones por edad. De acuerdo con los
resultados obtenidos las conductas antisociales que más presentan los adolescentes son:
retraimiento/ansiedad, seguido de aislamiento y finalmente agresividad. Al hacer la comparación
se encontró que las mujeres perciben tener más conductas de retraimiento/ansiedad.
La conducta antisocial se refiere a cualquier conducta que refleje infringir reglas sociales, como
alguna acción contra los demás, romper objetos que no les pertenecen, pelearse o agredir,
fumar, beber, entre otras (Garaigordobil, 2005).
El presente estudios tuvo como propósito
conocer y comparar las conductas antisociales de los adolescentes estudiantes del nivel medio
superior por sexo. Se trabajó con 724 adolescentes (311 hombres y 413 mujeres), los cuales
realizan sus estudios de nivel medio superior de primer hasta quinto semestre en escuelas
públicas del Valle de Toluca, con un rango de edad de 14 a 17 años. Los participantes viven
principalmente con sus padres y hermanos. Se aplicó el cuestionario de conducta Antisocial (CCA) de Martorell y González (1992); validado por Morales (2015), compuesto por un total de 36
ítems, con cuatro opciones de respuesta, integrados en tres factores: aislamiento, Agresividad
y Retraimiento/ansiedad. Se empleó t student para comparar por sexo. De acuerdo con los
resultados obtenidos las conductas antisociales que más presentan los adolescentes son:
retraimiento/ansiedad, seguido de aislamiento y finalmente agresividad. Al hacer la comparación
se encontró que las mujeres perciben tener más conductas de retraimiento/ansiedad.
Existe una múltiple variedad de términos para referirse a las conductas antisociales, por ejemplo
comportamientos agresivos e impulsivos, así como los trastornos o problemas de la conducta,
entre otros. De acuerdo con Garaigordobil (2005) la conducta antisocial se define como cualquier
conducta que refleje infringir reglas sociales y/o sea una acción contra los demás; entre algunas
conductas están romper objetos de otras personas o romper objetos de lugares públicos en la
calle, el cine, autobuses, golpear, pelearse o agredir a personas, fumar, beber, falsificar notas,
no asistir a la escuela o llegar tarde intencionalmente, copiar en un examen, robar, ensuciar las
calles y tirar basura.
Aunque estas conductas antisociales son diferentes, suelen estar asociadas, pudiendo darse, de
forma conjunta;
todas se encaminan a infringir reglas y expectativas sociales y son conductas
contra el entorno, incluyendo propiedades y personas (De la Peña, 2012).
Además esos actos contra los demás constituyen con frecuencia problemas de referencia para
el tratamiento psicológico, jurídico y psiquiátrico; además de las serias consecuencias inmediatas
de las conductas antisociales, tanto para los propios agresores como para las otras personas con
quienes interactúan, los resultados a largo plazo, a menudo, también son desoladores. Cuando
los niños se convierten en adolescentes y adultos, sus problemas suelen continuar en forma de
conducta criminal, alcoholismo, afectación psiquiátrica grave, dificultades de adaptación
manifiestas en el trabajo y la familia y problemas interpersonales (De la Peña, 2012).
Por su parte Andújar (2011) menciona que los tipos de comportamientos antisociales pueden
organizarse en cuatro grandes categorías: agresivos (inicio de peleas, amenazas, actos crueles,
homicidio), daño a la propiedad privada (ocasionar incendios, romper vidrios, dañar coches,
vandalismo), fraudes y robos (mentiras, timos, falsificaciones, hurto) y violaciones de las normas
(normas escolares, huídas de clase, fugas, ingesta de alcohol y drogas).
Desde una aproximación psicológica menciona De la Peña (2012) que las actividades o conductas
anteriormente citadas, se podrían entender como un continuo, que iría desde las menos graves
o también llamadas conductas problemáticas, a las de mayor gravedad, llegando incluso al
homicidio y el asesinato. No obstante, en este fenómeno conductual, se habla comúnmente de
desviación o conductas desviadas, definidas éstas como aquellas conductas, ideas o atributos
que ofenden (disgustan, perturban) a los miembros de una sociedad, aunque no necesariamente
a todos. Lo desviado, sería lo "raro", lo "distinto", aquello que se aparta del "término medio"
dentro de unas coordenadas sociales dadas.
Consecuentemente el que una conducta se catalogue como antisocial, puede depender de juicios
acerca de la severidad de los actos y de su alejamiento de las pautas normativas, en función de
la edad, el sexo, la clase social y otras consideraciones. De esta forma el punto de referencia
para la conducta antisocial, siempre es el contexto sociocultural en que surge tal conducta. Las
conductas antisociales básicamente se refieren a una diversidad de actos que violan las normas
sociales y los derechos de los demás; las cuales si continúan presentándose pueden ir en
incremento y ser cada vez mayores.
Por tanto, la conducta antisocial es un problema que presenta serias consecuencias entre los
niños y adolescentes. Los menores que manifiestan conductas antisociales, como ya se había
mencionado se caracterizan por presentar conductas agresivas repetitivas, robos, provocación
de incendios, vandalismo, peleas, prepotencia, en general, un quebrantamiento serio de las
normas en el hogar y la escuela (De la Peña, 2012; Gaeta y Galvanovskis 2011).
Estas conductas que infringen las normas sociales y de convivencia reflejan un grado de
severidad que es tanto cuantitativa como cualitativamente diferente del tipo de conductas que
aparecen en la vida cotidiana durante la infancia y adolescencia (De la Peña, 2012).
Andújar (2011) refiere que son varios los factores que pueden influir en la manifestación de
conductas antisociales en los adolescentes, primeramente se encuentra la familia, ya que todo
lo que ocurre en el ámbito familiar constituye un dispositivo esencial para explicar las diferencias
de socialización entre individuos. El modo en que los padres interactúan con sus hijos contribuye
a este tipo de comportamientos, el cual no es debido solo a un castigo más duro o una disciplina
más rígida, sino que este aspecto aumenta cuando se pone en práctica una disciplina más laxa
y relajada, caprichosa e inconsciente por parte de los padres, tanto por un miembro como por
los dos; al existir una buena relación entre ambos ayuda a un proceso adecuado de socialización
y evita que el hijo se involucre en actividades delictivas.
Además el ambiente escolar contribuye como factor de riesgo, las escuelas se pueden
caracterizar por muchos modos, según la proporción que haya de maestros-alumnos,
localización, criterios de selección de estudiantes, entre otras características. Asimismo la
influencia de los iguales es una variable significativa, los jóvenes antisociales tienen pocos
amigos y los que poseen son también jóvenes delincuentes.
También López y Rodríguez (2012), mencionan que existen
múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales en el individuo, la familia, la escuela, la comunidad y el grupo de iguales
que contribuyen al desarrollo de conductas antisociales, sin embargo, dado que algunos
individuos no realizan dichas conductas, se han identificado factores de protección que median
o moderan los efectos de los riesgos. Algunos factores de protección son las oportunidades para
la implicación positiva y las recompensas por dicha implicación en la comunidad, la familia y la
escuela. La implicación positiva tiene que ver con reconocer las aportaciones de los adolescentes
tanto en el ámbito comunitario, como el escolar y el familiar. En la familia, además, se incluye
el apego familiar. Los factores de protección del individuo/iguales son la religiosidad, las
habilidades sociales y la creencia en el orden moral, esto es, tener claro lo que está bien y lo
que está mal.
Al respecto Lykken (2000) propuso un modelo para explicar el desarrollo de las personalidades
antisociales, refiere que hay dos caminos para desarrollar un comportamiento antisocial. El
primero es estar expuesto a una socialización deficiente como consecuencia de una práctica
familiar negligente, lo que podría conducir a que el individuo se convirtiese en un sociópata.
Mientras que en el segundo podría convertirse en un psicópata, ya que una persona que
expresase desde su nacimiento un nivel elevado de una serie de rasgos temperamentales podría
ser insensible a un esfuerzo socializador normal y crecer sin desarrollar una conciencia. Siendo
los rasgos temperamentales la búsqueda de sensaciones, la impulsividad y la ausencia de miedo.
Tanto en el caso del sociópata como en el de la psicopatía, las personas mostrarían una
vulnerabilidad al comportamiento antisocial, pero no se podría hablar de una situación
determinista e inamovible.
En la medida en que estas conductas estén influidas por la presencia de diversos factores de
riesgo, se producirá un incremento de la frecuencia, intensidad y gravedad de dichas conductas,
provocando el mantenimiento persistente en estadios evolutivos más avanzados y al aparecer
consecuentemente, un patrón de comportamiento que va a infringir o transgredir las normas
socialmente establecidas (De la Peña, 2012).
Los síntomas que pueden presentar los adolescentes antisociales refiere. Andújar (2011) es que
son más propensos a sufrir deficiencias académicas. Se caracterizan dentro de la escuela por
tener un bajo rendimiento escolar y trastornos de aprendizaje; también su nivel intelectual y
su madurez perceptiva están levemente por debajo de la media de la población; suelen ser muy
activos, inquietos, impacientes e incurren en conductas revoltosas. A diferencia de los
adolescentes prosociales, no son empáticos; estos dolescentes están exentos de
remordimientos, no se sienten culpables de sus actos. Ahora bien, estos síntomas pueden
aparecer tanto en chicos como en chicas, lo que sí es cierto es que existen unas variaciones de
edad y sexo en los distintos comportamientos (mentiras, robo, agresión).
Muchos de los casos de niños y/o adolescentes antisociales como menciona Andújar (2011)
acabarán en manos de la justicia y en centros penitenciarios, llegando a ser inadaptados sociales,
siendo institucionalizados en un primer lugar y llegando a ser criminales después. Los trastornos
por abusos de sustancias es la otra gran vía a la que degenerarán gran cantidad de jóvenes con
este tipo de conductas.
En relación a las investigaciones realizadas, Juárez, Villatoro, Gutiérrez, Fleiz y Medina-Mora
(2005) en el estudio de Tendencias de la conducta antisocial en estudiantes del Distrito Federal:
mediciones 1997-2003, observaron que en las mediciones de 1997 y de 2000 hubo ligeros
incrementos, y que en algunos actos no hubo cambios en el comportamiento antisocial de los
estudiantes de secundaria y bachillerato, en cambio las conductas antisociales se incrementaron
entre las mediciones 2000 y 2003.
En general, como refieren Juárez et al. , (2005) aumentaron las conductas relacionadas con el
factor de violencia y robos, constituido por actos como tomar parte en riñas, golpear o dañar
objetos, golpear o herir a personas, tomar mercancía sin pagarla y tomar dinero, situación que
se repite en los actos graves que, aunque presentan incrementos menores, señalan que los
comportamientos de tomar dinero o valores en cantidades mayores y atacar a alguien usando
un objeto o arma, cuando se compararon todas las mediciones acusaron aumento, estos
cambios no se observan en otras conductas como vender drogas y usar un arma para robar.
Estas situaciones se presentan de manera similar en hombres y mujeres, aunque las mujeres
aún representan una proporción menor, con una relación de casi dos hombres por cada mujer
que lleva a cabo alguna conducta antisocial.
Por su parte Gaeta y Galvanovskis (2011) encontraron que los adolescentes hombres son más
propensos que las mujeres a realizar conductas antisociales y delictivas, cuando el ambiente y
las circunstancias lo favorecen. Además, ellos presentan más conductas antisociales agresivas
que ellas, presentando conductas como pelearse con otros (con golpes, insultos o palabras
ofensivas).
MÉTODO DE INVESTIGACIÓN
Participantes: Se llevó a cabo un muestreo no probabilístico, accidental. La muestra estuvo
conformada por 724 adolescentes, 311 hombres y 413 mujeres, los cuales realizan sus estudios
de nivel medio superior de primer hasta quinto semestre en escuelas públicas del Valle de Toluca,
con un rango de edad de 14 a 17 años, en relación a la edad 37 adolescentes tienen una edad
de 14 años; 371 tienen 15 años, 172 tienen 16 años y 144 jóvenes tienen 17 años de edad en
el momento de investigación.
Instrumento: Se aplicó el cuestionario de conducta Antisocial (CC-A) de Martorell y González
(1992; citados en Casullo, 1998), validado por Morales (2015), el cual está compuesto por un
total de 36 ítems, con cuatro alternativas de respuesta (Nunca, Algunas Veces, Muchas Veces,
Siempre); con tres factores: aislamiento (ítems: 4, 6, 8, 14, 18, 19, 20, 22, 23, 24, 26, 27, 32),
Agresividad
(ítems: 7, 9, 10, 11, 12, 16,
21, 25, 29, 30, 31, 34, 35, 36) y
Retraimiento/ansiedad (ítems: 1, 2, 3, 5, 13, 15, 17, 28). El instrumento tiene una consistencia
interna en las escalas que van de . 76 a . 82.
Procedimiento: Se aplicó el instrumento en los salones de los alumnos, solicitando autorización
a los profesores que en ese momento se encontraban en clase. A cada uno de los alumnos se le
solicitó su apoyo para contestar el cuestionario, pidiendo que llenaran una carta de
consentimiento. Una vez contestados los instrumentos se realizó una base datos en el paquete
estadístico SPSS versión 20.
RESULTADOS
Con respecto a las conducta Antisociales, Garaigordobil (2005) la define como cualquier
conducta que refleje infringir reglas sociales y/o sea una acción contra los demás; entre algunas
conductas están romper objetos de otras personas o romper objetos de lugares públicos en la
calle, el cine, autobuses, golpear, pelearse o agredir a personas, fumar, beber, falsificar notas,
no asistir a la escuela o llegar tarde intencionalmente, copiar en un examen, robar, ensuciar las
calles y tirar basura.
Los resultados mostraron que de los tres factores que consta, los adolescentes del Valle de
Toluca manifiestan más el factor de Retraimiento/Ansiedad, seguido de aislamiento y por último
el factor de agresividad.
En relación a esto Contini et al. (2012) encontraron que el factor Retraimiento/Ansiedad, en un
80. 2% de los adolescentes se percibía con un nivel medio o bajo de estas conductas contrario
a lo encontrado en el presente estudio; por lo que los adolescentes no auto-percibían dificultades
para vincularse con los pares, por el contrario se sentían seguros para establecer vínculos con
los otros, contando con recursos psicológicos para afrontar situaciones sociales y de grupo. Sin
embargo, un 19. 8% de sujetos percibieron dificultades en los vínculos sociales, tales como
sentimientos de vergüenza, timidez y ansiedad social (con conductas como sonrojarse o llorar),
dificultades que van en la línea de los problemas internos.
Mientras que en las investigaciones realizadas sobre el aislamiento en los adolescentes Tapia et
al. (2003) encontraron que los adolescentes explorados (escuelas privadas de la ciudad de San
Luis) presentan un bajo nivel de aislamiento y soledad y en general poseen un adecuado
concepto de sí mismos; por lo que los adolescentes no tenderían a aislarse en situaciones
conflictivas y en situaciones interpersonales se sentirían contenidos y apoyados, experimentarían
satisfacción en las relaciones, esto tiene concordancia con la actual investigación tener poca
manifestación el factor de aislamiento (M=1. 6750).
Y por último el factor de agresividad, que es el de menor presencia en los adolescentes del Valle
de Toluca, en lo referente a la conducta antisocial, el cual hace referencia a conflictos, amenazas,
violencia, protestas por parte del adolescente hacia las demás personas. Existe similitud con el
estudio hecho por Contini et al. (2012) mostró que la agresividad, en los adolescentes
presentan niveles medios o bajos de agresividad, lo que implica que, en sus relaciones
interpersonales tienen recursos para expresar sus opiniones o puntos de vista de un modo
afirmativo, sin desconocer los derechos de sus interlocutores, es decir que se orientan hacia el
polo de la prosocialidad.
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