La formación de los profesionales en enfermería de salud mental desde una perspectiva comunitaria necesita partir del desarrollo de un marco conceptual de intervenciones basado en principios comunitarios. Esto significa trabajar para con y desde la comunidad. También significa la coordinación e integración de los diferentes profesionales y niveles de salud para poder ofrecer una Continuidad de cuidados.
Específicamente para los profesionales de enfermería de salud mental esto se traduciría en la adquisición de habilidades que mejoren la participación comunitaria, fomenten la autonomía tanto para los individuos como para las familias, dando apoyo emocional para afrontar situaciones de estrés y crisis. Para que esto sea posible, el sistema de salud tendrá que mostrar un reconocimiento del rol profesional de la enfermera de salud mental comunitaria, proporcionando los recursos profesionales necesarios para ello.
Formación en Enfermería de Salud Mental Comunitaria.
(Training needs in community mental helath nursing. )
Assumpta Rigol; Pilar Sabater.
PALABRAS CLAVE: Salud mental, Comunitaria, atención Primaria de Salud, Formación, riesgo, Vulnerabilidad.
página 1
[13/2/2004]
Resumen
La formación de los profesionales en enfermería de salud mental desde una perspectiva comunitaria necesita partir del desarrollo de un marco conceptual de intervenciones basado en principios comunitarios. Esto significa trabajar para con y desde la comunidad.
También significa la coordinación e integración de los diferentes profesionales y niveles de salud para poder ofrecer una Continuidad de cuidados.
Específicamente para los profesionales de enfermería de salud mental esto se traduciría en la adquisición de habilidades que mejoren la participación comunitaria, fomenten la autonomía tanto para los individuos como para las familias, dando apoyo emocional para afrontar situaciones de estrés y crisis.
Para que esto sea posible, el sistema de salud tendrá que mostrar un reconocimiento del rol profesional de la enfermera de salud mental comunitaria, proporcionando los recursos profesionales necesarios para ello.
Abstract
The training of Mental Health Nursing professionals from a Community perspective, needs to begin from the development of a conceptual framework for future interventions based in community principles. This will mean, working for, with and from within the community.
It also means the coordination and integration of the different professionals and levels of health in order to be able to offer a continuity of care.
Specifically, for the mental health nursing professionals this will translate in the acquisitions of skills that will enhance community participation, foster autonomy both for the individual and the family, giving emotional support in order to cope with stress and crisis situations.
For all this to be possible, the health system will have to show the recognition of the rol of the professional mental health nurse in the Community, therefore providing the necessary professionals resources.
Introducción
Hablar de cuales son las necesidades de formación en Enfermería de Salud Mental Comunitaria supone de forma implícita el reconocimiento de esta necesidad, aspecto que probablemente resulta hoy incuestionable desde la perspectiva de la atención a la salud.
Requiere también la consideración multidimensional de la cuestión, entendiendo así, la co-participación de especialistas diversos (como políticos, profesionales expertos del tema, usuarios y juristas), por el mero hecho, de poder conjugar necesidades a satisfacer y recursos disponibles. De otra forma, los requerimientos formativos pueden ser reflexiones, fruto de la constatación de necesidades, a partir de las evidencias en los usuarios de salud o en los mismos profesionales.
Para empezar, la misma conceptualización del término salud mental, podrá ayudarnos al análisis posterior y a centrar esta comunicación:“La salud mental es a la vez un estado y un proceso resultante de la interacción entre las peculiaridades individuales y las variantes sociales y familiares”. También, “la salud mental podría ser definida como el desarrollo, el conocimiento y la utilización óptima de los recursos biológicos, psicológicos, relacionales y sociales que, individualmente o colectivamente, tienen las personas. . . ( )”
Esta interacción entre la persona y su entorno será fundamental en la resultante de las características idiosincráticas y también en el desarrollo y utilización de los propios recursos. Al margen, la persona, a lo largo de su ciclo vital, quedará expuesta a los acontecimientos que le brinde la vida, gratos e ingratos, voluntarios o involuntarios y estos afectarán a su salud mental.
El grado y tipo de afectación estará relacionado con la dosis de sufrimiento y éste a su vez con los significados de los hechos en la mente de la persona y con los sentimientos que la situación le evoque. Será inevitable, que muchas veces la persona sufra (por los sentimientos asociados a las vivencias) y también será inevitable a veces su reactividad. Ambos aspectos, sufrimiento y reactividad no son necesariamente sinónimo de desajuste ni de patología, sino todo lo contrario, forman parte del crecimiento cualitativo y del adaptarse a la vida.
Para hacer frente a estas situaciones, como se indicaba antes, se precisarán recursos diversos, como son los orgánicos y los materiales, en un lugar muy básico, pero también y muy especialmente, de tipo psicológico y social, como son el desarrollo de habilidades y estrategias para ayudar a un óptimo funcionamiento de la persona en los diferentes contextos sociales en los que tiene que actuar (familia, escuela, amigos, trabajo, etc. . ).
Partiendo de un modelo comunitario de salud mental las respuestas que se producen estarán determinadas por tanto, por factores y procesos del entorno sociocultural en el que está inmerso el individuo, . y ya que es en la propia comunidad donde se producen los problemas, es allí donde se ha de intervenir para modificar los “sistemas disfuncionales sin deprivar a los sujetos de esos nutrientes emocionales, psicológicos y sociales cuya ausencia agravaría los problemas” (Sánchez Vidal, A. 1998), puesto que la Salud mental comunitaria “consiste en el mejoramiento paulatino de las condiciones de vida comunal y del nivel de salud mental de la comunidad mediante actividades integradas y planificadas de protección y promoción de la salud mental (. . . ) incluyendo la rehabilitación y readaptación social (. . . ) todo esto con el apoyo, el acuerdo y la participación activa de la comunidad (San Martín y Pastor 1984)
Es por tanto a partir de estos supuestos, que justificamos la necesidad de formación en salud mental desde una perspectiva comunitaria, de las profesionales enfermeras de salud mental y en base a dos grandes marcos de referencia relacionados con su rol profesional:
La necesidad de dotar a las personas de recursos psicológicos y de soporte para afrontar lo más exitosamente posible su ciclo vital (propia vida y la de sus seres queridos)
La necesidad de intervenir ante señales de alarma y factores de riesgo para cada grupo de edad desde el lugar donde se producen los problemas, es decir con y desde la propia comunidad de referencia
La enfermera especialista en salud mental desde la propia definición profesional, ejerce su actividad desde la proximidad con la persona y su entorno y esta es la esencia de su quehacer, que es el cuidar. Como señala Kerouac (1996), ” desde la aportación profesional propia, el cuidar es la función específica (. . . ) orientada a la promoción y mantenimiento de la salud, que “refuerza y permite a la persona dominar los acontecimientos ligados a su experiencia de su salud y mejorar el bienestar”.
Aportaciones de organismos internacionales
Si tenemos en cuenta las recomendaciones de organismo internacionales relacionados con la salud, los trastornos mentales constituirán uno de los principales problemas de salud en la región europea durante los próximos años. Por esta razón, la OMS, recomienda que se definan políticas dirigidas a la mejora de la salud mental y muy especialmente, enfatiza la necesidad de respetar los derechos humanos y prestar especial atención a los grupos mas vulnerables (ancianos, personas sin techo, inmigrantes, etc. ).
En este mismo sentido, nos advierte de que si no se toman medidas, en el año 2020, las enfermedades mentales, y en concreto la depresión, pueden ser la segunda causa de incapacidad en el mundo, detrás de las enfermedades isquémicas (infartos, insuficiencia coronaria y accidentes cerebrovasculares), mientras que en 1999 ocupaba el quinto lugar.
Otro aspecto que tambien resalta la OMS es que cada cuatro personas que acuden a los centros de salud tienen problemas de salud mental. Y ya en el año 2001 nos advertía que los problemas de salud mental suponían el 12, 5 % de las patologías en general y que si no se actua a tiempo, se prevee aumenten al 14 % en el año 2020.
También debido al aumento de la esperanza de vida, se prevé que estas enfermedades sigan creciendo en los próximos años, incrementándose el número de demencias y los problemas psicosociales por factores como la guerra, la violencia y la pobreza.
Es evidente que las condiciones adversas y los estilos de vida actuales que comportan una falta de tiempo para establecer relaciones o generan soledad, disminución de la red y el soporte social, la incertidumbre del futuro y también del trabajo estable, entre otros factores, cuestionan gravemente el equilibrio de las personas y aumentan su vulnerabilidad ante trastornos mentales o recaídas.
Tampoco hay que olvidar, que uno de los factores que hace más grave la enfermedad mental es el sufrimiento que provoca tanto al propio paciente como a su familia. En general, los enfermos mentales padecen de exclusión y de rechazo social, lo que hace que sean olvidados y con frecuencia no sean respetados en sus derechos humanos. Los prejuicios que rodean a la enfermedad mental generan la estigmatización del enfermo y sus posibilidades de mejora disminuyen.
Tampoco hay que olvidar los efectos de la enfermedad mental crónica y sus repercusiones familiares. El estrés que padecen es tambien crónico, debido a las cargas financieras, limitaciones en la vida social con la consiguiente dificultad de acceso a la red y pérdida de apoyo social, aspectos que agravan todavía más el problema de la enfermedad y pueden terminar generando disfunciones psicológicas en los miembros de estas familias (Bulger, Wandersman, Goldman 1993).
Finalmente, en estos dias, fenómenos como la violencia, la guerra, el desplazamiento de poblaciones, la falta de respeto hacia los derechos humanos, son aspectos que no podemos olvidar, ya que tal como refleja la OMS en uno de sus informes del año 2001 “los conflictos políticos y étnicos son un factor significativo en el abuso de menores de edad, en la violencia contra las mujeres, con un fuerte impacto sobre su salud mental y su funcionamiento psicosocial y con el desarrollo de problemas de salud mental serios en el 30% de los casos (OMS 4/10/2001).
Con todo este panorama, la OMS añade que la práctica asistencial no se puede abstraer de la sociedad en la que estamos inmersos, de las características culturales que la envuelven y del lugar en la que se practica.
En priorizar todos estos aspectos referidos coinciden diversos organismos internacionales y entre ellos el Consejo Internacional de Enfermería (CIE), que además señala: que “las enfermeras desempeñan una función vital en la promoción de la salud mental, la prevención de la enfermedad y la mejora del acceso a los cuidados y servicios (. . . ), para combatir el estigma, el miedo a la locura y para fomentar una cultura de cuidados a favor de las personas que sufren trastornos mentales y considera que entre otras actividades se debería tener en cuenta: la educación a las personas en lo referente a los factores de riesgo y la forma de reducirlos, (. . . ) el promover grupos de apoyo periféricos e informales, apoyar programas de ayuda, como los servicios de voluntariado y alentar la creación de redes y grupos de ayuda recíproca (. . . )
Centrarse en las poblaciones vulnerables (. . . ) Integrar la salud mental en los servicios de atención primaria de salud, abordando las necesidades de formación del personal de salud en los problemas de salud mental (. . . ) , emplear modelos de planes de estudios que tengan en cuenta las culturas (. . . ) y hacer investigaciones para establecer los efectos de las intervenciones de enfermería y los resultados de salud (. . . ) (CIE 1995)
Situación actual de la formación de las especialistas en salud mental. Perspectivas futuras
Estas recomendaciones nos orientan por tanto, respecto a los contenidos teórico-prácticos, que deben cumplir los programas de formación en Enfermería de Salud Mental.
Si la creación de la especialidad de enfermería de salud mental en el año 1999, fue un logro importante en el reconocimiento de la necesidad de prestar unos cuidados especializados, muchos de estos requisitos, aunque están contemplados entre los objetivos del programa formativo, no se han desarrollado de forma completa, debido a diversos factores, entre ellos el hecho de que el número de horas de formación se haya reducido a un año, lo que imposibilita su total asunción.
Para poder cumplir las recomendaciones de estos organismos citados y desarrollar el perfil básico de la enfermera de salud mental, desde un modelo de salud mental comunitaria, entendido este como “un medio para llevar los cuidados de salud mental a toda la población” (Caplan 1967) en primer lugar es necesario tener en cuenta el primer nivel donde debe desarrollarse la atención a la salud mental, que es la atención Primaria de Salud.
La inclusión de la atención a la salud mental como una parte indivisible de la salud, desde la atención Primaria, es un aspecto ya incluido en la práctica, tanto en lo que concierne a las personas que presentan problemas de salud mental como a las personas sanas. La ley general de sanidad del 29 de abril de 1986 ya contempla este aspecto "La atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y los sistemas de hospitalización parcial y atención a domicilio, que reduzcan al máximo posible la necesidad de hospitalización”.
"Los cuidados generales de la salud (y de la salud mental) se ordenan atendiendo a dos grandes niveles interdependientes: cuidados en la atención primaria y cuidados especializados, entendiendo básicamente estos últimos como estructuras de apoyo al nivel primario. En consecuencia, los equipos de atención a la salud mental actuarán de soporte y apoyo de los equipos básicos de salud.
Una parte de los problemas psíquicos y de las acciones en el campo de la salud mental han de ser resueltos por el equipo básico de salud del servicio sanitario, sin que requieran de la presencia de personal especializado en salud mental".
Partiendo de estas premisas y de que la formación de los especialistas de Enfermería de Salud Mental, se desarrolla a partir de la práctica interventiva que supone la formación desde el ámbito profesional, uno de los aspectos importantes a fomentar es la interconsulta y formacion con las enfermeras de la atención Primaria.
La práctica de la interconsulta con los profesionales de enfermería de la atención Primaria de Salud, permite establecer una relación bidireccional para promover cuidados globales, en que se contemplen aspectos de salud mental, facilitando el intercambio de opiniones entre los profesionales y el seguimiento conjunto de los pacientes.
De igual manera, la interconsulta, facilita la adquisición de nuevos conocimientos sobre planes de cuidados especializados, favoreciendo la continuidad de ellos. El asesoramiento sobre problemas y/o intervenciones específicas, comporta el desarrollo de programas formativos realizados por los propios profesionales enfermeros de salud mental, para ayudar a la capacitación de las enfermeras de la atención Primaria en materia de salud mental, mejorando sus conocimientos sobre el desarrollo de cuidados y programas específicos y el desarrollo de habilidades y actitudes que faciliten la detección de problemas de salud mental y favorezcan la vinculación de los pacientes mentales crónicos que acuden a los servicios y eviten la sobrecarga de los servicios especializados en salud mental.
La colaboración e intercambio con las enfermeras de la atención Primaria de Salud, puede facilitar también la colaboración en el seguimiento y rehabilitación de los pacientes con problemas de salud mental, favoreciendo la vinculación al sistema.
La formación de los profesionales desde un marco de actuación propia, permite el desarrollo de intervenciones específicas, como técnicas grupales, de relajación, que facilitan la atención de muchas de las patologías a nivel primario de salud.
Desde la atención primaria especializada de salud mental la formación de las enfermeras especialistas debería dotar de los conocimientos necesarios para trabajar en la rehabilitación y reinserción psicosocial de los pacientes (desarrollo de programas de evaluación de las necesidades de los pacientes, programas para el mantenimiento en la comunidad, como el desarrollo de hábitos para la vida cotidiana, de sueño, de alimentación, de manejo de la medicación, conocimiento de la enfermedad, gestión de recursos, etc. )
Todo ello, dentro del contexto de la atención primaria (centro de salud mental), puesto que desde este contexto se puede favorecer y contar con la participación de la comunidad, así como la de los equipos de atención primaria y los distintos dispositivos especializados; elementos todos ellos fundamentales de cara a lograr la reinserción y mantenimieno de los pacientes en la comunidd en la que viven.
Este trabajo en continuidad y desde una perspectiva globalizadora, permite también el desarrollo conjuntamente con las enfermeras de la atención Primaria de Salud, de programas de actuacion estandarizados, que faciliten los cuidados teniendo en cuenta la prevalencia de los problemas de salud mental de las personas que acuden a las consultas, tales como los trastornos depresivos, de ansiedad o somatoformes, entre otros, facilitando la detección, contención y la pronta derivación cuando se hace necesario, a la red especializada de salud mental, evitando el distanciamiento entre los recursos.
Otro aspecto importante a desarrollar desde la formación, son programas de prevención y promoción de la salud mental desde la atención especializada, que contemplen poblaciones de riesgo en la comunidad, como programas dirigidos a poblaciones vulnerables por factores, como la emigración, la pobreza, personas sin hogar, que incluyan la valoración de aquellos factores que pueden cuestionar su equilibrio, que ayuden a detectar posibles situaciones de crisis y que doten de habilidades de intervención no directivas, ni amenazantes.
Esto implica el desarrollo de programas preventivos que sirvan para dar apoyo tanto a los equipos no profesionalizados como a los sistemas profesionalizados, así como el desarrollo y participación en campañas de educación sobre los factores de riesgo y la prevención de problemas de salud mental que contemplen el ciclo evolutivo de la persona, en la infancia, en los adolescentes, en las escuelas, o bien en el apoyo a aquellas personas que trabajan con poblaciones de riesgo.
Teniendo en cuenta las recomendaciones del CIE, otro aspecto importante a priorizar en la formación, es el desarrollo de investigaciones que nos ayuden a establecer los efectos de las intervenciones de enfermería, es decir que permitan establecer la contribución de los cuidados en el estado de salud de los usuarios y por tanto mejorar la calidad de la atención.
Esto supone avanzar en la instauración asistencial de una metodología de trabajo, que permita la definición profesional (competencias de enfermería) desde la utilización de un lenguaje estandarizado que posibilite la claridad de las intervenciones, la comunicación dentro del equipo profesional y la investigación desde una perspectiva del cuidar, y la evaluación de los resultados de salud (NOC) , a partir de la identificación de los problemas que tratan las enfermeras (NANDA) y de intervenciones que realizan (NIC)
La atención especializada a las personas con trastornos mentales crónicos debe también potenciar el desarrollo de la atención domiciliaria y de los programas de soporte a los pacientes para evitar la desvinculación del sistema de salud y a sus familias.
Se hace imprescindible dada las necesidades que plantean las familias con pacientes mentales crónicos, debido a las situaciones de crisis por las que atraviesan, los problemas socioeconomcios que conllevan las enfermedades mentales y el estres derivado de la responsabilidad en el cuidado, la necesidad de formación desde la perspectiva familiar, para ayudarles a desarrollar recursos para hacer frente a estas situaciones, ampliar la red de soporte y favorecer los grupos de autoayuda.
Las intervenciones a desarrollar por las especialistas al respecto, están contempladas entre las intervenciones propias de enfermería (NIC) por lo que el aprendizaje desde el ámbito de formación, ayudaría a la prevención de la salud mental en el seno familiar, favoreciendo unas relaciones saludables entre los miembros de la familia, y facilitando el apoyo al miembro enfermo.
Dado que actualmente las familias son las que se hacen cargo muchas veces de familiares enfermos mentales crónicos, es necesario dar apoyo a estos grupos de soporte, estableciendo nexos de unión con la comunidad, para evitar su marginación. La detección de los factores de estres, la creación de programas de respiro y el asesoramiento a los grupos de ayuda, a las redes de apoyo, es otros de los requisitos básicos que debe contemplar la formación de las especialistas para poder brindar cuidados en la comunidad.
La desisntitucionalización de los enfermos mentales ha sido un logro importante, pero en contrapartida ha incrementado el peso de la responsabilidad del tratamiento en la familia, que a su vez ya lleva un gran peso por el hecho de tener en casa a un enfermo mental, especialmente grave en los casos crónicos, donde emerge el cuidador familiar invisible, que con frecuencia corre el riesgo de caer también enfermo (síndrome del cuidador).
Estos aspectos suponen partir de la asunción de la formación partiendo de un marco conceptual propio, que ayude en la definición del rol profesional y que dote de conocimientos, habilidades y actitudes.
La asunción de estas responsabilidades a partir del conocimiento que facilita la competencia profesional, ayuda también a configura cual es la ayuda que pueden brindar los profesionales y permite clarificar puestos de trabajo y el intercambio en el equipo interdisciplinar desde una perspectiva flexible e igualitaria del conocimiento del rol propio.
Por ultimo no podemos dejar de tener en cuenta una serie de condicionantes que afectan el que puedan llevarse a cabo estos aspectos profesionales:
. La aparición de la especialidad, ha generado profesionales expertos sin plaza o puesto específico. Efectivamente, no se ha creado una topología de puestos de trabajo específica para el reconocimiento de estos profesionales, con el consiguiente agravio y frustración, tanto en el desempeño de sus intervenciones, como a efectos económicos.
. reflejo de lo que ocurre en el mercado general del trabajo, las enfermeras en este momento presentan una situación de gran precariedad, debido al tipo de contratos laborales existentes, por horas , por días, con unos sueldos bajos y con profesionales insuficientes para poder asumir unos cuidados de calidad, lo que deriva en la dificultad de asumir el rol profesional, impide que en la práctica puedan llevarse a cabo las intervenciones requeridas, en detrimento de los usuarios y que resulta en una ambigüedad y una falta de asunción de roles autónomos, a pesar de constar de un marco teórico profesional propio y de unas metodologías de cuidados que permitirían el aumento de la calidad de los cuidados y la asunción de la responsabilidad profesional.
. El que no esté estipulado el sistema de convalidación de la especialidad (las transitorias aun no son una realidad), las titulaciones se superponen (postgrados, master, especialistas), y no clarifican las funciones de los distintos profesionales.
. El reconocimiento y retribuciones consecuentes, en los puestos de trabajo es también escaso y la ampliación de las competencias profesionales continua siendo restringida, lo que produce “un techo de cristal” difícil de superar y por tanto el cansancio en los profesionales, la autosatisfacción formativa e interventiva y el abandono en muchos casos de la profesión o una demanda relativamente escasa de formación especializada pesar del aumento de los problemas de salud mental, debido entre otros factores, a una falta de reconocimiento y ampliación de las aportaciones de las enfermeras especialistas en la práctica, quedando reducidas sus atribuciones a actividades delegadas o ámbitos restringidos.
Conclusión
A modo de conclusión podríamos decir que es necesario contemplar en los programas de formación de los profesionales, enfoques comunitarios, con todo lo que ello comporta desde la definición conceptual. Es también necesario, incluir conocimientos sobre los nuevos problemas de salud mental que van apareciendo en las sociedades en las que vivimos y formas de intervención novedosas que den respuesta a los problemas que surgen en las comunidades en las que trabajamos, ya que una profesión se conoce por la capacidad que tiene de resolver los problemas que detecta en su práctica profesional.
Un elemento importante a enfatizar y priorizar por las enfermeras de salud mental, es el desarrollo de la investigación desde un marco conceptual enfermero, tanto desde el aspecto cuantitativo como cualitativo, de manera que aumenten la eficacia de su metodologías de trabajo, y que ayude a valorar y conocer la percepción subjetiva que tiene las poblaciones de su sufrimiento y de sus necesidades y por último tener en cuenta que estas nuevas situaciones se traducen en que :
Vivimos en un mundo donde va en aumento la tendencia colonizadora, las guerras, el hambre, las epidemias y la violencia. En el que los recursos económicos y profesionales dedicados a la salud mental son escasos si nos atenemos a las necesidades de las poblaciones, a las situaciones de riesgo que comportan las formas de vida actuales, en consecuencia:
1. Los pobres cada día son más, y además son más pobres motivo que genera movimientos migratorios en busca de un destino difícil, cuando se le sobrevive a ese destino (trabajo sumergido, dificultades de vivienda, exclusión social). Lo que comporta un riesgo elevado de problemas de salud mental “síndrome de Ulises” y la responsabilidad por parte de las enfermeras de salud mental de adquirir conocimientos sobre aspectos socioculturales que faciliten los cuidados competentes.
2. Las cifras de personas desnutridas por el hambre aumentan (842 millones de personas en el mundo en noviembre de 2003, según la FAO) De estas personas una gran parte de ellas son mujeres y niños, lo que deriva muchas veces en situaciones de violencia, abusos, etc. y también por tanto hace evidente la necesidad de desarrollar conocimientos que permitan poner en marcha programas de prevención y de atención a situaciones de riesgo, desarrollando grupos de soporte y facilitando los accesos a los servicios de salud
3. Las cifras de afectados de SIDA en el mundo (OMS, diciembre 2003) ascienden a 40 millones. Sabemos que las personas con VIH presentan problemas de salud mental importantes, como la demencia o los derivados de la aceptación de la propia patología o los efectos derivados del rechazo producido por la enfermedad, esto conllevara también la necesidad de plantearse una formación que contemple y desarrolle elementos para favorecer la salud mental de las personas afectadas a través de distintos programas de soporte.
4. Los viejos cada día son más viejos y están más solos (déficit de residencias y aumento de demencias entre otras enfermedades). La atención a los problemas psicogeriátricos es otros de los aspectos contemplados por la OMS y plantea una formación específica para hacer frente a estos problemas, desde el soporte a aquellos ancianos que viven en situaciones de soledad, de falta de recursos.
5. La violencia sobre las mujeres va también en aumento (en España alrededor de 70 mujeres muertas en lo que va de año) Es preciso incluir aspectos formativos que doten de elementos para la detección de la violencia, para la atención emocional de las personas afectadas y que posibiliten la educación en aspectos preventivos a través de la vinculación parental en la infancia.
6. La enfermedad grave sigue generando estigma o sea exclusión del enfermo, sobre todo la enfermedad mental. Consideramos que la vinculación con la primaria, el desarrollo de programas de cuidados continuados, las visitas domiciliarias y el desarrollo de grupos de apoyo a las familias, así como el desarrollo de recursos de afrontamiento en los pacientes que les permitan vivir en la comunidad de una forma digna y autónoma es otro de los requisitos que se hacen imprescindibles en la formación comunitaria en salud mental.
La cultura de cuidados en enfermería de salud mental, esta aun muy vinculada, a pesar de los cambios que se han producido, a un modelo hospitalario y necesita afrontar nuevos problemas y desde una perspectiva comunitaria, por ello se hace necesario el desarrollo de marcos conceptuales propios que deriven en un tipo de formación que permita visualizar cuales son los problemas que afectan a la sociedad, que dote de los conocimientos necesarios para su comprensión y que aporte estrategias interventivas eficaces que permitan el trabajo desde una perspectiva interdisciplinar complementaria.
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