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Musicoterapia: La utilización de las actividades musicales en el campo de la psiquiatría.

Autor/autores: Iratxe Pérez Elizalde
Fecha Publicación: 01/03/2005
Área temática: Tratamientos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Pocas personas se resisten al poder de los sonidos y de la música. Casi todas encuentran un tipo de música que les gusta o les parece interesante. La música nos envuelve a lo largo de toda nuestra vida, ya desde el vientre materno, y nos acompaña a cualquier lugar del mundo donde vayamos. Este artículo simplemente intenta dar forma a ?algo? que de forma innata desde siempre hemos sabido.

La música tiene unas cualidades que la hacen especial en sí misma: es un arte flexible, tiene la capacidad de movilizar nuestras emociones, pensamientos, sentimientos, recuerdos, puede activarnos o relajarnos, es un medio de comunicación muy cercano, se puede combinar fácilmente con otras artes, etc. La utilización de actividades musicales en psiquiatría puede llevarnos a una mayor motivación, implicación y participación de los usuarios y debido al gran potencial de la música como herramienta de trabajo podemos utilizarlas para intentar conseguir una gran variedad de objetivos terapéuticos.

Palabras clave: Actividad, Música, Musicoterapia


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Musicoterapia: La utilización de las actividades musicales en el campo de la psiquiatría.

Iratxe Pérez Elizalde.

Terapeuta Ocupacional (CEU de Talavera de la Reina) y Musicoterapeuta (Diploma de Formación Superior en musicoterapia, UAM de Madrid)
Musicoterapeuta de la escuela Municipal de Música y Danza Eusebio Rubalcaba de Talavera de la Reina (Toledo).

PALABRAS CLAVE: Actividad, musicoterapia, Música.

(KEYWORDS: Activity, Music Therapy, Music. )

 

Resumen

Pocas personas se resisten al poder de los sonidos y de la música. Casi todas encuentran un tipo de música que les gusta o les parece interesante.

La música nos envuelve a lo largo de toda nuestra vida, ya desde el vientre materno, y nos acompaña a cualquier lugar del mundo donde vayamos.

Este artículo simplemente intenta dar forma a “algo” que de forma innata desde siempre hemos sabido. La música tiene unas cualidades que la hacen especial en sí misma: es un arte flexible, tiene la capacidad de movilizar nuestras emociones, pensamientos, sentimientos, recuerdos, puede activarnos o relajarnos, es un medio de comunicación muy cercano, se puede combinar fácilmente con otras artes, etc.

La utilización de actividades musicales en psiquiatría puede llevarnos a una mayor motivación, implicación y participación de los usuarios y debido al gran potencial de la música como herramienta de trabajo podemos utilizarlas para intentar conseguir una gran variedad de objetivos terapéuticos.



Introducción

Tan profundo es el efecto de la música sobre las emociones humanas y tan impresionantes los aparentes cambios que algunas veces produce en la personalidad, que uno no se sorprende al encontrar en la historia de la psicología y de la psicoterapia una cantidad considerable de estudios referentes al uso de la música en psiquiatría.

Probablemente los primeros intentos se llevaron a cabo en el “Walter Reed Hospital” durante la Segunda Guerra Mundial debido al gran numero de pacientes que necesitaban tratamiento psiquiátrico. Afortunadamente, las primeras investigaciones con sentido pragmático fueron desarrolladas por un equipo permanente, organizado por una de sus participantes, Miss Papere, quien creó la “Music Research Foundation” (Catell y Saunders, 1954)

La utilización clínica de la musicoterapia en el entorno psiquiátrico varía tanto como los propios pacientes. Los síntomas pueden ir desde el aislamiento social a la agresión, desde la euforia a la depresión. Algunos pacientes pueden tener una orientación a la realidad pobre; otros pueden ser totalmente conscientes de sus circunstancias actuales. Algunos trastornos duran poco, otros recurren intermitentemente y otros tienden a ser crónicos. Además, los trastornos emocionales pueden variar enormemente, con algunos problemas que aparecen primero en la infancia; otros tienden a surgir principalmente en la edad adulta. Dada esta variedad entre los pacientes, ¿cómo selecciona un musicoterapeuta las intervenciones que son apropiadas para los diferentes tratamientos?

En parte, el hecho de que la música se puede utilizar en una gran variedad de programas de tratamiento se debe a su flexibilidad como arte. La música puede ser significativa en diferentes edades y puede tener numerosas funciones en la sociedad (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 109-110). Merriam ha nombrado las diez siguientes funciones de la música: (1) respuesta física, (2) comunicación, (3) expresión emocional, (4) representación simbólica, (5) refuerzo de al conformidad a las normas sociales, (6) validación de instituciones sociales y rituales religiosos, (7) contribución a la continuidad y estabilidad de la cultura, (8) contribución a la integración de la sociedad, (9) placer estético, y (10) entretenimiento (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 58).

Estructuralmente la música varía muchísimo en estilo y complejidad. Consideremos la diferencia entre una canción de cuna, una canción popular y la Sinfonía Nº5 de Beethoven. Casi todas las personas pueden encontrar un tipo de música que les resulte agradable e interesante. Esta gran variedad en estilo y complejidad contribuye a que la música sea tan accesible. Además la gente puede participar en actividades musicales de muchas maneras diferentes. Se puede escuchar y responder a la música con pensamientos y sentimientos, componer música, interpretar música y moverse con la música (Unkefer, 1990). La música se puede sostener a sí misma como arte, o se puede combinar con palabras, con artes plásticas, danza o drama.

La música puede ser parte de una experiencia muy emocional o estética, un catalizador para el placer y el entretenimiento, o un estímulo para inducir a la relajación.


Pensemos sobre las muchas maneras en que la gente participa en actividades musicales en la vida diaria. Se puede disfrutar de ella pasivamente a través de escuchar o a través de la participación activa. La música puede ser disfrutada por gente con poca o ninguna educación musical. Se puede disfrutar como entidad artística separada o con letra, con danza o como parte de un estímulo visual (por ejemplo, la música de fondo de películas). La música se pude disfrutar privadamente o en grupo. Todas estas características hacen que la música sea un medio terapéutico flexible a través del cual se puede promover un crecimiento y un cambio conductual. El apartado siguiente cita algunas de las maneras en que la música se utiliza como intervención terapéutica con pacientes con trastornos psiquiátricos (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 110).


Usos terapéuticos de las actividades musicales en el entorno psiquiátrico

No hay fórmulas simples para seleccionar actividades de musicoterapia. El Musicoterapeuta necesita conocer el diagnóstico de cada paciente; su nivel de desarrollo, edad, y entorno cultural; el enfoque filosófico del equipo de tratamiento; el nivel de funcionamiento; y las necesidades terapéuticas del paciente que recibe musicoterapia. A menudo, los participantes en terapia de grupo representarán una variedad de diagnósticos, niveles de edad, habilidades funcionales y entornos culturales. Esto ofrece un reto interesante para el terapeuta, el cual debe encontrar maneras de acomodar las necesidades de cada paciente dentro de una sola sesión. Dadas estas complejidades, los musicoterapeutas necesitan una preparación en cuanto a interacción terapéutica básica y también en cuanto a los usos específicos de la música, a fin de poder atender lo mejor posible las necesidades de estas personas (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 118)

A continuación se exponen diferentes usos terapéuticos de las actividades musicales en el entorno psiquiátrico:

1. Escuchar y Responder a la música:

Algunas veces la gente describe que la música suena como un sentimiento determinado. Por ejemplo, alguien puede describir la música como triste, o quizás alegre. Alguna música puede hacer pensar en algo concreto. Por ejemplo, una canción nos puede recordar algo que pasó anteriormente (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 110).

Ya que la música es un lenguaje emocional que evoca pensamientos y sentimientos, puede ser un medio muy potente para ayudar a los pacientes a ser más conscientes de sus pensamientos y sentimientos, o para promover una conversación o una interacción social (Unkefer 1990)

En los seres humanos las sensaciones auditivas son capaces de facilitar la evocación de memorias y estados emocionales complejos. Las personas se afectan básicamente por sus sensaciones pero también por sus recuerdos y por lo que anticipan (Poveda 2000, pp. 83)

Los sonidos musicales obedecen a un mundo simbólico infinito, ya que podemos utilizar la música para evocar objetos, sueños, conflictos y/o deseos (Martín Herrero 1997, pp. 228)

2. Interpretar y Componer Música:

Los musicoterapeutas han sido preparados para ayudar incluso a gente con ninguna educación musical a cantar, tocar instrumentos o componer música. El acto de interpretar música puede incluir la improvisación, donde los miembros del grupo inventan música e interaccionan entre ellos. En otros casos, el interpretar música consistirá en tocar composiciones ya existentes. A veces, el interpretar música va a consistir en que un individuo o grupo de pacientes construyan una composición nueva (Fichen 1976). Técnicas adaptadas de enseñanza y composiciones musicales especialmente arregladas pueden facilitar la participación de gente con una gran variedad de habilidades y niveles funcionales.


El hacer música incluye tanto actividades musicales orientadas al proceso como al producto.  Orientadas al proceso significa que las conductas e interacciones que ocurren mientras se hace música son el foco principal de la terapia (Unkefer 1990). Frecuentemente, los pacientes van a demostrar la misma clase de conductas (tanto funcionales como disfuncionales) que exhiben en otras áreas de su vida. Por ejemplo, durante la sesión de un grupo en el que se canta, un paciente tímido y retraído puede tener mucha dificultad en tomar la iniciativa de escoger su canción favorita. Por otra parte, un paciente que está en un episodio maníaco puede ser expansivo y dominar al grupo. Dentro de la actividad musical, el terapeuta anima a cada paciente a probar conductas más sanas y funcionales, y pone límites a las conductas disfuncionales. Una interacción sana y promover conductas estructuradas son los objetivos predominantes en este tipo de actividad.

Las actividades orientadas al producto se centran principalmente en la creación de un producto final, como completar una composición musical o interpretar una canción que se acaba de aprender (Unkefer 1990). Dado que muchos pacientes tienen problemas de autoestima, el sentimiento de haber realizado algo y la mejora de la autoestima que acompaña a este tipo de actividad son los objetivos terapéuticos deseados (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 111-112)

3. Música y Movimiento:

La música y danza o movimiento han ido muy unidos a través de la historia. El movimiento puede ser un medio muy potente para la expresión personal o para realzar la autoconciencia. Además, otro tipo de danzas sociales más estructuradas se pueden utilizar para promocionar interacción social y la participación. Algunas veces, se puede utilizar la música para el ejercicio físico, como son las clases de aeróbic. La música actúa como estímulo del movimiento ya sea en una actividad de apoyo como es la danza folclórica, o una actividad orientada al insight como es el movimiento expresivo (Unkefer 1990)

Cuando los sonidos se utilizan en programas de educación psicomotriz, los sonidos graves facilitan el bloqueo del cuerpo mientras que los sonidos agudos resultan movilizadotes (Poveda 2000, pp. 83)

Son muy importantes las percusiones corporales para estos pacientes ya que les hacen conscientes de su propio ritmo y del de los demás. La independencia gestual es imprescindible en la vida diaria y en el desarrollo de las funciones del lenguaje. La libre utilización del lenguaje gestual origina el desarrollo de un modo no verbal, facilita el desbloqueo motor, la comunicación, el diálogo y el contacto con el mundo exterior (Verdeau y Guiraud pp. 8).


4. Música Combinada con Otras Artes Expresivas:

La música se puede combinar no sólo con danza y movimiento, sino también con artes plásticas y escritas. El estímulo musical puede actuar como catalizador para la expresión de pensamientos y sentimientos en un medio artístico o literario. Por ejemplo, en terapia de grupo los pacientes pueden cooperar para dibujar un cuadro y escribir un poema que refleje la música que se escucha en una grabación de la pieza de Debussy “Una tarde de un Fauno”. Esta actividad tiene al menos dos objetivos terapéuticos. Uno es animar a los individuos del grupo a expresarse a través de un medio artístico. Otro es potenciar la cooperación de los miembros de un grupo a la solución de problemas y a la resolución de sus diferencias personales, a fin de crear un producto final. Las cualidades de la música, ya sea rítmica y viva, o quieta y contemplativa, ayudarán a generar ideas y estructurar el arte plástico y literario (Plach 1980; Unkefer 1990).

También puede resultar muy interesante construir instrumentos musicales con objetos cotidianos y posteriormente hacerlos sonar en grupo.

5. Música para Recreación y Diversión:

Las actividades musicales pueden ofrecer tanto a la persona sana como a un grupo el foco para el placer personal. Estas personas pueden necesitar habilidades de tiempo libre para llenar sus horas vacías. Tocar música con amigos es un ejemplo perfecto. Aprender a tocar la guitarra o el piano puede ser una manera muy divertida de pasar el tiempo. Jugar a “Adivinar esta canción” o al “Bingo Musical” pueden ser actividades para pasárselo bien (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 112-113)

6. Música y Relajación:

En las sesiones de musicoterapia se puede utilizar la música para inducir la relajación, ofreciendo unas técnicas estructuradas guiadas para inducir un estado de relajación física y mental. Por ejemplo, la música se puede introducir conjuntamente con varios tipos de programas de relajación muscular (Hanser 1985). Con suficiente preparación, incluso el sonido de una pieza musical específica se ha utilizado de manera consistente en los ejercicios de relajación para evocar una respuesta de relajación. La música también se puede usar para evocar imágenes en un proceso llamado imaginación musical. Por ejemplo el musicoterapeuta puede escoger una pieza instrumental que recuerde a los que escuchan acontecimientos etéreos de la tranquilidad de un bosque.

Estas imágenes pueden ayudar al paciente a reducir la tensión y a centrarse en pensamientos y sentimientos positivos (Scartelli 1989). A un nivel más superficial, escuchar una pieza favorita relajante puede distraer temporalmente al paciente de toda una serie de pensamientos y sentimientos ansiosos (David, Gfeller y Thaut 2000, pp. 113).


La utilización de la música descrita en los diferentes puntos anteriores no se tendría que interpretar como un “recetario” de cómo la musicoterapia se lleva a cabo. Más bien, ofrece una visión global de cómo la música se puede utilizar como medio terapéutico. La eficacia de la actividad musical o estímulos musicales requiere una aplicación y una implementación adecuada. Lo que puede parecer la mejor actividad puede ser un fracaso si no se utiliza con el paciente adecuado, o si la actividad no se presenta de manera eficaz. La implementación exitosa de una actividad requiere la sensibilidad y conocimiento de un profesional adecuadamente preparado. Además, la selección de las técnicas de intervención tendría que estar basada en las necesidades de tratamiento de un paciente o de un grupo, identificadas a través de la evaluación inicial (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 113)

En la evaluación inicial de musicoterapia se recogen datos como canciones significativas en su vida, instrumentos musicales favoritos, sonidos y músicas que le desagradan, estilos musicales favoritos, ambiente sonoro en el que creció, edad, cultura en la que ha vivido, etc.

 

Niveles de terapia de grupo basados en el nivel funcional de los pacientes

Wheeler (1983) ha propuesto tres niveles de práctica clínica en musicoterapia para tratar las necesidades tan variadas y divergentes de pacientes psiquiátricos:

1. musicoterapia de apoyo, orientada a las actividades:

Estas actividades están estructuradas muy cuidadosamente por el terapeuta para maximizar la participación de los pacientes, que pueden variar enormemente en cuanto a nivel funcional y habilidad musical.

Hay un número de objetivos terapéuticos que se pueden trabajar a través de la musicoterapia orientada a la actividad: (1) mejorar la interacción social y tomar conciencia de los otros; (2) mantener la orientación a la realidad, o conciencia del aquí y ahora; (3) distraerse de las preocupaciones neuróticas u obsesiones; (4) participar de manera apropiada y exitosa en una actividad de grupo; (5) controlar las conductas impulsivas; y (6) utilizar apropiadamente el tiempo de ocio (Unkefer 1990 y Wheeler 1983)

2. musicoterapia reeducativa, orientada al proceso y al insight:

A este nivel, la participación activa es aún más importante, pero hay un mayor énfasis en la reflexión y en el proceso verbal sobre las relaciones interpersonales y emociones. Por tanto las actividades están diseñadas para promover (1) la identificación y expresión de sentimientos, (2) resolución de problemas, (3) la toma de conciencia de las propias conductas, y (4) la facilitación de cambios conductuales. (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 115)

3. musicoterapia reconstructiva, de orientación analítica y de catarsis:

A este nivel, las actividades musicales se utilizan para destapar, soltar o resolver conflictos inconscientes (Corey 1996).
Desde un punto de vista psicológico, se puede destacar la evidencia de la música como catarsis de emociones no expresadas verbalmente y como una influencia que puede producir cambios en la personalidad (Betés de Toro 2000, pp. 151)


Implicaciones de las diferentes orientaciones filosóficas para el tratamiento de musicoterapia

Existen diferentes orientaciones filosóficas para aplicar las actividades musicales en el tratamiento psiquiátrico. Las principales son las siguientes:

1. modelo Psicodinámico:

Aunque Freud nunca mencionó el uso de la música en terapia, algunos de sus seguidores han discutido la naturaleza terapéutica de la música. Según Ruud (1980), la música se utiliza como medio terapéutico dentro de este modelo de varias maneras: (1) la música como una forma no verbal de expresión se puede utilizar para explorar materiales inconscientes, (2) la música se puede utilizar como salida para expresar necesidades hostiles o inaceptables, y (3) a través de la participación exitosa en actividades musicales el paciente puede experimentar un sentimiento de dominio y control que contribuye a una mejora del auto-concepto y al refuerzo del ego.

Actividades musicales como la improvisación o la imaginación guiada (utilizar música para evocar imágenes) se pueden utilizar para explorar material inconsciente (Blake y Bishop 1994; Bonny 1994; Goldberg 1989; Nolan 1994; Warja 1994; Wheeler 1983). El individuo puede tocar música con un instrumento para expresar de una manera alternativa pensamientos y sentimientos incómodos o conflictivos (Ruud 1980). Por ejemplo, una persona puede sentir mucha hostilidad y enfado hacia alguien. En vez de expresar estos sentimientos a través de una agresión física o verbal, esta persona puede tocar el piano muy fuerte o con mucha fuerza física. Estos sentimientos, que no son socialmente apropiados, son sublimados cuando se sustituye su expresión por una acción aceptable, por ejemplo tocar el piano (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 103).

2. modelo Conductual:

Hay una variedad de cosas que se pueden utilizar como refuerzo en un programan conductual (Hall 1971). Uno de los refuerzos más importantes que pueden utilizar los musicoterapeutas es la propia música. Ya que la música es agradable, y las actividades musicales pueden ser muy divertidas, se pueden utilizar como refuerzo para cambiar conductas en la dirección deseada (Lathom y Eagle 1984)

En el nivel infantil la música funciona como un estímulo sensorial motivador y reforzante. Con pacientes más maduros o con un funcionamiento más alto, se pueden utilizar actividades musicales más complejas como refuerzo. Por ejemplo, a muchos adolescentes les atrae la guitarra porque la música rock es un elemento importante de la cultura adolescente (Paul 1982).

3. modelo Cognitivo:

En musicoterapia, el terapeuta puede utilizar el contenido musical y lírico de canciones en terapia individual o de grupo para ayudar a explorar creencias y emociones producidas por un pensamiento desordenado (Bryant 1987; Maultsby 1977).


4. modelo Humanista:

En las terapias humanistas,  la relación del terapeuta con el paciente es muy importante. Un interés honesto y positivo hacia el individuo, así como la empatía hacia la perspectiva y los sentimientos del paciente, son esenciales para la terapia. Por tanto, es importante que el musicoterapeuta desarrolle una relación de apoyo con el paciente, basado en el interés y respeto honesto hacia el paciente como persona. Esta relación ayuda al paciente a sentirse lo suficientemente seguro para ir más allá de sus defensas personales y los bloqueos mentales y emocionales, y confrontar las preguntas más fundamentales en cuanto al significado de su vida. En este tipo de terapia la relación entre el terapeuta y el paciente es probablemente más importante que cualquier técnica en particular (Corey 1996). En cambio el musicoterapeuta utilizará actividades musicales (ya sean conversaciones basadas en música o participar de manera activa en actividades como la improvisación) como vehículo a través del cual se puede construir una relación.
El Musicoterapeuta que trabaja desde una perspectiva humanista utiliza experiencias musicales para ayudar al paciente a conseguir una calidad de vida y un sentido (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 107).

5. modelo Biomédico:

Además de ayudar en la relajación, el Musicoterapeuta puede trabajar con pacientes que toman medicación para los síntomas primarios del trastorno, pero que además necesitan apoyo adicional para recobrar una vida normal. Por ejemplo, algunos pacientes con serios trastornos crónicos, como una esquizofrenia, pueden responder sólo parcialmente a la medicación. Incluso con medicación, algunos pacientes pueden necesitar un ambiente estructurado y alguna ayuda para desarrollar más habilidades interpersonales (Unkefer 1990). Algunos pacientes también pueden necesitar reconstruir su autoestima y confianza después de una crisis emocional importante, antes de volver a sus responsabilidades diarias. Dentro del contexto de actividades de musicoterapia, los pacientes pueden practicar y hacer “role-playing”en habilidades sociales, mantener una buena orientación a la realidad, cumplir con sus responsabilidades, expresar sentimientos apropiadamente y otras conductas importantes (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 109).

6. modelo Ecléctico:

A menudo equipos terapéuticos cogerán técnicas de una variedad de modelos, integrando así los beneficios de varios enfoques para tratar necesidades específicas de pacientes. Esto se llama un modelo ecléctico (Corey 1996).
Dentro del ambiente psiquiátrico, el Musicoterapeuta ha de tomar en consideración el modelo filosófico de tratamiento recomendado para cada paciente. A través de cooperar con el resto del equipo ( psiquiatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, educadores sociales, etc) en cuanto al enfoque terapéutico, el paciente se beneficiará de un programa más cohesivo y coordinado (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 109)


Conclusiones

Se han hecho muchos avances en los últimos años en cuanto a la comprensión de las causas de las enfermedades mentales y el desarrollo de mejores métodos de tratamiento farmacológico y terapias psicosociales. La musicoterapia es una de las terapias que ayuda a eliminar o reducir el impacto de las conductas disfuncionales. Dado que la música es un arte flexible, que atrae a mucha gente, tiene un gran potencial como herramienta de tratamiento para una gran variedad de necesidades terapéuticas.

Además de adaptarse a los diferentes niveles de funcionamiento de los pacientes, las intervenciones de musicoterapia reflejan la orientación filosófica del tratamiento (Davis, Gfeller y Thaut 2000, pp. 118).
Cada paciente es un ser humano único, irrepetible e insustituible, lo cual comporta: una aceptación del paciente tal como es; una actitud de profundo respeto hacia aquel ser humano irrepetible; portados de unos valores personales y de creatividad únicos, lo cual hace de él una persona insustituible (Poch 1999, pp. 324-325).
Se ha demostrado que el uso de las actividades musicales en el campo de la psiquiatría puede ser un recurso muy valioso.


Bibliografía

· Betés del Toro (Comp. ), Mariano (2000). Fundamentos de musicoterapia. Madrid: Morata.

· Davis, Gfeller y Thaut (2000). Introducción a la musicoterapia, teoría y práctica. Barcelona: Boileau.

· Martín Herrero, José Antonio (1997). Manual de antropología de la música. Salamanca: Amaru.

· Poch Blasco, Serafina (1999). Compendio de musicoterapia. Volumen I. Barcelona: Herder.

· Poveda, Jose Mª (2000). Música y afectividad. Revista Música, terapia y comunicación, Nº 20, pp. 83. Centro de Investigación Musicoterapéutica (CIM). Bilbao

· Verdeau-Pailles y Guiraud-Caladou. Las técnicas psicomusicales activas de grupo y su aplicación en psiquiatría.

 

 

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