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Tratamiento psicológico en grupo de las enfermedades inflamatorias intestinales.

Autor/autores: M.A. Díaz-Sibaja , M.I. Comeche, B. Mas Hesse
Fecha Publicación: 10/06/2010
Área temática: Tratamientos .
Tipo de trabajo:  Artículo de revisión

RESUMEN

La mayoría de los autores aceptan el postulado de interacción recíproca entre los factores biológicos y psicosociales propuesto por el modelo biopsicosocial, y coinciden en atribuir una etiología multicausal de la enfermedad inflamatoria intestinal, lo que ha motivado el interés por determinar qué factores psicológicos pudieran estar influyendo en el desarrollo, curso y tratamiento de estos trastornos digestivos. El principal objetivo de este estudio fue diseñar, poner en práctica y validar un programa de tratamiento psicológico multicomponente, basado en el modelo de competencias y con una metodología psicoeducativa, en el que se incluyeron los siguientes módulos de intervención: información de la enfermedad, modelo de afrontamiento, solución de problemas, técnicas de relajación, entrenamiento en habilidades sociales, técnicas de distracción y técnicas de reestructuración cognitiva. Todas estás técnicas fueron adaptadas a la problemática característica de la enfermedad inflamatoria intestinal. La muestra estuvo constituida por 57 pacientes diagnosticados de enfermedad inflamatoria intestinal (33 participaron del programa de tratamiento en grupo y 24 fueron asignados al grupo control en lista de espera). Las variables biopsicosociales medidas fueron: variables emocionales (ansiedad y depresión). Los resultados reflejan que el programa de tratamiento psicológico de la enfermedad inflamatoria intestinal resulta eficaz para producir una mejoría clínica y estadísticamente significativa en las variables de ansiedad y depresión, al compararlo con el grupo control en lista de espera. Asimismo, esa mejoría se mantiene en los seguimientos realizados a los 3, 6 y 12 meses.

Palabras clave: Tratamiento psicológico; Enfermedades inflamatorias intestinales; Tratamiento psicológico multicomponente.


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Tratamiento psicológico en grupo de las enfermedades inflamatorias
intestinales.
FUENTE: PSIQUIATRIA. COM. 2006; 10(3)

Díaz-Sibaja, M. A. , Comeche, M. I. , Mas Hesse, B.
Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil de Algeciras.
KEYWORDS: Inflammatory bowel disease, Cognitive-behavioural treatment, Multi-component psychological treatment program. )

Resumen
La mayoría de los autores aceptan el postulado de interacción recíproca entre los factores biológicos y
psicosociales propuesto por el modelo biopsicosocial, y coinciden en atribuir una etiología multicausal de la
enfermedad inflamatoria intestinal, lo que ha motivado el interés por determinar qué factores psicológicos
pudieran estar influyendo en el desarrollo, curso y tratamiento de estos trastornos digestivos. El principal objetivo
de este estudio fue diseñar, poner en práctica y validar un programa de tratamiento psicológico multicomponente,
basado en el modelo de competencias y con una metodología psicoeducativa, en el que se incluyeron los
siguientes módulos de intervención: información de la enfermedad, modelo de afrontamiento, solución de
problemas, técnicas de relajación, entrenamiento en habilidades sociales, técnicas de distracción y técnicas de
reestructuración cognitiva. Todas estás técnicas fueron adaptadas a la problemática característica de la
enfermedad inflamatoria intestinal. La muestra estuvo constituida por 57 pacientes diagnosticados de enfermedad
inflamatoria intestinal (33 participaron del programa de tratamiento en grupo y 24 fueron asignados al grupo
control en lista de espera). Las variables biopsicosociales medidas fueron: variables emocionales (ansiedad y
depresión). Los resultados reflejan que el programa de tratamiento psicológico de la enfermedad inflamatoria
intestinal resulta eficaz para producir una mejoría clínica y estadísticamente significativa en las variables de
ansiedad y depresión, al compararlo con el grupo control en lista de espera. Asimismo, esa mejoría se mantiene
en los seguimientos realizados a los 3, 6 y 12 meses.

Introducción
La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa son unos trastornos gastrointestinales, de evolución crónica y
recurrente, que se caracterizan por presentar una inflamación en las paredes del tubo digestivo. Al inflamarse la
piel que recubre la pared del tracto alimentario, ésta se pone roja, se inflama (produciendo un edema) y pueden
aparecer ampollas que, al romperse, desprenden la piel y se convierten en úlceras. Ambas enfermedades, por
tener en común la inflamación del tubo digestivo, se van a agrupar dentro de la categoría de enfermedades
inflamatorias intestinales.
Pese a la similitud existente entre ambas enfermedades, podemos distinguirlas atendiendo a tres criterios, la
localización de la inflamación, la profundidad y la distribución de afectación de la pared del tracto digestivo.
En la colitis ulcerosa la inflamación se localiza preferentemente en el intestino grueso o colón y afecta a la capa
interior o mucosa de la pared digestiva, por lo que se podría considerar que la profundidad de afectación es
superficial. En cambio, en la enfermedad de Crohn la inflamación se localiza en el ileon o parte final del intestino
delgado (aunque puede también atacar a cualquier otra parte del tracto digestivo) y puede afectar a todas las
capas de la pared, siendo la profundidad de afectación mayor que en el caso de la colitis ulcerosa. Asimismo, las
lesiones son discontinuas, pudiéndose observar zonas de la mucosa sana entre las úlceras.
Los síntomas más frecuentes, y a su vez los menos específicos de la enfermedad inflamatoria intestinal, ya que
muchas enfermedades cursan con la misma sintomatología, son:: diarrea, dolor abdominal, fiebre, malestar
general, cansancio, pérdida de apetito, debilidad, anemia y pérdida de peso (1, 2, 3).
La incidencia de las enfermedades inflamatorias intestinales, es decir, la cantidad de nuevos casos por cada
100. 000 habitantes y año, ha aumentado considerablemente en los últimos 30 años. En un estudio realizado
recientemente en España (4), se demostró que la incidencia de la enfermedad inflamatoria intestinal había
aumentado desde 6, 13 a 16, 49 casos por cada 100. 000 habitantes, lo que concuerda con lo obtenido en otras
investigaciones (5, 6). Según los autores, este incremento en la incidencia de la enfermedad podría deberse, en
primer lugar, a la generalización en el uso de la endoscopia como método diagnóstico, lo que habría permitido

afinar en el diagnóstico de la enfermedad, y, por otro lado, al cambio producido en algunos de los estilos de vida
de los españoles, entre los que caben destacar, entre otros aspectos, la alimentación, el sedentarismo o el estrés
de las grandes ciudades.
Los datos epidemiológicos publicados hasta la actualidad indican la existencia de un gradiente norte-sur tanto en
la incidencia de la enfermedad inflamatoria intestinal como en su prevalencia. En este sentido, cabe señalar que la
incidencia de estas enfermedades es mayor en los países occidentales o desarrollados, lo que podría estar
indicando que los factores ambientales y los distintos estilos de vida podrían desempeñar un papel importante en
la etiología de estas enfermedades (7, 8).

enfermedad inflamatoria intestinal y aspectos emocionales
La relación existente entre la enfermedad inflamatoria intestinal y los trastornos emocionales ha sido objeto de
diversas investigaciones en estos últimos años. Son muchos los autores que han indicado que los pacientes
afectados por la enfermedad inflamatoria intestinal presentan una elevada tasa de trastornos psiquiátricos, tales
como depresión y ansiedad (9, 10, 11, 12, 13).
Se ha constatado que las alteraciones psicopatológicas varían y se agravan dependiendo del curso de la
enfermedad, lo que podría estar sugiriendo que los trastornos psiquiátricos son secundarios a la enfermedad física
(12, 14). No obstante, es posible que la relación entre psicopatología y enfermedad inflamatoria intestinal no sea
tan directa, sino que, dicha relación, podría estar siendo mediatizada e influenciada por las repercusiones que se
dan en el estilo de vida del paciente como consecuencia del padecimiento del trastorno orgánico. Como explican
algunos autores, las repercusiones psicosociales que se producen como consecuencia del brote de la enfermedad,
como por ejemplo, la incapacidad para trabajar, el retraimiento social o los cambios en la vida familiar, podrían
estar influyendo en la valoración personal que hace el sujeto de sí mismo y podría provocar la aparición de
trastornos ansioso-depresivos (12).
No obstante, estudios psicoinmunológicos recientes han demostrado que, si bien es cierto que el padecimiento de
la enfermedad afecta al incremento en la probabilidad de aparición de trastornos emocionales, éstos, a su vez,
afectan a la propia enfermedad inflamatoria intestinal, haciendo, en muchas ocasiones, que empeore la
sintomatología. Esto se debe a la relación existente entre los trastornos del estado de ánimo y el incremento en el
número de linfocitos T Helper en el organismo, lo cual es causa directa de la enfermedad inflamatoria intestinal
(15, 16). Asimismo, se constata que los pacientes que se encuentran más deprimidos o ansiosos son los que más
pronto y con mayor frecuencia recaen tras un periodo de remisión de síntomas (17, 14). Estos autores observaron
que los pacientes deprimidos tardaban una media de 97 días en experimentar una recaída, mientras que los nodeprimidos llegaban a estar 362 días en remisión.
La relación existente entre la enfermedad y los aspectos psicosociales, y el hecho de que muchos pacientes no
saben qué hacer ni cómo afrontar los problemas generados por la enfermedad, unidos a la alta comorbilidad
existente entre el padecimiento de la enfermedad inflamatoria intestinal y los trastornos psicopatológicos, ha
llevado a algunos autores a desarrollar e implementar programas de intervención psicológicos (18, 19, 20, 21, 22,
23, 24, 25) que permitan a estos pacientes aplicar estrategias de afrontamiento efectivas que les ayuden a
solucionar los trastornos psicológicos asociados, mejorar la calidad de vida y afrontar de manera más eficaz las
demandas de la enfermedad.
En una reciente revisión realizada por García Vega (26) se concluye que los programas de tratamiento
multicomponente han sido, y son hoy en día, los más utilizados y eficaces en el abordaje psicológico de las
enfermedades inflamatorias intestinales. Estos programas persiguen el objetivo de dotar a los pacientes de las
habilidades necesarias que les posibilite manejar de manera más eficaz las situaciones de estrés, tanto las
relacionadas con la enfermedad como las que son propias de la vida cotidiana.
Entre las investigaciones realizadas dentro de este ámbito, cabe destacar el trabajo realizado por Schwarz y
Blanchard (23) en el que se obtuvo una mejoría estadística y clínicamente significativa en las variables
psicológicas medidas tras la aplicación de un programa de tratamiento multicomponente, en el que se utilizaron
las estrategias de relajación, biofeedback, estrategias de afrontamiento cognitivo y información acerca de la
enfermedad.
Asimismo, en una investigación más reciente llevada a cabo en España (24, 25), se obtuvo una reducción clínica y
estadísticamente significativa de los niveles de estrés y de la sintomatología de la enfermedad en un grupo de
pacientes después de la implantación de un programa psicológico, basado en la metodología de inoculación de
estrés, en el que se utilizaron técnicas de relajación, autoinstrucciones, estrategias de solución de problemas y
estrategias de afrontamiento.
En base a todo lo expuesto anteriormente, el presente trabajo experimental se propone demostrar la eficacia de

un programa protocolizado de tratamiento psicológico para disminuir la sintomatología emocional que puede
presentarse como consecuencia del padecimiento de la enfermedad inflamatoria intestinal. El grupo de
tratamiento es comparado con un grupo control en lista de espera (se analizan también los resultados del grupo
control después de la intervención).

Método
. Muestra
La evaluación inicial de esta investigación se realizó con una muestra de 57 pacientes diagnosticados de
enfermedad inflamatoria intestinal (34 con enfermedad de Crohn y 23 con colitis ulcerosa), pertenecientes a las
asociaciones de enfermos de Crohn y colitis ulcerosa de España, de Madrid y de Cádiz.
Los criterios de exclusión de la muestra fueron los de ser menor de 18 años, estar en fase activa de la
enfermedad al inicio de la intervención psicológica, encontrarse en tratamiento psicológico paralelamente a la
intervención que se iba a realizar y mostrar índices de psicopatología severa en los cuestionarios cumplimentados
al inicio del tratamiento.
La muestra se distribuyó aleatoriamente en dos grupos experimentales, 33 formaron parte del programa de
tratamiento en grupo y 24 fueron asignados al grupo control en lista de espera.
En la tabla nº 1 se puede apreciar la edad media, la distribución por sexos y los años de evolución de la
enfermedad en función de los distintos grupos establecidos en esta investigación.

tabla nº 1. Edad media, distribución por sexos y años de evolución de cada uno de los grupos

En cuanto al nivel de estudios del total de la muestra, el 22, 8% tenía estudios primarios, el 43, 9% había cursado
estudios medios (bachiller o formación profesional), un 31, 6% tenía estudios superiores (diplomados o
licenciados) y un 1, 8% eran doctores.
Por otro lado, en cuanto al apoyo familiar de estos enfermos, hay que destacar que la mayoría de ellos, un
82, 5%, tiene pareja, mientras que el 17, 5% no la tiene.
La situación socio-laboral indicaba que el 8, 8% se encontraba estudiando, el 75, 4% trabajaba, el 5, 3% estaba en
paro, el 3, 5% eran jubilados y el 7% tenía una pensión por minusvalía.

Instrumentos de medida
Historia clínica. Este instrumento se diseñó con el objetivo de obtener información acerca de aspectos
demográficos, laborales, sociales, familiares y clínicos, y para determinar la existencia de factores de riesgo
tradicionales que pudieran estar influyendo en el mantenimiento y/o curso de la enfermedad.
Auto-registro de síntomas diarios. El auto-registro fue diseñado para conocer la frecuencia e intensidad de los
síntomas de la enfermedad, así como para establecer el grado de afectación emocional que pudiera estar
generando en los enfermos la presencia de estos síntomas. El registro era diario hasta la finalización del
programa, y, posteriormente, durante una semana antes de cada sesión de seguimiento. Los síntomas registrados
fueron: sensación subjetiva de dolor (en una escala de 0 a 5), presencia o no de fiebre, sensación subjetiva de
ansiedad y tristeza ante los síntomas (en una escala de 0 a 10) y el número de deposiciones diarias.
cuestionario de 90 síntomas (SCL-90-R), adaptación española de González de Rivera et al. (27). Aunque el
cuestionario consta de 9 escalas psicopatológicas y 3 índices generales de malestar, es importante señalar que

sólo se realizaron los análisis estadísticos de la presente investigación con las escalas de ansiedad y depresión,
utilizando el resto de las escalas como criterios de exclusión. Cada uno de los 90 items que componen el
cuestionario se contestan en base a una escala de 5 puntos (de 0 a 4), reflejando, de esta forma, la frecuencia
con la que se presentan cada uno de los síntomas en el transcurso de la última semana. El resultado viene
reflejado en centiles y en puntuaciones T, con media 50 y desviación típica 10.
cuestionario de depresión de Beck (BDI), adaptación española de Vázquez y Sanz (28). Consta de 21 apartados,
en los que el sujeto debe seleccionar una frase por apartado en función de su grado de identificación. El rango de
la puntuación obtenida se encuentra entre 0 y 63, y los puntos de corte que se proponen para graduar los
distintos niveles de depresión son: a) no depresivo o normales, puntuaciones entre 0 y 9; b) depresión leve,
puntuaciones entre 10 y 18; c) depresión moderada, puntuaciones entre 19 y 29; d) depresión grave,
puntuaciones entre 30 y 63.
cuestionario de ansiedad estado-rasgo (STAI) (29). Consta de 40 preguntas, en las que el sujeto debe contestar
en base a una escala de 4 puntos (0 nada, 1 algo, 2 bastante y 3 mucho), dependiendo de la intensidad con la
que percibe cada uno de los síntomas medidos, bien en el momento de la evaluación, o bien en términos
generales. El cuestionario comprende dos escalas de autoevaluación que miden dos conceptos independientes de
la ansiedad: ansiedad estado y ansiedad rasgo.
Los resultados de cada una de las dos escalas vienen reflejados en puntuaciones centiles y en puntuaciones
decatipos.
escala de ansiedad y depresión hospitalaria (HAD) (30). Es una escala de auto-valoración que se utiliza para
detectar estados de depresión y ansiedad en el marco de las consultas médicas externas. La escala consta de 14
items, en los que el paciente debe señalar la opción de respuesta con la que se siente más identificado. El
resultado de la escala se refleja en dos puntuaciones: una que corresponde con la subescala de depresión y otra
que se corresponde con la subescala de ansiedad. El rango de puntuación es de 0-21 para cada subescala, y de 042 para la puntuación global. En la versión original de la escala se proponen los mismos puntos de corte para las
dos subescalas: a) de 0 a 7= normal; b) de 8 a 10= dudoso; y c) más de 11= problema clínico.

Procedimiento
Una vez seleccionada la muestra y repartidos los sujetos entre los dos grupos experimentales, se evaluaron las
variables dependientes mediante los instrumentos de medida anteriormente descritos.
A los pacientes del programa de tratamiento en grupo se les citó para una sesión de evaluación conjunta,
momento en el cual se les administraron los distintos cuestionarios de evaluación.
A los pacientes del grupo control en lista de espera se les envió una carta, adjuntando en ésta los cuestionarios y
un sobre franqueado para que lo remitieran lo antes posible
tratamiento en grupo
El programa de tratamiento completo comprendió un total de 10 sesiones presenciales en grupo, de dos horas de
duración cada una de ellas y con una periodicidad semanal.
La estructura de cada una de las sesiones abarcaba los siguientes aspectos: a) revisión de las tareas y autoregistros de la semana anterior; b) explicación didáctica de los distintos factores que influyen en el trastorno; c)
aprendizaje y práctica de cada una de las estrategias terapéuticas; y d) tareas y auto-registros para casa.
A continuación se resume brevemente el contenido de cada una de las sesiones.
En la primera sesión se proporcionó información acerca de la enfermedad inflamatoria intestinal. Esta información,
sin ser exhaustiva, ya que para más detalles se remitía a los pacientes a sus médicos especialistas, cubría los
aspectos más relevantes de la enfermedad: características, causas, síntomas, diagnóstico y posibilidades de
tratamiento, todo ello con el objetivo de desmantelar las falsas creencias que los enfermos pudieran tener acerca
de la misma.
En la segunda sesión se enseñaba a los pacientes los distintos factores que influyen en que la enfermedad fuera
vivida de mejor o peor manera. Se proporcionó un modelo de afrontamiento que les permitió tomar conciencia de
que ellos podían hacer algo para adaptarse mejor a los síntomas de la enfermedad. Asimismo, se informó de las
distintas estrategias que aprenderían en las sesiones y para qué servían cada una de ellas. El objetivo que
perseguía esta sesión era incrementar la sensación de auto-eficacia, por lo que se desarrollaron estrategias que
permitieron a los enfermos comprender la enfermedad desde un punto de vista biopsicosocial, utilizar el análisis
funcional de los síntomas para aumentar el control sobre el trastorno y establecer objetivos para implicarse en

actividades gratificantes.
En la tercera sesión se les enseñó "la técnica de solución de problemas", como una ayuda para resolver algunos
de los problemas a los que se enfrentan como consecuencia de la enfermedad. Así mismo, en esta sesión se
empezó a practicar una técnica de relajación, "respiración tranquilizadora". Para facilitar el aprendizaje de los
distintos procedimientos de relajación, y para facilitar la puesta en práctica de estas técnicas en casa, se les dio
una cinta o CD de relajación para que les sirviera de guía. Este material se elaboró específicamente para esta
investigación y recoge los distintos procedimientos de relajación entrenados.
En la cuarta sesión se enseñó otra técnica de relajación, "relajación muscular progresiva", que los pacientes
fueron aprendiendo en el transcurso de las sesiones posteriores.
En la quinta sesión se inició el módulo de habilidades sociales. Los objetivos que se pretendían cubrir en esta
sesión eran: introducir el concepto de asertividad, eliminar los obstáculos que pudieran interferir en la
comunicación asertiva y mejorar la comunicación entre el paciente y el médico.
En la sexta y séptima sesiones se practicaron más técnicas de habilidades sociales, dirigidas a mejorar las
relaciones que mantenían con otras personas, es decir, con familiares y amigos. Así mismo, se les enseñó a
utilizar técnicas de distracción de la atención, con el fin de disminuir las sensaciones subjetivas de malestar
generadas por los síntomas de la enfermedad.
En las sesiones octava y novena, se enseñó a registrar, analizar, discutir y cambiar aquellos pensamientos
negativos que generan sentimientos de ansiedad y depresión, sentimientos que provocan un detrimento de la
calidad de vida de estos enfermos y empeoran la experiencia de enfermedad. Se utilizó el procedimiento de "plan
renove de gafas".
La última sesión fue un resumen de todo lo aprendido. Esta sesión perseguía el objetivo de hacer que los
pacientes asumieran que eran una parte activa, responsable e importantísima en el tratamiento de su
enfermedad, y que las estrategias que habían aprendido en el transcurso de las sesiones podían ser utilizadas, no
sólo para los problemas relacionados con la enfermedad, sino también con cualquier otro problema de la vida
diaria. Asimismo, se les enseñó un procedimiento que les permitía utilizar conjuntamente las estrategias de
afrontamiento aprendidas durante el transcurso de las sesiones para resolver los problemas en los que se
pudieran ver inmersos.
En cada una de las sesiones, se repartía a los sujetos un resumen de los conceptos que se iban a trabajar en
dicha sesión y las tareas que se aconsejaba que realizaran durante el periodo inter-sesiones.

grupo control
Mientras el grupo de tratamiento recibía las sesiones, el grupo control permaneció realizando los auto-registros
diarios, a la espera de cumplimentar de nuevo los cuestionarios correspondientes a la fase de post-test y
comenzar con el programa de intervención grupal.

Resultados
Antes de realizar los análisis descriptivos y comparativos, se efectuaron, con cada una de las variables, el análisis
de bondad de ajuste a la distribución normal y el análisis de homogeneidad de las varianzas entre los distintos
grupos, lo que permitió decidir acerca del uso de procedimientos paramétricos o no paramétricos en los análisis
estadísticos posteriores. La única medida que se ajustaba a la distribución normal y a la homogeneidad de las
varianzas fue el STAI-R (ansiedad rasgo), por lo que se decidió utilizar la prueba paramétrica de análisis de
varianza de medidas repetidas con esta variable.
Con el resto de las medidas, al no cumplir con dichos criterios, se decidió utilizar la prueba no paramétrica de
Friedman. Dicha prueba permite analizar las diferencias que se producen en cada una de las variables en las
distintas fases experimentales (pre-tratamiento, post-tratamiento y seguimientos a los 3, 6 y 12meses), tanto
para el grupo control como para el grupo de tratamiento psicológico.
Los análisis comparativos entre ambos grupos se realizaron mediante el coeficiente de correlación Eta, pero sólo
durante las fases de pre-test y post-test, debido a los problemas éticos que suponía mantener esperando al grupo
control durante los 3, 6 y 12 meses que duraba la fase de seguimiento.

Como se aprecia en las tablas nº 2 y nº 3, los resultados obtenidos con el grupo de tratamiento reflejan una
mejoría estadísticamente significativa de las variables emocionales después de haber finalizado la intervención.
Asimismo, dicha mejoría se mantiene en casi todas las variables en los seguimientos realizados a los 3, 6 y 12
meses.

Por lo que respecta al grupo control, no se aprecian diferencias estadísticamente significativas en ninguna de las
variables entre la fase de pre-tratamiento y la fase de post-tratamiento, produciéndose en algunos casos un
empeoramiento en los síntomas emocionales. En cambio, cuando el grupo control finaliza el programa de
tratamiento (en el seguimiento de los 3 meses), se aprecia una mejoría en todas las variables, resultando
estadísticamente significativa alguna de ellas en los seguimientos posteriores.

En cuanto a las diferencias entre los dos grupos, cabe decir que no existieron diferencias estadísticamente
significativas entre ellos, salvo en las variables "auto-registro de tristeza" y "auto-registro de ansiedad" antes del
tratamiento, en las que el grupo control obtenía puntuaciones menores.
Como puede apreciarse en la tabla nº 4 se produce una mejoría en la variable "ansiedad rasgo" al finalizar la
intervención psicológica para el grupo de tratamiento, aunque dicha mejoría no resulta estadísticamente
significativa.

Al realizar las comparaciones entre los dos grupos, se aprecia que, mientras que en el grupo control se produce
un empeoramiento en la puntuación de "ansiedad rasgo", en el grupo de tratamiento se observa una mejoría en la
puntuación de dicha variable, siendo estadísticamente significativa la diferencia entre los dos grupos.
Asimismo, se aprecia una mejoría estadísticamente significativa en la variable de ansiedad rasgo en los
seguimientos de los 3, 6 y 12 meses, tanto para el grupo de tratamiento como para el grupo control (en el
seguimiento de los 3 meses el grupo control ya se había beneficiado de la intervención psicológica).
Las tablas nº 5 y 6 muestran la significación clínica de las diferencias observadas en las variables emocionales
después de la aplicación del tratamiento, que se refleja en la disminución del porcentaje de pacientes que se
encuentran dentro de las categorías de puntuación indicadoras de patología, y un incremento en el porcentaje que
se encuentran dentro de la normalidad.

Discusión
El primer aspecto que se discutirá en relación a las variables emocionales es el elevado porcentaje de pacientes
que presenta alteraciones psicopatológicas asociadas con la enfermedad inflamatoria intestinal, sobre todo
ansiedad y depresión.
Los resultados del presente estudio reflejan que el porcentaje de pacientes que se encontraba deprimido al inicio
del programa de tratamiento era muy elevado. En este sentido, algo más del 50% de los enfermos presentaban
puntuaciones por encima de la normalidad en el inventario de depresión de Beck (BDI) y en la escala de depresión
del SCL-90-R (50% y 55, 9% respectivamente). Al utilizar la escala de depresión del HAD, el porcentaje de la
muestra que obtuvo puntuaciones indicativas de sintomatología depresiva fue algo menor, siendo en este caso un
35, 2%.
Estos resultados están en consonancia con lo descrito en la literatura científica, en un doble sentido. Por un lado,
coinciden en señalar la elevada comorbilidad existente entre la enfermedad inflamatoria intestinal y los trastornos
depresivos, obteniéndose porcentajes en depresión similares a los descritos por Blanchard et al. (9), North y
Alpers (10) y Díaz-Sibaja et al. (31). Por otro lado, se observa que el porcentaje de depresivos es menor cuando
se utiliza la escala de depresión del HAD, coincidiendo en este sentido con lo descrito por Guthrie et al. (11). La
diferencia de porcentaje en depresión, al comparar los resultados obtenidos con el BDI o con el HAD, podría estar
indicando que utilizar sólo el BDI como instrumento de medida de la depresión de estos pacientes podría llevar a
una sobreestimación de los niveles de depresión, ya que dicho inventario contiene ítems que miden aspectos
biológicos, tales como la pérdida de peso, cansancio, pérdida de apetito, etc. , síntomas, todos ellos, propios de la
enfermedad inflamatoria intestinal y posiblemente no motivados por un trastorno depresivo.
Por lo que respecta a los trastornos de ansiedad, los datos de esta investigación han constatado que entre un
17, 6 y un 58, 8% de los pacientes (dependiendo de la prueba utilizada) presentan síntomas indicativos de niveles

de ansiedad elevados. Estos resultados son similares a los descritos en la revisión efectuada por García-Vega
(26), de la cual se señala que alrededor de un tercio de los enfermos de enfermedad inflamatoria intestinal
presentan trastornos emocionales, predominantemente relacionados con la ansiedad o la depresión.
El aspecto más relevante de la discusión en relación a las variables emocionales se refiere al hecho de que el
programa de tratamiento psicológico resultó eficaz para producir y mantener (a los 3, 6 y 12 meses) una mejoría
significativa en todas las variables emocionales medidas, tanto en depresión como en ansiedad. Los resultados
han demostrado que los pacientes que realizaron el programa de tratamiento psicológico (tanto el grupo de
tratamiento, como, después, el grupo control) se encontraban menos deprimidos y ansiosos al finalizar la
intervención psicológica.
La eficacia que el programa de tratamiento psicológico ha demostrado para producir una mejoría clínica y
estadísticamente significativa de los síntomas emocionales se explicaría por el hecho de que enseña a los
pacientes una serie de estrategias efectivas para afrontar las demandas de la enfermedad, posibilitando una
mejor adaptación a la misma, un incremento en la calidad de vida y una disminución de los posibles trastornos
psicológicos (26).
En líneas generales, las estrategias de afrontamiento que se relacionan con un mejor pronóstico de la enfermedad
inflamatoria intestinal son aquellas que conllevan un afrontamiento activo, como, por ejemplo, la búsqueda de
soluciones, el autocontrol y los pensamientos de autoayuda, la búsqueda del apoyo social, la aceptación y
adaptación a la enfermedad y la realización de actividades gratificantes (32).
El uso de este tipo de estrategias, que se consideran positivas para la adaptación del paciente a la enfermedad, se
ha relacionado también con menores puntuaciones en depresión y con una mejor calidad de vida del paciente
(31).
En definitiva, parece razonable concluir que el programa de tratamiento psicológico resultó eficaz para producir
una mejoría en las variables emocionales por los siguientes motivos: a) porque se han utilizado técnicas
terapéuticas de probada eficacia para el tratamiento de los trastornos emocionales, las cuales producen cambios
muy favorables a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y conductual (33); y b) se proporcionó a los pacientes una
serie de estrategias de afrontamiento, tales como, la relajación, la reestructuración cognitiva o el entrenamiento
en habilidades sociales, que resultan eficaces para atender a las demandas de la enfermedad con un menor coste
emocional y mejorar la calidad de vida.
Queremos finalizar señalando que la presente investigación ha servido para validar un manual de tratamiento
protocolizado para la intervención psicológica de la enfermedad inflamatoria intestinal, lo que aportará, como así
lo señalan Hickling y Blanchard (34) en relación a otros manuales de tratamiento protocolizados, algunas ventajas
en la práctica clínica, en la investigación y en la formación de psicólogos.
En la práctica clínica supondrá un ahorro de tiempo para el clínico, en el sentido de que permitirá realizar el
análisis funcional de la enfermedad, elegir las conductas objetivo de tratamiento y seleccionar las estrategias de
intervención adecuadas, en base a la eficacia que ha demostrado en el presente estudio.
En cuanto a la investigación, el contar con un manual de tratamiento protocolizado facilitará la replicación de los
resultados y el diseño de otros estudios experimentales que busquen determinar la eficacia diferencial de las
distintas estrategias que componen el programa multicomponente.
En relación a la formación de otros clínicos, este manual facilitará la formación de aquellos profesionales que
quieran intervenir sobre los procesos psicólogos de la enfermedad inflamatoria intestinal y la difusión de las
estrategias que han demostrado su eficacia con este tipo de pacientes.
Dada la fácil aplicación del presente programa y sus óptimos resultados, la utilización de la intervención
psicológica podría redundar en una reducción de costes para la Salud Pública y para el propio paciente. No
obstante, sería necesaria la realización de análisis coste-beneficio futuros que avalaran dicha afirmación.

Referencias
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Plus:

Enciclopedia

Médica.

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