PUBLICIDAD

Me Gusta   0 0 Comentar  0 0
  DESCARGAR

Intervención familiar y prevención de recaídas.

Fecha Publicación: 01/01/2002
Autor/autores: Eduard Van Gent

RESUMEN

Si bien la influencia de los factores genéticos y biológicos resulta indiscutible en el trastorno bipolar, cada vez son más los estudios que apoyan la importancia de los factores ambientales en el curso del trastorno. Entre estos factores, la familia juega un papel fundamental como posible protector o desencadenante de las recaídas. Es evidente que entre el entorno familiar y el trastorno bipolar se puede establecer una relación bidireccional en la que ambos se influyen mutuamente, de ahí la importancia de englobar a la familia en el abordaje del trastorno, no sólo por su influencia en el curso de la enfermedad sino también por la carga familiar y la clara demanda llevada a cabo por parte de quienes conviven con el paciente de recibir más apoyo e información sobre la enfermedad y sus estrategias de afrontamiento.

Los estudios realizados con familias de pacientes bipolares, la mayoría siguiendo el modelo psicoeducativo, apoyan que la intervención familiar acompañada de tratamiento farmacológico permite la reducción del número de recaídas y hospitalizaciones, mejorando el funcionamiento familiar, ocupacional y social del paciente. Lamentablemente, los estudios controlados resultan escasos y la mayoría presentan múltiples déficit metodológicos que deberían ser solventados en futuras investigaciones. Sigue siendo un reto para los profesionales de la salud mental el definir con mayor precisión el papel que juegan los distintos tipos de intervenciones psicoterapéuticas, siempre complementarias al tratamiento farmacológico, en el abordaje del trastorno bipolar.


Palabras clave: Intervención familiar, Psicoeducación, Trastorno bipolar
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Bipolar, trastorno bipolar y trastornos relacionados .

Intervención familiar y prevención de recaídas

Maria Reinares*, Eduard Van Gent**.

* Psicóloga, becaria por el Institut d’Investigacions Biomèdiques Agustí Pi i Sunyer (IDIBAPS) en el Programa de Trastornos Bipolares del hospital Clínico de Barcelona, Barcelona Stanley Foundation Research Center.

**Neuropsiquiatra, Slingeland hospital, Doetinchem, Holanda

PALABRAS CLAVE: trastorno bipolar, Intervención familiar, psicoeducación.

(KEYWORDS: bipolar disorder, family intervention, psychoeducation. )

 

Resumen

Si bien la influencia de los factores genéticos y biológicos resulta indiscutible en el trastorno bipolar, cada vez son más los estudios que apoyan la importancia de los factores ambientales en el curso del trastorno.

Entre estos factores, la familia juega un papel fundamental como posible protector o desencadenante de las recaídas. Es evidente que entre el entorno familiar y el trastorno bipolar se puede establecer una relación bidireccional en la que ambos se influyen mutuamente, de ahí la importancia de englobar a la familia en el abordaje del trastorno, no sólo por su influencia en el curso de la enfermedad sino también por la carga familiar y la clara demanda llevada a cabo por parte de quienes conviven con el paciente de recibir más apoyo e información sobre la enfermedad y sus estrategias de afrontamiento. Los estudios realizados con familias de pacientes bipolares, la mayoría siguiendo el modelo psicoeducativo, apoyan que la intervención familiar acompañada de tratamiento farmacológico permite la reducción del número de recaídas y hospitalizaciones, mejorando el funcionamiento familiar, ocupacional y social del paciente. Lamentablemente, los estudios controlados resultan escasos y la mayoría presentan múltiples déficit metodológicos que deberían ser solventados en futuras investigaciones. Sigue siendo un reto para los profesionales de la salud mental el definir con mayor precisión el papel que juegan los distintos tipos de intervenciones psicoterapéuticas, siempre complementarias al tratamiento farmacológico, en el abordaje del trastorno bipolar.

Abstract

Although genetic and biological factors are crucial in the physiopathology of bipolar disorder, every time there are more studies that suggest the important paper of environmental factors on the outcome of bipolar disorder. Familial factors in triggering or mitigating relapses have been recognized. There is little doubt that bipolar disorder affects the functioning of families and, at the same time, family functioning affects the course of bipolar disorder. The role of the environmental stress in the course of bipolar disorder, the burden of the relatives who live with a bipolar patient and the request of the families for information about bipolar disorder and coping strategies are some of the reasons that justify the family intervention. Studies on families of bipolar patients suggest that family intervention, mostly psychoeducative type, as adjunctive therapy to pharmacological treatment may allow to reduce the number of relapses and hospitalisations, improving familial, occupational and social functioning.

Unfortunately, controlled studies are scarce and most of them have a great number of methodological pitfalls that should be solved in future research. It is still a challenge for the health mental professionals to delimitate the role of different kind of interventions, combined with pharmacological treatment, in the treatment of bipolar disorder.



Introducción

El trastorno bipolar es una enfermedad crónica y recurrente caracterizada por oscilaciones del estado de ánimo en forma de episodios maníacos, hipomaníacos o mixtos que se alternan con episodios depresivos.

A pesar de la eficacia del tratamiento farmacológico, muchos pacientes abandonan la medicación (1, 2) y otros siguen presentando recaídas aunque lleven a cabo una buena adherencia terapéutica (3). Estos factores empeoran el pronóstico del trastorno, especialmente si se tiene en cuenta que, según algunos estudios, la vulnerabilidad para las recaídas podría verse incrementada con cada una de ellas (4, 5). A su vez, las recurrencias del trastorno inciden negativamente en la vida del paciente y de aquellos que le rodean, pudiendo dar lugar a hospitalizaciones, intentos autolíticos, y alteraciones en el funcionamiento interpersonal, laboral, económico y familiar.

Tal y como postula el modelo de vulnerabilidad al estrés (6), las influencias ambientales juegan, junto con las genéticas y las biológicas, un papel fundamental en el trastorno.

Miklowitz y Frank (7) explican las recurrencias del trastorno bipolar a partir de la combinación de factores biológicos, acontecimientos vitales estresantes de tipo agudo, formas crónicas de estrés familiar y alteraciones del ritmo social y circadiano.

Todas estas razones justifican la importancia de llevar a cabo intervenciones terapéuticas que complementen el tratamiento farmacológico y que faciliten la adherencia terapéutica (8). Aunque con diversas limitaciones metodológicas (9-12), son múltiples las intervenciones psicológicas que se han realizado con pacientes bipolares: abordajes de orientación psicodinámica, psicoeducación, terapia de grupo, intervención familiar, terapia cognitivo-conductual y finalmente psicoterapia interpersonal.

Con respecto al ámbito familiar, algunos estudios han relacionado determinadas actitudes familiares con la frecuencia de recaídas en el paciente (13-17). La importancia del estrés ambiental en la evolución del trastorno bipolar, la carga experimentada por los familiares que conviven con el paciente y la demanda de las familias de recibir más información sobre el trastorno y las estrategias de afrontamiento son algunas de las razones que fundamentan la introducción de intervenciones centradas en la familia del paciente bipolar (18). La mayoría de abordajes realizados parten del modelo psicoeducativo, que pretende potenciar la colaboración activa por parte de los pacientes y sus familiares en el tratamiento del trastorno (19), proporcionando mayor soporte e información sobre la enfermedad, su etiología su curso y su tratamiento (20, 21), con la finalidad de incidir positivamente en el curso del trastorno y mejorar la calidad de vida de todos los miembros del sistema familiar.


Funcionamiento familiar y trastorno bipolar

Carga familiar

El trastorno bipolar no sólo afecta al paciente que lo padece sino también a las personas con las que convive, quienes no sólo sufren las consecuencias de la enfermedad sino que a menudo acaban adoptando la función de cuidadoras. Entre la enfermedad y el funcionamiento familiar se establece una relación bidireccional, en la que el trastorno bipolar incide en el funcionamiento familiar y, simultáneamente, dicho funcionamiento afecta al curso del trastorno. El concepto de carga familiar cobra fuerza principalmente a partir de la progresiva desinstitucionalización de pacientes con patología psiquiátrica fomentada por los avances farmacológicos, lo cual supuso que muchas familias adoptaran el rol de cuidadoras. La convivencia con un paciente psiquiátrico generalmente se asocia a toda una serie de alteraciones en la vida de quienes conviven con el paciente, generando una sensación de carga en los cuidadores.

Son diversos los estudios que han estudiado la repercusión de la enfermedad sobre el cuidador, Fadden y cols. (22) señalaron que las actividades sociales y de ocio eran las más afectadas, así como el ámbito económico. Perlick y cols. (23), concluyeron que el 93% de familiares de pacientes bipolares o esquizoafectivos referían estrés moderado o elevado asociado a los síntomas del paciente, a las alteraciones del funcionamiento diario o a los efectos de la enfermedad sobre la actividad laboral y de ocio del familiar. Las creencias de los familiares explicaban parte de la carga experimentada, que era superior en aquellos casos en que los familiares atribuían al paciente la capacidad de controlar sus síntomas. La influencia de las atribuciones en la percepción de la carga permite remarcar la importancia de llevar a cabo intervenciones que instruyan a los familiares sobre la enfermedad y sus formas de afrontamiento.

La carga experimentada por los familiares adquiere un papel fundamental a partir de estudios recientes que señalan su posible incidencia sobre el curso del trastorno. Los hallazgos de Perlick y cols. (24) sobre una muestra de 264 pacientes bipolares sugieren que la carga del cuidador en el momento agudo, así como durante la fase de estabilización, permite predecir la evolución clínica en pacientes con trastorno bipolar.

emoción expresada

Es evidente que el funcionamiento familiar y el curso del trastorno bipolar se influyen mutuamente. Ante la aparición del trastorno se manifiestan toda una serie de reacciones emocionales por parte de pacientes y familiares que generalmente forman parte del proceso de aceptación de la enfermedad, aunque si se mantienen su efecto puede resultar muy perjudicial para el curso del trastorno. Cada nuevo episodio de la enfermedad altera el equilibrio familiar e implica la necesidad de recurrir a diversas estrategias de afrontamiento.

La importancia de incorporar la intervención familiar al tratamiento farmacológico se sustenta en los resultados de algunos estudios, inicialmente realizados con pacientes esquizofrénicos, en los que se relacionaban determinadas características del entorno familiar con el curso del trastorno. La mayoría de estudios señalaban que la presencia de una elevada emoción expresada (EE), constituida por comentarios críticos, hostilidad y sobreimplicación emocional por parte de los familiares hacia el paciente, se relacionaba con una mayor frecuencia de recaídas (25-29).

Progresivamente, la población de estudio se fue ampliando y se empezaron a realizar trabajos similares con pacientes bipolares. Los autores que han analizado las interacciones entre familiares y pacientes bipolares tras la hospitalización han destacado la presencia de interacciones más negativas en familias de alta EE que en las de baja EE (30).

Entre los primeros estudios con muestras de pacientes bipolares cabría mencionar el de Miklowitz y cols. (13), quienes concluyeron que cuando la EE era alta y el estilo afectivo (interacciones conductuales) negativo las recaídas eran superiores (94%) que en los casos en que la EE era baja y el estilo afectivo positivo (17%). El estilo afectivo negativo en la familia ha sido propuesto como uno de los principales predictores de mala evolución en pacientes bipolares (31).

Los hallazgos de Priebe y cols. (14) y los de Honig y cols. (15, 16) indicaron que aquellos pacientes que vivían con familiares de alta EE mostraban peor evolución (episodios e ingresos hospitalarios) que los que convivían con familiares de baja EE; lamentablemente, en los estudios de Honig no se realizó un seguimiento prospectivo de la muestra. Más recientemente, Mino y cols. (17) llevaron a cabo un estudio en una muestra de pacientes unipolares y bipolares tras la fase aguda. La frecuencia de recaídas a los 9 meses fue del 83. 3% para el total de la muestra con alta EE familiar y del 19. 2% para el grupo de baja EE.


Aunque los estudios realizados parecen sustentar la relación entre una elevada EE y el curso del trastorno bipolar, todavía resultan escasos y metodológicamente poco rigurosos. Un aspecto fundamental a tener presente al analizar los resultados obtenidos es que el estudio del funcionamiento familiar de los pacientes bipolares presenta problemas similares al de los acontecimientos vitales, fundamentalmente distinguir entre causas y consecuencias del trastorno (32).


Intervención familiar en el trastorno bipolar

La intervención familiar pretende dotar a las familias de una serie de conocimientos con el objetivo de mejorar su comprensión sobre la enfermedad, así como facilitar ciertos cambios en sus actitudes y conductas que permitan optimizar el afrontamiento del trastorno y sus consecuencias.
La información permite prevenir, en la medida de lo posible, las recurrencias del trastorno mediante la disminución de factores de riesgo (abandono de la medicación, irregularidad de hábitos y estrés) y la identificación y tratamiento precoz de los síntomas prodrómicos, con lo cual se persigue evitar el empeoramiento del episodio y consecuentemente la posible hospitalización. A su vez, la información facilita una óptima contribución por parte de los familiares ante un episodio agudo y ante la presencia de sintomatología subsindrómica.
Incorporar el entrenamiento en resolución de problemas y en habilidades de comunicación puede ser una estrategia útil para la prevención y el manejo del estrés familiar.

El facilitar conocimientos y recursos a la familia no sólo contribuye a la comprensión, aceptación y afrontamiento de la enfermedad, sino también a la desestigmatización del trastorno y a una mejoría en la calidad de vida de todos sus miembros. Dichos factores pueden influir positivamente en el curso de la enfermedad disminuyendo el número de recaídas y las consecuencias negativas que de ellas se derivan.

Principales estudios de intervención familiar en el trastorno bipolar

La mayoría de estudios sobre intervención familiar en pacientes bipolares están basados en los trabajos de Falloon y cols. (33, 34) con pacientes esquizofrénicos, cuyo tratamiento estaba constituido por los siguientes módulos: psicoeducación, entrenamiento en habilidades de comunicación y entrenamiento en resolución de problemas. Cada vez es más unánime la idea de que la fase de la enfermedad en que se encuentre el paciente condicionará las estrategias terapéuticas que se utilizarán tanto con pacientes como con familiares.

Son diversos los estudios que señalan que la intervención familiar constituye un recurso eficaz para reducir el número de recaídas (Tabla 1).

 

tabla 1. Principales estudios de intervención familiar en el trastorno bipolar.


Aunque con algunas limitaciones metodológicas, Fitzgerald (35) representa a uno de los primeros autores que describió los beneficios de la intervención familiar sobre el curso del trastorno bipolar, concretamente destacó la eficacia de la intervención sobre la reducción de la tasa de recaídas, la mejora de la adherencia terapéutica y la optimización de la comunicación familiar. Davenport y cols. (36) al comparar la evolución de la enfermedad en tres grupos de pacientes bipolares medicados, señalaron que aquellos que recibieron con mayor frecuencia tratamiento psicoterapéutico (terapia de pareja grupal con sesiones semanales) presentaron durante el seguimiento un menor número de ingresos, menores rupturas matrimoniales, mejor funcionamiento social y disminución de las tasas de suicidio.
Por su parte, los resultados de Miklowitz y Goldstein (37) reflejaron un 11% de recaídas en los pacientes que recibieron tratamiento farmacológico junto a intervención familiar, frente a un 61% de recaídas en el grupo que recibió exclusivamente tratamiento farmacológico. En contraposición a estos hallazgos, Van Gent y Zwart (38) destacaron que tras llevar a cabo una intervención psicoeducativa en parejas de pacientes bipolares, el grupo experimental presentó un incremento de los conocimientos sobre la enfermedad y su tratamiento y un aumento de la comprensión mutua con respecto al grupo control; sin embargo, no se observaron diferencias significativas en el cumplimiento de la medicación y el número de reingresos.
Partiendo de la hipótesis de que la EE condicionaría el curso del trastorno bipolar, Honig y cols. (15) llevaron a cabo una intervención psicoeducativa tras la cual el 21% de los familiares de pacientes bipolares redujo su EE, a diferencia del grupo control en el que no se registraron cambios. No obstante, las diferencias no alcanzaron significación estadística. Posteriormente, Honig y cols. (16) obtuvieron resultados similares, pero con diferencias significativas, al incrementar el tamaño de la muestra. Retrospectivamente, los pacientes de familias con alta EE habían presentado más recaídas que los de familias de baja EE. Dado que tras la intervención no se llevó a cabo un seguimiento de los pacientes, no es posible establecer si el cambio en la EE de los familiares afectaría al posterior curso de la enfermedad.


Otros autores han destacado la mejoría clínica y sociolaboral que presentaron aquellos pacientes bipolares, concretamente de sexo femenino, con los que se realizó una intervención familiar de tipo psicoeducativo concomitante al tratamiento farmacológico, con respecto a aquellos que fueron tratados únicamente con fármacos (39-42). También se puso en evidencia que la actitud de los familiares hacia el paciente y su tratamiento mejoraba tras la intervención familiar. Un dato interesante a remarcar es la relación que se estableció entre la actitud familiar hacia la farmacoterapia durante la intervención y la subsiguiente adherencia terapéutica por parte de los pacientes.

En un estudio posterior, Clarkin y cols. (43) señalaron que a los 11 meses de tratamiento, los pacientes que recibieron sesiones de abordaje de pareja de tipo psicoeducativo junto a tratamiento farmacológico presentaban mejor adherencia terapéutica y una mejoría global con respecto a quienes recibieron exclusivamente tratamiento farmacológico.

Más recientemente, Miklowitz y cols. (44) llevaron a cabo un estudio randomizado con una amplia muestra de pacientes bipolares en el que concluyeron que la intervención familiar permitía reducir el número de recaídas y mejorar la sintomatología depresiva, no la maníaca. Los cambios más sustanciales se obtuvieron en familias de alta EE. La medicación y el cumplimiento terapéutico no explicaban las diferencias obtenidas.

 

La experiencia en Holanda, concretamente en el hospital de Slingeland (Doetinchem), sugiere que en los inicios de la enfermedad breves intervenciones de tipo psicoeducativo permiten incrementar los conocimientos sobre el trastorno bipolar por parte de pacientes y familiares. Estos datos se derivan de las sesiones informativas que el hospital organizó para pacientes y familiares durante los años 1998, 1999 y 2000 con una duración de 3 tardes en las que se ofrecía información sobre el trastorno bipolar vía oral, escrita y audiovisual-un vídeo de un paciente-, fomentando la participación de los asistentes.

Probablemente este tipo de intervención sea más útil en pacientes que inician la enfermedad que en aquellos con larga evolución de la misma (45). Una cuestión que futuros estudios deberían abordar es la de determinar qué tipo de intervención es más eficaz en función de la fase de la enfermedad en que se encuentre el paciente.


Conclusiones

Los estudios realizados presentan resultados prometedores que indican la influencia positiva que podría ejercer la intervención familiar, complementando al tratamiento farmacológico, sobre el curso del trastorno bipolar. No obstante, los estudios son escasos y adolecen de ciertos déficit metodológicos que deberían ser solventados, tales como el pequeño tamaño y la heterogeneidad de las muestras; la escasa duración del período de seguimiento; la falta de control sobre las variables comorbilidad, psicopatología familiar, acontecimientos vitales estresantes y tratamiento farmacológico. Por otra parte, los estudios que analizan el efecto de las actitudes familiares sobre el curso de la enfermedad deberían tener en cuenta la posible influencia que los años de evolución de la enfermedad, el grado de gravedad de la misma, o la fase en que se encuentre el paciente puede tener sobre las actitudes familiares, y discernir mejor entre causas y efectos, siempre que sea posible, al relacionar actitudes familiares y curso del trastorno bipolar.


Bibliografía

1. Jamison KR, Gerner RH, Goodwin FK. Patient and physician attitudes toward lithium. Arch gen Psychiatry 1979; 36:866-886.
2. Colom F, Vieta E, Martínez-Arán A, Reinares M, Benabarre A, Gastó C. Clinical factors associated with treatment noncompliance in euthymic bipolar patients. J Clin Psychiatry 2000; 61: 549-555.
3. Miklowitz DJ, Goldstein MJ. Bipolar disorder. A family-focused treatment approach. New York: Guilford Press, 1997.
4. Post RM, Rubinow DR, Ballenger JC. Conditioning, sensitization, and kindling: Implications for the course of affective illness. En: Post RM, Ballenger JC (eds). The neurobiology of mood disorders. Baltimore, Williams & Wilkins 1984:432-466.
5. Coryell W, Endicott J, Maser JD, Mueller T, Lavori Ph, Keller M. The likelihood of recurrence in bipolar affective disorder: the importance of episode recency. J Affect Disord 1995; 33:201-206.
6. Zubin J, Spring B. Vulnerability-A new view of schizophrenia. J Abnorm Psychol 1977; 86:103-126.
7. Miklowitz DJ, Frank E. New psychotherapies for bipolar disorder. En: Goldberg JF, Harrow M (eds). Bipolar Disorders. Clinical course and outcome. London: American Psychiatric Press, 1999: 57-84.
8. Craighead WE, Miklowitz DJ. Psychosocial interventions for bipolar disorder. J Clin Psychiatry 2000; 61 (Suppl. 13): 58-64.
9. Zaretsky AE, Segal ZV. Psychosocial interventions in bipolar disorder. Depression 1994/1995; 2:179-188.
10. Parikh SV, Kusumakar V, Haslam DRS, Matte R, Sharma V, Yatham LN. Psychosocial interventions as an adjunct to pharmacotherapy in bipolar disorder. Can J Psychiatry 1997; 42(Suppl. 2):74-78.
11. Colom F, Vieta E, Martínez A, Jorquera A, Gastó C. What is the role of psychotherapy in the treatment of bipolar disorder? Psychother Psychosom 1998; 67:2-9.
12. Rothbaum BO, Astin MC. Integration of pharmacotherapy and psychotherapy for bipolar disorder. J Clin Psychiatry 2000; 61(Suppl. 9):68-75.
13. Miklowitz DJ, Goldstein MJ, Nuechterlein KH, Snyder KS, Mintz J. Family factors and the course of bipolar affective disorder. Arch gen Psychiatry 1988; 45:225-231.
14. Priebe S, Wildgrube C, Müller-Oerlinghausen B. Lithium prophylaxis and expressed emotion. Br J Psychiatry 1989; 154:396-399.
15. Honig A, Hofman A, Hilwig M, Noorthoorn E, Ponds R. Psychoeducation and expressed emotion in bipolar disorder, preliminary findings. Psychiatry Research 1995; 56:299-301.
16. Honig A, Hofman A, Rozendaal N, Dingemans P. Psycho-education in bipolar disorder: effect on expressed emotion. Psychiatry Research 1997; 72: 17-22.
17. Mino Y, Shimodera Sh, Inoue Sh, Fujita H, Tanaka Sh, Kanazawa S. Expressed emotion of families and the course of mood disorders: a cohort study in Japan. Journal of Affective Disorders 2001; 63: 43-49.
18. Reinares M, Colom F, Martínez-Arán A, Benabarre A, Vieta E. Therapeutic interventions focused on the family of bipolar patients. Psychother Psychosom 2002; 71: 2-10.
19. Vieta E, Colom F, Martínez A, Jorquera A, Gastó C. Utilidad de la psicoeducación en el abordaje de los trastornos bipolares. Rev Fac Med Barna 1996; 23, 4: 82-93.
20. American Psychiatric Association. Work Group on Bipolar Disorders. Practice guideline for the treatment of patients with bipolar disorders. Am J Psychiatry 1994; 151(Suppl. ): 1-36.
21. Frances A, Docherty JP, Kahn DA. Expert consensus treatment guidelines for bipolar disorder. A guide for patients and families. J Clin Psychiatry 1996; 57(Suppl. 12A):81-88.
22. Fadden G, Bebbington P, Kuipers L. The burden of care: the impact of functional psychiatric illness on the patient’s family. Br J Psychiatry 1987; 150:285-292.
23. Perlick D, Clarkin JF, Sirey J, Raue P, Greenfield S, Struening E, Rosenheck R. Burden experienced by care-givers of persons with bipolar affective disorder. Br J Psychiatry 1999; 175:56-62.
24. Perlick DA, Rosenheck RR, Clarkin JF, Raue P, Sirey PH. Impact of family burden and patient symptom status on clinical outcome in bipolar affective disorder. The Journal of Nervous and Mental Disease; 2001; 189: 31-37.


25. Brown GW, Carstairs GM, Topping G. Post hospital adjustment of chronic mental patients. Lancet 1958; 2:685-689.
26. Brown GW, Monk EM, Carstairs GM, Wing JK. Influence of family life on the course of schizophrenic illness. Br J Prev Soc Med 1962; 16:55-68.
27. Brown GW, Birley JLT, Wing JK. Influence of family life on the course of schizophrenic disorders: a replication. Br J Psychiatry 1972; 121:241-258.
28. Leff JP, Kuipers L, Berkowitz R, Eberlein-Fries R, Sturgeon D. A controlled trial of social intervention in the families of schizophrenic patients. Br J Psychiatry 1982; 141:121-134.
29. Vaughn CE, Snyder KS, Jones S, Freeman WB, Falloon IRH. Family factors in schizophrenic relapse. Replication in California of British research on expressed emotion. Arch gen Psychiatry 1984; 41:1169-1177.
30. Simoneau TL, Miklowitz DJ, Saleem R. Expressed emotion and interactional patterns in the families of bipolar patients. J Abnorm Psychol 1998; 107:497-507.
31. O’Connell RA, Mayo JA, Flatow L, Cuthbertson B, O’Brien BE. Outcome of bipolar disorder on long-term treatment with lithium. Br J Psychiatry 1991; 159: 123-129.
32. Vieta E. Trastornos bipolares. En: Vallejo J, Gastó C. Trastornos afectivos: ansiedad y depresión (2ª edición). Barcelona, Masson 2000: 328-379.
33. Falloon IRH, Boyd JL, McGill CW, Razani J, Moss HB, Gilderman AM. Family management in the prevention of exacerbations of schizophrenia: A controlled study. N Engl J Med 1982; 306:1437-1440.
34. Falloon IRH, Boyd JL, McGill CW, Williamson M, Razani J, Moss HB, Gilderman AM, Simpson GM. Family management in the prevention of morbidity of schizophrenia. Arch gen Psychiatry 1985; 42:887-896.
35. Fitzgerald RG. Mania as a message. Treatment with family therapy and lithium carbonate. Am J Psychotherapy 1972; 26:547-553.
36. Davenport YB, Ebert MH, Adland ML, Goodwin FK. Couple group therapy as an adjunct to lithium maintenance of the manic patient. Am. J. Orthopsychiatry 1977; 47: 495-502.
37. Miklowitz DJ, Goldstein MJ. Behavioral family treatment for patients with bipolar affective disorder. Behav Modif 1990; 14:457-489.
38. Van Gent EM, Zwart FM. Psychoeducation of partners of bipolar manic patients. J Affect Disord 1991; 21:15-18.
39. Haas GL, Glick id, Clarkin JF, Spencer JH, Lewis AB, Peyser J, DeMane N, Good-Ellis M, Harris E, Lestelle V. Inpatient Family Intervention: A Randomized Clinical Trial. II. Results at hospital Discharge. Arch gen Psychiatry 1988; 45:217-224.
40. Spencer JH, Glick id, Haas GL, Clarkin JF, Lewis AB, Peyser J, DeMane N, Good-Ellis M, Harris E, Lestelle V. A randomized clinical trial of inpatient family intervention, III: Effects at 6-month and 18-month follow-ups. Am J Psychiatry 1988; 145:1115-1121.
41. Clarkin JF, Glick id, Haas GL, Spencer JH, Lewis AB, Peyser J, DeMane N, Good-Ellis M, Harris E, Lestelle V. A randomized clinical trial of inpatient family intervention: V. Results for affective disorders. J Affect Disord 1990; 18:17-28.
42. Glick id, Clarkin JF, Haas GL, Spencer JH. Clinical significance of inpatient family intervention: conclusions from a clinical trial. hospital and Community Psychiatry 1993; 44: 869-873.
43. Clarkin JF, Carpenter D, Hull J, Wilner P, Glick I. Effects of psychoeducational intervention for married patients with bipolar disorder and their spouses. Psychiatr Serv 1998; 49: 531-533.
44. Miklowitz DJ, Simoneau TL, George EL, Richards JA, Kalbag A, Sachs-Ericsson N, Suddath R. Family-focused treatment of bipolar disorder: 1-year effects of a psychoeducational program in conjunction with pharmacotherapy. Biol Psychiatry 2000; 48:582-592.
45. Vogtlander LM, Van Gent EM. Dutch leren omgaan met kwetsbaarheid (Cope with vulnerability). MGV 1998; 53: 256-364.


IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.

Comentarios de los usuarios



No hay ningun comentario, se el primero en comentar

Articulos relacionados