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La restitución de la dignidad en psicoterapia mediante la respuesta sensible.

Autor/autores: Alejandro Jiliberto Herrera
Fecha Publicación: 01/01/2003
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

a) la violencia como estrategia del poder: Los sistemas sociales en los que un grupo abusa de otro se consolidan mediante estrategias de Violencia . La víctima depende del agente agresor y frente a la indefensión construye un sistema de defensa y control: yo controlo, yo soy la causa de la violencia). , disociándose la experiencia traumática dolorosa y el yo del sujeto.

b) La violencia disocia aspectos del yo, que se repiten constantemente, pues la búsqueda última es de afecto por la única opción disponible: la repetición del rol de víctima. Creer profundamente en la víctima y en su dolor, pues dudar de él lo sepulta en su rol: ?soy culpable? sentiría el paciente.

c) Es necesario aceptar la violencia gratuita de nuestra especie, ante la que hay que actuar responsablemente, acotándola y luchando contra ella como ideología social, familiar y política. Es necesario adoptar una actitud consciente: La respuesta sensible, la capacidad de atravesar por las tinieblas del paciente, sin juzgarle.

d) Lo disociado y escindido que produce la violencia no se expresa, no se proyecta, no aparece como conflicto del sujeto. El sujeto lo vive sin saberlo y nos lo hace saber porque nos hace sentir como el se siente: Nos hace odiarlo, nos hace abandonarlo, arremete hasta que somos violentos con él, así logra sentirse acompañado? maltratado.

Palabras clave: Dignidad, Disociación, Psicoterapia, Respuesta, Violencia


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La restitución de la dignidad en psicoterapia mediante la respuesta sensible.

Alejandro Jiliberto Herrera.

Psicólogo, Psicoterapeuta de la FEAP.

PALABRAS CLAVE: psicoterapia, Dignidad, Respuesta, Violencia, disociación.

[18/2/2003]


Resumen

a) la violencia como estrategia del poder: Los sistemas sociales en los que un grupo abusa de otro se consolidan mediante estrategias de Violencia . La víctima depende del agente agresor y frente a la indefensión construye un sistema de defensa y control: yo controlo, yo soy la causa de la violencia). , disociándose la experiencia traumática dolorosa y el yo del sujeto. b) La violencia disocia aspectos del yo, que se repiten constantemente, pues la búsqueda última es de afecto por la única opción disponible: la repetición del rol de víctima. Creer profundamente en la víctima y en su dolor, pues dudar de él lo sepulta en su rol: “soy culpable” sentiría el paciente. c) Es necesario aceptar la violencia gratuita de nuestra especie, ante la que hay que actuar responsablemente, acotándola y luchando contra ella como ideología social, familiar y política. Es necesario adoptar una actitud consciente: La respuesta sensible, la capacidad de atravesar por las tinieblas del paciente, sin juzgarle. d) Lo disociado y escindido que produce la violencia no se expresa, no se proyecta, no aparece como conflicto del sujeto. El sujeto lo vive sin saberlo y nos lo hace saber porque nos hace sentir como el se siente: Nos hace odiarlo, nos hace abandonarlo, arremete hasta que somos violentos con él, así logra sentirse acompañado– maltratado.

 



A modo de entrada: ¡toc, toc! ¿Puedo entrar?

La violencia es una experiencia que duele y destroza nuestra capacidad de sentir y de conocer, atravesar un diálogo con ustedes mediante conceptos abstractos sería un alejamiento, casi un apartar el rostro. Por ello intentaré transmitir una experiencia, un dolor y una esperanza, la de recobrar la dignidad.

 

 

Cómo salvar la mente , un mecanismo de defensa: la disociación

Cuando nos toca mirar cara a cara a “Olvido“ y escuchamos cómo nos relata una historia de abandono, de sueños perturbados por la violación, el alcohol y la humillación de su padres, comenzamos como terapeutas a sacar “las banderas de lucha”, de indignación, pretendiendo defenderla de las injusticias de la vida, pero nuestro asombro surge cuando es ella la primera en defender a sus padres como si fueran dioses griegos. Ella es la primera en colocarse en el lugar del responsable de la situación.

¿Qué ocurre para que se inviertan los papeles?

Lo primero que hay que observar, que si la violencia viene de fuera de la familia, el trauma puede ser atendido y el niño cuidado, física y emocionalmente, finalmente el dolor puede ser elaborado con ayuda de las figuras protectoras, que son los padres.

¿Pero qué ocurre cuando viene de adentro, de los propios familiares? El temor de la agresión despierta la respuesta de apego y refugio en las figuras de apego, pero al acercarse más temor existe y más deseos de ser protegido genera. Si se repite, se convierte en una locura insostenible. Se disocia el niño para salvar su mente, se disocia la experiencia dolorosa y traumática.

El niño no logra soportar el terror de la violencia gratuita que proviene de los seres de los que depende, entonces necesita construir una explicación, un sistema de control: el se ha portado mal, es malo, es temible. De forma que si se portara bien, entonces cesaría el maltrato. Es una fantasía de dominio del agresor.

Esa es la única manera que se tramita el terror de la violencia familiar. Se construye una identidad (soy mala, culpable, horrible, fuerte, malvada) que pueda lidiar con el toro.

En la violencia repetida y cotidiana, la búsqueda del niño es satisfacer las demandas del otro, sin formarse una pauta de conducta, sin asimilar unos valores o una identidad, porque el agresor siempre vuelve atacar la supervivencia física o psíquica (con humillaciones, críticas devastadoras, devaluación de la conducta, etc. ). Entonces se va cimentando un niño que busca satisfacer al otro, buscando anticiparse a sus deseos, esclavo de las relaciones.

En muchos juicios de malos tratos, las victimas suelen argumentar que ese día las cervezas estaban calientes porque no le dio tiempo a meterlas en la nevera, pero siempre se las tenía (siempre desearían dominar al agresor)

¿Que tipo de disociación se producen. ?

La negación de las experiencias no suele ser eficaz, tanto por la repetición, como por la emergencia del susto y el temor ante los sucesos más diversos. El niño debe apartar un conjunto de funciones mentales para salvar su mente. Mario Marrone los llama: Conglomerados disociados.

Los conglomerados disociados apartan partes de la experiencia, de la identidad, del ideal del yo, del super yo, quedando separadas como si no fuesen parte del sujeto, de esta manera, ante posibles sustos y temores, el sujeto reacciona con esa parte disociada.

 

 

Las disociaciones más graves se clasifican en personalidades múltiples.

¿Por qué repite la víctima y se encuentra ante nuevas retraumatizaciones?

Algunas veces se habla de masoquismo, pero nunca me encontrado un placer en el camino de las personas maltratadas, sino más bien una necesidad de contacto, de apego. Es la profunda soledad que marca a las personas maltratadas lo que les hace buscar a cualquier precio el cobijo, el calor y el contacto humano.
También ocurre en muchos casos que la agresión es la única pauta de apego que se logró improntar en la experiencia.

No podemos olvidarnos que la repetición, es también una manera de escenificar el dominio sobre una situación que produce autentico terror.

Así vemos a prostitutas que no están obligadas por su situación económica o social, que están ejerciendo sin molestia aparente la actividad sexual. Actúan movidas por el sentido de que el contacto sexual elegido libremente supone un dominio activo frente al abuso pasivo e infantil que se sufrió. Pero en cada comercio corporal se revive el trauma, el abandono, la soledad y se agudiza la disociación. Sus motivaciones de fondo son encontrar en un apego seguro, la tranquilidad y la paz, pero caen el redes y circuitos que redundan el maltrato.

En el camino se encuentran a otros sujetos, disociados de sus propias experiencias de maltrato infantil, que toma el papel de dominador que tanto daño le hizo.

La disociación, separar como un disco duro la mente, de manera que no se viva la experiencia, no se registra el sufrimiento, aunque este quemando la piel.

La violencia es una estrategia de poder, porque consolida la producción de personas sumisas a la violencia, o dispuestas a tomar el papel de verdugo. Tanto el primero como el segundo son agentes que actúan sin registrar el sufrimiento, sólo buscan ese contacto, ese elemento vital que se les negó, la paz y seguridad.

 

 

¿Cuál es la primera acción terapéutica? Reconocer la violencia

La violencia más inhumana sólo es pensable que la realice un ser humano como tu o como yo.

Ser conscientes que somos seres que disociamos toda experiencia de violencia, la apartamos de los ojos, la disociamos como personas, como profesionales, como hijos, como vecinos, como madres.

Pero es la sociedad la que modela la cantidad de violencia que se permite a una persona ejercer sobre otras (padres sobre hijas), es una pauta social construida, constituye también un mecanismo de producción social. Cada uno toma parte como cree o como puede en esta fábrica. (creo que cado uno de nosotros ha presenciado, vivido u oído como se ejercía la violencia en su vida cotidiana)

 

 

Segunda actitud: aceptar a la víctima

Cada vez que escuchamos una demanda de ayuda frente a la violencia, si manifestamos la más mínima duda, nuestro paciente se disociará. Una actitud de investigación, para saber si es verdad, para decidir si miente, si fantasea, si engaña, convierte a nuestra “Olvido” en culpable, hemos perdido la oportunidad de ayudarla, mientras podía manifestar su dolor.

La respuesta sensible consiste en rescatar la experiencia del sujeto, contener el dolor que no logro soportar en la infancia, acompañarla por los laberintos que ha ido apartando con su disociación.

No es extraño que los niños que han sufrido violencia, no sean creídos, la mayor parte de los adultos prefiere negarlo, antes que soportar esa posibilidad. Nuestra tarea es reflexionar colectivamente, cuáles son los mecanismos de seguridad para la infancia, las alarmas, la tolerancia a aceptar que existe y está a nuestro lado. Porque la violencia procede principalmente de familiares y amigos. Negar esto es aumentar el riesgo.

 

 

Cómo detectar y tratar la disociación traumática?

Lo disociado que produce el trauma de la violencia no se expresa, no se proyecta, no aparece como conflicto del sujeto. El sujeto lo vive sin saberlo y nos lo hace saber porque nos hace sentir como el se siente: Nos hace odiarlo, nos hace abandonarlo, arremete hasta que somos violentos con él, así logra sentirse acompañado- maltratado, reproduce la pauta de apego que aprendió. .

El terapeuta suele sentir los mismos sentimientos que caracterizan la relación violenta, odio, rabia, impotencia, sadismo. Soportar estos sentimientos como propios, es el reto del terapeuta. El paciente solo trata de sentirse acompañado. Si no lo entendemos, lo odiaremos a él, o a nosotros, reaccionaremos agresivamente, lo abandonaremos psicologicamente y se retraumatizará una vez más el paciente.

CASO 1 : Dolores, una Guardia civil que llegó a mi consulta, lo primero que me dijo fue: - odio a los hombres, los mataría con mis manos por todo lo que me han hecho (mientras temblaba y gesticulaba como si los ahogase con sus manos fuertes y atléticas), entonces yo(temblando por dentro) en vez de negar lo que le habían hecho, sino que indagué la posibilidad de trabajar con ella. Le pregunté: Y yo, ¿Qué soy?, me dijo: ah, no, tu eres un psicólogo.

Ella no había sufrido maltrato físico, pero un día revivió el dolor que significaba el nacimiento de un a hermana, ya que comentó: “Otra meona”, desde el nacimiento hasta el presente se dedicó a humillarlas (5 hermanas) y a despertar el terror paranoide frente al mundo.

Dos año más tarde, cuando le propuse un encuadre de diván, ya que había superado parcialmente su temor, entró Dolores el día de tumbarse en el diván, con la pistola en la cartuchera y le quitó el seguro. En ese momento de terror para el terapeuta que les escribe, pude tomar contacto con su terror al quedarse sin control con mi presencia a la espalda.

En vez de interpretarle su intención de intimidarme, le dije: Dolores, debes de sentirte muy frágil y débil, como una hormiguita en las manos de un chico travieso, es tal tu terror, que me has mostrado como te sientes, haciéndome sentir así; yo qué podría sentir si tu por primera vez entras con la pistola y le quitas el seguro al abrir la cartuchera, sólo podría sentirme cagado de miedo, como tu te debes sentir, sin la protección ni el control que tenías cuando estábamos frente a frente.

“Dolores” descubrió con la terapia una cantidad de temores y violencia en su vida, en la pauta familiar, que la profesión de guardia civil, la había elegido como protección, “era el cuerpo de la guardia civil” la que la protegía. Actualmente trabaja en la ayuda a mujeres maltratadas.

Hay que entender que muchas veces la estrategia que se usa en el contacto es la que se usa para la violencia, pero hay que integrarla en el contexto traumático.

Muchas mujeres maltratadas terminan siendo agredidas directamente o en el imaginario por los profesionales que terminan pensando (“esta gilipollas vuelve con su marido después de todo lo que hemos hecho por ella para que se separe”) agrediéndola en definitiva. Esa pauta es la que conocen, atacar, ser atacadas, no por que les guste, porque no saben hacer de otra manera para “estar con” las personas en el mundo, para buscar el calor humano.

En cada caso hay que darles a conocer que este tipo de acción la realizan para que sintamos como ellos, pasemos por el mismo túnel (del terror), así se sienten acompañados, un igual, pero que existen otras formas más gratificantes para sentirse entendidos y queridos. Tal vez a ellos no se lo enseñaron, porque sus padres tampoco lo sabían.

 

 

La integración: paso a paso por el desfiladero de la disociación

La manera de tratar el stress post traumático no es la asociación libre(esa vendrá después), sino la reconstrucción histórica, paso a paso antes del momento disociativo.

Caso 2
Antonio era absolutamente ignorante de sus temores, parecía un tipo libre de miedos, acudía por una depresión ante la enfermedad de su padre. Solía llegar tarde a las sesiones por su ajetreado trabajo, cuando un día emergió un llanto angustioso porque temía la crítica del terapeuta por llegar tarde.

La reconstrucción paso a paso desde que se levantó esa mañana, el afeitado, las noticias y el momento en que se disparó el temor a llegar tarde le permitió llegar a descubrir una palabra que le recuerda una escena en donde presencia el intento de secuestro de su Padre.

La reconstrucción paso a paso de la escena en otra sesión le disparó a otra escena en donde murió su hermanastro sin una causa aclarada (por su familia). Y así hasta una serie de hechos traumáticos y violentos que se concatenan en una serie disociativa.

Antonio poseía conglomerado disociativo que incluía un sentimiento de que era él responsable de todas las catástrofes y agresiones que había vivido, una serie de ideales y un súper yo que le juzgaba constantemente de forma culpable. La angustia depresiva que le trajo a tratamiento se disparó en el convencimiento de que era responsable de la enfermedad del padre.

El sujeto, sólo reconstruyendo paso a paso el momento de la disociación, descubre el hecho, palabra o imagen, que le provoca la disociación y la pérdida de rumbo. La técnica implica rastrear todos los registros para descubrir lo que dispara el conglomerado disociativo (que hiciste, que oíste, que palabras pasaron por tu cabeza, que imágenes recordaste, alguna sensación en el cuerpo)

Sólo entonces entiende el sentido de lo disociado, el dolor que le produjo y los efectos que ha producido en su vida.

 

 

 

Porqué es tan importante reconocer a la victima

Si el paciente puede reconocerse como víctima, y no necesita ser el actor principal de la violencia, recupera con el apoyo del terapeuta su dignidad y ya no necesita ser la “basura” que justifica la violencia del otro.

 

 

Referencias

1 Mario Marrone, autor de La teoría del apego (ed. Psimática – Madrid) relata con precisión las disociaciones postraumáticas y nos muestra como un apego seguro permite la recuperación de los niños ante situaciones de violencia.

2 Los casos son reales y los nombres están cambiados

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