La relación entre la personalidad esquizotípica y el psicoticismo, ha implicado habitualmente la psicopatía, la conducta antisocial, la agresividad y la impulsividad, entre otros. La impulsividad juega un importante papel tanto en la conducta normal como en las formas patológicas. Así, hallamos que la impulsividad subyace en alteraciones como la manía, el abuso de sustancias, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastornos del control de impulsos, algunos trastornos de personalidad, esquizofrenia, . . . Algunos autores han considerado la participación de un componente de impulsividad en la naturaleza de la personalidad esquizotípica, a veces en combinación con aspectos de disconformidad o asocialidad.
Por otra parte, la impulsividad debe ser entendida no como un rasgo unitario sino como un constructo multidimensional. El objetivo del presente estudio es analizar en una muestra compuesta por 93 estudiantes universitarios, la relación entre esquizotipia (evaluada mediante el cuestionario O-LIFE) e impulsividad (evaluada a través de dos cuestionarios específicos, el I7 y el BIS10). Los resultados obtenidos muestran que si bien hay una cierta relación entre ambos constructos, ésta viene mediada esencialmente por componentes relacionados con la búsqueda de novedad y un alejamiento de los convencionalismos (que entroncaría básicamente con los componentes positivos de la esquizotipia) y por una baja empatía (que se vincularía con el componente negativo de la esquizotipia y se potenciaría por el alejamiento en las relaciones sociales). Sin embargo, la impulsividad, entendida como una forma de actuar poco deliberativa, debe ser considerada como un factor distinto y poco relacionado con la esquizotipia.
Personalidad esquizotípica e impulsividad.
Esther Alvarez López; Antonio Andrés Pueyo.
Departamento de personalidad, Evaluación y tratamiento Psicológico
Universidad de Barcelona.
Resumen
La relación entre la personalidad esquizotípica y el psicoticismo, ha implicado habitualmente la psicopatía, la conducta antisocial, la agresividad y la impulsividad, entre otros. La impulsividad juega un importante papel tanto en la conducta normal como en las formas patológicas. Así, hallamos que la impulsividad subyace en alteraciones como la manía, el abuso de sustancias, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastornos del control de impulsos, algunos trastornos de personalidad, esquizofrenia, . . . Algunos autores han considerado la participación de un componente de impulsividad en la naturaleza de la personalidad esquizotípica, a veces en combinación con aspectos de disconformidad o asocialidad. Por otra parte, la impulsividad debe ser entendida no como un rasgo unitario sino como un constructo multidimensional. El objetivo del presente estudio es analizar en una muestra compuesta por 93 estudiantes universitarios, la relación entre esquizotipia (evaluada mediante el cuestionario O-LIFE) e impulsividad (evaluada a través de dos cuestionarios específicos, el I7 y el BIS10). Los resultados obtenidos muestran que si bien hay una cierta relación entre ambos constructos, ésta viene mediada esencialmente por componentes relacionados con la búsqueda de novedad y un alejamiento de los convencionalismos (que entroncaría básicamente con los componentes positivos de la esquizotipia) y por una baja empatía (que se vincularía con el componente negativo de la esquizotipia y se potenciaría por el alejamiento en las relaciones sociales). Sin embargo, la impulsividad, entendida como una forma de actuar poco deliberativa, debe ser considerada como un factor distinto y poco relacionado con la esquizotipia.
La hipótesis de que la estructura de la personalidad esquizotípica está compuesta por más de un factor y que éstos deben ser similares a los propuestos para la esquizofrenia, ha sido corroborada por un amplio número de estudios correlacionales y factoriales. Las principales revisiones sobre los estudios factoriales llevados a cabo (Venables, 1995; Vollema y Van den Bosch, 1995; Claridge et al. , 1996) concluyen que hay evidencia de una naturaleza multidimensional en que, independientemente del número de factores, emergen un componente de características positivas y uno de características negativas, semejantes a las tipologías de síntomas descritos para la esquizofrenia. Las características positivas son el resultado de una liberación anómala de funciones psicológicas y procesos cognitivos (Lemos Giráldez, 1999) y de forma genérica se refieren a la presencia de alucinaciones y pseudoalucinaciones, ideas delirantes, comportamiento extravagante y trastornos formales del pensamiento. La dimensión negativa indica pérdida, disminución o déficit en la conducta normal de un sujeto, y entre las características más frecuentes se hallan el aplanamiento o embotamiento afectivo, la pobreza del lenguaje, abulia y apatía, anhedonia, retraimiento y disminución de la atención en actividades sociales.
Sin embargo junto a una serie de estudios que defienden una estructura de la esquizotipia compuesta por estos dos factores (por ejemplo, Raine y Allbutt, 1989; Venables, Wilkins, Mitchell, Raine y Bailes, 1990; Rawlings y McFarlane, 1994; Kelley y Coursey, 1992; Lipp, Arnold y Siddle, 1994), existe un significativo número de estudios factoriales en que se proponen tres dimensiones (Muntaner, García-Sevilla, Fernández y Torrubia, 1988; Bentall, Claridge y Slade, 1989; Hewitt y Claridge, 1989; Kendler y Hewitt, 1992; Rawlings y McFarlane, 1994; Bergman et al. , 1996; Claridge et al. , 1996; Gruzelier, 1996; Chen, Hsiao y Lin, 1997; Martínez Suárez, Ferrando Piera, Lemos Giráldez, Inda Caro, Paíno Piñeiro y López Rodrigo, 1999; Axelrod, Grilo, Sanislow y McGlashan, 2001; Suhr y Spitznagel, 2001; Rossi y Daneluzzo, 2002), cuatro (Bentall et al. , 1989; van den Bosch y Luteijn, 1990; Venables et al. , 1990; Kendler y Hewitt, 1992; Rawlings y McFarlane, 1994; Rawlings, Claridge y Freeman, 2001; Suhr y Spitznagel, 2001) e incluso cinco (DiDuca y Joseph, 1999).
En ellos se identificaron nuevamente y de forma consistente los factores positivo y negativo, obtenidos en diferentes tipos de muestras (población general, estudiantes, universitarios y pacientes psiquiátricos). No obstante no hay consenso en cuanto a la naturaleza y contenido del resto de factores. El resto de dimensiones se relacionan bien con un factor de carácter cognitivo o bien un factor de disconformidad. El primero (al que también suele denominarse factor de desorganización o desorganización cognitiva) se asocia a déficits cognitivos y atencionales, y puede encontrarse en otros estudios asociado a características de ansiedad social (Bentall et al, 1989; Kendler y Hewitt, 1992; Mason, Claridge y Jackson, 1995; Claridge et al. , 1996; Chen et al. , 1997; van den Bosch y Luteijn, 1990; Axelrod et al. , 2001; Suhr y Spitznagel, 2001; Rossi y Daneluzzo, 2002). El segundo presenta contenidos que se solapan en buena medida con los de la conducta antisocial asociada a la dimensión de psicoticismo del modelo de personalidad de Eysenck, y también puede incorporar aspectos de la impulsividad (Muntaner et al. , 1988; Bentall et al, 1989; van den Bosch y Luteijn, 1990; Kendler y Hewitt, 1992; Rawlings y McFarlane, 1994; Mason et al. , 1995; Claridge et al. , 1996; Martínez Suárez et al. , 1999)
Acerca del componente de disconformidad-impulsividad, se ha generado un debate en cuanto a su inclusión en la estructura de la esquizotipia e incluso algunos autores (Loughland y Williams, 1997) consideran que no es relevante en la propia esquizofrenia. Este factor, como decíamos, guarda estrechas relaciones con la dimensión de psicoticismo del modelo de Eysenck, implicado habitualmente la impulsividad, la psicopatía, la conducta antisocial y la agresividad, entre otros. Desde un punto de vista biológico, el psicoticismo se relaciona con procesos metabólicos en que está implicada la serotonina, que actúa sobre la denominada inhibición Cognitiva, afectando el control de los impulsos (Eysenck, 1992).
Meehl (1989) sugería que un significativo grupo de sujetos con psicopatía eran esquizotáxicos. Dinn, Harris, Aycicegi, Greene y Andover (2002) proponen que la relación hallada entre impulsividad, personalidad antisocial y desinhibición con los componentes positivos de la esquizotipia tienen un proceso neurofisiológico común, probablemente relacionado con una disfunción prefrontal localizada en la zona orbitofrontal. En el presente estudio hemos querido concretar algo más esta relación centrándonos en el papel de la impulsividad en la personalidad esquizotípica.
La impulsividad entendida como un rasgo de personalidad más o menos estable, no es un concepto unívoco y tiene múltiples significados. Milich y Kramer (1984) recogen algunos de ellos: inhabilidad para detenerse, mirar y escuchar; inhabilidad para diferir la gratificación, para resistir la tentación, para inhibir una conducta motora; respuesta rápida en situaciones ambiguas; escaso juicio; habilidad de planificación limitada; dificultad para anticipar consecuencias adversas; falta de previsión y escaso autocontrol. Dickman (1990) la define como la “tendencia a deliberar menos que otras personas de igual capacidad antes de realizar una acción".
La impulsividad juega un importante papel tanto en la conducta normal como en numerosas formas de comportamiento patológico (Evenden, 1999b). Así, hallamos que la impulsividad subyace en alteraciones como la manía, el abuso de sustancias, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastornos del control de impulsos (como cleptomanía, piromanía, etc. ), trastornos de personalidad (trastorno antisocial, trastorno límite, esquizotipia), esquizofrenia, . . . Por otra parte, se ha considerado que la impulsividad tiene una base neurobiológica, en la cual participan diversas estructuras y sistemas biológicos y sistemas neurotransmisores (Evenden, 1999b). Entre estos últimos, actualmente se ha centrado el interés en el mecanismo neurotransmisor de la serotonina, ante las evidencias que ofrecen los estudios con pacientes psiquiátricos y con animales (Evenden, 1999a).
Tradicionalmente se han asociado a la impulsividad connotaciones negativas como irreflexión y brusquedad. Sin embargo, los resultados obtenidos en algunas investigaciones sugieren que sus consecuencias no son siempre así. Dickman (1985) propone que en tareas cognitivas muy simples, las personas consideradas impulsivas, cometen un bajo número de errores. Asimismo, cuando el tiempo disponible para ejecutar la respuesta es extremadamente breve, las personas impulsivas rinden con mayor precisión que las personas con baja impulsividad (Dickman y Meyer, 1988). Así pues, encontramos que los rasgos impulsivos que pueden resultar perjudiciales ante determinadas situaciones pueden devenir beneficiosos en otras.
No obstante, no es posible entender la impulsividad como un rasgo unitario. Diferentes autores han puesto de relieve la multidimensionalidad del constructo. Dickman (1990) en el Dickman's Impulsivity Inventory (DII) distingue entre dos tipos de impulsividad: funcional y disfuncional. La impulsividad funcional beneficia al sujeto y se vincula al afán de aventura, a la actividad general y a la rapidez en el procesamiento de la información y en tareas de codificación, a diferencia de la impulsividad disfuncional, que no se asocia necesariamente a respuestas rápidas pero sí descuidadas, poco reflexivas y que tienen consecuencias negativas para el sujeto (Dickman, 1990; Brunas-Wagstaff, Berquist y Wagstaff, 1994).
Eysenck y Eysenck (1978) proponen que la impulsividad comparte aspectos con la extraversión y con el psicoticismo. En su cuestionario I7 (Eysenck, Pearson, Easting y Allsopp, 1985) diferencian tres factores: impulsividad (relacionado con Psicoticismo), Temeridad (relacionado con Extraversión) y empatía (relacionado con neuroticismo positivamente y negativamente con Psicoticismo). Por otra parte, Barratt (1985) en el cuestionario BIS10 propone las escalas de impulsividad Motora, impulsividad Cognitiva e impulsividad No planificada. En el estudio comparativo realizado por Luengo, Carrillo de la Peña y Otero (1991) para los cuestionarios I7 y BIS10, se hallaron correlaciones significativas entre ambos cuestionarios, apreciándose una fuerte relación entre las escalas de impulsividad Motora (BIS10) e impulsividad (I7), y algo más baja entre impulsividad No Planificada (BIS10) y Temeridad (I7). Dickman encontró correlaciones entre impulsividad funcional (DII) y Temeridad (I7) y entre impulsividad Disfuncional (DII) e impulsividad (I7). No obstante también se han hallado correlaciones de valor inferior entre los factores de impulsividad Disfuncional (DII) y Temeridad (I7).
Brunas-Wagstaff, Tilley, Verity, Ford y Thompson (1997) demostraron que en niños se replicaba la diferenciación entre impulsividad funcional y disfuncional mediante una adaptación a población infantil del cuestionario DII de Dickman. Observaron que al relacionar estas escalas con las de impulsividad y Temeridad del I7, la impulsividad funcional se asociaba más fuertemente a Temeridad (I7), mientras que la impulsividad Disfuncional lo hacía a impulsividad (I7), de forma similar a como se había hallado en adultos.
En cuanto a la participación de la impulsividad en la personalidad esquizotípica, ya anticipábamos que algunos autores (Muntaner et al. , 1988; Rawlings y McFarlane, 1994; Mason et al. , 1995; Claridge et al. , 1996; DiDuca y Joseph, 1999; Martínez Suárez et al. , 1999) incorporaban un factor de impulsividad, a veces en combinación con aspectos de disconformidad o asocialidad, como constituyente de la estructura del constructo.
Rim (1994) analizó la relación entre los factores del I7 y la esquizotipia medida a través del STQ (Claridge y Broks, 1984) que comprende las escalas de STA (personalidad esquizotípica) y STB (personalidad límite). Este autor halló que los varones con puntuaciones elevadas en impulsividad obtenían puntuaciones elevadas en STA y STB, mientras que para las mujeres impulsivas las puntuaciones eran solamente elevadas en STB. Los hombres con puntuaciones elevadas en Temeridad puntuaron alto en STA, mientras que las mujeres temerarias puntuaron alto en STB.
Dinn et al. (2002) en su estudio acerca de correlatos clínicos y neurocognitivos en la esquizotipia positiva y negativa, administraron entre otros instrumentos el SPQ-B (Raine y Benishay, 1995) y el I7, con el fin de determinar la relación entre esquizotipia e impulsividad. Los resultados mostraron correlación positiva significativa entre el componente positivo de la esquizotipia y las escalas de impulsividad y empatía del I7. Los sujetos categorizados como de baja esquizotipia positiva, obtuvieron puntuaciones significativamente inferiores en impulsividad y empatía a las obtenidas por los grupos de media y alta esquizotipia positiva. Entre el componente negativo y las escalas del cuestionario de impulsividad no se encontraron relaciones significativas. Cabe notar, que en un estudio anterior no publicado (citado en Dinn et al. , 2002) estos autores observaron que los sujetos con elevada esquizotipia psicométrica (sin diferenciar entre componentes positivos o negativos) obtenían puntuaciones significativamente mayores en impulsividad y menores en empatía que los sujetos control. Los autores no presentan ninguna explicación a esta diferencia en la tendencia de la relación entre esquizotipia y empatía.
El objetivo del presente estudio es analizar la relación entre la impulsividad evaluada a través de dos cuestionarios específicos, el I7 y el BIS10, y la esquizotipia, medida a través del O-LIFE. A diferencia de los estudios anteriormente citados, en este se tendrá en cuenta la multidimensionalidad en la naturaleza de la esquizotipia. Se predice que será la escala de Disconformidad Impulsiva del O-LIFE la que obtenga mayor relación con las medidas de impulsividad, aunque no se descarta que puedan aparecer relaciones entre las medidas de impulsividad y otras escalas de la esquizotipia.
Método
Muestra
La muestra está constituida por 93 sujetos estudiantes universitarios de la Universidad de Chile y la Universidad Gabriela Mistral de Santiago de Chile. La edad media de los sujetos es de 22, 08 años (sd: 3, 68). La composición de la muestra es de un 83, 9% de mujeres y un 16, 1% de varones.
Instrumentos
Se administraron los siguientes cuestionarios en sus versiones en castellano y adaptados al léxico habitual en Chile:
- inventario Oxford-Liverpool de Sentimientos y Experiencias (O-LIFE). Se trata de la versión en castellano elaborada por Gutiérrez Maldonado, Aguilar Alonso, Jarne Esparcia y Aguilar Mediavilla (1997) a partir del original inglés de Mason et al. (1995). Se compone de 159 ítems de respuesta dicotómica Sí/No agrupados en cuatro escalas: Experiencias Inusuales (evalúa alteraciones perceptivas, creencias aberrantes y pensamiento mágico), Desorganización Cognitiva (relacionada con dificultades en la atención, la concentración y la toma de decisiones y con ansiedad social), Anhedonia Introvertida (se refiere a la evitación de la intimidad física y emocional y a la tendencia al aislamiento) y Disconformidad Impulsiva (vinculado a tendencias temerarias y a estilos de vida liberales e inconformistas).
- I7: Se ha utilizado la versión experimental en castellano del original en inglés de Eysenck et al. (1985). Se trata de un cuestionario de autoinforme compuesto por 54 ítems de respuesta dicotómica Sí/No. Ofrece puntuaciones para tres escalas: impulsividad, Temeridad y empatía. La medida de Temeridad, que hace referencia a afán de aventura, atracción por el riesgo y la emoción y búsqueda de sensaciones, incluye conductas que pueden ser sometidas a toma de conciencia, a la planificación y a la preparación para el cambio. Es un constituyente de la dimensión de extraversión del modelo de personalidad PEN de Eysenck y correlaciona negativamente con neuroticismo, retraimiento y timidez. La escala de impulsividad, que se corresponde con una forma de actuar no planificada y falta de control (“decir o hacer cosas sin pensar”), tiene un carácter desadaptativo y es un componente más cercano al psicoticismo y al neuroticismo, que correlaciona positivamente con medidas de conducta desadaptativa y antisocial. La medida de empatía analiza conductas de vivacidad y consideración social y correlaciona positivamente con neuroticismo y negativamente con psicoticismo.
- Barratt Impulsiveness Scale, versión 10 (BIS10): Se ha empleado la décima versión del cuestionario (Barratt, 1985) en su traducción experimental al castellano. Consta de 34 ítems que se responden sobre una escala de cuatro puntos (nunca, ocasionalmente, a veces, siempre). Este cuestionario ofrece puntuaciones para tres escalas: impulsividad Motora, impulsividad Cognitiva e impulsividad No Planificada. impulsividad Motora, se refiere a una tendencia a actuar sin pensar. impulsividad Cognitiva se relaciona con una propensión a tomar decisiones rápidamente. impulsividad No Planificada se identifica con una tendencia a no trazar planes y realizar tareas de forma descuidada.
Procedimiento
Se administraron los tres cuestionarios conjuntamente a tres grupos de aproximadamente 30 estudiantes cada uno. Los cuestionarios eran anónimos y sólo se solicitaron datos de control como el sexo y la edad.
Resultados
La tabla 1 muestra los estadísticos descriptivos para cada uno de los tres cuestionarios y las diferencias entre sexos, así como la significación de éstas. Solamente resultó significativa la diferencia en Desorganización Cognitiva con valores superiores para las mujeres. En las medidas de impulsividad, únicamente en la escala de Temeridad del I7 se obtuvieron diferencias significativas con puntuaciones más elevadas para los varones.
Tabla 1. Estadísticos descriptivos y diferencias de sexo para las escalas de O-LIFE, I7 y BIS10
Se realizó un análisis correlacional entre las escalas de los tres cuestionarios cuyos resultados pueden verse en la tabla 2. Se observa que las correlaciones más elevadas aparecen entre las escalas de los cuestionarios de impulsividad. Las escalas de esquizotipia correlacionan todas ellas con alguna o algunas de las medidas de impulsividad, destacando tanto por la magnitud del coeficiente de correlación como por el número de correlaciones la escala de Disconformidad Impulsiva, seguida por Desorganización Cognitiva, Anhedonia Introvertida y Experiencias Inusuales.
Tabla 2. correlación entre las escalas del I7, BIS10 y O-LIFE.
Se ha realizado un análisis factorial de componentes principales con rotación Varimax. La medida de adecuación muestral KMO fue de 0, 631 y la prueba de esfericidad de Bartlett dio un valor de 266, 503 que resultó significativo (p=0, 000). Cuatro factores alcanzaron un valor propio superior a uno y la varianza acumulada total explicada por éstos fue de 71, 5%. La matriz de componentes rotados, la comunalidad para cada escala y el valor propio y porcentaje de varianza explicado por cada factor, pueden verse en la tabla 3.
Tabla 3. Matriz de componentes rotados de las escalas de O-LIFE, I7 y BIS10.
Discusión
Respecto a la correlación entre las medidas de impulsividad del I. 7 y el BIS10, se observa que los resultados son en parte congruentes con los obtenidos por Luengo et al. (1991). Se advierten correlaciones positivas significativas entre impulsividad (I7) y las tres escalas del BIS10, pero especialmente con impulsividad Motora (BIS10). Tanto impulsividad (I7) como impulsividad Motora (BIS10) se refieren a una disposición a la actuación sin reflexión, y están más próximos a la impulsividad Disfuncional de Dickman (1990). Sin embargo no se ha hallado relación de las escalas Temeridad y empatía del I7 con las escalas del BIS10. Por otra parte, las escalas que componen cada uno de los cuestionarios de impulsividad no son totalmente independientes, pues hay correlación positiva entre impulsividad (I7) y Temeridad (I7) e intercorrelación entre las tres escalas del BIS10.
En lo que respecta a la relación entre esquizotipia e impulsividad, se observa que todas las escalas de O-LIFE correlacionan con una o más de las dimensiones de impulsividad. El sentido de estas correlaciones apoya los hallazgos de otros autores (Rim, 1994; Dinn et al. , 2002), a pesar de que los instrumentos de evaluación de la esquizotipia utilizados fueron diferentes. Tal y como se predijo, la escala con mayor número de correlaciones significativas es Disconformidad Impulsiva. Este resultado era esperado, dado que dicha escala contiene componentes asociados a la medida de la impulsividad. Sin embargo, Disconformidad Impulsiva no representa aspectos de la impulsividad como los que recogen las escalas de empatía (I7) e Impulsividad-No Planificación (BIS10). Esta última escala tampoco se relaciona con ninguna otra dimensión del O-LIFE.
Se encuentra correlación positiva significativa entre Experiencias Inusuales y Temeridad (I7), la cual pudiera explicarse teniendo en cuenta que ambas escalas comparten rasgos como la atracción por situaciones y estímulos insólitos y/o desconocidos. Se observa una correlación significativa negativa entre Anhedonia Introvertida y empatía (I7). Este resultado es congruente ya que la empatía es una característica asociada también a los rasgos de extroversión, especialmente a la sociabilidad y la vivacidad, y suele ser incompatible con los sentimientos de anhedonia física y social que incluye la esquizotipia.
En cuanto a la dimensión de Desorganización Cognitiva, hallamos correlación significativa con impulsividad (I7) y también, aunque con una magnitud inferior, con impulsividad Motora (BIS10). Como se ha comentado, ambas escalas de impulsividad guardan una estrecha relación. Las personas con puntuaciones elevadas en la escala de Desorganización Cognitiva, suelen presentar también alto grado de neuroticismo (Álvarez López y Andrés Pueyo, 2004), ya que en cierta medida podría asociarse a ansiedad social. Desde un plano cognitivo experimental, la ansiedad puede influir sobre la conducta produciendo respuestas no necesariamente más rápidas pero sí más descuidadas (Brunas-Wagstaff et al. , 1994).
También con una significación más baja, observamos que Desorganización Cognitiva y empatía (I7) correlacionan positivamente. Esta relación se puede explicar también a partir de la dimensión de neuroticismo que subyace en ambas. Cabe destacar que no se ha hallado correlación entre Desorganización Cognitiva e impulsividad Cognitiva, lo cual es llamativo, dado que ambas hacen referencia, entre otros aspectos, a la capacidad de toma de decisiones, la capacidad de concentración y la atención sostenida. Estos resultados podrían indicarnos, tal y como se señaló en nuestros estudios anteriores, que en la escala de Desorganización Cognitiva priman los componentes relacionados con ansiedad social frente a los relacionados con déficits cognitivos y que por tanto es necesaria una revisión de sus contenidos o de su denominación.
Por lo que respecta al análisis factorial, se han obtenido cuatro factores. El primer factor podría considerarse una medida combinada de impulsividad ya que recoge las tres escalas del BIS10 e impulsividad del I7. El segundo factor, recoge las escalas de Desorganización Cognitiva, Experiencias Inusuales y con un peso factorial algo inferior Disconformidad Impulsiva. Podría estar reflejando una medida combinada del componente positivo de la esquizotipia junto con ansiedad social. El tercer factor, que agrupa Anhedonia Introvertida y empatía (I7), se puede considerar como el componente negativo de la esquizotipia. Por último, el cuarto factor, agrupa medidas relacionadas con la búsqueda de sensaciones, atracción por el riesgo, heterodoxia, rebeldía o inconformismo, como son Temeridad (I7), Disconformidad Impulsiva y Experiencias Inusuales.
Nos llama la atención que la escala de Disconformidad Impulsiva presenta una comunalidad muy baja respecto al conjunto de variables introducidas y que sus pesos factoriales están repartidos entre los cuatro factores de forma dispersa. A su vez, no se agrupa significativamente en la medida combinada de impulsividad. Un análisis detallado de los ítems que configuran la escala, nos informan que la mayor parte de los mismos tienen un contenido más próximo a la disconformidad, bajo control de impulsos, búsqueda de nuevas sensaciones y la escala de mendacidad. Tan sólo algún ítem (como ¿Reflexiona antes de hacer las cosas?) haría referencia a un contenido cercano a las escalas de impulsividad (I7) e impulsividad Cognitiva (BIS10). Así, podríamos decir que la impulsividad que recoge el O-LIFE tiene que ver con la temeridad, el agrado por el riesgo y conductas descontrolada, más que con la capacidad de ofrecer respuestas rápidas.
En conclusión, lo que estos resultados parecen indicar es que, si bien hay una cierta relación entre los constructos de esquizotipia e impulsividad, ésta viene mediada esencialmente por componentes relacionados con la búsqueda de novedad y un alejamiento de los convencionalismos, que entroncaría básicamente con los componentes positivos de la esquizotipia (Experiencia Inusuales y Disconformidad Impulsiva), y por una baja empatía, que se vincularía con el componente negativo de la esquizotipia (Anhedonia Introvertida) y se potenciaría por el alejamiento en las relaciones sociales.
Los resultados nos muestran que, salvo para estos componentes de temeridad y empatía, la impulsividad, entendida como una forma de actuar poco deliberativa, debe ser considerada como un factor distinto y poco relacionado con la esquizotipia. Así pues, la esquizotipia evaluada mediante el cuestionario O-LIFE, compartiría con la dimensión eysenckiana de psicoticismo el componente de inconformismo, desinhibición y antisocialidad, pero no tanto el de impulsividad irreflexiva.
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