Numerosos estudios confirman la relación entre el trastorno de alimentación (TA) y el abuso de sustancias: hay sujetos con TA que recurren al consumo de sustancias y también drogodependientes que desarrollan TA. El actual trabajo pretendía investigar el binomio T. A. -dependencia de drogas. La muestra la constituían 372 sujetos (109 mujeres y 263 hombres) diagnosticados de dependencia de sustancias (alcohol incluído) y su comorbilidad -primaria o secundaria- con los trastornos alimentarios. Los elementos de investigación eran: diagnóstico preingreso de trastorno de alimentación; detección intraprograma de comportamiento bulímico, anoréxico u otro con dos niveles de afección: leve y grave; parámetros somáticos (índice de masa corporal) y aplicación del inventario de trastornos de alimentación (EDI) de. Garner, Olmsted y Polivy al ingreso y previo al alta.
RESULTADOS: Del total de la muestra 58 sujetos (15, 59%) fueron diagnosticados de trastorno alimentario; 46 mujeres (42, 20%) y 12 varones (4, 56%). Destaquemos que un 15, 6% mujeres sufrían trastorno alimentario grave. Respecto al estudio EDI, todos los valores superaron los percentiles de bulimia y anorexia destacando los siguientes: 1) factor “impulso a la delgadez” 14% de mujeres, 2, 56% de varones; 2) factor sintomatología bulímica 11, 7% mujeres, 3, 7% varones y 3) factor insatisfacción corporal 16, 7% mujeres, 4% varones
CONCLUSIONES y DISCUSIÓN: Cabe destacar la elevada comorbilidad del trastorno alimentario en drogodependientes, sobre todo mujeres, con una destacada proporción de nivel de afectación grave, que además ha ido incrementándose en los últimos años. Asimismo resaltamos la notable proporción de personas que “adquieren” el trastorno alimentario tras instalarse en la drogodependencia. Por otra parte inventario EDI muestra valores moderadamente altos aunque no tan elucidativos como los estudios anamnésico, médico y observacional.
Carlos Sirvent, psiquiatra, Fundación Instituto Spiral Sonia González, pedagoga Cruz Rivas, psicóloga, Fundación Instituto Spiral Raquel Delgado, psicopedagoga, Fundación Instituto Spiral María Villa Moral
DROGODEPENDENCIA Y trastorno ALIMENTARIO
DRUG DEPENDENCE AND EATING DISORDER
Carlos Sirvent1, Sonia González2, Cruz Rivas3, Raquel Delgado4, María Villa Moral5, Pilar
Blanco6, Gloria Campomanes7
Fundación Instituto Spiral. Universidad de Oviedo
csr@institutospiral. com
trastorno de alimentación. anorexia. bulimia. adicción. Dependencia de drogas.
Eating disorder. anorexia. bulimia. Addiction. Drug dependence.
RESUMEN
Numerosos estudios confirman la relación entre el trastorno de alimentación (TA) y el abuso de
sustancias: hay sujetos con TA que recurren al consumo de sustancias y también
drogodependientes que desarrollan TA. El actual trabajo pretendía investigar el binomio T. A. dependencia de drogas. La muestra la constituían 372 sujetos: 122 (33%) mujeres y 250 (67%)
varones) diagnosticados de dependencia de sustancias (alcohol incluído) y su comorbilidad primaria o secundaria- con los trastornos alimentarios. Los elementos de investigación eran:
diagnóstico preingreso de trastorno de alimentación; detección intraprograma de
comportamiento bulímico, anoréxico u otro con dos niveles de afección: leve y grave;
parámetros somáticos (índice de masa corporal) y aplicación del inventario de trastornos de
alimentación (EDI) de. Garner, Olmsted y Polivy al ingreso y previo al alta. RESULTADOS: Del
total de la muestra 58 sujetos (15, 59%) fueron diagnosticados de trastorno alimentario; 46
mujeres (37, 7%) y 12 varones (4, 8%). Destaquemos que un 15, 6% mujeres sufrían trastorno
alimentario grave. Respecto al estudio EDI, todos los valores superaron los percentiles de bulimia
y anorexia destacando los siguientes: 1) factor "impulso a la delgadez" 14% de mujeres, 2, 56%
de varones; 2) factor sintomatología bulímica 11, 7% mujeres, 3, 7% varones y 3) factor
insatisfacción corporal 16, 7% mujeres, 4% varones CONCLUSIONES y DISCUSIÓN: Cabe
destacar la elevada comorbilidad del trastorno alimentario en drogodependientes, sobre todo
mujeres, con una destacada proporción de nivel de afectación grave,
que además ha ido
incrementándose en los últimos años. Asimismo resaltamos la notable proporción de personas
que "adquieren" el trastorno alimentario tras instalarse en la drogodependencia. Por otra parte
inventario EDI muestra valores moderadamente altos aunque no tan elucidativos como los
estudios anamnésico, médico y observacional.
ABSTRACT
A large number of studies confirm the relationship between eating disorder (ED) and substance
abuse: there are subjects with ED who draw upon substance and drug addicts who develop ED.
The current study aimed to investigate ED -drug abuse dual aspect. The sample was constituted
by 372 subjects (122 (33%) women and 250 (67%) men) diagnosed with substance abuse
(alcohol included) and comorbidity -primary or secondary- with the ED. Research elements were:
eating disorder preadmission diagnosis; intra programme detection of bulimic, anorexic or other
behavior with two levels of affection: mild and severe; somatic parameters (body mass index)
and inventory eating disorders application (EDI) of Garner, Olmsted. Polivy at admission and
prior to discharge. RESULTS: Of the total sample 58 subjects (15, 59%) carried ED diagnosis; 46
women (37, 7%) and 12 men (4, 8%). We emphasize that 15. 6% women suffered serious eating
disorder. Regarding EDI study, all values exceeded percentiles of bulimia and anorexia
highlighting the following: 1) "impulse for thinness" factor 14% women, 2. 56% male; 2) bulimic
symptomatology factor 11. 7% women, 3. 7% men and 3) body dissatisfaction factor 16. 7%
women, 4% male. CONCLUSIONS AND DISCUSSION: It is worthy to distinguish the high
comorbidity of eating disorder among drug users, especially women, with a significant proportion
of severely affected level cases, which has been also increasing in recent years. Also we highlight
the high proportion of people who "acquire" the eating disorder after settling in drug dependence.
On the other hand EDI inventory shows moderately high values but not as elucidative from
anamnestic, medical and observational studies.
INTRODUCCIÓN
Cómo aparece un trastorno alimentario en un adicto en tratamiento
Cuando una persona drogodependiente comienza un tratamiento de deshabituación, presenta
un período inicial de sobreingesta alimentaria (hiperorexia), que es la natural respuesta a la
anterior vida anómala donde el consumo de sustancias perturbaba los ritmos alimentarios.
Pasada esa etapa, las personas en tratamiento empiezan a darse cuenta de la ganancia rápida
de peso e inician una etapa hiporéxica compensatoria de restricción calórica y/o sobregasto
energético que suele ser transitoria hasta que acaban retornando a un comportamiento
alimentario normal. Sin embargo, un notable grupo de pacientes (mayormente mujeres) se
instalan en la etapa "compensatoria" de hiporexia que si acaba perpetuándose evoluciona hacia
un trastorno alimentario sumamente mórbido, nocivo y más resistente al tratamiento que la
propia drogodependencia, Además es difícil el abordaje del T. A. asociado a drogodependencia,
porque enseguida se dispara el pensamiento obsesivo sobre la autoimagen distorsionada (verse
deforme o con gordura) y los comportamientos restrictivos y purgativos (comer poco y vomitar
sobre todo), llegando incluso a ser esta una causa de abandono del tratamiento.
Conceptualización
A efectos prácticos nos referiremos a los tres trastornos alimentarios más frecuentes: la anorexia
nerviosa, la bulimia nerviosa y los atracones, que pese a ser cuadros independientes- con
cierta frecuencia la sintomatología puede estar compartida en cada uno de los tres procesos.
Entre los criterios diagnósticos de anorexia nerviosa la CIE-10 considera los siguientes: una
pérdida significativa de peso (IMC o de Quetelec menor de 17, 5) originada por el propio paciente
mediante maniobras de evitación de ingesta, vómitos, purgas, exceso de ejercicio y consumo de
sustancias adelgazantes, con distorsión de la imagen corporal y rechazo absoluto a la gordura,
imponiéndose obsesivamente permanecer por debajo de un límite máximo de peso corporal.
Suele haber trastorno endocrino que afecta al eje hipotálamo-hipofisario-gonadal (amenorrea
en la mujer y pérdida del interés y de la potencia sexual en el varón). Los criterios para la bulimia
nerviosa son: preocupación continuada por la comida con deseos irresistibles de comer junto a
episodios de hiperfagia durante los que consume ingentes cantidades de comida en períodos
cortos de tiempo. El paciente intenta contrarrestar los efectos de la hiperingesta mediante
vómitos autoprovocados, abuso de laxantes, etapas de ayuno y consumo de sustancias
adelgazantes. Psicológicamente sufre un intenso y obsesivo miedo a engordar, fijando un nivel
máximo de peso estricto y muy inferior al que tenía antes de la afección.
Según indica la DSM-5 (2014) la prevalencia asciende a un 0, 6% en varones y a un 2, 25 % en
mujeres, distribuidos en un 0, 4% para la anorexia nerviosa, un 1, 25% para la bulimia y 1, 6%
para los atracones.
Sin embargo, numerosos autores, entre ellos Alexis Duncan (2007)
cuestionan la validez de los criterios DSM para la descripción sintomatológica del trastorno de la
alimentación y su comorbilidad, no encontrando diferencias significativas en las variables que
reflejan tendencias suicidas, abuso y dependencia de sustancias, y psicopatología comórbida,
concluyendo que es inadecuada la descripción del trastornos alimentarios (T. A. ) que hace la DSM
IV (idénticos a los de la DSM 5). De añadidura, otro estudio sintomático con 3723 gemelos
adultos jóvenes del sexo femenino (22 años de edad media) se sumaron a la evidencia de que
muchas mujeres con psicopatología significativa de trastornos de alimentación
no estaban siendo identificadas con los criterios del DSM. En los T. A. son frecuentes los trastornos
comórbidos asociados, bien como inductores causales, bien como consecuencia. Además de los
trastornos adictivos (Gadalla T et als. 2007; Herzog DB et als. 2006; Holderness C. et als, 1994)
objeto de este estudio, son especialmente frecuentes los trastornos de ansiedad (Swinbourne
JM. et als. 2007; Godart N. et als. , 2006), el trastorno límite de la personalidad (Godt K. , 2008),
los trastornos humorales y los rasgos obsesivos, incluso el TOC (Lavender A et als. 2006; Halmi
KA, et als. , 2005). Más adelante los desarrollamos con mayor extensión
prevalencia del T. A. comparada con otros trastornos
Wells, J et als (2006) estudiaron en Nueva Zelanda la prevalencia de cualquier trastorno mental
los últimos 12 meses y la interferencia asociada con la calidad de vida y su gravedad, obteniendo
los siguientes resultados: trastornos de ansiedad, 14, 8%; trastornos del estado de ánimo, 7, 9%;
trastornos por uso de sustancias, 3, 5%; trastornos de la alimentación 0, 5%. Sin embargo los
T. A. son comunes en pacientes entre los 14 y los 20 años que acuden a los servicios de urgencias,
y se asocian con altas tasas de comorbilidad psiquiátrica: Dooley et al (2012), en un estudio con
942 jóvenes de ambos sexos de edades entre 14 y 20 años atendidas en urgencias, encontraron
un 16% de trastornos de alimentación (74% mujeres, 16% varones). Dichos pacientes también
eran más propensos al consumo de sustancias y a sufrir depresión.
Respecto a otras comorbilidades, Amy Deep et als (1999) examinaron la relación entre el abuso
sexual y los trastornos de la alimentación, obteniendo tasas significativamente más altas de
abuso sexual en todos los subtipos de T. A. (un 7%). Mitchell, James et als (2002) exploraron la
posible relación entre la compra compulsiva y trastornos de la alimentación, no encontrando
diferencia entre los controles normales y compradores compulsivos, aunque sí puntuaciones más
altas en las escalas de dimensiones de personalidad patológicas.
comorbilidad del trastorno alimentario según sexo
En un macroestudio de T, Gadalla (2008) con datos de estadística de Salud Mental y Bienestar
de Canada en muestras mayores de 15. 000 hombres y 20000 mujeres, aquellos que se
encontraban en situación de riesgo de sufrir trastornos alimentarios tenían más probabilidad de
padecer depresión mayor, trastorno de pánico, fobia social y trastornos psicológicos. Sin
embargo la prevalencia a un año de episodios maníacos, agorafobia y dependencia de sustancias
se asocia con riesgo de T. A. para las mujeres, pero no para los hombres. Miller, P y Plant, M.
(2005), estudiaron la posible asociación entre el consumo de alcohol y distintos tipos de
problemas de comportamiento en una muestra de 2027 adultos británicos, encontrando notables
diferencias de género: las mujeres fueron significativamente más propensas que los hombres a
problemas relacionados con la alimentación y la dieta. Por el contrario, los varones fueron más
proclives que las mujeres a problemas relacionados con el trabajo, el uso de internet, la actividad
sexual y el juego. Otros grupos de estudio encontraron resultados que avalan las diferencias de
género (Gilchrist et als 2007) (Rand, Colleen et als 1986) (Cohen et als, 2010) (C. Davis, 2009).
Varios autores investigaron la comorbilidad entre abuso de alcohol y el T. A. (Evans et als 1992,
Higuchi et als 1993, Ann Goebel et als 1995, Nival Piran et als 2007, Michie Hesselbrock et als
1997). Este último grupo, en una revisión encontraron que el alcoholismo de la mujer es más
probable que esté vinculado a la depresión antes que a trastornos de la alimentación, mientras
que el alcoholismo de los hombres al trastorno de la personalidad antisocial. Higuchi
et als (1993) estudiaron la prevalencia de los T. A. entre 336 mujeres y 3. 256 varones japoneses
alcohólicos en tratamiento hospitalario. Encontraron una acusada comorbilidad en mujeres
jóvenes entre la bulimia nerviosa y el abuso y dependencia del alcohol. El 72% de las mujeres
con trastornos alimentarios eran menores de 30 años de edad. Esa asociación no fue evidente
en los hombres jóvenes. Casi todas las alcohólicas con trastornos de la alimentación habían
desarrollado dicho proceso con anterioridad al abuso de alcohol. Los resultados sugerían que las
mujeres con trastornos alimentarios, especialmente la bulimia nerviosa, tienen alto riesgo de
convertirse en alcohólicas. En otro estudio (Evans et als. 1992) se concluye que al menos el 16%
de mujeres alcohólicas habían tenido un trastorno alimentario clínicamente diagnosticable.
prevalencia y factor hereditario
Respecto a la prevalencia familiar, Lilenfeld, Lisa et als (1997) evaluaron diagnósticos
psiquiátricos comórbidos de familiares de primer grado de mujeres normales comparándolos con
dos grupos: 1º) mujeres con bulimia nerviosa (BN) y dependencia de sustancias con
comportamientos impulsivos, 2º) mujeres con anorexia nerviosa (AN) y dependencia de
sustancias, concluyendo que los trastornos por uso de sustancias, la fobia social, los trastornos
de pánico y los trastornos de la personalidad del grupo BN fueron significativamente más
frecuentes entre los familiares de BN con dependencia de sustancias que los familiares normales
y los de pacientes anoréxicas (AN).
En lo relativo al factor hereditario, en estudios con hijos de enfermos por trastorno de abuso de
sustancias, Stern et als. (1992), partiendo de la prevalencia y el riesgo morboso concluyen que
las mujeres adolescentes y adultas con anorexia no poseen muchos de los factores familiares
que predisponen al desarrollo de trastorno por uso de sustancias psicoactivas.
Molgaard (1989) examinaron los factores de riesgo en 40 pacientes con anorexia nerviosa
estudiando la historia de los padres, antecedentes familiares de alcoholismo, antecedentes
familiares de trastornos psicológicos, tamaño de la familia, y el orden de nacimiento comparando
con 80 controles femeninos normales y 71 bulímicas femeninas (edad 15-31 años). Los
resultados sugieren que el alcoholismo materno podría ser considerado posible factor de riesgo
de anorexia nerviosa, y también, la asociación entre los trastornos alimentarios, anorexia
nerviosa y prevalencia de alcoholismo entre padres de anoréxicos cuando se compara con el
público en general.
Relación entre trastorno alimentario y el trastorno por uso/ abuso de sustancias
(prevalencia y comorbilidad)
Heid Nøkleby (2012) efectuó un metaestudio con 596 trabajos sobre prevalencia y comorbilidad
de los trastornos por consumo de drogas y trastornos de conducta alimentaria. La prevalencia
de los trastornos por consumo de drogas de por vida oscilaba entre el 8 y el 4, 3%, en tanto que
la prevalencia de los trastornos de alimentación en consumidores de drogas era un 14%
concurrente y un 27, 3% por vida. Los diagnósticos concomitantes más frecuentes solían ser los
trastornos de anorexia / atracones-purgas, anorexia nerviosa y la asociación consumo de
estimulantes / cannabis con la bulimia. El autor concluía que los porcentajes de prevalencia de
trastornos alimentarios en sujetos con trastornos por consumo de drogas (y viceversa) son más
altas que en la población general. Datos procedentes de otros estudios (Sussman, Steve1 et
als. 2011) refuerzan los hallazgos de Nøkleby.
Krug et als (2009) añaden en un estudio con 371 pacientes con T. A. que el abuso de sustancias
de por vida parece ser más frecuente en pacientes con anorexia nerviosa con características
bulímicas. Fabricius Langa y M. Wilson (1999) investigaron la tasa de prevalencia de
consumidores de sustancias con trastornos psiquiátricos comórbidos en un centro de
rehabilitación de Johannesburgo, encontrando que el 57, 1% de los 419 internos tenía uno o más
trastornos psiquiátricos coexistentes, junto al referido trastorno relacionado con sustancias. De
los 239 con psicopatología psiquiátrica, 155 tenían un trastorno del estado de ánimo, 40
trastorno de ansiedad, 39 TDAH, 35 trastorno alimentario, 8 trastorno de conducta y 5
esquizofrenia.
En un interesante trabajo con gemelos, Baker et als (2010) analizaron la asociación entre
trastornos de conducta alimentaria y trastornos por consumo de sustancias para lo que
estudiaron 1. 206 gemelos monocigóticos y 877 dizigóticos adultos, encontrando diferencias
significativas entre la prevalencia de trastorno por uso de sustancias en mujeres con trastornos
alimentarios. Las mujeres bulímicas recurrían significativamente a sustancias para amortiguar
impulsos bulímicos. Las mujeres con anorexia pueden involucrarse en el consumo de sustancias
inicialmente como facilitador para perder peso.
Los resultados también sugieren factores
familiares en la comorbilidad entre bulimia y trastorno por uso de sustancias.
En la población adolescente con dependencia química también hay mayor comorbilidad
psiquiátrica, incluido el trastorno alimentario. En un estudio de Sterling y Weisner (2005), el
55% por ciento de los pacientes químico-dependientes tenían al menos un diagnóstico
psiquiátrico, además del trastorno por uso de sustancias. Comparados con los controles, los
adolescentes con dependencia química tenían tasas más altas de depresión, ansiedad, trastornos
de la alimentación, trastorno de hiperactividad con déficit de atención y trastorno de conducta
incluyendo trastorno de oposición desafiante. Joel Westermeyer et als, (1994) en un estudio
con 100 adolescentes entre 14 y 24 años concluía que los T. A. se producían entre los
adolescentes mayores.
Impacto sociosanitario de los trastornos alimentarios
El estudio GBD-2010 (Global Burden of Disease) (Carga Global de Enfermedades, Traumatismos
y Factores de Riesgo) efectúa una estimación de la carga de morbilidad atribuible a trastornos
mentales y abuso de sustancias en función de tres elementos de estudio: 1) la discapacidad
"años de vida ajustados" 2) Los años de vida perdidos por "mortalidad prematura" y 3) Los años
vividos con "discapacidad". En 2010, los trastornos por uso de sustancias eran la principal causa
de años vividos con discapacidad en todo el mundo, los trastornos depresivos representaron el
40, 5%, los trastornos de ansiedad el 14, 6%, los trastornos por consumo de drogas ilegales el
10, 9%, los trastornos por consumo de alcohol el 9, 6%, la esquizofrenia el 7, 4%, el trastorno
bipolar el 7, 0% y los trastornos de la alimentación el 1, 2%.
OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN E HIPÓTESIS DE TRABAJO
hipótesis de trabajo
La hipótesis principal estriba en la correlación bidireccional entre drogodependencias y trastorno
alimentario en el sentido de que las personas drogodependientes pueden desarrollar trastornos
alimentarios principalmente anorexia y bulimia- como efecto colateral (efecto anorexígeno de
las sustancias, tipo de vida llevado, etc. ). A la recíproca, es frecuente que personas anoréxicas
no solo recurran al consumo de sustancias, sino que tengan un elevado potencial de desarrollo
de drogodependencia por dicha razón.
hipótesis secundarias son la esperable mayor frecuencia del trastorno en mujeres (o si se
prefiere la menor tasa de prevalencia en varones). Otras hipótesis -fruto de la observación- es
la presencia de episodios y/o períodos de bulimia y/o anorexia, incluso atracones transitorios en
el devenir del adicto que no acaban desarrollando trastorno alimentario posterior pero que pasan
por etapas, a veces largas, de descompensación alimentaria.
Objetivos
El objetivo principal es investigar la relación entre trastorno de alimentación y dependencia de
drogas. Otros objetivos son investigar qué tipo de sustancias y qué modalidad de trastorno
alimentario tienen mayor presencia clínica y qué tipo de correlación establecen. Asimismo se
pretenden cualificar elementos psicológicos asociados (recogidos en el instrumento evaluativo)
tales como la conciencia interoceptiva, el miedo a madurar, la desconfianza interpersonal, la
insatisfacción corporal, el perfeccionismo y la baja autoestima.
METODOLOGÍA
Muestra
La población seleccionada durante los dos últimos años en dispositivos asistenciales de la
Fundación Instituto Spiral la constituían 372 sujetos (109 mujeres y 263 hombres)
diagnosticados de dependencia de sustancias y/o alcohol que hubieran sido evaluados clínica y
psicométricamente con los instrumentos de evaluación descritos en el siguiente epígrafe
(criterio de inclusión). Se excluyeron pacientes que no hubieran sido evaluados o que por sus
circunstancias personales no fuese fiable dicha evaluación.
Instrumentos de evaluación
Los elementos/ instrumento de investigación considerados son:
1. DIAGNÓSTICO CLÍNICO: para lo cual se considera el diagnóstico preingreso de trastorno de
alimentación y/o la detección intraprograma de comportamiento bulímico, anoréxico y
atracones criterios siguiendo criterios CIE 10 (ver primeros párrafos de la introdución),
además de otros parámetros médicos como el índice IMC o de Quebelec.
2. inventario EDI: aplicación del inventario de trastornos de alimentación EDI (Eating
Disorder Inventory de D. M. Garner, M. P. Olmsted, J. Polivy) al menos en dos ocasiones a
todos los pacientes y más veces a los que padecen T. A.
análisis de datos
Se han efectuado análisis descriptivos básicos (distribución de frecuencias, medias y
desviaciones típicas, etc. ) con especial interés en el análisis de los percentiles. Dado nuestro
interés investigador en los valores indicativos de trastorno alimentario, se establecen tablas
descriptivas con variables sociodemográficas, fundamentalmente género, franjas de edad
significativas para el estudio y tipo de adicción, aplicando la p de pearson para determinar las
diferencias significativas en función del sexo y tipo de adicción en tratamiento, además de un
análisis de diferencias de medias mediante la prueba T para dos muestras independientes
respecto a los niveles de afección hallados en el diagnóstico preingreso de trastorno de
alimentación y/o detección intraprograma de comportamiento bulímico y/o anoréxico. Los datos
se analizaron mediante paquete estadístico SPSS. 21. 0.
RESULTADOS
Descripción sociodemográfica abreviada
Se estudiaron un total de 372 pacientes con 122 (33%) mujeres y 250 (67%) varones,
situándose la media de edad en 40, 1 años (40, 7 hombres y 39, 8 mujeres). Ver en gráfica 1 la
comparativa sexo/ rango de edad
Estado civil: de la muestra total, un 20, 70% están casados/as o con pareja, un 21, 77%
separados/as, un 56, 18% solteros/as y un 1, 34% viudos/as.
La sustancia principal que motivaba el ingreso era el alcohol con un 34, 98%, seguido de la
cocaína con el 24, 63 %, mientras un 6, 9% consumían alcohol y cocaína y un 33, 5% otras
sustancias.
trastorno psicopatológico asociado:
El 62% padecen algún tipo de trastorno psicopatológico (asociado o no al consumo de sustancias). Las mujeres un 77, 9% y los varones
un 56%.
Nivel de estudios: Destacamos que el 48, 7% han abandonado los estudio entre secundaria y
bachiller y solo un 8% han llegado a realizar estudios universitarios. Estos datos son similares
en varones y mujeres.
Nivel socioeconómico: Un 52, 6% de la muestra tiene nivel socioeconómico medio (datos
similares en varones y mujeres)
Sexo vs. Rango de edad
Debido a que la mayoría de estudios señalan que las personas más jóvenes son más vulnerables,
hemos dividido la muestra en dos franjas: menor y mayor de 35 años a efectos comparativos.
De 122 mujeres, 47 son menores de 35 años y 75 mayores de 35 años. De 250 varones, 96 son
menores de 35 años y 154 mayores de 35 años. (Ver gráfica 1)
Gráfica 1: sexo y rango de edad
Sexo y edad
154
160
140
120
96
100
75
Mujeres
Varones
80
47
60
40
20
0
<=35
>35
diagnóstico clínico de trastorno alimentario
Del total de 122 mujeres, 46 (37, 7%) tienen diagnóstico de trastorno alimentario. Sin embargo,
de los 250 varones, apenas 12 (4, 8%) poseían dicho diagnóstico. Estos datos confirman la
hipótesis de que dicho trastorno es mucho más frecuente entre las mujeres. (Gráfica 2). En
definitiva tenemos los siguientes grupos de estudios
muestra total: 372 pacientes del los cuales 122 (33%) son mujeres y 250 (67%) varones.
muestra clínica: 58 pacientes de los cuales 46 (37, 7%) son mujeres, y 12 (4, 8%) varones.
(Por contraste la muestra no clínica sería la resta de la muestra total menos la muestra clínica)
Gráfica 2: sexo y diagnóstico de trastorno alimentario
trastorno alimentación
diagnosticado
37, 70%
40, 00%
35, 00%
30, 00%
25, 00%
20, 00%
15, 00%
4, 80%
10, 00%
5, 00%
0, 00%
Mujeres
Varones
Para verificar la tesis de que el trastorno alimentario (T. A. ) es más frecuente en mujeres jóvenes
se comprobó que de las 47 mujeres menores de 35 años, 26 (55, 32%) tienen diagnóstico
positivo de T. A. De las 75 mujeres mayores de 35 años, únicamente 20 (26, 67%) tienen
diagnóstico positivo de T. A, lo cual confirma nuestras presunciones (Gráfica 3).
Gráfica 3: mujeres con trastorno alimentario mayores y menores de 35 años
Mujeres con rastorno alimentación diagnosticado
55, 32%
60, 00%
50, 00%
26, 67%
40, 00%
30, 00%
20, 00%
10, 00%
0, 00%
<=35
>35
Estudio inventario alimentación (EDI)
El inventario EDI evalúa rasgos psicológicos y comportamentales comunes a la anorexia nerviosa y a la bulimia
nerviosa. Consta de 64 ítems que agrupan 8 subescalas: impulso a la delgadez. sintomatología bulímica.
Insatisfacción corporal. Inefectividad y baja autoestima. Perfeccionismo. Desconfianza interpersonal.
conciencia interoceptiva. miedo a madurar. En la tabla 1 encontramos la correlación de las subescalas EDI
entre las muestras total y clínica. En color rojo se señalan las subescalas no significativas.
Tabla1: correlaciones entre muestras total y clínica
respecto a subescalas EDI
Factores/ percentil
DELGADEZ
13, 80
BULIMIA
4, 99
INSATISFACIÓN
7, 17
INEFECTIVIDAD
13, 21
PERFECCIONISMO
8, 29
Diagnóstico
correlación de
Pearson
Sig. (bilateral)
correlación de
Pearson
Sig. (bilateral)
correlación de
Pearson
Sig. (bilateral)
correlación de
Pearson
Sig. (bilateral)
correlación de
Pearson
, 376**
, 000
, 250**
, 000
, 211**
, 001
, 248**
, 000
, 098
, 143
correlación de
, 019
Pearson
Sig. (bilateral)
, 781
CONCIENCIA
correlación de
, 259**
12, 12
Pearson
Sig. (bilateral)
, 000
miedo A MADURAR
correlación de
, 103
8, 81
Pearson
Sig. (bilateral)
, 124
N
372
**. La correlación es significativa en el nivel 0, 01 (2 colas).
*. La correlación es significativa en el nivel 0, 05 (2 colas).
DESCONFIANZA
7, 17
Se ha aplicado el EDI a toda la muestra, diferenciando los resultados por franjas de edad y sexo.
Los grupos de estudio son los siguientes:
1. Población adicta en general (muestra total), para determinar la prevalencia del T. A. en
drogodependientes mediante los factores del EDI
2. Población adicta con trastorno alimentario diagnosticado (muestra clínica), comparada con
adictos no diagnosticados de T. A. (muestra no clínica)
VALORES EDI EN POBLACIÓN ADICTA EN GENERAL
De todas las correlaciones posibles hemos elegido las diferencias de género y las diferencias de
edad (solo en mujeres) porque otros datos, por ejemplo consumo de diferentes sustancias,
diferencias de edad en varones, etc. no aportaban datos relevantes y algunos factores además
tenían escasa significatividad. (Ver tablas 1 y 2)
1. Diferencias de género
En la tabla 2 y gráficas ulteriores encontramos los valores porcentuales que superan el percentil
EDI. En color rojo destacamos los valores no significativos (desconfianza interpersonal y miedo
a madurar) que se omiten en la gráfica 4. Las cifras globales superan la media de la población
normal. Es decir, los drogodependientes en general tienden más a los T. A. que la población
general. Observamos las notables diferencias de género; las mujeres puntúan mucho más alto
que los varones en todos los factores. Destacamos la insatisfacción corporal y la inefectividad y
baja autoestima, ambos con más del 16%. El impulso a la delgadez es mucho mayor en mujeres
que en varones y llega casi al 14% (por un 2, 56% en el varón). (Ver tabla 2 y gráfica 4)
Tabla2: Factores EDI según sexo en la muestra total (% de superación de percentil)
Inefect
Sint.
Impulso
delgadez
bulímica
. baja auto
estima
Insatisfacc Perfeccioi. corporal
nismo
Desconfian.
Concienc.
interpersonal
interocept
miedo a
madurar
Sexo
Mujeres
13, 96%
11, 71%
16, 67%
16, 67%
11, 71%
17, 12%
10, 81%
27, 03%
Varones
2, 56%
3, 73%
5, 13%
3, 96%
8, 62%
16, 55%
5, 13%
25, 87%
Gráfica 4: Comparativa factores EDI según sexo en la muestra total
EDI positivo vs sexo
Mujeres
Varones
16, 67%
18, 00%
16, 00%
14, 00%
16, 67%
13, 96%
11, 71%
12, 00%
11, 71%
10, 81%
8, 62%
10, 00%
8, 00%
5, 13%
5, 13%
6, 00%
3, 73%
4, 00%
3, 96%
2, 56%
2, 00%
2.
Conciencia
interoceptiva
Perfeccionismo
Insatisfacción
corporal
Inefec. /baja
autoestima
Sintomatología
bulímica
impulso de
delgadez
0, 00%
Diferencias de edad en las mujeres drogodependientes en general
Como pudimos comprobar en la introducción, la edad es un factor determinante en lso T. A. en
general. En la gráfica 5 podemos comprobar que en las mujeres adictas en general, los factores
son un tanto desiguales. Las menores de 35 años puntúan mucho más alto en perfeccionismo
(31% vs. 14%) y algo más en baja autoestima e insatisfacción corporal. Sin embargo las
mayores de 35 años puntúan más alto en impulso a la delgadez y conciencia interoceptiva.
Gráfica 5: Comparativa factores EDI en muestra total de mujeres drogodependientes
según edad
35, 00%
<=35
MUJERES: EDI positivo vs edad
15, 22%
Conciencia
interoceptiva
14, 13%
16, 30%
13, 04%
19, 05%
14, 13%
14, 29%
Inefec. /baja
autoestima
0, 00%
Sintomatología
bulímica
5, 00%
impulso de
delgadez
10, 00%
11, 90%
15, 00%
16, 30%
20, 00%
Insatisfacción
corporal
21, 43%
25, 00%
11, 90%
30, 95%
>35
Perfeccionismo
30, 00%
VALORES EDI COMPARANDO DROGODEPENDIENTES CON trastorno ALIMENTARIO
VS. SIN trastorno ALIMENTARIO (muestra clínica vs. muestra no clínica)
Nos centraremos en la subpoblación de mujeres por razones ya explicadas en el primer párrafo
de este apartado.
1. Diferencias EDI en mujeres adictas con diagnóstico positivo o negativo de trastorno
alimentario (muestra clínica vs. muestra no clínica)
Se pretende verificar la sensibilidad del inventario EDI dentro de la subpoblación adicta,
habiendo verificado en el anterior apartado que esta población obtiene puntuaciones más
elevadas que la población general (mujeres no adictas).
En la gráfica 5 comprobamos que los datos son contundentes en todos los factores siempre con
puntuaciones más altas para las que padecen trastorno alimentario. En algunos casos llegando
casi a triplicar las puntuaciones de las que no lo padecen (impulso a la delgadez y bulimia).
Destaca la elevada puntuación de la insatisfacción corporal (47%).
Gráfica 5: Comparativa factores EDI en mujeres adictas con / sin trastorno alimentario
Negativo
Mujeres según diagnóstico clínico
Positivo
50%
45%
40%
35%
30%
25%
20%
15%
impulso de
delgadez
Sintomatología
bulímica
Inefec. /baja
autoestima
Insatisfacción
corporal
Perfeccionismo
22%
13%
25%
9%
47%
22%
22%
17%
25%
9%
0%
25%
5%
9%
10%
Conciencia
interoceptiva
2. Diferencias EDI según edad en mujeres diagnosticadas de trastorno alimentario:
En la gráfica 6 podemos apreciar las puntuaciones notablemente más altas de las mujeres
menores de 35 años en todos los factores, destacando las diferencias en los factores como el
"impulso a la delgadez" (29% vs. 18%) y sobretodo la "conciencia ineroceptiva" (29% vs. 5%).
Gráfica 6: Comparativa factores EDI en mujeres adictas con / sin trastorno alimentario
<=35
Mujeres con diagnóstico clínico positivo vs edad
>35
50%
45%
40%
35%
30%
25%
20%
29%
23%
29%
45%
50%
27%
36%
23%
29%
18%
5%
29%
10%
5%
15%
0%
impulso de delgadez
Sintomatología
bulímica
Inefec. /baja
autoestima
Insatisfacción
corporal
Perfeccionismo
Conciencia
interoceptiva
CONCLUSIONES
Las hipótesis se confirman holgadamente: hay correlación entre drogodependencias y trastorno
alimentario, y la frecuencia es mucho más elevada en mujeres (37, 7% frente a 4, 8 en varones)
También se confirman hallazgos no hipotéticos como la correlación entre edad y T. A. La franja
de edad más joven tiene una mayor frecuencia de trastorno: 55, 3% menores de 35 años frente
a 26, 6% mayores de dicha edad (datos referidos a las mujeres).
Las sustancias de abuso que tienen mayor correlación con el trastorno alimentario son la cocaína,
el alcohol y la asociación de ambos a gran distancia de las demás drogas.
Las modalidades de trastorno alimentario más frecuentes son la bulimia, la anorexia nerviosa y
en menor magnitud los atracones.
En el estudio EDI, de los ocho factores solo dos (desconfianza interpersonal y miedo a madurar)
no fueron significativos:
En la muestra total (todos los adictos, con o sin T. A. ) encontramos definitivas diferencias donde
las mujeres puntúan mucho más alto que los varones en todos los factores, sobre todo el factor
impulso a la delgadez.
También la baja autoestima y la insatisfacción corporal son
marcadamente más altas en la mujer.
Las diferencias de edad en dicha muestra ofrecen cifras desiguales. Mientras las mujeres
menores de 35 años puntúan más alto en perfeccionismo, baja autoestima e insatisfacción
corporal; las mayores de 35 años puntúan más alto en impulso a la delgadez y conciencia
interoceptiva.
En la muestra clínica (adictos, con T. A. ) los datos son rotundos en todos los factores siempre
con puntuaciones más altas para las que padecen trastorno alimentario.
Las diferencias de edad, en contraste con la muestra total, proporciona puntuaciones siempre
más altas en el subgrupo de mujeres menores de 35 años en todos los factores.
En conclusión, el inventario EDI parece útil para diagnosticar T. A. y cualificar factores dentro de
la población clínica. Otros estudios confirman lo anterior (Milos G1, Spindler A, Schnyder U. ,
2004. Segura-García et als. , 2015). En todo caso la sensibilidad del EDI es mayor en población
diana que en la general.
DISCUSIÓN
Asimismo resaltamos la notable proporción de personas que "adquieren" el trastorno alimentario
tras instalarse en la drogodependencia. Recordemos, además que estas personas son resistentes
al tratamiento llegando incluso a abandonarlo con frecuencia (sobre todo cuando el trastorno
alimentario se torna recalcitrante), lo que clama por la preparación tanto de los profesionales
como de los programas terapéuticos para prevenir y abordar esta nociva contingencia. Muchos
son los autores que respaldan lo expuesto. Por ejemplo Victoria Ho et als. , 2011; G. Wilson et
als. , 1999; Warren et als. , 2013, abundan en la misma necesidad sugierendo que los programas
de tratamiento de abuso de sustancias deben tener en cuenta y abordar las preocupaciones
relacionadas con el peso en pacientes con insatisfacción corporal, dieta restrictiva, síntomas
bulímicos e internalización de figura delgada como ideal. Dennis y Pryor (2014) afirman que,
dadas las altas tasas de co-ocurrencia y la compleja naturaleza de estos trastornos, es
sorprendente observar que la mayoría de expertos en adicciones y programas de tratamiento
no han incorporado protocolos para los trastornos alimentarios en sus prácticas. Del mismo
modo, la mayoría de los especialistas en trastornos alimentarios no están entrenados
adecuadamente en el tratamiento de los trastornos por uso y abuso de sustancias.
En síntesis, tanto los profesionales de las adicciones, como los que tratan trastornos de conducta
alimentaria deben conocer en mucha mayor profundidad los respectivos trastornos y sobre todo
su correlación morbosa, y como un proceso maligniza al otro interfiriéndolo de forma rápida y
calamitosa.
Esperamos haber contribuido (al menos modestamente) con el presente trabajo a la información
y concienciación del problema a los profesionales de ámbos ámbitos.
Madrid y Oviedo noviembre de 2015
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